A lo largo de estos días hemos estado inmersos en la cumbre de Glasgow, en la que se ha estado debatiendo para intentar superar la crisis climática que nos acecha. Los resultados siguen siendo decepcionantes, porque todo se queda en buenas palabras, pero, desgraciadamente, muy lejos de las medidas que la situación requiere. El capitalismo se resiste a renunciar a seguir obtenido grandes beneficios a costa de la salud de nuestro planeta y por tanto de la nuestra. La cuenta de resultados de las empresas está por encima del bienestar de la humanidad.
No nos engañemos. El capitalismo no tiene ningún interés en cambiar de actitud y si entra en este tipo de conferencias, es más por una cuestión de imagen, que por un interés real, porque cuando luego hay que bajar a los problemas del día a día, su aptitud es la misma que ha tenido desde el inicio de lo que hoy podemos definir como sociedad capitalista.
Tampoco es una novedad que cuando el capitalismo tiene dificultades para defender sus intereses y privilegios, porque estos están en peligro, no repara en medios para poder mantenerlos intacto. Para ello aplican la máxima del “todo vale” y echan mano de todo tipo de argumentos y artimañas, y si es necesario, alimentan al fascismo para que les realice el trabajo sucio.
Todo esto aun siendo obvio es necesario recordarlo pues hoy traigo aquí un problema de un gran impacto medioambiental que se da en las comunidades de Madrid y Castilla y León. En concreto, en la Sierra de Guadarrama. Me estoy refiriendo a las pistas de esquí existentes hasta la fecha en el entorno del puerto de Navacerrada y que allá por el mes de marzo el Ministerio de Transición Ecológica decidió no renovar la concesión a la empresa concesionaria.
El motivo aducido por la Administración Central se fundamenta en la subida de las temperaturas, debido al cambio climático, lo que aboca a no hacer viable el mantenimiento de la concesión para un negocio basado en la nieve.
Para las personas que no conozcan la zona, voy a ser muy conciso. El entorno del puerto de Navacerrada es el entorno montañoso que más cerca está de la metrópoli madrileña y una zona magnífica para tener un contacto directo con la naturaleza y practicar senderismo siempre respetando el medio ambiente. El incremento de las temperaturas, como consecuencia del cambio climático ha originado un descenso importante de las precipitaciones en forma de nieve en esta zona, por lo que la práctica del esquí en esas instalaciones se ha resentido considerablemente.
Por lo que respecta a las pistas de esquí que existen en ese entrono, tienen una antigüedad cercana a los setenta años, pero, lo más importante, la existencia de esas pistas ha originado un grandísimo impacto medioambiental. Se mire como se mire, las instalaciones de esquí han supuesto un deterioro paisajístico que se ha ido acrecentando a lo largo del tiempo. Desde la tala de árboles, el acondicionamiento de laderas de montaña para la práctica de este deporte y, una de las cosas más graves, la construcción de las instalaciones necesarias para la práctica de este deporte, como pueden ser los remontes, cañones de nieve y otro tipo de edificaciones que han originado un gran deterioro del entorno.
El motivo aducido por el Ministerio de Transición Ecológica para su no renovación no deja de ser un tanto endeble. No porque no le asista la razón, sino porque hay innumerables motivos que podrían fundamentar esta decisión, además del que aportaron en su momento.
La Sierra de Guadarrama por su vertiente sur, que corresponde a la Comunidad de Madrid, ha sufrido un impacto urbanístico, que se puede decir, sin ningún género de dudas, que es irreparable. La proliferación de edificaciones ha sido una constante a lo largo de varias décadas, sin que nadie haya puesto coto a esta barbaridad de crecimiento urbanístico.
Las políticas del ladrillazo se han cebado con diversos parajes naturales. Además de los pelotazos urbanísticos que han surgido al amparo de las políticas neoliberales en la regulación del suelo, la Sierra de Guadarrama lleva sufriendo durante muchos años un deterioro que si no se le pone coto de forma inmediata, la situación va a ser irreversible a todas luces. Y todas las infraestructuras necesarias para la explotación de las pistas de esquí son responsables directos de ese deterioro.
La situación en este momento es un tanto kafkiana, porque según las informaciones que se han publicado en algunos medios de comunicación, la empresa concesionaria, no sólo se niega a retirar las instalaciones existentes, en virtud del fin de la concesión y, previa petición de la Administración Central, sino que tiene intención de abrir las instalaciones para su explotación el próximo 1 de diciembre. Habrá que esperar a ver que sucede ese día, pero esperemos que el Ministerio de Transición Ecológica tome las medidas oportunas para que la concesionaria no actúe a su libre albedrío.
Ante esta situación la Comunidad de Madrid, teniendo en cuenta que el ultraliberalismo campa a sus anchas en sus despachos, con el apoyo imprescindible de la extrema derecha, ha decido dar batalla. Como no podía ser de otra forma, están en contra del cierre de las pistas de esquí y han llamado a arrebato. Como no podía ser de otra forma, a la extrema derecha española (PP-VOX) el medio ambiente nunca ha estado en sus agendas, entre otras cosas, porque son los responsables, que no los únicos, de los desmanes urbanísticos que se han dado en el entorno, pues la inmensa mayoría de los ayuntamientos de la zona los llevan gobernado desde hace bastantes años.
Lo que ocurre es que a todo esto hay que añadirle que la extrema derecha española es negacionista del cambio climático. Sólo hay que escuchar a personalidades importantes del PP, como Aznar, Rajoy, etc… o a líderes de VOX, lo que opinan sobre tema. La gran preocupación es la obtención de beneficios de las empresas, aunque sea a costa del deterioro irreversible del medio ambiente. Por lo que en esa confrontación entre intereses empresariales y medioambientales, la extrema derecha siempre va a elegir lo primero. Su único objetivo es la acumulación de riquezas aunque eso realmente sea pan para hoy pero hambre para mañana, porque si el planeta colapsa, lo hacemos todos. Son las teorías cortoplacistas del liberalismo económico.
No hay que olvidar que muchas estaciones de esquí sobreviven gracias a las ayudas públicas, pues son deficitarias. Tienen que recurrir a las administraciones públicas para que las explotaciones sigan siendo viables, sin ser una actividad que esté extendida entre la población en general, pues sigue siendo un deporte muy minoritario, pero con un grandísimo coste en infraestructuras.
En toda esta historia falta un elemento que he mencionado en la introducción que he realizado, y corresponde a la intervención de la extrema derecha española, el fascismo del siglo XXI. Son los negacionistas del cambio climático elevados a la enésima potencia. No hay duda de cuál va a ser su postura, pero a la hora de utilizar un argumentario tiran de falsedades, demagogia y lo que haga falta. Al fin y al cabo, la cobertura mediática que tienen les posibilita todo ello. Y en este tema no han tenido mejor idea de unir cultura y esquí. A cualquier persona en su sano juicio le puede chocar, pero así es.
VOX ha presentado una iniciativa para que la Comunidad de Madrid declare a las pistas de esquí de Navacerrada que están en la vertiente madrileña, como Bien de Interés Cultural. Debe de ser que quieren equipar las pistas de esquí al Museo del Prado o al Acueducto de Segovia. Dos bienes de interés cultural muy cercanos a donde se encuentran las pistas de esquí. Pero no sería de extrañar que esa estrategia les de resultado y mucha gente se trague el anzuelo, al fin y al cabo es la misma que han utilizado para hacer ver que la caza y los toros son bienes de interés cultural. Algo que en pleno siglo XXI no deja de ser una aberración.
Detrás de todo esto no hay otra cosa que mantener su modelo económico y de ocio, pensado en defender los intereses de una minoría y nunca en los intereses de la ciudadanía en general. Y para ello lo disfrazan con términos, como en este caso “bien de interés cultural”, que nada tienen que ver con la cultura, pero mucho con intereses de otra índole.
Para que la situación tenga un toque algo más surrealista, el pasado sábado 13 de noviembre, el puerto de Navacerrada tuvo unos visitantes muy especiales. VOX se manifestó en contra del cierre de las pistas de esquí, pidiendo que Navacerrada sea declarado bien de interés cultural. En su lema no hablaban de pistas de esquí, porque de esa forma quedan a relucir sus intereses. Pero una vez más, el fascismo trata a la gente como imbécil. Quizá porque por desgracia, su estrategia le ha dado muy buenos resultados.