Malvinas: La otra guerra

Malvinas: La otra guerra

Una de las características de las dictaduras fascistas, si quieren perdurar en el tiempo, es la necesidad de crear enemigos para intentar cohesionar a la masa, algo fundamental para generar un estado de opinión que logre desviar la atención de la situación real que se vive bajo un régimen dictatorial; tienen que gobernar contra alguien y para ello hay que cerrar filas. Esto ha sido algo recurrente a lo largo de la historia y en la actualidad se puede percibir de forma nítida en los países donde la ultraderecha ha gobernado o está gobernando.

En este contexto, la dictadura militar argentina no fue una excepción y cuando la presión de la calle, con protestas multitudinarias, puso en peligro la continuidad del régimen, qué mejor salida que la de envolverse en la bandera blanquiceleste, para embarcarse en una guerra contra el Reino Unido por la disputa del archipiélago de las Islas Malvinas, una estrategia suicida que sólo sirvió para incrementar el dolor de un pueblo, que si no había tenido suficiente con haber sufrido el asesinato y desaparición de alrededor de 30.000 ciudadanos, en el mes de abril de 1982 se iba a enfrentar a un conflicto bélico con una potencia militar muy superior al ejército argentino, que sólo le acarrearía una tragedia mayor, porque la inmensa mayoría de  los que pierden la vida en los campos de batalla suelen ser jóvenes de extracción humilde obligados a realizar el servicio militar y este conflicto no iba a ser una excepción. Esta breve guerra de setenta y cuatro días “quedó en la memoria como el intento agónico del régimen militar por unir al pueblo en torno a una causa épica”, pero fue el detonante de la caída de la Junta Militar.

Esta guerra dejó un reguero de cadáveres de soldados argentinos en las Islas Malvinas, que una vez que volvieron a estar bajo jurisdicción británica, las autoridades del Reino Unido iniciaron un proceso de identificación e inhumación de los cuerpos para lo que crearon un espacio en Darwin (Archipiélago de las Islas Malvinas). Por el contrario, la actitud de “las autoridades argentinas que, salvo excepciones, no notificó oficialmente la muerte de quienes no volvieron”, decidió guardar en un cajón el informe que recibió del Gobierno británico en el que se recogían todos los datos relativos a los soldados enterrados en Malvinas. Tuvieron que pasar veintiséis años para que el informe que elaboró el oficial británico Geoffrey Cardozo, cayese en manos de un excombatiente argentino, Julio Aro, que con diecinueve años fue enviado a la guerra. A partir de entonces empezó un arduo trabajo para poder lograr que las familias pudieran conocer el paradero de los familiares que murieron en esta guerra.

Malvinas: La otra guerra
Leila Guerriero

Esta compleja labor es el argumento de un pequeño libro en tamaño, pero grande en su contenido, que con el título “La otra guerra”, publicado por la Editorial Anagrama en 2021, la periodista Leila Guerriero nos narra pequeñas historias de personas que se dejaron la vida en esa guerra, y lo hace a través del testimonio de familiares y amigos.

Leila Guerriero nos ofrece un relato que se vertebra en todo el trabajo que realizaron Julio Aro, y la periodista Gabriela Cociffi, que cubrió la guerra a los veintitrés años, movidos por ese informe británico que la Junta Militar argentina ya se preocupó que durmiera el sueño de los justos, y que por azar llegó a las manos de Julio Aro. Todo ello fue una labor oscura y ardua para localizar a familiares, en la que se encontraron muchas dificultades y situaciones complicadas teniendo en cuenta que ese ejército que luchó en Malvinas había ejercido una de las represiones más sanguinarias del siglo XX. Porque si entre los muertos había soldados que estaban realizando el servicio militar obligatorio, también había militares de carrera, muchos de los cuales practicaron la represión al pueblo argentino y, en vez de hacer una división entre héroes forzados y militares represores de la dictadura, todos ellos se encontraban en el mismo saco, siendo considerados héroes de la misma patria.

El libro nos muestra el papel obstruccionista que jugaron algunos militares argentinos que estuvieron involucrados en la represión ante el deseo de querer buscar y poder ver donde se encontraban enterrados los soldados argentinos.

Una de las situaciones que se dio en todo ese proceso y que es recogido en este libro, es la semántica a la hora de utilizar algunos términos. El primero de ellos es si a los soldados caídos en Malvinas se les debía de aplicar el término “desaparecido”, algo de todo punto inapropiado, pues era equipararlos con los desaparecidos por la represión del régimen militar, y los soldados muertos tampoco estaban desaparecidos, se sabía dónde se podía encontrar la inmensa mayoría de los que fallecieron en Malvinas.

El otro término era el de “repatriación”, que fue uno de los motivos por el que la Junta Militar obvió el informe que las autoridades británicas les hicieron llegar. En dicho documento aludían a facilitar la repatriación de los cadáveres a Argentina, cuestión que tocaba la sensibilidad en la población argentina, pues eso hubiera sido reconocer la soberanía británica sobre las Islas Malvinas, por lo que no admitían dicho término.

La autora nos dará a conocer lo que supuso para el pueblo argentino la derrota y posterior actitud a la hora de afrontar la situación que suponía el hecho que algunos compatriotas suyos estuvieran enterrados en un territorio sobre el que pesa la reivindicación histórica para que forme parte del Estado argentino, pero eso se mezclaba con el deseo de algunos de conocer donde se encontraban enterrados sus seres queridos y la posibilidad, con las nuevas tecnologías, de poder identificar a todos aquellos cadáveres que se encontraban sin identificar. En todo ello el pensamiento nacionalista argentino siempre ha estado presente entre las familias de los que murieron en la guerra.

Este libro ayuda, sino a cerrar una herida si a remover conciencias, ante uno de los hechos más negros en la historia argentina: la vergüenza de una guerra organizada por la dictadura militar.

Malvinas: La otra guerra
La otra guerra

 

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?

Vivimos tiempos en los que el mundo se ha instalado en la inestabilidad total. Si a lo largo del planeta podíamos encontrar innumerables conflictos internos que han perdurado en el tiempo, últimamente hay que añadir una concatenación de guerras, que no dejan de ser producto de unos procesos de incubación de conflictos, hasta que han terminado por estallar. Estamos inmersos en lo que Slavoj Žižek denominó hace más de una década “tiempos interesantes”, expresión china que utiliza para definir “tiempos de inestabilidad, guerra y lucha por el poder que dejan millones de víctimas inocentes sufriendo las consecuencias”.

En esta espiral bélica en la que el mundo está sumido, se van enlazando guerras, de tal forma que el último conflicto sirve para relegar al anterior, hasta hacerlo caer en el pozo del olvido. Esto no deja de ser una táctica de las grandes potencias, un borrón y cuenta nueva, pero dejando en el camino miles de víctimas y, en la gran mayoría de los casos, una situación peor que la inicial.

Una de esas guerras es el conflicto de Afganistán, pues no hace más de tres años servía para abrir informativos y ser portada durante semanas de la prensa internacional, pero sólo fue necesario que EEUU tensionara otra región del planeta, en este caso Ucrania, para que surgiese un nuevo conflicto y Afganistán dejase de existir para EEUU y la OTAN. No sólo dejó de ser portada, sino que las potencias que han tenido una responsabilidad desde hace medio siglo, han decidido abandonar a la población afgana a su suerte y dejar otro conflicto empantanado y dedicarse a centrar sus fuerzas en el siguiente.

A día de hoy, en Afganistán sigue existiendo una guerra, con sus periodos intermitentes de mayor o menor virulencia, pero como lo que no sale en las noticias no existe para el común de los mortales, ha caído en el saco del olvido.

Mucha de la información que podemos encontrar acerca de este conflicto no deja de tener un componente importante de propaganda occidental, dirigida a crear opinión, como ocurrió durante la década de los 80 del siglo pasado, durante la guerra que mantuvieron el Gobierno de Kabul y la URSS contra los mudjahidin[1], y en otros muchos casos, esta adolece de rigor. En ese lodazal en el que es complicado bucear para poder encontrar información con cierta fiabilidad, me ha parecido interesante rescatar un libro que con el título “Afganistán. Auge, caída y resurgimiento del régimen talibán” el politólogo Pere Vilanova (Editorial Los libros de la Catarata) publicó en 2021, con la reciente vuelta de los talibán[2] al poder en Afganistán. Un libro de donde se pueden obtener algunos datos y claves para conocer, aunque sea mínimamente el conflicto afgano.

Este ensayo es un botón de muestra de lo complicado que resulta comprender el mundo actual, la dificultad, en muchos casos, de poder entender lo que ocurre en otras regiones del mundo, si nos empeñamos en verlas con gafas graduadas en los países occidentales. Y en palabras del autor de este ensayo, Afganistán “es un aviso para los que se creen (sobre todo muchos tertulianos y opinadores) dar un diagnóstico y claro y conciso sobre el asunto”.

El libro está dividido en tres bloques o capítulos que le servirán al autor para analizar el conflicto afgano a lo largo de la historia, ubicándolo en el contexto de Asía Central, y lo que ha supuesto en las políticas de las grandes potencias en esa región.

En el primero, denominado “A modo de introducción”, el autor realiza una serie de reflexiones que sirven para entender los errores en los que han caído los diferentes imperios y las potencias occidentales a lo largo de los siglos, llegando a la conclusión que en caso de Afganistán, una vez más se ha vuelto a repetir la historia. En palabras de Pere Vilanova, este manual es un “cursillo acelerado sobre guerras perdidas en las que se cometen los mismos errores a través de los siglos”.

Para entender un conflicto no hay nada mejor que haber pisado el terreno, lo que permite conocerlo de primera mano. Y en este caso, en este primer capítulo, Pere Vilanova relata la experiencia que vivió en 1984, cuando se trasladó a Pakistán y Afganistán para conocer in situ todo lo que se movía alrededor de los diferentes grupos mudjahidin que luchaban contra el gobierno afgano y las tropas soviéticas (posteriormente, entre 2007 y 2009 realizó varios viajes a Afganistán y Pakistán de los que da cuenta en el último capítulo de este ensayo). Los datos que aporta de aquellos viajes son muy enriquecedores porque ayudan a entender muchas de las cosas que han sucedido a lo largo de estos últimos 50 años.

Fruto de ese viaje el autor describe  a los diferentes grupos guerrilleros, sus orígenes, etnias que los formaban, las relaciones o, mejor dicho, la rivalidad entre ellos, que en muchos casos se dirimían a tiro limpio, el papel de EEUU, a través de la CIA, que regaba de armas y dólares a todos los grupos guerrilleros, a los que el entonces presidente Ronald Reagan los denominaba “luchadores por la libertad”, sin olvidar en ningún momento el papel que en la región siempre ha desempeñado Pakistán.

El autor, como si fuera un libro de viajes, nos irá relatando su llegada a la región con el objetivo contactar con alguno de los grupos mudjahidin, lo que le llevará a desplazarse a Peshawar (Pakistán), capital de la tierra de los pastunes, etnia que “vive a caballo de una frontera entre dos países (Pakistán y Afganistán) que nunca han entendido como tales y que se rigen socialmente por su propio código social: el Pashtunwali”. Serán claves, porque, con el tiempo, en su seno surgirán los talibán. Es un pueblo dividido en tribus y clanes que en su inmensa mayoría no tienen un sentimiento nacional, sino que les mueve el vivir siguiendo su forma tradicional. Para el pueblo pastún la frontera existente entre estos dos países no deja de ser artificial. No hay que olvidar que en Peshawar el ejército británico sufrió tres derrotas en su deseo de ensanchar el Imperio británico desde la India a Afganistán.

En el segundo bloque de este ensayo el autor profundiza en el origen del conflicto afgano, y a modo de introducción, da algunos datos que son necesarios si queremos entender todo lo sucedido en el último medio siglo y el título nos deja algunas pistas “Raíces históricas que siempre vuelven”.

La primera parte de este capítulo tiene como finalidad el poder conocer Afganistán y para ello aporta una serie de datos históricos, políticos y sociológicos imprescindibles para poder interpretar todo ello. Es uno de los poquísimos Estados del mundo que no tiene un pasado ni herencia colonial, pero si hay un dato de carácter histórico que es importante y nada casual, es que Afganistán fue el primer Estado con quien la URSS, en 1923, después de finalizar su guerra civil, estableció relaciones diplomáticas y un Tratado de Buena Vecindad que se mantuvo más de 50 años. No cabe duda que los revolucionarios bolcheviques eran conscientes de la importancia geoestratégica de Afganistán.

Es muy importante tener en cuenta que el concepto que sus habitantes tienen del Estado difiere totalmente respecto al que podemos tener en los países occidentales. Para ellos, no deja de ser un concepto un tanto abstracto. “Sus lealtades individuales pueden ser múltiples y estar ordenadas de modo volátil, o al menos difícilmente para nosotros: religión (islam), grupo étnico, grupo lingüístico y, dentro de ello, la lealtad tribal”. El “mi país” para estos pueblos se circunscribe a su valle o los más cercanos.

Otro dato que suele pasar desapercibido y que no pasa por alto este ensayo, es que Afganistán entró en guerra civil en 1973, es decir, seis años antes que entrasen las tropas soviéticas, cuando se produce un golpe de Estado de orientación comunista contra el rey Zahir Shah, por parte de un sobrino suyo, pues las élites militares y políticas afganas del momento estaban encuadradas en una de las dos facciones del PDD (Partido Popular Democrático), siglas del Partido Comunista de Afganistán, lo que no dejaba de ser un conflicto de carácter interno. A partir de ese momento se inicia una guerra que provocará la entrada del ejército soviético, hasta que en 1989 se produjese el repliegue a la URSS, porque como expone Pere Vilanova, Gorbachov hacía tiempo que había tomado la decisión de salir Afganistán, pero “no podía hacerlo de cualquier modo ni a cualquier precio”.

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?
Material de guerra soviético destruido en Afganistán (Wikimedia Commons)

De los muchos datos que Pere Vilanova aporta, me voy a centrar en algunos que es difícil encontrar en la prensa de estas latitudes.

Uno de ellos desarrolla los motivos por los que la URSS de Breznev decide entrar en Afganistán, contra el criterio de la cúpula militar soviética que entendía que “estaba abocada al desastre más absoluto”, como así sucedió. Y visto lo acontecido en el tiempo, sin perjuicio del mencionado fracaso, los dirigentes de la URSS realizaron un análisis bastante certero. Temían que un hipotético triunfo de las fuerzas que desde 1973 luchaban contra el Gobierno de Kabul, abandonarían “su tradición neutral y buenas relaciones con la URSS” para aliarse con Occidente (no dejaban de estar financiadas desde un primer momento por EEUU). En un escenario en el que en Irán acababa de triunfar la revolución islámica y teniendo presente que varias repúblicas soviéticas de Asia Central sociológicamente musulmanas eran frontera con Afganistán, los soviéticos temían que toda esa efervescencia islamista se les convirtiera en un problema dentro de esas republicas.

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?
Un muchacho en la ciudad afgana de Bamiyan (Wikimedia Commons)

El autor expone que el islam nunca ha servido para unificar a los grupos mudjahidin. Han pesado más sus diferencias culturales, lingüísticas, que existieron en todo momento; una sociedad compuesta por grupos tan variados como los pastunes, los baluches, los uzbekos, los tayikos, los turkmenos, los hazara, los kirguís y los muristaníes con el lazo de unión de la religión, siendo todos ellos, excepto los hazara, musulmanes sunitas, no sirvió para tener un proyecto común. De hecho, los EEUU nunca lograron una unidad de acción, pese a toda la financiación que recibían, pero se agudizaron de forma mucho más terrible, cuando en 1992, al caer el gobierno comunista afgano, se enredaron en una guerra civil de cuatro años, que supuso un desastre, lo que desembocó en la llegada de los talibán.

Este ensayo analiza cuales fueron los motivos que llevaron a los talibán al poder, el origen pastún, una etnia que como se ha dicho anteriormente, se encuentra situada en el sureste de Afganistán y en el oeste de Pakistán. Los talibán lograron “unificar este grupo étnico, excesivamente fragmentado por enfrentamientos tribales y familiares”, lo que les dio la fortaleza suficiente para dominar el este y sureste de Afganistán y posteriormente tomar Kabul. A todo ello ayudó la actitud de una de las guerrillas más importantes, la liderada por Ahmad Sahd Masud (asesinado por colaboradores de Bin Laden dos días antes del 11 de septiembre de 2001), de retirarse a sus valles y las montañas del norte de Afganistán. Este grupo estaba compuesto por tayikos y uzbekos que fueron los que llevaron el peso de la lucha contra los soviéticos en el periodo 1979-1989.

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?
Talibán a su llegada a Kabul en agosto de 2021 (Wikimedia Commons)

Los grupos mudjahidin que lucharon desde 1973 hasta 1989, año el que se produce la retira de las tropas soviéticas, eran tan fundamentalistas en materia religiosa como los talibán. Aspiraban a “la instauración de una república islámica, en una versión que en su momento  (1980) parecía ya muy radical”, pero que la posterior llegada al poder de los talibán los han superado, porque estos últimos han metido en una coctelera “el rigorismo absurdo” de la interpretación que realizan del islam con “una tradición social estructurada en  clanes y tribus en la que la mujer ha estado siempre particularmente oprimida”, haciendo una interpretación del islam proveniente de las madrassas pakistaníes.

Dentro de este segundo capítulo analiza la dimensión regional del conflicto afgano teniendo como eje a dos de los Estados vecinos, Irán y Pakistán, y el papel que juegan, pero profundizando más en Pakistán, puesto que la cuestión afgana afecta de forma directa a la política interna pakistaní, pues como antes se ha dicho el territorio pastún se encuentra a ambos lados de la frontera y durante los años en el que los señores de la guerra tenían sumido Afganistán en el mayor de los desastres, Pakistán apostó por los talibán como elemento estabilizador de la situación.

El autor circunscribe el conflicto afgano a la región de Asia Central, diferenciándolo del existente en Oriente Próximo, encontrándose ubicado en una zona geográfica donde muchas potencias de la zona tienen grandes intereses y la estabilidad de la zona es un tanto irregular.

Realiza un análisis sobre el papel de las fuerzas militares de EEUU y los países de la OTAN en sus operaciones y los criterios que deberían seguir en este tipo de misiones, donde una vez más, vuelven a cometer los mismos errores que tuvieron en otros lugares del mundo (Indochina, Vietnam, Argelia), no consiguiendo conectar con la población, pues no dejaban de ser fuerzas extranjeras de ocupación, lo que le lleva a enlazar con un problema que tenían sobre la mesa los países que lideraron la intervención, que no era otro que cuándo abandonar el país, pero sobre todo, cómo irse y el escenario posterior a su marcha, que no fue otro que una desbandada, un salir corriendo, dejar a la población civil a su suerte. EEUU y algunos de sus aliados lo enfocaron como “una operación más de contrainsurgencia”, craso error del que luego se han visto las consecuencias.

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?
Evacuación de marines en Afganistán (Wikimedia Commons)

El tercer bloque recoge las experiencias vividas por el autor en una serie de viajes que realizó por Pakistán y Afganistán entre los años 2007 y 2009, en los que tuvo la oportunidad de visitar la mitad norte de Afganistán, teniendo una relación directa con la población. Ese trato con sus gentes, le sirve a Pere Vilanova para dar a conocer mejor la realidad afgana, que no es otra cosa que “un gran desastre humanitario desde hace cuatro décadas”, del que sólo en los años ochenta había algo más de dos millones de refugiados en Pakistán y un millón en Irán. Una de las dudas que le surgen al autor es cuál será la relación entre las diferentes etnias que forman Afganistán, a partir de la vuelta de los talibán.

El relato que en algunos momentos se asemeja más a un libro de viajes, sirve para adentrarse en analizar la situación de Asia Central. Una región donde los intereses geoestratégicos enfrentan a las diferentes potencias del continente asiático. Si Rusia, China y las repúblicas exsoviéticas son actores principales, este ensayo nos recuerda “la competición entre la influencia persa/iraní frente a la influencia turca es, en esta zona de Asia, una tradición de siglos”, pues estos últimos tienen su origen en los turcomanos de Asia Central.

Es interesante la descripción que encontramos en este ensayo de las cinco exrepúblicas soviéticas de Asia Central, no sólo desde el punto de vista de las reservas que tienen y su posición geográfica, sino de sus estructuras sociales y su gestión de la cuestión religiosa.

Pere Vilanova acaba definiendo Asia Central, y en especial Afganistán, como “un cubo de Rubik con demasiados lados y líneas que cuadrar, y donde el futuro viene cargado de pasado”.

Corren tiempos de inestabilidad, guerra y lucha en este mundo global y Asia Central probablemente sea uno de los puntos del planeta donde se están acumulando más tensiones e intereses enfrentados, donde el pasado pesa mucho y Afganistán es uno de ellos. Una región  donde las superpotencias tienen tantos intereses en juego, pero donde sus diferentes pueblos y etnias sufren las consecuencias.

[1] Mudjahidin: Es el plural del término mudjahid, el que lucha en la yihad (o guerra santa) y está dispuesto al martirio.

[2] “Talib” en singular, “talibán” en plural, se refiere a los “estudiantes religioso” de las madrassas (escuelas teológicas).

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?
Afganistán. Auge, caída y resurgimiento del régimen talibán. Pere Vilanova

Carrero Blanco. El guardián del régimen franquista

Carrero Blanco. El guardián del régimen franquista

Este año se cumple medio siglo del atentado en el que perdió la vida el almirante Carrero Blanco, presidente del Gobierno de Franco, a la sazón la persona más importante del régimen, después del dictador.

El hecho que sea el cincuentenario de su muerte está siendo una buena ocasión para que aparezcan diferentes publicaciones en las que profundizan sobre los hechos acaecidos y/o las personas que lo protagonizaron. En este caso, he querido adentrarme en la persona que fue objeto del atentado más importante en la historia de ETA. Quien fuera mano derecha de Franco a lo largo de más de treinta años, merece la pena analizarlo con cierta profundidad y para ello, he recurrido a un ensayo de reciente publicación, que con el título “Carrero Blanco. Historia y memoria” (Editorial Los libros de la Catarata), Juan Antonio Castellanos López realiza un estudio pormenorizado de “la trayectoria del hombre público que fue Luis Carrero Blanco”.

Analizar a Carrero Blanco y su paso por la política es traer a colación una de las etapas más tenebrosa de la historia de España, pues es poner sobre el tapete el golde de Estado fallido de julio de 1936, la Guerra Civil y la instauración de un régimen totalitario durante 40 años, porque Carrero Blanco estuvo en el puente de mando del régimen desde casi sus comienzos hasta poco antes del fallecimiento de Franco. Pero dicho esto, que no deja de ser algo de sobra conocido, es interesante ahondar en la labor oscura y discreta que realizó durante el franquismo, una labor fundamental para que el régimen perdurase tanto tiempo.

El autor, no se limita a realizar un trabajo biográfico de Carrero y lo que fue su periplo político, se adentra en el régimen franquista, las tensiones internas entre las diferentes familias que lo componían y el papel que este jugó desde los puestos que ostentó, pues sobre su persona giraron todas las grandes decisiones políticas de la época, por ello, es imposible entender la dictadura franquista sin tener presente la figura de Carrero Blanco.

Nos encontramos ante un ensayo histórico, en el que el lector va a encontrar un gran número de hechos y decisiones tomadas en la cúpula del régimen franquista donde la sombra de Carrero estuvo siempre presente, muchas de ellas fueron actuaciones públicas, de las que hay crónicas en la prensa de la época, pero sobre las que el autor aporta algunos datos menos conocidos que ayudan al lector a entender las interioridades del régimen franquista.

Al leer el libro, una de las cosas que puede llamar la atención es que durante una primera etapa de su trayectoria política, siendo subsecretario de la Presidencia, llegase a tener una influencia tan grande sobre Franco. La conclusión que el lector puede extraer es que su poder en la sombra era superior al de los miembros del Consejo de Ministros. Esto nos da una idea de lo que representaba Carrero Blanco dentro del organigrama del régimen. Y para ello, en este ensayo se recogen algunos hechos que constatan lo que acabo de mencionar, sobre todo a la hora de ceses y nombramientos de miembros del Gobierno de Franco. Hay que tener presente que Carrero no ocupó asiento en el Consejo de Ministros hasta la crisis ministerial de julio de 1951, en la que fue nombrado ministro subsecretario de la Presidencia, pero como bien señala José Antonio Castellanos, fue más bien una cuestión “meramente nominal”, que le permitía sentarse junto al resto de ministros, porque seguiría desempeñando las mismas funciones.

El ensayo está dividido en dos bloques. El primero es un estudio de la trayectoria política de Carrero Blanco hasta su muerte y el segundo gira en torno al tratamiento colectivo que recibió su figura después de su muerte.

El primer bloque del ensayo, que está dividido en cinco capítulos, nos irá descubriendo la importancia del personaje en lo que fue el devenir del régimen franquista. Y para ello, nos describe de forma somera cuál fue su entorno familiar, su ingreso precoz en la carrera militar, su periplo en la Armada, y alguno de sus avatares cuando se produce el golpe de Estado de 1936 y la Guerra Civil. En estos inicios del ensayo el autor aporta algunos apuntes que serán relevantes en la futura carrera política del personaje. Su incorporación al Consejo Nacional de FET y de las JONS gracias a las relaciones que mantuvo durante la guerra con figuras influyentes, no deja de ser un primer paso, nada despreciable, que será la antesala para entrar a formar parte del entorno gubernamental gracias a su nombramiento como subsecretario de la Presidencia.

Carrero Blanco. Historia y memoria
Carrero Blanco pasando revista a las tropas. 1947 (Wikimedia Commons)

Si bien el autor recalca que su entrada en política no fue buscada, más bien fue producto del devenir de los acontecimientos y su personalidad, es necesario subrayar que “fueron algunos pasos de su trayectoria militar los que sentaron las bases del ingreso en política de Carrero y llegada a puestos de máxima responsabilidad”.

José Antonio Castellanos lo define como “ese estratega que anticipaba con mucho tiempo sus importantes decisiones, el que las pensaba”, y recuerda en este libro que Javier Tusell lo definió “como la eminencia gris del régimen de Franco”. Desde un punto de vista ideológico este ensayo coloca a Carrero dentro de los siguientes parámetros: “catolicismo, conservadurismo, anticomunismo, fidelidad al sistema monárquico, exaltación del valor de autoridad y catalogación del judaísmo y masonería como dos de los grandes enemigos de España”, pudiendo encontrar recogida su ideología en los escritos y documentos que redacto a lo largo de su vida.

A la hora de ubicarlo dentro de las diferentes familias del régimen, el autor no duda en definirlo como “un franquista puro, en el sentido de que su adhesión fundamental lo fue hacia la persona que ocupó la cúspide del sistema implantado en 1939, más incluso que hacia un conglomerado de fuerzas y clanes ideológicos”, alejado de todas las familias que componían el régimen, a las que en ocasiones las veía “como desalineadas y desatentas a la hora de trabajar en la exacta dirección deseada” por Franco. Y para ello, en este ensayo podemos encontrar algunos pasajes del primer discurso que realizó ante las Cortes franquistas nada más ser nombrado presidente del Gobierno (julio 1973), donde se autodefinió en los siguientes términos: “Soy un hombre totalmente identificado con la obra política del Caudillo, plasmada doctrinalmente en los Principios del Movimiento Nacional y en las Leyes Fundamentales del Reino; mi lealtad a su persona y a su obra es total, clara y limpia, sin sombra de ningún íntimo condicionamiento ni mácula de reserva mental alguna”.

Una de las conclusiones que el lector puede extraer de este ensayo es que Carrero fue de los pocos dirigentes políticos del régimen que compartía en su totalidad las esencias ideológicas de Franco. La ideología del dictador no bebía de la misma fuente del falangismo, sin perjuicio que fueran innumerables las cosas que les unían. El hecho que se inclinase por la instauración en el futuro de una monarquía, era motivo de fricción con el deseo falangista de una república nacional-sindicalista, y en todo ese proceder Carrero siempre fue la persona más influyente del entorno del dictador. Si bien Carrero profesaba una fidelidad absoluta a los Principios del Movimiento Nacional, su actuación política se caracterizó por intentar reducir la importancia que tenía el falangismo dentro de las instituciones franquistas y evitar la concentración de poder en el partido único.

En este primer bloque del libro, el autor relata una serie de acciones claves que desplego Carrero para que la dictadura franquista tuviera una vida tan prolongada. La más urgente tenía como objetivo acabar con el aislamiento internacional en la que se encontraba el régimen, y no era otra que su empeño en iniciar los contactos con EEUU, que culminaron en los años cincuenta con la firma de un tratado entre ambos países y la entrada del Estado español en diversos organismos internacionales y, por otro lado, los contactos con el Vaticano que culminarían con la firma del Concordato.

La segunda estaba dirigida a “recuperar un diseño institucional que Carrero imaginaba como ideal para España: la monarquía” y para ello trabajó para que saliese adelante la Ley de Sucesión, que perpetuaba a Franco en el poder, un caudillo con carácter vitalicio, y rompía con el concepto de monarquía hereditaria, porque no era una restauración, sino una instauración monárquica “absolutamente identificada con la España del 18 de julio”. Para el autor “las intensas convicciones monárquicas de carrero harán que encare la cuestión sucesoria como un asunto político de carácter existencial”, y relatará la labor que llevó a cabo para que fuese elegido Juan Carlos de Borbón, descartando otras opciones que se pudieron barajar. Es en ese contexto, cuando en 1969 fue nombrado el futuro sucesor, como príncipe, y procedió a jurar lealtad a los Principios del Movimiento Nacional y a las Leyes Fundamentales del Reino.

Si en la cuestión sucesoria el peso de Carrero fue decisivo, otro tanto ocurrió con el deseo de culminar con la arquitectura institucional del régimen franquista. El ensayo incide en la preocupación del almirante para perpetuar el franquismo en ausencia del dictador, el denominado franquismo sin Franco. Para ello puso todo su empeño en aprobar la Ley Orgánica del Estado (LOE). Y en este ensayo se hace hincapié en la importancia que tenía esta norma para el almirante con la finalidad de acotar el poder de Falange dentro de las instituciones del régimen. Batalla que dio dentro del Consejo de Ministros contra los intentos de algunos miembros por reforzar el papel del partido único. Carrero Blanco, en todo momento actuó como el verdadero guardián del régimen franquista.

En el contexto de desastre en el que estaba sumida la economía española, gracias a las políticas autárquicas, el autor expondrá como Carrero apostó por su final y para ello, se produjo la entrada de los conocidos como tecnócratas que pertenecían al Opus Dei.

El autor incide en definir al personaje como un reaccionario inmovilista que se solía poner de manifiesto, entre otras ocasiones, siempre que algún miembro del gabinete intentaba tramitar la ley de asociaciones políticas, donde siempre encontraba a un reacio Carrero, en total sintonía con Franco, pues no querían ni oír hablar de esa posibilidad.

Con su muerte, desaparecía la persona elegida para garantizar un franquismo sin Franco. A partir de este momento, todas las tensiones que ya se vivían en las instituciones de la dictadura se agudizarán, pues nada sería lo mismo.

El segundo bloque del libro de José Antonio Castellanos, que consta de dos capítulos, estudia “el tratamiento que la memoria colectiva ha dispensado” a Carrero Blanco, y para ello hará un repaso desde que se produjo el atentado hasta nuestros días.

Carrero Blanco. Historia y memoria
Lugar al que cayó el coche donde iba Carrero Blanco (Wikimedia Commons)

El ensayo recoge las primeras reacciones que se dieron al atentado, “el impacto que tuvo en un régimen que había hecho del orden y de la quietud social dos de sus pilares fundamentales” y qué movimientos hubo entre las diferentes familias que lo conformaban, una vez que había desaparecido la persona que estaba destinada a ser el “albacea de Franco”. El atentado de ETA fue un factor decisivo para acrecentar las contradicciones de un régimen que ya estaba en crisis. Analiza los pasos que se dieron para la elección del sustituto, Arias Navarro, que es calificado por el autor como un hombre de “impolutas credenciales franquistas”, y al igual que su antecesor, no adscrito a ninguna de las familias que componían el régimen, por lo que se le consideraba fiel al dictador.

Este trabajo expone brevemente las consecuencias del atentado en algunos aspectos, como el protagonismo que adquirió ETA como autora de un atentado de estas características, lo que le convirtió en una cuestión de Estado y las nuevas fórmulas que adoptaron los aparatos del Estado para combatirla, en concreto, con el inicio de operaciones parapoliciales. También dedica un apartado para tratar las consecuencias que el atentado generó dentro de ETA y su evolución posterior, así como el miedo que generó en la oposición antifranquista a la reacción represiva por parte del régimen, pues no hay que olvidar que el día del atentado se iniciaba el juicio a los sindicalistas de CCOO en el conocido como Proceso 1001.

Carrero Blanco. Historia y memoria
Monumento a Luis Carrero Blanco en la localidad de Santoña (Wikimedia Commons)

Por lo que respecta a la actitud del régimen para con Carrero, el autor relata como el régimen lo convirtió en un mártir del franquismo, dando cuenta de una profusión de homenajes que recibió hasta la muerte del dictador.

Este libro recoge algunas de las diversas teorías conspirativas que siempre han circulado sobre los autores del atentado, en los que se pueden encontrar hipótesis de lo más variopintas, que son desterradas por el autor, porque hasta la fecha ninguna tiene un sostén que pueda desvirtuar la autoría de ETA.

El autor expone como el atentado ha servido para que hayan aparecido diferentes obras en las que se habla de Carrero y del atentado del que fue objeto. De los diferentes libros que han aparecido le dedica un espacio al que escribió Eva Forest en 1974, que con el título “Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero”, los autores del atentado relatan no sólo lo que fue la preparación del atentado, sino también el análisis político que les llevó a realizar el atentado.

Carrero Blanco. Historia y memoria
Calle Almirante Carrero Blanco en San Pedro del Pinatar (Murcia). (Wikimedia Commons)

Esta obra estudia cuál ha sido la valoración de la figura de Carrero Blanco una vez que el dictador desaparece, dando paso a la etapa actual. Es en esta parte del ensayo donde proporciona una panorámica del trato que recibió en diferentes espacios, como puede ser el televisivo, audiovisual y en el espacio público (monumentos, calles en su memoria, etc…). Este pasaje del libro es interesante porque sirve para ver la diferente actitud que ha habido en los medios de comunicación públicos, en función de quién gobernase y las disputas políticas que ha generado, similares a las que han surgido con la aprobación de leyes como de la de Memoria Histórica o Memoria Democrática. De hecho homenajearlo como “víctima” perfectamente se puede interpretar como un enaltecimiento de la dictadura.

Es interesante cuando el autor entra a exponer diferentes teorías donde ubicar la figura Carrero, al igual que Melitón Manzanas, dentro de la dicotomía victima-victimario, cuestión que “sigue siendo un asunto objeto de discusión en España”. Si no hay duda que es considerado victimario, en su calidad de autor intelectual de violencia política practicada por el régimen franquista, a la hora de considerarle víctima, el ensayo recoge diversas opiniones al respecto, para que el lector tenga una visión amplia de este debate.

Quiero mencionar la argumentación del profesor de derecho penal José León Alapont, que se encuentra recogida en este libro, que plantea que conforme a la legislación penal, a Carrero no se le puede considerar una víctima del terrorismo, puesto que “ni habría supuesto un ataque a nuestro Estado democrático y social de derecho, ni habría alterado la paz pública, ni tampoco originó ningún estado de miedo en nuestra sociedad. Y, por tanto, quienes asesinaron a Carrero Blanco no podrían ser definidos como terroristas ni el almirante asesinado una víctima del terrorismo”, pues es la que, a mi modo de ver, mejor contextualiza los hechos que se vivieron ese 20 de diciembre de 1973, en plena dictadura franquista.

Para concluir, decir que la lectura de este ensayo sirve para que las generaciones que no han conocido la dictadura y al personaje más importante de ella, después del dictador, puedan obtener los datos necesarios para entender lo que fue el régimen franquista por dentro y el papel que desempeñó Carrero Blanco en todo ese tiempo.

Carrero Blanco. Historia y memoria
Carrero Blanco. Historia y memoria

Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron

Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron

Cuando en diciembre de 2018 Vox irrumpió por primera vez en las instituciones, entrando en el Parlamento andaluz, el Estado español dejaba de ser la excepción en la Unión Europea, pues hasta la fecha ningún partido con un perfil ultraderechista había logrado representación parlamentaria en el Estado español. A partir de esa fecha cada convocatoria electoral era un paso para que entrasen en el Congreso, Senado, parlamentos autonómicos y ayuntamientos. Se empezó a normalizar la presencia de la ultraderecha de tal forma que el entrar en algún gobierno autonómico o ayuntamiento de capital de provincia sólo era cuestión de tiempo, puesto que sus votos eran imprescindibles en la ecuación para que hubiera gobiernos de derecha extrema. Al fin y al cabo, muchos de sus lideres se habían forjado  en el partido que representaba las esencias del posfranquismo, que no es otro que el Partido Popular, pues primero Alianza Popular y luego el PP sirvieron de “paraguas a muchos franquistas que no renunciaban a su pasado”.

La trayectoria de Vox de los últimos cinco años ha sido ascendente hasta que se han topado con el primer gran retroceso electoral; pero hasta llegar a la situación actual, en la que son la tercera fuerza política en el Congreso, la ultraderecha ha tenido que realizar una larga travesía del desierto en la que en ciertos momentos estaba sumida en la irrelevancia política. Este batacazo electoral  ha servido para que las diferencias y tensiones internas hayan salido a relucir con más profusión que en otras ocasiones, aunque el oscurantismo que reina en la dirección de Vox en muchos momentos dificulta conocer más en profundidad los entresijos de esta formación política. Lo que no cabe duda es que las aguas ultras bajan algo revueltas. Por ello, para conocer lo que es Vox, sus orígenes y quienes dirigen el partido exige sumergirse en el túnel del tiempo para echar la mirada a varias décadas atrás, porque es imprescindible conocer el pasado para entender el presente. Eso es lo que hace el periodista Xavier Rius Sant en el libro “Vox, los ultras que nunca se fueron” (Editorial Akal 2023).

Si de alguna forma tendría que definir el libro de Xavier Rius Sant, no dudaría en decir que es un compendio de la historia de la ultraderecha española de los últimos 50 años. Gracias al trabajo de campo que ha realizado a lo largo de los años, el autor realiza un análisis pormenorizado de las organizaciones del espectro de la ultraderecha y un seguimiento de los líderes que estaban detrás de cada una de ellas; va desgranando todos los intentos que han realizado para sacar la cabeza del pozo donde han estado desde la muerte del dictador, y en todo momento teniendo presente que un sector importante de la ultraderecha ha invernado dentro del PP, porque fuera hacía mucho frio, sobre todo, para aquellos que querían tener algún cargo de relevancia o, simplemente vivir de alguna prebenda que les pudiera caer del partido, y sin olvidar que siempre eran bienvenidos en el PP, organización que tenía como objetivo unir a toda la derecha, incluido al sector más ultra y cuyo fundador fue un ministro de Franco, con un currículum que para ellos quisieran muchos de los líderes de la ultraderecha española.

Ese relato exhaustivo de la trayectoria del conjunto de la ultraderecha española, es fundamental para adentrarse en el nacimiento de Vox a finales de 2013 y conocer sus orígenes. El ensayo de Xavier Rius Sant es premonitorio de muchos de los movimientos y de las tensiones internas que está viviendo Vox desde las elecciones de julio.

Los fundadores de Vox

Xavier Rius arranca el libro haciendo un repaso biográfico de los que, en su opinión, fueron los padres de Vox, y no es casualidad que arranque con Ortega Smith, pues reúne una serie de requisitos que para el autor le hace valedor de lo que hoy en día representa Vox. Desde sus años jóvenes y su militancia activa en Falange y de las JONS, donde fue un autor prolijo de artículos en diversas publicaciones falangistas, muy proactivo en su labor militante y guardián de los principios del nacionalsindicalismo, para después de dar algún que otro tumbo político, se cruzase en su camino Santiago Abascal, al que unirá su futuro político hasta el día de hoy. Es la persona que rentabilizará ante el electorado de derechas las horas de televisión en su faceta de acusación popular de  Vox contra los líderes del Procés y la labor oscura de los fines de semana de recorrer todos los rincones del Estado para visitar a los afiliados que Vox tenía y animarlos a que lo dieran todo por la causa, y con la premisa de que “un ideal superior estará por encima de todo” y dirigiendo siempre el partido con manu militari.

Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron
Santiago Abascal y Ortega Smith en Vistalegre

Al hablar del que es el actual líder y caudillo de Vox, Santiago Abascal, Xavier Rius nos acerca a sus orígenes, nieto del alcalde franquista de Amurrio e hijo de político primero de Alianza Popular y posteriormente del PP, que tuvo diferentes cargos públicos. Repasa las dificultades de carácter económico en las que estuvo sumido Abascal en 2009, llegando a ser embargada su vivienda, y  su conjura “para nunca volver a pasar hambre ni tener un sueldo inferior a 5.000 euros”. De chiringuito en chiringuito, gracias a su protectora, Esperanza Aguirre, y luego entrando en Vox, cuando tuvo constancia que había dinero fresco para poder garantizarse un suculento sueldo a cargo del partido. Este ensayo no deja lugar a dudas, es un arribista en toda regla, corroborado con las informaciones que se están publicando estos días sobre la financiación, a través de Vox, de la fundación Disenso de la que Abascal es presidente, la cual se beneficia de los beneficios fiscales que disfrutan las fundaciones.

El autor nos desvelará que si bien Vox propone la supresión de ayudas públicas a la financiación de partidos y sindicatos, no lo hace con las fundaciones, porque estas últimas son la herramienta que han utilizado estas gentes para medrar hasta que han entrado en las instituciones, como la fundación DENAES, fundación que Abascal fundó en 2006, siendo militante del PP o Concordia de Vidal-Quadras, que han recibido importantes subvenciones de las administraciones, sobre todo, de las que estaban a frente personas cercanas a ellos, como es el caso de Esperanza Aguirre, en su etapa de presidenta de la Comunidad de Madrid. Reniegan de lo público pero no pueden pasar sin vivir a costa de lo público.

En este ensayo el lector puede constatar cómo Abascal da un golpe de mano para hacerse con el control de Vox y ser nombrado presidente en cuanto tiene constancia que hay dinero suficiente como para poder asignarse un sueldo acorde a sus necesidades.

Si bien dedica unas páginas al matrimonio Espinosa de los Montero-Rocío Monasterio y a Vidal-Quadras, al ser de las personas que estuvieron en Vox desde el primer momento y del papel que cada uno representaba en el nuevo partido, Xavier Rius, a lo largo de este ensayo, se detendrá en otras, que no habiendo sido fundadores de Vox, acabarán desempeñando un papel protagonista en Vox, como es el caso de Jorge Buxadé e Ignacio Garriga. En este libro se hace un análisis de sus trayectorias políticas, pues ambos serán muy influyentes en la línea ideológica de Vox.

La ultraderecha española

No cabe duda que para entender lo que es Vox, es necesario tener una visión global de lo que ha sido la ultraderecha española en los últimos 50 años, pues como en el libro de Xavier Rius se recalcará con asiduidad, muchos de los líderes de Vox proceden de ese puzle de organizaciones. Por ello, hay un capítulo en este libro que viene a ser un resumen de la historia de las organizaciones políticas de ultraderecha más importantes que ha habido en los últimos cincuenta años. En este repaso encontraremos a los nacional-socialistas de CEDADE, las diferentes siglas en el ámbito del falangismo, la Fuerza Nueva de Blas Piñar, organizaciones que practicaban el terrorismo como el Frente de la Juventud, que fue una escisión de Fuerza Nueva, y un sinfín de siglas que surgirán en los años noventa y primeros de este siglo, donde todos se conocen, pero su cainismo es lo suficientemente importante, como para que entre ellos estén la mayor parte del tiempo a la greña. Procedentes de todas esas organizaciones hoy en día hay destacados diputados de Vox en el Congreso, parlamentos autonómicos y ayuntamientos.

El autor hará un repaso con datos de cada una de las personas que han liderado diferentes proyectos políticos fallidos de la ultraderecha y que han acabado recalando en Vox, algunos de los cuales han tenido condenas por actos violentos con motivo de su actividad política. Es curioso que nadie haya cuestionado la idoneidad moral de estas personas para que puedan ejercer la política, ni les han pedido ningún tipo de arrepentimiento y no han sido portada en ningún medio de comunicación.

Algunos de esos grupos de ultraderecha tenían su ámbito de actuación en Catalunya, organizaciones de carácter xenófobo, que intentarán exportar su proyecto a otros lugares del Estado español; en este ensayo hay un análisis pormenorizado de su actividad política que desarrollaron en la primera década de este siglo, centrando su línea de actuación en que la inmigración recibía todas las ayudas de la administración en detrimento de los de casa, y su estrategia se basaba en el todo vale, trufada de todo tipo de bulos y manipulación de datos. Todo un preludio de lo que será la forma de hacer política de Vox.

En todo ese popurrí de organizaciones ultraderechistas, Xavier Rius hace una mención a una organización que se hizo famosa en su posición contra el Procés y que ha sido ensalzada por gran parte de la prensa española, es Sociedad Civil Catalana, puesto que sus principales dirigentes son de ideología ultraderechista.

La ideología de Vox

La irrupción de Vox generó un debate acerca de donde se enclavaba su ideología, si era un partido fascista, del entorno de la ultraderecha o simplemente era un PP pero más duro, dudas que quedan despejadas en este ensayo, gracias a que el autor muestra la evolución de Vox desde su fundación hasta la actualidad.

Xavier Rius nos develará que en sus inicios Vox “no se presentaba como un partido ultra, sino como un partido liberal conservador, contrario al Estado autonómico, y defensor del nacionalismo español y del derecho a la vida y a la familia tradicional”. El programa con el que se presentó a las elecciones europeas “era más propio de una escisión del PP partidaria de un Estado centralista que de la ultraderecha xenófoba o eurófoba”, muy lejos de las propuestas de los partidos ultras europeos, y más cercano a un partido ultraliberal en posiciones económicas y conservador en lo moral y religioso, “totalmente opuestas al proteccionismo social del falangismo”, era una línea ideológica donde el matrimonio Espinosa de los Monteros-Monasterio se sentían como pez en el agua.

Esta posición inicial será arrinconada para ir ocupando una posición ideológica propia del sector más duro de la ultraderecha europea, y para ello es fundamental la influencia de algunas de las personas que sin haber estado en la fundación de Vox, llegarán a liderar Vox, como es el caso del anteriormente mencionado, Jorge Buxadé, exfalangista, ex militante del PP y miembro del Opus Dei, que se convertirá en uno de los ideólogos de cabecera del partido ultra, siendo elegido en marzo de 2020 vicepresidente primero y responsable de acción política; convirtiéndose en el número 2 de Vox. Dentro de ese selecto grupo que recalan en Vox llegando a tener puestos de gran relevancia, además de Buxadé, está el anteriormente mencionado Ignacio Garriga, Rafael Bardají, que fue director de política internacional de FAES y fervoroso prosionista y Kiko Méndez Monasterio.

El autor se detendrá en analizar la ideología de Buxadé, a través de los discursos que realizará en actos públicos de Vox, pero, sobre todo, gracias al libro que publicó con el título “Soberanía: por qué la nación es valiosa y merece la pena defenderla”, en el que detalla cuál es su ideología, que se fundamenta en una nación indisoluble, una familia tradicional basada en una ley natural y la religión. Está en contra del sistema de partidos, y en algunos actos de Vox llega a manifestar que las instituciones propias del pueblo español son “familia, sindicato, municipio y corporación profesional”, que no es otra cosa que lo recogido en el apartado 6 de la Ley de Principios del Movimiento Nacional de 1958, redacción tomada del punto sexto del programa de Falange de 1934.

Para Xavier Rius, hay cuatro elementos que definen a Vox: el primero es que “no niegan la legitimidad del Alzamiento Nacional del 18 de julio, que provocó la Guerra Civil, ni la gran dictadura que vino después”. Llegan a manifestar, en palabras de Ignacio Garriga, que “el régimen vigente ha arrebatado libertad a los españoles”. El segundo es que rechazan el sistema de partidos políticos, que “ha asestado un golpe letal al sistema democrático”. Son más de democracia orgánica, donde no haya partidos políticos, todo ello inspirado en la ideología falangista. El tercero es la negación de la legitimidad de las comunidades autónomas y de las regiones. Y el cuarto, es la estructura piramidal del partido en el que no existe la democracia interna, ni hay posibilidad de mostrar las discrepancias con la dirección, adoleciendo de una total falta de transparencia.

La parte que obvian del discurso falangista es la relativa al “control de los medios de producción y la nacionalización de empresas o la banca”. En materia económica son más de ultraliberalismo thatcheriano y de reducir los impuestos, sobre todo a las clases altas.

Vox, un partido donde reina el oscurantismo

Si en algo se distingue Vox del resto de los partidos es en el oscurantismo en su funcionamiento interno. Xavier Rius realiza una exhaustiva labor en este aspecto, aportando un sinfín de datos al respecto.

Este ensayo se adentra en Vox, desde su fundación, que se planificó con personas de paja para no aparecer los verdaderos cerebros del proyecto y no levantar sospechas en el Ministerio del Interior, cuyo titular era Jorge Fernández Díaz. Nos dará a conocer el papel que desempeñó Vidal-Quadras en ese momento y cómo logró dinero fresco y a fondo perdido con origen en los muyahidines iraníes para financiar el partido, lo que les permitió sobrevivir durante un tiempo, ya que algunos de sus líderes ya no vivián gracias a ningún chiringuito público.

Gracias a este trabajo el lector irá descubriendo que un reducidísimo número de personas tendrá las riendas del partido, actuando sin ninguna transparencia en los órganos de decisión, motivo por el que se darán gran número de dimisiones en todos los órganos del partido. El trato vejatorio y la defenestración de las voces críticas serán una constante, ejecutándolas Ortega Smith con mano de hierro, durante el tiempo que fue secretario general, la mano derecha y larga de Abascal.

Y para finalizar llega el momento de preguntarse

¿Qué es Vox? ¿qué espectro sociológico representa Vox?

En el prólogo del libro es definido como “un potaje de ultranacionalistas, de convencidos de que nos hemos rendido ante ETA, de aquellos que están seguros de que los independentistas destruirán España, de los angustiados por la emigración que creen que nos invade, de los beatos que quieren imponer su moral, de los herederos del fascismo, o de personas que simplemente no entienden avances o claves de convivencia actuales y trabajadores que se ven seducidos por su populismo”, y al hilo del título del libro, sus dirigente “son ultras que siempre han estado aquí, pero ahora han vuelto organizados aprovechando vientos a favor”.

Para el autor, Vox es el punto de confluencia de exdirigentes y exmilitantes del PP, “franquistas de ayer que estaban en este último partido, resignados a ser demócratas” y “antiguos militantes del amplio abanico de los grupos de ultraderecha”.

Desde un punto de vista sociológico, Vox recaba apoyos en ese estereotipo de personas desubicadas en la sociedad del siglo XXI, en la que no están adaptadas a los avances de la sociedad, que son el caldo perfecto para mediatizar su opinión a través de la factoría de los bulos que construye la ultraderecha.

Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron

Lo preocupante en este ascenso de la ultraderecha española de la mano de Vox es que sus ideas están calando en la sociedad mediante la batalla cultural que lleva dando en los últimos años. El espacio sociológico de la ultraderecha siempre ha existido en el Estado español, pues no olvidemos que el dictador murió plácidamente en la cama, y muchos seguidores han estado invernando en el PP,  pero el crecimiento de su base social ha salido fuera de los ámbitos de la ultraderecha o del PP y su discurso ha calado en otros sectores de la sociedad. El tiempo nos día si los partidos democráticos saben dar una respuesta y devolver a la ultraderecha a la marginalidad política.

El libro de Xavier Rius Sant es de obligada lectura para todo aquel que quiera estudiar más a fondo a la ultraderecha, porque para combatir algo, primero hay que conocerlo.

Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron
Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron

KURDISTÁN prácticas de otro mundo posible

KURDISTÁN prácticas de otro mundo posible

“Nuestra lucha no ha sido ni podrá ser contra ninguna raza, religión, secta o grupo específico. Nuestra lucha ha sido contra la represión, la ignorancia y la injusticia, contra el subdesarrollo forzado y contra toda forma de opresión”.

Abdullah Öcalan

Hablar de Kurdistán es poner sobre la mesa todas las miserias de los países occidentales en sus políticas colonialistas e imperialistas en aras de primar sus intereses geoestratégicos y económicos. El pueblo kurdo es uno de los muchos que ha sufrido en sus carnes las consecuencias de los tratados internacionales firmados entre las potencias internacionales en los dos últimos siglos.

En el caso de los kurdos, se puede decir que  hasta hace pocas décadas “no existían. Nadie los conocía. No existían en el mapa ni tampoco como entidad política”. Los elementos de la ecuación que han provocado la situación de este pueblo eran sencillos: de un lado, la descolonización de Medio Oriente se hizo de espaldas a los pueblos y etnias que lo habitan y, de otro, las políticas de sometimiento y represión del pueblo kurdo por parte de Irán, Iraq, Siria y Turquía, estados que se reparten el territorio Kurdo, y dentro de las políticas de estos cuatro estados hay que resaltar y denuncuar el nacionalismo otomano de los diferentes regímenes turcos, sus políticas expansivas en la zona de Medio Oriente y la gestión que hacen de su posición geoestratégica para presionar a Europa a la hora de defender sus intereses.

Para hablar de Kurdistán, hoy traigo a este blog un libro pequeño en tamaño, pero extraordinario en contenido, en el que en poco más de 110 páginas el lector conocerá de primera mano la lucha del pueblo kurdo y el proyecto que está llevando a cabo en las últimas décadas, donde está rompiendo los estándares de lucha y organización que conocemos en los diferentes procesos de liberación nacional que hay en el planeta. “Kurdistán prácticas de otro mundo posible” es un trabajo realizado por Orsola Casagrande (Italia) y Adem Uzun (kurda), en colaboración con Suargi Elkartea,  y publicado por la editorial Zorrotz Liburuak a finales de 2022

En una región caracterizada por la diversidad de pueblos, culturas, religiones, donde en muchos casos la represión hacia las minorías ha sido el denominador común, el proyecto que está llevando a cabo el pueblo Kurdo está sirviendo para dar a conocer que otro mundo es posible, en concreto en Rojava, donde llevan casi dos décadas poniendo en práctica el modelo de Confederalismo Democrático teorizado por Abdullah Öcalan.

En el primer bloque la periodista Orsola Casagrande nos hará un recorrido por las regiones de Kurdistán y la situación en la que se encuentra cada una de ellas en función de en qué estado estén enclavadas, lo que ayuda a entender los diferentes procesos que se dan dentro el pueblo kurdo. Dedicará gran parte de su trabajo a analizar las experiencias políticas y organizativas que el pueblo kurdo ha puesto en marcha aplicando el modelo del Confederalismo Democrático en Baku (la parte ocupada de Turquía) y en Rojava-Federación del Norte y Este de Siria.

Los orígenes del movimiento de liberación Kurdo se sitúan a finales de los años 70 con el nacimiento del PKK, pues en palabras de la militante kurda  Sakine Cansiz “si hay una cuestión kurda es gracias al PKK”.

KURDISTÁN prácticas de otro mundo posible
Bandera del Partido de los Trabajadores del Kurdistán PKK

Orsola Casagrande, a través de testimonios de militantes y activistas kurdas que en primera persona expondrán sus experiencias a lo largo de sus años de lucha, nos irá introduciendo en la Revolución de Rojava, en el contexto de la guerra que se produjo en Siria a partir del estallido de las “primaveras árabes” y convirtiendose en una guerra total, con la participación de una serie de actores armados en territorio sirio, donde los crímenes de guerra fueron una constante. Los kurdos en Rojava tomaron varias decisiones que han sido trascendentales en su devenir. La primera hay que situarla en el inicio de la guerra en Siria; ante el gobierno del Baath, que siempre los había reprimido y la oposición Siria, decidieron no alinearse con ninguna de las partes, lo que se conoce como la “tercera vía”. La segunda es que “los kurdos en Rojava vieron la posibilidad de poner en práctica el modelo de Confederalismo Democrático desarrollado por Abdullah Öcalan”.

El libro nos muestra los diferentes pilares sobre los que se ha construido la Revolución de Rojava. El más importante ha sido el papel que han jugado las mujeres kurdas, porque han sido las que más han sufrido la violencia del Estado Islámico y que mejor forma de conocerlo que a través de la experiencia de Meryem Kobanê, una de las comandantes que participó en la liberación de Kobanê. Ella nos irá explicando su experiencia en la organización de milicias de mujeres para luchar contra el ISIS y para “demoler los valores dominantes de los hombres”.

KURDISTÁN prácticas de otro mundo posible
Guerrilleras kurdas

Uno de los apartados de este bloque que no quiero dejar pasar por alto es el relativo a “la liberación de Kobanê, la reconstrucción y la sanación de heridas” para el logro de la paz verdadera, en la que “se dejan atrás sentimientos de rechazo y de repulsión”, y para dar a conocer esta labor nada mejor que las experiencias de varios activistas que han desarrollado su labor en pro de los DDHH entre las mujeres y niños que han sufrido los horrores del ISIS, así como trabajando con mujeres e hijos de militantes del Estado Islámico que se encuentran en los campos de refugiados, y con la preocupación de todas estas personas enfocada en el peligro latente de las “células durmientes financiadas y apoyadas logísticamente por Turquía que representan una amenaza muy seria para la estabilidad de toda la zona” y la inacción de la Comunidad Internacional.

En este apartado iremos viendo como la educación y la cultura han sido unos de los pilares para avanzar en el Confederalismo Democrático, desde la óptica que la diversidad es una riqueza y no un problema, y uno de sus logros ha sido la participación de los pueblos que componen la sociedad, kurdos, árabes, armenio, asirios, chechenos y la promoción de todas la culturas que están presentes en este territorio, introduciendo el kurdo en las escuelas y la universidad, cosa que el gobierno del Baath no lo permitía como lengua vehicular. El sistema está basado en el respeto a la diversidad lingüística, los niños de las diferentes culturas tienen la posibilidad de estudiar, además de en su idioma, otro de su entorno, junto con el inglés. Conoceremos la labor realizada a la hora de creación de una universidad en la que se vean reflejados estos valores y la importancia que ha tenido el cine en este proceso revolucionario.

El recorrido de la periodista italiana por este bloque la llevará a retrotraerse en el tiempo para darnos una visión de lo que ha sido la lucha del pueblo kurdo en Turquía, donde el PKK encabezó la resistencia armada y donde el pueblo kurdo se organiza a nivel político, desarrolla una actividad cultural en todos los ámbitos, entre ellos en el cine, pero viviendo en todo momento con la espada de Damocles de la represión de los gobiernos kurdos, independientemente que hayan sido juntas militares fascistas producto de algún golpe de estado o en la actualidad los gobiernos del AKP de Erdoğan. Las continuas ilegalizaciones de organizaciones políticas en las que se organiza la comunidad kurda, el encarcelamiento de sus políticos, la persecución, asesinato de periodistas kurdos y la represión generalizada en sus territorios ha sido una constante a la que han tenido que hacer frente y de la que encontraremos innumerables datos en este libro.

En lo referente a la situación de los kurdos en Iraq, el trabajo de Orsola Casagrande sintetiza lo que representa la administración autónoma kurda de la mano de Masud Barzani, a la que no duda en calificarla de corrupta, el papel que juega en las relaciones con Turquía y lo que supone negativamente para la resistencia del PKK en las montañas entre el Kurdistán turco e iraquí.

KURDISTÁN prácticas de otro mundo posible
Mitin pro independencia en Erbil. Kurdistán iraquí

De forma similar trata la situación de los kurdos en Irán y las revueltas vividas en 2022 como consecuencia del asesinato de la joven kurda Jina Amini. Expone la lucha de las organizaciones kurdas por lograr unas bases democráticas en la que puedan coexistir todas culturas, religiones y etnias y garantizar constitucionalmente los derechos de las mujeres, cosa que hasta la fecha el régimen iraní niega todos estos derechos.

El segundo bloque corre a cargo de Adem Uzun, perteneciente al Consejo Administrativo del Congreso Nacional de Kurdistán (KNK). Aquí nos vamos a encontrar las bases ideológicas y políticas de lo que Abdullah Öcalan denomina “Sistema de Civilización Democrática

Adem Uzun nos irá introduciendo en la teoría de Öcalan que es el pilar ideológico sobre el que el pueblo kurdo ha fundamentado su proyecto, sobre todo en Rojava. Me voy a detener en algunas cuestiones que me han parecido interesantes porque sirven para abrir un debate acerca del Estado, algo que parece olvidado en la izquierda occidental.

El análisis que realiza del siglo XX le lleva a plantear que en la etapa capitalista “se produce el apogeo del sistema jerárquico estatista, que ha conducido a la humanidad a la actual crisis estructural y existencial de la humanidad”, y que tampoco desde la izquierda se han resuelto los problemas sociales. A partir de estas realidades construye la expresión “Era de la Civilización Democrática” o “Tiempo de los Pueblos”.

Öcalan enfrenta la democracia con el Estado, al entender superada esa etapa en la que el ejercicio de la democracia es una forma de expresión del propio Estado. “La democracia es el autogobierno de todos los sectores sociales no estatales (el pueblo)”, por lo que “democracia es el autogobierno del pueblo”, al margen del Estado, puesto este está por encima del pueblo.

Parte de una concepción radical de la democracia que no tiene nada que ver con el concepto liberal, puesto que la base de ella está en la sociedad y no en las instituciones del Estado (parlamentos, gobiernos…) que no dejan de ser instrumentos para “enmascarar el sistema de dominación y explotación”. Las teorías del líder kurdo desbordan la democracia representativa para que el pueblo no sea un “sujeto pasivo de su propia realidad”, pues “para que exista la democracia, como autogobierno del pueblo, el pueblo debe ser poder” y para ello necesita articularse para poder participar, discutir y decidir y ese es el papel que desempeña el Confederalismo Democrático que funciona como un sistema de asambleas puesto que la democracia tiene un sentido comunal.

Con el desarrollo de sus teorías, el líder kurdo crea en el ámbito de las Ciencias Sociales la escuela del Sistema de Civilización Democrática, cuya  unidad básica es la moral y la política, que son la base de la esencia del hombre y de la sociedad. En lo referente al termino moral, le da un sentido diferente al que se le da en el sistema estatal jerárquico, pues “moral es la socialización misma y es una realidad que humaniza, un estado de práctica comunitaria donde todos son el uno para el otro, complementándose”. Si los crímenes contra la sociedad en el proceso de civilización son una ruptura con la moralidad, entonces “el capitalismo es el sistema más inmoral conocido”.

Enfrenta el estado (sistema estatal-esclavista) y el pueblo (sistema civilizatorio democrático) a la hora de hablar de la sociabilidad no estatal, al ser “fenómenos contradictorios que viven en constante pugna”.

Para finalizar, el tercer bloque del libro nos hablará de la experiencia de solidaridad internacionalista vivida por la ONG SUARGI Elkartea, con el hermanamiento entre los pueblos de Durango y Kobanê. Nos irán dando a conocer las diferentes labores que han llevado a cabo  en el campo de la ayuda y solidaridad con el pueblo de Kobanê y, en concreto con sus mujeres, pues es un proyecto internacional que tiene como objetivo el hermanamiento de las mujeres de ambas poblaciones.

Los proyectos que realiza la ONG SUARGI Elkartea en la zona de Kobanê están dirigidos a las mujeres de la zona para paliar algunas de las muchas necesidades que tienen, sobre todo con las derivadas de la guerra que han sufrido y que a día de hoy no ha finalizado.

A modo de conclusión, este es un libro que es de utilidad para todas aquellas personas que no tengan un conocimiento del Kurdistán y del proceso político que está viviendo el pueblo kurdo en las últimas décadas, pues de forma sucinta aporta la información necesaria para que el lector pueda conocer su lucha.

31 vidas antifascistas vascas

31 vidas antifascistas vascas es una vacuna contra el olvido

Hace unos días leí una noticia en la que se daba cuenta del descubrimiento de una fosa común de la Guerra Civil en el cementerio de Amorebieta-Etxano. Según Euskal Prospekzio Taldea, en ella podrían encontrarse gudaris, milicianos y fallecidos procedentes del hospital que hubo en esta localidad durante la Guerra Civil. La noticia, que me llegó a través de un amigo y activista del Foro de la Memoria Histórica de Guadalajara, se cruzó con la lectura del libro, que tenía entre manos, titulado “31 vidas antifascistas vascas” (Desacorde Ediciones) del periodista Iban Gorriti González, publicado a finales de 2022. El artículo y el libro tienen dos nexos de unión entre sí, el primero no es otro que rescatar la memoria de todas aquellas personas que sufrieron el fascismo a partir del golpe de Estado que dieron militares españoles con la finalidad de derrocar al gobierno legítimo de la República e instaurar un régimen fascista, sustentado en el terror a la población, y el segundo nexo de unión es que, casualmente, ambos textos son del mismo autor.

Monte Kolitza

El espacio de tiempo comprendido desde el 18 de julio de 1936, momento en el que se produce la asonada militar, que fracasó en su intento de derrocar de forma fulgurante la República, derivando en una guerra, hasta la caída del frente vasco en julio de 1937, después de la batalla del monte Kolitza, se puede definir como los días más negros que vivió el pueblo vasco a lo largo del siglo XX. El terror y la destrucción se impusieron a la voluntad de un pueblo de vivir en paz y libertad. En este periodo de poco más de un año, los ejércitos totalitarios de la Alemania nazi, la Italia fascista y la España franquista tuvieron tiempo más que suficiente para demostrar al mundo las barbaridades que tenían reservadas para las poblaciones civiles que no estuvieran en su bando. Bombardeos, entre otros, como los de Otxandio, Durango, Gernika, Amorebieta-Etxano o Galdakao, eran el preludio de lo que el fascismo sería capaz de hacer en los siguientes años a lo largo y ancho de Europa.

Mural plaza de Andikona de Otxandio

Tenemos la obligación moral de que hechos como estos no caigan en el olvido para que sean recordados y tengan conocimiento las nuevas generaciones, y con ello, rendir un homenaje a todas esas personas que formaron parte de la resistencia antifascista y de “aliviar el dolor” que a día de hoy sigue produciendo. Con ese deseo traigo este libro, que no defrauda en esta labor áspera pero imprescindible.

Hay lecturas que, siendo desgarradoras, son necesarias porque son un antídoto contra el olvido, y ayudan a mitigar el dolor producido por el fascismo y la obra de Iban Gorriti es una de ellas. En este libro hay una recopilación de los avatares de un puñado de personas que vivieron en sus propias carnes la tragedia que supuso el fallido golpe de Estado militar de 18 de julio de 1936 y que en una guerra con el fin de derrocar a la legalidad vigente, que no era otra que la Segunda República, para instaurar un régimen totalitario al estilo de sus aliados: la Alemania nazi y la Italia fascista.

En los tiempos que estamos viviendo, con el resurgimiento de esa extrema derecha, que no deja de ser el fascismo del siglo XXI, que tiene como uno de sus objetivos el blanqueamiento de todo lo que supuso el golpe militar de julio de 1936, “la mal llamada guerra civil” y varias décadas de dictadura, “31 vidas antifascistas vascas” es una vacuna contra el olvido y un bálsamo contra ese dolor que se ha acumulado, “alivia el poso del dolor franquista y otros fascismos y reduce el afán de tiranía” y así lo resume el prólogo del libro cuyo autor es el actor Juanjo Otero: “Este es un libro antifascista. Por eso es necesario. Por ello, restaura y por eso mismo duele y libera. Por eso hace justicia”.

Iban Gorriti recoge la experiencia vital de 31 personas que de forma directa vivieron la guerra y la represión fascista, pero no cabe ninguna duda que esta cifra podría ser casi infinita. Desde Tudela hasta Muskiz y de Isaba al Valle de Añana podríamos encontrar innumerables historias y vivencias de ciudadanos que sufrieron aquella época negra.

Este libro es un ejercicio de “empatía ante el sufrimiento causado” y consigue que todas esas pequeñas historias que recoge pasen de pertenecer a las personas que las vivieron y sus familiares a formar parte de una historia colectiva que nos pertenece, por ello, es fundamental que salgan a la luz, para que puedan ser conocidas y compartidas. Las 31 vidas que encontramos en este libro han abandonado el anonimato y eso ahí queda para el futuro, lo que debería de animar a todos aquellos que en su seno tengan una historia similar a que la saquen del cajón del olvido.

Placa recuerdo Ayuntamiento de Olite

Entre las 31 vidas que recoge este libro se pueden encontrar personas de lo más diverso: gudaris, milicianos, civiles, niñas y niños que sufrieron en primera persona la violencia, o que en el mejor de los casos fueron evacuados fuera de Euskal Herria, viviendo auténticas odiseas. Las personas que dan vida al libro forman un gran abanico ideológico, desde nacionalistas vascos hasta anarquistas, pasado por socialistas y comunistas, pero a todas ellas les unía la lucha contra el fascismo y lo que representaba en los años 30.

Las historias que más impacto pueden causar por la violencia que en ellas se recogen las protagonizan mujeres. En ellas se da la violencia por partida doble: por un lado, la violencia fascista y, por otro la violencia de género. Alguna de esas terribles historias quizá sea más conocida como la que sufrió Maravillas Lamberto[1], pero Iban Gorriti nos da cuenta que no fue la única que sufrió una violencia de este tipo.  La elgetarra Anttoni Telleria vivió una situación muy similar, con la diferencia que en este caso logró salvar su vida. Y no quisiera olvidarme del drama que padeció la zornotzarra Marina García, que desde Villar de Chinchilla (Albacete) acabó recalando en Amorebieta-Etxano, siguiendo la estela de su madre que estaba presa y se encontraba en la cárcel de El Karmelo (Amorebieta-Etxano). En aquella época el fascismo ya practicaba la dispersión.

Si bien las historias que nos trae Iban Gorriti son muy crudas por el sufrimiento que llevan aparejadas, algunas de ellas tienen una cara tierna, como la que protagonizó el donostiarra Clemente Famaraza Sandegi, militante de la CNT y miembro de las Milicias Antifascistas Vascas (MAV) que operaban en Madrid, que donó los 40 duros de su nómina para que las niñas y niños de un hospicio de Madrid tuviesen juguetes el 6 de enero de 1937. Y sin olvidar la historia de amor de la pareja lodosarra, formada por Amelia Resano y Benito Salvatierra, pues “el padre de él llevó a fusilar a al abuelo de ella” en julio de 1936.

Para algunas de estas personas de las que fueron evacuadas o tomaron el camino del exilio, el sufrimiento no acabó cuando abandonaron Euskal Herria. En el mejor de los casos, algunos fueron a recalar al otro lado del Atlántico, para rehacer su vida lejos de su tierra y con la incógnita de si algún día podrían volver a ella, pasando a formar parte de esa diáspora vasca llevando en la mochila su herrimina[2] particular. Otros, por el contrario, bastante tuvieron con sobrevivir a los horrores de la II Guerra Mundial, sobre todo, los niños de la guerra, los que fueron evacuados a la URSS. Allí volvieron a vivir en unas condiciones infrahumanas, como las niñas y niños vascos que sufrieron el asedio nazi de Leningrado.

Algunas de las personas que recoge el libro de Iban Gorriti han sido tan extraordinarias y diría que irrepetibles, que sus vidas han sido llevadas al cine o sus biografías han quedado recogidas en libros y diversas publicaciones. Fueron personas irrepetibles que en muchos casos a lo largo de su vida se encontraron en situaciones límite, que se dejaron la piel por unos ideales y en algunos casos llegando a dar su vida.

Quisiera resaltar el lenguaje adecuado que en todo momento utiliza el autor, expresiones que sirven para acabar con toda esa retahíla de eufemismos que se suelen utilizar para hablarnos de lo que sucedió a partir del golpe de Estado de julio de 1936. Son varias las locuciones que utiliza pero voy a reproducir una frase que define lo que fue todo aquello: “una guerra que no fue civil, sino militar, causada por un golpe de Estado que atentó contra la ciudadanía que había elegido de forma legítima en las urnas la Segunda República”. No hay nada como llamar a las cosas por su nombre.

Para finalizar, el libro recoge una breve cronología de la Guerra Civil en Euskadi, realizada por Aitor Miñambres Amezaga, director del Museo Memorial del Cinturón de Hierro, y el lector tiene la posibilidad de escuchar mediante un código QR, seis canciones relacionadas con la memoria histórica, compuestas por el autor del libro. También quisiera destacar que la obra tiene una presentación muy cuidada con una amplia gama de fotografías.

[1] Maravillas Lamberto, vecina de Larraga (Navarra), fue violada por falangistas y requetés delante de su padre y posteriormente asesinaron a los dos.

 

[2] Herrimina: Notalgia en euskera.

Portada del libro 31 vidas antifascistas vascas

El conflicto de Chechenia

El conflicto de Chechenia

Uno de los efectos que se produce cuando estalla una guerra es que sirve para que el grueso de la población olvide la anterior, lo que conlleva que si uno echa la vista atrás y observa los últimos veinte años, se encuentra un panorama aterrador. La lista de conflictos armados que se han dado en el planeta y que se han ido quedando enquistados en el camino puede ser interminable.

Entre todos los conflictos que han estallado en las últimas décadas hubo uno que en su momento, por diversos motivos, lo seguí con cierto interés, y que a día de hoy sigue sin resolverse, porque la forma en la que se zanjó fue manu militari y todo lo que finaliza de ese modo, continua y, con el tiempo, acaba resurgiendo. Me estoy refiriendo al proceso que se vivió en Chechenia desde la caída de la Unión Soviética, con su declaración de independencia en 1991 y las dos guerras que se dieron en un periodo de diez años.

Chechenia pasó de ser portada en los medios de comunicación internacionales, entre los años 1994-2004, a caer en el mayor de los olvidos, sencillamente, dejó de ser noticia, y cuando abría informativos, el foco de la noticia era algún atentado terrorista en Rusia de alguna de las guerrillas chechenas, obviando las causas del conflicto.

Después de casi veinte años, y no por casualidad, cuando el año pasado estalló la guerra en Ucrania, volvió a hablarse de Chechenia en los medios de comunicación, en esta ocasión para informar que fuerzas de élite del ejército checheno iban a reforzar las filas del ejército ruso y, por otra parte, y con menor ruido mediático, también conocimos, a través de algunos medios de comunicación, la existencia de voluntarios chechenos luchando dentro del ejército ucraniano. Es como si dieciocho años después, el conflicto checheno se estuviese dirimiendo en Ucrania.

Todas estas circunstancias me han parecido lo suficientemente sugerentes para desempolvar el conflicto checheno, y para ello he rescatado un trabajo que con el título “El conflicto de Chechenia” (Editorial Catarata), el politólogo Carlos Taibo publicó en 2004, justo al final de la segunda guerra ruso-chechena de la era postsoviética. En mi caso he utilizado la tercera edición que vio la luz en 2005.

Antes de entrar a comentar el libro, quisiera decir que si hay alguien que es conocedor de todo lo que tenga que ver con la historia de los dos últimos dos siglos de Rusia, la URSS y la posterior etapa postsoviética ese, sin duda alguna, es Carlos Taibo.

A la hora de definir este libro tendría que decir que es algo más que un ensayo. A lo largo de ocho capítulos, encontraremos un trabajo pormenorizado de todos los acontecimientos que se dieron desde el fallido golpe de Estado de agosto de 1991, que desembocó en la desintegración de la Unión Soviética, hasta la finalización de la segunda guerra ruso-chechena en 2004, y todo ello acompañado con una serie de apéndices y bibliografía que son de gran ayuda a la hora de profundizar en el conflicto de Chechenia.

A lo expuesto anteriormente habría que añadir que este libro ayuda a comprender la evolución de Rusia y en qué parámetros se mueve la política del Kremlin desde la desaparición de la URSS, un régimen que, primero con Boris Yeltsin y posteriormente con Vladimir Putin, es muy diferente de lo que estamos acostumbrados a ver en Europa occidental y todo ello con la dificultad que conlleva realizar un estudio sobre un conflicto en el marco del Estado más grande del planeta y en el que la información en muchos casos hay que ponerla en cuarentena por el oscurantismo y la censura que existente desde hace décadas, y por supuesto, teniendo presente que hablar de Rusia, es hablar de corrupción a gran escala, puesto que está enquistada en todas sus estructuras, incluido el ejército.

El autor en 2005, al inicio de su libro, señalaba algunas cuestiones que leídas en estos días, en los que estamos viviendo el conflicto de Ucrania, tienen cierta relevancia porque es algo recurrente observar que la hipocresía de Occidente no tiene límites. Una de ellas es el doble rasero de los países occidentales en lo concerniente a la intervención rusa en Chechenia. El hecho que Rusia fuese “el aliado fiel” de Occidente en aquellos años sirvió para que miraran para otro lado ante todas las vulneraciones de derechos humanos llevadas a cabo por el Kremlin. La otra cuestión no es otra que una actitud muy laxa por parte de Occidente ante el grado de destrucción que se vivió en las dos guerras que hubo entre Rusia y Chechenia entre 1994 y 2004 que sería equiparable a la destrucción sufrida en algunas de la batallas de la II Guerra Mundial (Stalingrado, Dresde), y como botón de muestra encontramos la imagen de Grozni, capital de la república, que quedó reducida a cenizas.

El entorno

Antes de entrar de lleno en los avatares del conflicto checheno, el autor realiza una pequeña introducción para que el lector tenga una visión panorámica de la región del Cáucaso, donde se encuentra la república de Chechenia/Ichkeria[1]. Hay diferentes factores que hacen que la región tenga una relevancia geoestratégica: su situación entre los mares Negro y Caspio, su cercanía al Golfo Pérsico y su riqueza petrolera y gasística. Todo ello conlleva que las potencias de la zona, Turquía e Irán, tengan políticas muy activas en la región, así como EEUU, China y la UE miren a esa zona con gran interés, pero sobre todo, lo que destaca es la “injerencia de Moscú en los asuntos internos de Estados que sólo formalmente se antojan soberanos”.

El conflicto de Chechenia
Un hombre ondea una bandera independentista chechena en Grozni

Al centrarse el ensayo en lo que denomina “el escenario checheno”, el autor, una vez de situarnos Chechenia en la zona septentrional de la cordillera caucásica,  nos da una serie de datos de interés que nos ayudarán a conocer al pueblo checheno. Desde su forma de organización social, la religión que en su mayor parte profesan: “son musulmanes suníes, sobre la base de un substrato sufí”, teniendo en cuenta que “hasta hace poco los signos externos de identidad religiosa eran débiles”. Sostiene que “el peso del islam en modo alguno es despreciable, configurando un significado de identificación cultural”, pero teniendo siempre presente que el conflicto checheno es muy complejo como para invocar como factor principal “el auge del islamismo radicalizado”.

En un viaje a través del tiempo, nos da a conocer una serie de pinceladas históricas que nos ayudarán a conocer al pueblo checheno, destacando los hitos más significativos de su historia, hasta la caída de la Unión Soviética.

Siguiendo una estructura similar, Carlos Taibo realiza un repaso de la economía chechena a lo largo de los últimos siglos, lo que supuso la aplicación de las políticas estalinistas, teniendo en cuenta todo lo relativo a las reservas de combustibles, la industria de refinado y los oleoductos que atraviesan este territorio, para concluir que las políticas soviéticas tuvieron como consecuencia que “el beneficio procedente del petróleo no revertía en la esta república”.

Chechenia/Ischkeria de Dudáyev

Una vez de haber puesto unas bases para que el lector tenga unos conocimientos del Cáucaso septentrional y de Chechenia en particular, el ensayo nos introducirá en esa etapa vertiginosa que se inició con el golpe de Estado fallido de agosto de 1991, que abrió paso al proceso que llevó a Chechenia a proclamar su independencia, erigiéndose Dudáyev en líder de la república, hasta el inicio de la primera guerra en 1994.

Carlos Taibo se adentra a dar una serie de motivos por los que se dio en Chechenia y no en otros lugares de la Federación Rusa una apuesta por la independencia. Desde la singularidad de su organización social, pasando por “el fracaso de la rusificación y la posterior sovietización”, sin olvidar la influencia ejercida por la riqueza de esta república en petróleo, pero entiende que “mucho mayor relieve había tenido la noción de sufrimiento colectivo” reflejado en la conquista militar rusa en los siglos XVIII y XIX y la deportación a Asia Central en 1944, siendo de menor influencia el factor religioso.

La relación entre la Federación Rusa y Chechenia es analizada en este trabajo, donde encontraremos algunos hechos relevantes que, sin lugar a dudas, nos pueden chocar por la forma de actuar de las partes en conflicto, teniendo presente el enquistamiento de la corrupción y las redes mafiosas.

En una región como el Cáucaso que destaca por la diversidad étnica, esta se refleja en las diferentes disputas territoriales y políticas y en las alianzas que se dan, sobre todo por parte de Chechenia para contrarrestar la presión rusa, y para ello el autor hace un repaso a esta cuestión señalando, entre otras cuestiones, los esfuerzos que realizó Dudáyev “encaminados a crear estructuras comunes al conjunto del Cáucaso septentrional”, entre las que destacó la Conferencia de Pueblos Montañeses del Cáucaso.

En todo este proceso de desintegración de la URSS, con la declaración de independencia de las antiguas repúblicas que formaban parte de ella y las demandas independentistas de las repúblicas autónomas que constituían la Federación Rusa en la era soviética, Carlos Taibo no deja pasar por alto la importancia que tuvo la estrategia seguida por Moscú, a la hora de enfocar el problema territorial existente y los diferentes vaivenes que se dieron.

La primera guerra ruso-chechena postsoviética (1994-1996)

Al adentrarse en lo que fue la acción militar de Rusia en Chechenia, Carlos Taibo realiza un análisis pormenorizado de los factores que llevaron a la Federación Rusa a iniciar la invasión de Chechenia. Son varios los argumentos que maneja, si bien todos giran alrededor de “la vida política propia, y los intereses generales de la Federación Rusa”. Desde la instauración de “un discurso imperial”, hasta la necesidad de poner el foco en la “búsqueda de enemigos externos” para desviar la atención de los graves problemas internos, sin olvidar la situación socio-económica que se vivía en Rusia y la importancia de la ubicación geoestratégica que suponía para Rusia el Cáucaso septentrional. Moscú tenía que evitar que otros pueblos del Cáucaso se mirasen en el espejo checheno.

Las relaciones entre las mafias rusas, en concreto, las relacionadas con los militares rusos, y los dirigentes chechenos no pasan desapercibidas para el autor, para lo cual recoge algunas teorías y evidencias al respecto.

En lo concerniente a la guerra, Carlos Taibo expone el auténtico fracaso que supuso desde el punto de vista militar, “una decisión adoptada por el poder civil de Moscú”, y que “provocaron una violencia ciega e ineficaz a menudo aplicada sobre la población civil”. El ensayo aporta datos de observadores internacionales sobre el grado de destrucción que se dio, muy superior a que se dio en Bosnia o actualmente en Ucrania.

En el ensayo se destaca que desde el comienzo de la guerra se vivió una crisis política profunda en Rusia, que se extendió a las fuerzas armadas, con los partidos de la oposición  y una opinión pública en contra de la guerra. Si a esto se suma la inminencia de unas elecciones presidenciales, Moscú tenía motivos más que suficientes para llegar a un acuerdo con los lideres chechenos.

El acuerdo de Jasaviurt y el interregno de paz y caos (1996-1999)

En el ensayo encontramos los acuerdos que firmaron ambas partes en la localidad daguestaní de Jasaviurt que da nombre al tratado y a qué compromisos llegaron, que se pueden resumir en: un alto el fuego duradero, la retirada del ejército ruso y el desarme progresivo de la guerrilla, inicio de un periodo de cinco años para lograr la normalización del país y el inicio de un proceso de autodeterminación

Al analizar esta etapa, Carlos Taibo nos da algunas claves que nos sirven para poder entender las tensiones que se vivieron y en lo que derivó, pero sobre todo, tiene una especial importancia las luchas internas entre los diferentes líderes chechenos, a lo que se le sumaba que era un entorno donde las mafias se movían a sus anchas en todo tipo de negocios turbios, y la imagen de los guerrilleros, que en muchos casos, pasaron a parecer delincuentes por la violencia que ejercían. El autor, en este trabajo, sostiene algunas teorías interesantes para explicar las situaciones de tensión que se daban en la zona y los oscuros intereses que existían para boicotear la normalización de la república caucásica.

Carlos Taibo es muy elocuente a la hora de analizar cómo se llegó a la segunda guerra, al exponer los diferentes acontecimientos que se produjeron a partir del verano de 1999 y que desembocaron en una nueva intervención rusa. Uno de los detonantes, pero no el único ,fue el despliegue, en agosto de ese año, en la vecina Daguestán de una guerrilla wahabí, cuyo líder era Basáyev, “sin mayor respaldo entre la población local con el enunciado propósito de acelerar la configuración de una república islámica en el Cáucaso”, los atentados de dudosa autoría que se produjeron en Moscú y otros lugares de Rusia, fueron la antesala del inicio de la segunda guerra ruso-chechena. Lo que sí que es un dato constatable, que se recoge en el libro de Taibo, es que el efecto principal de los atentados de septiembre de 1999 no fue otro que el cambio de opinión que se registró en la población rusa y en los principales partidos de la oposición en Rusia sobre la forma de resolver el conflicto checheno.

La segunda guerra ruso-chechena postsoviética (1999-2004)

Carlos Taibo se adentra a analizar el cambio de rumbo que tomó el conflicto checheno con la llegada del nuevo primer ministro ruso, Vladimir Putin, con el inicio de la invasión de la república chechena el 1 de octubre de 1999, para dar por finalizado todo el proceso secesionista iniciado en 1991.

Si en algo pone el foco este ensayo es en dos cuestiones de gran calado. La primera es relativa a la gestión del Kremlin de los medios de comunicación. Esta fue expeditiva con la clausura y el control de los medios que habían sido más críticos. Todo ello llevó a un cercenamiento de la libertad de prensa en todo lo relativo a la información de la guerra o “hechos de terror”. La segunda, es que sirvió para “catapultar a Putin”, supo utilizar el conflicto checheno para fortalecer su carrera política, y combinar los conceptos de imperio ruso y negocio. Y a partir de aquí, iniciar una “apuesta centralista” con un “fortalecimiento impregnado de ribetes autoritarios y recentralizadores”.

Por lo que se refiere a la parte chechena, Carlos Taibo realiza un pormenorizado análisis de las disputas internas entre los líderes chechenos, la irrupción del islamismo, lo que esto supuso, y la influencia en el devenir de los acontecimientos. Al analizar la etapa de Masjádov, sustituto de Dudáyev (primer presidente checheno), expone los virajes que dio en su mandato ante la cuestión religiosa, en un ejercicio de equilibrio ante la presión de Basáyev. Para finalizar, cuestiona el grado de colaboración entre la guerrilla chechena, Arabia Saudí y los talibanes afganos aportando algunos datos de interés, por mucha propaganda de Moscú en esa dirección.

Un conflicto enquistado

El ensayo, al entrar a analizar la fase posterior a la segunda guerra en Chechenia/Ichkeria, relata cómo se instaló el terror ruso ejercido por el ejército, el Ministerio del Interior y la aparición de un terrorismo de Estado que “rivalizaba en crueldad con el no estatal”. Facilita datos espeluznantes de lo que supuso la actuación rusa y todo ello con la “más franca impunidad, sin observadores internacionales, sin periodistas y sin que los propios jueces y fiscales rusos hayan podido trabajar sobre el terreno”.

También hay un apartado para tratar el terror que sembró algunos grupos significados de la resistencia chechena, actos de terrorismo en diversos lugares de Rusia, pero, como en otros pasajes del libro, vuelve a poner el acento en las diversas interpretaciones que se han dado sobre esos hechos. Desde la duda que algunas acciones fuesen ejecutadas por guerrilleros chechenos, como el grado de colaboración que recibían por parte de determinados funcionarios rusos que los “manipulaban a su antojo” para el logro de fines un tanto oscuros.

Carlos Taibo esboza lo que denomina “la normalización putiniana”, que no fue otra cosa que instaurar un gobierno títere en Chechenia, mediante elecciones de dudosa limpieza en la que estaban proscritas las organizaciones secesionistas chechenas y la aprobación de una constitución “draconiana y represiva” que tenía muchas menos competencias que otras repúblicas rusas y con una economía que no levantaba cabeza y en la que seguía habiendo prácticas mafiosas por ambos bandos, con el negocio de la droga por medio que servía para mantener a la guerrilla y seguir comprando armas al ejército ruso. No cabe duda que era una normalidad bastante surrealista.

La trama internacional

En este ensayo hay un hueco nada desdeñable para todo lo relativo a las relaciones internacionales en las que Rusia ha tenido un protagonismo importante en la década de  1990 y principio de 2000. Relaciones internacionales con otras potencias y con organismos internacionales, que en muchos casos estaban influenciadas por las relaciones comerciales y la situación económica rusa del momento. Pero en lo concerniente al problema checheno, Carlos Taibo analiza los movimientos de Rusia tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, su relación con EEUU, pues no hay que olvidar que la propaganda rusa se encargaba de vender la imagen que la guerrilla chechena formaba parte del terrorismo islamista, cosa que nunca pudo probar con datos, pero que en Occidente, a partir de los atentados en EEUU empezaron a dar cierto pábulo.

Uno de los más apartados más interesantes que tiene el trabajo de Taibo, es sin duda alguna, las páginas que dedica a los movimientos geoestratégicos de EEUU en la zona del Cáucaso, entre otros motivos, para tener acceso a los recursos de la zona y de Asia, entre ellos todo lo concerniente al petróleo y gas natural. Leído casi dos décadas después, y viendo los acontecimientos actuales en Europa Central y, particularmente, en Ucrania, no cabe duda que sirve para poder entender muchas de las cosas que estamos viviendo en la actualidad. Y centrándose en la política estadounidense en el conflicto checheno, destaca “el doble juego” que realizó EEUU, por un lado, el evitar todo tipo de crítica a Rusia por sus desmanes en Chechenia, y por otro, el “procurar alejar a Rusia-y privarla de negocios-del Caspio y del Pérsico”.

Al tratar la posición de los países que forman la Unión Europea y sus organizaciones supranacionales, este ensayo le asigna un papel que, siendo suaves, se podría calificar de lamentable. El autor lo define como “la miseria de siempre”. Europa, dando una de cal y otra de arena, le exigían a Rusia el respeto a los derechos humanos y una resolución del conflicto mediante el diálogo político, pero se acababa imponiendo la Realpolitik con Rusia, que en aquellas fechas proporcionaba un 16 por ciento del petróleo y un 40 por ciento del gas que consumía la UE. Otro tanto se podría decir del FMI que estaba dispuesto a dar más créditos a Rusia, obviando sus modos de actuar en Chechenia/Ichkeria.

Conclusiones

Carlos Taibo, al acometer las conclusiones a su ensayo, se ciñe a cuatro grandes cuestiones para que el lector termine de formarse una idea completa de la situación de Chechenia/Ichkeria en el momento de la publicación de su libro.

Realiza un análisis, no sin dosis de cierta especulación,  del sentir de la sociedad chechena, en la que destaca, sin duda alguna, el hartazgo con todos y con todo lo acontecido. Es de la opinión que la mayor parte de los chechenos étnicos se pronunciaría en favor de la secesión de Rusia y respecto al crecimiento del islamismo aporta algunos datos de interés que hacen suponer que ha habido una resistencia hacia el islamismo wahabí que no ha conseguido implantarse entre la población.

El debate sobre la autodeterminación se asienta sobre la discusión de si Chechenia/Ichkeria podía ejercerlo al ser una entidad de rango inferior a las repúblicas federadas soviéticas y, por tanto, no ajustada a derecho su declaración de independencia de 1991, cosa que el autor echa por tierra, por lo artificial de la articulación de todo lo que fue la Unión Soviética y sostiene que “la asunción de que Chechenia/Ichkeria es ontológicamente Rusia acarrea una dramática , y fácilmente perceptible, distorsión de la historia”. Incide en la recuperación de un discurso imperial por parte de la Federación Rusa, con tintes militaristas y autoritarios que lo están comprobando en “la periferia de la antigua Unión Soviética”. Y en este apartado es muy crítico con Occidente por haber “dado alas a una serie de operaciones” en las que Rusia ha empleado una “violencia indiscriminada que ha ocasionado numerosísimas víctimas civiles”. Para finalizar, el autor deja una duda en el aíre que no había despejado en el momento de publicar este ensayo: “No estaba claro si los intereses occidentales pasaban por una Rusia débil o, por el contrario, reclamaban una Rusia que ejerciera un ferrero control sobre su patio trasero”[2]. No cabe duda que sería interesante volvérsela a formular en la actualidad.

En su tercera conclusión trata el enfoque que se ha dado al tema islamista y el discurso que se ha instalado de ver islamistas por todos lados formando parte de “oscuras tramas internacionales” y las consecuencias que ha supuesto este tipo de análisis “entre la mayoría de los expertos en seguridad” que, entre otras cosas, son remisos a buscar las causas del origen el terror islámico.

Para finalizar, su última conclusión está dedica a Putin, que bajo el título  ¿el Zar listo? partiendo de la base que ha sido escrito hace casi dos décadas, no cabe duda que no debería diferir mucho si hubiera sido escrito a día de hoy. Se podría definir  como una “persona que carece de principios […] y con el objetivo de afianzar inmoderadamente el poder propio”. Me ha llamado poderosamente la atención cuando Carlos Taibo afirma que “Putin no es en modo alguno ese dirigente que siempre se sale con la suya” o cuando dice “de entre los que rodean a Putin, no hay mayor mito que aquel que sugiere que ha puesto firme a los magnates”, cuestiones que las argumenta en su última conclusión.

Para finalizar, este libro de Carlos Taibo nos sirve para rescatar un conflicto olvidado, como es el checheno, que sigue sin resolverse, pero también para poder entender los movimientos geopolíticos en la región de Cáucaso, que la ciudadanía de Europa Occidental quizá los ve con cierta lejanía, pero que no es tal, cuando podemos constatar la influencia que está teniendo en las relaciones de Rusia con EEUU y la UE en particular. Una región ubicada entre los mares Negro y Caspio y limítrofe con Oriente Medio y Asia Central.


[1] Chechenia/Ichkeria es el nombre dado a la república en 1994 por su entonces presidente, Yoyar Dudáyev.

[2] La cita extraída del libro de Carlos Taibo está redactada en presente. Me he tomado la licencia de transcribirla en pasado, puesto que es una reflexión que hizo cuando escribió el libro “El conflicto de Chechenia” en 2004.

La historia oficial

La historia oficial

La historia oficial es aquella que nos encontramos en los libros, la que vemos diariamente en los medios de comunicación, pero detrás de ella encontramos multitud de pequeñas historias en las que los protagonistas somos nosotros, personas anónimas, que carecemos de un altavoz lo suficientemente potente para que puedan conocerse, pero donde hay mucho que contar, porque detrás de cada una de ellas se esconde una parte importante de la historia de la humanidad, esa que los medios oficiales quieren ocultarnos.

Bajo el título “La Historia oficial” (Editorial Txalaparta), Jonathan Martínez hace unos meses  publicó un libro en el que partiendo de su historia personal y familiar, la va entrelazando con diferentes historias ignoradas para la inmensa mayoría y, a su vez, con esos acontecimientos que nos han contado los que controlan el poder, y todo ello a través de una serie de relatos cortos. Para definir este libro el autor utiliza el ejemplo de un vaso que se rompe, el vaso representaría la historia oficial, pero los trozos rotos, que no dejan de ser partes de ese vaso, representan todas esas pequeñas historias desconocidas pero que forman parte de nuestra historia. Este libro intenta barrer todas esas pequeñas historias como contrapunto a la historia de la humanidad.

Una de las características es que es difícil clasificarlo en un género concreto. No es un ensayo, ni una colección de relatos. Se puede decir que no es un libro al uso, pero el autor nos da una pista en uno de los capítulos al definirlo como “un relato de relatos”.

Jonathan Martínez ha sacado a la luz su historia familiar para compartirla con el lector, pero ha logrado algo más importante: que pase a formar parte de todos nosotros. La lectura de este libro nos invita a que demos el paso que él ha dado para que todas esas historias personales no queden silenciadas, pues como muy bien nos dice “escribir es ganarle terreno al olvido” y sin duda alguna con este libro ha logrado ese objetivo. Su historia personal nos trasladará al valle de Karrantza (Bizkaia), pero servirá para llevarnos por otras latitudes y nos descubrirá las conexiones con otros lugares y sucesos que nos relata en su trabajo, pues como nos dice el autor “los destinos privados de las personas arrojan luz sobre el rumbo colectivo de los pueblos”, pues “detrás del yo se esconde un nosotros”. Y de ello da buena cuenta en el libro.

Realmente cuando uno inicia su lectura no sabe lo que se va a encontrar, siendo necesario ir leyendo los relatos para poder ir adentrándose en el libro e ir hilando la relación que hay entre todos ellos.

Al ir desmadejando su historia personal, nos relatará las vivencias de sus abuelos y el descubrimiento de la existencia de un familiar que desapareció en la Guerra Civil. Todo ello le empuja a una investigación que le llevará a recorrer otros lugares y a cruzarse con otras historias anónimas. En ese viaje nos hablará de su bisabuela maestra, de la escuela de Rioseco, de las Misiones Pedagógicas durante la II República, de la represión que sufrió el maestro Teodoro, nos acercará al horror que fue el bombardeo de la plaza de Andikona (julio de 1936) en plenas fiestas de Santamañak y el posterior asedio de Otxandio (abril de 1937), donde se supone que falleció un antepasado suyo luchando en el frente.

En este libro nos muestra que poder y represión van de la mano a lo largo de la historia: los Médicis en Florencia, la inquisición a lo largo de los siglos, el franquismo, el nazismo, las dictaduras militares chilena y argentina y los regímenes actuales, donde “el estado de excepción es cada vez más una forma de gobierno”[1]. Y a lo largo de la lectura de este libro estará presente un compañero de viaje, que no nos abandonará en ningún momento: el miedo. Es la herramienta que utiliza el autor para armar esta obra, pues sin el miedo no se podrían entender los relatos de Jonathan Martínez.

A lo largo de la historia de la humanidad encontramos que el miedo está siempre presente, y al que Jonathan Martínez lo define como “ese gran dictador que escribe la historia”. Todas las citas que hay al inicio de cada capítulo tienen que ver con este elemento y están relacionadas con el contenido del capítulo en el que aparecen. Y de su mano aparece la muerte, pues es el mayor miedo al que nos enfrentamos las personas. Sólo por el hecho de leer las citas que aparecen al inicio de cada relato merece la pena dedicar un tiempo a su lectura.

Jonathan Martínez a la hora de coger un período de la historia oficial para  armar este libro acota la historia en los últimos veinte años, para ello sitúa su inicio en septiembre de 2001, momento en el que se producen los atentados del 11S y finaliza con la huida de los aviones estadounidenses de Kabul. Si la imagen del 11S era gente tirándose al vacío desde las Torres Gemelas, en agosto de 2021 era la de personas queriendo huir de Kabul ante la llegada de los talibanes, y para ello intentaban agarrarse a cualquier parte de los aviones norteamericanos que despegaban de Kabul.

Este periodo de la historia se ha caracterizado por el miedo, que en uno de los relatos nos lo define como “una jaula de rejas invisibles”. A través del libro nos va mostrando que ese miedo ha servido a los que controlan el poder para ponernos ante una falsa elección entre libertad y seguridad. A lo largo de estos últimos veinte años se han producido una cascada de recortes en las libertades individuales y colectivas en aras a una falsa seguridad, pues dos décadas después los talibanes vuelven a gobernar Afganistán y la prometida seguridad solo ha servido para que EEUU haya realizado auténticas masacres de civiles en los conflictos que ha patrocinado. Pero como muy bien dice Jonathan Martínez “un pueblo no permanece unido por lo que todos aman sino por lo que todos temen”, y los que dirigían los designios de EEUU supieron realizar esa lectura en su propio provecho y pusieron en marcha los mecanismos necesarios para que los ciudadanos renunciasen a la libertad, en favor de tener una falsa seguridad. Y como el poder sabe gestionar este tipo de situaciones, la guerra es el mejor aliado para aplicar lo que el autor denomina “la economía del miedo”, es decir, la formula perfecta para que algunos se enriquezcan exportando el terror a lo largo del planeta.

Si en la historia de la Europa occidental hay un personaje que fue un gran conocedor del miedo, ese es Maquiavelo, por ello Jonathan Martínez lo tiene muy presente. El político florentino y algunas de sus reflexiones realizadas durante su exilio sobrevuelan este trabajo. Todo el pensamiento político que elaboró en esa etapa, cuando los Medici los expulsaron de Florencia, está recogido en El Príncipe y en él se plantea el siguiente dilema: qué es lo mejor para un gobernante ¿se amado o ser temido?, pregunta que surgirá en varios relatos, porque “el temor es el gobernante más peligroso”.

Las reflexiones que Maquiavelo realiza en El Príncipe sirven a Jonathan Martínez para trasladarlas a los diferentes acontecimientos que se han vivido a lo largo del siglo XX, porque la obra del pensador de Florencia no deja de ser un libro de cabecera para todo aquel gobernante que basa su autoridad en inculcar el miedo a sus ciudadanos, “basta una cucharada de mano dura para amedrentar a las masas”. Maquiavelo, que con la llegada de los Médicis cayó en el ostracismo, también vivió en sus carnes la crueldad del poder.

En esa labor de ir hilvanando el libro a través de diversas historias Jonathan Martínez une Otxandio, Nueva York, Herāt, Faluya o Kabul, lugares que tienen en común el horror de la muerte y la destrucción. En todos ellos hay multitud de historias personales que no forman parte de esa historia oficial pero que nos pertenecen por muy lejos que se hayan producido.

Algunas de las pequeñas historias del libro recalarán en los centros de tortura de la DINA, Abu Ghraib o Tres Cantos y con ello la sombra de Maquiavelo nos acompañará, pues sufrió los horrores de esta práctica a cargo de los Médicis.

A lo largo del libro hay varios relatos dedicados a la dictadura militar chilena, pero me voy a parar en uno de ellos en los que nos habla de la visita de Milton Friedman al Chile de Pinochet para “predicar el dogma del libre mercado”. Puede parecer un sarcasmo hablar de libertad en una dictadura, pero claro, el libre mercado va de acumulación de riqueza por parte de una minoría y para lograrlo en muchos casos la represión es el instrumento imprescindible. Represión y liberalismo son dos compañeros de viaje. Jonathan Martínez realiza un relato magistral en el que intercala testimonios de represión y torturas con las recomendaciones que Milton Friedman realizó a Pinochet para poner en práctica en Chile. No duda a la hora de buscar un nexo de unión entre la dictadura y las teorías económicas de Friedman: “la matanza y la nueva economía cabalgan codo con codo. Por lo visto, para liberar el mercado había que encerrar a personas”. Para esta historia el autor elige una cita del libro “La doctrina del Shock” de Naomi  Klein que refleja lo que fue la dictadura chilena[2].

El título del libro no es original, el autor lo extrae de un largometraje argentino que trata el drama de los bebes robados durante la dictadura argentina, esas historias silenciadas por la historia oficial y que Jonathan Martínez quiere rescatar del olvido para que formen parte de nuestra historia colectiva, y para ello en uno de esos relatos nos habla de las desapariciones y de bebes robados. Si el tema es duro de por sí, la cita que podemos encontrar al inicio de ese relato sencillamente es espeluznante. Es un pequeño fragmento de una conversación entre un militar golpista y el periodista argentino Jacobo Timerman[3].

En este trabajo el autor recoge una reflexión de Umberto Eco que es el fiel reflejo de la forma en la que en muchos casos se construye la identidad nacional: “Tener enemigo es vital para definir una identidad nacional porque garantiza un obstáculo contra el que medir un sistema de valores. Cuando no existe un enemigo es urgente construirlo”. Me atrevería a decir que esta frase también sirve para construir discursos de corte fascista, vacíos de cualquier contenido.

Jonathan Martínez ha combatido el miedo escribiendo y nos ha obsequiado un libro que rompe moldes por su originalidad y nos ha enseñado que la historia es mucho más de lo que nos cuentan en los libros. La historia nos pertenece porque la construimos todos nosotros.


[1] Cita de Giorgio Agamben recogida en este libro.

[2] Naomi Klein (La doctrina de Shock):“Estaban convencidos de que solo podrían retener el poder si lograban que los chilenos vivieran completamente aterrorizados”.

[3] Conversación entre el periodista Jacobo Timerman y el coronel Ramón J. Camps:

  •  Si exterminamos a todos, habrá  miedo por varias generaciones.
  • ¿Qué quiere decir todos?
  • Todos… unos 20.000. Y además sus familiares. Hay que borrarlos a ellos y a quienes puedan llegar a acordarse de sus nombres.

Construir pueblo. Un reto para recuperar la democracia

Construir pueblo. Un reto para recuperar la democracia

Tenía interés en profundizar en el discurso que Ernesto Laclau y Chantal Mouffe han construido en el campo de la izquierda, sobre la deconstrucción del marxismo y su teorización en el campo de la hegemonía y la estrategia que deben de seguir los movimientos populares desde la izquierda para superar tanto a la socialdemocracia como al marxismo clásico. Este interés venía dado por la influencia que estos dos teóricos habían tenido en el discurso inicial de Podemos y, sobre todo, en uno de sus fundadores: Íñigo Errejón. Uno de los motivos que hizo que aumentase mi interés era, sin duda alguna, la catarata de opiniones que se han realizado en los últimos tiempos acerca del posicionamiento ideológico y político de Íñigo Errejón. Se han realizado comentarios de todo tipo y condición, en función de donde provinieran y la finalidad que buscaban. Después de la lectura de este libro y algún otro trabajo me  ha servido para llegar a la conclusión de que muchas de las cosas que se han escrito y dicho en absoluto se ajustan con la realidad y además están contaminadas por intereses espurios.

Para profundizar en lo anteriormente expuesto, he leído con mucho interés un libro que me ha servido para profundizar en esta materia: “Construir pueblo. Hegemonía y radicalización de la democracia”, Icaria editorial, cuyos autores son Íñigo Errejón y Chantal Mouffe. No es un libro de reciente aparición. La elaboración del libro hay que situarla en febrero de 2015. Es un detalle importante porque en ese momento Podemos apenas tiene un año de vida y está a punto de afrontar su primera gran batalla política: las elecciones municipales y autonómicas. Pero, por el contrario, su lectura pasados cuatro intensos años es interesante y enriquecedora porque, sin duda alguna, desde esta perspectiva temporal ayuda al lector a realizar un análisis e interpretación mucho más sólidos de los movimientos políticos que se han producido en el Estado y las diferencias políticas surgidas en Podemos. Una vez de leerlo y de reflexionar sobre su contenido con la perspectiva del tiempo transcurrido desde su publicación he pensado en realizar este artículo.

Es un libro escrito en forma de un diálogo entre los autores, lo cual hace que su lectura sea tremendamente amena. Los diálogos están muy bien estructurados porque van sabiendo engarzar los diferentes bloques o temas que tratan, lo cual es de gran ayuda para el lector. En el arranque del mano a mano que mantienen los dos autores sale a relucir la obra “Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia” que Ernesto Laclau y Chantal Mouffe escribieron en la década de los 80 y que en su momento generó un gran debate en la izquierda marxista mundial y que en estos momentos vuelve a ser un manual que sirve para el debate en el campo de la izquierda.

En el libro de Íñigo Errejón y Chantal Mouffe se tratan diversos temas que hoy en día forman parte del debate ideológico y político, pero sin duda, lo que subyace en todo momento es el concepto de hegemonía ligado  a la figura de Antonio Gramsci, que hoy en día vuelve a ser de actualidad dentro los movimientos populares de izquierda. En cada tema que tratan, de alguna manera, está presente la influencia del teórico italiano. También hay otra cuestión que surge en diferentes momentos a lo largo del libro: la crítica a lo que se conoce como Tercera Vía que nace dentro del Laborismo británico y que pone práctica Tony Blair.

El libro tiene una óptica global. No solo se analiza a Europa. La temática latinoamericana y las experiencias de los movimientos políticos y sociales de este continente salen a relucir en los diferentes temas que tratan. Tiene grandes dosis de teoría política, pero en todo momento utilizando ejemplos de situaciones políticas que se han producido en los últimos cuarenta años en diversos países de nuestro entorno como de Latinoamérica, que sirven para poder entender el camino recorrido hasta la actualidad.

El libro tiene un buen arranque. Chantal Mouffe da unas pinceladas de la obra que escribió junto a Ernesto Laclau. Realiza una visión panorámica de lo que ha sido la izquierda marxista y la socialdemocracia europea a partir de los años 70, su incapacidad para articular las diferentes luchas existentes con la lucha de la clase obrera y crear voluntades colectivas. Comenta que, en su obra, hay una crítica al esencialismo marxista y a la socialdemocracia a la hora de saber abordar los nuevos retos y necesidades de los diferentes movimientos populares (feminismo, ecologismo, etc.). Laclau y Mouffe, inspirados en el concepto de hegemonía de Gramsci, ven la necesidad de articular entre sí todas esas luchas. Realizan una crítica a la deriva de la socialdemocracia europea al asimilar el discurso liberal, a través del modelo de la Tercera Vía, y lo que ello comporta: la desaparición de las identidades colectivas y el triunfo del individualismo. Chantal Mouffe incide en que la socialdemocracia no supo asimilar la caída del modelo soviético. Ello le impidió a la socialdemocracia ser alternativa y dejó el campo libre a liberalismo para que impusiera su hegemonía, achacando a los partidos de izquierdas una parte muy importante de la esa “gran rendición a la hegemonía liberal” al no cuestionarla lo que ha generado “nuevas formas de identidad y la gente no tiene los mismos valores: hay un nuevo individualismo y consumismo”. O dicho de otra forma: fomentando al ciudadano esa idea que lo que debe es vivir sin sobresaltos, que tenga educación, sanidad y alguna que otra prestación del Estado del bienestar pero abandonando el concepto de comunidad. En este ensayo Mouffe responsabiliza a la Tercera Vía el abandonar la idea de comunidad y de las identidades colectivas para aceptar la idea liberal del individualismo.

Por su parte Íñigo Errejón analiza de forma muy sencilla y clara lo que fue la Transición española. Cómo se hizo y en qué momento político se encuentra el Estado español.  A su análisis se le puede discutir o matizar algunas cuestiones, pero la descripción es diáfana: el proceso de Transición fue liderado por las élites de la dictadura y no hubo una movilización lo suficientemente fuerte como para abrir otro ciclo político que capitaneara la ruptura. Pero, sin duda, lo más interesante es cómo responsabiliza a la socialdemocracia del PSOE, del giro neoliberal que se da en este país. Hace una exposición sencilla pero muy ilustrativa de lo que han supuesto para el Estado español los gobiernos del PSOE. Lo fundamenta en una serie de datos que no son cuestionables. Para Errejón todo esto ha proyectado un mensaje a la ciudadanía que los partidos que han gobernado cada vez tienen menos diferencias ideológicas ente sí, han abandonado la confrontación política, sustituyéndola por consensos que se realizan a espaldas de la ciudadanía lo que ha llevado a producir una “desafección” por parte de la población hacia la política. Esta cuestión en otro apartado del libro lo desarrolla con más profundidad cuando analizan el surgimiento de los populismos de derechas en Europa.

Íñigo Errejón realiza un comentario que es muy sintomático de lo que ha pasado en estos cuarenta años en el Estado español. Afirma que, aunque la gente sigue votando, “se ha ido erosionando un poco el sentimiento de pertenencia a los partidos tradicionales” y se han llegado a perder lealtades. Sin duda alguna, esto es un resumen de la evolución de nuestra sociedad dentro del marco político en el que vivimos, en el que muchas de las decisiones que afectan a las personas no se toman por los representantes políticos sino por los grupos de poder. He querido resaltar esta parte de forma algo extensa para desvirtuar ese discurso que hay instalado en ciertos sectores de la izquierda que encasillan a Errejón en la socialdemocracia. Nada más lejos de la realidad.

En el libro hay una crítica tanto a la socialdemocracia como a la izquierda marxista europea porque no ha sabido adaptarse a los cambios de la sociedad. A los primeros por asimilar el modelo liberal y a los segundos por carecer de una estrategia para llegar al poder. Por lo que respecta a las luchas populares que se han dado en Latinoamérica, realizan una crítica a todas las experiencias que intentaron construir contrapoder popular desde fuera del Estado, es decir, “cambiar el mundo sin tomar el poder” y que han sido un paso atrás en todos los aspectos (movilización social y empeoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares). Esta situación lleva a los autores a volver a sumergirse en los conceptos de hegemonía y contrahegemonía y como el liberalismo ha sabido hacer hegemonía en las sociedades occidentales mucho mejor que la izquierda. Dan una gran importancia a la guerra cultural e ideológica en el camino para lograr la hegemonía, entre otras cosas, para romper con un concepto arraigado en la izquierda tradicional cuando los autores afirman que “en la política las posiciones y el terreno no están dados, son el resultado de la disputa por el sentido”. Para los autores hoy en día no se es de una ideología por la clase a la que uno pertenece, cosa que la izquierda tradicional aún no ha asimilado.

En el libro hay un ejercicio de reordenar las posiciones políticas para buscar la centralidad, que no el centro. Es una ruptura con el orden clásico existente en la política, esa dicotomía entre derecha-izquierda para fijar nuevas fronteras y las posiciones que ocupa cada uno para lo que denominan la producción de identidades “nosotros-ellos”. La construcción de un “nosotros” como creación de una identidad colectiva frente a un “ellos” representado por el adversario político. Es lo necesario para confrontar proyectos políticos y no entrar en el juego de los consensos que llevan al “languidecimiento de la democracia” debido a que las diferentes fuerzas políticas se parecen más entre sí y las decisiones se toman fuera del ámbito de la soberanía popular. Por ello plantean que esta situación en muchos casos puede llevar a la aparición de populismo de derechas.

Responsabilizan a los consensos de dentro de la crisis de la democracia representativa. Por el contrario, abogan por recuperar la democracia, lo que implica una confrontación de ideas permanente “la contienda infinita”.  

Es interesante el análisis que hacen del populismo, para Chantal Mouffe este fenómeno está ligado con la crisis de los partidos tradicionales y las instituciones incapaces para expresar los nuevos antagonismos producidos por el neoliberalismo.

En este ensayo hay un espacio para el 15M y para Podemos en el que los dos autores debaten acerca de relación y las diferencias entre ambos fenómenos. Errejón es muy claro cuando explica la concepción que la izquierda tradicional tenía del 15M: “demostración de ingenuidad”, “es una profunda equivocación porque no sale en los manuales”. Analizan el papel que desempeñó el 15M para canalizar el desencanto y la politización del descontento. El nacimiento de Podemos es tratado como una experiencia totalmente innovadora porque no sigue ninguno de los métodos que ha utilizado la izquierda tradicional para saltar a la arena política. Hicieron todo lo contrario a lo que se había hecho hasta ese momento y fue un rotundo éxito.

Pero sin duda, una de las cuestiones más interesantes es cuando tratan los cambios que en ese momento emergente  había introducido Podemos a la hora de posicionarse en el tablero político: El abandono de la división tradicional izquierda-derecha por una contraposición con mayor carga de mayor contenido popular: “el país real, de la mayoría de los de abajo, frente a los de arriba”. Renuncian a la construcción de la izquierda para construir un pueblo.

No me voy a extender en mencionar y comentar todos los temas que Cantal Mouffe e Íñigo Errejón tratan en su libro porque me alargaría mucho. Ese trabajo lo dejo para que la persona que haya leído mi  artículo se anime a leerlo. Estoy convencido que su lectura le servirá para poder entender mejor el entorno político en el que vivimos hoy.

Construir pueblo. Hegemonía y radicalización de la democracia
Construir pueblo. Hegemonía y radicalización de la democracia