El pensamiento libertario en Javier Sádaba

El pensamiento libertario en Javier Sádaba

El filósofo Javier Sádaba ha publicado recientemente su último libro titulado “Porque soy libertario”; Editorial Catarata y el pasado mes de febrero tuvo lugar su presentación en una librería madrileña, en la que participó el autor acompañado de Jaime Pastor, politólogo y editor de la revista “Viento Sur”.

Jaime Pastor realizó una breve introducción de la trayectoria de Javier Sádaba que sirvió para tener constancia de la buena presentación que han realizado en Wikipedia de Javier Sádaba. Al hablar del libro realizó una breve, pero interesante exposición de la evolución del movimiento obrero; de las dos almas que lo componen (marxismo y anarquismo), mencionando a algunos autores que han intentado tender puentes entre ambas corrientes.

La presentación del autor fue muy didáctica, pero, sobre todo, muy clarificadora de lo que es el pensamiento libertario, acompañado de un sinfín de anécdotas, vivencias y buenas dosis de humor.

Centrándonos en el libro, éste es de lectura ágil y amena. No es un libro extenso, pues no llega a las cien páginas, pero eso no ha sido obstáculo para que Javier Sádaba haya podido desarrollar muchas cuestiones de interés. Todo ello gracias a una gran capacidad de condensación.  En él el autor hace una disertación sobre el pensamiento libertario a través de ocho capítulos en los que trata diversos temas desde una óptica libertaria para desarrollar lo que define como socialismo libertario. Todo ello lo realiza con una visión crítica hacia los temas que trata.

Antes de hablar acerca del contenido del libro, no quiero dejar de señalar algunos aspectos del mismo: El acierto que tiene en las menciones que realiza a muchos pensadores (filósofos, teólogos, etc), pero, sobre todo, a los clásicos y el libro está escrito alejado de todo dogmatismo.  Como muy bien recordó Sádaba en la presentación, David Hume decía que el dogmático es un idiota.

El libro comienza con el estudio de una serie de términos relacionados con el pensamiento libertario, para posteriormente desde esa óptica disertar sobre el Estado y la Nación, la filosofía, la religión, la vida cotidiana, el mal, la inteligencia emocional, el amor y el humor.

El primer capítulo tiene como objetivo delimitar una serie de conceptos que muchas veces han sido definidos de forma no muy correcta. En esta labor de definir y marcar las diferencias conceptuales, hace una breve incursión histórica en el entorno del marxismo y sus diferentes evoluciones: comunismo y socialdemocracia. Tiene una visión crítica del marxismo en lo relativo a la actitud que adopta ante el poder o, dicho de otro modo, ante la concepción que tiene el marxismo del aparato del Estado. Pero sin duda alguna, su dialéctica más mordaz la reserva para el papel que ha jugado la socialdemocracia a lo largo de la historia. Para el autor “la socialdemocracia le ha dado al capitalismo ese rostro humano que tanto le beneficia”.

Dedica un capítulo para estudiar los términos Nación y Estado y las fricciones que han existido desde el siglo XIX entre ambos términos. El concepto que tenemos en la actualidad de Nación nace de las revoluciones liberales y burguesas del siglo XIX. El objetivo era la asimilación de la Nación por el Estado para llegar a la idea de un Estado una Nación. Sádaba utiliza la aportación de Otto Bauer[1] en este campo para ir adentrándose en el derecho de autodeterminación, arrinconando el concepto de nacionalismo, pues éste puede fortalecer el nacionalismo del Estado. Ese nacionalismo que no se ve o no se quiere ver pero que es mucho más poderoso que el nacionalismo de una comunidad que no tiene Estado propio.

Sádaba habla del derecho de autodeterminación de los pueblos, pero poniendo por encima la libertad de los individuos pues “nos autodeterminamos por ser libres”. dando prioridad al individuo desde una perspectiva libertaria. A donde nos quiere llevar el autor es a priorizar la comunidad como expresión de organización, formada por los individuos en detrimento de otro tipo de entidades, como es el Estado, que conlleva el cercenamiento de la libertad individual. El derecho de autodeterminación es radicalmente democrático pues no “despoja de su poder a los individuos”. El ejercicio de este derecho es un paso para derribar el Estado y todo el entramado que representa, en el camino de lograr una sociedad libertaria.

Para llegar al socialismo libertario expone las tres tácticas: influyendo desde dentro del sistema, por ejemplo, votando; intervenir desde la sociedad contra el Poder; o combinando ambas fórmulas. Siempre lejos de cualquier dogmatismo, pues está abierto a nuevas aportaciones, pero teniendo presente una máxima:  intentar que su vida confluya con sus principios. Tiene presente la frase del dramaturgo y filósofo francés Gabriel Marcel: “Quien no vive como piensa, termina pensando como vive”.

Quizás sea en este capítulo donde lanza sus mayores dardos a la izquierda actual, con especial énfasis hacia la socialdemocracia, por lo que me voy a permitir la licencia de transcribir dos citas del libro: “El mal menor puede ser el peor de los males y que es lo que ha hundido siempre a la izquierda” y “la llamada socialdemocracia actual está vacía porque se ha convertido en la rama amable y cómplice del capitalismo”.

Al definir la filosofía, la diferencia del resto de las ciencias y la concibe como una “actividad aclaratoria”, pues sirve para aclarar el lenguaje como “camino más adecuado para conocer los hechos”. Realiza un análisis crítico de la historia de la filosofía porque ninguna ha servido para construir una teoría que nos acerque a la realidad y la única forma para acercarse a ésta es a través del lenguaje que nos ayuda a “saber qué es lo que podemos conocer y, sobre todo, qué es lo que podemos y deberíamos hacer dentro de las cuatro paredes en las que estamos en el espacio y en el tiempo”. En toda esta ardua labor sigue las teorías de Wittgenstein, pensador que trabajó la filosofía del lenguaje. Es partidario de limpiar el lenguaje que está contaminado para utilizarlo de forma correcta y para llamar a las cosas por su nombre. Para Sádaba, este ejercicio es imprescindible en la izquierda.

Es muy crítico con todos esos discursos llenos de frases y palabras grandilocuentes que no dejan de ser términos vacíos que se utilizan en la filosofía. Apuesta por la filosofía libertaria, que tiene como finalidad en aclararnos la realidad, pues el trabajo filosófico puede servir para “desenmascarar seudociencias teológicas”.

Dentro de la filosofía libertaria, una herramienta fundamental es la ética. Para Sádaba, la ética es “la justificación de sus acciones morales” y la finalidad de ésta es “la felicidad de las personas”. Manifiesta que para sostener su discurso sobre la ética libertaria es fundamental la libertad del individuo.

Al analizar el pensamiento libertario y la religión hace una breve exposición de las diferentes religiones, en función del tipo de creencia. Se detiene para analizar la masonería y su pensamiento deísta. Dentro del antagonismo existente entre anarquismo y religión, realiza una distinción entre anarquismo y pensamiento libertario a la hora de posicionarse en el tema religioso . Si bien el anarquismo niega la existencia de Dios, el pensamiento libertario lo percibe no como el ser supremo, sino como el Estado supremo. El libertario distingue entre “una creencia religiosa y una religiosidad pura”. Realiza una defensa una sociedad laica, siendo muy crítico con los privilegios que tiene el catolicismo dentro de la legislación española.

Sádaba analiza la vida cotidiana desde una óptica libertaria. Para ello deja muy claro que la actitud libertaria es incompatible con la conducta ceremonial, siempre que ésta implique sumisión, lo que le lleva a analizar la noción de igualdad. Ante el problema de la desigualdad la postura libertaria tiene como finalidad “rellenar toda la potencia de cada uno de los individuos y no se quedará en la seca y abstracta individualidad”. Ello exige un cambio del modelos político y económico y el libertario debe de tener una actitud proactiva para luchar contra esta situación. El libertario tiene que poner en práctica su lucha contra este sistema en la vida cotidiana.

En este libro dedica un capítulo para hablar del pensamiento libertario y del mal. Hace una diferenciación entre el mal de la pena y el mal de la culpa (Sádaba nos dice que los latinos ya realizaban esa distinción). El primero (mal de la pena) es el que se produce al margen de la voluntad humana y el segundo (mal de la culpa) es el que genera el hombre a través de sus actos. De esos dos tipos de mal, el que se trata en el libro es el segundo (mal de la culpa).

Para profundizar en lo que ha supuesto el mal para el hombre, lo hace a través de tres  disciplinas diferentes: la historia de la humanidad, la filosofía y la teología. Es muy ilustrativa la exposición que realiza dentro del campo filosófico y teológico, acerca de las diferentes teorías y concepciones existentes sobre el bien y el mal a lo largo de la historia. No hay que olvidar que Sádaba, entre otros estudios, cursó los de teología.

Por lo que respecta al análisis que realiza del mal desde la óptica libertaria, lo hace a través del mal de males, que “es el Poder, el Poder por el Poder y del que emana toda clase de males”. Y la labor del libertario es luchar contra el poder, pues ha de “reivindicar la suprema libertad”. Y ante esto se dan tres situaciones. Para Javier Sádaba la correcta reside “en el poder de la libertad, no sobre nadie, sino con las otras personas libres”.

Sin duda alguna, el capítulo más innovador y el que más puede llamar la atención al lector es el dedicado a la inteligencia artificial, y que lo titula “pensamiento libertario e inteligencia artificial”. Antes de comentar este capítulo es necesario decir que Javier Sádaba es un filósofo que ha profundizado en disciplinas del campo de la ciencia, como la bioética y la inteligencia artificial, sobre los que ha escrito diferentes obras.

Inicia este capítulo desmontando las objeciones de las teorías que se posicionan en contra de la innovación y las nuevas tecnologías: una de estas teorías consiste en la protesta contra la innovación tecnológica porque acarrea pérdida de trabajo y la otra es la que entiende la tecnología como un mito o una ficción. Realiza una rápida exposición de la evolución de las diferentes especies hasta la aparición del homo sapiens (antropoides y homínidos) y, a través de la “analogía evolutiva”, distingue entre humanismo, trashumanismo y poshumanismo. El humanismo busca todas las potencias de las que está dotado el hombre. El trashumanismo es un paso más al añadirle cualidades que nunca se hubieran pensado y, por último, el poshumanismo consiste en la existencia de máquinas inteligentes, colocando nuestra mente en una máquina.  

La evolución de las especies hasta la aparición del homo sapiens ha sido “un proceso y los procesos no son sucesión de esencias cerradas” hasta llegar hasta nuestros días. Ello nos lleva a plantear que el ser humano sigue evolucionando y no será como lo conocemos en la actualidad. Para Sádaba surge el problema político, en el supuesto que toda esta evolución traiga consigo una supremacía de unos pocos sobre el resto de los humanos, aunque en nuestra sociedad ya se da esta situación. El control de nuestra ya escasa libertad es un problema que se vería agravado si una minoría oligárquica controlara el sistema capitalista, hasta el extremo de controlar nuestras vidas.

Dentro de la inteligencia artificial hay una rama que es la robótica y otra la machine learning, “que posibilitaría que los ordenadores o robots aprendieran por ellos mismos, autónomamente y no automáticamente”. Tampoco habría que olvidad la biología sintética, a través de la que  se ha logrado “cortar y editar regiones específicas del genoma”.

Ante la inteligencia artificial, el pensamiento libertario lo debe de analizar desde un punto de vista ético. Tiene que tener un “espíritu abierto”, en pro de la mejora del ser humano, teniendo como máxima la prudencia, pero desechando el miedo irracional. El problema surgiría si un reducido grupo de poder económico, por ejemplo, “unas poderosísimas multinacionales” se convirtiesen en una dictadura feroz, porque controlasen todos los medios de producción  y nos convirtieran en “seres manipulados, marionetas del dios dinero”. Ante esa situación la única oposición pasa porque exista una transparencia en el mundo empresarial y mecanismo legales que luchen contra esa discriminación. Todo esto sólo lo lograríamos las personas porque ni el Estado ni los partidos  políticos lo van a hacer.

Finaliza el libro hablando de amor y el humor. Es la parte más emocional del libro, pues el amor “ciega los sentidos  y ciega la inteligencia”. Describe diferentes tipos de amores. “El amor es una vivencia, un estado de alerta que ve el mundo desde la ventana de la felicidad” y amor y sexo están íntimamente relacionados pues el primero trae al segundo.

Para Sádaba, las relaciones entre amor y éticas son complicadas, especialmente para un libertario. Éste debe de atenerse a unos principios propios de todo comportamiento. “El libertario usará el sexo como le dé la gana, siempre que no haga daño real a nadie”. Propugna cierto equilibrio. “ni una monogamia en términos teóricos aparentemente superior,…, ni un hedonismo desbocado. Hay zonas grises que son bellas”, pero nunca hay que olvidar que “la revolución comienza por la revolución de las costumbres”.

En lo concerniente al humor, un mundo sin él sería “un mundo en tinieblas”. El humor es necesario para el ser humano y hace que la vida sea menos sufrida.

Con este libro Javier Sádaba nos expone su pensamiento, que se encuadra dentro del socialismo libertario. Estaría ubicado en ese espacio existente entre marxismo y anarquismo, o dicho de otro modo, sería un marxismo heterodoxo, teniendo presente la libertad individual. Es muy crítico con la socialdemocracia, que ya en el siglo XIX empezaba a hacer acto de presencia a través de la II Internacional y que en el siglo XX se consolidó como una de las almas de la izquierda. Su concepción de la estructura de la sociedad y la relación entre individuo y comunidad le aleja de las experiencias comunistas que se han dado a lo largo de la historia. A diferencia del anarquismo, que siempre ha tenido muy claro que su objetivo es la destrucción del Estado, dentro del pensamiento marxista siempre ha flotado ese debate de qué hacer con el Estado.


[1] Otto Bauer (1881-1938): Político austríaco, perteneciente al ala izquierdista del Partido Socialdemócrata Obrero de Austria. Una de las cabezas visibles del marxismo austriaco (austromarxismo). Autor de diversas obras y artículos, sin duda el trabajo más conocido es “La cuestión de las nacionalidades y la socialdemocracia”. Uno de los estudios más importantes desde el marxismo sobre el problema nacional. Fue un libro de referencia para muchos políticos de la época, entre los que se encontraba J. Stalin. En su libro “marxismo y cuestión nacional”, tiene como obra de referencia el libro de Otto Bauer.

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