PNV: Cambiar todo para que nada cambie

PNV: Cambiar todo para que nada cambie

La fontanería del PNV ha realizado una lectura clara de la situación del partido y, como no podía ser de otra manera, ha tirado de manual, para lo que ha utilizado la estrategia del gatopardismo, el cambiar todo para que nada cambie.

Un partido que, aunque sigue teniendo las cuotas más altas de poder en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, lleva cinco años sufriendo una caída continua en sus resultados electorales, y sólo gracias a los pactos con el PSE y las ayudas, que en más de una ocasión ha recibido de la derecha extrema española, han evitado que dejase de controlar algunas instituciones. Todo ello se ha visto reflejado en el proceso interno que han llevado a cabo en los últimos meses, poniendo en todo momento el foco en la renovación de los cargos internos. Una auténtica lucha por el poder en los territorios, pero carente de debate político.

Ahora, con la renuncia de Andoni Ortuzar a seguir en la batalla por continuar presidiendo el EBB, el régimen puede seguir durmiendo tranquilo. Aquí lo único que se ha dirimido es el quítate tú para ponerme yo, y en palabras del actual presidente del EBB “ha surgido otra candidatura con la suficiente ambición para asumir la presidencia del EBB”. Eso: “ambición”, porque en todo este proceso interno, lo que ha estado en un segundo plano ha sido el debate de las propuestas políticas; en ningún momento se ha percibido diferencias programáticas ni ideológicas entre los diferentes candidatos. Han surgido caras nuevas en la elección en los órganos territoriales, pero sin cuestionar la línea llevada hasta ahora, porque cuando se da un proceso de este tipo, lo importante es la confrontación de ideas, de modelo de país y de sociedad. Y, por el contrario, la única autocrítica que se ha podido leer es que su problema radica en no saber comunicar con la ciudadanía; cuestiones de carácter cosmético. A partir de ahí, que cada cual saque sus propias conclusiones.

PNV: Cambiar todo para que nada cambie
Josu Jon Imaz en el centro, junto a Urkullu y Joseba Aurrekoetxea (Wikimedia Commos)

La realidad, y lo importante para la sociedad, es que el PNV no tiene ninguna intención de cambiar su modelo de políticas neoliberales que acaban por dinamitar los derechos sociales de las personas más desfavorecidas y que están sirviendo para blindar los privilegios de las oligarquías económicas, y así se puede ver día tras día cuando en los parlamentos de Madrid o Gasteiz defienden los intereses de las empresas energéticas, la banca o los grandes tenedores de viviendas. Señor Imaz, tranquilo, que no es necesario que la patronal de las empresas energéticas se presente a las elecciones, nada mejor como los cinco diputados del PNV en la Carrera de San Jerónimo para defender sus intereses.

El clientelismo que ha generado el PNV en las instituciones donde gobierna ha sido una constante a lo largo de los años. Solo hay que tirar de hemeroteca para ver los casos de corrupción que le han salpicado. Sonroja ver como los beneficiados por las adjudicaciones públicas son ilustres apellidos del entorno del partido, y como la salida de la política de sus dirigentes suele ir acompañada de la puerta giratoria de turno. Nada nuevo bajo el sol; como buen partido del régimen del 78, ha sido una máquina electoral concebida para perpetuarse en el poder y para ello el clientelismo ha sido, es y será una herramienta fundamental.

PNV: el perejil de la ultraderecha
Aitor Esteban (Wikimedia Commons)

Cuando surgió la noticia del abandono de Andoni Ortuzar a la reelección de presidente el EBB, los periodistas fieles al régimen no dudaron en ningún momento en alabar al PNV, como partido “serio”, que “trajo la democracia a España” que siempre ha ayudado a la “gobernabilidad de España”, y que “sirvió para dar estabilidad a diferentes gobiernos”. Es decir, traducidos estos eufemismos a un lenguaje de andar por casa, lo que nos quieren decir es que ha sido un partido que aceptó la monarquía impuesta por el dictador en detrimento de la República, última forma legítima de gobierno, que fue un puntal en esa estafa que denominan Transición, entrando a dar apoyo y cobertura a gobiernos que han aplicado métodos nada democráticos: terrorismo de Estado, torturas, etc…, un partido que ha mirado más a sus intereses particulares que a los generales o sino ¿cómo se entiende la reivindicación de la titularidad de la sede del Gobierno Vasco en París y no solicitar la devolución de todos los bienes incautados por la dictadura a personas fieles a la II República? Pero como bien ha dicho Aitor Esteban recientemente en las redes sociales: “Alderdia, aberria” (partido, nación). Es decir, primero el partido y luego todo lo demás.