El libro sobre el que versa este comentario no es de reciente publicación, pues vio la luz en febrero de 2016 y se encontraba en la balda de mi librería en la que tengo por costumbre depositar los libros pendientes de leer y en este caso, como en otras ocasiones, me he demorado quizá demasiado a la hora de leerlo. Eso sí, una vez que uno inicia su lectura es imposible no terminarlo.
No siendo un libro de reciente aparición me ha parecido oportuno dedicarle esta reseña por el valor histórico que tiene la persona sobre la que gira este ensayo y para que no pase de puntillas lo que en él se recoge. Aunque sea de forma modesta, es imprescindible rescatar del olvido y que no pase de forma desapercibida lo que fue la II República en Navarra y lo que vino con posterioridad de la mano del golpe de Estado de julio de 1936. Siempre hay que tener presente que desde Navarra el general Mola planificó el golpe militar y la estrategia represiva que los golpistas pusieron en marcha contra la población que no profesaban su ideología[1].
Bajo el título “Nuestro pueblo despertará. David Jaime y la República vasconavarra” (Editorial Txalaparta), el autor, Jose Mari Esparza Zabalegi hace un recorrido por la vida del político republicano navarro David Jaime Dean y los acontecimientos históricos que vivió, en muchos de los cuales el protagonista de este ensayo fue uno de los políticos navarros que más brillaron a lo largo de los años de la II República y posteriormente en el exilio. Quizá sea el representante más destacado del republicanismo navarro euskaldun de izquierdas. Su abnegado trabajo en favor de unos ideales que supusieran la transformación de la Navarra tradicional y clerical en una Navarra republicana, progresista y laica, le hizo estar en la primera línea de la política navarra a lo largo del periodo de la II República, llegando a formar parte de la Gestora de la Diputación de Navarra entre los años 1931-1933 y posteriormente sería miembro del Consejo de Navarra en el exilio, ejerciendo de facto la presidencia de este organismo, así como de su Comisión Permanente.
En estos momentos en los que estamos observando con preocupación las agresiones a la Memoria Histórica por parte de los que quieren silenciar todo lo que ocurrió tras el golpe de Estado de julio de 1936 y de los anhelos de algunos por volver a repetir un golpe de Estado de las mismas características, este libro es un recordatorio de lo que representaron una generación de políticos republicanos navarros que en palabras de Jose Mari Esparza lucharon por una “Navarra, laica, republicana, de izquierdas, euskaldun y unida, sin perder su autonomía, al resto de Euskal Herria”.
Tengo que decir que hasta la lectura de este libro desconocía quien fue el republicano David Jaime Dean. Fue uno de estos políticos que han sido pasto del olvido. Sobre él se depositó una ingente capa de polvo producto de los largos años de dictadura. Esa forma tan especial de dar cerrojazo a una parte de la historia: los años de la República, el golpe de Estado y la represión franquista.
La labor de escribir la biografía del político republicano tafallés, David Jaime Dean, ha corrido de la mano de otro tafallés, Jose Mari Esparza Zabalegi y publicado por el editorial Txalaparta, sito en Tafalla. En este caso parece que David Jaime si ha sido profeta en su tierra.
El libro que consta de algo más 300 páginas, alterna las vicisitudes de David Jaime con el relato de los acontecimientos históricos en los que el político navarro fue uno de los actores principales. Una de las características más destacables de esta obra es el trabajo de documentación que hay detrás de ella, algo que no es nuevo en el autor. Si por algo destacan cualquier obra que ha publicado Jose Mari Esparza, es por su meticulosidad a la hora de documentar lo recogido y este ensayo no ha sido una excepción.
A lo largo de la obra el autor nos va desgranando la historia del republicanismo en Navarra, desde sus inicios, en el periodo de la Primera República, la relación que tiene con las ideologías de la época, carlismo y nacionalismo vasco, y su posición en favor de la defensa de los fueros como herramienta para la defensa de las ideas federales.
El libro consta de seis partes y los anexos formados por documentos redactados por los partidos republicanos navarros de izquierda sobre la República y el Estatuto Vasco-Navarro.
El autor le dedica la mayor parte del libro al periodo correspondiente a la Segunda República y el posterior exilio, en la que David Jaime es un personaje que lo vive en primera persona y con un grado muy importante de protagonismo.
Al final de cada parte hay una cuidada colección de fotografías correspondiente a ese periodo de la vida del protagonista, excepto en la segunda y sexta.
Primera parte
El autor nos lleva por la vida y peripecias de David Jaime. Su infancia en Eugi y su juventud en Etxarri Aranatz, le permiten aprender la lengua de sus ancestros, la linguae navarrorum. El amor que le profesó se vio reflejado en la defensa que de ella hizo a lo largo de su trayectoria política. Luego vendría su estancia en Argentina, donde refuerza sus ideas liberales y republicanas. Los nuevos estados americanos, nacidos como consecuencia de la lucha por la libertad eran el lugar idóneo para consolidar su ideología republicana y progresista. Su retorno al viejo Reino, allá por 1917, le devolverá al país tradicional que dejó, donde “el robledal carlista” lo dominaba todo. En esas fechas se va vislumbrando la aparición de las ideas liberales y un incipiente movimiento obrero. Todo este proceso David Jaime lo vive sin tener todavía una participación directa en política pero con el paso del tiempo y su posterior asentamiento en Tafalla, la tierra de sus padres, le llevará a estar en la primera línea de la vida política de Tafalla y Navarra.
Segunda parte
Esta parte del libro es una exposición concisa de la evolución de las ideas ilustradas, librepensadoras y republicanas pensamiento en Euskal Herria en general y en Navarra en particular a lo largo de la historia.
Desde una óptica político-social nos hace una introducción desde el Renacimiento, pasando por la Ilustración para llegar al siglo XIX y a los conflictos que se vivieron a lo largo de ese siglo en Navarra.
En ese recorrido histórico el autor nos habla de la figura de Manuel Larramendi, que en el siglo XVIII defenderá el derecho a la existencia de una República formada por bascongados constituyendo una nación libre y unida. Antes de sumergirse en los avatares del siglo XIX hace un pequeño repaso de la guerra de Convención (La Francia nacida de la Revolución entra en guerra con la Monarquía española) para acabar centrándose en lo que representó el conflicto entre carlistas y liberales en los territorios vasconavarros. No es el primero ni será el último libro en el que se desmonte el concepto existente de lo que representaba cada bando (carlista y liberal) en liza y el por qué se produjo el levantamiento en las provincias vasconavarras.
Se detiene en el análisis de lo que fue la I República española, lo que supuso para el republicanismo liberal vasco y la existencia de un republicanismo liberal defensor de la restauración foral.
Tercera parte
Comprende el periodo del inicio de la II República hasta la llegada del bienio negro. El autor nos va relatando a través de las actividades del político tafallés las visicitudes que se vivieron en Navarra. El protagonista del libro tuvo una presencia notable en la política navarra. No sólo fue concejal en el Ayuntamiento de Tafalla, sino que fue miembro de la Gestora de la Diputación.
A lo largo de estos intensos años tiene especial importancia todo el proceso de discusión del Estatuto Vasco-Navarro. Los enredos de la derecha navarra para utilizar este debate con el objetivo de desgastar a la II República, el error del PNV en los primeros compases a la hora de buscar sus compañeros de camino, las dudas y prejuicios de algunos republicanos y socialistas, que no de todos, a la hora de posicionarse en favor de que Navarra aprobase el Estatuto y las irregularidades que se produjeron en la asamblea en la que se decidió que Navarra se quedase fuera del Estatuto.
El autor no deja pasar por alto la actitud que tuvo David Jaime ante los problemas sociales. Desde el Ayuntamiento trabajó en favor de la recuperación de comunales y corralizas, en todo tipo de obras públicas, infraestructuras públicas y servicios públicos, construcción de casas baratas, etc., que ayudasen a mejorar la vida de sus vecinos y, en especial, de los más humildes y desfavorecidos. Y fue un avanzado a su tiempo, pues en 1932 planteó, sin éxito, la demolición de la plaza de toros “donde se dan espectáculos incultos, sin rentabilidad para el Ayuntamiento”.
Cuarta parte
Jose Mari Esparza nos relata la victoria del Frente Popular en todo el Estado y los preparativos del horror que se avecinaba y, con ello, el infierno que pasó David Jaime para poner a salvo su vida, pues desde el momento en que triunfó el golpe en Navarra su suerte estaba echada. Una fosa común o el exilio. Por fortuna, pero después una odisea dramática, nos cuenta cómo logró ponerse a salvo.
En esta parte del libro se hace eco del giro que dan las izquierdas en Navarra respecto al Estatuto Vasco una vez que se produjo la victoria del Frente Popular. Empiezan a ser conscientes de la necesidad de buscar la unidad política con los otros tres territorios vascos, si quieren que la derecha reaccionaria deje de ser el eje sobre el que gire la política navarra. Los políticos socialistas y republicanos que en 1932 habían estado en contra deciden apoyar la entrada de Navarra en el Estatuto Vasco y para ello los partidos del Frente Popular firman un manifiesto muy clarificador que se puede leer en los anexos del libro.
Quinta parte
Es la parte más extensa de todas, en ella el autor recoge todo lo que fue su vida en su exilio en Iparralde hasta su fallecimiento. Sus penurias económicas, sus problemas de salud y su incansable actividad política para coordinar al exilio navarro dentro del Consejo de Navarra.
Relata de forma muy pormenorizada la labor que realizó el político tafallés, sus relaciones con otros compañeros del exilio y las tensiones que vivió en algunos momentos con miembros de otras fuerzas políticas, como es el caso del PNV.
Los políticos de la izquierda navarra se lamentaban del error que supuso que Navarra no haber entrado a formar parte de la autonomía vasca. Tenían el convencimiento que de esa forma el golpe de Estado nunca hubiera triunfado en el Viejo Reino.
Sexta parte
Con la desaparición de David Jaime y otros destacados políticos navarros que se encontraban en el exilio, se inicia una nueva etapa en la que el autor nos hace un repaso de cómo se fue recolocando el mapa político de Navarra hasta llegar a los años posteriores a la muerte de Franco. Partidos que durante la II República tuvieron un peso importante pasan a ser testimoniales, cubriendo su espacio otras fuerzas políticas que surgen con mucha fuerza.
El libro nos va adentrando en los movimientos políticos que se dieron después de la muerte de Franco, las primeras elecciones y la postura que adoptan los partidos ante el nuevo Estatuto Vasco. En este contexto dedica una parte a explicar de forma pormenorizada los movimientos que se dieron para obstaculizar cualquier entrada de Navarra en el Estatuto y el papel que jugó en todo ese proceso el PSOE, que dio un giro copernicano pasando de estar a favor de la entrada a oponerse de la forma más radical. Es de gran valor histórico la documentación que utiliza para poder sustentar este relato, pues su publicidad no es del agrado de algunos políticos que han ostentado importantes cuotas de poder en Navarra en los últimos cuarenta años.
Jose Mari Esparza no deja en el tintero a dos personas que fueron fundamentales en la vida del político tafallés. Su esposa y su sobrina, pues el matrimonio no tuvo descendencia. Ambas mujeres van acompañando al protagonista a lo largo del libro pues fueron participes y colaboradoras en sus actividades políticas.
Si la finalidad de Jose Mari Esparza con esta obra era reivindicar el legado político de esa generación de republicanos navarros que trabajaron denodadamente por una Navarra alejada de la noche oscura que ha sido el tradicionalismo más rancio a lo largo de los siglos XIX y XX, sin duda alguna la ha logrado.
[1] Extracto de la instrucción reservada nº 1, firmada por Emilio Mola en Madrid el 25 de mayo de 1936 que decía:
“Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego, serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas”.