NAVARRA 2019 ¿De la esperanza al terror?

Hay un libro del editorial Altaffaylla titulado “Navarra 1936 de la esperanza al terror”. Es una obra que se editó por primera vez 1986, cuando se cumplía el quincuagésimo aniversario de la sublevación fascista. En ese momento, lo de la memoria histórica, no dejaba de ser un trabajo residual de unos pocos historiadores, investigadores y personas comprometidas con su pueblo. En ese libro se relatan, entre otras cosas, la llegada de la Segunda República a Navarra, el triunfo del Frente Popular y el golpe de Estado de julio de 1936, acción que en Navarra fue dirigida por el general Mola. También se realiza un trabajo único en el que se investiga la represión que realizaron los sublevados con el asesinato de casi 3.000 navarras y navarros, violaciones y un sinfín de tropelías con el agravante que, en todo el territorio de Navarra, no hubo línea de frente. Todos los asesinatos y la represión fueron realizados en la retaguardia de la zona ocupada por los golpistas.

Detrás de este libro hay un trabajo de campo inmejorable. En 2018 sus autores han realizado una nueva edición actualizada y completada.

Todo esto lo traigo a colación después de los movimientos políticos que se acaban de dar hace pocos días en Navarra. No sé si ha sido el subconsciente o esa parte del cerebro donde se guardan los recuerdos y le ha dado por ponerse a trabajar, lanzándome de golpe este libro y lo que en él se relata.

Hace pocos días las derechas de Navarra: Unión del Pueblo Navarro, Partido Popular y Ciudadanos, han acordado presentarse a las elecciones generales y forales en una sola candidatura. Han cerrado un acuerdo electoral en el que, hasta la fecha, lo más importante ha sido el criterio para formar las listas electorales al Congreso, Senado y Parlamento Foral navarro. Además está el acuerdo de que los diputados de UPN apoyarán en el Congreso de los diputados la investidura del candidato del PP o de Ciudadanos, si este último es el que se presenta a la elección. Sin embargo no han facilitado ningún tipo de línea programática de la coalición. En este acuerdo han comentado sobre todo, debido al requerimiento de la prensa y de las críticas de los rivales políticos, que Ciudadanos no va a cuestionar una de las fobias políticas más importantes que tiene: el Régimen fiscal del Viejo Reino, regulado por el Convenio Económico y por el Cupo.

Más allá de esas declaraciones, muy genéricas, con el objetivo de salir del paso y evitar que se hubiera abierto un debate acerca de ese pacto, habría que preguntarse qué se esconde detrás de este acuerdo y para ello es fundamental conocer la historia reciente de Navarra.

No cabe duda de que Euskal Herria siempre ha sido un laboratorio político en el que se han dado todo tipo de estrategias y tácticas, por parte de los partidos que han apuntalado el Régimen del 78, pero Navarra lo ha superado con creces. Desde antes de la muerte de Franco, Navarra fue el lugar donde el Régimen se empeñó en que no se diera un cambio político, porque  lo  vislumbraba como un territorio sagrado a la hora de conservar las esencias franquistas. Hubo un intento de cerrar todas las ventanas para que no entrara aire fresco, para que lo más rancio del franquismo pudiera seguir respirando el olor a naftalina de un armario que llevaba 40 años sin abrirse. Los años de la mal llamada Transición fueron el ejemplo más diáfano de lo que representaba Navarra para esas élites, que después de los años de terror habían campado a sus anchas por el Viejo Reino. La represión que se dio en los años 70 en este territorio tenía una clara finalidad: demostrar quienes mandaban y dejar constancia de su poder incuestionable. Durante los años 1976 y 1977 se fueron dando una serie de acontecimientos que tuvieron como colofón los trágicos sucesos acaecidos en las fiestas de San Fermín de 1978, con el asesinato del militante de LKI-LCR, Germán Rodríguez. Es curioso que hayan tenido que pasar más de 40 años para que el informe que “nunca existió” haya visto la luz recientemente. En él se cuestiona la versión oficial sobre los hechos acaecidos en Pamplona en las fiestas de San Fermín de 1978.

No cabe duda que para que estas políticas pudieran perdurar en el tiempo, una vez de la llegada del Régimen del 78, hacía falta un colaborador necesario para que la balanza cayese hacia un lado, hacia el del franquismo de camisa azul y boina roja, barnizado con el término foral. Ese colaborador, sin duda, ha sido a lo largo de todo este tiempo el PSOE, a través de su sucursal en Navarra, el PSN, una vez que estos últimos abandonaron el Partido Socialista de Euskadi-PSOE, en una operación de puro trilerismo político. Este partido, que llegó al gobierno foral en 1983, decidió ponerse de perfil ante los herederos del franquismo y realizar políticas de espaldas a los sectores que decía representar. Así mismo aplicó un discurso diluido, etéreo, que sirve tanto para un roto como para un descosido. Era la época de Gabriel Urralburu  como presidente del Gobierno de Navarra que, junto al Delegado de Gobierno en esa época, Luís Roldán, camparon a sus anchas. Fueron los tiempos de las comisiones a cuenta de la autovía de Leizarán y de lo que se terciara. Estábamos en la cultura del pelotazo. Decía en aquel entonces otro personaje de la tierra, Carlos Solchaga: “España es el país del mundo donde más rápido puede uno hacerse rico” ¡Qué tiempos aquellos!  Luego ocurrió lo que tenía que ocurrir, que  el votante, ante la confusión ideológica y política, acabó entregando el gobierno a UPN, la derecha más reaccionaria que hay en todo el Estado español. Es lo que ocurre cuando hay que elegir entre el original o la copia. Una derecha que habla de la foralidad pero que, durante 40 años, no se preocupó de recuperarla. Siendo los valedores del franquismo en Navarra, estaban más preocupados en dominar las estructuras políticas y económicas, además de tener controlado al pueblo a través de toda la red de caciques de la Comunidad Foral.

Pasaban los años y cada vez que había una ocasión para que se pudiera dar una alternativa a los gobiernos de la derecha neofranquista, ahí estaba el PSOE para poner palos en las ruedas. En 2007 hubo la posibilidad de llegar a un acuerdo entre Nafarroa Bai y PSN para desbancar a UPN pero ya se encargó José Blanco, secretario de organización del PSOE, de decir que tocaba facilitar el Gobierno de Navarra y la alcaldía de Pamplona a la derecha. Curiosamente, unos días antes, Alfonso Guerra había tenido una reunión con el mayor enemigo de la democracia en Navarra, Jaime Ignacio del Burgo. Éste le hizo ver a Alfonso Guerra que Navarra era una cuestión de Estado. Estas son las cosas que tiene el Régimen del 78, heredero de 40 años de franquismo, que hay “cuestiones de Estado” que están por encima del resultado de las urnas y de la voluntad de la ciudadanía. Hubo una segunda oportunidad en 2011, cuando las derechas de Navarra volvían a estar en minoría, pero el PSN optó por darse un tiro en el pie y entró en un gobierno de coalición con UPN, presidido por Yolanda Barcina. Si, la que cobraba dobles y triples dietas en Caja Navarra. Roberto Jiménez, líder efímero del PSN, una vez que es expulsado por los socios de ese gobierno de coalición, decide presentar una moción de censura contra la derecha navarra y ¿Qué es lo que ocurrió?  Muy sencillo, que Rubalcaba le dijo que la retirara, dejando al PSN a los pies de los caballos. Otra vez más la esperanza de un cambio en Navarra se volvió a esfumar. Claro, estas cosas no suelen salir gratis y tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe y eso es lo que ocurrió en 2015. En mayo de ese año, en las elecciones municipales y forales se dieron todas las circunstancias necesarias para que se diese un cambio histórico, tanto en el Gobierno Foral como en el Ayuntamiento de Pamplona. Las fuerzas del cambio sumaron la representación suficiente para construir una mayoría absoluta sin tener que depender del PSN, habiendo obtenido este partido los resultados peores de su historia en Navarra. El día de la investidura de Uxue Barkos no sabría decir quienes tenían la cara más desencajada, la derecha navarra o los parlamentarios del PSN.

Estos cuatro años no han sido fáciles para revertir las políticas que se han hecho durante décadas en Navarra pero, sin duda alguna, se han puesto los cimientos para que se avance en ese sentido y los partidos del cambio han debido de ir por el buen camino cuando las derechas en Navarra han tomado el camino de 1933: crear la CEDA del siglo XXI, a falta de invitar a VOX a la fiesta en cuanto que los números lo requieran. Lo que está claro es que la derecha puede ser muchas cosas, pero nadie le gana en la defensa a ultranza de sus intereses como clase dominante, para  ello pactan con quien sea y como sea. Se ha hablado de las diferencias que existentes entre UPN y Ciudadanos en lo concerniente al Convenio Económico y al Cupo, pero eso no deja de ser una minucia porque ¿Dónde ha estado UPN durante el tiempo que en La Moncloa estaba su socio Rajoy a la hora de reclamar la negociación del Convenio y del Cupo? Porque llegaron a boicotear la negociación entre el Gobierno navarro presidido por Uxue Barkos y el Gobierno del PP, con final feliz porque debido a las presiones del PNV (por eso de la aritmética parlamentaria y el cambio de cromos) consiguieron sacarlo adelante. Por tanto, ese tema no va a causarles ningún problema.

Tienen muchas cosas que les unen, desde apostar por la privatización de los servicios públicos, pasando por el abandono de la enseñanza pública en beneficio de la enseñanza privada, el apoyo sin límites al Opus, su universidad y sus negocios y trapicheando con todo tipo de prebendas. La persecución de la linguae navarrorum[1], volviendo a aplicar políticas en las que los navarros y navarras, según donde residan, no tengan el derecho a poder estudiar en la lengua que ellos elijan. Si ganan las derechas les faltará tiempo para fulminar la RGI (Renta de Garantía de Ingresos) para las personas más necesitadas y dilapidar el superávit que deja el actual gobierno y si pueden vuelven a traer a la cripta del Monumento a los Caídos de Pamplona los restos de los golpistas Mola y Sanjurjo, porque hay que recordar que sin tanto ruido mediático el Ayuntamiento de Pamplona logró exhumar los restos de los dos golpistas que estaban enterrados en dicho monumento. Claro que ha habido algunas cosas de las que uno no puede estar contento con el actual Gobierno, como es la actuación del Gobierno Foral con el gaztetxe[2] Maravillas, solicitando su desalojo. Pero estas son las cosas que suelen pasar en la izquierda que el grado de autoexigencia y de autocrítica muchas veces nos lleva a nuestra propia autodestrucción.

En esta encrucijada se encuentra Navarra: Entre avanzar o desandar lo andado. Para ello las fuerzas del cambio deberían de hacer un esfuerzo por llegar a una confluencia y tejer un acuerdo que sirva de ejemplo para poder seguir avanzando hacia una Navarra plural, en la que todas las sensibilidades se sientan cómodas y así  poder recuperar todo lo que no se ha avanzado durante tantos años de gobierno de la derecha rancia navarra.


[1] Lengua de los navarros. Expresión medieval, empleada por Sancho el Sabio (1167) para designar el vascuence o euskera.

[2] Gaztetxe: (CSO) Centro Social Ocupado.

Tácticas partidistas ante las elecciones generales

A menos de dos meses para las elecciones generales, los movimientos que se están dando en los partidos y en la ciudadanía hacen presagiar que el 28 de abril puede darse más de una sorpresa. La cuestión no es fijarse tanto en las encuestas, que en los últimos años están siendo un auténtico fiasco,  sino en vislumbrar los movimientos tácticos que están realizando los partidos y en los errores que puedan cometer. No hay que olvidar que las elecciones se pueden ganar por los aciertos de uno o por los errores del adversario y quizás esto último suele ser más habitual que lo primero.

El tablero político está viviendo un verdadero terremoto, se mire por donde se mire, ya sea por la derecha, por la izquierda o por la parte que respecta a las organizaciones independentistas. A día de hoy es complicado saber qué resultado final habrá después de todo este movimiento de placas tectónicas, pero lo que sí es cierto es que planea una sensación: el mapa resultante de las elecciones del 28-A no se va a parecer en nada al existente en la actualidad. Si bien el bipartidismo, a nivel global, no va a levantar cabeza puede que se den circunstancias para que la aritmética a la hora de formar gobierno no sea tan difícil como puede parecer a simple vista.

Por lo que respecta a los movimientos en la derecha, la cosa está bastante clara. Hay una carrera por ver quién es el que más se escora a la derecha. Ciudadanos y PP han apostado por abandonar al electorado que sociológicamente se encuadraba en el centro, ese territorio que lo ocupaba el ciudadano demócrata-cristiano y liberal reformista, para pasar a disputarse el espectro de la derecha conservadora tacheriana y extrema derecha trumpista o bolsonarista, representada por un nuevo actor político: VOX. Este discurso no es nuevo. Dentro de la derecha siempre ha existido un espectro sociológico, cercano o declarado, de extrema derecha, que aceptaba la cohabitación dentro de una derecha más suave en las formas, pero que no necesitaban salir del armario al no ver en peligro su status. Esta deriva ideológica y política se va a intensificar cuanto más cerca estén las elecciones, por lo que no debería de sorprendernos si los mensajes incendiarios van in crescendo. El último episodio lo hemos vivido con el decimoquinto aniversario de los atentados del 11-M, en el que para ver quien tiene el discurso más duro vuelve a salir a relucir la teoría de la conspiración. Les es indiferente el grado de ridículo que puedan hacer, lo importante es pelear cada voto hoolingan de la derecha dura, demostrando quien tiene el discurso más reaccionario. Y en esa confrontación el original siempre va a ganar la partida a la copia.

Esta apuesta por el corrimiento a hacia la extrema derecha les ha funcionado en Andalucía, porque confluyeron una serie de circunstancias que no se darán en las elecciones generales. Por tanto, la duda es si ese movimiento del cuerpo electoral puede ser extrapolable al resto del Estado, entre otros motivos porque las elecciones autonómicas de Andalucía no dejan de ser unas elecciones autonómicas que tienen su propia idiosincrasia que, en teoría, no debería de ser extrapolable al resto del Estado.

Por el contrario, los movimientos en la izquierda sociológica[1] son muy diferentes. Se empieza a percibir un movimiento de ida y vuelta en el electorado. Hay una bolsa de votantes que en 2015 y en 2016 habían abandonado al PSOE para votar a Podemos (diciembre de 2015) y a Unidos Podemos (junio de 2016) y que van a realizar el camino de vuelta, para volver a votar al PSOE. A esto hay que añadir una masa de votantes que siempre han votado a partidos de izquierda (IU en su momento y Podemos posteriormente) que ante el resultado que se dio en las elecciones autonómicas de Andalucía ha decidido que la forma de parar el triunfo de un tripartito PP-Cs-VOX es votar al PSOE aunque sea con la nariz tapada. No voy a entrar a hacer sumas aritméticas como se están realizando en algunos medios de comunicación en la que se está diciendo que el trasvase alcanza el millón de votos pues me parece poco riguroso ese tipo de estudios. Lo importante es tener en cuenta el hecho en sí, el cual tendrá mayor relevancia en función de las circunscripciones donde se produzca ese trasvase. Por ejemplo, si este hecho se produce en circunscripciones pequeñas con la obtención de pocos votos se puede obtener una rentabilidad superior a si ese hecho se da en una circunscripción con mucha población. Lo que no cabe duda es que la sangría de votos en Unidos Podemos se va a dar, es un secreto a voces, aunque parece que los únicos que no se están percatando de este fenómeno son los dirigentes y la militancia de Podemos.

Para el PSOE se puede dar una situación que no es nueva desde 1982. Si se sabe centrar durante estas semanas en realizar un discurso para captar el voto de centro, puede que le sea suficiente para obtener un magnífico resultado, puesto que por la izquierda tiene garantizada la obtención de una masa importante de votos. Eso mismo es lo que le ocurrió al PSOE en octubre de 1982, que se fagocitó al PCE de Santiago Carrillo dejándolo como una fuerza parlamentaria testimonial, haciendo únicamente un discurso enfocado a captar al electorado de centro, el de la UCD que hacía aguas por todas partes.

Entonces ¿Qué le ha ocurrido a Podemos para poder dilapidar gran parte del apoyo que obtuvo en diciembre de 2015? Hay varios factores, pero sin duda hay uno que parece que es tabú: la alianza Podemos-Izquierda Unida no suma. Se suele decir que en política dos más dos no siempre son cuatro, pueden ser cinco, pero también tres. Y es esto último lo que le ha sucedido a esta confluencia. Podemos en diciembre de 2015 consiguió sacar un resultado que nunca la izquierda estatal lo ha logrado en su historia. Ni el PCE en 1977 y 1979 ni la Izquierda Unida de Julio Anguita llegaron a obtener ni la mitad de lo que obtuvo Podemos. Por tanto, si la ciudadanía hubiera querido votar a IU ya lo habría hecho con anterioridad. El electorado de Podemos, en su gran mayoría, no percibió con buenos ojos el experimento de junio de 2016, a lo que hay que añadir que el electorado de IU tampoco se emocionó con ese acuerdo porque no sólo no se movilizó sino que en cierta medida lo boicoteó. Hay un dato que no debe de pasar desapercibido, en la consulta que acaba de realizar IU en estos días la propuesta de ir en coalición con Podemos no ha sido apoyada de forma abrumadora, pues solo ha participado un 27% del censo del que un 61% ha apoyado la confluencia con Podemos, lo que deja bien claro que esa coalición no es muy sugerente para su propia militancia (no ha sido apoyada ni por el 50% de la militancia). A todo esto hay que sumar que el discurso de Podemos ha perdido la frescura inicial y una de las esencias del principio: el concepto de transversalidad. En sus comienzos intentó dibujar “una mayoría democrática nueva” que no se expresaba con las palabras izquierda-derecha. Puso el foco en defender los derechos de una mayoría popular de los intereses de los privilegiados y en buscar la centralidad de la política. Por el contrario, IU no ha tenido ese discurso, al contrario, ha tenido un discurso de izquierda identitario y ha arrastrado a Podemos a su espacio político.

Un error en los partidos políticos, sobre todo en aquellos que la militancia es muy activista, es que no se sabe discernir entre la forma de pensar de la militancia y la forma de interpretar los movimientos políticos por parte de la sociedad. En muchos casos hay una brecha tan grande que es como si los militantes de esos partidos viviesen en una especie de burbuja que se retroalimenta entre ellos. Muchas veces les falta el saber conectar con el común de los mortales, con ese segmento de la sociedad que puede ser de la misma ideología pero que tienen una sensibilidad diferente, sin obviar una cuestión importante: ese sector de la sociedad que no está en la pomada de la política es muy vulnerable a la hora de recibir noticias que son pura intoxicación.

Por otra parte, el apoyo de Podemos a la moción de censura tampoco parece que le haya reportado grandes réditos políticos. Durante el mandato de Pedro Sánchez no se ha revertido la mayor parte de las políticas del PP. Muchas de esas políticas se podían haber tirado abajo con decretos-leyes negociados con los partidos que apoyaron la moción de censura pero la sensación es que el PSOE no ha tenido voluntad política para ello. Ha jugado más a desgastar a sus socios que a gobernar y a dar una imagen de cierto victimismo y a marear la perdiz. Le ha faltado una voluntad política calculada desde el primer momento.

                En las anteriores elecciones generales Podemos ha cosechado unos resultados muy buenos en nacionalidades históricas como Cataluña y Euskadi, hecho que luego no se ha repetido en las elecciones autonómicas. Un dato importante será conocer el resultado que obtenga en estas elecciones generales en ambos territorios ante su postura ambígüa tanto en Cataluña ante el Procés como en la Comunidad Autónoma Vasca para elaboración de un nuevo Estatuto de autonomía.

Por lo que respecta a las fuerzas políticas nacionalistas e independentistas hay movimientos tácticos que van dejando vislumbrar cuales son la hoja de ruta de cada una de las fuerzas políticas.

Sin duda alguna el que tiene su hoja de ruta intacta es el PNV. Se presenta a intentar volver a ser la primera fuerza política en la Comunidad Autónoma Vasca, posición que en las dos últimas elecciones se lo arrebató Podemos y Unidos-Podemos respectivamente. Su planteamiento es claro: no salirse de su guion e intentar con sus escaños ser necesario para la investidura como para la gobernabilidad posterior, pero con un matiz: en los tiempos que corren por la derecha española no veo al PNV votando junto a PP-Cs-VOX. De hecho, hay un detalle que no se debe de olvidar: quien invistió a Rajoy en 2016 fue el PSOE con su abstención, limitándose el PNV a apoyar los presupuestos para resolver el bloqueo que existía con la renovación del Concierto y el Cupo. Cuando Pedro Sánchez presentó la moción de censura el PNV retiró el apoyo a Rajoy para apoyar la moción de censura. Ahora, con la actual línea política del PP se me antoja casi imposible que el PNV sea colaborador necesario para que el PP llegue al gobierno.

Pero sin duda un movimiento que ha pasado desapercibido en la prensa de Madrid es el que están protagonizando ERC y EH Bildu con la decisión de presentarse juntos a las elecciones generales y de formar un solo grupo parlamentario en las Cortes. Este movimiento tiene varias lecturas. La primera es tejer acción política conjunta pero también se puede entender como una forma de enseñar músculo y de avanzar hacia una plataforma electoral única para hacer frente a una posible reforma de la legislación electoral encaminada a establecer la circunscripción única (al estilo de las elecciones europeas). Este acuerdo al que han llegado ambas organizaciones puede completarse con la entrada de más partidos independentistas y nacionalistas de izquierda de otros territorios, lo que se puede percibir como un deseo de formar un grupo parlamentario importante para tener voz en el Congreso y el Senado.


[1] Cuando hablo de izquierda sociológica incluyo al PSOE a diferencia de cuando utilice el término izquierda política del que entiendo que se encuentra fuera.

En recuerdo de los sucesos del tres de marzo de 1976 en Vitoria-Gasteiz

El próximo día 3 de marzo se cumplirán cuarenta y tres años de los sucesos de Vitoria-Gasteiz. Los hechos trágicos que ese día se produjeron son de sobra conocidos, aunque si hay alguien que, a día de hoy los desconozca, realizaré un breve resumen. El proceso de la Reforma política desde un primer momento se encargó de forma premeditada que estos hechos, como otros muchos, cayesen en el olvido con la finalidad de hacer un lifting al franquismo (no olvidemos que estos sucesos sucedieron tres meses después de la muerte de Franco) y al posfranquismo para iniciar un proceso de reescritura de la historia en el momento oportuno. De esa forma intento contribuir, de forma modesta, a que estos hechos no queden en el olvido y sirvan como testimonio a la hora de hacer el relato histórico de esa época; porque un pueblo que olvida su  pasado está condenado a repetirlo.

El día 3 de marzo de 1976 se había convocado la tercera huelga general que paralizó totalmente la ciudad de Vitoria-Gasteiz, producto de las luchas obreras que se estaban dando en esas fechas. La clase trabajadora de esta ciudad llevaba más de dos meses de huelga y movilizaciones, con anterioridad ya había habido dos días de huelga general. El día 3 de marzo Vitoria-Gasteiz amaneció con la convocatoria de la tercera huelga general con la total paralización de la actividad en la ciudad. Antes de que sucedieran los graves acontecimientos en el barrio de Zaramaga ya se habían producido algunos enfrentamientos con la policía, habiendo habido algunos manifestantes heridos de bala. Pero eso no era nada comparado con lo que iba a ocurrir ese mismo día a las 5 de la tarde.  A esa hora había convocada una asamblea general informativa de trabajadores de la ciudad en la iglesia de San Francisco de Asís en el barrio de Zaramaga. Las asambleas se realizaban en las iglesias al ser un lugar seguro pues, según el Concordato que tenía el Estado español con la Santa Sede, la policía no podía entrar en los templos religiosos y los párrocos de los barrios obreros solían permitir este tipo de reuniones. La policía de forma deliberada dejó que se llenase la iglesia. En ella había alrededor de cinco mil personas y un número superior en el exterior. Una vez que se estaba realizando la asamblea en el interior del templo la policía intentó desalojar la iglesia, acción que fue impedida por el párroco. A partir de este momento la policía utilizó gases lacrimógenos lanzándolos  al interior de templo y también utilizó armas de fuego para reprimir a las personas que salían despavoridas del interior de la iglesia. Como consecuencia de la brutal represión murieron cinco trabajadores. Todos por disparos de bala que fueron efectuados por la policía armada. Las conversaciones de la policía por la emisora no dejaron lugar a dudas: “¡J-3 para J-1! Manden fuerza para aquí. Ya hemos disparado más de mil tiros.- ¿Cómo está por ahí el asunto?-Te puedes figurar, después de tirar más de mil tiros y romper la iglesia de San Francisco… Te puedes imaginar cómo está la calle y cómo está todo.- ¡Muchas gracias, eh! ¡buen servicio! -dile a Salinas, que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Aquí ha habido una masacre. Cambio.- De acuerdo, de acuerdo.- Pero de verdad: una masacre”. Esta masacre inspiró a Lluis Llach para componer el tema “Campanades a morts” en homenaje a los cinco asesinados.

La respuesta a estos gravísimos hechos fueron jornadas de huelgas y protestas que se extendieron a todo Euskal Herria y a otros puntos del Estado español. Como consecuencia de esas protestas hubo dos muertos más: uno en Basauri (Bizkaia) y otro en Tarragona (Cataluña) por disparos de la policía.

Pero las preguntas que nos debemos hacer son: ¿Cómo se llegó a esa situación?, ¿cuál era la dinámica que seguía el movimiento obrero en esos momentos?, ¿La represión que ejerció el gobierno de Arias Navarro fue casual o, por el contrario, tenía una finalidad concreta?

Para contestar a la primera pregunta esta situación hay que enmarcarla dentro del Proceso de Reforma que se estaba viviendo en el Estado español. No hacía ni cuatro meses que Franco había muerto y el Estado español estaba inmerso en una crisis económica que se venía arrastrando desde hacía varios años. Era la famosa crisis del petróleo a la que en el Estado español había que añadir la crisis estructural y política que se estaba viviendo. Eran las consecuencias del Plan de Estabilidad franquista. El Gobierno había aprobado un decreto de congelación salarial y en ese momento los únicos representantes legales de los trabajadores eran los enlaces y jurados sindicales pertenecientes al Sindicato Vertical. Ello llevó a los trabajadores a organizarse entorno a una Plataforma reivindicativa para iniciar un proceso de lucha que desembocó en las huelgas en los primeros días de enero de ese año con una tabla de reivindicaciones. Una vez que se inicia la huelga, la patronal responde con despidos. A partir de ese momento se inicia la organización de un movimiento obrero que será el motor de las luchas que se dieron en todas las fábricas de la ciudad y que acabaría desembocando en los sucesos del día 3 marzo.

Por lo que respecta a la segunda pregunta: ¿Cuál era la dinámica que seguía el movimiento obrero en esos momentos? Hay que recordar que en las postrimerías del franquismo, y cuando empieza a dar los primeros pasos el proceso de reforma política, en Euskal Herria se estaba viviendo un movimiento asambleario de gran importancia en diferentes campos. La clase trabajadora se estaba organizando en asambleas, lo que venía a ser una negación de la legalidad existente, pues se organizaban y negociaban al margen de los representantes sindicales del Sindicato Vertical, pero, sin duda alguna, lo más importante es que los sindicatos de trabajadores, que en ese momento eran ilegales, son superados por la organización obrera desde la base. Este movimiento asambleario que se daba en las fábricas, barrios, etc… tendrá una importancia fundamental porque estas luchas obreras asamblearias superaron las reivindicaciones del tipo salarial para convertirse en una lucha global en la que se planteaban reivindicaciones de mayor calado. Pues bien, en este contexto hay que entender la lucha que llevaron los trabajadores y trabajadoras de Vitoria-Gasteiz. Las asambleas de fábrica se vieron superadas por las asambleas del conjunto de fábricas, asambleas de mujeres de obreros en paro, asambleas de barrio, etc. Era un proceso acumulativo en el que la lucha se adueñaba de todos los aspectos de la vida, un puro ejercicio de contrapoder popular. Todo un movimiento que desbordaba a los partidos y sindicatos democráticos que luchaban en la clandestinidad.

A final del franquismo en Euskal Herria se vivía una eclosión de organizaciones políticas y sindicales con un grado muy grande de heterogeneidad y gran riqueza ideológica y organizativa que contribuyó, sin lugar a dudas, a que las diferentes vanguardias políticas delegasen el poder en las asambleas. Vitoria-Gasteiz no fue el único lugar donde se dieron experiencias similares. En el entorno de Donostia, Valle del Urola, Alto Deba, zona industrial de Pamplona, etc… hubo experiencias donde la lucha obrera, a través de las asambleas, tuvieron una importancia muy importante pues se erigieron en representantes de los trabajadores a la hora de negociar con la patronal y de globalizar las diferentes luchas (laborales, sociales, urbanas, ecologistas) con una finalidad: deslegitimar el Régimen político existente. En este periodo la incidencia de las organizaciones que posteriormente han sido legitimadoras del proceso de Reforma (UGT, CCOO, PSOE, PCE y PNV) era mínima.

Todo esto nos lleva a dar respuesta a la última pregunta que he realizado ¿La represión que ejerció el gobierno de Arias Navarro fue casual o, por el contrario, tenía una finalidad concreta?

Sin duda alguna el Régimen no actuó de forma casual. Sabía lo que se jugaba en el conflicto existente en Vitoria-Gasteiz. La lucha de la clase obrera superaba las meras reivindicaciones salariales producto de la pérdida de poder adquisitivo de las capas populares para realizar una serie de exigencias mucho más amplias (desde la reducción de la jornada laboral, días de vacaciones, edad de jubilación, etc…). Habían deslegitimado y negado la representatividad de los representantes sindicales del Régimen y el modelo organizativo (asambleario) era el embrión de algo que el Régimen no iba a tolerar: la creación de contrapoder popular.

Son diáfanas las palabras del que en ese momento era ministro de Gobernación, Manuel Fraga. Frases como “Fue el punto más alto de la presión intentada por la izquierda en la calle para formar un Gobierno provisional como en 1931” o “aquello de Vitoria había que aplastarlo porque estaba dirigido por dirigentes que manipulaban a la clase trabajadora y eran pequeños soviets que se estaban gestando y había que extinguirlos”. Tampoco debe de pasar desapercibido que el proceso de industrialización en Álava, entorno a la capital, era reciente si lo comparamos con el resto de Euskal Herria. Este proceso se inicia en la década de los 50 del siglo XX, lo que conllevó una llegada de mano de obra inmigrantes de otras zonas del Estado español que no tenían una experiencia en conflictos laborales ni en luchas de este tipo. Este dato tampoco pasa desapercibido al Régimen que quiere cortar de raíz cualquier conflicto de estas características para que no quedara lugar a dudas quien tenía el monopolio del poder coercitivo. Por tanto, es un intento de intimidar y domesticar a la incipiente lucha obrera que surge en esta ciudad, para que no se convierta en otro foco de resistencia al proceso de metamorfosis del Régimen franquista.

 Vitoria-Gasteiz fue símbolo de la victoria y derrota del movimiento asambleario. Victoria por todo el proceso histórico acumulativo que llevó a que las protestas asamblearias desbordaran la fábrica para adueñarse de todos los aspectos de la vida, realizando un ejercicio de contrapoder popular. Derrota porque esta experiencia naufragó en tanto en cuanto a corto-medio plazo se acabó imponiendo la política sindical de las organizaciones sindicales que un año después firmaron con el régimen los Pactos de la Moncloa.