Terrorismo de Estado y ultraderecha: dos caras de una misma moneda

Cherid. Un sicario en las cloacas del Estado

Hablar de las cloacas del Estado es entrar en un mundo en el que nos encontramos la verdadera cara de lo que son los aparatos que lo sustentan. Es ahí donde realmente se debe poner un dispositivo para medir las ratios que tienen los Estados en materia de democracia, derechos y libertades fundamentales. Si ese imaginario medidor se pusiese en funcionamiento, en muchísimos países de nuestro entorno la aguja no lograría ni alzarse levemente. Nos encontramos con estados que bajo la fachada de democracias consolidadas que se supone que cumplen los estándares democráticos, se esconden movimientos ocultos que sin duda alguna se pueden calificar de siniestros y es ahí donde se prueba la calidad democrática.

En este contexto, el libro al que hoy voy a dedicar este espacio es producto de una labor audaz y exhaustiva de investigación que, siguiendo la estela de un sicario, ha buceado en las cañerías del Estado español y sus diversas ramificaciones en el entorno de lo que denominan democracias occidentales, aunque quizá fuese mejor suprimir la palabra democracias y dejarlo únicamente en occidentales. Su autora, Ana María Pascual, periodista de investigación con una dilatada trayectoria en diferentes medios de comunicación, publicó hace un lustro el libro “Cherid. Un sicario en las cloacas del Estado” (El Garaje Ediciones). No dudo que se dé la circunstancia que más de una persona haya tenido la oportunidad de poder leerlo, pues en un espacio corto de tiempo la editorial tuvo que realizar una segunda edición, pero como me temo que habrá muchísimas más personas que no tengan conocimiento de este libro y/o de lo que en él se recoge, es por lo que me ha parecido interesante y necesario rescatarlo.

Terrorismo de Estado y ultraderecha: dos caras de una misma moneda
Ana María Pascual (Fotografía loquesomos)

En mi caso, he tenido la ocasión de leerlo en fechas recientes, y lo que me ha llevado a dedicarle estas líneas es la deuda que tenemos para con todas aquellas personas que, durante la dictadura y los años posteriores, sufrieron la violencia y la represión tanto de los aparatos del Estado como de las organizaciones de ultraderecha. Y en ese contexto, este libro, entre otras cosas, sirve para acabar de despejar la duda sobre el nexo de unión entre el Estado y las organizaciones terroristas de ultraderecha. En la inmensa mayoría de los casos no existió una línea divisoria entre el Estado y esos grupos terroristas que en los primeros años de la monarquía eran denominados con el eufemismo de “grupos incontrolados”, más bien se podría decir que formaban una nebulosa donde diferenciar lo uno de lo otro era prácticamente imposible. Estos grupos mal llamados incontrolados podían asesinar a Arturo Ruiz en una manifestación en Madrid, entrar a tiros en un despacho de abogados laboralistas o generar el terror en el Triángulo de la Muerte (formado por las localidades de Urnieta, Hernani y Andoain), gozando de total impunidad en las instancias policías y judiciales, y sobre ellos planeaba en muchos de los casos la sombra de miembros de la Internacional Negra[1].

Anteriormente he dicho que la autora del libro es la periodista Ana María Pascual, pero este libro se sustenta sobre otro pilar fundamental, que no es otro que Teresa Rilo, la que fuera viuda del mercenario francés Jean Pierre Cherid.

Como cuestión previa, antes de continuar, quizá sea necesario responder a la pregunta que alguno se estará haciendo, y que no es otra que quién fue Jean Pierre Cherid. La respuesta es sencilla, un ciudadano francés nacido en Argelia, hijo de colonos que se enroló como paracaidista en el ejército francés para luchar contra el movimiento independentista argelino. Posteriormente formó parte de la organización terrorista OAS, estuvo en prisión en el Estado francés por haber asesinado a un gendarme, de donde huyó a España, donde empezó una carrera como mercenario; pasó por Biafra, Martinica y trabajó para los aparatos policiales y servicios secretos españoles, siendo una pieza clave en el terrorismo de Estado bajo el paraguas de diferentes siglas (Batallón Vasco Español, Antiterrorismo ETA, Triple A, Guerrilleros de Cristo Rey y finalmente GAL). Falleció en marzo de 1984 en la localidad de Biarritz debido a la explosión de un vehículo que había preparado para atentar contra refugiados vascos. Su muerte se produjo en extrañas circunstancias que nunca se llegaron a esclarecer y por los datos que este libro aporta, las autoridades españolas pusieron todos los medios a su alcance para enterrar todo lo que pudiera ayudar a esclarecer la muerte del sicario francés.

Terrorismo de Estado y ultraderecha: dos caras de una misma moneda
Jean Pierre Cherid en Montejurra 1976 (fotografía loquesomos)

Este libro está escrito a dos voces en el que el lector encontrará por un lado la investigación realizada por la periodista Ana María Pascual enfocada en dar a conocer de forma pormenorizada todas las actividades que realizó a lo largo de su vida el mercenario Jean Pierre Cherid, y por otro lado el relato en boca de su viuda, donde encontrará lo que fue la vida de este sicario, descrita por la persona más cercana a él, su mujer, donde revelará muchas de sus actividades, intimidades, personas de diferentes ámbitos con las que se relacionaba, entre los que se encontraban terroristas de la ultraderecha española, italiana, francesa, argentina y personajes relevantes de los aparatos policiales y servicios secretos del Estado español, todo ello de forma muy detallada.

Ana María Pascual en su trabajo de investigación irá tirando del hilo de una madeja que servirá para mostrarnos una infinidad de datos necesarios para entender lo que se ha cocido en las cloacas de la Europa Occidental durante la segunda mitad del siglo XX.  Como la dictadura franquista propició que el Estado español se convirtiera en un santuario del terrorismo de ultraderecha europeo. Ejemplo de todo esto es la OAS, grupo terrorista francés, que no sólo se fundó en un hotel de Madrid, sino que gozaba de campos de entrenamiento para realizar todo tipo de acciones terroristas en territorio francés, y también el cobijo y apoyo dado por el régimen al terrorismo fascista italiano que en la década de los 60 y 70 realizó auténticas masacres en ese país.

Desde los años sesenta el terrorismo de extrema derecha azotaba Europa Occidental con la connivencia de algunos Estados, entre ellos el francés, donde en ningún momento había un interés por acabar con él. Cherid es muy elocuente: “todas las células fascistas del planeta están conectadas y nos ayudamos entre nosotros”, no era un sicario sin más, detrás de su forma de proceder había una ideología muy concreta . La connivencia era de tal envergadura que un personaje como este, que se supone que debía de estar en búsqueda y captura en el Estado francés por haber asesinado a un gendarme, pues no olvidemos que tuvo que fugarse y huir al Estado español, con el tiempo pasa a colaborar con el Estado francés en la Guerra de Biafra, en calidad de mercenario, o desplazándose a Martinica, colonia francesa, a “poner orden”, es decir, a hacer el trabajo sucio que las autoridades francesas no podían realizar contra el movimiento independentista existente en la isla caribeña. Otro caso llamativo es del terrorista italiano Stefano Delle Chiae[2], líder y fundador de la organización A Vanguardia Nazionale que colaboró en el intento de golpe de Estado que en 1970 organizado por Junio Valerio Borghese, y al fracasar, huyó a España con la ayuda de los servicios secretos italianos. Los aparatos del Estado italiano ayudando a huir a unos terroristas que había organizado un golpe de Estado fallido en ese país.

De ahí que una de las conclusiones que se obtienen después de leer este libro es que es imposible la existencia de la Internacional Negra sin la cooperación necesaria de diferentes gobiernos europeos, pero, sobre todo, de sus aparatos policiales, pero si todavía quedase algún atisbo de duda, lo acabarían despejando en los años ochenta los jueces italianos cuando descubren la existencia de la Red Gladio, organizada por la CIA y la OTAN “que trato de impedir, desde los años cincuenta, la expansión del comunismo mediante la financiación de atentados de extrema derecha” y para el logro de esos fines esas organizaciones fueron mimadas por los aparatos de los Estados occidentales.

Este libro tiene un valor fundamental, pues pone negro sobre blanco lo que para muchos no había dudas al respecto, pero era necesario aportar todos los datos y documentación necesaria para que quedase totalmente sustentado, que no es otra cosa que los diferentes estamentos del Estado español, desde los diferentes gobiernos hasta los aparatos policiales y la ultraderecha eran dos caras de la misma moneda. Algo que también puede ser extrapolable a otros países de nuestro entorno.

Como he comentado anteriormente, uno de los pilares que sostiene este libro es el testimonio de Teresa Rilo, viuda de Cherid, que falleció en 2020. La información que esta mujer atesoraba era fundamental para poder colocar muchas de las piezas de este complicado puzle que es desenmarañar todo lo relativo al terrorismo de Estado y sus conexiones con grupos de ideología ultraderechista. Quizá sea un tanto complicado valorar el papel que desempeñó Teresa Rilo durante el tiempo que vivió con el mercenario francés. En mi caso la reflexión la resumiría en que pasó de ser pareja a una víctima más de Cherid.

La lectura de este libro nos deja una enseñanza que no debemos olvidar: la democracia liberal cuando ve en peligro su hegemonía es capaz de traicionar sus propias reglas y vulnerar todo tipo de libertades. Ahora sólo queda en las manos de la ciudadanía denunciar todas esas situaciones y que nunca caigan en el olvido y que no vuelvan a suceder.

[1] Internacional Negra era la estructura internacional a nivel europeo que tenían las organizaciones fascistas en los años 60 y 70 del siglo XX, cuyo líder era el italiano Stefano Delle Chiae.

[2] Ana María Pascual dedica un capítulo del libro a “los amigos italianos “de Jean Pierre Cherid en Madrid y Teresa Rilo se prodiga en el libro en ofrecer datos de las andanzas de los Stefano Delle Chiae y el resto de los ultras italianos que protegía en Madrid.

Terrorismo de Estado y ultraderecha: dos caras de una misma moneda
Cherid. Un sicario en las cloacas del Estado. El Garaje Ediciones

El botín: la novela social de Julián Zugazagoitia

Julián Zugazagoitia y su novela el botín. Un exponente de la novela social del siglo XX

Hoy voy a desempolvar a un escritor que fue uno de los exponentes de la novela social en los años veinte del siglo XX. El escritor en cuestión no es otro que Julián Zugazagoitia (1899-1940), periodista y escritor vocacional, pero, sin duda alguna, más conocido por su actividad política dentro del socialismo vasco de las primeras décadas del siglo XX.

Su actividad periodística estuvo íntimamente ligada a su militancia socialista; dirigió el semanario La Lucha de Clases (años veinte) y el periódico El Socialista (1931-1937), siendo asiduo colaborador del periódico El Liberal de Bilbao, donde Indalecio Prieto desempeñó varios papeles importantes. En su faceta como escritor, fue autor de varios libros, donde destaca la biografía de Pablo Iglesias, las memorias de Tomás Meabe, así como varias novelas, entre las que se encuentran Una vida anónima (1927), El botín (1929) y El asalto (1930), siendo estas una muestra de la novela social de la época.

El botín
Julián Zugazagoitia

De entre todas ellas, hoy voy a destacar la novela El botín, que en noviembre de 2023 volvió a ser reeditada a cargo de la editorial Txalaparta, y sobre la que va a versar mi comentario.

“El botín” nos trasladará a la tumultuosa segunda década del siglo XX. A nivel mundial, la Gran Guerra era la que acaparaba todas las portadas, y en lo concerniente a los asuntos domésticos, a lo largo de la obra predominará la situación social que se vivía por entonces, la conflictividad existente que desembocó en la huelga revolucionaria de 1917 y la posterior despiadada represión. Eran los vientos que recorrían la vieja Europa, daba la sensación que todo ello no dejaba de ser un presagio de lo que se iba a vivir en la Rusia revolucionaria y bolchevique, aunque en este caso con victoria de la clase trabajadora. Y toda la novela está ambientada en el Bilbao de la época, el de las grandísimas desigualdades existentes, con una oligarquía incrementando sus riquezas de forma exponencial a costa de la miseria en la que vivía la clase trabajadora y campesina. Se podría decir que algunos parámetros poco han variado.

Zugazagoitia sostiene su novela en varios pilares. En el plano socioeconómico, el autor nos mostrará una sociedad vasca que había vivido una tremenda transformación; los rescoldos de la última guerra carlista, y el proceso de industrialización salvaje, trajeron consigo la aparición de nuevas clases sociales: por un lado el surgimiento de una oligarquía a costa de la explotación de una clase social hasta entonces desconocida por estas latitudes: el proletariado, en su inmensa mayoría proveniente de otros lugares del Estado, mano de obra imprescindible y barata para el florecimiento de los negocios de la oligarquía. En este contexto, el autor nos muestra la llegada de una ideología propia de lugares industrializados: el socialismo y la lucha por la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora. Pero el autor también expondrá que la frustración que conllevó la última derrota carlista desembocaría en el surgimiento de una nueva ideología: el nacionalismo vasco, que veía en la naciente oligarquía la responsable de los males del País; era la enemiga de Euskal Herria, expoliaba sus riquezas, traía mano de obra de otros lugares, abocando a la población de las zonas rurales a la pobreza, y traía consigo la pérdida de la identidad nacional y cultural del pueblo vasco. En la novela podemos observar cómo dos ideologías que en aquel momento eran totalmente antagónicas (socialismo y nacionalismo) compartían un mismo enemigo: la oligarquía. Todavía no había llegado la época en la que se conjugaran ambas variables.

La cuestión religiosa y lo que representaba en la sociedad de la época será otro pilar fundamental sobre el que se sustentará esta obra. El autor, a través de los diálogos del protagonista y sus soliloquios, se servirá para realizar una crítica a lo que representaba la religión en un contexto social en el que la respuesta que esta ofrecía a las clases más desfavorecidas ni daba soluciones ni aportaba absolutamente nada para redimirla de la explotación a la que se veían sometidas; contrapone la justicia social frente a la caridad religiosa. Pero Zugazagoitia va más allá, al profundizar en cuestiones como la existencia de Dios y lo que representaba. Es aquí donde el autor nos ofrece su visión más profunda acerca de la religión.

Zugazagoitia nos irá haciendo un retrato de ese Bilbao producto de la industrialización, caracterizado por el choque entre las diferentes clases sociales y cuyo eje vertebrador era la Ría que le daba dinamismo. No es que en esa descripción salga mal parada la Villa, sencillamente nos muestra tal y como era, una ciudad áspera, que en las últimas décadas había experimentado una grandísima transformación; el surgimiento de las grandes industrias y con ello los nuevos barrios obreros, consecuencia de la llegada de trabajadores de otros lugares, en contraposición con el Bilbao burgués, que se extendía por el Ensanche de la Villa. En este contexto, el autor realiza una crítica a la sociedad bilbaína, donde dominaba esa oligarquía que predicaba los valores cristianos, mientras se enriquecía gracias a la guerra que asolaba Europa y la explotación de la clase trabajadores; y como no podía ser de otra forma, eran los mejores clientes de los burdeles de la Villa. Sin lugar a dudas, la novela describe esa hipocresía, y en ese contexto el autor analiza el tema de la prostitución en la época.

En la novela hay dos últimas cuestiones que no quisiera pasar por alto. La primera es que el autor, a lo largo de la narración,  transmite con dosis de gran realismo, lo que supuso la huelga revolucionaria de 1917, y los métodos que utilizaron los dirigentes obreros para que pudiera triunfar. Para quien desconozca la historia de la época, probablemente al leer el libro le pueda llamar la atención, pero así sucedía, las organizaciones obreras, a la hora de defender los intereses de la clase trabajadora, no se perdían en interminables debates, eran gentes de acción. La explotación y represión que sufrían solía generar una respuesta directa, en la que el choque estaba garantizado, reivindicando como legítima la utilización de la violencia revolucionaria. Esas organizaciones todavía no habían sido asimiladas por el sistema. El sólo hecho de recordarlo a día de hoy y mirar cómo está el patio en las organizaciones herederas de aquellas de principios del siglo XX, uno no puede evitar esbozar una cierta sonrisa irónica.

La segunda cuestión que quisiera resaltar, y en la que me sucede una sensación similar a la anterior, la encuentra el lector en unos pasajes de la novela, en los que algunos dirigentes del socialismo vasco estando en un trance delicadísimo, debido a la represión que estaban sufriendo, reciben la ayuda del campesinado vasco, ideológicamente enclavado en el nacionalismo vasco y que era blanco de las críticas en la prensa socialista, aquella en la que Zugazagoitia desarrolló gran parte de su carrera periodística. La pregunta que uno se puede plantear es si el socialismo vasco de la época había iniciado una evolución, arrinconando algunos postulados en los que eran más afines al nacionalismo español, pues algunos artículos que se podían encontrar en el semanario La Lucha de Clases eran de lo más incendiaros hacia el euskera, la cultura vasca y las reivindicaciones políticas del nacionalismo vasco de la época, estando más en sintonía con los postulados políticos de la derecha española o, por el contrario, se debe a que Zugazagoitia iba un paso por delante de sus compañero de partido e ideología.

Para finalizar, comentar que es una novela de lectura rápida. Sus algo más de 300 páginas, están divididas en cuatro partes, en la que podemos encontrar algunas ilustraciones a blanco y negro de la época y en la que los personajes que le dan vida están muy bien caracterizados por Zugazagoitia en el papel que cada uno representa.

 

El botín

Calla y olvida. La escucha vulnerable: una propuesta feminista para la resolución de conflictos

Calla y olvida. La escucha vulnerable: una propuesta feminista para la resolución de conflictos

“Debatir y analizar las causas de las violencias desde la propuesta de la escucha vulnerable no implica ni la justificación ni la negación del dolor sufrido, sino la toma de conciencia sobre los factores que las originan, las conexiones con causas históricas y estructurales y con otras violencias que, al silenciarse, se perpetúan”

Andrea García González

Hay lecturas que te exigen coger aire para poder realizar una profunda reflexión, otras me suelen generar un cierto vértigo, pues me cuesta superar el miedo a escribir sobre ellas porque pienso que no voy a ser capaz de plasmar lo que la autora buscaba transmitir. También hay libros que no son fáciles de comentar en muchos espacios, porque son valientes, se alejan de los prejuicios y en el caso que ahora me ocupa, porque rompe con los parámetros que se han utilizado a la hora de abordar esta temática.

Pues bien, todo lo anteriormente expuesto es lo que he experimentado con la lectura de un libro que en cuanto vi el título, no me dejó indiferente, mi primera sensación fue de curiosidad por ver qué podía aportar la autora en este tema. Su título es de los que no pasa desapercibido, “CALLA Y OLVIDA. Violencias, conflicto vasco y la escucha vulnerable como propuesta feminista” (Katakrak Liburuak) de la periodista y antropóloga Andrea García González, que fue publicado en noviembre de 2023 y en febrero de este año ya iba por la segunda edición.

Este ensayo es de esos en los que uno encuentra un cierto aluvión de ideas que obligan en algunos momentos a hacer un receso para reflexionar y pararse a pensar sobre ellas. En mi caso, a lo largo de la lectura de este libro he echado la mirada atrás, en un ejercicio de revivir diferentes etapas del conflicto armado que se vivió en Euskal Herria, esa mirada retrospectiva que ayuda a ver las cosas con un tono diferente, el color seguramente es el mismo, pero surgen innumerables matices.

Calla y Olvida es un trabajo en el que la autora recoge vivencias de mujeres en el marco del conflicto vasco. Es una aportación dentro de la batalla del relato que nos ayuda a “identificar las violencias para poder desplazarlas”, un libro valiente que pone patas arriba la narrativa oficial, pues afronta la cuestión de la violencia desde parámetros nada convencionales, totalmente diferentes a los que estamos acostumbrados a ver en los canales de comunicación, por lo que su lectura es incómoda para quienes se mueven únicamente entre el negro o blanco, el conmigo o contra mí. Y siguiendo esa línea, quisiera resaltar el lenguaje y terminología que utiliza la autora a lo largo de este ensayo. Siendo consciente y conocedora de la importancia de ello, aborda términos como conflicto armado, violencia, terrorismo, o conflicto a secas, desde una óptica muy diferente a la nos llega a través de los medios de comunicación afines al sistema, y ello es así porque no duda en plantear que hay términos que pueden tener connotaciones más negativas, en función de a qué los asociemos, y todo ello lo realiza de forma muy didáctica.

Calla y olvida. La escucha vulnerable: una propuesta feminista para la resolución de conflictos
Andrea García González

Este ensayo tiene su origen en la tesis doctoral que la autora de este ensayo, Andrea García González, presentó en la Universidad de Brighton después de una labor de investigación realizada en Euskal Herria en la que se reunió y entrevistó con víctimas de ETA, de la violencia ejercida por el Estado a través del GAL y/o de sus aparatos policiales, personas torturadas, etc. y que ahora lo podemos encontrar en un libro que no supera las 190 páginas.

La autora, además de plasmar en este trabajo esa violencia extrema, también nos trae esas violencias cotidianas, que pasan desapercibidas porque no son “parte de las narrativas públicas y publicables”, esas que Jonathan Martínez, en su libro “La historia Oficial” denomina pequeñas historias en la que los protagonistas somos nosotros y que no forman parte de la historia oficial que recogen los libros.

Para adentrarnos en el objeto de este libro, el estudio de las múltiples violencias que se han dado en las últimas décadas en Euskal Herria y exponer su propuesta de “escucha vulnerable como propuesta feminista”, la autora, a través de los tres bloques en los que consta su ensayo, nos llevará por diversos lugares, situaciones y experiencias que servirán al lector para dar a conocer la cara de un conflicto que se ha desarrollado en un “territorio pequeño, con un fuerte arraigo”.

Este ensayo se ha realizado desde las perspectivas antropológica y feminista. En palabras de la autora “es feminista como apuesta política de transformación social” y “es antropológica por la perspectiva adoptada, por la aproximación crítica al estudio de las culturas, un estudio de las sociedades que desplaza y desestabiliza concepciones propias arraigadas y naturalizadas”. El hecho de que todas las entrevistadas fueran mujeres hay que enmarcarlo en la “decisión metodológica” que hace la autora fundamentada “en la falta de visibilidad que aún tienen las mujeres en situaciones de violencia armada y en procesos paz”. Lo que viene a ser una apuesta política que realiza la autora con el deseo de dar voz a quienes no tienen el protagonismo que les corresponde en la historia.

En el primer bloque del libro, destacaría el resumen histórico que nos encontramos, un repaso desde el momento que surge el conflicto armado, sin olvidar los antecedentes, su contextualización, y las diferentes formas de lucha que se han llevado a cabo, la diversidad de movimientos sociales que se han dado y la continuidad que tienen en la actualidad dentro de la vida político-social de Euskal Herria, y realizado todo ello con una gran capacidad de síntesis.

El segundo bloque del libro recoge el trabajo de campo realizado por Andrea García González, donde encontramos los testimonios de las personas que han sufrido las diferentes violencias que se han dado en este conflicto, independientemente de su procedencia. Violencias extremas, pero también “violencias difusas”, cotidianas, esas que “afectan al día a día”, esas violencias “que no se ven”, porque no son visibilizadas, pero que ahí están. La violencia generada por la lucha armada esconde otras violencias que se dan en nuestra sociedad, y es ahí donde también pone el acento, porque “hay que identificar las violencias para poder desplazarlas” y este ensayo pone el foco sobre todas ellas, pues visto desde una óptica feminista todas esas violencias están conectadas en sí.

En este bloque encontramos el origen del título de este ensayo, que son no otras que las palabras que le dijo la madre de Axun Lasa, hermana de Joxean Lasa, después que haber sido torturada durante el tiempo que permaneció detenida, allá por 1982: “calla y olvida”, palabras que tenían como finalidad proteger a su hija, para desterrar esa experiencia y esconderla en algún cuarto oscuro de la memoria, pero que con frecuencia suele salir a pasear por la mente, como si fuese un fantasma y recordárselo como si hubiera sucedido ayer.

Entre los testimonios que recoge este ensayo, los hay de personas que han sufrido la violencia extrema de ETA, el Estado, grupos parapoliciales y que con posterioridad han participado en encuentros en los que cada una ha relatado su experiencia, su dolor, pero a su vez, han escuchado el dolor de las otras personas, una forma de romper ese muro de reconocer el dolor de otros, la escucha vulnerable, “que permite entender las violencias y genera una apertura que habita la incomodidad y genera movimiento… esa escucha en la que la silla se tambalea, las certezas se desestabilizan , las dicotomías jerarquizantes se desafían… la escucha vulnerable atiende a lo cotidiano donde aprendemos de experiencias de violencia que nos hacen cuestionar sus bases y entender como los detalles nos dan grandes claves para poner freno a esas violencias normalizadas en nuestras vidas”.

Todo este trabajo de campo servirá a la autora para desarrollar su propuesta a la hora de abordar conflictos violentos y para ello parte de un punto de partida: que la violencia deje de ser pensable, que esta no sea un recurso para resolver conflictos. En este tercer bloque, Andrea García González profundiza en ello, porque los conflictos forman parte de las relaciones humanas, pues a priori no deben de entenderse como algo negativo, el problema surge cuando “el conflicto es abordado con violencia”. Al desarrollar esta cuestión, es en el contexto donde realiza la propuesta de “la escucha vulnerable”, que en palabras de la autora, tiene como pilares el feminismo y antimilitarismo.

El análisis que ha realizado sobre el conflicto vasco le ayuda a la autora a construir un discurso que no sólo sirve para analizar y/o aplicar a otros conflictos, sino que va más lejos, es una herramienta para trabajar en la sociedad actual, en todos aquellos ámbitos donde se dan las relaciones humanas. Una de las aportaciones que ofrece este libro es que partiendo del análisis y estudio de las características del conflicto armado vivido en Euskal Herria, pone las bases para realizar una reflexión que se puede utilizar para analizar otros conflictos y aplicarlo en la sociedad actual.

La autora al hablarnos acerca de la escucha vulnerable nos va guiando por diversas características que conlleva este proceso: la incomodidad, el tambaleo, apertura, responsabilidad, nos/otras, desplazamientos, conexión, etc…, es algo que va más allá de la palabra. Para Andrea García González, “la escucha vulnerable que provoca tambaleo, que es incómoda y que genera movimiento, es parte de la generación de conocimiento y de la contribución política al cambio social”.

Para finalizar, únicamente añadir que este ensayo tiene como objetivo ayudarnos a ampliar la mirada para que podamos reconocer las diferentes violencias, sin olvidar que nos podemos encontrar con contextos en los que vamos a poder realizar este proceso de escucha, pero en otros en los que no se va a poder llevar a cabo. Pero dicho esto, no me cabe duda de que el trabajo de Andrea García González es un muy buen punto de partida para abordar el tema de la violencia.

Calla y olvida. La escucha vulnerable: una propuesta feminista para la resolución de conflictos
Calla y olvida. Violencias, conflicto vasco y la escucha vulnerable como propuesta feminista (Katakrak liburuak)

Malvinas: La otra guerra

Malvinas: La otra guerra

Una de las características de las dictaduras fascistas, si quieren perdurar en el tiempo, es la necesidad de crear enemigos para intentar cohesionar a la masa, algo fundamental para generar un estado de opinión que logre desviar la atención de la situación real que se vive bajo un régimen dictatorial; tienen que gobernar contra alguien y para ello hay que cerrar filas. Esto ha sido algo recurrente a lo largo de la historia y en la actualidad se puede percibir de forma nítida en los países donde la ultraderecha ha gobernado o está gobernando.

En este contexto, la dictadura militar argentina no fue una excepción y cuando la presión de la calle, con protestas multitudinarias, puso en peligro la continuidad del régimen, qué mejor salida que la de envolverse en la bandera blanquiceleste, para embarcarse en una guerra contra el Reino Unido por la disputa del archipiélago de las Islas Malvinas, una estrategia suicida que sólo sirvió para incrementar el dolor de un pueblo, que si no había tenido suficiente con haber sufrido el asesinato y desaparición de alrededor de 30.000 ciudadanos, en el mes de abril de 1982 se iba a enfrentar a un conflicto bélico con una potencia militar muy superior al ejército argentino, que sólo le acarrearía una tragedia mayor, porque la inmensa mayoría de  los que pierden la vida en los campos de batalla suelen ser jóvenes de extracción humilde obligados a realizar el servicio militar y este conflicto no iba a ser una excepción. Esta breve guerra de setenta y cuatro días “quedó en la memoria como el intento agónico del régimen militar por unir al pueblo en torno a una causa épica”, pero fue el detonante de la caída de la Junta Militar.

Esta guerra dejó un reguero de cadáveres de soldados argentinos en las Islas Malvinas, que una vez que volvieron a estar bajo jurisdicción británica, las autoridades del Reino Unido iniciaron un proceso de identificación e inhumación de los cuerpos para lo que crearon un espacio en Darwin (Archipiélago de las Islas Malvinas). Por el contrario, la actitud de “las autoridades argentinas que, salvo excepciones, no notificó oficialmente la muerte de quienes no volvieron”, decidió guardar en un cajón el informe que recibió del Gobierno británico en el que se recogían todos los datos relativos a los soldados enterrados en Malvinas. Tuvieron que pasar veintiséis años para que el informe que elaboró el oficial británico Geoffrey Cardozo, cayese en manos de un excombatiente argentino, Julio Aro, que con diecinueve años fue enviado a la guerra. A partir de entonces empezó un arduo trabajo para poder lograr que las familias pudieran conocer el paradero de los familiares que murieron en esta guerra.

Malvinas: La otra guerra
Leila Guerriero

Esta compleja labor es el argumento de un pequeño libro en tamaño, pero grande en su contenido, que con el título “La otra guerra”, publicado por la Editorial Anagrama en 2021, la periodista Leila Guerriero nos narra pequeñas historias de personas que se dejaron la vida en esa guerra, y lo hace a través del testimonio de familiares y amigos.

Leila Guerriero nos ofrece un relato que se vertebra en todo el trabajo que realizaron Julio Aro, y la periodista Gabriela Cociffi, que cubrió la guerra a los veintitrés años, movidos por ese informe británico que la Junta Militar argentina ya se preocupó que durmiera el sueño de los justos, y que por azar llegó a las manos de Julio Aro. Todo ello fue una labor oscura y ardua para localizar a familiares, en la que se encontraron muchas dificultades y situaciones complicadas teniendo en cuenta que ese ejército que luchó en Malvinas había ejercido una de las represiones más sanguinarias del siglo XX. Porque si entre los muertos había soldados que estaban realizando el servicio militar obligatorio, también había militares de carrera, muchos de los cuales practicaron la represión al pueblo argentino y, en vez de hacer una división entre héroes forzados y militares represores de la dictadura, todos ellos se encontraban en el mismo saco, siendo considerados héroes de la misma patria.

El libro nos muestra el papel obstruccionista que jugaron algunos militares argentinos que estuvieron involucrados en la represión ante el deseo de querer buscar y poder ver donde se encontraban enterrados los soldados argentinos.

Una de las situaciones que se dio en todo ese proceso y que es recogido en este libro, es la semántica a la hora de utilizar algunos términos. El primero de ellos es si a los soldados caídos en Malvinas se les debía de aplicar el término “desaparecido”, algo de todo punto inapropiado, pues era equipararlos con los desaparecidos por la represión del régimen militar, y los soldados muertos tampoco estaban desaparecidos, se sabía dónde se podía encontrar la inmensa mayoría de los que fallecieron en Malvinas.

El otro término era el de “repatriación”, que fue uno de los motivos por el que la Junta Militar obvió el informe que las autoridades británicas les hicieron llegar. En dicho documento aludían a facilitar la repatriación de los cadáveres a Argentina, cuestión que tocaba la sensibilidad en la población argentina, pues eso hubiera sido reconocer la soberanía británica sobre las Islas Malvinas, por lo que no admitían dicho término.

La autora nos dará a conocer lo que supuso para el pueblo argentino la derrota y posterior actitud a la hora de afrontar la situación que suponía el hecho que algunos compatriotas suyos estuvieran enterrados en un territorio sobre el que pesa la reivindicación histórica para que forme parte del Estado argentino, pero eso se mezclaba con el deseo de algunos de conocer donde se encontraban enterrados sus seres queridos y la posibilidad, con las nuevas tecnologías, de poder identificar a todos aquellos cadáveres que se encontraban sin identificar. En todo ello el pensamiento nacionalista argentino siempre ha estado presente entre las familias de los que murieron en la guerra.

Este libro ayuda, sino a cerrar una herida si a remover conciencias, ante uno de los hechos más negros en la historia argentina: la vergüenza de una guerra organizada por la dictadura militar.

Malvinas: La otra guerra
La otra guerra

 

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder

Las primeras semanas de 1917 supusieron el inicio de un proceso en Rusia que desembocó en la Revolución de Febrero. Después de más de dos años de guerra, el régimen zarista hacía aguas y la Gran Guerra no era otra cosa que una sangría organizada por las burguesías de los países participantes en dicho conflicto para defender sus intereses económicos y donde los muertos los ponían la clase trabajadora de esos países, y todo ello con la aquiescencia de la socialdemocracia europea, pues en cada país tuvo un papel de seguidismo de los intereses imperialistas de sus respectivas burguesías.

En Rusia toda esta situación derivó en una serie de luchas obreras y populares que pusieron contra las cuerdas al Estado burocrático-policiaco zarista y de paso los intereses de la oligarquía rusa. La huelga general de Petrogrado a partir del 18 de febrero, en la que obreros y soldados fueron de la mano, adquirió un carácter insurreccional que  desembocó en la caída del régimen zarista, y la salida que encontró la burguesía fue llegar a un acuerdo con las fuerzas reformistas (mencheviques y socialistas-revolucionarios) para la formación de un Gobierno Provisional y así sustituir al gobierno zarista con la promesa de convocar una Asamblea Constituyente que le permitiese proyectar la imagen de un régimen parlamentario.

De esta revolución surgieron dos poderes antagónicos entre sí. Si producto del acuerdo entre los liberales burgueses, mencheviques y socialistas-revolucionarios se crea un Gobierno Provisional, con la finalidad de garantizar el orden capitalista, este tendría en frente un nuevo poder, los Soviets de obreros y soldados, nacidos durante las huelgas del mes de febrero con el objetivo de la defensa de los intereses populares y de instaurar un poder revolucionario que nacionalizase los medios de producción.

Los bolcheviques, que eran minoría en los Soviets que se habían constituido, se encontraban sobrepasados por la situación del momento y tanto el ala reformista del POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia), como algunos líderes bolcheviques del interior, entendían que en Rusia todavía no se daban las condiciones materiales para aplicar el socialismo, por lo que defendían un Estado democrático-burgués como paso para realizar la revolución socialista. Entre esos líderes se encontraban Kamenev y Stalin, que en ningún momento planteaban en este momento la destrucción del Estado burgués.

La llegada de Lenin a Petrogrado en los primeros días de abril de 1917 fue un punto de inflexión en el posicionamiento del sector bolchevique del POSDR. Nada más llegar de su exilio en Zurich, redacta su programa, que será conocido como “Las tesis de abril”[1]. Este documento, junto a “Estado y la Revolución”, serán fundamentales en el devenir del proceso revolucionario que se vivió en los siguientes meses, con el triunfo de la Revolución de Octubre.

Antes de la llegada de Lenin a Petrogrado, este había redactado varias cartas en las que exponía algunas de las ideas que posteriormente recogería en “Las tesis de abril”. En dichos escritos ya avanzaba la necesidad de dar pasos concluyentes hacia la revolución socialista, y para ello entendía que era esencial profundizar en la organización de los soviets y la creación de un partido que fuese capaz de liderar estas tareas. En ese periodo en el que Lenin redactó los documentos anteriormente mencionados, va a ir marcando la línea política que deberían seguir los bolcheviques.

Lenin al presentar Las tesis de abril tuvo que enfrentarse no sólo a mencheviques y social-revolucionarios, sino a gran parte de los viejos bolcheviques que seguían anclados en la interpretación mecanicista-evolucionista que del marxismo realizaba la II Internacional, por la que era necesaria una etapa democrático-burguesa larga en el tiempo liderada por la burguesía pero sin saber muy bien en qué momento llevar a cabo la revolución socialista.

La redacción de “Las tesis de abril” y de los documentos en los que desarrolla sus diez puntos, servirán a Lenin para teorizar acerca de la toma del Poder político por parte del proletariado ruso. El conjunto de documentos donde desarrolla sus tesis son un auténtico manual de táctica revolucionaria, donde viene a poner en práctica su conocida frase recogida en el documento “¿Qué hacer?” cuando dice que “sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario”.

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder
Las tesis de abril. Editorial Akal.

En Las tesis de abril, Lenin no teoriza acerca de cómo realizar la revolución socialista, sino en los pasos que el proletariado y el campesinado tienen que dar para que el Poder pase a los soviets y las tareas inmediatas que deben de realizar estos; se podría describir como un manual para derrocar al régimen democrático-burgués e ir dando los pasos para avanzar hacia la revolución socialista.

El análisis que realiza de la situación es fundamental para entender la estrategia que a su juicio debían de seguir los bolcheviques. Habiendo pasado el Poder de manos de “la nobleza feudal terrateniente”, sostén del régimen zarista, a la burguesía, Lenin da por concluida la primera etapa revolucionaria. Pero a diferencia de otros dirigentes políticos de su entorno, entiende que en Rusia se ha dado una situación nueva; la existencia de los soviets de obreros y soldados es la expresión de haber llegado al periodo de la dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y el campesinado.

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder
Lenin dirigiéndose a los trabajadores y sodados (Wikimedia Commons)

Para Lenin el proceso que se había dado en Rusia era un tanto peculiar, se daba una dualidad de poderes que se veía reflejada en la existencia de un gobierno de la burguesía, el Gobierno Provisional, que controlaba todos los órganos de Poder y un gobierno paralelo, que ejercía en cierta manera de contrapoder popular dirigido por obreros y soldados a través de los soviets que se habían constituido, siendo el de Petrogrado el más importante. Esta singularidad llega al extremo que el gobierno surgido de la revolución democrático-burguesa ostentaba el Poder porque, en palabras de Lenin, los soviets “le han entregado el Poder del Estado a la burguesía y a su gobierno provisional”, con el agravante que el gobierno surgido en febrero de 1917, controlado en su mayor parte por miembros del antiguo régimen, era un obstáculo a la hora de avanzar hacia el control de los medios de producción por parte de los soviets de diputados obreros.

En este escenario, que hasta ese momento no se había dado en ningún proceso revolucionario, le lleva al líder ruso a no tener dudas que este “entrelazamiento” no podía durar mucho tiempo; la coexistencia de dos poderes dentro de un Estado, estaba abocado a que uno acabase con el otro, definiendo el momento en los siguiente términos: “La dualidad de poderes no expresa más que un momento transitorio en el curso de la revolución, en el momento en el que ésta ha rebasado ya los cauces de la revolución democrático-burguesa corriente, pero no ha llegado al tipo “puro” de dictadura del proletariado y de los campesinos”.

En ese momento crucial en que los dos poderes se disputan el triunfo, Lenin alerta del peligro existente en la Rusia del momento, por el despertar de la pequeña burguesía, que no sólo tenía importancia numérica, pues estaba formada por pequeños propietarios, un sector de la población ubicada entre los capitalistas y los obreros asalariados, sino porque había logrado influir ideológicamente en grandes capas de la clase obrera; en todo momento era consciente de los problemas que padecía el proletariado ruso, que no eran otros que su debilidad numérica, su deficiente conciencia de clases y organización. De ahí que plantease una labor de crítica de las políticas que realizaban los partidos pequeñoburgueses, para que no se repitiera en Rusia el triunfo que cosecharon las burguesías inglesa y francesa con anterioridad, después de haber vivido diferentes procesos revolucionarios.

No plantea transformar todo este proceso en una revolución socialista, sino en que el Poder pase a los soviets y para ello caiga el gobierno democrático-burgués, y los soviets lideren la creación de un nuevo Estado inspirado en la experiencia de la Comuna de París. Y aunque Lenin, en los documentos que forman las tesis de abril no profundice a la hora de tratar la cuestión del Estado[2], pondrá algunas de las bases y expondrá los pasos que debe de seguir el proletariado para lograr su extinción. Pone el énfasis en el tipo de Estado que tiene que haber durante el periodo revolucionario, que en nada se tiene que parecer a la república democrática parlamentaria.

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder
Después de la toma del Palacio de Invierno (Wikimedia Commons)

Equipara los soviets con la experiencia de la Comuna de París, un tipo superior de Estado democrático, en el que se destruye la máquina represiva (ejército y policía) del Estado democrático burgués. Lenin buscaba acabar con la república parlamentaria burguesa porque corría el riesgo de que sufriera una involución al seguir intactas las estructuras represivas del régimen zarista (policía, ejército y burocracia), motivo por el cual realiza una crítica a los líderes socialdemócratas rusos, Kautsky y Plejánov, alineados con la II Internacional. Para ello plantea la creación de una policía popular para poder defender los soviets y las conquistas logradas. Y en todo ese proceso, reserva un papel protagonista a la mujer, en igualdad con el hombre.

Lenin, a la hora de abordar la cuestión nacional, no duda en defender la plena libertad de todas la naciones y nacionalidades oprimidas por el zarismo para separarse de Rusia, y así lo expresa en Las tesis de abril. La creación de un Estado proletario lo más grande posible pasa por la unión voluntaria de las masas trabajadoras de esos estados.

Aboga por la creación de soviets de campesinos para poder desarrollar una política que tiene como pilares la nacionalización de todas las tierras, a través de la confiscación de las tierras a los terratenientes.

El posicionamiento contrario a la guerra y a la participación del nuevo gobierno surgido de la insurrección de febrero era claro. Era una guerra imperialista en la que Rusia iba de la mano de Inglaterra y Francia en la defensa de los intereses capitalistas, y en ningún momento defendían los intereses de los trabajadores, es por ello que arremetió contra el “defensismo revolucionario”. Para Lenin el carácter político-social de la guerra se determina por la situación de la clase que hace la guerra, y en este caso los intereses en litigio eran los del capital y su carácter imperialista, y Rusia se había puesto al servicio de Francia e Inglaterra. No duda en atacar al régimen zarista ante su política de someter a otros pueblos y dominarlos dentro del Imperio ruso, cuestión que va íntimamente relacionada con lo expuesto sobre la cuestión nacional y el derecho de los pueblos y naciones a ejercer libremente la autodeterminación.

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder
Las tesis de abril. Editorial Fundación Federico Engels

Al ser una guerra cuyo origen hay que encontrarlo en el desarrollo que había tenido el capital mundial a lo largo de los años, Lenin concluye que al final de la guerra no se podía llegar por un acuerdo entre los socialistas de los países inmersos en el conflicto, pues no dejaba de ser buenos deseos, puesto que la raíz del problema se encontraba en la existencia del capital. Ante esta situación, la única forma de salir de una guerra imperialista pasaba por derribar al Gobierno, para que el Poder pase a manos del proletariado, cosa que sucedió cuando en octubre los bolcheviques acceden al Poder y deciden finalizar con la participación de Rusia en la guerra.

La posición crítica de Lenin con la socialdemocracia rusa y sus líderes, es extensible al conjunto de la socialdemocracia europea, alineada en la II Internacional. En este contexto Lenin denuncia la posición de muchos de sus dirigentes, que ante la guerra han adoptado en algunos casos una posición socialchovinista, caracterizada por apoyar a las burguesías de sus respectivos estados en el conflicto bélico, o que tienen una postura ambigua, porque para el líder ruso, la estrategia pasaba porque cada partido luchase contra las burguesías de sus estados, puesto que el enemigo de clase está en propio país. En todo el discurso del líder ruso subyace su crítica a la interpretación que realizan muchos líderes de la II Internacional de la doctrina marxista.

Lenin que describiría a la II Internacional como una organización en situación de bancarrota, abogaba como cuestión prioritaria por la creación de una III Internacional que aglutinase a todos los socialistas europeos críticos con la organización existente. Todo esto era la constatación del cisma total en el que se vivía en el socialismo a nivel mundial, y que traería el nacimiento de nuevas organizaciones que mirarían a la Revolución rusa como el paso a seguir en la lucha por la construcción del socialismo.

En las Tesis de abril, Lenin, manifiesta la necesidad de clarificar algunas cuestiones relativas al partido, a través de un congreso, en el que se tratasen algunas de las cuestiones que ha recogido en este documento. El objetivo no era otro que abrir un debate para la recuperación de la teoría marxista que se encontraba relegada en las organizaciones obreras de la época. En concreto en tres cuestiones: una es la recuperación de la teoría marxista del Estado, que en palabras de Lenin “ha sido desnaturalizada por la II Internacional”, la segunda es que la defensa de la patria en las guerras imperialistas va en contra del socialismo, pues los obreros no tienen patria y la tercera es sobre el nombre que tiene que tener el partido, pues siguiendo la doctrina de Marx y Engels, no deberían de utilizar el término socialdemocracia, por ser científicamente inexacto, por lo que el partido no debería de llamarse socialdemócrata sino comunista.

A la hora de realizar este análisis, el líder ruso tuvo presente algunos de los textos que Marx escribió a lo largo de su vida, no sólo el Manifiesto Comunista, escritos como Crítica al Programa de Gotha o La Guerra Civil en Francia fueron utilizados a la hora de dar respuestas a los momentos en los que se vivían no sólo en Rusia, sino en toda Europa.

Las tesis de abril y algunos de los documentos donde Lenin las desarrolla fueron fundamentales para abrir un debate dentro de los bolcheviques y que se produjese un cambio de rumbo en su acción política. No cabe duda que la llegada de Lenin a Rusia en los primeros días de abril de 1917 y la interpretación que realizó del momento político, incluso antes de pisar suelo ruso, fue determinante para que el devenir en los meses siguientes hasta el triunfo de la Revolución de Octubre.

[1] Para la redacción de este artículo he utilizado dos ediciones diferentes de Las tesis de abril: la primera es una edición de la Editorial Akal publicada en 1976 y la segunda es la segunda edición de la Fundación Federico Engels publicada en 2004.

[2] En la obra donde Lenin desarrolla de forma más profusa la cuestión del Estado, es en su trabajo El Estado y la Revolución, que lo escribió a lo largo de 1917.

El pueblo es quien más ordena

El pueblo es quien más ordena

Siempre he mirado a Portugal con cariño y admiración, porque un pueblo que hace la revolución se merece eso y algo más. Ni vinieron de fuera para liberarles del fascismo, ni el dictador se les murió en la cama. Y para realzar su gesta, uno de los actores principales fueron los militares demócratas, algo que no se ha visto en otras latitudes.

La Revolución de los Claveles  1974-1975 fue una experiencia única en el continente europeo, la última revolución, donde el ejercicio de la democracia participativa llevó al pueblo a logros impensables, cómo la propiedad común de los medios fundamentales de producción social, pero, sobre todo demostró que hay alternativa al capitalismo.

El movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) eligió la canción Grândola, Vila Morena, compuesta por José “Zeca” Afonso, como señal para el levantamiento contra la dictadura salazarista. En ella hay una frase que dice “O povo é quem mais ordena” (El pueblo es quien más ordena), que se convirtió en consigna y ahora da título a un libro cómic que Raquel Varela y Robson Vilalba han publicado en marzo de 2024 (Editorial Txalaparta)[1].

El pueblo es quien más ordena
Revolución de los Claveles (Wikimedia Commons)

El relato de este cómic nos llevará al Portugal de los años 60 y 70, los últimos años del Estado Novo, nombre que dieron al régimen dictatorial fascista que había en este país, y lo hará de la mano de un joven, José, que desde pequeño vive de primera mano la situación que sufre el pueblo, las penalidades por las que pasaba, el alto precio en vidas que pagaba para que la dictadura mantuviera las guerras coloniales en África. Todo ello le llevará a ir adquiriendo conciencia política, y a tomar parte activa en el proceso revolucionario que se vivió a partir del 25 de abril de 1974.

Este cómic, si bien es una historia imaginaria, refleja la realidad en la que estaba inmerso Portugal bajo la dictadura salazarista y la lucha que llevó el pueblo en su deseo de echar abajo las estructuras del Estado Novo para hacer realidad lo que muchos llaman utopía, porque si de alguna forma se puede definir lo que fue la Revolución de los Claveles, sería la que Raquel Varela recoge en la introducción de este libro cómic: “la fuerza colectiva  de millones de personas que se movilizan por la transformación de sus vidas es un poderoso motor de imaginación creativa y pensamiento crítico con el que diseñar soluciones de futuro para la organización de las sociedades humanas”.

El pueblo es quien más ordena
Algarve (Portugal) (Wikimedia Commons)

En el relato encontramos diferentes momentos históricos que se vivieron en Portugal a lo largo de los años 60 y 70, pues lo imaginario en esta obra son únicamente los personajes y sus historias personales. Este libro cómic relata la política colonial portuguesa, una de las más salvajes, donde primaba explotación de su población, trabajos forzados, y para mantener ese dominio, la dictadura movilizó a un millón de portugueses, con un alto coste en vidas; más de cien mil personas de Guinea-Bisáu, Angola y Mozambique perdieron la vida en esa guerra por nueve mil del lado portugués. También nos da a conocer el desastre que originaron las inundaciones que se produjeron en 1967, donde la población más humilde fue quien se llevó la peor parte.

La historia de José servirá a los autores para ir mostrándonos las inquietudes de los jóvenes portugueses en los últimos años de la dictadura, la experiencia que supuso el movimiento revolucionario en los diferentes ámbitos de la sociedad, la colectivización de la tierra, la autogestión de empresas, el control público de la banca y la participación activa del pueblo en una experiencia revolucionaria impensable en Europa.

El pueblo es quien más ordena
El pueblo es quien más ordena. Editorial Txalaparta

Los dibujos e ilustraciones realizados en tonalidades grises se caracterizan por su sencillez, que van muy acordes con el contenido de la obra.

El epílogo de este trabajo es una síntesis de lo que representó la Revolución de los Claves, sus logros, pero sobre todo es un mensaje para los tiempos que corren, en los que el auge de la extrema derecha recorre Europa, de recordarnos que en los momentos de crisis, como el actual, “son momentos de elección de encrucijadas”, “momentos en los que la barbarie es tan posible como también lo son los proyectos de emancipación social” y “corremos el riesgo que si nosotros no cambiamos el mundo, el mundo nos cambiará a nosotros”.

[1] Esta obra está editada en euskera y castellano por el Editorial Txalaparta y en catalán por el Editorial Manifest Llibres.

 

Herriak du gehien agintzen
Herriak du gehien agintzen. Txalaparta
El poble es qui més ordena
El poble es qui més ordena. Editorial Manifest Llibres

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?

Vivimos tiempos en los que el mundo se ha instalado en la inestabilidad total. Si a lo largo del planeta podíamos encontrar innumerables conflictos internos que han perdurado en el tiempo, últimamente hay que añadir una concatenación de guerras, que no dejan de ser producto de unos procesos de incubación de conflictos, hasta que han terminado por estallar. Estamos inmersos en lo que Slavoj Žižek denominó hace más de una década “tiempos interesantes”, expresión china que utiliza para definir “tiempos de inestabilidad, guerra y lucha por el poder que dejan millones de víctimas inocentes sufriendo las consecuencias”.

En esta espiral bélica en la que el mundo está sumido, se van enlazando guerras, de tal forma que el último conflicto sirve para relegar al anterior, hasta hacerlo caer en el pozo del olvido. Esto no deja de ser una táctica de las grandes potencias, un borrón y cuenta nueva, pero dejando en el camino miles de víctimas y, en la gran mayoría de los casos, una situación peor que la inicial.

Una de esas guerras es el conflicto de Afganistán, pues no hace más de tres años servía para abrir informativos y ser portada durante semanas de la prensa internacional, pero sólo fue necesario que EEUU tensionara otra región del planeta, en este caso Ucrania, para que surgiese un nuevo conflicto y Afganistán dejase de existir para EEUU y la OTAN. No sólo dejó de ser portada, sino que las potencias que han tenido una responsabilidad desde hace medio siglo, han decidido abandonar a la población afgana a su suerte y dejar otro conflicto empantanado y dedicarse a centrar sus fuerzas en el siguiente.

A día de hoy, en Afganistán sigue existiendo una guerra, con sus periodos intermitentes de mayor o menor virulencia, pero como lo que no sale en las noticias no existe para el común de los mortales, ha caído en el saco del olvido.

Mucha de la información que podemos encontrar acerca de este conflicto no deja de tener un componente importante de propaganda occidental, dirigida a crear opinión, como ocurrió durante la década de los 80 del siglo pasado, durante la guerra que mantuvieron el Gobierno de Kabul y la URSS contra los mudjahidin[1], y en otros muchos casos, esta adolece de rigor. En ese lodazal en el que es complicado bucear para poder encontrar información con cierta fiabilidad, me ha parecido interesante rescatar un libro que con el título “Afganistán. Auge, caída y resurgimiento del régimen talibán” el politólogo Pere Vilanova (Editorial Los libros de la Catarata) publicó en 2021, con la reciente vuelta de los talibán[2] al poder en Afganistán. Un libro de donde se pueden obtener algunos datos y claves para conocer, aunque sea mínimamente el conflicto afgano.

Este ensayo es un botón de muestra de lo complicado que resulta comprender el mundo actual, la dificultad, en muchos casos, de poder entender lo que ocurre en otras regiones del mundo, si nos empeñamos en verlas con gafas graduadas en los países occidentales. Y en palabras del autor de este ensayo, Afganistán “es un aviso para los que se creen (sobre todo muchos tertulianos y opinadores) dar un diagnóstico y claro y conciso sobre el asunto”.

El libro está dividido en tres bloques o capítulos que le servirán al autor para analizar el conflicto afgano a lo largo de la historia, ubicándolo en el contexto de Asía Central, y lo que ha supuesto en las políticas de las grandes potencias en esa región.

En el primero, denominado “A modo de introducción”, el autor realiza una serie de reflexiones que sirven para entender los errores en los que han caído los diferentes imperios y las potencias occidentales a lo largo de los siglos, llegando a la conclusión que en caso de Afganistán, una vez más se ha vuelto a repetir la historia. En palabras de Pere Vilanova, este manual es un “cursillo acelerado sobre guerras perdidas en las que se cometen los mismos errores a través de los siglos”.

Para entender un conflicto no hay nada mejor que haber pisado el terreno, lo que permite conocerlo de primera mano. Y en este caso, en este primer capítulo, Pere Vilanova relata la experiencia que vivió en 1984, cuando se trasladó a Pakistán y Afganistán para conocer in situ todo lo que se movía alrededor de los diferentes grupos mudjahidin que luchaban contra el gobierno afgano y las tropas soviéticas (posteriormente, entre 2007 y 2009 realizó varios viajes a Afganistán y Pakistán de los que da cuenta en el último capítulo de este ensayo). Los datos que aporta de aquellos viajes son muy enriquecedores porque ayudan a entender muchas de las cosas que han sucedido a lo largo de estos últimos 50 años.

Fruto de ese viaje el autor describe  a los diferentes grupos guerrilleros, sus orígenes, etnias que los formaban, las relaciones o, mejor dicho, la rivalidad entre ellos, que en muchos casos se dirimían a tiro limpio, el papel de EEUU, a través de la CIA, que regaba de armas y dólares a todos los grupos guerrilleros, a los que el entonces presidente Ronald Reagan los denominaba “luchadores por la libertad”, sin olvidar en ningún momento el papel que en la región siempre ha desempeñado Pakistán.

El autor, como si fuera un libro de viajes, nos irá relatando su llegada a la región con el objetivo contactar con alguno de los grupos mudjahidin, lo que le llevará a desplazarse a Peshawar (Pakistán), capital de la tierra de los pastunes, etnia que “vive a caballo de una frontera entre dos países (Pakistán y Afganistán) que nunca han entendido como tales y que se rigen socialmente por su propio código social: el Pashtunwali”. Serán claves, porque, con el tiempo, en su seno surgirán los talibán. Es un pueblo dividido en tribus y clanes que en su inmensa mayoría no tienen un sentimiento nacional, sino que les mueve el vivir siguiendo su forma tradicional. Para el pueblo pastún la frontera existente entre estos dos países no deja de ser artificial. No hay que olvidar que en Peshawar el ejército británico sufrió tres derrotas en su deseo de ensanchar el Imperio británico desde la India a Afganistán.

En el segundo bloque de este ensayo el autor profundiza en el origen del conflicto afgano, y a modo de introducción, da algunos datos que son necesarios si queremos entender todo lo sucedido en el último medio siglo y el título nos deja algunas pistas “Raíces históricas que siempre vuelven”.

La primera parte de este capítulo tiene como finalidad el poder conocer Afganistán y para ello aporta una serie de datos históricos, políticos y sociológicos imprescindibles para poder interpretar todo ello. Es uno de los poquísimos Estados del mundo que no tiene un pasado ni herencia colonial, pero si hay un dato de carácter histórico que es importante y nada casual, es que Afganistán fue el primer Estado con quien la URSS, en 1923, después de finalizar su guerra civil, estableció relaciones diplomáticas y un Tratado de Buena Vecindad que se mantuvo más de 50 años. No cabe duda que los revolucionarios bolcheviques eran conscientes de la importancia geoestratégica de Afganistán.

Es muy importante tener en cuenta que el concepto que sus habitantes tienen del Estado difiere totalmente respecto al que podemos tener en los países occidentales. Para ellos, no deja de ser un concepto un tanto abstracto. “Sus lealtades individuales pueden ser múltiples y estar ordenadas de modo volátil, o al menos difícilmente para nosotros: religión (islam), grupo étnico, grupo lingüístico y, dentro de ello, la lealtad tribal”. El “mi país” para estos pueblos se circunscribe a su valle o los más cercanos.

Otro dato que suele pasar desapercibido y que no pasa por alto este ensayo, es que Afganistán entró en guerra civil en 1973, es decir, seis años antes que entrasen las tropas soviéticas, cuando se produce un golpe de Estado de orientación comunista contra el rey Zahir Shah, por parte de un sobrino suyo, pues las élites militares y políticas afganas del momento estaban encuadradas en una de las dos facciones del PDD (Partido Popular Democrático), siglas del Partido Comunista de Afganistán, lo que no dejaba de ser un conflicto de carácter interno. A partir de ese momento se inicia una guerra que provocará la entrada del ejército soviético, hasta que en 1989 se produjese el repliegue a la URSS, porque como expone Pere Vilanova, Gorbachov hacía tiempo que había tomado la decisión de salir Afganistán, pero “no podía hacerlo de cualquier modo ni a cualquier precio”.

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?
Material de guerra soviético destruido en Afganistán (Wikimedia Commons)

De los muchos datos que Pere Vilanova aporta, me voy a centrar en algunos que es difícil encontrar en la prensa de estas latitudes.

Uno de ellos desarrolla los motivos por los que la URSS de Breznev decide entrar en Afganistán, contra el criterio de la cúpula militar soviética que entendía que “estaba abocada al desastre más absoluto”, como así sucedió. Y visto lo acontecido en el tiempo, sin perjuicio del mencionado fracaso, los dirigentes de la URSS realizaron un análisis bastante certero. Temían que un hipotético triunfo de las fuerzas que desde 1973 luchaban contra el Gobierno de Kabul, abandonarían “su tradición neutral y buenas relaciones con la URSS” para aliarse con Occidente (no dejaban de estar financiadas desde un primer momento por EEUU). En un escenario en el que en Irán acababa de triunfar la revolución islámica y teniendo presente que varias repúblicas soviéticas de Asia Central sociológicamente musulmanas eran frontera con Afganistán, los soviéticos temían que toda esa efervescencia islamista se les convirtiera en un problema dentro de esas republicas.

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?
Un muchacho en la ciudad afgana de Bamiyan (Wikimedia Commons)

El autor expone que el islam nunca ha servido para unificar a los grupos mudjahidin. Han pesado más sus diferencias culturales, lingüísticas, que existieron en todo momento; una sociedad compuesta por grupos tan variados como los pastunes, los baluches, los uzbekos, los tayikos, los turkmenos, los hazara, los kirguís y los muristaníes con el lazo de unión de la religión, siendo todos ellos, excepto los hazara, musulmanes sunitas, no sirvió para tener un proyecto común. De hecho, los EEUU nunca lograron una unidad de acción, pese a toda la financiación que recibían, pero se agudizaron de forma mucho más terrible, cuando en 1992, al caer el gobierno comunista afgano, se enredaron en una guerra civil de cuatro años, que supuso un desastre, lo que desembocó en la llegada de los talibán.

Este ensayo analiza cuales fueron los motivos que llevaron a los talibán al poder, el origen pastún, una etnia que como se ha dicho anteriormente, se encuentra situada en el sureste de Afganistán y en el oeste de Pakistán. Los talibán lograron “unificar este grupo étnico, excesivamente fragmentado por enfrentamientos tribales y familiares”, lo que les dio la fortaleza suficiente para dominar el este y sureste de Afganistán y posteriormente tomar Kabul. A todo ello ayudó la actitud de una de las guerrillas más importantes, la liderada por Ahmad Sahd Masud (asesinado por colaboradores de Bin Laden dos días antes del 11 de septiembre de 2001), de retirarse a sus valles y las montañas del norte de Afganistán. Este grupo estaba compuesto por tayikos y uzbekos que fueron los que llevaron el peso de la lucha contra los soviéticos en el periodo 1979-1989.

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?
Talibán a su llegada a Kabul en agosto de 2021 (Wikimedia Commons)

Los grupos mudjahidin que lucharon desde 1973 hasta 1989, año el que se produce la retira de las tropas soviéticas, eran tan fundamentalistas en materia religiosa como los talibán. Aspiraban a “la instauración de una república islámica, en una versión que en su momento  (1980) parecía ya muy radical”, pero que la posterior llegada al poder de los talibán los han superado, porque estos últimos han metido en una coctelera “el rigorismo absurdo” de la interpretación que realizan del islam con “una tradición social estructurada en  clanes y tribus en la que la mujer ha estado siempre particularmente oprimida”, haciendo una interpretación del islam proveniente de las madrassas pakistaníes.

Dentro de este segundo capítulo analiza la dimensión regional del conflicto afgano teniendo como eje a dos de los Estados vecinos, Irán y Pakistán, y el papel que juegan, pero profundizando más en Pakistán, puesto que la cuestión afgana afecta de forma directa a la política interna pakistaní, pues como antes se ha dicho el territorio pastún se encuentra a ambos lados de la frontera y durante los años en el que los señores de la guerra tenían sumido Afganistán en el mayor de los desastres, Pakistán apostó por los talibán como elemento estabilizador de la situación.

El autor circunscribe el conflicto afgano a la región de Asia Central, diferenciándolo del existente en Oriente Próximo, encontrándose ubicado en una zona geográfica donde muchas potencias de la zona tienen grandes intereses y la estabilidad de la zona es un tanto irregular.

Realiza un análisis sobre el papel de las fuerzas militares de EEUU y los países de la OTAN en sus operaciones y los criterios que deberían seguir en este tipo de misiones, donde una vez más, vuelven a cometer los mismos errores que tuvieron en otros lugares del mundo (Indochina, Vietnam, Argelia), no consiguiendo conectar con la población, pues no dejaban de ser fuerzas extranjeras de ocupación, lo que le lleva a enlazar con un problema que tenían sobre la mesa los países que lideraron la intervención, que no era otro que cuándo abandonar el país, pero sobre todo, cómo irse y el escenario posterior a su marcha, que no fue otro que una desbandada, un salir corriendo, dejar a la población civil a su suerte. EEUU y algunos de sus aliados lo enfocaron como “una operación más de contrainsurgencia”, craso error del que luego se han visto las consecuencias.

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?
Evacuación de marines en Afganistán (Wikimedia Commons)

El tercer bloque recoge las experiencias vividas por el autor en una serie de viajes que realizó por Pakistán y Afganistán entre los años 2007 y 2009, en los que tuvo la oportunidad de visitar la mitad norte de Afganistán, teniendo una relación directa con la población. Ese trato con sus gentes, le sirve a Pere Vilanova para dar a conocer mejor la realidad afgana, que no es otra cosa que “un gran desastre humanitario desde hace cuatro décadas”, del que sólo en los años ochenta había algo más de dos millones de refugiados en Pakistán y un millón en Irán. Una de las dudas que le surgen al autor es cuál será la relación entre las diferentes etnias que forman Afganistán, a partir de la vuelta de los talibán.

El relato que en algunos momentos se asemeja más a un libro de viajes, sirve para adentrarse en analizar la situación de Asia Central. Una región donde los intereses geoestratégicos enfrentan a las diferentes potencias del continente asiático. Si Rusia, China y las repúblicas exsoviéticas son actores principales, este ensayo nos recuerda “la competición entre la influencia persa/iraní frente a la influencia turca es, en esta zona de Asia, una tradición de siglos”, pues estos últimos tienen su origen en los turcomanos de Asia Central.

Es interesante la descripción que encontramos en este ensayo de las cinco exrepúblicas soviéticas de Asia Central, no sólo desde el punto de vista de las reservas que tienen y su posición geográfica, sino de sus estructuras sociales y su gestión de la cuestión religiosa.

Pere Vilanova acaba definiendo Asia Central, y en especial Afganistán, como “un cubo de Rubik con demasiados lados y líneas que cuadrar, y donde el futuro viene cargado de pasado”.

Corren tiempos de inestabilidad, guerra y lucha en este mundo global y Asia Central probablemente sea uno de los puntos del planeta donde se están acumulando más tensiones e intereses enfrentados, donde el pasado pesa mucho y Afganistán es uno de ellos. Una región  donde las superpotencias tienen tantos intereses en juego, pero donde sus diferentes pueblos y etnias sufren las consecuencias.

[1] Mudjahidin: Es el plural del término mudjahid, el que lucha en la yihad (o guerra santa) y está dispuesto al martirio.

[2] “Talib” en singular, “talibán” en plural, se refiere a los “estudiantes religioso” de las madrassas (escuelas teológicas).

Afganistán ¿un cubo de Rubik sin solución?
Afganistán. Auge, caída y resurgimiento del régimen talibán. Pere Vilanova

Situaciones berlinesas

Situaciones berlinesas

Hoy voy a comentar un libro de Raul Zelik (Munich 1968). Escritor, politólogo y traductor. Entre alguna de sus facetas, tiene en su haber más de una decena obras, donde destacan sus novelas y ensayos. Ha traducido del euskera al alemán, junto con Petra Elser, el libro Lagun izoztua, de Joseba Sarrionandia, y su novela Lagun armatua. También ha ejercido la docencia en varias universidades alemanas y latinoamericanas.

En esta ocasión la reseña que voy a realizar es de su novela “Situaciones berlinesas”, con la que fue nominado en 2005 para el Premio Nacional del Libro, galardón alemán de novelas de gran prestigio y que fue publicada en castellano por la Editorial Txalaparta (traducción realizada por María Florencia Martín), siendo su primera edición de febrero de 2009.

Situaciones berlinesas
Raul Zelik (Wikimedia Commons

Situaciones berlinesas es una novela ambientada en el Berlín de los años 90, estando muy reciente la reunificación alemana. La narración gira entorno a Mario, un joven o, quizá no tan joven de 32 años, que habiendo abandonado con quince años “el caos materno”, durante su adolescencia y juventud había probado de todo. En la treintena, cuando ha logrado el equilibrio llevando “una vida alternativa clásica”, cae en una crisis existencial al escuchar por primera vez “los latidos del reloj biológico”. En ese contexto, se verá inmerso en una espiral de situaciones que en algunos casos más que afrontarlas, le arrastrarán a momentos críticos, en los que el drama se mezcla con el humor, en una concatenación de situaciones disparatadas, donde en muchos momentos lo racional e irracional van de la mano.

Raul Zelik dará vida a una serie de personajes de lo más heterogéneo, a través de los cuales nos mostrará la diversidad existente en el Berlín de los años 90, en la sociedad alemana y los problemas a los que se enfrentaba.

En el relato aparecerán sus compañeros de la WG (iniciales del término en alemán para “piso compartido” (wohngemeinschaft)) de diferentes procedencias, una chica bosnia con la que tiene una relación un tanto suigeneris, para acabar poniendo la guinda una madre con un pasado maoísta, que con los años está teniendo una seria involución conservadora y un hermano depredador inmobiliario, despiadado y decadente que acabará siendo víctima del sistema capitalista, del que tanto reniega.

Todo este puzle de personajes le sirven al autor para mostrarnos las diferentes caras de la Alemania de ese momento. Berlín es el reflejo de la sociedad alemana, el lugar donde confluyen desde la situación de la inmigración ilegal que proviene de los países del Este, Turquía, Kurdistán y la antigua Yugoslavia, hasta los problemas socioeconómicos derivados de la unificación alemana.

El autor utiliza dos temáticas que van de la mano a lo largo de la narración. En la primera la novela muestra la situación en la que se desenvuelve todo ese mosaico intercultural en el mundo capitalista en la que la realidad difiere sustancialmente con el ideal de sociedad que pensaban encontrar antes de abandonar o, en muchos casos, huir de sus lugares de origen.

La segunda cuestión es la relativa a la problemática laboral existente en el sector de la construcción en la Alemania de los 90; la subcontratación en la ejecución obras, una cadena interminable, donde el eslabón más vulnerable suelen ser los trabajadores inmigrantes, en muchas ocasiones, trabajadores sin papeles, blanco fácil para los empresarios del sector. Raul Zelik caracteriza de forma excelente todo ese submundo de la inmigración ilegal que se las tiene que ingeniar de mil formas para poder sobrevivir, por ello, la novela más allá de la ficción de los personajes, es una fotografía de la realidad social alemana.

Todos estos ingredientes sirven al autor para dar forma a esta novela en la que destaca la buena caracterización de los personajes y el ambiente en el que se desenvuelve el relato.

“Ir y no volver”. Vasil Bykaŭ, un maestro de la literatura de guerra

“Ir y no volver”. Vasil Bykaŭ, un maestro de la literatura de guerra

Este año se cumple el centenario  del nacimiento del escritor bielorruso Vasil Bykaŭ (1924-2003), un autor prácticamente desconocido por estas latitudes pues hasta hace bien poco ninguna de sus novelas había sido publicada en castellano, lo que dificultaba el poder tener acceso a su obra literaria.

Esta cuestión ha sido subsanada, aunque sea de forma muy pequeña, con la aparición en el mes de septiembre de 2023 de una de sus obras traducida al castellano. Se trata de la novela “Ir y no volver”, publicación que ha corrido a cargo de la Editorial Txalaparta.

El libro fue editado por primera vez en 1978, y en la edición en castellano de 2023, además de la novela, podemos encontrar dos introducciones al libro realizadas por las traductoras de la obra: la primera es un pequeño texto, realizado por Ángeles Maestro, que tiene como objeto la contextualización de la novela, y la segunda, realizada por Svetlana Yaskova, que va enfocada a conocer la importancia de  la figura de Vasil Bykaŭ en la literatura universal.

Las dos introducciones de esta edición aportan una serie de datos de gran interés tanto a la hora de conocer la trayectoria vital y literaria del escritor bielorruso, como lo que supuso para la URSS en general y para la República Socialista Soviética de Bielorrusia en particular la Gran Guerra Patria (denominación que recibe la participación soviética en la Segunda Guerra Mundial), datos imprescindibles para entender la obra literaria de Vasil Bykaŭ.

Ángeles Maestro hace un pequeño resumen de lo que fue la ocupación nazi en territorio soviético, que tenía como objetivo el realizar una limpieza de la población eslava en Bielorrusia, que para la Alemania nazi era considerada como subhumana, con la finalizad de colonizarla con población germana, lo que era conocido como “espacio vital de Alemania”. Los nazis crearon en territorio bielorruso más de 580 campos de exterminio y supuso un gran coste humano, pues Bielorrusia perdió una tercera parte de sus habitantes. Ni que decir tiene que el género humano no ha aprendido mucho, puesto que casi un siglo después, este tipo de prácticas se siguen realizando por el mundo con total impunidad.

Ángeles Maestro nos recuerda la participación bielorrusa dentro del Ejército soviético y el movimiento partisano que surgió en Bielorrusia para luchar contra la ocupación nazi, que fue el mayor de toda Europa. Todo ello ha dejado a las generaciones futuras el legado de la lucha que llevaron contra el fascismo.

Svetlana Yaskova nos introducirá en la figura de Vasil Bykaŭ, que trabajó a lo largo de su vida el género de la literatura de guerra, en el que se encuadra su obra literaria. Calificado como “uno de los más grandes escritores de la segunda mitad del siglo XX, representante más brillante de la prosa sobre la Gran Guerra Patria”. Soldado del Ejército soviético durante la II Guerra Mundial, fue herido en dos ocasiones. Su experiencia vital en la guerra que libraron contra el fascismo, le marcó de por vida, lo que se verá reflejada en su obra literaria. Sin duda alguna, estas dos introducciones animan a la lectura de la novela “Ir y no volver”.

Ir y no volver
Vasil Bykaŭ (Wikimedia Commons)

Vasil Bykaŭ refleja en esta novela el efecto que produce la guerra en las personas y la diferente manera de afrontar las diversas situaciones en las que se ven envueltas. Zoska, una joven partisana, que verá truncados sus sueños a causa de la guerra, vivirá situaciones desesperadas que pondrán a prueba su fortaleza mental para superar el dolor.

El autor nos muestra el horror y sufrimiento que produce la guerra y el anhelo de los personajes que aparecen en la narración por volver a llevar la vida que tuvieron anteriormente. Nos mostrará como la guerra pone a prueba a las personas en situaciones extremas y la capacidad que pueden llegar a tener para superar lo insuperable.

La muerte, al ser una compañera inseparable de la guerra, está presente en la novela y en sus personajes; se podría decir que es un elemento que flota a lo largo del relato, una realidad a la que se enfrentan continuamente los personajes. Vasil Bykaŭ  nos muestra las diferentes formas que tiene el ser humano de reaccionar cuando le acecha esa terrible fatalidad, a la que le pone rostro.

Otro de los elementos que podemos encontrar es la gestión de la angustia interior en las personas en situaciones dramáticas; la incertidumbre ante el futuro más próximo produce una reacción diferente en los personajes, para ello, el autor nos irá introduciendo en su interior, en su forma de pensar, de entender la vida y  los principios por los que se rigen. En ese contexto se servirá de ellos para reflexionar sobre valores como la lealtad, en contraposición a otros, como la traición.

La novela, que tiene algo más de 330 páginas, es de lectura sencilla y ágil, construida con pocos personajes, en todo momento consigue mantener al lector en una tensión que encontrará su cénit en los pasajes más dramáticos que viven los dos personajes sobre los que gira la novela.

En los tiempos que corren, en los que estamos volviendo a ver un crecimiento del fascismo en Europa, sobre todo en aquellos lugares donde sembraron el terror con mayor virulencia, la obra literaria de Vasil Bykaŭ no dejan de ser un testimonio que se alza para alertarnos que los herederos del fascismo de la primera mitad del siglo XX están dispuestos a reanudar la misma senda que en su día siguieron Hitler, Mussolini o Franco.

La novela  “ir y no volver” es el recuerdo vivo de todos esos luchadores anónimos antifascistas, que dieron su vida por evitar que el nazismo aplastase a los diferentes pueblos que formaban la Unión Soviética, lo que supuso que 27 millones de soviéticos perdieran la vida.

Ir y no volver. Vasil Bykaŭ
Ir y no volver. Vasil Bykaŭ

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (2ª parte)

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (2ª parte)

La ejecución de Carrero Blanco

Nos encontramos en el último trimestre de 1973, cuando empezaron a estudiar la forma realizar el atentado. Después de barajar diferentes opciones, optaron por realizarlo mediante una explosión, para ello en el mes de noviembre, lograron alquilar un sótano en el número 104 de la calle Claudio Coello, desde donde excavaron un túnel en forma de T, en dirección al centro de la calle para colocar en tres puntos del túnel alrededor de 80 kilogramos de dinamita. Su construcción fue rápida, pues lo realizaron en ocho días, eso sí con grandes dificultades y con mucho miedo que se pudiera hundir el techo del túnel.

Número 104 de la calle Claudio Coello

Los preparativos estaban realizados en el mes de diciembre a falta de concretar la fecha para llevar a cabo el magnicidio, la cual tuvo que retrasarse en varias ocasiones: la primera fecha para realizarlo estaba señalada para el día 13 de diciembre, aunque fue aplazada al día 18, pero debido a unos problemas técnicos se vieron obligados a volver retrasarla un día, pero justo ese día coincidía con la visita del secretario de EEUU Kissinger, lo que iba a conllevar un incremento considerable de policía en la zona donde iban a realizar el atentado, debido, entre otras cosas, al encontrase muy cerca de la embajada norteamericana, lo que les llevó a posponerlo un día más. De hecho, la víspera del atentado, Kissinger se entrevistó con Carrero Blanco. El día 20 iba a ser la fecha definitiva.

Otro dato importante es que para esas fechas del mes de diciembre estaba previsto la celebración de un juicio contra diez líderes de las Comisiones Obreras, más conocido como Proceso 1001, para los que había unas elevadas peticiones de prisión. En concreto, la vista dio comienzo el mismo día en el que ETA realizó el atentado. Este hecho fue motivo de crítica hacia ETA por parte del PCE, pues podía frenar las movilizaciones de solidaridad con los encausados. Esta cuestión la aclararía ETA en el Zutik 64, donde explicaría los motivos de pasar por alto la celebración de este juicio, que no fueron otros que la convocatoria que había sido organizada para el día 12 de diciembre como protesta contra el Proceso 1001 no generó movilizaciones apreciables, por lo que entendieron que el atentado no iba a interferir en las protestas que se organizasen en solidaridad con los encausado en el Proceso 1001.

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (2ª parte)
Socavón producido tras la explosión

El día 20 de diciembre el comando tenía todo preparado para realizar la acción y una vez que comprobaron que ese día Carrero había ido a misa, procedieron a ejecutar el plan para realizar el magnicidio. Cuando el Dodge 3700 GT negro, donde viajaba el almirante se aproximaba a la altura del 104 de la calle Claudio Coello, tuvo que reducir la marcha porque los miembros del comando habían colocado un coche, marca Austin Morris, en doble fila, justo a la altura del túnel, para dificultar la marcha del coche donde viajaba el almirante. Ese vehículo también tenía otras finalidades: por un lado, que el miembro del comando que diera la señal para activar el explosivo no tuviera ningún error de cálculo, pues estaba situado en la confluencia de la calle Claudio Coello y Diego de León y pudiera dar la orden cuando pasase por encima del túnel; y, en segundo lugar, porque dentro del vehículo habían colocado una carga de dinamita para que explotase por simpatía, cosa que no ocurrió. De esa forma, al llegar a la altura del Austin Morris, uno de los miembros del comando accionó el dispositivo, provocando una gran explosión, lo que elevó el vehículo hasta dar en la cornisa del convento de los jesuitas que hay en la parte posterior a la iglesia para acabar cayendo a su patio interior.

Fachada del convento de los jesuitas que da a la calle Claudio Coello

El régimen en estado de shock

Las primeras horas después de cometerse el atentado fueron de un desconcierto total por parte de los aparatos del régimen. En principio se pensaba que lo sucedido fue a consecuencia de un escape de gas, porque los miembros del comando, cuando realizaron la explosión, salieron corriendo al grito de “gas, una explosión de gas”.

Los cuerpos policiales no empezaron a barajar la hipótesis del atentado hasta avanzada la tarde, pero lo que despejó todas las dudas fue la reivindicación que realizó la organización independentista el mismo día 20, a través de un comunicado difundido en Baiona. Por la noche los aparatos policiales barajaban la autoría de ETA como única hipótesis de trabajo.

A partir de ese momento, los datos que se publicaban en la prensa, cuya única fuente eran los aparatos policiales de la dictadura, no dejaban de ser palos de ciego, con innumerables errores de bulto, sin contrastar la información. Todo podía valer para ocultar la realidad, que no era otra que durante meses los militantes de ETA se habían movido por Madrid con toda la tranquilidad del mundo, hasta el extremo que en el mes de mayo de 1973, el comité ejecutivo de la organización llegó a realizar una reunión en un piso de Getafe, para sortear la presión policial que se daba en Euskal Herria.

Durante los días siguientes al atentado, la Policía publicó fotografías de diferentes militantes de ETA, como autores del atentado, algunos de los cuales realizaron declaraciones públicas en las que manifestaban que llevaban meses residiendo en territorio francés, donde realizaban una vida conocida, o como fue el caso de Jose Félix Azurmendi, que fue imputando, cuando llevaba tiempo viviendo en Caracas. Un ridículo en toda regla.

El historiador Iñaki Egaña, en su ensayo “Operación Ogro. Hechos y construcción del mito”, relata un suceso que, además de la tragedia que supuso, dejaba en evidencia que los aparatos policiales del Régimen estaban totalmente perdidos. En la madrugada del 21, la policía disparaba contra un joven de 19 años, Pedro Barrios, pensando que era Iñaki Mujika Arregi, Ezkerra. La prensa que escribía al dictado del Régimen, publicó que uno de los integrantes del comando había resultado herido a consecuencia de la explosión producida en el atentado. Pasados quince días, este joven falleció a consecuencia de las heridas sufridas, y a partir de entonces, del tema nunca más se hizo mención en ningún medio de comunicación.

En todo ese ambiente en el que muchas de las informaciones no tenían ni pies ni cabeza, la realidad fue que el comando se retiró del lugar del atentado en un vehículo que tenían preparado en la zona para luego seguir la huida en transporte público, con destino a un piso de seguridad, situado en la localidad de Alcorcón, donde tenían previsto estar escondidos hasta que se dieran las condiciones para poder salir de la Capital, pero en la vivienda sótano desde donde realizaron el túnel, dejaron alguna pista falsa para que la Policía pensase que habían huido en un vehículo de gran cilindrado con dirección a Andalucía.

En un espacio de ocho días ETA difundió cuatro comunicados. El primero para reivindicar la autoría del atentado y los otros tres con la finalidad de clarificar algunas cuestiones y desmentir las declaraciones del lehendakari Leizaola y del secretario general del PCE, Santiago Carrillo, que negaban que ETA fuese la autora del atentado.

En la vorágine de esos días ETA daría una rueda de prensa en la ciudad de Burdeos, donde cuatro encapuchados, haciéndose pasar por los autores materiales del atentado daban todo tipo de detalles de cómo lo perpetraron. Fue toda una escenificación que tuvo varios fines. El más importante, sin duda, era dar la imagen que las personas que realizaron el atentado ya estaban a salvo, fuera del alcance de la Policía española. De hecho, en la rueda de prensa relataron que la huida la habían realizado por Portugal y posteriormente en un barco a Bretaña. Otro motivo, mencionado anteriormente, era disipar las dudas que sembraron algunos dirigentes políticos antifranquistas acerca de la autoría de ETA. En esa rueda de prensa, informaron que el coche que estaba aparcado en doble fila a la altura de donde se produjo el atentado, contenía una carga explosiva que no llegó a explotar, con la intención de evitar que explotase en algún depósito de vehículos con lo que ello podía acarrear. Este dato servía, aún más, para verificar que la organización independentista vasca era la autora. La rueda de prensa cumplió su objetivo, por un lado los medios la dieron por buena y a los investigadores policiales ni se les pasaba por la cabeza que los autores del atentado estaban escondidos en un piso de Alcorcón.

Las reacciones al atentado

Se podría decir que la respuesta del régimen al atentado entraba dentro de su lógica represiva, incrementándola, máxime cuando el Bunker salió a la calle pidiendo mano dura. Los más ultras del régimen se manifestaron junto al lugar donde se realizó el atentado, en el entierro y actos oficiales en recuerdo del almirante. Algunos mandos policiales y militares, como el teniente general Iniesta Cano, que ostentaba el cargo de director general de la Guardia Civil pedían tener las manos libres para dar respuesta al atentado, de hecho hubo varios muertos a causa de disparos de la policía.

La represión se cebó con todo lo que fuera disidencia, la condenas a los sindicalistas del proceso 1001 fueron inusualmente altas, siendo condenado Marcelino Camacho a 20 años de prisión. El 2 de marzo de 1974, el régimen franquista ejecutó mediante garrote vil al anarquista Puig Antich. Era la venganza del régimen ante el atentado contra Carrero Blanco. En esa espiral represiva, el dictador agonizó de la misma forma en la que llegó al poder,  y en el mes de septiembre de 1975 fusilaron a tres militantes del FRAP y dos de ETA (pm), siendo el Estado de excepción una herramienta socorrida a la hora de aplicar la represión. El atentado trajo consigo la detención de muchos estudiantes vascos que cursaban sus estudios en Madrid.

Aunque después de 50 años, pueda parecer algo chocante, pero la respuesta de algunas organizaciones antifranquistas fue bastante contradictoria y chocante en algunos casos, probablemente motivada porque a ninguna de ellas se les pasaba por la mente la posibilidad que se pudiera dar un atentado de esta naturaleza. El atentado dio lugar a una situación bastante curiosa que probablemente hoy en día haya quedado en el olvido, que no era otra que la diferente respuesta que hubo entre la militancia de base y el pueblo por un lado, y la dirección de algunas de las organizaciones antifranquistas, por otra

Contrastaba la alegría de las gentes antifranquistas, independientemente de las siglas a las que pertenecieran con las declaraciones de  las direcciones de algunos partidos políticos, como el PNV, PCE, LCR-ETA VI y MCE. En Euskal Herria corría la sidra, el cava en Catalunya y los trabajadores de otros puntos del Estado no dudaron en celebrarlo. Por el contrario, para los dirigentes de algunas organizaciones, el hecho que una organización como ETA, que tan solo unos meses antes,  la prensa del régimen la daba por desarticulada, ponía en tela de juicio el tipo de oposición al régimen que estaban realizando y la idoneidad del ejercicio de la lucha armada contra un régimen que se sustentaba en la represión y el miedo. En aquellos años la práctica de la lucha armada contra el régimen no dejaba de ser un debate que estaba sobre la mesa y que generaba una disputa importante entre los que estaban a favor y sus detractores.

Una de las primeras reacciones fue la del PCE, a través de su secretario general, Santiago Carrillo, que en el periódico francés L´Humanité se expresa en los siguientes términos: “las circunstancias de la muerte de Carrero son muy extrañas y las versiones son contradictorias y sospechosas”. Para la dirección del PCE fue la mano de profesionales experimentados y poderosamente cubiertos, y no de los amateurs que reivindicaron el atentado “ayudando de esta forma a cubrir a los auténticos autores del mismo”.

Comentarios similares realizados por Carrillo, se recogen en el nº 1 de Euzkadi Roja, órgano del PC de Euskadi. Ven una mano negra detrás de todo lo sucedido, llegando a manifestar que “lo que está fuera de toda duda es que la inspiración nada tiene de común con los intereses del pueblo vasco”.

Otra reacción que se dio en parámetros similares fue la del lehendakari en el exilio, Jesús María Leizaola, que negaba la veracidad del comunicado de ETA, afirmando que “No puede ser sino una acción llevada a cabo por unos elementos aislados”. Su postura la fundamentaba en dos razones que vistas con la perspectiva de los años, da una muestra de la decadencia del Gobierno Vasco en el exilio: La primera es que “El acto de violencia extremo, cual es la muerte premeditada y perfectamente planeada es impropio del hombre vasco” y la segunda no tiene desperdicio, pues llega a decir que “si ETA hubiera sido la ejecutora, el Sr. Leizaola, como Presidente del Gobierno Vasco en el exilio y por tanto máximo representante político del pueblo vasco, hubiera estado al corriente de lo sucedido, y no lo estaba”.

En un segundo comunicado fechado el 22 de diciembre, la organización armada desmintió categóricamente las declaraciones del Sr. Leizaola y del pleno del C.E del PCE. ETA tuvo que enviar por dos veces una delegación a París para que el Leizaola rectificase sus palabras y reconociera la autoría de ETA.

La reacción de la prensa europea, sobre todo la francesa, era diáfana. Para Le Nouvel Observateur, la desaparición de Carrero Blanco del mapa político español iba a traer consigo el enfrentamiento entre las diferentes familias que conformaban el régimen, pues este “puede impedir el choque y preparar el terreno al futuro rey”. Le Monde es contundente, al hacerse eco de un antiguo embajador del régimen: “la muerte del almirante ha acortado el proceso de sucesión al menos en cinco años”.

Una vez realizado el atentado, ETA realizó un análisis en el Hautsi nº 5 en el que manifiestaba que “la desaparición de Carrero Blanco no equivale a la entrada en barrena del franquismo… Tampoco es cierto que la muerte de Carrero no representaba nada políticamente…. Aglutinaba y mantenía el equilibrio entre las diferentes tendencias fascistas, y entre éstas y otras más liberales… evitando que se desarrollasen peligrosamente las divergencias que dentro del régimen y sectores circundantes se incubaban”.

En el libro de Eva Forest, recoge un documento del Comando Txikia, que fue redactado a lo largo de la entrevista que sirvió para la elaboración del libro, en el que pasan revista a las posturas que se dieron en la oposición antifranquista ante el atentado contra Carrero Blanco, una vez que las dudas sobre su autoría habían quedado del todo disipadas.

En él dan una respuesta al Sr. Leizaola, en el que analizan la política del Gobierno Vasco  y del PNV, “carente de actividad y distanciamiento con los verdaderos intereses populares vascos”, calificándolo como una institución que ya cumplió su papel histórico y que “sólo podría resucitar por obra y gracia de alguna maniobra de la oligarquía española en busca de la integración del pueblo vasco en el sistema monopolista, maniobra en la que estarían envueltas algunas organizaciones reformistas españolas”. El debate de ruptura democrática o reforma estaba encima de la mesa, y presagiaba lo que posteriormente sucedió y la postura que mantendría el PNV una vez que murió el dictador.

Dedican un apartado importante a rebatir el análisis que realiza el PCE en lo relativo a la acción contra el presidente del régimen, pues el pleno del C.E del PCE de 29 de diciembre de 1973  se había manifestado en los siguientes términos: “Nosotros estamos contra el atentado individual porque consideramos que no resuelve, que no da una salida y que puede ser un obstáculo al desarrollo de la lucha del pueblo, de las masas en las que está la posibilidad de solución”. Da la sensación que el PCE renunciaba a la ruptura democrática y una vez que Franco despareciera de la escena política, sería asimilado por el régimen, como así fue.

Las diferentes escisiones que se dieron en ETA en la década de los 60 y 70, de donde surgieron la VI Asamblea de ETA, posteriormente fusionada con la LCR y el Movimiento Comunista de España (MCE), se posicionaron ante este atentado. LCR-VI Asamblea se posiciona en contra de los métodos de ETA V calificándolo como “un activismo minoritario” que pueden crear ilusiones en la clase obrera y en franjas de la vanguardia, para manifestar que “no es mediante la liquidación progresiva de los capitalistas del régimen como se puede derrocar a éste, sino mediante la acción revolucionaria de las masas”. Por su parte, el MCE entiende que “este tipo de atentados no pone en dificultades la continuidad del franquismo”.

A este análisis los miembros de Comando Txikia se preguntan “si se puede dudar de que la ejecución de Carrero Blanco ha sido un duro golpe para el fascismo en el Estado español; y ha despertado los elementos contradictorios que conviven en el seno del Estado”.

Muy distinta fue la respuesta que dio el Movimiento Libertario. Aplaudieron la acción, posicionándose en contra de las declaraciones del PCE. En su análisis entienden que políticamente es de mayor relieve el atentar contra Carrero que contra el mismo dictador, pues el almirante es su brazo derecho y sucesor de Franco.

El pueblo, al margen de siglas políticas, lo valoró como un acontecimiento histórico y lo expresaba de forma clara ¿quién no ha tirado el jersey al aire cantando la canción que popularizaron Eñaut Etxamendi y Eñaut Larralde? “Voló, voló, Carrero voló y en el alero quedó, Yup! La-la” se convirtió en todo un clásico en las fiestas y no sólo en Euskal Herria.

Bibliografía utilizada:

Bruni, Luigi: ETA. Historia Política de una lucha armada, Txalaparta, Bilbao, 1987.

Caro Baroja, Julio y AA.VV: Historia General del País Vasco, La Gran Enciclopedia Vasca-Haranburu Editor, Volumen XIV, Donostia, 1981.

Casanova, Iker-Paul Asensio: Argala, Txalaparta, Tafalla, 1999.

Eva Forest: Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco, Hiru Argitaltxea, 1993 y Baigorri Argitaltxea, 2013.

Iñaki Egaña: Operación Ogro. Hechos y construcción del mito, Txalaparta, Tafalla, 2023.

José Antonio Castellano López: Carrero Blanco. Historia y memoria, Los libros de la Catarata, 2023

Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.