Si a alguien le podía quedar alguna duda, esta se ha despejado en los dos debates electorales que ha habido la semana pasada. Ha quedado claro que hay dos partidos de extrema de derecha que se presentan a las elecciones a la Comunidad de Madrid y uno, VOX, hace de mamporrero del otro, el PP de Ayuso. El PP y VOX están teniendo una actuación con un cierto grado de coordinación.
Para entender todo esto, es imprescindible hacer un diagnóstico claro de lo que representan PP y VOX. Ello ayudará a buscar la hoja de ruta más adecuado para luchar contra los movimientos de extrema derecha, fascistas o trumpistas. La verdad sea dicha, que en estos momentos los adjetivos no dejan de ser sinónimos, pues realmente todos estos adjetivos se están refiriendo a ideologías que tienen como misión principal apuntalar al capitalismo cuando ve que peligrar su dominación sobre la humanidad.
Es necesario precisar algunas cuestiones imprescindibles para entender todo lo que se está viviendo cara a las elecciones autonómicas de Madrid. El PP madrileño siempre ha sido el ala de extrema derecha dentro de la derecha extrema que representa el PP. La historia está ahí y no se puede ocultar. Por el PP de Madrid han pasado personajes de todo pelaje, pero todos han tenido un denominador común: han sido los exponentes más claros de lo que es la extrema derecha madrileña. Desde el siniestro Ángel Matanzos, concejal en el Ayuntamiento de Madrid, pasando por Ruiz Gallardón. Un lobo de la extrema derecha con piel de cordero. El que era considerado progre en el PP, pero en cuanto tuvo la oportunidad enseñó la patita y terminando con Esperanza Aguirre, que llegó a ser la lideresa gracias al tamayazo y actual madrina política de Isabel Díaz Ayuso. La lista es superior, pero no es cuestión de extenderse en ella. Y VOX es el hijo que ha engendrado el PP.
Para definir a Diaz Ayuso se podría resumir diciendo que podría ser la candidata perfecta de VOX. Tendría que afinar alguna que otra frase suya a la hora de hablar al votante, pero quitando algún que otro matiz de barniz y pintura, el resto es lo mismo. Quizá por eso VOX en estos momentos siga subiendo el tono en sus manifestaciones, para que quede claro que la esencia de esa ideología les pertenece a ellos y no verse fagocitados en las urnas por Díaz Ayuso.
La estrategia de la extrema derecha para afrontar la campaña electoral de la Comunidad de Madrid no pasaba por asistir a los debates. Lo que ha ocurrido en el debate organizado por la Cadena SER no fue una forma aislada de actuar de VOX. Se podría decir que en cierta forma ha sido una estrategia calculada al milímetro.
La extrema derecha madrileña, formada por VOX y Díaz Ayuso, no se podía permitir otro debate como el del miércoles pasado en Telemadrid. La candidata del PP tuvo que tragar con el debate que se celebró el pasado miércoles en esta cadena. Su no asistencia la hubiera dejado demasiado evidencia. La imagen de una candidata que huye de todo lo que sea confrontar ideas y propuestas con sus contrincantes políticos, con el agravante que la cadena organizadora era, nada más ni nada menos, que la televisión pública autonómica. Pero declinó asistir al resto de debates programados. Pasó el mal trago del miércoles dando una imagen de mala educación y un tanto chulesca. La señorita no da para más. La que fue responsable de la cuenta de Twitter de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre. Bueno, como esta señora está muy preocupada por el bilingüismo en la Comunidad de Madrid voy a coger prestada la denominación que le doy Gabriel Rufián: Community manager del perro de Esperanza Aguirre. Así queda más british. Ella sabe perfectamente que en el ámbito de contratar ideas tiene más posibilidades de perder que de ganar y no está para tomar riesgos innecesarios.
A partir de este momento, en todos los debates que se iban a producir se daba un desequilibrio que a nadie se le podía escapar. Los tres candidatos de la izquierda tenían claro cuál era el objetivo: Dejar al descubierto las políticas del PP en Madrid durante los últimos veinticinco años, la colaboración necesaria que ha tenido de Ciudadanos en los últimos seis años y la dependencia de un partido que representa el fascismo del siglo XXI, VOX. En el debate de Telemadrid la confrontación entre Gabilondo, Mónica García y Pablo Iglesias fue de guante blanco. Pero la actitud de la representante de VOX ya empezaba a dejarnos pistas de lo que nos podían deparar los debates futuros. Descalificaciones, insultos, interrupciones y mala educación por doquier.
La actitud de Pablo Iglesias en los preliminares del debate que se celebró el viernes en la Cadena SER entraba dentro de la lógica. El hecho de recibir una carta amenazando a él y a toda su familia con cuatro balas de cetme no es muy agradable y su postura de negarse a debatir con alguien que se niega a condenarlo hay que entenderla. Ahora bien ¿Fue inteligente el abandonar el debate? ¿Ha sido una decisión acertada que los candidatos del PSOE y Más Madrid no solo abandonaran ese debate, sino que se nieguen a hacer más debates con VOX? El tiempo lo dirá, pero lo que ocurrió en la Cadena SER ha sido una victoria que ha obtenido VOX, que en ningún momento ha querido que haya debates donde cada partido pueda exponer sus propuestas. El partido de extrema derecha es más de sacar ruido y lanzar bulos. Teniendo presente que a esos debates no iba a asistir Diaz Ayuso, uno acaba pensando que la más favorecida de la bronca que organizó la candidata de VOX haya sido Díaz Ayuso, pues en cada debate que se celebrase ella iba a ser la gran ausente y la representante de VOX se llevaría honor de defender el discurso de la extrema derecha en solitario.
Después de todo lo que ha sucedido, que nadie se llame a engaños, el votante de la extrema derecha madrileña está muy ufano. El perfil que ansían es el que ha tenido la representante de VOX en todos los debates y el que tuvo Díaz Ayuso el miércoles en Telemadrid. Insultos a otros candidatos, faltando al respeto, interrupciones, etc… Esto no deja de ser una copia de los líderes en los que se inspiran. Sin ir más lejos, en la campaña a las elecciones presidenciales norteamericanas Trump actuó de forma similar en los debates a los que asistió. Que nadie piense que los dos partidos de la extrema derecha madrileña vayan a perder un voto con las formas que han utilizado en los medios de comunicación. Muy al contrario. Su electorado es la esencia de la radicalidad que se alimenta de todo tipo de fake news a través de las redes sociales.
La izquierda española hasta ahora no se ha percatado que la actitud que la extrema derecha está teniendo con ella es la que tuvo hace unos años con los políticos independentistas catalanes ¿Ya nadie se acuerda de esas despedidas a la Policía y Guardia Civil que trasladaban a Catalunya y en la que se coreaba el grito de “a por ellos”? o¿La impunidad que tienen los ultras que asaltaron la librería Blanquerna de Madrid? Impunidad hasta el extremo que a día de hoy el Tribunal Constitucional ha suspendido el ingreso en prisión de los condenados. La extrema derecha lo único que ha hecho es cambiar el blanco de sus ataques y ahora la izquierda es la que está en su punto de mira.
Todo lo ocurrido ha dado un vuelco a la campaña y la izquierda ha pasado a enfocar la campaña entre democracia o fascismo. Algo que es real. Pero no hay que olvidar que la bandera del fascismo no solo la porta VOX. El PP de Ayuso se afana por alzar esa enseña con el mismo ahínco. Pero otra cosa muy diferente es si esa dicotomía ayuda a ganar las elecciones, porque todo lo que no sea obtener la derrota de la extrema derecha no deja de ser secundario. Y entrar en ese debate de democracia versus fascismo quizá sea restar fuerzas al debate en el que prima desmontar las políticas del PP en temas tan importantes como sanidad, educación, cuestiones sociales, corrupción, etc…
El discurso en un barrio de gente trabajadora, en el que sus habitantes, en el mejor de los casos, salen de su casa cuando las calles no están puestas para regresar justo para cenar y al día siguiente vuelta a empezar, todo ello para llevar un sueldo con el que es imposible llegar a fin de mes tiene que centrarse en sus problemas. Además de la denuncia del fascismo hay que explicarle que la Comunidad de Madrid es la que menos gasta por habitante en sanidad y educación y es la que lidera el gasto de sus habitantes en seguros sanitarios privados. Es decir, ciudadanos que pagan por tener una sanidad privada. Hay que recordarles que los recortes en educación han servido para llenar de dinero a la educación concertada y privada y esas son las políticas de la extrema derecha en Madrid y en otras partes del mundo. Y así en innumerables temas que los sufren diariamente. En resumen, no existe la democracia sin derechos fundamentales de carácter social.
Tengo la sensación que en el debate de polarizar entre democracia y fascismo, la extrema derecha de Madrid tiene todas las cartas para ganar. Olvidamos con facilidad que el dictador tuvo una muerte placida en una cama de un hospital, que los que controlaron el poder durante la dictadura han continuado los siquientes cuarenta años en puestos relevantes en los ámbitos políticos, económicos, judiciales, en los aparato policiales y militares siendo los que han controlado el relato. Y a todo eso hay que añadir la no desdeñable cantidad de medios de comunicación que controlan. Debería de hacernos pensar que el partido heredero del franquismo, el PP, en Madrid durante varias décadas ha obtenido mayoría absoluta sin despeinarse. En el Estado español todavía no se ha pasado la página del franquismo y la masa del partido que en la actualidad lo vitorea, VOX, hace menos de una década estaba toda en el PP.
En la izquierda hay una frase que se suele utilizar con frecuencia que dice que “con el fascismo no se discute, se le combate”. La literalidad de la frase no deja lugar a dudas, pero a día de hoy, el significado que en este caso se da al verbo combatir hay que ponerlo en contexto. La acepción actual va dirigida a combatir sus ideas y para ello cualquier foro de debate, tribunas o plató de medios de comunicación son las armas que hay que utilizar contra el fascismo. La extrema derecha no tiene cabida en nuestra sociedad, pero es necesario que en todo tipo de debates no se sienta cómoda y ello es imposible si no tienen enfrente a los partidos que les pueden hacer frente ante ese discurso. Y es evidente que no se puede caer en las provocaciones que andan buscando, utilizando como siempre los mismos recursos dialécticos. No sería de extrañar que esta semana utilizaran el comodín de ETA, porque el de Venezuela ya lo han utilizado Díaz Ayuso.
La misión de lograr un cambio en Madrid es lo suficientemente compleja y difícil como para renunciar de la noche a la mañana a asistir a ningún debate y entiendo las razones que han dado los tres partidos que se han negado.
En todo esto que se ha vivido no se puede olvidar el papel que han jugado los medios de comunicación, porque no hay que olvidar que la inmensa mayoría pertenecen a grupos económicos, lo que conlleva que anteponen sus intereses crematísticos al derecho a la información. Esa inmensa mayoría de medios de comunicación han normalizado el discurso de la extrema derecha española y un número no despreciable de ellos se han convertido en el altavoz de sus soflamas. Estos medios de comunicación han tildado de gobierno ilegítimo al gobierno de coalición PSOE-UP, utilizando términos como golpistas. Han reído las gracias a los grupos de Whatsapp, en los que se han vertido amenazas y frases de odio. Todo ello tiene como finalidad el normalizar en la sociedad este discurso y este lenguaje golpista.
Cuando Xabier Arzallus denominó a un sector de la prensa madrileña como la Brunete mediática no fue un recurso verbal. Los definió de esa forma porque representaban los ideales del 18 de julio de 1936. Y el tiempo le ha venido a dar la razón.