Tácticas partidistas ante las elecciones generales

A menos de dos meses para las elecciones generales, los movimientos que se están dando en los partidos y en la ciudadanía hacen presagiar que el 28 de abril puede darse más de una sorpresa. La cuestión no es fijarse tanto en las encuestas, que en los últimos años están siendo un auténtico fiasco,  sino en vislumbrar los movimientos tácticos que están realizando los partidos y en los errores que puedan cometer. No hay que olvidar que las elecciones se pueden ganar por los aciertos de uno o por los errores del adversario y quizás esto último suele ser más habitual que lo primero.

El tablero político está viviendo un verdadero terremoto, se mire por donde se mire, ya sea por la derecha, por la izquierda o por la parte que respecta a las organizaciones independentistas. A día de hoy es complicado saber qué resultado final habrá después de todo este movimiento de placas tectónicas, pero lo que sí es cierto es que planea una sensación: el mapa resultante de las elecciones del 28-A no se va a parecer en nada al existente en la actualidad. Si bien el bipartidismo, a nivel global, no va a levantar cabeza puede que se den circunstancias para que la aritmética a la hora de formar gobierno no sea tan difícil como puede parecer a simple vista.

Por lo que respecta a los movimientos en la derecha, la cosa está bastante clara. Hay una carrera por ver quién es el que más se escora a la derecha. Ciudadanos y PP han apostado por abandonar al electorado que sociológicamente se encuadraba en el centro, ese territorio que lo ocupaba el ciudadano demócrata-cristiano y liberal reformista, para pasar a disputarse el espectro de la derecha conservadora tacheriana y extrema derecha trumpista o bolsonarista, representada por un nuevo actor político: VOX. Este discurso no es nuevo. Dentro de la derecha siempre ha existido un espectro sociológico, cercano o declarado, de extrema derecha, que aceptaba la cohabitación dentro de una derecha más suave en las formas, pero que no necesitaban salir del armario al no ver en peligro su status. Esta deriva ideológica y política se va a intensificar cuanto más cerca estén las elecciones, por lo que no debería de sorprendernos si los mensajes incendiarios van in crescendo. El último episodio lo hemos vivido con el decimoquinto aniversario de los atentados del 11-M, en el que para ver quien tiene el discurso más duro vuelve a salir a relucir la teoría de la conspiración. Les es indiferente el grado de ridículo que puedan hacer, lo importante es pelear cada voto hoolingan de la derecha dura, demostrando quien tiene el discurso más reaccionario. Y en esa confrontación el original siempre va a ganar la partida a la copia.

Esta apuesta por el corrimiento a hacia la extrema derecha les ha funcionado en Andalucía, porque confluyeron una serie de circunstancias que no se darán en las elecciones generales. Por tanto, la duda es si ese movimiento del cuerpo electoral puede ser extrapolable al resto del Estado, entre otros motivos porque las elecciones autonómicas de Andalucía no dejan de ser unas elecciones autonómicas que tienen su propia idiosincrasia que, en teoría, no debería de ser extrapolable al resto del Estado.

Por el contrario, los movimientos en la izquierda sociológica[1] son muy diferentes. Se empieza a percibir un movimiento de ida y vuelta en el electorado. Hay una bolsa de votantes que en 2015 y en 2016 habían abandonado al PSOE para votar a Podemos (diciembre de 2015) y a Unidos Podemos (junio de 2016) y que van a realizar el camino de vuelta, para volver a votar al PSOE. A esto hay que añadir una masa de votantes que siempre han votado a partidos de izquierda (IU en su momento y Podemos posteriormente) que ante el resultado que se dio en las elecciones autonómicas de Andalucía ha decidido que la forma de parar el triunfo de un tripartito PP-Cs-VOX es votar al PSOE aunque sea con la nariz tapada. No voy a entrar a hacer sumas aritméticas como se están realizando en algunos medios de comunicación en la que se está diciendo que el trasvase alcanza el millón de votos pues me parece poco riguroso ese tipo de estudios. Lo importante es tener en cuenta el hecho en sí, el cual tendrá mayor relevancia en función de las circunscripciones donde se produzca ese trasvase. Por ejemplo, si este hecho se produce en circunscripciones pequeñas con la obtención de pocos votos se puede obtener una rentabilidad superior a si ese hecho se da en una circunscripción con mucha población. Lo que no cabe duda es que la sangría de votos en Unidos Podemos se va a dar, es un secreto a voces, aunque parece que los únicos que no se están percatando de este fenómeno son los dirigentes y la militancia de Podemos.

Para el PSOE se puede dar una situación que no es nueva desde 1982. Si se sabe centrar durante estas semanas en realizar un discurso para captar el voto de centro, puede que le sea suficiente para obtener un magnífico resultado, puesto que por la izquierda tiene garantizada la obtención de una masa importante de votos. Eso mismo es lo que le ocurrió al PSOE en octubre de 1982, que se fagocitó al PCE de Santiago Carrillo dejándolo como una fuerza parlamentaria testimonial, haciendo únicamente un discurso enfocado a captar al electorado de centro, el de la UCD que hacía aguas por todas partes.

Entonces ¿Qué le ha ocurrido a Podemos para poder dilapidar gran parte del apoyo que obtuvo en diciembre de 2015? Hay varios factores, pero sin duda hay uno que parece que es tabú: la alianza Podemos-Izquierda Unida no suma. Se suele decir que en política dos más dos no siempre son cuatro, pueden ser cinco, pero también tres. Y es esto último lo que le ha sucedido a esta confluencia. Podemos en diciembre de 2015 consiguió sacar un resultado que nunca la izquierda estatal lo ha logrado en su historia. Ni el PCE en 1977 y 1979 ni la Izquierda Unida de Julio Anguita llegaron a obtener ni la mitad de lo que obtuvo Podemos. Por tanto, si la ciudadanía hubiera querido votar a IU ya lo habría hecho con anterioridad. El electorado de Podemos, en su gran mayoría, no percibió con buenos ojos el experimento de junio de 2016, a lo que hay que añadir que el electorado de IU tampoco se emocionó con ese acuerdo porque no sólo no se movilizó sino que en cierta medida lo boicoteó. Hay un dato que no debe de pasar desapercibido, en la consulta que acaba de realizar IU en estos días la propuesta de ir en coalición con Podemos no ha sido apoyada de forma abrumadora, pues solo ha participado un 27% del censo del que un 61% ha apoyado la confluencia con Podemos, lo que deja bien claro que esa coalición no es muy sugerente para su propia militancia (no ha sido apoyada ni por el 50% de la militancia). A todo esto hay que sumar que el discurso de Podemos ha perdido la frescura inicial y una de las esencias del principio: el concepto de transversalidad. En sus comienzos intentó dibujar “una mayoría democrática nueva” que no se expresaba con las palabras izquierda-derecha. Puso el foco en defender los derechos de una mayoría popular de los intereses de los privilegiados y en buscar la centralidad de la política. Por el contrario, IU no ha tenido ese discurso, al contrario, ha tenido un discurso de izquierda identitario y ha arrastrado a Podemos a su espacio político.

Un error en los partidos políticos, sobre todo en aquellos que la militancia es muy activista, es que no se sabe discernir entre la forma de pensar de la militancia y la forma de interpretar los movimientos políticos por parte de la sociedad. En muchos casos hay una brecha tan grande que es como si los militantes de esos partidos viviesen en una especie de burbuja que se retroalimenta entre ellos. Muchas veces les falta el saber conectar con el común de los mortales, con ese segmento de la sociedad que puede ser de la misma ideología pero que tienen una sensibilidad diferente, sin obviar una cuestión importante: ese sector de la sociedad que no está en la pomada de la política es muy vulnerable a la hora de recibir noticias que son pura intoxicación.

Por otra parte, el apoyo de Podemos a la moción de censura tampoco parece que le haya reportado grandes réditos políticos. Durante el mandato de Pedro Sánchez no se ha revertido la mayor parte de las políticas del PP. Muchas de esas políticas se podían haber tirado abajo con decretos-leyes negociados con los partidos que apoyaron la moción de censura pero la sensación es que el PSOE no ha tenido voluntad política para ello. Ha jugado más a desgastar a sus socios que a gobernar y a dar una imagen de cierto victimismo y a marear la perdiz. Le ha faltado una voluntad política calculada desde el primer momento.

                En las anteriores elecciones generales Podemos ha cosechado unos resultados muy buenos en nacionalidades históricas como Cataluña y Euskadi, hecho que luego no se ha repetido en las elecciones autonómicas. Un dato importante será conocer el resultado que obtenga en estas elecciones generales en ambos territorios ante su postura ambígüa tanto en Cataluña ante el Procés como en la Comunidad Autónoma Vasca para elaboración de un nuevo Estatuto de autonomía.

Por lo que respecta a las fuerzas políticas nacionalistas e independentistas hay movimientos tácticos que van dejando vislumbrar cuales son la hoja de ruta de cada una de las fuerzas políticas.

Sin duda alguna el que tiene su hoja de ruta intacta es el PNV. Se presenta a intentar volver a ser la primera fuerza política en la Comunidad Autónoma Vasca, posición que en las dos últimas elecciones se lo arrebató Podemos y Unidos-Podemos respectivamente. Su planteamiento es claro: no salirse de su guion e intentar con sus escaños ser necesario para la investidura como para la gobernabilidad posterior, pero con un matiz: en los tiempos que corren por la derecha española no veo al PNV votando junto a PP-Cs-VOX. De hecho, hay un detalle que no se debe de olvidar: quien invistió a Rajoy en 2016 fue el PSOE con su abstención, limitándose el PNV a apoyar los presupuestos para resolver el bloqueo que existía con la renovación del Concierto y el Cupo. Cuando Pedro Sánchez presentó la moción de censura el PNV retiró el apoyo a Rajoy para apoyar la moción de censura. Ahora, con la actual línea política del PP se me antoja casi imposible que el PNV sea colaborador necesario para que el PP llegue al gobierno.

Pero sin duda un movimiento que ha pasado desapercibido en la prensa de Madrid es el que están protagonizando ERC y EH Bildu con la decisión de presentarse juntos a las elecciones generales y de formar un solo grupo parlamentario en las Cortes. Este movimiento tiene varias lecturas. La primera es tejer acción política conjunta pero también se puede entender como una forma de enseñar músculo y de avanzar hacia una plataforma electoral única para hacer frente a una posible reforma de la legislación electoral encaminada a establecer la circunscripción única (al estilo de las elecciones europeas). Este acuerdo al que han llegado ambas organizaciones puede completarse con la entrada de más partidos independentistas y nacionalistas de izquierda de otros territorios, lo que se puede percibir como un deseo de formar un grupo parlamentario importante para tener voz en el Congreso y el Senado.


[1] Cuando hablo de izquierda sociológica incluyo al PSOE a diferencia de cuando utilice el término izquierda política del que entiendo que se encuentra fuera.

4 pensamientos en “Tácticas partidistas ante las elecciones generales

  1. Enhorabuena por el análisis que nos da mucha luz al común de los mortales.
    He quedado sorprendido por el acuerdo entre ERC y EH Bildu que desconocía y por la inteligencia política que demuestra. Me parece especialmente valiente por ERC que asume el riesgo de ser bombardeado con el adjetivo de nuevo “Batasuno o proetarra” con el que le van a regalar los medios y algún que otro irresponsable.
    Los hechos demuestran que Podemos e IU No suman, pero creo que el problema no es de la coalición en sí, sino de la gestión interna de Podemos que es una catástrofe que me temo va a propiciar consecuencias graves en la próxima legislatura, la peor sería que gobiernen las derechas pero la otra que gobierne el Psoe con Cs, cosa que no es descartable.
    Seguro que da para uno de tus interesantes artículos pero no sé en qué medida esa inestabilid

      1. Muchas gracias por realizar un comentario a este artículo. Hay una cosa que tenemos clara: la confluencia Podemos IU resta. Entonces tendremos que analizar por qué es contraproducente. Realizo este comentario porque pensar que el problema está sólo en la inestabilidad de Podemos puede ser un error ¿No será que uno de los motivos de la inestabilidad de Podemos sea consecuencia de ese pacto con IU? He dicho uno de los motivos porque centrar en un único factor los problemas de Podemos me parece que es simplificar mucho el debate. En un segundo comentario que realizas focalizas la inestabilidad en la naturaleza asamblearia de Podemos ¿Pero realmente se puede decir que Podemos tiene funcionamiento asambleario? El hecho de que en Podemos haya algunas cuestiones que se consultan a los inscritos no me parece que sea suficiente para definir a este partido político como asambleario. Es un partido tan vertical como el resto, con las mismas estructuras que tiene el PSOE o IU, pero dándoles otra denominación. Y luego las cosas que se consultan son cuestiones como las alianzas electorales o el chalet de Galapagar y para de contar. Siempre ha habido manifestaciones por parte de los líderes de Podemos que hay que dar más protagonismo a los círculos pero a día de hoy los círculos siguen siendo una herramienta que no funciona como espacio de debate y decisión política.

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