El día 3 de diciembre de 1970, en la sala de justicia del Gobierno Militar de Burgos se dio inicio a lo que ha pasado a la historia como el Proceso de Burgos. Fue un consejo de guerra en el que se juzgaron a militantes destacados del Frente Militar de ETA. Los hechos por los que eran juzgados se remontan al atentado del 2 de agosto de 1968 contra el Jefe de la Brigada Político-Social de Gipuzkoa, Melitón Manzanas, que acabó con su vida. En este ínterin de algo más de dos años, desde que se produce el atentado hasta que se celebra el consejo de guerra, se producen una serie de detenciones para dar con el autor material y desarticular la dirección y los cuadros del Frente Militar de ETA.
El juzgado de Donostia que tramitaba el procedimiento se inhibe en favor de la jurisdicción militar porque los aparatos del Régimen franquista tienen un objetivo muy claro: presentar el juicio para “escenificar la liquidación de ETA y la victoria del Estado sobre la incipiente insurgencia vasca”[1]. El Régimen piensa que estando la dirección de ETA detenida sólo resta juzgarles, imponerles unas condenas ejemplarizantes y ejecutar a los dirigentes del grupo para que sirva de ejemplo y disuadir así a posibles seguidores.
El fiscal militar encausa a los siguientes militantes de ETA con las siguientes peticiones: “pena de muerte y 50 años de cárcel para Jokin Gorostidi; pena de muerte y 75 años de cárcel para Javier Izko; pena de muerte y 70 años de cárcel para Eduardo Uriarte; pena de muerte y 60 años de cárcel para Mario Onaindía; pena de muerte y 40 años de cárcel para Javier Larena; pena de muerte y 30 años de cárcel para José María Dorronsoro; 70 años de cárcel para Víctor Arana;, 80 años para Josu Abrisqueta; 64 años para Jone Dorronsoro; 70 años para el sacerdote Jon Echave; 70 años de cárcel para Enrique Guesala; 30 años de cárcel para Gregorio López Irasuegui; 15 años de cárcel para Itziar Aizpurua;, 6 años de cárcel para el ex sacerdote Julen Kalzada y 12 años de cárcel para José Antonio Karrera”[2].
Sin embargo, las previsiones del Estado no solo no se cumplirán sino que darán un giro copernicano. Durante la vista, que duró siete días, las defensas demostrarán la falta de respeto a los derechos de los procesados, vulnerándose todo tipo de garantías procesales. Al ser un juicio sumarísimo, los abogados de los procesados no tuvieron oportunidad de preparar sus defensas con todas las garantías jurídicas y, durante las declaraciones de los procesados, harán una denuncia política contra el Régimen. Cada uno de los acusados se centró en exponer alguna de las situaciones que sufría Euskadi durante el franquismo para enlazar la lucha de ETA con la lucha de pueblo vasco. Es decir, se dieron dos estrategias: la defensa jurídica y la defensa política o, dicho de otra forma: el utilizar el juicio como arma política.
Las movilizaciones en Euskal Herria fueron de todo tipo en pleno franquismo: manifestaciones, huelgas, encierros, manifiestos, etc… con un único objetivo: condicionar la sentencia. En el Estado español y en Europa también se realizan movilizaciones, llegando a producirse ataques a las delegaciones españolas en algunas ciudades europeas. Por su parte las dos ramas de ETA[3] realizaron algunas acciones armadas para condicionar el desarrollo del juicio. La que sí tuvo una repercusión a nivel internacional sería la acción organizada por ETA V. El día 1 de diciembre de 1970 un comando de esta organización secuestra en Donostia al cónsul honorario de la República Federal Alemana, Beihl, siendo liberado posteriormente y una vez que ETA V ha conseguido atraer la atención del mundo entero sobre la existencia del pueblo vasco y del “problema vasco”, por lo que había obtenido una gran rentabilidad política.
Por lo que respecta a la prensa de la época hay que tener presente que toda la prensa era afín al Régimen franquista. El diario ABC titulaba su editorial del día siguiente al que se publicara la sentencia “SANTIAGO: ¡Cierra España!” haciendo un alegato en favor del Régimen. El diario la Voz de España que se editaba en Donostia en un artículo de esos días decía:
“Los separatistas de triste memoria, que en 1936 condujeron al nacionalismo vasco a aliarse con el diablo […] cuya aberración mayor consiste en alentar proyectos delirantes y anacrónicos con la unidad nacional […] tampoco pueden ni quieren identificarse con los terroristas de la ETA, verdaderos criminales a sueldo […] la única política a la que sirve la ETA […] es la maoísta de signo ateo, marxista e internacional. ¿Qué tiene ello que ver con el país vasco?”[4].
Por otra parte el 21 de diciembre en las Cortes franquistas Carrero Blanco se expresa en los siguientes términos:
“El mundo occidental está siendo víctima de una progresiva escalada de la acción subversiva del comunismo […] La táctica de la acción subversiva es clara: se trata de corromper, en el más amplio sentido de la palabra. Para ello se fomenta la desilusión de los hábitos morales; se atenta contra las creencias religiosas, contra las tradiciones y la conciencia nacional, contra el sentimiento de patria y de independencia […] ETA […] bajo la aparente filiación política de separatismo vasco, encubre la realidad de su verdadera función de agentes terroristas al servicio del comunismo”[5].
El tribunal militar condena a muerte a cuatro militantes de ETA y el resto son condenados a condenas elevadas de prisión, pero debido a la presión tanto en el Estado como en el exterior las penas de muertes fueron conmutadas por cadenas perpetuas y ni que decir tiene que con este proceso ni acabaron con ETA ni resolvieron el “problema vasco” a su manera.
El Régimen franquista aprendió la lección y a partir de ese momento no organizó ningún macro juicio de esa envergadura y cambió su táctica. A partir de este momento la estrategia que siguió fue la de evitar las detenciones de militantes destacados, eliminarlos en enfrentamientos y la utilización de cuerpos parapoliciales o guerra sucia.
En el año 1978 el Editorial Hordago, ya desaparecido, publicó un libro con un título que se ajustaba a lo que fue ese consejo de guerra: “Burgos: juicio a un pueblo”. Pues bien, casi 50 años después estamos viviendo una situación muy similar con el juicio del “procés”, con actuaciones que me atrevería a decir que son calcadas a lo que se vivió en el Proceso de Burgos.
En ambos casos el impulso jurídico-político ha corrido de manos de los aparatos del Régimen. En el caso del Proceso de Burgos fueron la actuación del Gobierno de la dictadura y los militares y todo el cúmulo de pruebas que adolecían de fundamento jurídico que presentaron los cuerpos policiales de la época y en el caso del “procés” el impulso lo han dado el gobierno del PP, con la cobertura legal del Tribunal Supremo (en el que la mayor parte de miembros han sido elegidos por el PP) y la cobertura de los atestados de la Guardia Civil que están sirviendo como prueba de parte.
La prensa durante el Proceso de Burgos jugó un papel de propaganda fundamental. La única que había era la del Régimen franquista, pues no existía la prensa libre y en el caso del “procés” no hay más que ver el papel que está jugando la prensa de fuera de Cataluña; representa a la España rancia, decimonónica con un discurso en el que se llama al enfrentamiento y la confrontación teniendo como lema de cabecera el ¡A por ellos! Un discurso similar al que ha tenido en diferentes épocas, cuando algún pueblo del Estado español ha tenido la osadía de reclamar el derecho a poder decidir libremente. Un detalle curioso, hay un periódico que ha vivido ambos sucesos: el diario ABC. Que cada uno entienda lo que estime oportuno.
En ambos casos coinciden en que el factor de la movilización política y social se produce, por lo que podemos hablar sin ningún género de dudas que el problema trasciende fuera de la sala donde se celebra la vista.
Por lo que respecta a la sentencia. En el caso del Proceso de Burgos no me cabe duda que estaba redactada de antemano y en el juicio al “procés´” me atrevería a decir que si no está redactada existe un borrador.
Las intervenciones que han tenido las defensas en el primer día de juicio han sido muy esclarecedoras. Va a haber una línea de defensa jurídica pero también una defensa de gran contenido político, cosa que era esperable, similar al Proceso de Burgos. Pero viendo el papel que en el segundo día de vista ha realizado la fiscalía, no sé si están en el Tribunal Supremo o en la sala de justicia del Gobierno Militar de Burgos. Hablar de uso de la violencia y decir que los independentistas “trazaron un plan criminal de alcance” es un intento de retorcer la realidad. No lo digo yo, lo dicen más de un centenar de profesores y catedráticos de derecho penal.
Para analizar esta cuestión hace unos meses asistí a una charla en la que intervino una letrada de la defensa jurídica de uno de los procesados y en las que se proyectó un vídeo que sirve para analizar lo kafkiano que es todo este proceso. El vídeo se puede ver en Internet por lo que facilito el enlace a pie de página para quien esté interesado[6]. Pero es más, cuando este proceso se ha internacionalizado, a la hora de pedir las extradiciones de algunos imputados la respuesta de los órganos jurisdiccionales de otros países europeos ha sido demoledora para la justicia española. La han dejado sin argumentos y a la altura del barro. Cuando se habla de rebelión, que tiene como requisito indispensable la violencia, y de golpe de Estado, yo solo recuerdo un caso en este país que haya reunido todos esos ingredientes: el golpe de Estado del 23-F. Se utilizó la violencia con la detención ilegal durante más de doce horas de más de 350 personas de los que la mayor parte eran diputados, los golpistas iban armados y utilizaron las armas. Por el contrario, las condenas fueron muy suaves para la gravedad de los delitos y no hay que olvidar que la gran mayoría de los condenados estuvieron en libertad en un breve espacio de tiempo. Y lo más grave: ni se investigó la trama civil ni a los ideólogos del golpe. Quizás porque tampoco se podría investigar a alguien que tenía y sigue teniendo inviolabilidad. Así lo dice alguien tan poco sospechosa de anti constitucionalismo como Pilar Urbano en su libro “La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar”.
Todas estas similitudes que encuentro en ambos procesos tampoco deberían de extrañar en demasía. Si nos encontramos dentro del Régimen del 78, que es producto del proceso de Reforma política, que fue pilotada por dirigentes del Régimen franquista con la finalidad que se realizaran las reformas indispensables para que la imagen del Régimen fuera más amable, pero con el deseo de que no se produjese una ruptura democrática y que no se depuraran todas las instituciones del Régimen franquista para avanzar hacia una democracia. Hoy en día en cada institución que se rasca, seguimos encontrando el mismo ADN que en las instituciones franquistas. Aquellos polvos han traído estos lodos.
Creo que la sensación en este proceso judicial es generalizada. La sentencia va a ser muy dura, con fuertes condenas y tanto las defensas como los acusados son conscientes de ello por lo que las defensas están trabajando más mirando a un futuro recurso a Estrasburgo que a lograr una sentencia acorde a la lógica legal en un Estado de derecho, pues la batalla ante la Justicia española la dan por perdida. Esta guerra no ha hecho más que empezar y es claro que va a condicionar la política de Cataluña y del resto del Estado español. Judicializar el conflicto sólo conseguirá hacer que encalle. Si piensa el Estado que la sociedad catalana va a bajar los brazos se equivocan y pienso que el conflicto perdurará en el tiempo porque creo que en este juicio no se está juzgando únicamente a los que están sentados en el banquillo, sino al independentismo y, por tanto, a un sector muy importante del pueblo de Cataluña. Por ello pienso que el “procés” es un juicio a un pueblo.
Bibliografía
Casanova, Iker: ETA 1958-2008. Medio siglo de historia, Txalaparta, Tafalla, 2007.
Letamendia
Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de
Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.
[1] Casanova, Iker: ETA 1958-2008. Medio siglo de historia, Txalaparta, Tafalla, 2007.
[2] Letamendia Belzunce; Francisco. “Historia de Euskadi. El Nacionalismo vasco y ETA”. Editorial Ruedo Ibérico.
[3] En aquel momento existían las organizaciones ETA V asamblea y ETA VI, motivado por una ruptura que se dio en 1970 por las diferencias ideológicas que existían en ese momento dentro de la organización armada.
[4] Letamendia Belzunce; Francisco. “Historia de Euskadi. El Nacionalismo vasco y ETA”. Editorial Ruedo Ibérico.
[5] Ibidem.
[6] https://www.youtube.com/watch?v=5bN8ZM,-V4Jo&feature=youtu.be