Desertores de los pueblos oprimidos

Desertores de los pueblos oprimidos

(Colaboración realizada por Alex Larragoiti Gonzalez de Mendibil)[1]

“El internacionalismo eficaz no deserta de las patrias, sino que las transforma en órganos de una nueva humanidad “

 (Alfonso Daniel Rodríguez Castelao)

Acontecimientos terribles como el reciente terremoto, activan también mecanismos de solidaridad internacional que muchas veces y afortunadamente emanan directamente de la propia sociedad civil. El tejido asociativo que hace posibles respuestas ante este tipo de acontecimientos es una clara muestra de la riqueza de la sociedad vasca.

Pero en circunstancias como esta, la prioridad de la ayuda pasa a ser en sí misma un todo absoluto e inmatizable. Plantear cualquier crítica al formato de la misma pasa a ser incluso temerario.

Una y otra vez vemos que las miserias se ceban principalmente en aquellos más necesitados, en las clases populares y empobrecidas de la sociedad; en los parias de la tierra de cada estado opresor. La desigualdad y los modelos de explotación capitalista neocolonial de estados como el turco o el sirio aparecen más desnudos que nunca ante quienes quieran verlo.

Pero circunstancias como estas hacen también que los mecanismos de dominación, perpetuación de la desigualdad y manipulación masiva comiencen también a trabajar a toda máquina para garantizar la propia supervivencia y razón de ser de estos Estados. Y es en este punto donde me pregunto dónde debe situarse un internacionalista consciente de su pertenencia a un pueblo como el nuestro.

Los tiempos han cambiado mucho y esta no es la sociedad en la que crecimos en los 90. Años en los que la desintegración de la Unión Soviética puso en un primer plano, no ya a las 15 repúblicas, sino a un crisol de nacionalidades que hasta entonces permanecían diluidas en los corsés estatales e incluso imperiales. Cárceles de pueblos como la del nacionalismo ruso readaptado este a cada circunstancia política, pero también asimilador, clasista y racista. Chechenos, inghuses, cherqueses, kumiks, tártaros…. Decenas de naciones y sus culturas y lenguas nos mostraban a nosotros, otra nación minorizada más, que nuestra lucha por la pervivencia como Pueblo no era sino otra más en un mundo que va mucho más allá de lo que nuestra visión del mundo capitalista y euro atlantista nos permite ver.

Fueron años en los que se abrieron puertas a la emancipación de muchos pueblos y en los que, dando otra vuelta de tuerca, tratamos de comprender también las identidades múltiples de Oriente Medio (interesantísima la obra de igual nombre, de Bernard Lewis), acercándonos a ese otro crisol de culturas, creencias y sentimientos de pertenencia diversos que coexisten en esas tierras ancestrales. Aprendimos que las identidades múltiples enriquecen y se construyen a pesar de los esfuerzos asimiladores de los estados post y neocoloniales. Comprendimos que allí coexisten lenguas y culturas altaicas, semíticas o indoeuropeas; que la civilización islámica es muy compleja más allá del chiismo o sunismo; que existen otras identidades religiosas minoritarias como los alevís, alauís, los yezidies, los caldeos, los siriacos…, que también hay ateos, que las formas estatales actuales no son sino retazos postcoloniales y que allí sobreviven y luchan de forma ejemplar pueblos; y que entre ellos resplandece especialmente la mayor nación sin estado del mundo: Kurdistán.

La ética internacionalista y el convencimiento de que la solidaridad es la ternura de los pueblos y, nos llevan a indignarnos, cuando constatamos cómo se abandona a otros pueblos. Especialmente de aquel pueblo que se sigue sacrificando en la lucha contra la barbarie y por un mundo justo para todas y todos.

Nos indigna por ejemplo que en EITB se ignore algo tan básico como que el terremoto haya sucedido también en Kurdistán, no sólo en Siria y Turquía como tratan de hacer ver. Prefiero no pensar que ello responda a algún cálculo malicioso, pues ¿qué se podría pensar de un medio de comunicación público de un pueblo minorizado como el nuestro, que consciente y calculadamente ignore hasta la existencia de un pueblo hermano?; hermano en tanto que también es un pueblo en lucha por su pervivencia. Que dicha línea editorial la marquen profesionales del periodismo que obviamente deberían conocer no solo la complejidad de la zona y la existencia, además de la lucha del pueblo kurdo en respuesta al genocidio que sufre, me lleva a sospechar que esa actitud solamente se pueda explicar por ignorancia o aún peor, por atender intereses espurios. 

Debiera dar qué pensar que como sociedad solidaria y ejemplar que pretendemos ser, asumamos de forma acrítica o directamente ignorante un modelo irresponsable de humanitarismo acrítico. También da mucho que pensar que incluso desde una web de una determinada ONG vasca que ahora trata de ayudar en Siria, se llame a la población vasca a colaborar también ignorando a los kurdos y contribuyendo así a ese otro seísmo genocida turco o sirio. No deja de sorprender que incluso se llegue a colaborar activamente con colectivos que no solo ignoran la propia pluralidad socio política de la zona apelando a un sentido del “pueblo árabe” que niega el derecho a existir a los kurdos y otras minorías, sino que son incluso agentes activos en la ocupación del territorio kurdo, amén de colaboradores con el Estado turco y en gran medida también con promotores de valores islamo-fascistas. Todo esto es perfectamente comprobable en las memorias de actividad publicadas a poco que uno se interese por los detalles.

Como recordara Rodríguez Castelao apelando a una acepción del término “internacionalismo” que entiendo que nada tiene que ver con el humanitarismo asimilador y colaborador con los sátrapas de hoy, la solidaridad no se construye desertando de patrias propias, y menos aún de patrias ajenas que necesitan la solidaridad de Pueblos hermanos.

Sirvan estas líneas para tratar de levantar la voz y reivindicar ahora más que nunca al pueblo kurdo y su lucha por una sociedad justa, integradora, feminista y hermana de otros pueblos; lucha enemiga del racismo y clasismo imperantes.

Como dijo Castelao, el internacionalismo transforma las patrias en órganos de una nueva humanidad, y quizá los kurdos sean su mejor representante en nuestros días.

Ayuda de emergencia por el terremoto en Kurdistán Norte y Rojava:

  • HEYVA SOR A KURDISTANÊ E.V.
    • Kreissparkasse Cologne

IBAN DE49 3705 0299 0004 0104081

BIC/SWIFT: COKSDE33XXX

www.paypal.me/heyvasorakurdistane

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heyvasoreb.de


[1] Alex Larragoiti Gonzalez de Mendibil, autor del artículo: Diplomado en ciencias empresariales y especialista en cooperación y desarrollo internacional (UPV). Compañero de una mujer que, para mí, es un ejemplo a seguir día a día. Aita de Aratz e Izaro. Llevo más de veinte años desarrollando mi carrera profesional en una cooperativa del ámbito industrial, pero mi pasión es otra: la política internacional y los pueblos sin estado.

He viajado todo lo que he podido a aquellos lugares que fueron conformando mi propia personalidad política. He tenido la suerte de conocer Guatemala, Chiapas, Cuba, Turquía, Kurdistán (en el Kurdistán iraní, Iraquí y turco) y en cada uno de esos lugares traté de reconocer sus complejidades y diversidad. Pero sobre todo tuve la gran suerte de tener la amistad de grandes personas y aprender de ellos.

Juan Sorín me abrió las puertas del mundo de par en par, me diplomó en la ternura de los pueblos y me contagió su admiración al pueblo kurdo. Bittor Kapanaga me enseñó a aprender de nuestros mayores, la importancia de conocer la cultura propia y que la diversidad es un tesoro. Con Iñaki Aldekoa aprendí cómo funcionan los entresijos de la política y traté de aprender de su gran sabiduría. En Igor López de Munain vi qué es la dignidad en la vida y cómo aprender puede ser en sí una razón de nuestra existencia. Son muchos los amigos de los que trato de aprender humildemente y me hacen tomar conciencia de mis propias limitaciones, en la seguridad de que nunca es suficiente lo que sabes y que para tratar de acercarte a comprender realidades complejas, hay que escuchar mucho.

La insumisión al servicio militar despertó en mí el pacifismo como un eje vertebrador de mi ideología; y la militancia política en Euskal Herria me dotó de unos principios éticos que creo que vertebran la izquierda soberanista; y con el tiempo he aprendido que el futuro será socialista, libertario y feminista, o no será. En la política aprendí que el sacrificio merece la pena, que se aprende equivocándose pero que los principios son irrenunciables. También a tener conciencia de las limitaciones de uno mismo y a poner en valor la entrega de tantos y tantos compañeros y compañeras que lo han dado todo por un mundo mejor.

Muy agradecido a mi amigo Mikel por su ejemplo de tenacidad y esfuerzo infatigable por el aprendizaje. Su amistad es un privilegio.