Indigestión en la Brunete mediática

Allá por la pasada década, en el programa radiofónico que el periodista Javier Vizcaíno realizaba los sábados por la mañana, en Radio Euskadi, había una sección llamada “Cocidito madrileño”. Su duración no superaba, en el mejor de los casos, los cinco minutos, pero era un concentrado de todas las barbaridades, sandeces, exabruptos, coces e improperios que la Brunete mediática había escupido a las ondas en esa semana. Era un concentrado de bilis, acidez estomacal, rehogado con un poco de reflujos de la hernia de hiato que tenían algunos de los tertulistos, etólogos y avispados conocedores de Euskal Herria que, sin ruborizarse, podían llegar a ubicar a Getxo (Bizkaia) en Gipuzkoa o a Hernani (Gipuzkoa) entre Bermeo y Mundaka (localidades de la cosa de Bizkaia).

El título de la sección no había que entenderlo como una falta de respeto ni insulto a los madrileños, sencillamente ubicaba el origen mediático de la información que utilizaba para realizarla. Fragmentos sonoros de COPE, Intereconomía, Punto Radio y todo ese elenco de tertulianos que frecuentaban esas emisoras y que siguen abonados a ellas. No deja de ser paradójico que todas están situadas en Madrid ¡cómo les gusta la crispación política!

Como vasco que vive en la capital del Imperio tengo que reconocer que, cuando escuchaba esa sección todos los sábados, me servía para reírme un rato de ese pseudo periodismo. La sección los colocaba en su sitio, hasta el extremo que algunos tertulianos de la Brunete mediática, en las intervenciones que realizaban en esos medios, se hacían eco de la sección de Radio Euskadi entre la indignación y el victimismo.

El motivo que me haya venido a la memoria el ”Cocidito madrileño” de Javier Vizcaíno en Radio Euskadi se debe al ver el elenco de portadas que la prensa escrita de la Brunete mediáticaha publicado el pasado jueves. Era como si se hubieran metido entre pecho y espalda un cocido en el que el tocino hubiera estado rancio, el repollo con un punto muy alto de acidez y el morcillo en un alto estado de putrefacción y que todo aquello les hubiera generado un reflujo estomacal de cuidado. Y es que el resultado de la constitución de la Mesa del Parlamento de Navarra les ha roto todos los esquemas.

Se veían ufanos. El sábado de la semana pasada, se constituyeron los ayuntamientos navarros. Gracias a la división de los partidos progresistas y la negativa del PSN a apoyar a candidaturas de izquierda, la derecha se hizo con un elenco de alcaldías importantes, sin tener la mayoría absoluta ¡así no se las ponían ni a Felipe II! Esto produjo el regocijo de la derecha navarra y española, de la Brunete mediática y hasta de los fontaneros de la Zarzuela. Todo estaba bajo control. El primer partido del play-off lo había ganado, sin despeinarse, la derecha rancia y reaccionaria.

El segundo partido consistía en la elección de la Mesa del Parlamento navarro. Después de la maratoniana reunión del martes pasado entre el PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra, Navarra se volvía a cubrir de nubarrones negros. No había acuerdo por la negativa del PSN a votar a EH Bildu para que formara parte de la Mesa del Parlamento. Parecía que todo estaba roto y la derecha navarra se vería una vez más controlando este órgano sin tener mayoría suficiente para ello. Gracias a la división del resto de fuerzas políticas y a las presiones continuas que venían de la capital borbónica, parecía que el segundo asalto volvía a ganarlo la CEDA del siglo XXI sin volver a tener mayoría absoluta. Sin embargo, no hay que olvidar que el partido no termina hasta que el árbitro pita el final. Y ocurrió que, en el descuento, con un movimiento inesperado el resultado, que parecía que estaba atado y bien atado en favor de esa derecha carpetovetónica, se viene abajo como por arte de magia. Los cuatro partidos  llegan a un acuerdo en el que la pretensión de Geroa Bai para que EHB Bildu forme parte de la Mesa del Parlamento sale adelante sin que el PSN tenga que votar a favor. La abstención de los socialistas navarros sería suficiente. El acuerdo está logrado y Geroa Bai se hace con la Presidencia de la Mesa y este órgano queda controlado con mayoría absoluta por las fuerzas progresistas.

¡Para qué queremos más! La diarrea de titulares y artículos no se hace esperar. A partir de aquí empieza una competición para ver qué grupo periodístico de la Brunete mediática elabora el guiso más rancio y pesado para digerir. Los calores que empieza a hacer por Los Madriles pueden hacer de este plato una sobremesa muy indigesta.

Como aperitivo tenemos dos portadas: La Razón espeta el siguiente titular “Sánchez se entrega a Bildu para allanar su investidura”. Para empezar, no está mal. Sencillamente que Bildu no existe, la organización que representa a la izquierda abertzale es EH Bildu, gracias a la entrada de Aralar. A la Razón se le olvida un detalle: EH Bildu no ha dicho que vaya la apoyar a Sánchez. Lo que el titular no quiere reconocer es que la investidura se allana gracias al acuerdo que llega el PSN con Geroa Bai, la marca en Narra del PNV. Los seis escaños de este partido son más que los dos que tiene la marca de la derecha navarra en el Congreso y da la impresión de que el PSN buscaba garantizar el apoyo de los unos (PNV) o de los otros (Navarra Suma) y los seis del PNV siempre es una cifra superior a los de Navarra Suma. El siguiente entrante es el titular de El Mundo: “El PSOE abre la puerta a Bildu y Sánchez orienta su investidura”. Quien lea este titular entiende que quien orienta la investidura a Sánchez es EH Bildu, cuando realmente quien la está orientando es el PNV que, que a través de su marca en Navarra, Geroa Bai, ha obtenido la Presidencia del Parlamento navarro.

Lo mejor, sin duda alguna el plato fuerte, lo sirve la portada de ABC. “El PSOE abraza al separatismo en Navarra”. Para que no le queden dudas al lector. La realidad es bien distinta. El PSOE se abraza a los mismos con los que gobierna en la Comunidad Autónoma Vasca, el PNV, o los que se abrazaba Rajoy para poder sacar adelante sus presupuestos en el Congreso. Pero ¡qué más da! Si este titular lo lee el paisano de Moral de Calatrava o de Villanueva de la Serena lo tiene clarísimo: ha resucitado el contubernio rojo-separatista y  es que hacen bueno aquel dicho de “No dejes que la verdad te estropee un buen  titular”. El encabezamiento ya es suficiente para que uno no siga leyendo, y, si se me apura, casi mejor porque el interior del periódico sólo sirve para incendiar aún más con una intoxicación informativa digna del mejor Goebbels ¡Qué pena de desperdicio de papel y de desforestación de bosques!

Para finalizar, en este rally de descorche de noticias, El Confidencial no se podía quedar a la zaga y para ello le deja los honores al plumilla Isidoro Tapia que titula el artículo “La foto de la vergüenza”. La foto en cuestión es el saludo entre la líder del PSN, María Chivite y el Presidente del PNV en Navarra y parlamentario foral de Geroa Bai que ha sido elegido Presidente de la Mesa del Parlamento, Unai Hualde. Del contenido del artículo mejor no hablar mucho, pero no me resisto a transcribir el inicio del primer párrafo: “Se acaba de cruzar una línea en la política española que hasta ahora nadie se había atrevido a traspasar. El Partido Socialista Navarro ha alcanzado un acuerdo con los nacionalistas vasco-navarros de Geroa-Bai, votando a favor de su candidato para presidir la Mesa de la Cámara…”. Cualquiera que lea esto piensa que Geroa Bai es un partido peligroso donde los haya, antisistema. Curiosamente es el que ha gobernado Navarra durante los últimos cuatro años y no ha pasado nada grave ¡Se me olvidaba! Han pasado algunas cosas sin importancia. Gracias a esa gobernanza se le han acabado las prevendas al Opus Dei en esta comunidad, se ha terminado con el caos que había en la Hacienda Foral, con los chanchullos, tejemanejes y amiguismo en las licitaciones, las políticas pseudo democráticas en la Policía Foral, etc.. Se ha acabado porque, entre otras cosas, el Ejecutivo foral estaba supervisado por las otras tres fuerzas políticas que le daban estabilidad, sin duda, un ejercicio saludable de higiene democrática, que falta hacía.

Para intentar superar este corte de digestión hay varios titulares que ponen en la mesa la realidad a día hoy. El titular del diario Gara lanza una chinita al ojo de la derecha con este titular “La derecha pierde. Todos los demás ganan”. Pone negro sobre blanco quien pierde y quienes ganan. Pero sin duda el titular que tiene más proyección a futuro es el del Diario de Noticias de Navarra “La derecha navarra masca su soledad parlamentaria”. Sin duda alguna este titular mira a futuro, con la condición que se produzca un acuerdo entre las fuerzas políticas no de derechas para presidir el Gobierno navarro. A día de hoy, si llegan a un acuerdo PSN y Geroa Bai para la investidura de Sánchez, la derecha navarra va a pasar otros cuatro años aislada y en la mayor de las soledades. La futura investidura será el partido de desempate y se presenta muy reñido. En la mente de muchas navarras y navarros están los agostazos de 2007 y 2011 y hasta que no se produzca la votación de investidura no hay nada garantizado. Lo que si empiezo a intuir es que, hasta el último momento, no se va a decantar ni en favor de unos ni de otros. Las presiones ya han empezado a ser públicas y notorias. Todo ello hace pensar que hasta el último momento no se va a llegar despejar esta incógnita.

El turnismo político. Una democracia en decadencia.

El final de la I República, que da por concluido el sexenio democrático iniciado en 1868, sumió al país en una de las épocas más sombrías de la historia de España. Fue una experiencia democrática, que se inició con la caída de la monarquía de Isabel II, para acabar proclamándose la I República española.

Con la caída de la I República, vuelve a restaurarse la monarquía como forma de gobierno en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Ésta tuvo que abandonar el trono en 1868, entre otros motivos, por los grandes escándalos de corrupción que se vivieron en su reinado y en los que estuvo envuelta.

La Restauración de la monarquía en 1874 trajo consigo una monarquía parlamentaria y la Constitución de 1876, que, siendo rigurosos, no era equiparable a los regímenes parlamentarios existentes en Europa.

La Restauración monárquica tuvo una serie de formas de operar un tanto peculiares a través de las instituciones y la clase política de la época:

El bipartidismo: A través de un sistema electoral que primaba la alternancia en el poder de dos partidos, a fin de evitar la dispersión en muchos grupos políticos. El partido conservador y el liberal cumplían esa función a las mil maravillas.

El turnismo político: Entre los líderes de ambas formaciones (Cánovas y Sagasta) llegaron a un pacto tácito de alternancia en el poder. Planificaron el momento en que cada uno de ellos tomaría el poder, al margen de lo que pudiera deparar el resultado electoral. Cuando el partido en el poder había agotado su periodo de permanencia, el monarca encargaba la formación de un nuevo gobierno al jefe de la oposición. Éste disolvía las Cortes y convocaba unas nuevas elecciones que las ganaba el partido del nuevo presidente del Gobierno. Para ello, el presidente recién nombrado organizaba las elecciones con el objetivo de fabricar un resultado a su medida, para que su partido tuviese mayoría en el Parlamento.

Este sistema político era una farsa. Todo estaba preestablecido de antemano. La voluntad popular era continuamente falseada por los guardianes de este Régimen. No hace falta decir que este déficit democrático era el caldo perfecto para que, en los diferentes gobiernos de la Restauración, la corrupción y las malas prácticas políticas volvieran a campar a sus anchas.

Pues bien, parece que en la actualidad, en este país, hay partidos políticos que tienen un deseo irrefrenable de reeditar situaciones que deberían de estar desterradas de la práctica política.

Todo esto lo traigo a colación porque han aparecido algunas informaciones que parecen hacernos retroceder muchos años en el túnel del tiempo. Me estoy refiriendo, por un lado, a los acuerdos a los que han llegado PSOE y Ciudadanos para gobernar dos años cada uno  en los ayuntamientos de Albacete y Ciudad Real y, por otro lado, a la exigencia que ha realizado Ciudadanos al PP para aplicar la misma idea en el Ayuntamiento de Madrid. Bien es verdad que no se puede dejar en el saco del olvido esa sesión de investidura de Rajoy en la que el PSOE pasó del “no es no” en campaña a la abstención, previo golpe de Estado en Ferraz. Eso sí que fue todo un acto de fraude a los votantes del PSOE, al más puro estilo decimonónico.

Esta forma de actuar es la nueva fórmula política para aplicar el turnismo político. Una reedición moderna, más sofisticada si se quiere, pero que en su núcleo tiene la misma finalidad que en la Restauración española: ignorar la voluntad popular. En la Restauración no se sabía cuál era la voluntad popular porque el pucherazo estaba organizado desde unas fechas antes y en los casos actuales los resultados de las elecciones, en muchas ocasiones, sirven de poco si se   dan acuerdos de los partidos políticos que durante la campaña electoral nunca llegaron a comunicar. Es más, si durante la campaña electoral, caso hipotético, se les hubiera preguntado por la posibilidad de pactos de esta naturaleza es probable que los hubieran negado y que hasta se hubieran sentido ofendidos por la pregunta.

Este nuevo modus operandi tiene su parte interesante porque viene a ser como la prueba del algodón. Hay partidos políticos que están adoptando algunas decisiones que no son más que el deseo de llegar al poder a cualquier precio. Aunque no figura en sus estatutos ni documentos políticos, su único objetivo se circunscribe a tocar poder porque están faltos de ideas para solucionar los problemas de la ciudadanía. A esto se le llama la consecución del poder como elemento imprescindible para perdurar en el tiempo.

Estos partidos pueden durar más o menos tiempo en el poder en función de las necesidades del Régimen y de la capacidad que tengan en la trastienda política para maniobrar. No olvidemos que son los títeres que mueve el Régimen para lograr sus fines y son la herramienta necesaria para recomponer las costuras del Régimen, pero el daño que hacen a la sociedad es de imposible reparación.

Para cuando la mayor parte de las personas lean este artículo, ya se habrán consumado muchos de los acuerdos que censuro en este escrito, sin embargo, estoy seguro de que nos encontraremos con algunos acuerdos que superen nuestra capacidad de asombro. Todo sea por el control del poder.

Aquellos polvos trajeron estos lodos. Lifting a la dictadura franquista

El refranero popular es muy rico y la experiencia me dice que siempre o casi siempre se cumple. El pasado martes en el Tribunal Supremo se produjeron dos hechos que van a tener una trascendencia política y jurídica muy profunda: Una resolución jurídica y una manifestación de un fiscal en las conclusiones de un proceso penal. Ambas tienen una trascendencia política y un importante toque de relectura de la historia, porque hacen una reinterpretación de la historia del siglo XX de este país.

El primer hecho de trascendencia que se produjo el pasado martes en el Tribunal Supremo fue consecuencia del auto de suspensión de la exhumación del cadáver del dictador Franco, que ha dictado este tribunal. En ese auto hay un párrafo que dice “habida cuenta de la significación de don Francisco Franco Bahamonde. El hecho que fuera Jefe del Estado desde el 1 de octubre de 1936 hasta su fallecimiento el 20 de noviembre de 1975”. Esta resolución ha provocado un sinfín de comentarios en artículos y tertulias en los que se ha dicho de todo. Por ejemplo, que “la democracia española está seriamente tocada” o que “el Tribunal Supremo ha legalizado el franquismo” y expresiones similares.

Ante todos estos comentarios sólo puedo decir que me quedo atónito. Da la impresión que en este país periodistas, intelectuales y algunos políticos no se han querido enterar hasta ahora de nada. Absolutamente de nada. Es más, voy a decir una cosa que no debería escandalizar a nadie: La frase que se recoge en el auto del Tribunal Supremo es correcta y tiene su lógica, aunque a cualquier demócrata de verdad nos genere sarpullidos y se nos revuelvan las tripas. No es correcta desde un punto de vista histórico pero, desgraciadamente, es correcta desde un punto de vista legal. Para ello es necesario hacer un pequeño ejercicio de memoria histórica.

Es indiscutible que el nombramiento de Franco como Jefe del Estado el 1 de octubre de 1936 es un acto ilegítimo y que no se ajusta a derecho porque es producto de una rebelión militar contra la Republica, mediante el uso de la fuerza y contra un régimen legal y democráticamente constituido tras el abandono por parte del Rey Alfonso XIII de la jefatura del Estado. Tras el triunfo de esa rebelión militar los alzados imponen una dictadura sangrienta y genocida durante 40 años que se supone que finalizó cuando el dictador fallece.

El problema radica en que desde la muerte de Franco en toda la legislación que se aprueba no se recoge ningún párrafo en el que se declare a esa dictadura como un régimen ilegal. Es más, la Ley de Reforma Política de noviembre de 1976 no cuestiona ni el Régimen franquista ni las leyes emanadas de él. Tiene una finalidad muy clara: Realizar una serie de reformas legales en el edificio legal de la dictadura, sin cuestionar en ningún momento este régimen, para desembocar en un nuevo régimen heredero de la dictadura. Una democracia formal, pero en el que en ningún momento se cuestiona todo lo anterior y como botón de muestra tenemos varios ejemplos: El nuevo Jefe del Estado (Juan Carlos de Borbón) fue designado por el Jefe del Estado surgido del golpe de Estado. Las fuerzas de seguridad (Policía y Guardia Civil), que durante 40 años fueron el baluarte de la represión contra la disidencia política, no fueron depuradas. El Ejército español, baluarte del golpe de Estado-rebelión de julio de 1936 siguió intacto. Pero, sin duda alguna, lo más grave fue que uno de los poderes del Estado, el Poder judicial, que conforme la Constitución de 1978 iba a ser uno de los pilares del nuevo régimen, estaba copado por magistrados procedentes de la dictadura, los cuales defendieron en todo momento toda la legislación y esencias jurídico-políticas franquistas. Con estos antecedentes mal comenzaba la nueva etapa porque todas las instituciones anteriormente mencionadas mantuvieron en todo momento el espíritu heredado del franquismo.

Si todo lo expuesto hasta este momento no deja lugar a dudas, menos dudas quedarán si se tienen presentes las palabras del que fuera Ministro de Justicia del Gobierno de Adolfo Suarez a la hora de defender La Ley de Reforma Política. Se expresó en los siguientes términos desde la tribuna de las Cortes franquistas: “nadie incurre en el intento insolidario de rechazar período alguno próximo o lejano de nuestra historia de otra que sería estéril pretender fundar nuestro futuro sobre sobre un presente que reviva con pasión e ira antiguos antagonismos”. No creo que sea necesario recordar algunos discursos de Suarez, en los que se subrayaba que en ningún momento se cuestionaba la legalidad existente hasta ese momento. Pero ¿cómo iba a cuestionarlo si había sido ministro secretario general del Movimiento?

Posteriormente, en ninguno de sus artículos de la Constitución de 1978 se declaró ilegal el régimen surgido del golpe de Estado de 1936 y nombró garante de la Constitución a los mismos poderes que lo fueron del Régimen franquista. Es decir, se puso a la zorra a guardar el gallinero. Por tanto, no puedo entender que ahora llame la atención el auto del Tribunal Supremo. Si es que cuando a los poderes del Estado heredados del franquismo se les toca la fibra sensible sacan a relucir su ardor guerrero y a tener presente el discurso y esencias de la dictadura.

No quiero pasar por alto un dato histórico importante. En este contencioso, cuando el Tribunal Supremo ha tenido que fijar la fecha desde la que Franco estuvo al frente de la jefatura del Estado, ha designado la del 1 de octubre d e1936, sin tener presente que hasta febrero de 1939 la II República era el gobierno legítimo reconocido por la Comunidad Internacional, pues hasta la caída de la Republica coexistían dos gobiernos enfrentados por la soberanía nacional. Dato que resaltan muchos historiadores.

Desde 1978 no ha habido ningún gobierno que haya aprobado una ley en la que se diga de forma expresa que los 40 años de franquismo carecen de legalidad y que reconozca la legalidad republicana como la inmediatamente anterior a la actual. Y nadie puede negar que posibilidades ha habido para esto y para mucho más. A todo esto, la prensa ha sido de lo más dócil con todos los hechos que acabo de relatar y la izquierda ha pasado olímpicamente de liderar la respuesta democrática a todo este proceso de lavado de cara del franquismo. Se han condecorado a torturadores, a responsables de la represión franquista y durante un cierto tiempo el papel de jefe de la oposición lo desempeñó un antiguo ministro de Franco que firmó sentencias de muerte. Entonces ¿A qué viene este escándalo cuando el Tribunal Supremo habla de Franco como Jefe del Estado? Por tanto, duele reconocer que con la legislación vigente esa frase que tanto ha escandalizado es correcta. Realmente el escándalo se arrastra desde 1976 cuando esta izquierda mojigata acepta como propio el discurso del olvido, del borrón y cuenta nueva y de la reconciliación con los responsables del golpe de 1936.

Por tanto, no puedo entender que esta resolución del Tribunal Supremo genere tanta indignación. Si lo único que hacen es ser coherentes con la legislación existen y el espíritu que emana de ella. Aquellos polvos trajeron estos lodos. El problema radica que reconocer la argumentación que realizo implica denunciar el régimen que surgió en 1978 y ello conlleva cuestionar todos los pilares de ese régimen (monarquía impuesta por Franco, unidad indivisible de España, no cuestionar el Régimen franquista, etc…) y esto ya obliga a posicionarse de verdad. En el Estado español no ha habido la voluntad política que han tenido otros países para aprobar leyes de punto final, juzgar a los que durante la dictadura cometieron crímenes y no ha habido una ley de reparación y restitución que derogara las sentencias dictadas por los tribunales franquistas en las que condenaban y difamaban a los represaliados políticos. De hecho cuando se ha solicitado anular algunas de esas sentencias el Tribunal Supremo ha denegado dichas peticiones.

El segundo hecho que se dio ayer en el Tribunal Supremo lo protagonizó uno de los fiscales del Juicio del Procés. En su alegato, para defender la acusación por rebelión y querer demostrar el uso de la violencia, invocó el golpe de Estado del 23-F diciendo la siguiente frase: “Ya que la existencia de la violencia física queda limitada a aquellas zancadillas y zarandeos al general Gutiérrez Mellado que en paz descanse”. Menos mal que los hechos están grabados y los hemos visto infinidad de veces en televisión. Tiene la desfachatez de reducir la violencia al zarandeo a un miembro del Gobierno. Omite la utilización de armas de fuego y el secuestro durante más de 12 horas de 350 diputados. Esto es reescribir la historia, pero encima de forma cutre y tomar por tonta a la ciudadanía. En un país con un cierto pedigrí democrático, el ministro de Justicia de la mano del Fiscal General del Estado hubiera cesado ipso facto a este fiscal, que para eso depende de él. Pero aquí no pasa absolutamente nada ¿Cómo van a adoptar alguna medida contra un fiscal que está haciendo la inmensa labor de apuntalar al Régimen del 78? Lo normal es que le den una medalla pensionada como a Billy el Niño.

Lo más curioso es que entendía que, este segundo tema era tan importante, que merecía que esta noticia hubiese ocupado un espacio relevante en las cabeceras de los periódicos que todavía tienen una inspiración democrática. Pero es lo que hay. No vamos a pedir imposibles. Hay que tener presente que la intervención de este fiscal se ha realizado en el marco del Juicio al Procés, y cualquier cuestión en este tema conlleva poner en tela de juicio este proceso y, por tanto, cuestionar la actuación de los poderes del Estado. Y eso son palabras mayores. Así que nadie se escandalice si a partir de ahora los jueces y fiscales de este país deciden quitar el trabajo a los historiadores y ponerse a redactar los nuevos libros de historia. Por si acaso, guardemos los actuales para leerlos de vez en cuando e intentar protegernos de la que se nos avecina.

PNV en Navarra: ¿Órdago a grande o envite a chica al PSOE?

Los resultados de las elecciones municipales y forales han puesto de manifiesto algunos escenarios nuevos. En la Comunidad Autónoma Vasca el PNV ha mejorado los resultados de 2015, llegando a tener a su alcance el control de las tres diputaciones forales. Podría  hacerlo sin necesidad de grandes pactos y lo mismo se puede aplicar para las tres capitales. EH Bildu ha mejorado ligeramente sus resultados, así como el PSOE. Por el contrario, Podemos ha tenido una tendencia a la baja, el PP se la ha vuelto a pegar, por lo que respecta a Cs y VOX, sencillamente no existen. Sin duda alguna Euskal Herria sigue siendo un oasis libre de partidos de extrema derecha.

Sin embargo, Navarra ha sido el territorio que ha protagonizado un cambio sustancial del mapa político. La caída de Podemos hasta las catacumbas y de todas las marcas surgidas en 2015 (Aranzadi, Izquierda-Ezkerra) ha traído consigo la recuperación del PSN-PSOE y esto le permite ser la llave para futuros pactos. Pero es aquí donde vuelven los socialistas a estar en la misma disyuntiva de 2007 y 2011: Apoyar a gobiernos progresistas o dejar que la derecha gobierne Navarra. En este escenario, si nos dejamos guiar por la experiencia anterior, la incógnita se despeja en un momento: El PSN-PSOE hará todo lo contrario que en el resto el Estado y se pondrá la armadura del Duque de Alba cuando entró en 1512 a conquistar el Reino de Navarra. Servirá  de alfombra roja para que la derecha más reaccionaria del Estado español campe a sus anchas por Navarra y es necesario señalar que la sociedad navarra, a esa derecha recalcitrante, no le ha dado la mayoría absoluta.

Lo que ocurre es que esa duda que hay con el PSN en estos momentos ha entrado en cuarentena. Las declaraciones de Joseba Egibar en Radio Euskadi han generado un sobresalto en los medios de comunicación y partidos políticos y ha pillado a todos con el pie cambiado. Ha dicho que la decisión que adopte el PSN en Navarra condicionará los posibles pactos del PNV. En otras palabras: como el PSN facilite el acceso a la derecha de Navarra al gobierno del Ayuntamiento de Pamplona y del Gobierno foral, se verán afectados los acuerdos que el PNV tiene con el PSE-PSOE en todas las instituciones de la Comunidad Autónoma Vasca y quizás el apoyo a Sánchez en la investidura.

El PNV en sus negociaciones y pactos postelectorales no ha sido proclive a poner en la mesa Navarra. En la historia reciente de Euskal Herria el PNV tiene el precedente del año 1983 y no creo que en Sabin Etxea tengan muy buenos recuerdos de aquel proceso. Después de las elecciones municipales y forales de aquel año, Xabier Arzallus negoció con Manuel Fraga, presidente de Alianza Popular, para que las instituciones de Navarra no fueran gobernadas por el PSOE y entregárselas a la derecha navarra formada por UPN y Alianza Popular. Aquello derivó en un cisma dentro del PNV, pues los electos del PNV en Navarra se negaron a acatar ese acuerdo. Los hechos acabaron con un verdadero cisma que dividió al partido en dos, surgiendo Eusko Alkartasuna. Casi toda la militancia y los cargos públicos del PNV en Navarra  entraron en Eusko Alkartasuna y, a partir de ese momento, el PNV se quedó como un partido testimonial en Navarra. Durante  varias décadas ha tenido su travesía del desierto en Navarra, hasta hoy en día que está más recuperado.

Sin embargo ahora   la situación es muy diferente, el PNV tiene una posición hegemónica que le permite apretar al PSOE para que acceda a negociar con los partidos del cambio en Navarra (Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra). Por el contrario, el PSOE que salió muy tocado en las elecciones municipales y forales de 2015 en la CAV, tuvo unos muy malos resultados que consiguió paliar con el acuerdo al que llegó con el PNV, para entrar a formar parte de los gobiernos de las tres capitales de la CAV y de las tres diputaciones forales.

Ni en el mejor de  los sueños al PSOE se le hubiera pasado por la cabeza el tocar poder con los malos resultados que obtuvo en 2015. El PNV tuvo un gesto de generosidad con el PSOE que a muchos sorprendió enormemente por varios motivos. En ese momento el PSOE estaba pasando uno de los peores momentos en todo el Estado y no daba la sensación que fuese a ser alternativa de gobierno a nivel estatal. El PNV para gobernar podía haber llegado a pactos postelectorales y/o pactos de legislatura con diferentes fuerzas políticas, siendo el PSOE una más. El PNV podía haber actuado con cierto revanchismo hacia el PSOE pues no quedaba tan lejos el acuerdo que alcanzó el PSOE y el PP para desbancar al PNV en el Gobierno Vasco. Más de algún jeltzale todavía tendría alguna factura que pasarles. Pero no, el PNV le ofreció al PSOE nada más y nada menos que un acuerdo de gobierno, por el que  los socialistas entraban en el gobierno de las diputaciones y ayuntamientos de la CAV, en los que los números dieran para gobernar ambas formaciones con mayoría absoluta.

Esa situación, unida a que en las últimas elecciones autonómicas el PSOE ha pasado a formar parte del ejecutivo de Urkullu, no deja de ser un balón de oxígeno para un partido que en estos momentos podía estar pasando un calvario porque, no nos engañemos, estos partidos si no están en el poder no son nadie. Tienen que dar de comer a muchas bocas del aparato. Si el PSE-PSOE no estuviera en el poder, gracias a la generosidad del PNV, hubiera tenido que hacer un ERE mayor que el que está negociando el Banco de Santander en la actualidad. Los partidos tradicionales si no tienen una representación considerable y no controlan algunas instituciones peligran más de lo que la ciudadanía se imagina. Cuando ostentan una consejería autonómica, una cartera en alguna diputación foral o una concejalía es el momento de ejercer de oficina de colocación para el partido y para lo que haga falta. Es el refugio ideal de todos los que no han sido elegidos en las urnas.

Pues bien, si el PNV optase por poner en la mesa de negociación con el PSOE la alcaldía de Pamplona y la elección del Gobierno foral de Navarra será curioso ver el pulso que se produzca entre ambas  formaciones. Hay que tener claro que en este tema el PSN realmente no negocia, quien negocia es el PSOE desde Ferraz, porque para el Régimen del 78, Navarra es una cuestión de Estado igual que lo era para los Reyes Católicos y la “E” de las siglas del PSOE pesan mucho.

El PNV también tiene otros intereses, como son las competencias que recoge el Estatuto de Gernika y que después de 40 años de aprobación aún no han sido trasferidas por completo. Es decir, una Ley Orgánica aprobada en 1979 que aún no se ha cumplido y que, para conseguir que se cumpla (aunque sea a plazos) la única fórmula que el PNV suele aplicar es  la de pedir transferencias a cambio de sus votos, cuando éstos son imprescindibles en el Congreso. Y es por aquí por donde el PSOE puede apretar al PNV, entrarían a negociar puestos por competencias.

Todo estas cuestiones van a estar flotando en el ambiente y vamos a ver si el PNV realmente le está echando un órdago a grande al PSOE o se queda en envite a chica. Conociendo como conozco al PNV, me inclino por lo segundo, quedando como damnificada la Navarra del cambio y toda la ciudadanía que la representa.