En estos tiempos en los que las utopías parecen que han quedado arrinconadas en algún baúl viejo y polvoriento, escondido en el sitio más recóndito, hoy quiero reivindicarlas como algo esencial e imprescindible para el ser humano. Ello conlleva mirar al futuro de una forma diferente, y para ello es necesario desechar las gafas que usamos y usar unas lentes que nos permitan ver que las utopías no son una quimera, sino que son el motor del ser humano, algo imprescindible a la hora de transformar la sociedad en la que habitamos.
Bernardo Fuster
Para reivindicar la utopía he rescatado una novela, que con el título “Si me ves, no se lo digas a nadie” (El Garaje Ediciones), su autor, el músico y escritor, Bernardo Fuster, plasma, de una forma muy didáctica, una alternativa al orden y sistema de la época en la que está ambientada, pero que perfectamente es aplicable a los tiempos actuales.
De un hecho histórico que puede parecer un tanto absurdo, Bernardo Fuster crea una historia que se podría calificar de surrealista y desconcertante, y todo ello enmarcado en un contexto histórico, como fue la dictadura de Miguel Primo de Rivera.
La novela, que tiene como hilo argumental el hecho que durante la reorganización del catastro realizada en 1923, durante el Directorio militar, se produjo un fallo en la burocracia, y algunas poblaciones no fueron incluidas; por lo que, sencillamente dejaron de existir para la Administración. En ese contexto, cuando los habitantes de una de esas localidades constatan la situación en la que se encuentran, deciden tomar una decisión que pudiendo parecer surrealista, el hilo de la novela nos demostrará que está llena de lógica y coherencia: crear una república independiente, y llevar a cabo una experiencia revolucionaria y emancipadora, como forma de revelarse contra la dictadura existente en aquel momento. Y a partir de ahí, sus habitantes empiezan a construir un futuro, con dudas, pero, como bien dice uno de los personajes de la novela, “la felicidad está en la incertidumbre”.
Esta obra combina personajes y hechos históricos con la ficción, por lo que encaja perfectamente dentro la novela de memoria histórica. A lo largo del relato, van apareciendo personajes conocidos del movimiento anarquista de los años 20 en Barcelona y Valencia, así como algunas de las organizaciones existentes en dicha época, como fueron la CNT y “Los Solidarios”, que se van entrelazando con personajes creados por el autor.
Bernardo Fuster plasma una serie de conceptos y valores que ha defendido a lo largo de su trayectoria vital: la lucha por los ideales, que no deja de ser la defensa de la utopía, algo fundamental en una persona que participó de forma activa en la lucha antifranquista.
El autor nos muestra que lo colectivo está por encima de los intereses individuales, pero a su vez reivindica la libertad de uno, porque no están en contraposición, ni son antagónicos. Defiende una sociedad autogestionada, donde el pueblo participa de forma directa en la toma de decisiones y no tengan cabida figuras como el patrón o amo, y todo ello en el marco de la experiencia que llevan a cabo los personajes de esta historia.
La novela es una defensa de la clandestinidad, algo que Bernardo Fuster conoció de primera mano en los últimos años del franquismo, como contraposición a la situación de represión que se estaba viviendo en esas fechas.
Bernardo Fuster nos ofrece un relato alejado de todo tipo de dogmatismos ideológicos, en el que resalta la defensa de la cultura y la imaginación en contraposición a la ignorancia y la sumisión que ha caracterizado a la población de la época.
A la hora de construir la novela, el estilo utilizado es muy original, al hacerlo a través de un diario supuestamente escrito por una periodista, el cual alegóricamente es encontrado por el autor y donde lo real e imaginario van caminando de la mano, generando dudas de lo que es cierto o ficción a lo largo de la narración, con grandes dosis de surrealismo y donde no falta el humor, con momentos disparatados, entremezclado con situaciones absurdas, pues hay pasajes en los que el autor borda lo absurdo.
Un libro recomendable para leerlo en los tiempos convulsos que corren, pero como lo fueron los años en los que está ambientada la novela de Bernardo Fuster.
Hablar de las cloacas del Estado es entrar en un mundo en el que nos encontramos la verdadera cara de lo que son los aparatos que lo sustentan. Es ahí donde realmente se debe poner un dispositivo para medir las ratios que tienen los Estados en materia de democracia, derechos y libertades fundamentales. Si ese imaginario medidor se pusiese en funcionamiento, en muchísimos países de nuestro entorno la aguja no lograría ni alzarse levemente. Nos encontramos con estados que bajo la fachada de democracias consolidadas que se supone que cumplen los estándares democráticos, se esconden movimientos ocultos que sin duda alguna se pueden calificar de siniestros y es ahí donde se prueba la calidad democrática.
En este contexto, el libro al que hoy voy a dedicar este espacio es producto de una labor audaz y exhaustiva de investigación que, siguiendo la estela de un sicario, ha buceado en las cañerías del Estado español y sus diversas ramificaciones en el entorno de lo que denominan democracias occidentales, aunque quizá fuese mejor suprimir la palabra democracias y dejarlo únicamente en occidentales. Su autora, Ana María Pascual, periodista de investigación con una dilatada trayectoria en diferentes medios de comunicación, publicó hace un lustro el libro “Cherid. Un sicario en las cloacas del Estado” (El Garaje Ediciones). No dudo que se dé la circunstancia que más de una persona haya tenido la oportunidad de poder leerlo, pues en un espacio corto de tiempo la editorial tuvo que realizar una segunda edición, pero como me temo que habrá muchísimas más personas que no tengan conocimiento de este libro y/o de lo que en él se recoge, es por lo que me ha parecido interesante y necesario rescatarlo.
Ana María Pascual (Fotografía loquesomos)
En mi caso, he tenido la ocasión de leerlo en fechas recientes, y lo que me ha llevado a dedicarle estas líneas es la deuda que tenemos para con todas aquellas personas que, durante la dictadura y los años posteriores, sufrieron la violencia y la represión tanto de los aparatos del Estado como de las organizaciones de ultraderecha. Y en ese contexto, este libro, entre otras cosas, sirve para acabar de despejar la duda sobre el nexo de unión entre el Estado y las organizaciones terroristas de ultraderecha. En la inmensa mayoría de los casos no existió una línea divisoria entre el Estado y esos grupos terroristas que en los primeros años de la monarquía eran denominados con el eufemismo de “grupos incontrolados”, más bien se podría decir que formaban una nebulosa donde diferenciar lo uno de lo otro era prácticamente imposible. Estos grupos mal llamados incontrolados podían asesinar a Arturo Ruiz en una manifestación en Madrid, entrar a tiros en un despacho de abogados laboralistas o generar el terror en el Triángulo de la Muerte (formado por las localidades de Urnieta, Hernani y Andoain), gozando de total impunidad en las instancias policías y judiciales, y sobre ellos planeaba en muchos de los casos la sombra de miembros de la Internacional Negra[1].
Anteriormente he dicho que la autora del libro es la periodista Ana María Pascual, pero este libro se sustenta sobre otro pilar fundamental, que no es otro que Teresa Rilo, la que fuera viuda del mercenario francés Jean Pierre Cherid.
Como cuestión previa, antes de continuar, quizá sea necesario responder a la pregunta que alguno se estará haciendo, y que no es otra que quién fue Jean Pierre Cherid. La respuesta es sencilla, un ciudadano francés nacido en Argelia, hijo de colonos que se enroló como paracaidista en el ejército francés para luchar contra el movimiento independentista argelino. Posteriormente formó parte de la organización terrorista OAS, estuvo en prisión en el Estado francés por haber asesinado a un gendarme, de donde huyó a España, donde empezó una carrera como mercenario; pasó por Biafra, Martinica y trabajó para los aparatos policiales y servicios secretos españoles, siendo una pieza clave en el terrorismo de Estado bajo el paraguas de diferentes siglas (Batallón Vasco Español, Antiterrorismo ETA, Triple A, Guerrilleros de Cristo Rey y finalmente GAL). Falleció en marzo de 1984 en la localidad de Biarritz debido a la explosión de un vehículo que había preparado para atentar contra refugiados vascos. Su muerte se produjo en extrañas circunstancias que nunca se llegaron a esclarecer y por los datos que este libro aporta, las autoridades españolas pusieron todos los medios a su alcance para enterrar todo lo que pudiera ayudar a esclarecer la muerte del sicario francés.
Jean Pierre Cherid en Montejurra 1976 (fotografía loquesomos)
Este libro está escrito a dos voces en el que el lector encontrará por un lado la investigación realizada por la periodista Ana María Pascual enfocada en dar a conocer de forma pormenorizada todas las actividades que realizó a lo largo de su vida el mercenario Jean Pierre Cherid, y por otro lado el relato en boca de su viuda, donde encontrará lo que fue la vida de este sicario, descrita por la persona más cercana a él, su mujer, donde revelará muchas de sus actividades, intimidades, personas de diferentes ámbitos con las que se relacionaba, entre los que se encontraban terroristas de la ultraderecha española, italiana, francesa, argentina y personajes relevantes de los aparatos policiales y servicios secretos del Estado español, todo ello de forma muy detallada.
Ana María Pascual en su trabajo de investigación irá tirando del hilo de una madeja que servirá para mostrarnos una infinidad de datos necesarios para entender lo que se ha cocido en las cloacas de la Europa Occidental durante la segunda mitad del siglo XX. Como la dictadura franquista propició que el Estado español se convirtiera en un santuario del terrorismo de ultraderecha europeo. Ejemplo de todo esto es la OAS, grupo terrorista francés, que no sólo se fundó en un hotel de Madrid, sino que gozaba de campos de entrenamiento para realizar todo tipo de acciones terroristas en territorio francés, y también el cobijo y apoyo dado por el régimen al terrorismo fascista italiano que en la década de los 60 y 70 realizó auténticas masacres en ese país.
Desde los años sesenta el terrorismo de extrema derecha azotaba Europa Occidental con la connivencia de algunos Estados, entre ellos el francés, donde en ningún momento había un interés por acabar con él. Cherid es muy elocuente: “todas las células fascistas del planeta están conectadas y nos ayudamos entre nosotros”, no era un sicario sin más, detrás de su forma de proceder había una ideología muy concreta . La connivencia era de tal envergadura que un personaje como este, que se supone que debía de estar en búsqueda y captura en el Estado francés por haber asesinado a un gendarme, pues no olvidemos que tuvo que fugarse y huir al Estado español, con el tiempo pasa a colaborar con el Estado francés en la Guerra de Biafra, en calidad de mercenario, o desplazándose a Martinica, colonia francesa, a “poner orden”, es decir, a hacer el trabajo sucio que las autoridades francesas no podían realizar contra el movimiento independentista existente en la isla caribeña. Otro caso llamativo es del terrorista italiano Stefano Delle Chiae[2], líder y fundador de la organización A Vanguardia Nazionale que colaboró en el intento de golpe de Estado que en 1970 organizado por Junio Valerio Borghese, y al fracasar, huyó a España con la ayuda de los servicios secretos italianos. Los aparatos del Estado italiano ayudando a huir a unos terroristas que había organizado un golpe de Estado fallido en ese país.
De ahí que una de las conclusiones que se obtienen después de leer este libro es que es imposible la existencia de la Internacional Negra sin la cooperación necesaria de diferentes gobiernos europeos, pero, sobre todo, de sus aparatos policiales, pero si todavía quedase algún atisbo de duda, lo acabarían despejando en los años ochenta los jueces italianos cuando descubren la existencia de la Red Gladio, organizada por la CIA y la OTAN “que trato de impedir, desde los años cincuenta, la expansión del comunismo mediante la financiación de atentados de extrema derecha” y para el logro de esos fines esas organizaciones fueron mimadas por los aparatos de los Estados occidentales.
Este libro tiene un valor fundamental, pues pone negro sobre blanco lo que para muchos no había dudas al respecto, pero era necesario aportar todos los datos y documentación necesaria para que quedase totalmente sustentado, que no es otra cosa que los diferentes estamentos del Estado español, desde los diferentes gobiernos hasta los aparatos policiales y la ultraderecha eran dos caras de la misma moneda. Algo que también puede ser extrapolable a otros países de nuestro entorno.
Como he comentado anteriormente, uno de los pilares que sostiene este libro es el testimonio de Teresa Rilo, viuda de Cherid, que falleció en 2020. La información que esta mujer atesoraba era fundamental para poder colocar muchas de las piezas de este complicado puzle que es desenmarañar todo lo relativo al terrorismo de Estado y sus conexiones con grupos de ideología ultraderechista. Quizá sea un tanto complicado valorar el papel que desempeñó Teresa Rilo durante el tiempo que vivió con el mercenario francés. En mi caso la reflexión la resumiría en que pasó de ser pareja a una víctima más de Cherid.
La lectura de este libro nos deja una enseñanza que no debemos olvidar: la democracia liberal cuando ve en peligro su hegemonía es capaz de traicionar sus propias reglas y vulnerar todo tipo de libertades. Ahora sólo queda en las manos de la ciudadanía denunciar todas esas situaciones y que nunca caigan en el olvido y que no vuelvan a suceder.
[1] Internacional Negra era la estructura internacional a nivel europeo que tenían las organizaciones fascistas en los años 60 y 70 del siglo XX, cuyo líder era el italiano Stefano Delle Chiae.
[2] Ana María Pascual dedica un capítulo del libro a “los amigos italianos “de Jean Pierre Cherid en Madrid y Teresa Rilo se prodiga en el libro en ofrecer datos de las andanzas de los Stefano Delle Chiae y el resto de los ultras italianos que protegía en Madrid.
Cherid. Un sicario en las cloacas del Estado. El Garaje Ediciones
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