A vueltas con Marx. Algunas reflexiones

El filósofo Slavoj Žižek ha publicado recientemente un ensayo con el título “La vigencia de El manifiesto comunista”[1]. Es un libro no muy extenso, pues es una edición de bolsillo y solo tiene 76 páginas, sin embargo es de lectura densa y, en algunos momentos, se puede hacer algo espeso. En este ensayo, el autor realiza una reflexión sobre el capitalismo y la situación en la que se encuentra. Para ello utiliza el conjunto de la obra de Marx y diserta sobre la validez de la obra del filósofo alemán en nuestros días.

Cuando uno lee a Slavoj Žižek no le deja indiferente. Su forma de escribir provoca que el lector esté expectante a la espera de la resolución, un tanto desconcertante, del planteamiento que realiza.

La lectura de este ensayo, como no podía ser de otro modo, me ha inducido a volver a releer el texto original de Marx y me ha vuelto a suceder algo que dice mucho a favor de él. Siempre que lo releo extraigo algún fragmento que anteriormente no le había dado la importancia que tiene. Hay que tener presente que estamos hablando sobre un texto político que tiene más de 170 años de antigüedad y sobre el que se siguen realizando análisis de todo tipo. Todo ello me ha provocado el deseo de hacer algunas reflexiones al respecto:

¿Las teorías de Marx están desfasadas en la actualidad?

Para responder a esta pregunta a través únicamente del Manifiesto Comunista es necesario poner el foco en el capítulo primero[2] de esta obra de Marx. En él desarrolla la historia de los diferentes modelos económicos de producción que ha habido en la historia. Lo que conocemos como materialismo histórico, englobado dentro de lo que denomina la infraestructura[3] y sobre el que profundiza Slavoj Žižek en su ensayo.

Al inicio del ensayo, Žižek deja claro que la revolución que propugna Marx es imposible que se pueda producir en nuestros días, al no reunir la clase trabajadora los rasgos que entiende el marxismo que tenía en el siglo XIX y que permitían  participar en una “transformación revolucionaria de la sociedad” [4]. Sobre esto habría mucho que debatir pues si bien en el Primer Mundo la clase trabajadora no cumple esos requisitos en su totalidad, al haberse transformado en muchos aspectos, en los últimos veinticinco años se ha producido un proceso de involución que está recorriendo el camino inverso. Muchas de las conquistas socio-económicas que se han logrado en los últimos 100 años empiezan a esfumarse y no sólo no parece que no se ha tocado fondo, sino que en muchos aspectos se está llegando a épocas que no conocieron ni nuestros padres. Como dicen Carlos Fernández Liria  y Luis Alegre Zahonero en un ensayo reciente, no es que a Marx haya que adaptarlo a los nuevos tiempos, es que éstos son los que se adaptan cada vez más al pensador alemán.

Pero al hablar hoy en día de capitalismo estamos tratando de un sistema económico global y, en un mundo globalizado, hay regiones en las que sí que se dan los requisitos que menciona Žižek, además de otros muchos: explotación en régimen de semiesclavitud, mareas de inmigración y refugiados huyendo del hambre de las guerras causadas por los países ricos por intereses económicos, etc. Otra cosa es que se den lo que, podríamos denominar, condiciones subjetivas para impulsar una transformación revolucionaria de la sociedad.

Hoy en día, la mayor parte de la producción se realiza en países que se encuentran en vías de desarrollo. Son los grandes productores y manufactureros, en detrimento de los países ricos que han ido paulatinamente cambiando su roll y en la actualidad se dedican a la distribución e intermediación de los productos elaborados fuera de sus fronteras y a centrar su labor en el marco del capitalismo financiero. La clase trabajadora de los países del Primer Mundo ,en un porcentaje muy importante, no desarrolla su trabajo en lo que entendemos por empresas productivas. Siguiendo el caso del Estado español, la mayor parte de la clase trabajadora desempeña sus funciones en el sector terciario y, en concreto, son servicios.

Es necesario recordar lo que dice Marx sobre la evolución de la lucha de clases a lo largo de la historia y el papel que desempeña la burguesía desde que hace acto de aparición en la Edad Moderna hasta principio del siglo XIX. Marx describe el modus operandi de la burguesía en estos últimos doscientos años: “La burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de la producción, que tanto vale decir el sistema todo de la producción, y con todo el régimen social […] La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes […] La necesidad de encontrar nuevos mercados espolea a la burguesía de una punta a otra del planeta”. De hecho Marx pone en valor el papel que desempeñaba esta clase social en su época: “La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario”. No cabe duda que no hay diferencia en la actuación de la burguesía de 1847 y la de 2019. Si hay algo que se está dando en el capitalismo actual es la globalización. Ahora no se produce solo para los países ricos, ahora todo el mundo es un mercado global donde se consume.  Marx también describe el proceso de concentración de la propiedad “en manos de unos cuantos” a través de la centralización de los medios de producción y esto lleva a un “régimen de centralización política”.

Entonces, podemos ir respondiendo a la pregunta de que el marxismo sigue vigente a la hora de interpretar la historia, pues el método de análisis que Marx utilizó en la primera mitad del siglo XIX nos ayuda a entender la situación actual. Aunque hay algunas circunstancias que difieren motivadas por la evolución de la sociedad, el capitalismo sigue los mismos parámetros que son los que le han ayudado a sobreponerse a todas las crisis que ha sufrido.

Llegados a este punto la pregunta que nos podemos hacer es: ¿Marx se equivocó cuando auguró la caída de la burguesía?

Durante la vida del capitalismo han existido crisis porque son inherentes a él. El capitalismo sin crisis no se puede entender. Para el capitalismo las crisis son como el oxígeno para la persona, porque gracias a ellas se refuerza. Solo hay que ver que después de cada crisis crecen el número de las grandes fortunas a costa del empobrecimiento de la mayor parte de la población, dejando siempre en fuera de juego a un segmento de la población que es de imposible recuperación, personas en exclusión social. La crisis de 2008 ha sido un buen botón de muestra. Por eso cuando hay una crisis económica el capitalismo realiza un ejercicio de búsqueda de sus anticuerpos para poder salir victorioso de esa crisis. En esta cuestión, Marx se expresa en los siguientes términos: “¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos […] remedia unas crisis preparando otras más extensas”. Da la sensación que nada ha cambiado en la forma de afrontar las crisis desde la época de Marx. Los conceptos fundamentales siguen inmutables en el tiempo.

Pero para que el capitalismo salga victorioso de cada crisis que origina necesita un pilar fundamental: el apoyo de la estructura jurídico-política que controla la ideología de una sociedad (lo que Marx denomina superestructura), que le facilite la cobertura necesaria para todo ello. Pues bien, Marx se expresa en los siguientes términos: “hasta que implantada la gran industria y abiertos los cauces del mercado mundial, se conquista la hegemonía política y crea el moderno Estado representativo. Hoy, el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa”. Nada nuevo bajo el sol. Lo único que ha hecho el capitalismo es acomodar la maquinaria del Estado al siglo XXI y para ello ha fortalecido esa maquinaria utilizando la censura y aplastando la resistencia para hacernos ver que no hay alternativa al sistema actual. Este es el motivo principal por el que Marx falla cuando pronostica la caída del capitalismo. Infravalora el poder de la superestructura y la hegemonía ideológica que tiene sobre la sociedad lo que lleva a que en la sociedad se instalen lo más pernicioso del liberalismo como es el individualismo en detrimento de lo colectivo. Esto último lo podemos ver de forma diáfana con algunos ejemplos de nuestros días: Vivimos en plena globalización de la economía, pero somos incapaces de globalizar los problemas de la sociedad. Somos insensibles al sufrimiento de millones de personas que mueren de hambre, generada por las políticas dominantes. Miramos para otro lado con la situación de emergencia generada por las guerras injustas en las que los países ricos están directamente involucrados (muertos, refugiados, etc…).

Lo mismo nos ocurre con los conflictos que se dan en nuestro entorno más cercano. La sociedad es incapaz de solidarizarse con la problemática de algún colectivo cercano cuando sale a reivindicar unos derechos y, si encima deciden realizar una huelga que nos puede afectar (en el transporte, sanidad, etc…), un sector social importante es incapaz de ver esa situación desde la óptica de la defensa de unos derechos lícitos. Para todos estos problemas la frase más común es: ese no es mi problema. Todo esto me lleva a plantear la preocupación de que si el capitalismo actual (los pensadores actuales lo llaman postcapitalismo) está viviendo sus últimos momentos es posible que la alternativa que venga sea peor. No hay que más que ver a nivel mundial el ascenso de movimientos políticos populistas de derecha, que perfectamente podemos denominarlos como el fascismo del siglo XXI. Parece que el género humano no ha aprendido todavía la lección de la historia.

De todas formas entiendo que el capitalismo todavía tiene recorrido en este mundo de corrupción en el que vivimos. Los intereses de las élites económicas y políticas son muy grandes y no van a permitir que la tarta se la quiten así como así. Tampoco veo que la forma de transformar la sociedad en la que vivimos sea por medio de grandes revoluciones, como las que hemos conocido en los libros de Historia. Quizás el camino vaya por la convergencia de movimientos sociales que tengan un denominador común: la denuncia de un sistema agotado y la necesidad de englobar las diferentes necesidades de la sociedad actual en un proyecto transversal que cuestione los valores de la sociedad actual y que profundice en la construcción de pueblo y democracia.


[1] “La vigencia de El manifiesto comunistas”. Editorial Anagrama. Septiembre 2018. Traducción de Damià Alou.

[2] Capítulo I: Burgueses y proletarios.

[3] La infraestructura es la estructura económica de la sociedad que está compuesta por las fuerzas productivas junto con las relaciones de producción

[4] Slavoj Žižek en su ensayo cita a Gerald A. Cohen que “enumera los cuatro rasgos de la idea que tiene el marxismo clásico de la clase trabajadora: (1) constituye la mayoría de la sociedad (2); produce la riqueza de la sociedad; (3) la forman los miembros explotados de la sociedad; (4) sus miembros son la gente necesitada de la sociedad. Cuando estos cuatro rasgos se combinan, generan dos más: (5) la clase obrera no tiene nada que perder con la revolución (6) puede y ha de participar en una transformación revolucionaria de la sociedad”.

4 pensamientos en “A vueltas con Marx. Algunas reflexiones

  1. Buena reflexión, nunca vienen mal. Muy a mi pesar comparto contigo incluso mas allá de la mera preocupación el hecho cada vez mas visible de que el sistema capitalista actual tal y como lo conocemos muy probablemente esté alcanzando su máximo desarrollo pero incapaz de contenerse su propia dinámica conlleve a una evolución alternativa que con toda probabilidad vaya a peor teniendo en cuenta que su capacidad actual de modificación del entorno supera con mucho cualquier posible intento de regulación o control.

    1. Muchas gracias por realizar un comentario a este artículo. Cuando lo he escrito mi intención era transmitir un concepto que hay que tener presente y que en tu comentario lo has mencionado cuando dices que “incapaz de contenerse su propia dinámica conlleve a una evolución alternativa que con toda probabilidad vaya a peor…”.
      Lo que tradicionalmente hemos conocido como burguesía y que en pleno siglo XXI podemos denominar con diferentes términos (clase dominante, élites, oligarquía, etc…) han hecho del capitalismo un sistema totalmente revolucionario, porque en estos momentos la revolución la está haciendo el capitalismo pues está transformando el equilibrio de socio-económico que existió después de la II Guerra Mundial. En la Europa Occidental hasta hace unas décadas los poderes económicos no osaban imponerse a ninguno de los poderes políticos (legislativo, ejecutivo y judicial) y se respetaba la separación de poderes. Por el contrario, desde hace algunas décadas el poder económico no ha tenido ningún reparo en imponer su ley. Cada vez que los poderes económicos han hablado les ha faltado tiempo a los poderes políticos para cambiar leyes aunque estos cambios afectasen de forma negativa a más de un 90% de la población. Lo grave es que luego ese 90% de la población cuando tiene posibilidad de corregir ese desmán dan el visto bueno a las barbaridades que el poder político ha realizado. Aquí está el gran problema porque el poder económico está haciendo hegemonía en todos los campos y la sociedad vive en un profundo sueño, creyéndose ese discurso y luego pasa lo que pasa.

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