Tácticas partidistas ante las elecciones generales

A menos de dos meses para las elecciones generales, los movimientos que se están dando en los partidos y en la ciudadanía hacen presagiar que el 28 de abril puede darse más de una sorpresa. La cuestión no es fijarse tanto en las encuestas, que en los últimos años están siendo un auténtico fiasco,  sino en vislumbrar los movimientos tácticos que están realizando los partidos y en los errores que puedan cometer. No hay que olvidar que las elecciones se pueden ganar por los aciertos de uno o por los errores del adversario y quizás esto último suele ser más habitual que lo primero.

El tablero político está viviendo un verdadero terremoto, se mire por donde se mire, ya sea por la derecha, por la izquierda o por la parte que respecta a las organizaciones independentistas. A día de hoy es complicado saber qué resultado final habrá después de todo este movimiento de placas tectónicas, pero lo que sí es cierto es que planea una sensación: el mapa resultante de las elecciones del 28-A no se va a parecer en nada al existente en la actualidad. Si bien el bipartidismo, a nivel global, no va a levantar cabeza puede que se den circunstancias para que la aritmética a la hora de formar gobierno no sea tan difícil como puede parecer a simple vista.

Por lo que respecta a los movimientos en la derecha, la cosa está bastante clara. Hay una carrera por ver quién es el que más se escora a la derecha. Ciudadanos y PP han apostado por abandonar al electorado que sociológicamente se encuadraba en el centro, ese territorio que lo ocupaba el ciudadano demócrata-cristiano y liberal reformista, para pasar a disputarse el espectro de la derecha conservadora tacheriana y extrema derecha trumpista o bolsonarista, representada por un nuevo actor político: VOX. Este discurso no es nuevo. Dentro de la derecha siempre ha existido un espectro sociológico, cercano o declarado, de extrema derecha, que aceptaba la cohabitación dentro de una derecha más suave en las formas, pero que no necesitaban salir del armario al no ver en peligro su status. Esta deriva ideológica y política se va a intensificar cuanto más cerca estén las elecciones, por lo que no debería de sorprendernos si los mensajes incendiarios van in crescendo. El último episodio lo hemos vivido con el decimoquinto aniversario de los atentados del 11-M, en el que para ver quien tiene el discurso más duro vuelve a salir a relucir la teoría de la conspiración. Les es indiferente el grado de ridículo que puedan hacer, lo importante es pelear cada voto hoolingan de la derecha dura, demostrando quien tiene el discurso más reaccionario. Y en esa confrontación el original siempre va a ganar la partida a la copia.

Esta apuesta por el corrimiento a hacia la extrema derecha les ha funcionado en Andalucía, porque confluyeron una serie de circunstancias que no se darán en las elecciones generales. Por tanto, la duda es si ese movimiento del cuerpo electoral puede ser extrapolable al resto del Estado, entre otros motivos porque las elecciones autonómicas de Andalucía no dejan de ser unas elecciones autonómicas que tienen su propia idiosincrasia que, en teoría, no debería de ser extrapolable al resto del Estado.

Por el contrario, los movimientos en la izquierda sociológica[1] son muy diferentes. Se empieza a percibir un movimiento de ida y vuelta en el electorado. Hay una bolsa de votantes que en 2015 y en 2016 habían abandonado al PSOE para votar a Podemos (diciembre de 2015) y a Unidos Podemos (junio de 2016) y que van a realizar el camino de vuelta, para volver a votar al PSOE. A esto hay que añadir una masa de votantes que siempre han votado a partidos de izquierda (IU en su momento y Podemos posteriormente) que ante el resultado que se dio en las elecciones autonómicas de Andalucía ha decidido que la forma de parar el triunfo de un tripartito PP-Cs-VOX es votar al PSOE aunque sea con la nariz tapada. No voy a entrar a hacer sumas aritméticas como se están realizando en algunos medios de comunicación en la que se está diciendo que el trasvase alcanza el millón de votos pues me parece poco riguroso ese tipo de estudios. Lo importante es tener en cuenta el hecho en sí, el cual tendrá mayor relevancia en función de las circunscripciones donde se produzca ese trasvase. Por ejemplo, si este hecho se produce en circunscripciones pequeñas con la obtención de pocos votos se puede obtener una rentabilidad superior a si ese hecho se da en una circunscripción con mucha población. Lo que no cabe duda es que la sangría de votos en Unidos Podemos se va a dar, es un secreto a voces, aunque parece que los únicos que no se están percatando de este fenómeno son los dirigentes y la militancia de Podemos.

Para el PSOE se puede dar una situación que no es nueva desde 1982. Si se sabe centrar durante estas semanas en realizar un discurso para captar el voto de centro, puede que le sea suficiente para obtener un magnífico resultado, puesto que por la izquierda tiene garantizada la obtención de una masa importante de votos. Eso mismo es lo que le ocurrió al PSOE en octubre de 1982, que se fagocitó al PCE de Santiago Carrillo dejándolo como una fuerza parlamentaria testimonial, haciendo únicamente un discurso enfocado a captar al electorado de centro, el de la UCD que hacía aguas por todas partes.

Entonces ¿Qué le ha ocurrido a Podemos para poder dilapidar gran parte del apoyo que obtuvo en diciembre de 2015? Hay varios factores, pero sin duda hay uno que parece que es tabú: la alianza Podemos-Izquierda Unida no suma. Se suele decir que en política dos más dos no siempre son cuatro, pueden ser cinco, pero también tres. Y es esto último lo que le ha sucedido a esta confluencia. Podemos en diciembre de 2015 consiguió sacar un resultado que nunca la izquierda estatal lo ha logrado en su historia. Ni el PCE en 1977 y 1979 ni la Izquierda Unida de Julio Anguita llegaron a obtener ni la mitad de lo que obtuvo Podemos. Por tanto, si la ciudadanía hubiera querido votar a IU ya lo habría hecho con anterioridad. El electorado de Podemos, en su gran mayoría, no percibió con buenos ojos el experimento de junio de 2016, a lo que hay que añadir que el electorado de IU tampoco se emocionó con ese acuerdo porque no sólo no se movilizó sino que en cierta medida lo boicoteó. Hay un dato que no debe de pasar desapercibido, en la consulta que acaba de realizar IU en estos días la propuesta de ir en coalición con Podemos no ha sido apoyada de forma abrumadora, pues solo ha participado un 27% del censo del que un 61% ha apoyado la confluencia con Podemos, lo que deja bien claro que esa coalición no es muy sugerente para su propia militancia (no ha sido apoyada ni por el 50% de la militancia). A todo esto hay que sumar que el discurso de Podemos ha perdido la frescura inicial y una de las esencias del principio: el concepto de transversalidad. En sus comienzos intentó dibujar “una mayoría democrática nueva” que no se expresaba con las palabras izquierda-derecha. Puso el foco en defender los derechos de una mayoría popular de los intereses de los privilegiados y en buscar la centralidad de la política. Por el contrario, IU no ha tenido ese discurso, al contrario, ha tenido un discurso de izquierda identitario y ha arrastrado a Podemos a su espacio político.

Un error en los partidos políticos, sobre todo en aquellos que la militancia es muy activista, es que no se sabe discernir entre la forma de pensar de la militancia y la forma de interpretar los movimientos políticos por parte de la sociedad. En muchos casos hay una brecha tan grande que es como si los militantes de esos partidos viviesen en una especie de burbuja que se retroalimenta entre ellos. Muchas veces les falta el saber conectar con el común de los mortales, con ese segmento de la sociedad que puede ser de la misma ideología pero que tienen una sensibilidad diferente, sin obviar una cuestión importante: ese sector de la sociedad que no está en la pomada de la política es muy vulnerable a la hora de recibir noticias que son pura intoxicación.

Por otra parte, el apoyo de Podemos a la moción de censura tampoco parece que le haya reportado grandes réditos políticos. Durante el mandato de Pedro Sánchez no se ha revertido la mayor parte de las políticas del PP. Muchas de esas políticas se podían haber tirado abajo con decretos-leyes negociados con los partidos que apoyaron la moción de censura pero la sensación es que el PSOE no ha tenido voluntad política para ello. Ha jugado más a desgastar a sus socios que a gobernar y a dar una imagen de cierto victimismo y a marear la perdiz. Le ha faltado una voluntad política calculada desde el primer momento.

                En las anteriores elecciones generales Podemos ha cosechado unos resultados muy buenos en nacionalidades históricas como Cataluña y Euskadi, hecho que luego no se ha repetido en las elecciones autonómicas. Un dato importante será conocer el resultado que obtenga en estas elecciones generales en ambos territorios ante su postura ambígüa tanto en Cataluña ante el Procés como en la Comunidad Autónoma Vasca para elaboración de un nuevo Estatuto de autonomía.

Por lo que respecta a las fuerzas políticas nacionalistas e independentistas hay movimientos tácticos que van dejando vislumbrar cuales son la hoja de ruta de cada una de las fuerzas políticas.

Sin duda alguna el que tiene su hoja de ruta intacta es el PNV. Se presenta a intentar volver a ser la primera fuerza política en la Comunidad Autónoma Vasca, posición que en las dos últimas elecciones se lo arrebató Podemos y Unidos-Podemos respectivamente. Su planteamiento es claro: no salirse de su guion e intentar con sus escaños ser necesario para la investidura como para la gobernabilidad posterior, pero con un matiz: en los tiempos que corren por la derecha española no veo al PNV votando junto a PP-Cs-VOX. De hecho, hay un detalle que no se debe de olvidar: quien invistió a Rajoy en 2016 fue el PSOE con su abstención, limitándose el PNV a apoyar los presupuestos para resolver el bloqueo que existía con la renovación del Concierto y el Cupo. Cuando Pedro Sánchez presentó la moción de censura el PNV retiró el apoyo a Rajoy para apoyar la moción de censura. Ahora, con la actual línea política del PP se me antoja casi imposible que el PNV sea colaborador necesario para que el PP llegue al gobierno.

Pero sin duda un movimiento que ha pasado desapercibido en la prensa de Madrid es el que están protagonizando ERC y EH Bildu con la decisión de presentarse juntos a las elecciones generales y de formar un solo grupo parlamentario en las Cortes. Este movimiento tiene varias lecturas. La primera es tejer acción política conjunta pero también se puede entender como una forma de enseñar músculo y de avanzar hacia una plataforma electoral única para hacer frente a una posible reforma de la legislación electoral encaminada a establecer la circunscripción única (al estilo de las elecciones europeas). Este acuerdo al que han llegado ambas organizaciones puede completarse con la entrada de más partidos independentistas y nacionalistas de izquierda de otros territorios, lo que se puede percibir como un deseo de formar un grupo parlamentario importante para tener voz en el Congreso y el Senado.


[1] Cuando hablo de izquierda sociológica incluyo al PSOE a diferencia de cuando utilice el término izquierda política del que entiendo que se encuentra fuera.

En recuerdo de los sucesos del tres de marzo de 1976 en Vitoria-Gasteiz

El próximo día 3 de marzo se cumplirán cuarenta y tres años de los sucesos de Vitoria-Gasteiz. Los hechos trágicos que ese día se produjeron son de sobra conocidos, aunque si hay alguien que, a día de hoy los desconozca, realizaré un breve resumen. El proceso de la Reforma política desde un primer momento se encargó de forma premeditada que estos hechos, como otros muchos, cayesen en el olvido con la finalidad de hacer un lifting al franquismo (no olvidemos que estos sucesos sucedieron tres meses después de la muerte de Franco) y al posfranquismo para iniciar un proceso de reescritura de la historia en el momento oportuno. De esa forma intento contribuir, de forma modesta, a que estos hechos no queden en el olvido y sirvan como testimonio a la hora de hacer el relato histórico de esa época; porque un pueblo que olvida su  pasado está condenado a repetirlo.

El día 3 de marzo de 1976 se había convocado la tercera huelga general que paralizó totalmente la ciudad de Vitoria-Gasteiz, producto de las luchas obreras que se estaban dando en esas fechas. La clase trabajadora de esta ciudad llevaba más de dos meses de huelga y movilizaciones, con anterioridad ya había habido dos días de huelga general. El día 3 de marzo Vitoria-Gasteiz amaneció con la convocatoria de la tercera huelga general con la total paralización de la actividad en la ciudad. Antes de que sucedieran los graves acontecimientos en el barrio de Zaramaga ya se habían producido algunos enfrentamientos con la policía, habiendo habido algunos manifestantes heridos de bala. Pero eso no era nada comparado con lo que iba a ocurrir ese mismo día a las 5 de la tarde.  A esa hora había convocada una asamblea general informativa de trabajadores de la ciudad en la iglesia de San Francisco de Asís en el barrio de Zaramaga. Las asambleas se realizaban en las iglesias al ser un lugar seguro pues, según el Concordato que tenía el Estado español con la Santa Sede, la policía no podía entrar en los templos religiosos y los párrocos de los barrios obreros solían permitir este tipo de reuniones. La policía de forma deliberada dejó que se llenase la iglesia. En ella había alrededor de cinco mil personas y un número superior en el exterior. Una vez que se estaba realizando la asamblea en el interior del templo la policía intentó desalojar la iglesia, acción que fue impedida por el párroco. A partir de este momento la policía utilizó gases lacrimógenos lanzándolos  al interior de templo y también utilizó armas de fuego para reprimir a las personas que salían despavoridas del interior de la iglesia. Como consecuencia de la brutal represión murieron cinco trabajadores. Todos por disparos de bala que fueron efectuados por la policía armada. Las conversaciones de la policía por la emisora no dejaron lugar a dudas: “¡J-3 para J-1! Manden fuerza para aquí. Ya hemos disparado más de mil tiros.- ¿Cómo está por ahí el asunto?-Te puedes figurar, después de tirar más de mil tiros y romper la iglesia de San Francisco… Te puedes imaginar cómo está la calle y cómo está todo.- ¡Muchas gracias, eh! ¡buen servicio! -dile a Salinas, que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Aquí ha habido una masacre. Cambio.- De acuerdo, de acuerdo.- Pero de verdad: una masacre”. Esta masacre inspiró a Lluis Llach para componer el tema “Campanades a morts” en homenaje a los cinco asesinados.

La respuesta a estos gravísimos hechos fueron jornadas de huelgas y protestas que se extendieron a todo Euskal Herria y a otros puntos del Estado español. Como consecuencia de esas protestas hubo dos muertos más: uno en Basauri (Bizkaia) y otro en Tarragona (Cataluña) por disparos de la policía.

Pero las preguntas que nos debemos hacer son: ¿Cómo se llegó a esa situación?, ¿cuál era la dinámica que seguía el movimiento obrero en esos momentos?, ¿La represión que ejerció el gobierno de Arias Navarro fue casual o, por el contrario, tenía una finalidad concreta?

Para contestar a la primera pregunta esta situación hay que enmarcarla dentro del Proceso de Reforma que se estaba viviendo en el Estado español. No hacía ni cuatro meses que Franco había muerto y el Estado español estaba inmerso en una crisis económica que se venía arrastrando desde hacía varios años. Era la famosa crisis del petróleo a la que en el Estado español había que añadir la crisis estructural y política que se estaba viviendo. Eran las consecuencias del Plan de Estabilidad franquista. El Gobierno había aprobado un decreto de congelación salarial y en ese momento los únicos representantes legales de los trabajadores eran los enlaces y jurados sindicales pertenecientes al Sindicato Vertical. Ello llevó a los trabajadores a organizarse entorno a una Plataforma reivindicativa para iniciar un proceso de lucha que desembocó en las huelgas en los primeros días de enero de ese año con una tabla de reivindicaciones. Una vez que se inicia la huelga, la patronal responde con despidos. A partir de ese momento se inicia la organización de un movimiento obrero que será el motor de las luchas que se dieron en todas las fábricas de la ciudad y que acabaría desembocando en los sucesos del día 3 marzo.

Por lo que respecta a la segunda pregunta: ¿Cuál era la dinámica que seguía el movimiento obrero en esos momentos? Hay que recordar que en las postrimerías del franquismo, y cuando empieza a dar los primeros pasos el proceso de reforma política, en Euskal Herria se estaba viviendo un movimiento asambleario de gran importancia en diferentes campos. La clase trabajadora se estaba organizando en asambleas, lo que venía a ser una negación de la legalidad existente, pues se organizaban y negociaban al margen de los representantes sindicales del Sindicato Vertical, pero, sin duda alguna, lo más importante es que los sindicatos de trabajadores, que en ese momento eran ilegales, son superados por la organización obrera desde la base. Este movimiento asambleario que se daba en las fábricas, barrios, etc… tendrá una importancia fundamental porque estas luchas obreras asamblearias superaron las reivindicaciones del tipo salarial para convertirse en una lucha global en la que se planteaban reivindicaciones de mayor calado. Pues bien, en este contexto hay que entender la lucha que llevaron los trabajadores y trabajadoras de Vitoria-Gasteiz. Las asambleas de fábrica se vieron superadas por las asambleas del conjunto de fábricas, asambleas de mujeres de obreros en paro, asambleas de barrio, etc. Era un proceso acumulativo en el que la lucha se adueñaba de todos los aspectos de la vida, un puro ejercicio de contrapoder popular. Todo un movimiento que desbordaba a los partidos y sindicatos democráticos que luchaban en la clandestinidad.

A final del franquismo en Euskal Herria se vivía una eclosión de organizaciones políticas y sindicales con un grado muy grande de heterogeneidad y gran riqueza ideológica y organizativa que contribuyó, sin lugar a dudas, a que las diferentes vanguardias políticas delegasen el poder en las asambleas. Vitoria-Gasteiz no fue el único lugar donde se dieron experiencias similares. En el entorno de Donostia, Valle del Urola, Alto Deba, zona industrial de Pamplona, etc… hubo experiencias donde la lucha obrera, a través de las asambleas, tuvieron una importancia muy importante pues se erigieron en representantes de los trabajadores a la hora de negociar con la patronal y de globalizar las diferentes luchas (laborales, sociales, urbanas, ecologistas) con una finalidad: deslegitimar el Régimen político existente. En este periodo la incidencia de las organizaciones que posteriormente han sido legitimadoras del proceso de Reforma (UGT, CCOO, PSOE, PCE y PNV) era mínima.

Todo esto nos lleva a dar respuesta a la última pregunta que he realizado ¿La represión que ejerció el gobierno de Arias Navarro fue casual o, por el contrario, tenía una finalidad concreta?

Sin duda alguna el Régimen no actuó de forma casual. Sabía lo que se jugaba en el conflicto existente en Vitoria-Gasteiz. La lucha de la clase obrera superaba las meras reivindicaciones salariales producto de la pérdida de poder adquisitivo de las capas populares para realizar una serie de exigencias mucho más amplias (desde la reducción de la jornada laboral, días de vacaciones, edad de jubilación, etc…). Habían deslegitimado y negado la representatividad de los representantes sindicales del Régimen y el modelo organizativo (asambleario) era el embrión de algo que el Régimen no iba a tolerar: la creación de contrapoder popular.

Son diáfanas las palabras del que en ese momento era ministro de Gobernación, Manuel Fraga. Frases como “Fue el punto más alto de la presión intentada por la izquierda en la calle para formar un Gobierno provisional como en 1931” o “aquello de Vitoria había que aplastarlo porque estaba dirigido por dirigentes que manipulaban a la clase trabajadora y eran pequeños soviets que se estaban gestando y había que extinguirlos”. Tampoco debe de pasar desapercibido que el proceso de industrialización en Álava, entorno a la capital, era reciente si lo comparamos con el resto de Euskal Herria. Este proceso se inicia en la década de los 50 del siglo XX, lo que conllevó una llegada de mano de obra inmigrantes de otras zonas del Estado español que no tenían una experiencia en conflictos laborales ni en luchas de este tipo. Este dato tampoco pasa desapercibido al Régimen que quiere cortar de raíz cualquier conflicto de estas características para que no quedara lugar a dudas quien tenía el monopolio del poder coercitivo. Por tanto, es un intento de intimidar y domesticar a la incipiente lucha obrera que surge en esta ciudad, para que no se convierta en otro foco de resistencia al proceso de metamorfosis del Régimen franquista.

 Vitoria-Gasteiz fue símbolo de la victoria y derrota del movimiento asambleario. Victoria por todo el proceso histórico acumulativo que llevó a que las protestas asamblearias desbordaran la fábrica para adueñarse de todos los aspectos de la vida, realizando un ejercicio de contrapoder popular. Derrota porque esta experiencia naufragó en tanto en cuanto a corto-medio plazo se acabó imponiendo la política sindical de las organizaciones sindicales que un año después firmaron con el régimen los Pactos de la Moncloa.

El “procés”: Juicio a un pueblo

El día 3 de diciembre de 1970, en la sala de justicia del Gobierno Militar de Burgos se dio inicio a lo que ha pasado a la historia como el Proceso de Burgos. Fue un consejo de guerra en el que se juzgaron a militantes destacados del Frente Militar de ETA. Los hechos por los que eran juzgados se remontan al atentado del 2 de agosto de 1968 contra el Jefe de la Brigada Político-Social de Gipuzkoa, Melitón Manzanas, que acabó con su vida. En este ínterin de algo más de dos años, desde que se produce el atentado hasta que se celebra el consejo de guerra, se producen una serie de detenciones para dar con el autor material y desarticular la dirección y los cuadros del Frente Militar de ETA.

El juzgado de Donostia que tramitaba el procedimiento se inhibe en favor de la jurisdicción militar porque los aparatos del Régimen franquista tienen un objetivo muy claro: presentar el juicio para “escenificar la liquidación de ETA y la victoria del Estado sobre la incipiente insurgencia vasca”[1]. El Régimen piensa que estando la dirección de ETA detenida sólo resta juzgarles, imponerles unas condenas ejemplarizantes y ejecutar a los dirigentes del grupo para que sirva de ejemplo y disuadir así a posibles seguidores.

El fiscal militar encausa a los siguientes militantes de ETA con las siguientes peticiones: “pena de muerte y 50 años de cárcel para Jokin Gorostidi; pena de muerte y 75 años de cárcel para Javier Izko; pena de muerte y 70 años de cárcel para Eduardo Uriarte; pena de muerte y 60 años de cárcel para Mario Onaindía; pena de muerte y 40 años de cárcel para Javier Larena; pena de muerte y 30 años de cárcel para José María Dorronsoro; 70 años de cárcel para Víctor Arana;, 80 años para Josu Abrisqueta; 64 años para Jone Dorronsoro; 70 años para el sacerdote Jon Echave; 70 años de cárcel para Enrique Guesala; 30 años de cárcel para Gregorio López Irasuegui; 15 años de cárcel para Itziar Aizpurua;, 6 años de cárcel para el ex sacerdote Julen Kalzada y 12 años de cárcel para José Antonio Karrera”[2].

Sin embargo, las previsiones del Estado no solo no se cumplirán sino que  darán un giro copernicano. Durante la vista, que duró siete días, las defensas demostrarán la falta de respeto a los derechos de los procesados, vulnerándose todo tipo de garantías procesales. Al ser un juicio sumarísimo, los abogados de los procesados no tuvieron oportunidad de preparar sus defensas con todas las garantías jurídicas y, durante las declaraciones de los procesados, harán una denuncia política contra el Régimen. Cada uno de los acusados se centró en exponer alguna de las situaciones que sufría Euskadi durante el franquismo para enlazar la lucha de ETA con la lucha de pueblo vasco. Es decir, se dieron dos estrategias: la defensa jurídica y la defensa política o, dicho de otra forma: el utilizar el juicio como arma política.

Las movilizaciones en Euskal Herria fueron de todo tipo en pleno franquismo: manifestaciones, huelgas, encierros, manifiestos, etc… con un único  objetivo: condicionar la sentencia. En el Estado español y en Europa también se realizan movilizaciones, llegando a producirse ataques a las delegaciones españolas en algunas ciudades europeas. Por su parte las dos ramas de ETA[3] realizaron algunas acciones armadas para condicionar el desarrollo del juicio. La que sí tuvo una repercusión a nivel internacional sería la acción organizada por ETA V. El día 1 de diciembre de 1970 un comando de esta organización secuestra en Donostia al cónsul honorario de la República Federal Alemana, Beihl, siendo liberado posteriormente y una vez que ETA V ha conseguido atraer la atención del mundo entero sobre la existencia del pueblo vasco y del “problema vasco”, por lo que había obtenido una gran rentabilidad política.

Por lo que respecta a la prensa de la época hay que tener presente que toda la prensa era afín al Régimen franquista. El diario ABC titulaba su editorial del día siguiente al que se publicara la sentencia “SANTIAGO: ¡Cierra España!” haciendo un alegato en favor del Régimen. El diario la Voz de España que se editaba en Donostia en un artículo de esos días decía:

“Los separatistas de triste memoria, que en 1936 condujeron al nacionalismo vasco a aliarse con el diablo […] cuya aberración mayor consiste en alentar proyectos delirantes y anacrónicos con la unidad nacional […] tampoco pueden ni quieren identificarse con los terroristas de la ETA, verdaderos criminales a sueldo […] la única política a la que sirve la ETA […] es la maoísta de signo ateo, marxista e internacional. ¿Qué tiene ello que ver con el país vasco?”[4].

Por otra parte el 21 de diciembre en las Cortes franquistas Carrero Blanco se expresa en los siguientes términos:

“El mundo occidental está siendo víctima de una progresiva escalada de la acción subversiva del comunismo […] La táctica de la acción subversiva es clara: se trata de corromper, en el más amplio sentido de la palabra. Para ello se fomenta la desilusión de los hábitos morales; se atenta contra las creencias religiosas, contra las tradiciones y la conciencia nacional, contra el sentimiento de patria y de independencia […] ETA […] bajo la aparente filiación política de separatismo vasco, encubre la realidad de su verdadera función de agentes terroristas al servicio del comunismo”[5].

El tribunal militar condena a muerte a cuatro militantes de ETA y el resto son condenados a condenas elevadas de prisión, pero debido a la presión tanto en el Estado como en el exterior las penas de muertes fueron conmutadas por cadenas perpetuas y ni que decir tiene que con este proceso ni acabaron con ETA ni resolvieron el “problema vasco”  a su manera.

El Régimen franquista aprendió la lección y a partir de ese momento no organizó ningún macro juicio de esa envergadura y cambió su táctica. A partir de este momento la estrategia que siguió fue la de evitar las detenciones de militantes destacados, eliminarlos en enfrentamientos y la utilización de cuerpos parapoliciales o guerra sucia.

En el año 1978 el Editorial Hordago, ya desaparecido, publicó un libro con un título que se ajustaba a lo que fue ese consejo de guerra: “Burgos: juicio a un pueblo”. Pues bien, casi 50 años después estamos viviendo una situación muy similar con el juicio del “procés”, con actuaciones que me atrevería a decir que son calcadas a lo que se vivió en el Proceso de Burgos.

En ambos casos el impulso jurídico-político ha corrido de manos de los aparatos del Régimen. En el caso del Proceso de Burgos fueron la actuación del Gobierno de la dictadura y los militares y todo el cúmulo de pruebas que adolecían de fundamento jurídico que presentaron los cuerpos policiales de la época y en el caso del “procés” el impulso lo han dado el gobierno del PP, con la cobertura legal del Tribunal Supremo (en el que la mayor parte de miembros han sido elegidos por el PP) y la cobertura de los atestados de la Guardia Civil que están sirviendo como prueba de parte.

La prensa durante el Proceso de Burgos jugó un papel de propaganda fundamental. La única que había era la del Régimen franquista, pues no existía la prensa libre y en el caso del “procés” no hay más que ver el papel que está jugando la prensa de fuera de Cataluña; representa a la España rancia, decimonónica con un discurso en el que se llama al enfrentamiento y la confrontación teniendo como lema de cabecera el ¡A por ellos! Un discurso similar al que ha tenido en diferentes épocas, cuando algún pueblo del Estado español ha tenido la osadía de reclamar el derecho a poder decidir libremente. Un detalle curioso, hay un periódico que ha vivido ambos sucesos: el diario ABC. Que cada uno entienda lo que estime oportuno.

En ambos casos coinciden en que el factor de la movilización política y social se produce, por lo que podemos hablar sin ningún género de dudas que el problema trasciende fuera de la sala donde se celebra la vista.

Por lo que respecta a la sentencia. En el caso del Proceso de Burgos no me cabe duda que estaba redactada de antemano y en el juicio al “procés´” me atrevería a decir que si no está redactada existe un borrador.

Las intervenciones que han tenido las defensas en el primer día de juicio han sido muy esclarecedoras. Va a haber una línea de defensa jurídica pero también una defensa de gran contenido político, cosa que era esperable, similar al Proceso de Burgos. Pero viendo el papel que en el segundo día de vista ha realizado la fiscalía, no sé si están en el Tribunal Supremo o en la sala de justicia del Gobierno Militar de Burgos. Hablar de uso de la violencia y decir que los independentistas “trazaron un plan criminal de alcance” es un intento de retorcer la realidad. No lo digo yo, lo dicen más de un centenar de profesores y catedráticos de derecho penal.

 Para analizar esta cuestión hace unos meses asistí a una charla en la que intervino una letrada de la defensa jurídica de uno de los procesados y en las que se proyectó un vídeo que sirve para analizar lo kafkiano que es todo este proceso. El vídeo se puede ver en Internet por lo que facilito el enlace a pie de página para quien esté interesado[6]. Pero es más, cuando este proceso se ha internacionalizado, a la hora de pedir las extradiciones de algunos imputados la respuesta de los órganos jurisdiccionales de otros países europeos ha sido demoledora para la justicia española. La han dejado sin argumentos y a la altura del barro. Cuando se habla de rebelión, que tiene como requisito indispensable la violencia, y de golpe de Estado, yo solo recuerdo un caso en este país que haya reunido todos esos ingredientes: el golpe de Estado del 23-F. Se utilizó la violencia con la detención ilegal durante más de doce horas de más de 350 personas de los que la mayor parte eran diputados, los golpistas iban armados y utilizaron las armas. Por el contrario, las condenas fueron muy suaves para la gravedad de los delitos y no hay que olvidar que la gran mayoría de los condenados estuvieron en libertad en un breve espacio de tiempo. Y lo más grave:  ni se investigó la trama civil ni a los ideólogos del golpe. Quizás porque tampoco se podría investigar a alguien que tenía y sigue teniendo inviolabilidad. Así lo dice alguien tan poco sospechosa de anti constitucionalismo como Pilar Urbano  en su libro “La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar”.

Todas estas similitudes que encuentro en ambos procesos tampoco deberían de extrañar en demasía. Si nos encontramos dentro del Régimen del 78, que es producto del proceso de Reforma política, que fue pilotada por dirigentes del Régimen franquista con la finalidad que se realizaran las reformas indispensables para que la imagen del Régimen fuera más amable, pero con el deseo de que no se produjese una ruptura democrática y que no se depuraran todas las instituciones del Régimen franquista para avanzar hacia una democracia. Hoy en día en cada institución que se rasca, seguimos encontrando el mismo ADN que en las instituciones franquistas. Aquellos polvos han traído estos lodos.

Creo que la sensación en este proceso judicial es generalizada. La sentencia va a ser muy dura, con fuertes condenas y tanto las defensas como los acusados son conscientes de ello por lo que las defensas están trabajando más mirando a un futuro recurso a Estrasburgo que a lograr una sentencia acorde a la lógica legal en un Estado de derecho, pues la batalla ante la Justicia española la dan por perdida. Esta  guerra no ha hecho más que empezar y  es claro que va a condicionar la política de Cataluña y del resto del Estado español. Judicializar el conflicto  sólo conseguirá  hacer que encalle. Si piensa el Estado que la sociedad catalana va a bajar los brazos se equivocan y pienso que el conflicto perdurará en el tiempo porque  creo que en este juicio no se está juzgando únicamente a los que están sentados en el banquillo, sino al independentismo y, por tanto, a un sector muy importante del pueblo de Cataluña. Por ello pienso  que el “procés” es un juicio a un pueblo.

Bibliografía

Casanova, Iker: ETA 1958-2008. Medio siglo de historia, Txalaparta, Tafalla, 2007.

Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.


[1] Casanova, Iker: ETA 1958-2008. Medio siglo de historia, Txalaparta, Tafalla, 2007.

[2] Letamendia Belzunce; Francisco. “Historia de Euskadi. El Nacionalismo vasco y ETA”. Editorial Ruedo Ibérico.

[3] En aquel momento existían las organizaciones ETA V asamblea y ETA VI, motivado por una ruptura que se dio en 1970 por las diferencias ideológicas que existían en ese momento dentro de la organización armada.

[4] Letamendia Belzunce; Francisco. “Historia de Euskadi. El Nacionalismo vasco y ETA”. Editorial Ruedo Ibérico.

[5] Ibidem.

[6] https://www.youtube.com/watch?v=5bN8ZM,-V4Jo&feature=youtu.be

A vueltas con Marx. Algunas reflexiones

El filósofo Slavoj Žižek ha publicado recientemente un ensayo con el título “La vigencia de El manifiesto comunista”[1]. Es un libro no muy extenso, pues es una edición de bolsillo y solo tiene 76 páginas, sin embargo es de lectura densa y, en algunos momentos, se puede hacer algo espeso. En este ensayo, el autor realiza una reflexión sobre el capitalismo y la situación en la que se encuentra. Para ello utiliza el conjunto de la obra de Marx y diserta sobre la validez de la obra del filósofo alemán en nuestros días.

Cuando uno lee a Slavoj Žižek no le deja indiferente. Su forma de escribir provoca que el lector esté expectante a la espera de la resolución, un tanto desconcertante, del planteamiento que realiza.

La lectura de este ensayo, como no podía ser de otro modo, me ha inducido a volver a releer el texto original de Marx y me ha vuelto a suceder algo que dice mucho a favor de él. Siempre que lo releo extraigo algún fragmento que anteriormente no le había dado la importancia que tiene. Hay que tener presente que estamos hablando sobre un texto político que tiene más de 170 años de antigüedad y sobre el que se siguen realizando análisis de todo tipo. Todo ello me ha provocado el deseo de hacer algunas reflexiones al respecto:

¿Las teorías de Marx están desfasadas en la actualidad?

Para responder a esta pregunta a través únicamente del Manifiesto Comunista es necesario poner el foco en el capítulo primero[2] de esta obra de Marx. En él desarrolla la historia de los diferentes modelos económicos de producción que ha habido en la historia. Lo que conocemos como materialismo histórico, englobado dentro de lo que denomina la infraestructura[3] y sobre el que profundiza Slavoj Žižek en su ensayo.

Al inicio del ensayo, Žižek deja claro que la revolución que propugna Marx es imposible que se pueda producir en nuestros días, al no reunir la clase trabajadora los rasgos que entiende el marxismo que tenía en el siglo XIX y que permitían  participar en una “transformación revolucionaria de la sociedad” [4]. Sobre esto habría mucho que debatir pues si bien en el Primer Mundo la clase trabajadora no cumple esos requisitos en su totalidad, al haberse transformado en muchos aspectos, en los últimos veinticinco años se ha producido un proceso de involución que está recorriendo el camino inverso. Muchas de las conquistas socio-económicas que se han logrado en los últimos 100 años empiezan a esfumarse y no sólo no parece que no se ha tocado fondo, sino que en muchos aspectos se está llegando a épocas que no conocieron ni nuestros padres. Como dicen Carlos Fernández Liria  y Luis Alegre Zahonero en un ensayo reciente, no es que a Marx haya que adaptarlo a los nuevos tiempos, es que éstos son los que se adaptan cada vez más al pensador alemán.

Pero al hablar hoy en día de capitalismo estamos tratando de un sistema económico global y, en un mundo globalizado, hay regiones en las que sí que se dan los requisitos que menciona Žižek, además de otros muchos: explotación en régimen de semiesclavitud, mareas de inmigración y refugiados huyendo del hambre de las guerras causadas por los países ricos por intereses económicos, etc. Otra cosa es que se den lo que, podríamos denominar, condiciones subjetivas para impulsar una transformación revolucionaria de la sociedad.

Hoy en día, la mayor parte de la producción se realiza en países que se encuentran en vías de desarrollo. Son los grandes productores y manufactureros, en detrimento de los países ricos que han ido paulatinamente cambiando su roll y en la actualidad se dedican a la distribución e intermediación de los productos elaborados fuera de sus fronteras y a centrar su labor en el marco del capitalismo financiero. La clase trabajadora de los países del Primer Mundo ,en un porcentaje muy importante, no desarrolla su trabajo en lo que entendemos por empresas productivas. Siguiendo el caso del Estado español, la mayor parte de la clase trabajadora desempeña sus funciones en el sector terciario y, en concreto, son servicios.

Es necesario recordar lo que dice Marx sobre la evolución de la lucha de clases a lo largo de la historia y el papel que desempeña la burguesía desde que hace acto de aparición en la Edad Moderna hasta principio del siglo XIX. Marx describe el modus operandi de la burguesía en estos últimos doscientos años: “La burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de la producción, que tanto vale decir el sistema todo de la producción, y con todo el régimen social […] La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes […] La necesidad de encontrar nuevos mercados espolea a la burguesía de una punta a otra del planeta”. De hecho Marx pone en valor el papel que desempeñaba esta clase social en su época: “La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario”. No cabe duda que no hay diferencia en la actuación de la burguesía de 1847 y la de 2019. Si hay algo que se está dando en el capitalismo actual es la globalización. Ahora no se produce solo para los países ricos, ahora todo el mundo es un mercado global donde se consume.  Marx también describe el proceso de concentración de la propiedad “en manos de unos cuantos” a través de la centralización de los medios de producción y esto lleva a un “régimen de centralización política”.

Entonces, podemos ir respondiendo a la pregunta de que el marxismo sigue vigente a la hora de interpretar la historia, pues el método de análisis que Marx utilizó en la primera mitad del siglo XIX nos ayuda a entender la situación actual. Aunque hay algunas circunstancias que difieren motivadas por la evolución de la sociedad, el capitalismo sigue los mismos parámetros que son los que le han ayudado a sobreponerse a todas las crisis que ha sufrido.

Llegados a este punto la pregunta que nos podemos hacer es: ¿Marx se equivocó cuando auguró la caída de la burguesía?

Durante la vida del capitalismo han existido crisis porque son inherentes a él. El capitalismo sin crisis no se puede entender. Para el capitalismo las crisis son como el oxígeno para la persona, porque gracias a ellas se refuerza. Solo hay que ver que después de cada crisis crecen el número de las grandes fortunas a costa del empobrecimiento de la mayor parte de la población, dejando siempre en fuera de juego a un segmento de la población que es de imposible recuperación, personas en exclusión social. La crisis de 2008 ha sido un buen botón de muestra. Por eso cuando hay una crisis económica el capitalismo realiza un ejercicio de búsqueda de sus anticuerpos para poder salir victorioso de esa crisis. En esta cuestión, Marx se expresa en los siguientes términos: “¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos […] remedia unas crisis preparando otras más extensas”. Da la sensación que nada ha cambiado en la forma de afrontar las crisis desde la época de Marx. Los conceptos fundamentales siguen inmutables en el tiempo.

Pero para que el capitalismo salga victorioso de cada crisis que origina necesita un pilar fundamental: el apoyo de la estructura jurídico-política que controla la ideología de una sociedad (lo que Marx denomina superestructura), que le facilite la cobertura necesaria para todo ello. Pues bien, Marx se expresa en los siguientes términos: “hasta que implantada la gran industria y abiertos los cauces del mercado mundial, se conquista la hegemonía política y crea el moderno Estado representativo. Hoy, el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa”. Nada nuevo bajo el sol. Lo único que ha hecho el capitalismo es acomodar la maquinaria del Estado al siglo XXI y para ello ha fortalecido esa maquinaria utilizando la censura y aplastando la resistencia para hacernos ver que no hay alternativa al sistema actual. Este es el motivo principal por el que Marx falla cuando pronostica la caída del capitalismo. Infravalora el poder de la superestructura y la hegemonía ideológica que tiene sobre la sociedad lo que lleva a que en la sociedad se instalen lo más pernicioso del liberalismo como es el individualismo en detrimento de lo colectivo. Esto último lo podemos ver de forma diáfana con algunos ejemplos de nuestros días: Vivimos en plena globalización de la economía, pero somos incapaces de globalizar los problemas de la sociedad. Somos insensibles al sufrimiento de millones de personas que mueren de hambre, generada por las políticas dominantes. Miramos para otro lado con la situación de emergencia generada por las guerras injustas en las que los países ricos están directamente involucrados (muertos, refugiados, etc…).

Lo mismo nos ocurre con los conflictos que se dan en nuestro entorno más cercano. La sociedad es incapaz de solidarizarse con la problemática de algún colectivo cercano cuando sale a reivindicar unos derechos y, si encima deciden realizar una huelga que nos puede afectar (en el transporte, sanidad, etc…), un sector social importante es incapaz de ver esa situación desde la óptica de la defensa de unos derechos lícitos. Para todos estos problemas la frase más común es: ese no es mi problema. Todo esto me lleva a plantear la preocupación de que si el capitalismo actual (los pensadores actuales lo llaman postcapitalismo) está viviendo sus últimos momentos es posible que la alternativa que venga sea peor. No hay que más que ver a nivel mundial el ascenso de movimientos políticos populistas de derecha, que perfectamente podemos denominarlos como el fascismo del siglo XXI. Parece que el género humano no ha aprendido todavía la lección de la historia.

De todas formas entiendo que el capitalismo todavía tiene recorrido en este mundo de corrupción en el que vivimos. Los intereses de las élites económicas y políticas son muy grandes y no van a permitir que la tarta se la quiten así como así. Tampoco veo que la forma de transformar la sociedad en la que vivimos sea por medio de grandes revoluciones, como las que hemos conocido en los libros de Historia. Quizás el camino vaya por la convergencia de movimientos sociales que tengan un denominador común: la denuncia de un sistema agotado y la necesidad de englobar las diferentes necesidades de la sociedad actual en un proyecto transversal que cuestione los valores de la sociedad actual y que profundice en la construcción de pueblo y democracia.


[1] “La vigencia de El manifiesto comunistas”. Editorial Anagrama. Septiembre 2018. Traducción de Damià Alou.

[2] Capítulo I: Burgueses y proletarios.

[3] La infraestructura es la estructura económica de la sociedad que está compuesta por las fuerzas productivas junto con las relaciones de producción

[4] Slavoj Žižek en su ensayo cita a Gerald A. Cohen que “enumera los cuatro rasgos de la idea que tiene el marxismo clásico de la clase trabajadora: (1) constituye la mayoría de la sociedad (2); produce la riqueza de la sociedad; (3) la forman los miembros explotados de la sociedad; (4) sus miembros son la gente necesitada de la sociedad. Cuando estos cuatro rasgos se combinan, generan dos más: (5) la clase obrera no tiene nada que perder con la revolución (6) puede y ha de participar en una transformación revolucionaria de la sociedad”.

La hegemonía del discurso liberal en las políticas socioeconómicas

Durante las últimas semanas estamos asistiendo a un bombardeo continuo de declaraciones por parte de los partidos que representan el liberalismo económico, en las que se enuncian las medidas fiscales que van a tomar en el caso que logren gobernar. El hecho que nos encontremos en una precampaña, de facto, para las elecciones municipales y autonómicas, también está sirviendo para que hablen sobre medidas de gobierno que competen al Gobierno Central.

En el Estado español en estos momentos el discurso liberal en materia económica está representado por el bloque que forman PP, Ciudadanos y VOX, porque en materia económica no hay grandes diferencias entre las tres formaciones, pero me atrevería a decir que en las políticas fiscales también son muy similares, estando inmersos en una carrera por ver cuál de los tres partidos realiza las propuestas más liberales en esta materia.

La ofensiva de estas formaciones es la rebaja y, en algunos casos, supresión de impuestos directos. Algunas de sus propuestas oscilan entre una rebaja en IRPF y Sociedades y la supresión del impuesto sobre patrimonio y de sucesiones. Ni que decir tiene que no se plantean rebajar el coste de las innumerables tasas existentes sobre todo en las CCAA y en los municipios, que son las que afectan de forma directa a la ciudadanía.

Esta ofensiva no siendo nueva, pues ya la han realizado en otros momentos, en este caso se me antoja mucho más preocupante por diversos motivos de sobra conocidos.

Desde un enfoque puramente técnico-fiscal a estos planteamientos, hay que plantearles muchas objeciones por las que pueden ser refutados. Cuando todavía las administraciones públicas no han recuperado, en algunos impuestos, los niveles de ingresos anteriores a la crisis ya están planteando nuevas rebajas fiscales.  Si bien las previsiones eran que casi se recuperara el nivel de recaudación en el ejercicio de 2017, hay un dato importante: la recaudación del Impuesto sobre Sociedades en 2017 se situaría en el cincuenta por ciento de la recaudación de 2007, año anterior al inicio de la crisis.

Están focalizando la rebaja en el impuesto sobre sociedades cuando en realidad las grandes empresas en el mejor de los casos no llegan ni al diez por ciento en su tipo efectivo[1] (el tipo de gravamen en el impuesto sobre sociedades es del veinticinco por ciento). Ello se debe a la cascada de deducciones a las que se pueden acoger y a la ingeniería fiscal que aplican las grandes empresas al no tributar todos los beneficios obtenidos en el Estado español.

En la rebaja que pretenden aplicar en el IRPF, sin duda alguna, el segmento más beneficiado es el de las rentas medias-altas, pues tiene como objetivo reducir los tramos de tributación y rebajar el tipo en las rentas más altas.

Todas estas medidas no sólo son obstáculo para la recuperación de los ingresos públicos con los que poder hacer frente al gasto social, inversión pública que genere empleo de calidad, sino, lo que es más grave: se va ensanchando la grieta en lo que respecta al aumento de las desigualdades sociales.

Pero, siendo importante lo que he expuesto hasta ahora, lo más preocupante es sin duda alguna el triunfo de la hegemonía ideológica liberal que se está dando no solo en el Estado español sino en toda Europa y que está llevando a dilapidar el Estado del bienestar del que hemos disfrutado en la Europa Occidental además de hacer retroceder muchas décadas en lo que respecta a la consecución de derechos y libertades en el ámbito socioeconómico.

Para analizar esta deriva es necesario remontarse a los precursores de estas políticas liberales: Reagan y Thatcher. En los años 80 del siglo XX, ellos pusieron en marcha medidas con el objetivo de la reducción radical del Estado. Esto se reflejó en la minoración de los ingresos públicos y en el adelgazamiento del gasto público, excepto en defensa y orden público –política de fortalecimiento del Estado como instrumento coactivo- lo que va abocar a los recortes en todo lo relativo al Estado del bienestar. A esto hay que sumar por un lado la caída de la URSS y de los países representantes de la economía estatalizada lo que conllevó la desaparición de un enemigo estratégico para la ideología liberal. Ante esta situación la socialdemocracia no sólo no ha sabido dar una respuesta a todos estos cambios sino que ha terminado siendo asimilada por las teorías liberales, como se refleja en la Tercera Vía auspiciada por el Partido Laborista británico de la mano de Tony Blair y que posteriormente se propagaron por toda Europa Occidental.

Es necesario recordar que en la década de los 80 las políticas liberales fueron aplicadas de forma generalizada en Latinoamérica, lo que generó un empobrecimiento de la población, dando lugar al crecimiento de las diferencias sociales de forma exponencial. Estas líneas de actuación  son las que estamos viviendo en la Europa Occidental desde finales de los 90 y han ido in crescendo hasta nuestros días.

En la Europa Occidental, en lo referente a las políticas económicas, las diferencias entre los partidos denominados socialdemócratas y los que representan las teorías liberales y reaccionarias son de matiz. En caso del Estado español durante los gobiernos de Felipe González ya se dieron los primeros pasos para la aplicación de reformas que podían haber sido firmadas por la derecha, y esta línea fue seguida por los gobiernos de Rodríguez Zapatero. Reformas fiscales en las que se beneficiaba a las rentas más altas y a las grandes empresas pactadas con la derecha catalana (CiU) y vasca (PNV), aprobación de la ley de empresas de trabajo temporal, reformas laborales, etc. La integración del Estado español en la CEE con el PSOE trae consigo la destrucción del tejido industrial, sobre todo dentro de la esfera del sector público, para convertirlo en un país de servicios, siendo el precursor de la cultura del pelotazo. Han avanzado hacia la desaparición del modelo productivo existente en favor de sectores íntimamente unidos a la especulación: sector de la construcción y sector financiero, fomentando la precariedad en el empleo. Y como colofón, las élites políticas del Estado español (PP-PSOE) haciendo una dejación de la soberanía popular, modifican la Constitución para anteponer los intereses de la oligarquía y de los poderes financieros europeos a los de la ciudadanía. Algo similar se ha vivido en toda Europa con las peculiaridades de cada Estado.

Uno de los objetivos de las élites políticas ha sido desclasar a la sociedad, para que pierda el nexo de unión con otras personas de su misma clase y así fortalecer la cultura del individualismo, base de la ideología liberal, en detrimento de la concepción colectiva de la sociedad. Hoy en día, cuando a alguien que percibe un salario se le dice que es clase trabajadora huye del término y buscan otra denominación para evitar definirse de esa forma, sobre todo prefieren definirse como “clase media” aun siendo asalariados. No dejan de ser eufemismos que ocultan la realidad. El filósofo Slavoj Žižek tiene un término que entiendo que puede ser válido: “burguesía asalariada”, pues no hay que olvidar que una persona que vive de un salario por sí misma no tiene independencia económica, lo que en términos socioeconómicos le hace ser una persona vulnerable.

 A lo anteriormente expuesto hay que añadirle el interés existente de los poderes económicos y políticos porque la población pierda el interés por la política. Todo ello lleva a esa hegemonía que tiene el discurso liberal en la sociedad actual.

Las diferencias entre las élites políticas son de matices porque, en lo que respecta a su contenido, las diferencias han desaparecido. La población lo percibe en gran medida, lo que en muchos casos llevan a sectores de la población a conclusiones como “qué más da votar a unos y a otros si van a hacer lo mismo” o a pensar “entre el original (la derecha) y la copia (la socialdemocracia) siempre el original”. Es aquí donde se visibiliza la hegemonía del discurso liberal que domina en Europa y que ha conducido a la situación que estamos viviendo en la actualidad, pues el liberalismo ha conseguido que la estructura jurídico-política de los regímenes existentes se sustente en normas de profundo contenido liberal, lo que les da la ventaja que aunque el que gobierne sea el adversario no tenga margen de maniobra para poder hacer otras políticas.

Para romper con esta dinámica, lo primero que se tiene que dar es una transformación en la hegemonía del discurso existente en la sociedad. Es imposible  invertir esta situación si en amplias capas de la población no hay un cambio en la forma de ubicarse dentro de la sociedad. El cambio no se producirá mientras la mayor parte de la población ignore que forma parte de una gran franja en la que están olvidados a la hora de la toma de decisiones que les afectan de forma directa. Además el control de la toma de decisiones está en manos de unas élites minoritarias que aglutinan el poder gracias a esa inacción social. Por tanto, es fundamental que la sociedad dé el paso de convertirse en sujeto político activo e intervenga de forma activa para influir en la toma de decisiones. Si bien es verdad que últimamente ha habido diferentes movimientos políticos, en Europa, que han intentado canalizar el descontento de la población, el balance a fecha de hoy no parece que sea muy alentador.


[1] La Agencia Tributaria ha publicado que el tipo efectivo sobre el resultado contable de las grandes empresas es del 6,14%.

Podemos: avanzar o autodestruirse

Si alguien pensaba que en Podemos ya había visto todo lo que tenía que ver sin duda estaba equivocado. No pongo tanto el foco en la lucha encarnizada que hay en muchos territorios, hasta el extremo de estar judicializados algunos de los procesos de primarias, como en la lucha actual por la táctica que debe de seguir Podemos para convertirse en opción de gobierno que englobe a la mayoría social de la ciudadanía del Estado. Esta cuestión la lleva arrastrando desde el día siguiente a las elecciones generales del 26 de junio de 2016. Esas elecciones marcaron un punto de inflexión, pero, sobre todo, fueron el inicio de una espiral de la que Podemos no sólo no ha sabido salir sino que empieza a ser un problema de casi imposible gestión. Esto se debe a diferentes causas:

1.- Los resultados de las elecciones generales de junio de 2016 fueron como un golpe seco que dejó noqueada a la dirección de Podemos, en especial a Pablo Iglesias, y lo que hoy es su equipo más cercano. Tardaron unas semanas en llegar a un análisis y se me antoja que el debate que hubo en la dirección, y en las conclusiones que realizaron los diferentes líderes, nunca llegaron al común de los mortales. Si nos atenemos a la posterior guerra de tuits, lo que si que quedó claro es que no hubo una unanimidad en el diagnóstico, sobre todo, entre las caras más representativas del partido. Todo esto ha desembocado en que desde entonces, en la dirección de Podemos, conviven dos planteamientos totalmente divergentes:

– El planteamiento representado por Pablo Iglesias de una apuesta decidida porque perdure en el tiempo la alianza electoral con IU, en busca de la tan ansiada unidad popular para la izquierda con el fin de configurar mayorías a la izquierda del PSOE.

– El planteamiento de Iñigo Errejón que, si bien coincide con Pablo Iglesias en que hay que configurar confluencias que busquen la unidad popular, entiende que los acuerdos con IU no suman, cosa que ciertamente quedó demostrado de forma palmaria en las elecciones de junio de 2016 y que va más lejos planteando ensanchar la unidad popular a otros espacios sociales. En palabras de Iñigo Errejón, recogidas en el documento de Vistalegre II, habría que “atraer a sectores muy diversos y ser efectivamente el núcleo irradiador de un nuevo acuerdo de país”.

2.- A partir de ese momento se empezaron a vislumbrar dos posturas diferentes a la hora de asimilar los resultados, gestionarlos y empezar una nueva etapa, que se verán reflejados en un primer momento en el proceso para la renovación del Consejo Ciudadano Autonómico de Madrid y aprobación de los documentos políticos, que serían su nueva hoja de ruta para lograr la Comunidad de Madrid en 2019 y en un segundo momento en el debate previo a Vistalegre II.

En esta segunda confrontación, en la que de todos es conocida que la militancia eligió por mayoría absoluta los documentos del equipo de Pablo Iglesias, fue muy interesante analizar los documentos políticos de los sectores más importantes de la formación; por un lado el redactado por el sector de Pablo Iglesias y, por otro, el redactado por el equipo de Iñigo Errejón. En ese momento se pudo comprobar que había dos propuestas que eran muy diferentes tanto en el análisis que realizaban de la gestión de los resultados de las elecciones generales de 20 de diciembre de 2015, de los resultados obtenidos el 26 de junio de 2016, así como cual debería de ser la nueva hoja de ruta de Podemos hasta las siguientes elecciones generales.

Si de alguna forma hay que definir el documento de Pablo Iglesias diría que es el documento de un canto a la resistencia hasta que vengan buenos vientos que empujen la nave a la victoria electoral y mientras tanto, en dicho documento, no se planteaba una línea de actuación política en la que se intente sacar partido a la correlación de fuerzas que hay en el Congreso, intentado propiciar situaciones que generen contradicciones en lo que desde Podemos se denomina Régimen del 78.

Si realizamos a día de hoy una nueva lectura del documento redactado por Pablo Iglesias nos chocarían algunas de las cosas que en él se recogen, porque en los dos años que han pasado desde su redacción no parece que haya acertado en el análisis. En el apartado titulado “Un régimen débil y un Gobierno no tan débil: el epílogo de Rajoy” se dice “No es cierto que el del PP sea un Gobierno en una situación de debilidad, a pesar de no contar con una mayoría parlamentaria. […] el Gobierno cuenta con facultades legales y reglamentarias para gobernar ignorando al Congreso y haciendo que en la práctica buena parte de las decisiones de este queden en papel mojado”. Por el contrario, el gobierno no era tan fuerte como pronosticaban en ese documento pues ha caído y, lo más importante, han cambiado las alianzas políticas, lo que ha llevado a una recomposición de los bloques políticos.

Por el contrario el documento de Iñigo Errejón parte de una premisa más nítida: construir un proyecto amplio para gobernar. Para ello en ese momento entendían que Podemos debía de “corregir el rumbo de los últimos meses y volver a disputar el sentido común y las nociones centrales para los españoles” y para poder ser opción de gobierno ineludiblemente y aguantar las embestidas “de los de arriba” es necesario que la oposición esté formada por algo más que lo que son las fuerzas de izquierda. Tiene que ser “la mayoría heterogénea y mestiza de los de abajo”.

El documento de Iñigo Errejón hace una apuesta por la transversalidad porque entiende que la unidad del pueblo es un concepto más amplio que lo que entendemos por izquierda. Eso le hace plantearse que con IU no se crece sino que el proyecto se acaba encasillando en un espacio de la izquierda que no le hace crecer y que la sociedad  interpreta como el enésimo intento de la izquierda de toda la vida, para dejar de ser un actor secundario en la política de este país. Sin embargo Podemos, en sus orígenes, no era eso, porque nació para “asaltar el cielo”.

Desde un punto de vista táctico, sin duda alguna es aquí donde estaba la dicotomía entre los dos líderes de Podemos y la única forma de saber quién estaba en lo cierto era la puesta en práctica de uno de los documentos para saber quién hacía el diagnóstico certero.

Ganó el documento de Pablo Iglesias en febrero de 2017 y lo que más me llama la atención es que, en los dos años que han pasado tengo, la percepción que ese documento debe de encontrarse olvidado en algún cajón porque no solo no se ha puesto en práctica, sino que en muchos casos se han aplicado las recetas del documento perdedor, el de Iñigo Errejón.

Han sido varias las circunstancias que se han dado para que llegue a una conclusión tan categórica, pero estimo que son actuaciones políticas que no han pasado desapercibidas. A los pocos meses de celebrarse el cónclave de Vistalegre II, Podemos inicia una dinámica de ofensiva institucional simultánea en la Comunidad de Madrid y en el Congreso de los diputados con la presentación de dos mociones de censura al gobierno autonómico y del Estado del PP. Dos mociones de censura muy bien planificadas, con un grado muy alto de iniciativa política a la hora de ser sustentadas, que sirvieron para que, como sucediera por vez primera en junio de 2016, Podemos volviese a marcar la agenda de este país. Pero no se puede negar que esta opción no entraba en la hoja de ruta que salió victoriosa en Vistalegre II, sino que fue más producto de un salto que tenía que dar Podemos después de mucho tiempo de estar sumido en crisis internas y abocado a estar en un segundo plano.

Otro ejemplo de olvido de lo aprobado en Vistalegre II se produce cuando Pedro Sánchez presenta la moción de censura, que sirve para que el gobierno de Mariano Rajoy compruebe que tenía una mayoría más exigua de lo que parecía y lo más llamativo es que, para facilitar este cambio, Pablo Iglesias no entró a negociar nada con el PSOE. Creo que les dio un cheque en blanco para apoyar el voto de investidura, sin tener garantizado que el PSOE de nuevo no fuese a intentar buscar mayorías al margen de Podemos y de sus confluencias. Es llamativo ver que después de las primeras elecciones generales no sólo hubo una propuesta de gobierno con una serie de reivindicaciones, sino que se llegó a postular como vicepresidente de un futuro gobierno. Todo esto no es más que el reflejo de que Podemos ante este movimiento político de Pedro Sánchez no duda en intentar ser una pieza fundamental, pero con un estilo muy diferente al del primer intento de llegar a un acuerdo con el PSOE y, por supuesto, esta forma de actuar no entraba dentro de la hoja de ruta de Vistalegre II. Y ¿Qué decir del despliegue que realiza Pablo Iglesias para intentar facilitar la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado al intermediar con los partidos independentistas de Cataluña? No era ese precisamente el papel que se le asignó a Podemos en Vistalegre II.

3.- Pero lo que llama más la atención es que, en un partido en el que su dirección está bien surtida de politólogos y personas del mundo de las ideas, su dirección haya llevado a cabo una política de continuos zigzagueos que daban la sensación que eran producto de la improvisación con declaraciones cambiantes por parte de algunos de sus líderes. Da la sensación de que hay una pérdida de rumbo político. Si hasta hace algo más de dos años Podemos era la organización política que marcaba la agenda diaria de la política de este país, dos años después va al remolque de los acontecimientos.

Si comparamos las declaraciones de Pablo Iglesias el día de las elecciones andaluzas con las que hace pasadas 48 horas, a la hora de valorar la irrupción de VOX en el tablero político, tenemos un ejemplo  claro de funambulismo. Pasa de plantear que el fascismo crece y hay que pararlo, por lo que realiza un llamamiento a todas las fuerzas que apoyaron la moción de censura para hacer fuerza común,  a decir que son los mismos que antes estaban en el PP.

Pero lo que realmente ha hecho cambiar el tablero político han sido las elecciones andaluzas: la mayoría que ha conseguido el bloque de derechas con la irrupción de VOX,  por lo que este partido representa y que ha hecho virar al PP hacia las esencias de lo que era Alianza popular a finales de la década de los 70.

Para luchar políticamente contra este tridente representante de la “hiperconcentración de poder y riqueza en muy pocas manos” hay dos formas de combatirlo: o bien con un discurso de más izquierda, es decir, volviendo a posiciones frentistas (en eso las fuerzas reaccionarias tienen un master y siempre ganan) o, por el contrario, con la receta de un trabajo en favor de las mayorías que componen este país, defendiendo las conquistas democráticas que en materia de derechos individuales y colectivos se consiguieron en los inicios de la Reforma política, aunque fuesen desmochadas por los poderes que vigilaron el proceso de Reforma política en los años 70.

Para trabajar por ello, Podemos se encuentra en una encrucijada vital. O se reinventa superando todos los errores cometidos en los dos años y medio últimos o acabará convirtiéndose en una fuerza política secundaria convirtiéndose en momentos puntuales en la muletilla del PSOE.

Presentación

La creación de este blog es fruto de una idea que me llevaba rondando en la cabeza y que no era capaz de plasmar.  Al final he pensado que para equivocarse primero hay que experimentarlo. Si no doy este paso nunca podré saber si he acertado o me he equivocado.  Así que voy a empezar esta andadura que espero que sea satisfactoria, amena, interesante y, por qué no, divertida. Con las cosas y temas serios también se puede divertir uno. Hay que conjugar la seriedad con el placer y la diversión que puede producir hacer cosas que a uno le pueden reportar un sentimiento agradable.

En mi blog voy a escribir, sobre todo, de política, pues Aristóteles nos dice en su obra Politiká que “el humán es por naturaleza un animal político y, por tanto, aun sin tener ninguna necesidad de auxilio mutuo, los hombres tienden a la conviviencia…”, pero cuando utilizo la palabra política no estoy ciñéndome a lo que el común de los mortales entienden por este término que tiene que ver más con la actualidad política diaria. Mi intención es escribir sobre política como concepción en la que se mezcla con el derecho, la filosofía, la ética y la economía. Soy consciente esto pueden ser unas arenas movedizas de lo más peligrosas. Mi única arma será la palabra. Esto si que, por ahora, no nos lo pueden recortar. Otra de las actividades que quisiera realizar en este blog es el comentar, con alguna breve reseña, algunos libros que estime que son de interés.

Espero a los que decidáis a leerme que los temas os sean de interés y que no os aburra. Ni mucho menos tengo la intención de que compartáis mis exposiciones pero sí que os sirvan para que tengáis un punto de vista diferente.