Si hace unos años, cuando se publicó la sentencia del caso Noos, en la que fue condenado el yerno de Juan Carlos I, nos hubieran preguntado sobre el futuro de la monarquía española un porcentaje muy pequeño habría vaticinado lo que a día de hoy estamos viviendo. Ni en las peores pesadillas se le podía pensar al rey emérito que acabaría sus días huyendo del país que durante más de cuarenta años campó a sus anchas, a estilo señorito andaluz en su cortijo.
Si echamos la vista atrás, y analizando lo que fue el caso Noos no había que ser muy avispado para darse cuenta que esa madeja de corrupción no se llegó a deshacer en su totalidad y quedaron muchos cabos sueltos. En todo ese enredo la sombra de la Casa Real planeó y uno de los caballos de batallas que se dio en el proceso judicial fue el grado de implicación que tuvo el clan de los borbones en toda esa estructura que organizaron Iñaki Urdangarín y su socio, Diego Torres. El régimen consiguió que diera resultado el cortafuegos que puso en marcha para que ni la hija de Juan Carlos fuera condenada y que la Casa Real saliera lo mejor parada de todo ese escándalo. La infanta Cristina fue absuelta en la sentencia dentro de un mar de sospechas en un aun ambiente de pucherazo judicial y en lo que concierne a la posición de Juan Carlos de Borbón había que hacer un acto de fe para creer que no estaba al corriente de las andanzas de su hija y su yerno.
En todo este escándalo nunca me quedó la menor duda que todos los miembros de la familia real estaban al cabo de la calle de todo y a saber si el Emérito no fue uno de los que pergeñó la trama para el enriquecimiento de su hija y su yerno a través de Noos. Consiguieron salvar los muebles, aunque quedaron ciertas heridas entre los miembros de la familia que en algunos momentos han aflorado y dejando entrever sus miserias. La entrada en prisión de Iñaki Urdangarín y su posterior estancia fue todo un secreto de Estado, al igual que la planificación para la huida de Juan Carlos I. El llegar a acondicionar un módulo sólo para él fue otra prueba más de la impunidad con la que se han movido.
La corrupción en el entorno de la familia real parecía que había quedado circunscrita al yerno del rey, pero tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, y lo que no consigue un juez o un fiscal del Reino de España lo puede conseguir un fiscal suizo. Las noticias han ido cayendo con cuenta gotas, pero eran gotas que han ido llenando un vaso que al final parece que quiere rebosar y se ha llegado a la situación actual. La monarquía española está viviendo uno de los momentos más delicados de su historia. La situación es tan grave que todas las decisiones que se han tomado en el entorno de la familia real con el beneplácito del presidente del Gobierno están siendo en pleno periodo vacacional, nada más iniciarse el mes de agosto, quizás en un intento de amortiguar el impacto que pueda producir en la ciudadanía, quedándose en la noticia del verano, sin más. La situación que se está viviendo a nivel mundial con la pandemia generada por el Covid19 está siendo un aliado magnifico para que el foco mediático no se dirija únicamente a la situación que está viviendo la monarquía española.
A día de hoy la situación de la monarquía española es muy delicada, pero de ahí a que caiga hay un recorrido bastante importante. Todo dependerá de cómo se muevan las fichas de este tablero y las futuras noticias que se vayan publicando tanto en la prensa española como en la de otros países de nuestro entorno.
En estos momentos estamos viviendo una ofensiva mediática y política con un objetivo muy nítido, salvar a la monarquía al precio que sea. No se pueden permitir más fallos. No les queda mucho margen de error. En esta cruzada tenemos a toda la prensa del régimen del 78 remando desaforadamente. El primer objetivo está siendo proteger a Felipe VI como primer paso para salvar la institución monárquica y para ello se han puesto a trabajar a destajo. Pero lo que no debería de pasar desapercibido es que algunos medios de comunicación del régimen que nos forman parte de la Brunete mediática, no tienen ningún reparo en publicar en sus medios auténticos bodrios de artículos en los que siguen ensalzando la figura de Juan Carlos I. Me estoy refiriendo al diario El País. Son auténticos panfletos que tiene toda la pinta que son solicitados por encargo del director del periódico de turno a requerimiento de instancias superiores. El hecho que estos medios de comunicación vuelvan a la carga con artículos en que realizan grandes alabanzas al papel que jugó el 23-F no dejan de ser un tanto patéticos. Si hay algo que hace mucho tiempo ya nos quedó claro es que su papel no fue el que nos han intentado vender a lo largo de los años. Hay habido bastantes publicaciones al respecto, pero, sin duda alguna, el libro que publicó la periodista nada sospechosa de republicana, Pilar Urbano, ha sido sin duda uno de los más clarificadores. No hay que olvidar que en el extranjero siempre ha dado una versión muy diferente del papel que jugó Juan Carlos I durante aquellos meses en los que se fraguaban intentonas golpistas cada lunes y cada martes.
Respecto al papel que están jugando los partidos políticos, era del todo previsible la posición que están manteniendo el tridente de la derecha extrema y la extrema derecha. Se han volcado en salvar a Felipe VI porque han hecho una lectura muy clara de la situación actual. Juan Carlos I está totalmente amortizado y poco o nada pueden hacer por él, además de lanzar frases grandilocuentes acerca del papel desempeñado durante su reinado. Pero ahora están a lo que están, que no es otra cosa que la tormenta no vaya a más y la institución monárquica salga de todo este lodazal. En resumidas cuentas, el tridente de Colón está teniendo una actitud totalmente previsible, con un guion muy sencillo y para su base social es perfecto. Quod natura non dat salmantica non præstat. Sólo hay que leer lo que escriben en las redes sociales para ver como bajan las aguas de la extrema derecha.
El papelón que está siendo para enmarcar es el que está realizando el Gobierno como institución y los socios que lo sustentan. La forma de actuar del presidente del Gobierno y sus ministros más cercanos, con la vicepresidenta Carmen Calvo aprendiz de Rasputín, es más propia de bufones de la Corte. La ocultación a una parte de los miembros del Gobierno de las conversaciones que estaban llevando a cabo con Felipe VI es un ejemplo de deslealtad hacia sus socios de gobierno y un acto profundamente antidemocrático. Las posteriores declaraciones tanto de Pedro Sánchez como de Carmen Calvo no han bordeado el patetismo, es que han sido intrínsecamente patéticas.
Este es el momento idóneo en el que el PSOE tiene la oportunidad histórica de romper con su posición ante la institución monárquica. Ese republicanismo juan carlista del que han presumido a lo largo de los años se ha caído como un castillo de naipes, pero lo más grave es que no van a romper con su posición de escuderos de la monarquía borbónica. Tendría que haber una auténtica catarsis en ese partido para que hubiera un giro de 180 grados.
La situación en la que ha quedado dentro del Gobierno Unidas Podemos es bastante delicada. La conclusión que se puede sacar es que dentro del Gabinete existe un núcleo duro para la toma de una serie de decisiones del que no forman parte ninguno de los ministros de Unidas Podemos. Lo de la planificación de la huida de Juan Carlos I a espaldas de Pablo Iglesias y de los ministros de su coalición no es un sapo cualquiera que se han tenido que tragar, porque las decisiones del Gobierno afectan a todos los miembros de él. En el acuerdo de Gobierno no se hablaba nada sobre la forma de Gobierno, entre otras cosas porque cuando se firmó nadie se podía imaginar que se fuera dar esta situación pasados ocho meses desde su firma, pero los acontecimientos mandan y no cabe duda que en las próximas fechas se van a vivir momentos en los que las diferencias van a aflorar más aún si cabe.
Las declaraciones de algunos líderes de Unidas Podemos, posicionándose en favor de la instauración de la República, si se quedan en eso, en meras declaraciones, no dejan de ser un brindis al sol. Si realmente quieren hacer una apuesta valiente por defender unos planteamientos republicanos para revertir la situación actual no les queda otra herramienta que movilizar a la sociedad, como fórmula para poder avanzar a un escenario en el que la población empiece a ser actor principal y obligue a las instituciones a salir de su inmovilismo político. Meter presión a través de la calle.
Hasta la fecha en los únicos lugares donde se están dando movilizaciones en contra de la monarquía es en aquellos lugares donde las fuerzas independentistas y soberanistas tienen un peso específico, pero no deja de ser insuficiente para una empresa de tal envergadura. En estos momentos la izquierda estatal está ante el reto más importante desde el referendum sobre la OTAN. Lograr poner en el centro del debate político la posibilidad de cambiar la forma de gobierno para instaurar una República y que se pongan los mecanismos para que la ciudadanía participe en ese proceso va a ser una de sus revalidas más importantes en la historia contemporánea.