La batalla de Madrid II. La lucha por la hegemonía de la izquierda madrileña

Corren malos tiempos para la izquierda madrileña. Son muchos los años en los que la derecha lleva gobernando la Comunidad de Madrid (CAM) de la mano de las políticas más afines a la extrema derecha y con el paso de los años, Madrid ha pasado a ser el laboratorio que el ala más de extrema derecha del Partido Popular (PP) utiliza de forma reiterada para poner en marcha las políticas que salen de la factoría FAES y/o que importan de los think tank republicanos y trumpistas de los EEUU.

Desde que en las elecciones de 1995 el PP, con la candidatura de Ruiz-Gallardón obtuviese la mayoría absoluta, la izquierda madrileña lleva más de un cuarto de siglo sin lograr dar con la tecla para desbancar a la derecha, con el paréntesis efímero de las elecciones de mayo de 2003, en las que no fructificó un gobierno de mayoría PSOE-IU, debido a que dos tránsfugas del PSOE posibilitaron el tamayazo. A partir de entonces, las victorias del PP se han ido sucediendo hasta nuestros días, aunque en las de 2015 y 2019 hayan necesitado el apoyo de otros grupos de la derecha para poder mantenerse en el gobierno. 

A priori, el anticipo de las elecciones autonómicas de Madrid es el peor escenario que se le puede plantear al centro-izquierda madrileño en estos momentos. Ello ha provocado algunos movimientos que se han dado desde el anuncio de la convocatoria de elecciones, aunque no parece que sean lo suficientemente importantes para que pueda producirse un cambio en la correlación de fuerzas dentro de los partidos del centro-izquierda. Eso sí, este proceso electoral va a servir para animar la pugna entre las diferentes opciones de este espectro político que concurren a estos comicios.

El PSOE madrileño, a lo largo de los años, ha sido incapaz de articular un proyecto para disputarle unas elecciones a la derecha. Desde la época de Joaquín Leguina, último presidente del PSOE en la CAM, la Federación Socialista Madrileña ha sido siempre un polvorín, con luchas intestinas que le han ido desangrando como alternativa y eso lo está pagando con creces. Si a eso se le añade que las políticas que desarrolla el PSOE allá donde gobierna no difieren en las grandes cuestiones de las que realiza la derecha, es muy complicado remarcar su espacio electoral. Y en esta campaña se está volviendo a reproducir esta situación pues el candidato del PSOE está pisando esa línea que separa las políticas progresistas de las neoliberales.

La decisión del PSOE de mantener como candidato a Ángel Gabilondo ha sido un tanto llamativa, pues parecía que su candidatura estaba en el aire, sobre todo, después de todas las críticas que ha recibido por la nula oposición que ha realizado al gobierno de Díaz Ayuso, desde el estallido la pandemia. En ningún momento ha tenido una estrategia como líder del partido más votado en Madrid ante la nefasta gestión que ha realizado el Gobierno la CAM. Ha sido incapaz de tener una actitud proactiva en temas tan importantes y graves como la gestión del Gobierno autonómico en las residencias de ancianos, así como en la destrucción de la sanidad pública. En Madrid se dice que dos no discuten si uno es Ángel Gabilondo, y en los días posteriores a la convocatoria electoral la sensación era que el PSOE tenía interiorizado un resultado adverso y por ende una mayoría absoluta incontestable de la extrema derecha.

A lo anteriormente expuesto hay que añadir la política acomplejada que ha mantenido el Gobierno Central en su relación con la CAM. Ha sido una auténtica guerra de posiciones en la que Díaz Ayuso ha sabido tomarle la medida a Pedro Sánchez. Ha habido diversas situaciones en las que se ha constatado quién tenía claro su objetivo y quién iba sin rumbo fijo y el ejemplo palmario fue la visita que Pedro Sánchez realizó a la sede de la CAM y la posterior comparecencia conjunta. Ayuso le preparó su emboscada particular con las declaraciones que realizó.

Pasado unos días, el PSOE se ha empezado a desperezar y para ello ha retomado una táctica muy similar a la que utilizó Pedro Sánchez en la campaña de las elecciones de noviembre de 2019. Si en esa campaña proyectó una imagen en la que se alejaba de Unidas Podemos (UP) y criminalizó al independentismo catalán para luego acordar un gobierno de coalición con los primeros y pactar con ERC una abstención, ahora parece que la campaña de Gabilondo quiere seguir un camino muy similar, vetando a Podemos en un hipotético acuerdo de gobierno e inclinándose por llegar a pactar con Más Madrid y Ciudadanos (Cs). Pero esta estrategia no sólo la están siguiendo en lo que a alianzas electorales se refiere. El candidato Gabilondo ya ha iniciado un discurso neoliberal, al más puro estilo Cs, con su propuesta de no subir impuestos. Da la sensación que es un intento a la desesperada por pescar en el caladero de Cs y evitar que la mayor parte del electorado de los naranjas acabe votando a alguno de los dos partidos de extrema derecha que se presentan a las elecciones (PP-VOX). El PSOE más que un partido es una máquina electoral que puede hacer fluctuar su discurso en función de la dirección del viento, pero eso en política se suele pagar caro porque su electorado natural se acaba desmovilizando.

Sin duda alguna, la decisión de Pablo Iglesias de presentarse como cabeza de Unidas Podemos, abandonando el Gobierno y el escaño de diputado y su posterior oferta a Más Madrid para concurrir conjuntamente a estos comicios ha sido el revulsivo que necesitaba la izquierda para animar esta campaña electoral. Estos dos movimientos simultáneos han generado el mayor efecto mediático a lo largo de estas últimas semanas.

El salto que ha dado Pablo Iglesias abandonando su puesto de Vicepresidente segundo del Gobierno no deja de ser una decisión que va a condicionar el futuro de Podemos y su relación con su socio de coalición, IU. Que Pablo Iglesias haya llegado a la conclusión que tiene que ser él la persona que encabece la lista de UP para presidir la Comunidad de Madrid no deja margen de dudas a la hora de hacer una lectura. Muy mal tenía que ver la cosa. En UP había auténtico pánico de no poder llegar al cinco por ciento y pasar a ser una fuerza extraparlamentaria, como le ha ocurrido en Galicia. Esta vez UP no se lo podía permitir. Hubiera sido un golpe durísimo y se hubiera reflejado en la relación con su socio (PSOE) en el Gobierno Central. Es llamativo que no hayan sido capaces de encontrar otro candidato de cierta talla dentro de las filas de la coalición, porque la estrategia de buscar un candidato de cierto prestigio fuera del partido ya la han utilizado con demasiada profusión y ese comodín parece estar un tanto quemado.

Para Podemos es una muy buena noticia que Pablo Iglesias lidere su candidatura porque va a conseguir movilizar a sus bases y poder superar el cinco por ciento. Y es una muy buena noticia para la izquierda en general porque el elector de izquierdas va a tener dos candidaturas con dos sensibilidades diferentes para que el votante de izquierda se pueda sentir identificado en alguna de ellas. Ahora no tiene excusas para quedarse en casa. En estas elecciones si todas las candidaturas de la izquierda superan el cinco por ciento, cosa que en estos momentos se da por descontado, no se van a ver penalizadas. Es más, al superar todas ellas el listón del cinco por ciento van a obtener los mismo o más escaños que yendo juntos.

Hubiera sido un error que las dos listas de izquierdas se hubieran presentado en una única candidatura porque dentro del electorado de ambas formaciones hay vetos cruzados. Hay personas de Podemos que nunca votarían una lista del entorno de Íñigo Errejón y hay votantes de Más Madrid que se resistirían a votar a Pablo Iglesias.

La propuesta que realizó Pablo Iglesias para ir junto con Más Madrid en una lista conjunta ha sido un golpe de efecto que nacía frustrado desde el primer momento. Estaba destinada a que no saliese adelante porque más que una oferta, era una OPA pseudo amistosa para fagocitar a Más Madrid. A lo largo de la vida de Podemos, el sector liderado por Pablo Iglesias ha ido dejando cadáveres políticos a su paso. En todos los territorios no han faltado operaciones para controlar los órganos del partido desde Madrid y arrinconar al resto de las sensibilidades hasta que han ido abandonando la formación. El aparato del partido ha sido una máquina interna de triturar a las facciones no oficialistas. Primero se dio el divorcio con el sector liderado por Íñigo Errejón y posteriormente con la corriente Anticapitalistas. En este último caso dándose una situación bastante lamentable en el Parlamento andaluz.

La oferta de Pablo Iglesias en la que ofrecía unas primarias para liderar la lista no dejaba de ser una oferta-trampa porque la militancia de Podemos e IU es muy superior a la que tiene Más Madrid. Los dos primeros partidos tienen un bagaje político mucho mayor que el partido liderado por Íñigo Errejón, que no deja de tener una trayectoria muy corta, pues no llega ni a dos años de vida. En unas hipotéticas primaras para elegir una lista conjunta, con toda probabilidad los primeros puestos hubieran sido copados por gente de Podemos e IU, quedando bastante marginadas personas de más Madrid que han llevado el peso de la oposición en la Asamblea de Madrid. UP ha obviado que la representación obtenida por Más Madrid en las elecciones de 2019 para la Asamblea de Madrid fue muy superior a la que obtuvo UP y estos últimos consiguieron representación por un margen inferior a un punto.

Pablo Iglesias ha sido tremendamente inteligente realizando esta oferta a más Madrid. Era vital para poder difuminar el mediocre bagaje de algo más de un año en el Gobierno Central. Sin perder de vista lo que ha supuesto la pandemia mundial, los logros de UP en el gobierno son bastante paupérrimos. Muchos de los objetivos que firmaron los partidos que forman la coalición PSOE-UP los podían haber logrado a lo largo del primer año de legislatura porque los números daban para ello. Por el contrario, han estado sumidos en trifulcas y declaraciones cruzadas. Temas tan importantes como la derogación de la reforma laboral, que a día de hoy sigue sin haberse aprobado, la incapacidad para abaratar los costes energéticos y la bronca que tienen organizada con la Ley de vivienda son cuestiones que no deberían de generar fricciones porque estaban recogidas en el documento que firmaron para sellar el Gobierno de coalición.

Este bagaje en la gobernanza está demostrando el ninguneo al que UP está siendo sometido por parte del PSOE. De los ministerios que controla UP, el único que está teniendo una producción legislativa es el Mº de Trabajo, porque el resto están atados de pies y manos. La Vicepresidenta Primera se encarga de cortocircuitar los proyectos en los que trabajan y si no que se lo pregunten a la Ministra de Igualdad. Luego la salida recurrente es cargar en las presiones que realiza la oligarquía para justificar la falta de cumplimiento de las propuestas con las que llegaron al Gobierno. Me pregunto si una de esas presiones de la oligarquía es que el Gobierno Central hasta ahora no haya sido capaz de declarar el próximo cuatro de mayo día festivo en la Comunidad de Madrid, para neutralizar la decisión de Díaz Ayuso de realizar unas elecciones en día laborable y que no se favorezca de esa treta burda, pues en un día laborable es más factible que suba la abstención en los barrios trabajadores, beneficiando de forma notable a la derecha.

Esa es la gran diferencia entre la derecha y la izquierda cuando gobiernan. La derecha sabe cuidar a su electorado. Lo mima desde el primer día. No se anda con miramientos. Al Gobierno de Rajoy le bastó menos de dos meses para aprobar una reforma laboral. Los deseos de la patronal se vieron cumplidos y no hubo dialogo social que valga. Pusieron en marcha su rodillo parlamentario para aprobar la reforma laboral. Nada más llegar Almeida al Ayuntamiento de Madrid ha actuado de forma similar. En pocos meses tiraron abajo todo el trabajo que el equipo de Carmena realizó durante cuatro años.

El actual Gobierno rebasó la raya del surrealismo en el mes de mayo del año pasado, cuando firmaron un pacto con EH Bildu para sacar adelante una de las prórrogas del estado de alarma. En ese acuerdo una de las cuestiones a las que se comprometían los dos partidos del Gobierno de coalición (PSOE-UP) era derogar la reforma laboral, algo que ambos partidos tenían firmado en su acuerdo gobierno. Pero a las pocas horas, la cosa se tuerce y hace acto de aparición la ministra Calviño alzando la voz en contra de ese acuerdo y automáticamente el PSOE se desdice de lo firmado. Esto no es precisamente cuidar al votante que te ha facilitado llegar al Gobierno. Luego hay sectores de la izquierda que se sorprenden cuando estudios que realizan politólogos y sociólogos dicen que en los barrios y poblaciones más humildes de Madrid la participación suele ser alrededor de diez puntos menor que en los barrios más acomodados. Habría que preguntarse porqué se quedan en casa ¿Quizás porque dudan de la utilidad de votar a una izquierda que no suele ser capaz de resolver sus problemas? Esta situación es susceptible de ser más grave si en vez de quedarse en la abstención deciden votar a la extrema derecha al calor de un discurso nacional-populista.

En estas elecciones Más Madrid ha optado por tirar de cantera. No ha hecho ningún fichaje de cierto relumbrón para sus listas y desde un primer momento ha tenido claro que su cabeza de lista tenía que ser Mónica García. Una persona que hace dos años para el común de los mortales, esos que siguen la política desde una cierta distancia, era una auténtica desconocida, pero que en dos años, gracias a la labor de oposición que ha realizado al Gobierno del PP-Cs, es una de las políticas más conocidas de la CAM. La candidata de Más Madrid ha sabido desplazar a Ángel Gabilondo, que lleva missing casi dos, pero, sobre todo, contrarrestando con propuestas la campaña guerracivilista que está realizando la extrema derecha.

Díaz Ayuso quiere evitar, que la campaña se centre en confrontar programas y propuestas. La izquierda tiene dos opciones: entrar al trapo y hacer una campaña identitaria de banderas o, por el contrario, intentar hacer llegar a la población que hay otra forma de hacer política para la gran mayoría de la ciudadanía madrileña. El partido que logre este objetivo tendrá un porcentaje importante de probabilidades de ir calando entre el electorado de la CAM.

Ante la dificultad añadida de que la derecha en la CAM ha ido moldeando una sociedad que le sea lo más receptiva posible a su discurso, la izquierda tiene que construir un proyecto para Madrid con luces largas y eso no se hace de la noche a la mañana, pero cuanto antes ponga la primera piedra más pronto empezará a correr el tiempo para que la derecha pierda el poder en Madrid.

La batalla de Madrid I. La lucha del PP y VOX por los despojos de Ciudadanos

El atentado en Sarajevo contra el archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero de la corona del Imperio austrohúngaro, el 28 de junio de 1914 fue la chispa que desato la Primera Guerra Mundial, pero nadie cuestiona que los motivos reales fueron la lucha imperialista entre las grandes potencias europeas y la pelea entre las burguesías de los países industriales por el control económico y el comercio internacional.

Algo similar ha ocurrido en la convocatoria de elecciones autonómicas en Madrid. Ha sido producto de la concatenación de una serie de situaciones que se han vivido en la política a nivel de todo el Estado en general y en Madrid en particular, y lo ocurrido en Murcia no ha dejado de ser la chispa que ha desembocado en el adelanto electoral.

Durante muchos años la política madrileña fue bastante anodina, en la que no ocurría nada destacable pues ya se encargó el tamayazo de dejar las cosas en su sitio y que quedase claro que los que mandan en la sombra en la Comunidad de Madrid (CAM) son ciertos poderes económicos, sobre todo los relacionados con el ladrillo. Pero esta tranquilidad en la que vivía el PP cambió en los últimos seis años. La descomposición política en la que ha estado sumido, con todos los casos de corrupción alrededor de los diferentes presidentes y consejeros de la CAM ha dado vida a la política madrileña.

Lo de Murcia no ha dejado de ser la excusa perfecta que Díaz Ayuso necesitaba para la convocatoria electoral, con la particularidad que ha conseguido que todo este proceso afecte de forma directa a la estructura del Gobierno Central con la decisión adoptada por Pablo Iglesias de abandonarlo para presentarse como candidato por Unidas Podemos para presidir la Comunidad de Madrid.

Los resultados que la derecha había cosechado hace escasas semanas en las elecciones catalanas habían sido un auténtico fiasco. Si Ciudadanos (Cs) perdía 30 escaños, la mayor parte de estos fueron a parar al PSOE y en menor medida a VOX. Por su parte, el PP no sólo no mejoró sus resultados, sino que perdió uno de los cuatro escaños que tenía hasta el momento. Fue incapaz de pescar nada en la desbandada de votantes que sufrió Cs y Casado empezaba a ser cuestionado dentro de su partido y a eso se le sumaba el juicio por la caja B del PP. La cosa no pintaba bien hasta el punto que decidieron hacer mudanza de sede, como si eso fuese el bálsamo de fierabrás.

Tanto en el bloque de la derecha como en el de la izquierda las aguas bajan revueltas y un tanto turbias. Dentro de ambos bloques hay grandes tensiones entre las formaciones políticas que los forman, lo que no deja de ser uno de los innumerables factores que han podido influir en la jugada de anticipo de elecciones. En este artículo me centraré en tomar el pulso a la derecha ante estas elecciones autonómicas.

La imagen del Gobierno de coalición PP-Cs con el apoyo de la extrema derecha, representada por VOX ha sido lamentable, echándose los trastos a la cabeza día y noche los socios de gobierno. En los casi dos años de convivencia han sido incapaces de aprobar un presupuesto para la CAM. Ayuso no logró aprobar unos presupuestos en 2020 y en lo que va de año todavía no tenía los apoyos suficientes dentro de la derecha para sacar adelante los de 2021. No han tenido voluntad política de sacar adelante unas cuentas que sirvan para poder hacer frente a las necesidades de esta Comunidad. Y no lo ha conseguido el Gobierno del PP-Cs porque quien les ha marcado el paso en todo momento ha sido la extrema derecha de VOX, poniendo innumerables exigencias encima de la mesa de negociación. El PP de Madrid, de la mano de Ayuso, no ha tenido muchos problemas en asumir las propuestas de VOX, cosa que al otro socio de la coalición, Cs, le ha costado en todo momento digerir que la extrema derecha fuese la fuerza política que les marcara el paso en la Asamblea de Madrid, pues tenía la llave para sacar adelante cualquier disposición legislativa. Todo esto, lo único que ha logrado es tensar la relación entre los dos socios de Gobierno. En la gestión de la pandemia las trifulcas entre Ayuso y Aguado, líder de Cs en Madrid han sido constantes y en algún momento se tenía que romper la cuerda de tanto tensarla.

Ante este cúmulo de tensiones y broncas internas, a Ayuso no le quedaba otra que esperar el momento más propicio para aprobar un adelanto electoral con la intención de fagocitar a su socio de gobierno. Lo de Murcia ha sido algo similar al atentado que sufrió el archiduque Francisco Fernando de Austria para que se desatase en menos de tres meses la Gran Guerra. Y en lo que a Madrid concierne, Murcia la excusa perfecta.

Al adelanto electoral de las autonómicas de Madrid no le está faltando de nada. Cada día salta alguna bomba. La decisión de Pablo Iglesias de dejar el Gobierno y el escaño en el Congreso de los diputados para presentarse como cabeza de lista por Unidas Podemos ha sido la última sorpresa que nos ha deparado todo este proceso y parece que a partir de ahora el foco mediático va a estar centrado en lo que ocurra dentro de Cs. De entra a Aguado de forma educada le han enseñado la puerta para que deje de liderar la candidatura de los naranjas. En el anterior artículo que publiqué le auguraba un futuro bastante negro y parece que empieza a haber codazos y tropezones para ver quien llega antes a la salida de emergencia[1].

La operación de Ayuso ha estado estudiada al milímetro. No han dejado al azar ningún detalle. La forma de la disolución de la Asamblea de Madrid y convocatoria de elecciones, realizada una vez finalizado el Consejo de Gobierno del nueve de marzo y la automática destitución de todos los consejeros y altos cargos de Cs, no deja sino entrever que eso no se planifica de la noche a la mañana. Ha sido producto de un trabajo minuciosamente preparado. Pero la fecha que escoge para la realización de las elecciones de los comicios no puede pasar desapercibida. Que se celebren en día laborable es otro elemento que no puede ocultar el deseo de buscar una menor participación en los feudos de la izquierda, barrios obreros donde la ciudadanía tiene más complicado el ir a votar a lo largo de la semana laboral, con largos desplazamientos a los centros de trabajo y horarios laborales interminables, como para que luego tengan que ir a un colegio electoral para ejercer el derecho al voto, sabiendo que al día siguiente le espera otro día aterrador. Ayuso, mejor dicho, sus asesores son conscientes que el electorado de derechas siempre va a votar, al margen de cualquier factor que pueda condicionar el ejercer el voto. Por el contrario, la izquierda se lo piensa mucho más. Cualquier mínimo detalle puede lograr que un potencial votante de izquierdas se quede en casa.

Es curioso ver ahora la amnesia que está sufriendo Díaz Ayuso. Durante todos estos meses de la pandemia ha intentado evitar confinar a la ciudadanía, enarbolando la bandera de la economía. Para ella no se podía parar la economía y ahora se ha descolgado organizado unas elecciones que lo primero que van a conseguir es paralizar, aún más, la niña bonita de sus ojos. Todo ello sin olvidar lo más importante: el peligro sanitario que acarrea una cita electoral, al exponer a la población al contagio en los colegios electorales.

Curiosamente, de la noche a la mañana Díaz Ayuso ha olvidado que un proceso electoral conlleva un gobierno interino durante unos meses y, por tanto, una paralización de su tan amada economía, con el agravante que en estos momentos los diferentes sectores productivos necesitan más que nunca el apoyo de las instituciones. Como consecuencia de todo esto, las ayudas que vienen de Europa a través del Gobierno Central llegarán más tarde en el caso de la Comunidad de Madrid y se demorará su reparto entre los diferentes sectores económicos. Habrá empresas que no llegarán a ver esas ayudas porque para entonces ya habrán echado el cierre.

Como su objetivo es ganar las elecciones cueste lo que cueste, tampoco ha reparado en las horas de trabajo que se van a perder por organizar unas elecciones en día laborable ni en que ese día tendrán que cerrarse las aulas para impartir clase. Ese día habrá padres que estarán más preocupados de ver cómo se organizan para cuidar a sus hijos porque no tienen un centro educativo donde puedan llevarlo mientras ellos trabajan y, por el contrario, otros padres no tendrán ese problema porque para eso está la empleada de hogar y así podrán ir a votar tan ricamente. Eso es la CAM. Un territorio donde la brecha socioeconómica cada vez es mayor entre su población. Aunque más curioso es ver que ningún empresario haya salido criticando la fecha elegida. Debe de ser que al empresariado madrileño no le debe de importar cargar con ese coste si ello sirve para que la derecha extrema y la extrema derecha ganan las elecciones ¿Será porque luego obligarán a sus trabajadores a recuperar las horas que hayan utilizado para poder ir a votar?, ¿Será porque les pondrán todas las trabas posibles para que puedan votar? O ¿Será porque con un gobierno de Díaz Ayuso van a tener todo tipo de ventajeas, incluidas las fiscales, en detrimento de los sectores más humildes de la sociedad?

En el bloque de la derecha las cosas se van clarificando cada día que pasa. El PP y VOX están eufóricos porque se ven con mayoría absoluta y la tarea más inmediata que tienen es repartirse los despojos de Cs. Los buitres rondan el cadáver y la duda que puede asaltar es quien se llevará el trozo de carroña mayor de la víctima.

Cs pudo haber evitado todo lo que está viviendo si hubiera actuado con mayor instinto político. En los últimos meses ha sido incapaz de percibir las intenciones de Díaz Ayuso y se embarcó en una moción de censura en Murcia sin haber tenido mayor amplitud de miras y no haber evaluado sus posibles repercusiones. Si daba ese paso, al menos, tenía que haber ido en paralelo la moción de censura en la Comunidad de Madrid, propuesta que la oposición se la había realizado en diversas ocasiones. Pero Aguado ha estado en la inopia y los errores se pagan y de qué manera.  En estos momentos Cs en Madrid está fracturado y veremos si en los próximos días no sufre una auténtica estampida de exparlamentarios y militantes vips. Este partido pasará la historia por haber sido el partido que peor ha sabido gestionar los acuerdos postelectorales.

El elector de Cs está realizando el camino de vuelta. Proveniente en su mayor parte del PP y en menor medida del PSOE, ahora vuelve a sus antiguos hogares. En Catalunya el votante de Cs provenía en gran parte del PSC-PSOE y en estas últimas elecciones han vuelto a votar a su antiguo partido y los que venían del PP en vez de votar a este partido votaron a VOX porque es el que en Catalunya representa mejor la imagen del españolismo beligerante. En el caso de Madrid, la mayor parte del electorado de Cs provenía del PP, por lo que en principio debería volver a su antigua casa, pero la aparición de VOX, que es quien está ganando la batalla ideológica en el conjunto de la derecha española[2] deja en el aire cuál va ser el porcentaje que cada partido va a arañar a Cs.

En toda esta batalla dentro de la derecha hay que tener presente que la cabeza de cartel del PP para estas elecciones es Díaz Ayuso, representante genuino del aguirrismo, del que también procede Abascal. Detalle que no se debe de pasar por alto. Desde el minuto uno su campaña está siendo al más puro estilo Trump con el apoyo incondicional de la Brunete mediática.

Un constante de su discurso es el lanzar slogans para agitar al electorado más de derechas e intentar captar votos de la extrema derecha. Sin lugar a dudas, podía ser la candidata perfecta de VOX. Además de que ella tenga una ideología muy similar al partido de Abascal, todo ello tiene como finalidad erigirse en el voto útil para luchar contra la izquierda y atraer electores de VOX. Esto con otro candidato del PP sería más complicado.

Por otra parte, ese discurso de mentar el socialismo o el comunismo asemejándolo a los mayores males terrenales y encarnarse como la defensora de la libertad no deja de ser la estrategia de la derecha rancia española que le da sus frutos en ciertos sectores de la sociedad que no tienen por qué ser de una clase social alta. En la Comunidad de Madrid hay ciudadanos que no tienen una situación económica boyante y ese discurso les seduce.

Esta estrategia no tiene otra finalidad que tapar la gestión de Díaz Ayuso durante los casi dos años que ha sido presidenta de la CAM. A lo largo de este tiempo se ha erigido en la nueva Juana de Arco y ha querido convertirse en la oposición al Gobierno Central, una vez que en su partido asimilaron que el Gobierno de coalición no era flor de un día y que esa batalla la tenían perdida en el Congreso. Ha abanderado, junto con VOX, todas las algaradas de los barrios pudientes durante el primer confinamiento. Esas concentraciones lamentables en las que sin ningún tipo de seguridad pedían la derogación del estado de alarma. Ha intentado boicotear cualquier ley que se aprobase en el Congreso, como es el caso de la Ley Celaá y lo más grave, se mire por donde se mire, tiene el dudoso honor de presidir la Comunidad Autónoma que peores números tiene en la gestión de la pandemia. Cada vez que se ha visto contra las cuerdas informaba de algún paquete de medidas que iba a adoptar que no dejaban de ser más que una válvula de escape porque ninguna de ellas las ha puesto en marcha. Ha priorizado a la educación concertada en detrimento de la pública y la última decisión que ha adoptado es la de recortar 135 millones de euros al sistema de ayuda a la dependencia. Y sin olvidar el pelotazo que las constructoras han dado a costa del erario público en la construcción de hospital Isabel Zendal, pero maltratando a los profesionales de la Sanidad Pública.

Así y todo, Ayuso tiene todas las papeletas para presidir de nuevo la CAM. No cabe duda que Madrid se ha convertido en un laboratorio donde se han ensayado las políticas más ultraliberales. La derecha más liberal en lo económico y reaccionaria en lo político ha logrado imbuir su discurso a una gran parte de la población. Quizás sea por aquí por donde tiene que empezar la izquierda a repensar su estrategia para poder ganar la batalla de Madrid. Se deben de replantear si la fórmula para ganar la batalla de Madrid pasa por un enfrentamiento ideológico, terreno en el que la derecha se siente muy cómoda o, por el contrario, la estrategia debe de ir encaminada a desnudar la gestión que ha destruido todo lo que suena a servicio público y ofrecer una alternativa en la que quepa la mayor parte de la ciudadanía.


[1] “Ciudadanos. Crónica de una muerte anunciada”, publicado en este blog el 19 de febrero de 2021.

[2] En el anterior artículo que publiqué con fecha de febrero realicé una exposición más extensa acerca del electorado de Ciudadanos y en los parámetros socioeconómicos y políticos en los que se ubican.