Teletrabajo versus trabajo desde casa. La vuelta de tuerca del capitalismo del siglo XXI

El confinamiento al que ha estado sometida la población, producto del estado de alarma sanitaria ha servido para poner en marcha una modalidad de trabajo que, al menos, en el Estado español no estaba implantada: El trabajar desde casa.

Hasta la llegada de la pandemia la fórmula de trabajar desde casa a través de un ordenador era un fenómeno más bien aislado. Era una práctica que se utilizaba en algunas empresas y en caso de practicarse no era algo habitual.

Con la llegada del confinamiento muchas empresas han optado por esta forma de trabajo para poder seguir activas y con el final del desconfinamiento algunas grandes empresas están empezando a implantarlo entre sus empleados.

Al analizar esta cuestión el primer error que se da es de tipo conceptual, al confundir teletrabajo con trabajar desde casa. El teletrabajo no es sinónimo de trabajar desde casa. Hay empresas en las que sus empleados llevan mucho tiempo teletrabajando porque la labor que tienen que realizar en muchos momentos es fuera de sus centros de trabajo. Empleados que realizan auditorías externas a otras empresas, que su labor es el contacto directo con los clientes, trabajadores que tienen que desplazarse a los diferentes centros que la empresa tiene fuera de la población donde está ubicada la sede central de la empresa, no dejan de ser un botón de muestra. En estos casos es muy normal que el trabajador se desplace a otros lugares con los medios tecnológicos necesarios, que en muchos casos no superan un portátil y una conexión a Internet, para poder conectarse con su empresa. Estas personas recalan por sus centros de trabajo únicamente para cuestiones puntuales que hasta la fecha requería su presencia física.

Por el contrario, lo que en estos momentos se está denominando teletrabajo no es ni más ni menos que un trabajador desempeña su actividad laboral desde su domicilio a través de un ordenador con acceso a Internet. Ésta es la modalidad que se ha estado utilizando en muchas empresas durante el confinamiento y es lo que algunas empresas están empezando a implantar y que se está empezando a vender como una panacea para los trabajadores.

El trabajar desde casa tiene una atracción grande para muchas personas, pues, a simple vista, las ventajas existentes resaltan con mayor brillo que los inconvenientes que tiene y lo que esconde este método de trabajo. Las ventajas que se ven a simple vista se reducen a que los trabajadores, al no necesitar desplazarse a su centro de trabajo, ahorran una gran cantidad de tiempo y dinero en desplazamientos, lo cual no de deja de ser una ventaja ciertamente apetecible, porque a nadie le amarga un dulce. Pero a partir de aquí las hipotéticas ventajas quizás no lo sean tanto.

En los más de dos meses que ha durado el confinamiento he observado que detrás del trabajo desde casa, el trabajador no obtiene muchas más ventajas y tiene bastantes inconvenientes pero, por el contrario, las empresas obtienen mucha mayor rentabilidad a costa de esta nueva forma de trabajo.

Lo primero que he percibido en las personas que están trabajando desde casa es que la dinámica de trabajo que les han impuesto las empresas les requiere dedicarle más tiempo que el que dedicaban cuando se tenían que desplazar a sus centros de trabajo. Además, como el trabajador no tiene que desplazarse, de forma innata, empieza la jornada laboral mucho antes y termina más tarde que cuando se desplazaba a su centro de trabajo. Durante el confinamiento la realización de videoconferencias fuera del horario laboral ha sido una práctica que se ha convertido en algo habitual. Todo esto hay que contextualizarlo en la situación que han vivido muchas empresas. La aplicación de ERTES masivos ha reducido las plantillas de muchas empresas con lo que las personas que no se han visto afectadas por esas medidas han tenido una carga de trabajo muy superior que la han suplido dedicándole muchas más horas para sacar adelante su trabajo. Como desde casa podían trabajar, todo el tiempo que le han dedicado ha sido poco. A eso hay que añadirle que en el ambiente siempre flotaba esa espada de Damocles que era la posibilidad de sufrir algún ajuste laboral, que hasta el momento la persona que estaba trabajando desde su domicilio no lo había sufrido.

Hay una circunstancia, que tengo la sensación que no se le está dando importancia, y que, por el contrario, la tiene y mucho. El trabajador que desarrolla su actividad laboral desde su domicilio no tiene un contacto directo con el resto de compañeros. Está perdiendo esa relación personal directa en la que comparten cuestiones relativas al trabajo. Se empieza a romper la relación personal entre las personas que hasta hace poco tiempo compartían espacios de trabajo y ello acaba llevando a un proceso de mayor aislamiento entre las personas de una empresa. Esta situación se traduce en que los trabajadores, a la hora de tener que defender sus derechos ya no es lo mismo, porque la relación que se tiene en la actividad laboral presencial desaparece con la realización del trabajo desde casa.

Trabajar desde casa de forma continua no es bueno para la persona. Se encierra en una habitación durante más de cinco horas por la mañana, interrumpiéndolo únicamente para comer, para volver a encerrarse por la tarde durante el tiempo que sea necesario. Empieza a ser una constante que cuando se abre el correo de trabajo uno se encuentra mensajes que se los han enviado a horas intempestivas cosa que no sucedía antes del confinamiento. Horas en las que una persona debe de estar haciendo cualquier otra cosa menos trabajar.

Esta forma de trabajar lleva consigo el perder las relaciones sociales y humanas. Ese contacto con la calle, encontrarse en el andén del metro o en la parada del autobús con las mismas personas todos los días, algunas pueden ser conocidas porque son vecinos y en el trayecto uno va hablando con esa persona, el no tomar un café en el bar que hay al lado del lugar donde uno trabaja son algunos ejemplos. El no salir para nada del domicilio genera un proceso de aislamiento psicológico que acaba repercutiendo en las relaciones humanas. Es lo que le faltaba a esta sociedad.

Se mire como se mire, las empresas en esta modalidad del trabajo desde casa han encontrado una auténtica mina de oro. Como he comentado anteriormente, están obteniendo una mayor productividad como consecuencia del mayor número de horas que están dedicando al trabajo las personas que lo realizan desde su casa. Pero si esto es importante, lo es mucho más el ahorro de costes que conlleva el que sus empleados trabajen desde casa. Ese ahorro de costes es enorme. Lo primero que se nos puede venir a la mente es el ahorro en energía, sobre todo electricidad, que en los edificios inteligentes todo o casi todo funciona gracias al consumo de electricidad. Pero esto sólo es el principio. La siguiente fase en este proceso, sin duda alguna, será la nueva dimensión de los centros de trabajo. Las empresas no van a necesitar tanto espacio, lo que va a traducirse en una reducción de costes, vía alquiler de locales más pequeños o deshaciéndose de inmuebles innecesarios y/o obsoletos.

El ahorro de algunos costes por parte de la empresa se le están trasladando al trabajador. Éste, para tener el hipotético “privilegio” de trabajar desde casa está teniendo un coste que anteriormente no lo tenía. El coste energético por el uso de herramientas tecnológicas quizás sea el primero que tengamos en mente, pero, sobre todo, el más importante es el coste de calefacción y/o aire acondicionado que en una vivienda no suele estar funcionando cuando los componentes de la familia están fuera del domicilio. A esto hay que añadir que los empleados están poniendo a disposición de las empresas las redes de telecomunicaciones que tienen en sus hogares, siendo la más importante Internet.

Sin duda alguna, las empresas han encontrado una fórmula excelente para mejorar sus cuentas de resultados y no van a dejar escapar la ocasión. La excusa de la caída de sus negocios durante los últimos tres meses es el trampolín perfecto para dar esta nueva vuelta de tuerca a sus empleados. Al fin al cabo el factor humano, o dicho de otra forma, la mano de obra es la herramienta fundamental que tienen las empresas para obtener pingües beneficios.