1974: Convulsión y rupturas en ETA (2ª parte)
La ruptura del Frente Obrero. Nacimiento de LAIA
A mediados de 1974 ETA[1] celebra su III Biltzar Ttipia desde la celebración de la primera parte de su VI Asamblea y se consuma lo que se venía madurando en los últimos meses. La mayor parte del Frente Obrero abandona la organización y su objetivo es la creación de un partido comunista vasco. El nuevo partido se llamará LAIA (Langileen Alderdi Iraultzaile Abertzalea)[2].
Esta escisión, a diferencia de las anteriores (ETA-berri y ETA VI) no cuestiona la ideología independentista ni en cierta forma la lucha armada, si bien critican el activismo alejado de las masas. LAIA celebra su asamblea fundacional en agosto de 1974 en la localidad de Domezain (Zuberoa)[3]. En el momento de su constitución la crítica que realiza a ETA es la presencia de elementos antimarxistas, nacionalistas reaccionarios y libertarios por lo que ETA no podrá transformarse en la vanguardia de la clase obrera vasca. No hay que olvidar que ETA, heredera de la V Asamblea de ETA, se define como socialista y aunque el método de análisis es marxista, en ningún momento se define como marxista-leninista, sin perjuicio que haya militantes que así se definan.
LAIA tiene una evolución ideológica no exenta de tensiones internas. Si bien en un inicio se la puede encuadrar dentro de la ideológica marxista-leninista, en ella conviven militantes que son trotskistas y autónomos. Esto es importante tenerlo en cuenta porque en un futuro estas diferentes sensibilidades provocarán futuras escisiones.
Este proyecto político genera una atracción en diferentes sectores pues viene a llenar ese hueco que la organización armada no ha sido capaz de ello, debido a lo complicado de compatibilizar la lucha armada y la lucha de masas por la misma organización.
En el primer número de su revista teórica Sugarra (la llama), LAIA publica las razones de su nacimiento.
“Si hemos optado por estructurarnos fuera de ETA, rechazando las siglas por las que hemos luchado […] La razón que nos ha movido a ello ha sido la imposibilidad de transformar a ETA en un aparato capaz de desarrollar una política revolucionaria que respondiera a los intereses de la clase obrera vasca […] La imposibilidad de ver cumplido este objetivo dentro de ETA, es decir, la imposibilidad de romper con el activismo alejado de las masas que nos atenazaba, está en el origen de nuestra ruptura con ETA […] La revolución no se hace por el hecho de mantener a la gente unida numéricamente, sino tan solo si esta unidad está cimentada de una línea política correcta […] Podemos declarar que lo que nos unía como grupo no era la coherencia ideológica, sino la necesidad imperiosa de contrarrestar la corriente “españolita” de VI […] El único nexo de unión era el común deseo de ofrecer una alternativa abertzale ante las posturas liquidacionistas de los grupos españolistas respecto al problema nacional […]”.
En la revista Sugarra recogen los objetivos estratégicos del nuevo partido. Nacen para “trabajar por todos los medios en la organización dinámica de la clase obrera vasca a fin de instaurar una República Popular de Euskadi y la creación de un nuevo Estado al servicio de la clase obrera y las capas populares”.
No todo el Frente Obrero que abandona la organización armada pasa a formar parte de LAIA. Los militantes del FO de Gipuzkoa en su gran mayoría organizan el partido LAIA pero los militantes del FO de Bizkaia no se incorporan a esta nueva organización pasando a trabajar de forma autónoma.
Impulso de los Comités Obreros Abertzales (COA) y nacimiento de LAB
La escisión vivida en el Frente Obrero no se parece en nada a las que ha sufrido anteriormente ETA por lo que no pasa desapercibida en la militancia ni en la dirección de la organización. Es en 1974 cuando la dirección de la organización armada impulsa con los militantes del Frente Obrero que no abandonan la organización la creación de organismos de masas que sirvan para organizar a la clase trabajadora vasca desde una óptica abertzale y revolucionaria. Se van constituyendo los Comités Obreros Abertzales (COA). Estos comités surgen en algunas comarcas de Gipuzkoa (Valle del Urola y Alto Deba). Tienen el problema que en este espacio de lucha las organizaciones de la izquierda radical estatal (LCR, MCE y ORT) llevan tiempo trabajando con la ventaja que la represión se ha cebado en menor medida en ellas al no practicar la lucha armada. En un principio estos COA son impulsados tanto por ETA como por LAIA para potenciar la organización de los trabajadores abertzales en las fábricas. En este momento son comités autónomos que no tienen una estructura común.
Estas estructuras obreras que son independientes entre sí tienen la necesidad de unificarse, lo que llevará a ETA[4] a favorecer un encuentro en el mes de enero de 1975 entre estos comités para avanzar en la creación de una única organización. Todo esto llevará a que en mayo de 1975 a que nazca la organización LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak).
Para LAIA esta fórmula de unificar en una estructura estos comités obreros puede provocar de nuevo que sean objetivo de la represión por lo que se descolgará del proyecto de LAB e impulsará los grupos obreros autónomos LAK (Langileen Abertzale Komiteak). Estos comités obreros tienen una presencia globalmente bastante escasa en todo Euskadi, teniendo mayor implantación en algunas zonas de Gipuzkoa.
Todo este proceso lo que deja patente es que desde la V Asamblea uno de los problemas que tiene ETA en relación con el movimiento de masas es la falta de una estructura organizada dedicada a la labor de las masas, que pudiera trabajar sin tener que definirse como estructura de ETA por lo que podía conllevar en el terreno de la represión, situación que aprovechan las organizaciones políticas de izquierda estatal ya que al no practicar la lucha armada tienen una mayor capacidad para implantarse y desarrollar una actividad política en diferentes ámbitos (fábricas, universidad, etc).
LAB viene a cubrir esa carencia que ETA tiene en el campo obrero, y en ese contexto se define “como organización de masas para la clase trabajadora vasca en una línea abertzale y de clase”. Tiene una vocación asamblearia y no pretende ser portavoz de los trabajadores a la hora de negociar convenios con la patronal porque entiende que esa responsabilidad recae en las asambleas de fábricas.
La escisión entre milis[5] y polimilis[6]
En ese período en el que los atentados de todo tipo, choques violentos entre guardias civiles y miembros de ETA y detenciones son constantes, el día 13 de septiembre de 1974 se produce en Madrid el atentado de la cafetería Rolando que estaba situada al lado de la DGS (Dirección General de Seguridad), en el que mueren 11 personas y 71 resultan heridas. De los fallecidos solo uno es policía y el resto de las víctimas son civiles que se encontraban en el local. Ante el error cometido por ETA la dirección no quiere reivindicar el atentado, pero un sector de la organización entiende que deben de reivindicar el atentado, por lo que este atentado y su no reivindicación va a ir generando una desazón entre la militancia que se verá reflejada en la reunión del IV Biltzar Ttipia que se celebra en octubre de 1974 con la finalidad de preparar la celebración de la Segunda parte de la VI Asamblea, dándose dos posturas ante el atentado: Un sector quiere eludir la autoría del atentado para evitar la imagen que le puede generar. Este sector corresponde con la corriente mayoritaria existente en la organización que es la político-militar. Por el contrario, el otro sector exige que sea reivindicado el atentado llevando aparejado el asumir la responsabilidad que ello va a comportar. Este sector minoritario es de la opinión que la ocultación de los hechos por graves que fueran, son propios del sistema que se combate. Esta postura es defendida por la corriente que se conocerá como militar.
En este contexto en el que los cambios políticos se hacen cada vez más sensibles la dirección de la organización, es decir, el Biltzar Ttipia realiza un análisis de la situación y elabora un programa para el futuro. En este análisis y hoja de ruta se plantean cuestiones como la legalización, el papel de la lucha armada en el futuro régimen. En ese momento los problemas de la organización armada se dividen en dos grandes bloques: a) el problema de la estructura de ETA que está lastrando a la organización y b) la táctica que tiene que seguir la organización en el futuro inmediato.
En términos ideológicos o políticos no hay diferencias entre ambas corrientes, o las que hay no son de gran calado. Las posturas que defiende cada una de las corrientes se pueden resumir en los siguientes términos:
Una corriente mayoritaria que a partir de la escisión será conocida como ETA (político-militar) plantea en el plano organizativo transformar la estructura de la organización, desapareciendo los antiguos cuatro frentes[7] para pasar a una estructura político-militar, influidos por el modelo organizativo de los tupamaros uruguayos. Se basan en el análisis que ambas actividades (política y militar) están íntimamente ligadas y deben de estar muy coordinadas.
Las actividades de los frentes militar y obrero a nivel local serían coordinadas por un único responsable de zona y sería el responsable de las acciones armadas. Se mantiene un frente llamado “bereziak” (especiales) que serán los encargados de planificar y realizar acciones militares complejas y de largo alcance, funcionando con un grado de autonomía por razones de seguridad.
Esta estructura engarza la lucha política con la militar a diferencia de la praxis que había habido hasta entonces que cada frente trabajaba de forma autónoma. Es por ello, que a esta fórmula organizativa se la denominara “político-militar”, porque es partidaria de unir la lucha armada y la lucha de masas en una sola organización.
El análisis político que hacen de la situación es muy optimista viendo a corto plazo la salida del Régimen franquista hacia una democracia burguesa y en el plano político plantean formar el BAT (Frente por la izquierda vasca) con los siguientes objetivos: La independencia del Euskadi, la reunificación, la euskaldunización, el socialismo y la defensa del internacionalismo proletario.
La otra corriente minoritaria que tiene una visión muy diferente de la situación será la que en noviembre de 1974 dará lugar a ETA (militar) dando a conocer su planteamiento en el “ETAren Agiria” (Manifiesto de ETA) en el que se presentan ante la opinión pública como la organización ETA (militar). Es un documento en el que hacen un análisis de la situación política, que pone las bases de lo que va a ser su línea táctica y estratégica para un futuro.
Organizativamente entienden que el modelo de unir los frentes, es decir, el nuevo modelo político-militar, no solo no solucionaba los problemas del modelo de frentes, sino que los aumentaba ya que al ir muy ligadas las actividades políticas y militares, el funcionamiento va a ser mucho más deficiente que hasta ahora. Es más, con este modelo la represión va a hacer más daño a la organización al estar unificados los frentes, el político y militar, lo que arrastraría a tener grandes caídas. Este sistema imposibilitaría la creación de organizaciones de masas estables debido a la represión que sufren por pertenecer a ETA.
La estructura político-militar es elitista y el aceptarla por la totalidad de la organización supondría la renuncia a participar en la legalidad democrática por lo que plantean asumir la posición de transformar toda la organización en un aparato militar único. Es decir, defienden que la lucha armada se tiene que separar de la lucha de masas para no entorpecerla.
El concepto que tienen es que ETA debe ser una organización política que ejercerá la lucha armada como método de lucha, siendo las fuerzas políticas que tengan como objetivos estratégicos la independencia, el socialismo y la euskaldunización las que ejercerán la iniciativa política entre las masas. Esto es lo que les diferencia del sector político-militar.
Para entrar en la legalidad democrática plantean que se han de articular organizaciones amplias y estables que sean capaces de elaborar un programa político y “hace un llamamiento a todas las organizaciones, grupos y personalidades de los sectores independentistas, obreros y populares antioligárquicos a buscar la unidad de acción en un frente común de cara a la posición política a tomar con respecto a la alternativa democrática”.
Por ello, la mayoría de los miembros del Frente Militar deciden separarse del “aparato de masas” para tácticamente limitar sus funciones al desarrollo de la lucha y de sus posiciones políticas, en función de la situación de cada momento. Esta separación de los organismos de masas no conlleva un alejamiento de ellos. Lo que pretenden es poner en práctica una forma nueva de relación, actividad armada-actividad de masas ya que en este momento el segmento que compone las capas populares no está en condiciones de radicalización para hacer suya la lucha armada y tampoco hay una organización preparada para afrontarlo.
El análisis que hacen de la situación política no es tan optimista como los político-militares y si bien entienden que “el fascismo agoniza a la par que Franco, aunque muy bien podría suceder que éste le sobreviviese en estado de momificación”.
Esta ruptura producida en el IV Biltzar Ttipia de ETA acelerará los acontecimientos y el grupo que se denominará ETA (político-militar) pondrá en marcha el proceso para realizar la segunda parte de la VI Asamblea.
En diciembre de 1974 se realiza una huelga de hambre por parte de los presos políticos vascos, organizada por ETA (pm) y apoyada por ETA (m) y ETA-VI, ORT y MCE, realizándose una huelga general el día 11 de diciembre que paraliza todo Euskadi Sur. Todo esto llevará al sexto estado de excepción en abril de 1975.
Con el gobierno de Arias Navarro, la represión se canaliza de dos formas: Una es mediante una represión brutal creciendo el peso de sectores ultras y teniendo como desenlace los últimos procesos judiciales que desembocan en los fusilamientos de septiembre de 1975 y la otra es mediante la utilización de grupos parapoliciales que actúan con total impunidad atacando cualquier cosa que pueda ser progresista. La represión es tan grande que en Bilbao tuvieron que habilitar la plaza de toros como lugar de detención e interrogatorios.
La gran mayoría de la militancia de la organización se posiciona con ETA (pm), tanto entre la militancia activa, refugiados como los militantes que están presos en las cárceles del Estado español. Por el contrario, lo que se conocerá como ETA (m) es un grupo más reducido, pero más compacto.
ETA (pm) durante los primeros meses de 1975 sufre muchas detenciones, entre otros motivos debido a su nueva estructura político-militar que unifica los frentes, lo que lleva a que las caídas afecten a las dos estructuras de la organización. En julio de 1975 una de las acciones que planificaron como más importante para la organización era la fuga de la cárcel de Segovia de miembros de esta organización prevista para el 27 de julio que se vio desbarata por las caídas de comandos que tuvo en ese período, sobre todo porque en ETA (pm) había un infiltrado de los servicios secretos españoles que contribuyó a ello.
Las detenciones de miembros de ETA (pm) tienen como resultado dos consejos de guerra que el Régimen los celebra en el mes de agosto aprovechando el período vacacional para mitigar las posibles protestas que pudieran surgir, cosa que no consigue. Como consecuencia de ambos consejos de guerra dos militantes de ETA (pm) son condenados a muerte y fusilados el 27 de septiembre de 1975 (Txiki y Otaegi). En esas mismas fechas hay otro consejo de guerra en el que tres militantes del PCE (m-l) y FRAP son condenados a muerte y fusilados el mismo día.
Por lo que respecta a la actividad de ETA (m) en este período si bien en un principio era una organización más minoritaria, poco a poco se va estructurando e incorporando más militantes, continuando con el método de lucha de acción-represión-acción, atacando a miembros de los aparatos policiales y confidentes de la policía.
En el inicio, ETA (pm) arrastraba el lastre de todas las caídas que había sufrido. Unas sesenta detenciones, el 80% de la militancia y centenares de personas habían huido del interior. Lo que le obliga a coger militantes de otros sectores y realiza algunos secuestros para financiarse. Estas acciones las realizan los comandos “Bereziak” y fueron duramente criticadas por las otras organizaciones de la Izquierda Abertzale (ETA (m), LAIA, LAB y EHAS).
Es en este momento cuando en el entorno de gentes abertzales y socialistas junto con ex militantes de ETA forman en Euskadi Sur la organización EAS y en marzo de 1974 en Euskadi Norte había surgido la organización HAS. En el mes de noviembre de 1975 ambas organizaciones realizan un congreso en Pamplona para converger en una nueva organización: EHAS, que tiene la característica de ser por el momento la única organización que tiene su ámbito de acción en todo Euskal Herria (Norte y Sur).
Conclusiones
El primer lustro de la década de los 70 del siglo XX fue convulso dentro de las organizaciones que luchaban contra la dictadura. Los días del dictador llegaban a su fin, pero cosa muy diferente era el escenario que se abriría con su muerte.
Tanto en el Estado español, como en Euskal Herria se empezaban a vislumbrar diferentes ópticas de la situación, así como la estrategia a seguir en todo ese proceso y ETA no fue una excepción. Los análisis al respecto empezaban a atisbar las diferencias existentes, en algunos casos sustanciales, a la hora de definir los nuevos escenarios políticos.
Por lo que respecta a la organización ETA, además de las diferentes visiones que había en su seno, habría que añadir la dificultad añadida por su forma de organización. La estructura organizativa en diferentes frentes de lucha, totalmente alejada de la concepción clásica de partido vanguardia que era lo que predominaba en el resto de las organizaciones antifranquistas de izquierda empezaba a ser un cierto lastre en esos momentos; todo ello explica los movimientos que se vivieron en su interior y que desembocaron en diferentes crisis.
Lo que a priori se hubiera podido entender como debilidad política, analizando el contexto del momento y con la perspectiva histórica, se puede afirmar que lo sucedido en ese periodo no dejó de ser un proceso político que estaba poniendo las bases de lo que posteriormente se ha definido como izquierda abertzale y dentro de esta lo que se ha conocido como Movimiento Vasco de Liberación Nacional.
A partir de 1974, se abre un periodo en el que las diferentes organizaciones políticas surgidas del proceso vivido dentro de ETA, adoptarían sus dinámicas propias de lucha, que se reflejaría en sus formas de interpretar los diferentes acontecimientos que se vivieron a partir de 1975, con el fallecimiento del dictador y los derroteros que iba a seguir el régimen.
Como expuse en la introducción del primer artículo, la finalidad de su publicación no ha sido otra que recordar unos hechos de los que ahora se cumplen cincuenta años, que desde el punto de vista histórico podríamos decir que fueron ayer, pero totalmente desconocidos para las actuales generaciones.
Bibliografía utilizada:
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Varios: Clase obrera, marxismo y cuestión nacional en Euskadi, Cursos “IPES” cuaderno de formación nº 1, conferencias celebradas entre el 23 de marzo y el 3 de junio de 1980 en
[1] A partir de ahora a ETA V la denominaré ETA a secas, pues será la organización que continuará con las siglas de dicha organización.
[2] Langileen Alderdi Iraultzaile Abertzalea: Partido Abertzale Revolucionario de los Trabajadores.
[3] Zuberoa: Territorio de Euskal Herria en Iparralde o País Vasco-Francés.
[4] La organización armada que impulsa la creación del sindicato LAB es ETA Político-Militar. Posteriormente se explicará como la organización ETA se parte en dos, surgiendo ETA Político-Militar y ETA Militar producto de su división en octubre de 1974.
[5] Milis: Termino que se utilizaba en la época para denominar a ETA militar o ETA (m).
[6] Polimilis: Termino que se utilizaba en la época para denominar a ETA político-militar o ETA (pm).
[7] Hay que recordar que en la pre-asamblea de octubre de 1972 se habían fusionado el Frente Obrero y el Frente Cultural
En el año 1975 se produjeron muchos hechos relevantes, que hicieron que las cosas cambiaran sustancialmente.
El 1975 la represión franquista fue brutal, y particularmente en el verano de es mismo año se produjeron los 4 consejos de guerra que dieron lugar a los cinco últimos fusilamientos.
La repulsa nacional e internacional contra esos asesinatos puso ante las cuerdas a la Dictadura, que se vio obligada a hacer una reafirmación nacional con el aquelarre fascista del 1 de Octubre en Madrid.
La muerte de Franco, liberó las energías de la movilización popular contra la dictadura.