La teoría del Estado en el pensamiento de Lenin

La teoría del Estado en el pensamiento de Lenin

Introducción

Este año se ha cumplido el centenario del fallecimiento de Vladimir Ilich Ulianov, Lenin. Entorno a este pensador, filósofo y político voy a adentrarme en una de las cuestiones que mayores debates y discusiones han surgido entre los pensadores marxistas. Me refiero a la teoría del Estado. A lo largo de la historia en el ámbito ideológico del marxismo se ha dado un debate, no exento de confrontación, a la hora de qué hacer con el Estado y lo que éste representa.

Su estudio ha concitado controversias a la hora de interpretar el pensamiento de Marx y Engels, lo que lleva a diferentes interpretaciones que realizan algunos de los pensadores de la órbita del socialismo.

La teoría del Estado en el pensamiento de Lenin
Karl Marx (Wikimeida Commons)

Marx y Engels tratan la cuestión del Estado en varias de sus obras: Crítica a la filosofía del Estado de Hegel (K. Marx), El Manifiesto Comunista (K. Marx), El 18 Brumario de Luis Bonaparte (K. Marx), La Guerra Civil en Francia (K. Marx), Crítica al Programa de Gotha (K. Marx), El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (F. Engels) y Anti-Düing (F. Engels), son algunas de ellas.

Sobre los presupuestos ideológicos de estos dos pensadores, es Lenin el que realiza un estudio más profundo en un momento histórico único, como fue el período vivido en Rusia con la caída del Régimen Zarista, la Revolución democrático-burguesa de febrero y la posterior Revolución Socialista de octubre de 1917.

Para estudiar el pensamiento de Lenin sobre la Teoría del Estado hay que profundizar en dos obras que fueron escritas a lo largo de 1917. La primera de ellas, y la más importante, es “El Estado y la Revolución”. Consta de varios ensayos que Lenin escribió a lo largo de 1917. La primera edición se publicó en el mes de agosto, bajo el Gobierno Provisional, en plena fase de la revolución democrática-burguesa. La segunda edición fue publicada en diciembre de 1918, es decir, un año después de que en octubre de 1917 triunfara la Revolución bolchevique. Es una obra fundamental en el pensamiento de Lenin, de las que más polémica ha generado en el ámbito del marxismo y me atrevería a decir que es una de las más olvidadas.

La segunda obra es “Las tesis de abril”. Fue escrita a su vuelta del exilio, una vez que había triunfado la revolución de democrático-burguesa de febrero de 1917, y en ella realiza un ataque a las posturas reformistas que en esos momentos estaban llevando lo socialistas-revolucionarios y los mencheviques, así como la posición dubitativa del partido bolchevique.

Contexto histórico

La Gran Guerra estaba acelerando la descomposición del régimen zarista y la mayor parte de la burguesía era consciente del peligro que corría este. Es por ello que la única opción que barajaba la burguesía para acabar con el régimen autárquico, burócrata que se sostenía gracias al Estado policiaco en el que se había convertido, era la sustitución del zar y la utilización de instrumentos demócrata-parlamentarios. Sin embargo, esta operación no prosperó.

En enero de 1917 la situación del régimen zarista era insostenible. En febrero la huelga de Petrogrado se acabará convirtiendo en huelga general política, dando el salto a una huelga revolucionaria. El surgimiento de dos poderes: El Gobierno Provisional, producto de un acuerdo entre los liberales burgueses, los mencheviques y los socialistas-revolucionarios con el propósito de neutralizar al segundo poder que había surgido con la insurrección de febrero: los Soviets de obreros y soldados.

Cuando Lenin llega a finales de marzo a Rusia, la consigna es clara: dar los pasos necesarios para derrocar al Gobierno Provisional. La fase democrático-burguesa no deja de ser un paso previo para lograr la revolución socialista. Los bolcheviques no debían caer en el error de que el régimen democrático-burgués se consolidara.

Este planteamiento le llevó a un enfrentamiento no sólo con los mencheviques y socialistas-revolucionarios, si no con una parte muy importante de los bolcheviques, en concreto con los dirigentes del interior, como Stalin y Kamenev.

Los hechos son de sobra conocidos: las tesis de Lenin se impusieron, y el lema de “todo el poder a Soviets” fue fundamental para que en octubre se diera el paso definitivo para la caída del Gobierno Provisional, produciéndose el triunfo de los bolcheviques y su llegada al Poder.

El Estado y la revolución

Como he manifestado anteriormente, en el ámbito de la teoría del Estado, la obra referente que escribió Lenin fue “El Estado y la Revolución”[1]. En ella realiza un estudio pormenorizado de las teorías de Marx y Engels acerca de esta cuestión. La obra está plagada de citas, algunas ciertamente extensas, con la finalidad de encuadrar su pensamiento en el marco de las teorías de los fundadores del marxismo y de reforzar su tesis como producto de la correcta interpretación del pensamiento político de Marx y Engels.

La teoría del Estado en el pensamiento de Lenin
Friedrich Engels Wikimedia Commons)

Esta obra es una enmienda a la totalidad a la doctrina nacida en el seno de la II Internacional y a los planteamientos mecanicistas que tenían algunos dirigentes bolcheviques, como Stalin. En ese contexto, Lenin realiza una crítica muy severa a algunos conocidos miembros de la II Internacional, entre los que destaca C. Kautsky, el teórico más importante de dicha organización, por entender que su praxis se salía de la doctrina marxista.

Algunos autores han definido esta obra como desviación anarquista. Otros pensadores, como Wayne Price, la han definido como “su trabajo más libertario”. Sin olvidar que Lenin realiza una lectura de lo escrito por los padres del marxismo, vamos a analizar si es realmente un texto que se pueda definir como libertario.

Lenin escribió “El Estado y la Revolución” en ese periodo de efervescencia de los Soviets, entre las revoluciones de febrero y octubre, es por ello, que dedica un espacio a analizar la experiencia de la Comuna de París, al ser la experiencia histórica en la que por primera vez el pueblo consigue poner en marcha la “destrucción de la máquina del Estado”.

El Estado como herramienta de dominio de la sociedad

A la hora de hacer una definición del Estado, Lenin se apoya en lo teorizado por Marx y Engel. Si para Marx, el Estado es un órgano de dominación de clases, Lenin lo define como “producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase”. El Estado es la herramienta de la clase económicamente dominante para la represión y explotación de la clase oprimida. Y trae a colación a Engels y su obra “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, cuando este manifiesta que “con la desaparición de las clases desaparecerá inevitablemente el Estado”.

Una de las conclusiones de las definiciones anteriores, es que la cuestión del Estado va íntimamente ligada a la confrontación entre clases, el antagonismo existente entre la clase dominante (burguesía) y la clase oprimida (proletariado). O dicho de otro modo, para estos pensadores, la lucha de clases tiene mucho que ver con la maquinaria que sustenta al Estado burgués.

Para Lenin el aparato del Poder Estatal es el que está por encima de la sociedad en la que se dan las contradicciones de clase, al haber sido creado por la clase dominante, para poder tener sometida a la clase oprimidas, y una de las características del aparato estatal es que para ejercer esa función de dominación se apoya en el “ejército permanente y la policía”, elementos imprescindibles para poder realizar esa acción coercitiva contra la clase oprimida.

Ante este análisis, la pregunta que Lenin se plantea es

¿Qué hacer con el Estado?

Sin duda aquí radica una de las cuestiones fundamental de su ensayo. ¿Extinguirlo, destruirlo, abolirlo? Lenin no duda en exponerlo de forma radical, al plantear la destrucción del Estado burgués, lo que denominará la maquinaría estatal burguesa, como paso para la toma del Poder por parte del proletariado mediante un proceso revolucionario. Lo que se extinguirá posteriormente es el Estado surgido de esa revolución. Para ello, una vez más recurre a los trabajos de Marx y Engels.

La teoría del Estado en el pensamiento de Lenin
Vladimir Ilich Lenin,1918 (Wikimedia Commons)

Lenin cita a Engels, al manifestar que el pensador alemán plantea la destrucción del Estado de la burguesía por la revolución proletaria para que posteriormente se vaya extinguiendo el “Estado o semi-Estado” proletario surgido de dicha revolución. Y para poder llevar a efecto la destrucción de todo ello, es necesario pasar por la fase de la dictadura del proletariado, o lo que en otros autores, como Rosa de Luxemburgo, denominan democracia proletaria, que no es otra cosa que la represión de la burguesía por parte del proletariado, que en el plano socioeconómico se traduciría en la “toma de posesión de los medios de producción por el Estado en toda la sociedad”. A esto, denominan la destrucción del Estado burgués, que Lenin llega a denominar “la democracia más completa”. En este momento se iniciaría el proceso para la extinción del Estado, momento en el que desaparecería la democracia proletaria, porque para el político ruso, la democracia no deja de ser un Estado.

Al tratar esta cuestión, Lenin desarrolla una batería de críticas hacia los teóricos de la II Internacional, y en concreto a la socialdemocracia alemana, representada por C. Kautsky, al recordarles que si bien es “la república democrática, como la mejor forma de Estado para el proletariado bajo el capitalismo”, no hay que olvidar que “todo Estado es una fuerza especial para la represión de la clase oprimida”, lo que lo convierte en un obstáculo para llegar al socialismo, y para lograrlo, pasa por la destrucción del Estado capitalista y la instauración de la dictadura del proletariado. En este punto, Lenin no hace más que traer a colación lo expuesto por Marx en Crítica al Programa de Gotha, donde desarrolla este tema. Y es que vuelve a traer a colación al pensador alemán cuando dice que “la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado”[2].

Hasta entonces, todas las revoluciones habían “perfeccionado la maquinaria del Estado, y lo que hace falta es romperla”[3]. Y para ello, Lenin llega a la conclusión que “el proletariado no puede derrocar a la burguesía si no empieza por conquistar el Poder político, si no logra la dominación política, si no transforma el Estado en el proletariado organizado como clase dominante. El Estado proletario empieza a extinguirse inmediatamente después de su triunfo, pues en una sociedad sin contradicciones de clase es innecesario e imposible”.

En la cuestión al método de lucha para lograr lo expuesto hasta ahora, el líder bolchevique no duda en exponer que será mediante un proceso revolucionario de carácter violento, y para ello, recoge una cita de la obra Anti-Düring de F. Engels, cuando manifiesta que “… De que la violencia desempeña en la historia otro papel (además del de agente del mal), un papel revolucionario; de que, según expresión de Marx, es la partera de toda vieja sociedad que lleva en sus entrañas otra nueva; de que la violencia es el instrumento con la cual el movimiento social se abre camino…”.[4]

En este debate acerca de qué hacer con el Estado, Lenin también realiza una crítica al anarquismo de la mano de lo escrito por Marx y Engels. A diferencia de los anarquistas que plantean la supresión del Estado “de la noche a la mañana”, el revolucionario ruso defiende la necesidad de la vigencia temporal del Estado, como “forma revolucionaria y transitoria” del estado que el proletariado necesita, etapa necesaria para utilizar los resortes del Estado contra los explotadores, para lo que es necesario el empleo sistemático de las armas. “El Estado no puede abolido antes de haber sido destruidas las relaciones sociales que lo hicieron nacer”[5].

En este contexto, la Comuna de París de 1871 viene a ser uno de los referentes que tiene presente a la hora de teorizar sobre la organización de la clase trabajadora para derrocar el Estado burgués, porque esta experiencia demostró que no bastaba con que la clase obrera se apodere de la máquina estatal, por el contrario, era necesaria su destrucción, y con ello la máquina burocrático-militar.

La teoría del Estado en el pensamiento de Lenin
Vladimir Lenin en un mitin, 1920 (Wikimedia Commons)

El proceso de extinción del Estado (el periodo de transición)

Sin duda este es el punto que más disputa dialéctica se puede encontrar, porque en él es donde el líder ruso analiza el proceso de transición del capitalismo al comunismo, que constaría de varias fases, hasta llegar a la fase superior de la sociedad comunista, momento en el que se extinguirá el Estado.

Este proceso daría inicio con la transición del capitalismo al comunismo, que se realizaría únicamente a través de la dictadura del proletariado, que se extenderá en el tiempo hasta la desaparición de las clases, momento en el que “desaparecerá el Estado y podrá hablarse de libertad”. Y para ello, recurre a Engels cuando dice “mientras el proletariado necesite todavía el Estado, no lo necesitará en interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejará de existir”[6]. El Estado desaparecerá cuando no hayan desaparecido los capitalistas y no haya clases. Es a lo que Lenin llama libertad.

Todo ello es un proceso gradual en el que Estado reprimirá a la minoría de explotadores, hasta llegar a la primera fase de la sociedad comunista: una fase intermedia que desembocará en la fase superior de la sociedad comunista, momento en el que se extinguiría el Estado.

Si bien Lenin afirma que el Estado iniciará su proceso de disolución de forma inmediata, en ningún momento pone plazos a ese proceso, manifestando en algunos pasajes de su obra el desconocimiento ante la velocidad de ese proceso y “subrayando el carácter prolongado de este proceso”. Ello lleva a plantear que al no llegar a concretar la duración de ese proceso, hace pensar que todo dependería de la evolución del periodo de transición y de las posteriores fases de la instauración de la comunista. Teniendo presente lo expuesto, cabe poner en duda que en este trabajo haya una cierta tendencia libertaria y mucho menos, una desviación anarquista. En esta cuestión, Humberto Da Cruz entiende que “la progresiva extinción del Estado a lo largo del período socialista” se movió en el campo de la teorización, pues no dejaba de tener un gran componente de abstracción, lo que le hizo caer en un optimismo, al exponer que desde el momento en el que se produjera la toma del poder, y la destrucción del Poder burgués, daría inmediatamente comienzo a la extinción del Estado[7].

Hay que tener en cuenta que debido al atentado que sufrió, sus facultades quedaron muy mermadas, falleciendo en 1924, por lo que desconocemos como hubiera interpretado el proceso que se vivió en los posteriores años en la URSS.

Teniendo presente lo escrito por el líder ruso, la conclusión es que a lo largo de la historia, ninguna de las experiencias socialistas ha llegado a la fase final para llevar a cabo la extinción total del Estado. Ello se puede deber a múltiples factores, y el más importante podría ser la actitud hostil de los países capitalistas a lo largo de la historia para con los países socialistas, lo que les ha llevado a fortalecer el Estado socialista. Quizá en ese contexto, se podría tener presente la teoría surgida del XXII Congreso del PCUS (1961), en el que plantean la desaparición del Estado “cuando se haya edificado la sociedad comunista y la victoria del socialismo se consolide en todo el mundo”[8].

Tampoco habría que dejar a un lado que en la praxis seguida en las diferentes experiencias en la transformación del capitalismo al socialismo, podemos observar el arrinconamiento de algunas de las ideas que Lenin planteó en 1917, entre las que se encontraba que todo el poder residiera en los Soviets, para ir siendo sustituido por el control del poder a cargo de una élite de dirigentes que dominaban tanto los aparatos del partido y del Estado, llegando identificarse el uno con el otro y alejándose de las masas obreras.

[1] Para escribir este artículo he utilizado dos ediciones del libro de Lenin El Estado y la Revolución: Editorial Miguel Castellote, 1976 y Editorial Progreso de Moscú, 1976.

[2] Recogido en una carta que Marx escribe a Weydemeyer, fechada el 5 de marzo de 1852.

[3] Cita recogida por Lenin del libro de Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte.

[4] Cita de la obra de F. Engels, Anti-Dühring.

[5] Cita de Engels que Lenin recoge en El Estado y la Revolución, extraida de unos artículos que Marx y Engels escribieron para un almanaque italiano y que en 1913 fueron publicados en alemán en la revista Neue Zeit.

[6] Lenin trae una cita de Engels obtenida de una carta que envió a Bebel.

[7] Prólogo al “Estado y la Revolución” de Lenin escrito por Humberto Da Cruz, Editorial Miguel Castellote, 1976.

[8] Pablo Lucas Verdú: Curso de derecho político, volumen I, 1980, pag. 199.

La teoría del Estado en el pensamiento de Lenin
El Estado y la Revolucion-Editorial Progreso

Benito Lertxundi. Euskal kulturaren handi baten agurra

Benito Lertxundi. Euskal kulturaren handi baten agurra[1]

Benito Lertxundi. El adiós de un icono de la cultura vasca

(Artículo en bilingüe)

Duela egun batzuk Benito Lertxundiren agurraren albistea entzun nuenean, esan beharra daukat ez ninduela harrapatu ustekabean, urteen joana denontzat da eta Orioko bardoa ez zen salbuespenik izango; ez da erraza jakitea eszenatokitik noiz joan aukeratzen, mende erdi oholtza gainean igaro duenarentzat; hemendik aurrera hutsune hain handia geratuko da, baina, aldi berean, aitortzen dut tristura sentsazioak nire gorputza osoa zeharkatu duela, musika panoramako handienetako batek erretiroa hartu baitu.

Belaunaldi ugarik erreferentetzat jo dugu. Zaila da adieraztea euskaltzaleentzat eta euskal musika zaleentzat izan duen garratzia; musikari bikaina baino gehiago izan da, ausartuko nintzateke esatera euskarazko musikako olimpoan deskantsatuko duen gutxienetako bat dela eta izango dela.

Benito Lertxundi ezagutzen ez dutenentzat, pasa den mendeko 60ko hamarkan bere ibilbide musikala hasi zuen katautore bat da, musika protesta izeneko espazio musikalean lehen urratsak emanez, genero folkerantz gerturatzeko, non kreatibitate iturriak ez duen mugarik izan.

Azken 50 urteotan, asko izan dira arrakastatsu bilakatu diren euskal musika taldeak, kasu batzuetan nazioarteko mailaraino. Are gehiago, edonork Euskal Herritik kanpo galdetuko balu abezlarien edo euskal musika taldeen inguru, ziur aski, publiko gehienak Benito Lertxundi baino lehen beste kantari eta talde batzuk aipatuko lituzke, logika daukana: bere musikak oztopo gehiago izan dituelako mugak gainditzeko, nahiz eta horrek ez duen esan nahi bere musika ez duela Ebro eta Adurretik harantz eraman. Horri esker, Euskal Herritik kanpo hainbat aldiz entzuteko pribilegioa izan dut. Hala ere, Benito Lertxundik lortu duena beste mundu batekoa da, musikari baino gehiago, erreferente kultural bihurtu baita.

Benito Lertxundi. El adiós de un icono de la cultura vasca
Portada del álbum Zuberoa-Askatasunaren semeei

Oraindik oritzen naiz joan nintzen lehen kontzertura, 80ko hamarkadaren hasieran Madrilgo ikastetxe nagusi batean, ni 15 urte inguruko mutikoa izanda. Beste lagun batekin joan nintzen eta Zuberoa-Askatasunaren semeei disko bikoitza aurkezten zuen. Hori izan zan nire lehenengo harremana haren musikarekin eta poliki-poliki ezagutu nuen. Argitaratzen zuen lan bakoitzean edo bertaratzeko aukera nuen kontzertu bakoitzean zeozer berria txunditzen ninduena aurkitzen nuen.

60 urteko kantzagintzaren zehar dozena erdi haren kontzertuetara joateko aukera izan dut. Liluratu egiten ninduen eszenarazteak, perfekziora urbiltzen zen lanak, zehaztasunen ardurak, ez zegoen improbisaziorako lekurik; nire biniloa entzuten ari nintzela etxeko egongelan zirudien. Hasieratik berarekin batera jotzen zuten musikarien kalitatea zan atenzioa eman zidan bereizgarrietako bat, askotan holako taldeetan ahaztuenak direlakoan. Baina aipatutako hau guztiaren gainetik, izugarri gustatzen zitzaidana Benitoren ahotsa zan, nahasezina, ezin parekatuzko sonoritatearekin, logikoki,  denboraren poderioz aldatu izan duena, bere kanteei ukitu bakarra ematen ziena bilakatuz.

Bereziak ziren kontzertuak, abestien inguruko giroa, nagusi zen isiltasuna emanaldian zehar, bakarrik txaloengatik apurtua, publikoen harrera. Guzti honek giro aparta sortzen zuen.

Benito Lertxundi. El adiós de un icono de la cultura vasca
Miembros del colectivo Ez Dok Amairu junto con Atahualpa Yupanqui y Paco Ibañez

Benito Lertxundik ez dok Amairu mugimendu kulturalaren parte hartu zuen, gero ibilibide luzeagoa izan duena. Batzuk, Lourdes Iriondo, Mikel Laboa edo Xabier Lete bezalakoak, desagertu zirelako, beste batzuk ez dutelako jarraitasunik eduki euren karrera musikaletan.  Errealitatea da Benito Lertxundi, ia hogei albumekin, garai ilunean, frankismoa izan zen bezalakoa, artisten eta intelektualen belaunaldi haren ikurra izan dela. Gainera, pausu bat aurrera eman eta erabaki zuten hizkuntz zapaldu eta gutxituan abestea euskal kultura defendatzeko. Euskal musikako historian ez ezik, euskal herrikoan ere geratuko da.

Aisa, eszenatokiei oriotarren agurra bueltarik gabeko ibilbide bat da, baina artista batek bere behin betiko agurra eman arte jarraitzen du horixe bera izaten. Hori dela eta, sortzen zaidan zalantza da, ea, bere lan kreatiboari ere uko egin dion txunditzen ninduen. Espekulazioz aparte, uzten digun ondarea paregabea da.

Benito Lertxundi. El adiós de un icono de la cultura vasca

Cuando hace unos días escuché la noticia del adiós de Benito Lertxundi a su actividad musical, tengo que decir que no me cogió del todo de sorpresa, los años pasan para todos, y el bardo de Orio no iba a ser una excepción; saber elegir el momento de retirarse de los escenarios no es tarea fácil para todo aquel que ha pasado más de medio siglo subido a la tarima; pero, al mismo tiempo, tengo que reconocer que una sensación de tristeza me recorrió el cuerpo; pues a partir de ahora va a quedar un hueco inmenso, al haberse retirado de los escenarios uno de los más grandes de la música vasca.

Para varias generaciones ha sido un referente. Lo que ha representado para todos los euskaltzales y amantes de la música vasca es difícil de expresar; ha sido algo más que un excelente músico, me atrevería a decir que es y será uno de los pocos que va a descansar en el Olimpo de la música en euskera.

Para los que no conozcan a Benito Lertxundi, decir que es un artista que comenzó su trayectoria musical en los años 60 del siglo pasado, dando sus primeros pasos en ese espacio musical de lo que se conoce como música protesta, para ir evolucionando hacia el género folk, donde la fuente de su creatividad no ha tenido limite.

En los últimos cincuenta años ha habido muchos músicos y grupos vascos que han logrado un gran prestigio, en algunos casos hasta a nivel internacional. Es más, si fuera de Euskal Herria uno preguntara por cantantes o grupos de música vasca, probablemente la mayor parte del público mencionaría a otros cantantes o grupos antes que a Benito Lertxundi, cosa que tiene su lógica. Su música ha tenido más dificultad para traspasar fronteras, aunque esto no quiere decir que no haya llevado su música más allá del Ebro o del Adur. Gracias a ello, he tenido el privilegio de escucharle varias veces fuera de Euskal Herria. Pero lo que ha logrado Benito Lertxundi está en otra dimensión, pues ha sido mucho más que un musico, se ha convertido en un referente cultural.

Benito Lertxundi. El adiós de un icono de la cultura vasca
Portada del álbum 40 urtez ikasten egonak

Todavía recuerdo al primer concierto de Benito Lertxundi al que asistí, fue a principios de los años 80, en un colegio mayor de Madrid, yo era un chaval de alrededor de 15 años; asistí con otro amigo y presentaba su álbum doble Zuberoa-Askatasunaren semeei, fue mi primer contacto con su música y poco a poco fui descubriéndolo, y en cada trabajo que publicaba o concierto al que tenía oportunidad de asistir encontraba algo nuevo que me sorprendía.

A lo largo de sus sesenta años de carrera musical he tenido la oportunidad de asistir a media de docena de conciertos suyos.  De todos ellos me maravillaba su puesta en escena, un trabajo que rayaba la perfección, el cuidado de todos los detalles. No había lugar a la improvisación; tenía la impresión de que estaba escuchando el vinilo en el salón de mi casa. Una de las cosas que me llamó la atención desde la primera vez que tuve la oportunidad de escucharlo, fue la calidad de los músicos que le acompañaban, porque muchas veces son los grandes olvidados en un grupo de estas características. Pero por encima de todo lo que acabo de comentar, había algo superior que me fascinaba, su voz, inconfundible, con una sonoridad inigualable, que como es normal, fue cambiando con el tiempo, poco a poco convirtiéndose en una voz que imprimía a sus canciones un toque único.

Sus conciertos eran diferentes, el ambiente entorno a las canciones que interpretaban, el silencio que reinaba en él, sólo roto por los aplausos, la receptividad del público. Todo ello creaba un ambiente único.

Benito Lertxundi ha sido el miembro del movimiento cultural Ez Dok Amairu que ha tenido una trayectoria más dilatada. Algunos porque desaparecieron, como Lourdes Iriondo, Mikel Laboa o Xabier Lete y otros porque no han tenido esa continuidad en su carrera artística. La realidad es que Benito Lertxundi, con casi una veintena de álbumes, ha sido un símbolo de lo que fue aquella generación de artistas e intelectuales que, en una época oscura, como fue la dictadura franquista, dieron algo más que un paso adelante, decidieron cantar en un idioma reprimido y cercano a la desaparición y defender la cultura vasca. Eso es algo que quedará en la historia no sólo de la música vasca, sino en la historia de Euskal Herria.

No me cabe duda de que el adiós del oriotarra a los escenarios es un camino sin retorno, pero un artista lo sigue siendo hasta el día del adiós definitivo. Por ello la duda que me surge es si ha puesto punto final a su labor creativa. Pero especulaciones aparte, lo que nos deja es un legado musical imposible de igualar.

Benito Lertxundi. El adiós de un icono de la cultura vasca
Benito Lertxundi en un recital

 

[1] Itzultzailea: Uxue Castrillo Ramírez