1974: Convulsión y rupturas en ETA (2ª parte)

1974: Convulsión y rupturas en ETA (2ª parte)

La ruptura del Frente Obrero. Nacimiento de LAIA

A mediados de 1974 ETA[1] celebra su III Biltzar Ttipia desde la celebración de la primera parte de su VI Asamblea y se consuma lo que se venía madurando en los últimos meses. La mayor parte del Frente Obrero abandona la organización y su objetivo es la creación de un partido comunista vasco. El nuevo partido se llamará LAIA (Langileen Alderdi Iraultzaile Abertzalea)[2].

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Segunda Parte
Cartel de LAIA (Lazkaoko Beneditarren Fundazioa-Fundación de los Benedictinos de Lazkao)

Esta escisión, a diferencia de las anteriores (ETA-berri y ETA VI) no cuestiona la ideología independentista ni en cierta forma la lucha armada, si bien critican el activismo alejado de las masas. LAIA celebra su asamblea fundacional en agosto de 1974 en la localidad de Domezain (Zuberoa)[3]. En el momento de su constitución la crítica que realiza a ETA es la presencia de elementos antimarxistas, nacionalistas reaccionarios y libertarios por lo que ETA no podrá transformarse en la vanguardia de la clase obrera vasca. No hay que olvidar que ETA, heredera de la V Asamblea de ETA, se define como socialista y aunque el método de análisis es marxista, en ningún momento se define como marxista-leninista, sin perjuicio que haya militantes que así se definan.

LAIA tiene una evolución ideológica no exenta de tensiones internas. Si bien en un inicio se la puede encuadrar dentro de la ideológica marxista-leninista, en ella conviven militantes que son trotskistas y autónomos. Esto es importante tenerlo en cuenta porque en un futuro estas diferentes sensibilidades provocarán futuras escisiones.

Este proyecto político genera una atracción en diferentes sectores pues viene a llenar ese hueco que la organización armada no ha sido capaz de ello, debido a lo complicado de compatibilizar la lucha armada y la lucha de masas por la misma organización.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Segunda Parte
Portada de la revista Sugarra nº 1 editada por LAIA (Lazkaoko Beneditarren Fundazioa-Fundación de los Benedictinos de Lazkao)

En el primer número de su revista teórica Sugarra (la llama), LAIA publica las razones de su nacimiento.

                “Si hemos optado por estructurarnos fuera de ETA, rechazando las siglas por las que hemos luchado […] La razón que nos ha movido a ello ha sido la imposibilidad de transformar a ETA en un aparato capaz de desarrollar una política revolucionaria que respondiera a los intereses de la clase obrera vasca […] La imposibilidad de ver cumplido este objetivo dentro de ETA, es decir, la imposibilidad de romper con el activismo alejado de las masas que nos atenazaba, está en el origen de nuestra ruptura con ETA […] La revolución no se hace por el hecho de mantener a la gente unida numéricamente, sino tan solo si esta unidad está cimentada de una línea política correcta […] Podemos declarar que lo que nos unía como grupo no era la coherencia ideológica, sino la necesidad imperiosa de contrarrestar la corriente “españolita” de VI […] El único nexo de unión era el común deseo de ofrecer una alternativa abertzale ante las posturas liquidacionistas de los grupos españolistas respecto al problema nacional […]”.

En la revista Sugarra recogen los objetivos estratégicos del nuevo partido. Nacen para “trabajar por todos los medios en la organización dinámica de la clase obrera vasca a fin de instaurar una República Popular de Euskadi y la creación de un nuevo Estado al servicio de la clase obrera y las capas populares”.

No todo el Frente Obrero que abandona la organización armada pasa a formar parte de LAIA. Los militantes del FO de Gipuzkoa en su gran mayoría organizan el partido LAIA pero los militantes del FO de Bizkaia no se incorporan a esta nueva organización pasando a trabajar de forma autónoma.

                Impulso de los Comités Obreros Abertzales (COA) y nacimiento de LAB

La escisión vivida en el Frente Obrero no se parece en nada a las que ha sufrido anteriormente ETA por lo que no pasa desapercibida en la militancia ni en la dirección de la organización. Es en 1974 cuando la dirección de la organización armada impulsa con los militantes del Frente Obrero que no abandonan la organización la creación de organismos de masas que sirvan para organizar a la clase trabajadora vasca desde una óptica abertzale y revolucionaria. Se van constituyendo los Comités Obreros Abertzales (COA). Estos comités surgen en algunas comarcas de Gipuzkoa (Valle del Urola y Alto Deba). Tienen el problema que en este espacio de lucha las organizaciones de la izquierda radical estatal (LCR, MCE y ORT) llevan tiempo trabajando con la ventaja que la represión se ha cebado en menor medida en ellas al no practicar la lucha armada. En un principio estos COA son impulsados tanto por ETA como por LAIA para potenciar la organización de los trabajadores abertzales en las fábricas. En este momento son comités autónomos que no tienen una estructura común.

Estas estructuras obreras que son independientes entre sí tienen la necesidad de unificarse, lo que llevará a ETA[4] a favorecer un encuentro en el mes de enero de 1975 entre estos comités para avanzar en la creación de una única organización. Todo esto llevará a que en mayo de 1975 a que nazca la organización LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak).

Para LAIA esta fórmula de unificar en una estructura estos comités obreros puede provocar de nuevo que sean objetivo de la represión por lo que se descolgará del proyecto de LAB e impulsará los grupos obreros autónomos LAK (Langileen Abertzale Komiteak). Estos comités obreros tienen una presencia globalmente bastante escasa en todo Euskadi, teniendo mayor implantación en algunas zonas de Gipuzkoa.

Todo este proceso lo que deja patente es que desde la V Asamblea uno de los problemas que tiene ETA en relación con el movimiento de masas es la falta de una estructura organizada dedicada a la labor de las masas, que pudiera trabajar sin tener que definirse como estructura de ETA por lo que podía conllevar en el terreno de la represión, situación que aprovechan las organizaciones políticas de izquierda estatal ya que al no practicar la lucha armada tienen una mayor capacidad para implantarse y desarrollar una actividad política en diferentes ámbitos (fábricas, universidad, etc).

LAB viene a cubrir esa carencia que ETA tiene en el campo obrero, y en ese contexto se define “como organización de masas para la clase trabajadora vasca  en una línea abertzale y de clase”.  Tiene una vocación asamblearia y no pretende ser portavoz de los trabajadores a la hora de negociar convenios con la patronal porque entiende que esa responsabilidad recae en las asambleas de fábricas.

La escisión entre milis[5] y polimilis[6]

En ese período en el que los atentados de todo tipo, choques violentos entre guardias civiles y miembros de ETA y detenciones son constantes, el día 13 de septiembre de 1974 se produce en Madrid el atentado de la cafetería Rolando que estaba situada al lado de la DGS (Dirección General de Seguridad), en el que mueren 11 personas y 71 resultan heridas. De los fallecidos solo uno es policía y el resto de las víctimas son civiles que se encontraban en el local. Ante el error cometido por ETA la dirección no quiere reivindicar el atentado, pero un sector de la organización entiende que deben de reivindicar el atentado, por lo que este atentado y su no reivindicación va a ir generando una desazón entre la militancia que se verá reflejada en la reunión del IV Biltzar Ttipia que se celebra en octubre de 1974 con la finalidad de preparar la celebración de la Segunda parte de la VI Asamblea, dándose dos posturas ante el atentado: Un sector quiere eludir la autoría del atentado para evitar la imagen que le puede generar. Este sector corresponde con la corriente mayoritaria existente en la organización que es la político-militar. Por el contrario, el otro sector exige que sea reivindicado el atentado llevando aparejado el asumir la responsabilidad que ello va a comportar. Este sector minoritario es de la opinión que la ocultación de los hechos por graves que fueran, son propios del sistema que se combate. Esta postura es defendida por la corriente que se conocerá como militar.

En este contexto en el que los cambios políticos se hacen cada vez más sensibles la dirección de la organización, es decir, el Biltzar Ttipia realiza un análisis de la situación y elabora un programa para el futuro. En este análisis y hoja de ruta se plantean cuestiones como la legalización, el papel de la lucha armada en el futuro régimen. En ese momento los problemas de la organización armada se dividen en dos grandes bloques: a) el problema de la estructura de ETA que está lastrando a la organización y b) la táctica que tiene que seguir la organización en el futuro inmediato.

En términos ideológicos o políticos no hay diferencias entre ambas corrientes, o las que hay no son de gran calado. Las posturas que defiende cada una de las corrientes se pueden resumir en los siguientes términos:

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Segunda Parte
Revista Hautsi 1976, editada por ETA político-militar (Lazkaoko Beneditarren Fundazioa-Fundación de los Benedictinos de Lazkao)

Una corriente mayoritaria que a partir de la escisión será conocida como ETA (político-militar) plantea en el plano organizativo transformar la estructura de la organización, desapareciendo los antiguos cuatro frentes[7] para pasar a una estructura político-militar, influidos por el modelo organizativo de los tupamaros uruguayos. Se basan en el análisis que ambas actividades (política y militar) están íntimamente ligadas y deben de estar muy coordinadas.

Las actividades de los frentes militar y obrero a nivel local serían coordinadas por un único responsable de zona y sería el responsable de las acciones armadas.  Se mantiene un frente llamado “bereziak” (especiales) que serán los encargados de planificar y realizar acciones militares complejas y de largo alcance, funcionando con un grado de autonomía por razones de seguridad.

Esta estructura engarza la lucha política con la militar a diferencia de la praxis que había habido hasta entonces que cada frente trabajaba de forma autónoma. Es por ello, que a esta fórmula organizativa se la denominara “político-militar”, porque es partidaria de unir la lucha armada y la lucha de masas en una sola organización.

El análisis político que hacen de la situación es muy optimista viendo a corto plazo la salida del Régimen franquista hacia una democracia burguesa y en el plano político plantean formar el BAT (Frente por la izquierda vasca) con los siguientes objetivos: La independencia del Euskadi, la reunificación, la euskaldunización, el socialismo y la defensa del internacionalismo proletario.

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Zutik nº 65-1975. Editado por ETA militar (Lazkaoko Beneditarren Fundazioa-Fundación de los Benedictinos de Lazkao)

La otra corriente minoritaria que tiene una visión muy diferente de la situación será la que en noviembre de 1974 dará lugar a ETA (militar) dando a conocer su planteamiento en el “ETAren Agiria” (Manifiesto de ETA) en el que se presentan ante la opinión pública como la organización ETA (militar). Es un documento en el que hacen un análisis de la situación política, que pone las bases de lo que va a ser su línea táctica y estratégica para un futuro.

Organizativamente entienden que el modelo de unir los frentes, es decir, el nuevo modelo político-militar, no solo no solucionaba los problemas del modelo de frentes, sino que los aumentaba ya que al ir muy ligadas las actividades políticas y militares, el funcionamiento va a ser mucho más deficiente que hasta ahora. Es más, con este modelo la represión va a hacer más daño a la organización al estar unificados los frentes, el político y militar, lo que arrastraría a tener grandes caídas. Este sistema imposibilitaría la creación de organizaciones de masas estables debido a la represión que sufren por pertenecer a ETA.

La estructura político-militar es elitista y el aceptarla por la totalidad de la organización supondría la renuncia a participar en la legalidad democrática por lo que plantean asumir la posición de transformar toda la organización en un aparato militar único. Es decir, defienden que la lucha armada se tiene que separar de la lucha de masas para no entorpecerla.

El concepto que tienen es que ETA debe ser una organización política que ejercerá la lucha armada como método de lucha, siendo las fuerzas políticas que tengan como objetivos estratégicos la independencia, el socialismo y la euskaldunización las que ejercerán la iniciativa política entre las masas. Esto es lo que les diferencia del sector político-militar.

Para entrar en la legalidad democrática plantean que se han de articular organizaciones amplias y estables que sean capaces de elaborar un programa político y “hace un llamamiento a todas las organizaciones, grupos y personalidades de los sectores independentistas, obreros y populares antioligárquicos a buscar la unidad de acción en un frente común de cara a la posición política a tomar con respecto a la alternativa democrática”.

Por ello, la mayoría de los miembros del Frente Militar deciden separarse del “aparato de masas” para tácticamente limitar sus funciones al desarrollo de la lucha y de sus posiciones políticas, en función de la situación de cada momento. Esta separación de los organismos de masas no conlleva un alejamiento de ellos. Lo que pretenden es poner en práctica una forma nueva de relación, actividad armada-actividad de masas ya que en este momento el segmento que compone las capas populares no está en condiciones de radicalización para hacer suya la lucha armada y tampoco hay una organización preparada para afrontarlo.

El análisis que hacen de la situación política no es tan optimista como los político-militares y si bien entienden que “el fascismo agoniza a la par que Franco, aunque muy bien podría suceder que éste le sobreviviese en estado de momificación”.

Esta ruptura producida en el IV Biltzar Ttipia de ETA acelerará los acontecimientos y el grupo que se denominará ETA (político-militar) pondrá en marcha el proceso para realizar la segunda parte de la VI Asamblea.

En diciembre de 1974 se realiza una huelga de hambre por parte de los presos políticos vascos, organizada por ETA (pm)  y apoyada por ETA (m) y ETA-VI, ORT y MCE, realizándose una huelga general el día 11 de diciembre que paraliza todo Euskadi Sur. Todo esto llevará al sexto estado de excepción en abril de 1975.

Con el gobierno de Arias Navarro, la represión se canaliza de dos formas: Una es mediante una represión brutal creciendo el peso de sectores ultras y teniendo como desenlace los últimos procesos judiciales que desembocan en los fusilamientos de septiembre de 1975 y la otra es mediante la utilización de grupos parapoliciales que actúan con total impunidad atacando cualquier cosa que pueda ser progresista. La represión es tan grande que en Bilbao tuvieron que habilitar la plaza de toros como lugar de detención e interrogatorios.

La gran mayoría de la militancia de la organización se posiciona con ETA (pm), tanto entre la militancia activa, refugiados como los militantes que están presos en las cárceles del Estado español. Por el contrario, lo que se conocerá como ETA (m) es un grupo más reducido, pero más compacto.

ETA (pm) durante los primeros meses de 1975 sufre muchas detenciones, entre otros motivos debido a su nueva estructura político-militar que unifica los frentes, lo que lleva a que las caídas afecten a las dos estructuras de la organización. En julio de 1975 una de las acciones que planificaron como más importante para la organización era la fuga de la cárcel de Segovia de miembros de esta organización prevista para el 27 de julio que se vio desbarata por las caídas de comandos que tuvo en ese período, sobre todo porque en ETA (pm) había un infiltrado de los servicios secretos españoles que contribuyó a ello.

Las detenciones de miembros de ETA (pm) tienen como resultado dos consejos de guerra que el Régimen los celebra en el mes de agosto aprovechando el período vacacional para mitigar las posibles protestas que pudieran surgir, cosa que no consigue. Como consecuencia de ambos consejos de guerra dos militantes de ETA (pm) son condenados a muerte y fusilados el 27 de septiembre de 1975 (Txiki y Otaegi). En esas mismas fechas hay otro consejo de guerra en el que tres militantes del PCE (m-l) y FRAP son condenados a muerte y fusilados el mismo día.

Por lo que respecta a la actividad de ETA (m) en este período si bien en un principio era una organización más minoritaria, poco a poco se va estructurando e incorporando más militantes, continuando con el método de lucha de acción-represión-acción, atacando a miembros de los aparatos policiales y confidentes de la policía.

En el inicio, ETA (pm) arrastraba el lastre de todas las caídas que había sufrido. Unas sesenta detenciones, el 80% de la militancia y centenares de personas habían huido del interior. Lo que le obliga a coger militantes de otros sectores y realiza algunos secuestros para financiarse. Estas acciones las realizan los comandos “Bereziak” y fueron duramente criticadas por las otras organizaciones de la Izquierda Abertzale (ETA (m), LAIA, LAB y EHAS).

Es en este momento cuando en el entorno de gentes abertzales y socialistas junto con ex militantes de ETA forman en Euskadi Sur la organización EAS y en marzo de 1974 en Euskadi Norte había surgido la organización HAS. En el mes de noviembre de 1975 ambas organizaciones realizan un congreso en Pamplona para converger en una nueva organización: EHAS, que tiene la característica de ser por el momento la única organización que tiene su ámbito de acción en todo Euskal Herria (Norte y Sur).

Conclusiones

El primer lustro de la década de los 70 del siglo XX fue convulso dentro de las organizaciones que luchaban contra la dictadura. Los días del dictador llegaban a su fin, pero cosa muy diferente era el escenario que se abriría con su muerte.

Tanto en el Estado español, como en Euskal Herria se empezaban a vislumbrar diferentes ópticas de la situación, así como la estrategia a seguir en todo ese proceso y ETA no fue una excepción. Los análisis al respecto empezaban a atisbar las diferencias existentes, en algunos casos sustanciales, a la hora de definir los nuevos escenarios políticos.

Por lo que respecta a la organización ETA, además de las diferentes visiones que había en su seno, habría que añadir la dificultad añadida por su forma de organización. La estructura organizativa en diferentes frentes de lucha, totalmente alejada de la concepción clásica de partido vanguardia que era lo que predominaba en el resto de las organizaciones antifranquistas de izquierda empezaba a ser un cierto lastre en esos momentos; todo ello explica los movimientos que se vivieron en su interior y que desembocaron en diferentes crisis.

Lo que a priori se hubiera podido entender como debilidad política, analizando el contexto del momento y con la perspectiva histórica, se puede afirmar que lo sucedido en ese periodo no dejó de ser un proceso político que estaba poniendo las bases de lo que posteriormente se ha definido como izquierda abertzale y dentro de esta lo que se ha conocido como Movimiento Vasco de Liberación Nacional.

A partir de 1974, se abre un periodo en el que las diferentes organizaciones políticas surgidas del proceso vivido dentro de ETA, adoptarían sus dinámicas propias de lucha, que se reflejaría en sus formas de interpretar los diferentes acontecimientos que se vivieron a partir de 1975, con el fallecimiento del dictador y los derroteros que iba a seguir el régimen.

Como expuse en la introducción del primer artículo, la finalidad de su publicación no ha sido otra que recordar unos hechos de los que ahora se cumplen cincuenta años, que desde el punto de vista histórico podríamos decir que fueron ayer, pero totalmente desconocidos para las actuales generaciones.

 

Bibliografía utilizada:

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Varios: Clase obrera, marxismo y cuestión nacional en Euskadi, Cursos “IPES” cuaderno de formación nº 1, conferencias celebradas entre el 23 de marzo y el 3 de junio de 1980 en

[1] A partir de ahora a ETA V la denominaré ETA a secas, pues será la organización que continuará con las siglas de dicha organización.

 

[2] Langileen Alderdi Iraultzaile Abertzalea: Partido Abertzale Revolucionario de los Trabajadores.

 

[3] Zuberoa: Territorio de Euskal Herria en Iparralde o País Vasco-Francés.

[4] La organización armada que impulsa la creación del sindicato LAB es ETA Político-Militar. Posteriormente se explicará como la organización ETA se parte en dos, surgiendo ETA Político-Militar y ETA Militar producto de su división en octubre de 1974.

[5] Milis: Termino que se utilizaba en la época para denominar a ETA militar o ETA (m).

 

[6] Polimilis: Termino que se utilizaba en la época para denominar a ETA político-militar o ETA (pm).

 

[7]  Hay que recordar que en la pre-asamblea de octubre de 1972 se habían fusionado el Frente Obrero y el Frente Cultural

1974: Convulsión y rupturas en ETA (1ª parte)

1974: Convulsión y rupturas en ETA (1ª parte)

Introducción

En la historia reciente de Euskal Herria hubo varios episodios que sucedieron en un breve espacio de tiempo, que si bien en aquel momento no dejaron de ser situaciones frecuentes que se daban en las organizaciones que luchaban en la clandestinidad contra la dictadura franquista, pasadas unas décadas se puede afirmar que tuvieron una influencia decisiva en lo que fue a partir de entonces el devenir de la política vasca y los caminos que recorrieron las diferentes sensibilidades de la izquierda abertzale. Todo ello sucedió a lo largo de 1974, ahora hace cincuenta años.

Si 1973 fue el año que catapultó a la organización ETA a nivel internacional, gracias al atentado más importante desde su nacimiento, volar el coche del presidente del Gobierno español y mano derecha del dictador, 1974 pasó a ser el año en el que las disensiones internas que arrastraban desembocaron en varias escisiones, pero, sin duda alguna, una de ellas marcaría la historia, no solo de ETA, sino de lo que conocemos como Izquierda Abertzale.

Este texto, dividido en dos partes, no pretende ser un análisis profundo de ese periodo de la historia, más bien se limita a realizar un pequeño repaso de las experiencias ideológicas y políticas que se dieron en el espacio político de lo que posteriormente se ha conocido como izquierda abertzale; unas pinceladas que puedan servir para desempolvar aquellos años y para quienes estén interesados puedan profundizar en su estudio.

Antecedentes

A lo largo de su historia, ETA ha estado inmersa en tensiones internas que en muchos casos desembocaron en importantes crisis internas. Gran parte de ellas tenían su origen en divergencias ideológicas, pero otras eran producto de diferencias organizativas. Todo ello se debía a diferentes factores, pero la inmensa mayoría de ellos tenían un denominador común: ETA era una organización en continuo movimiento, no se podía asemejar a ninguna de las organizaciones que luchaban contra la dictadura. Su estructura y sus dinámicas inspiradas en los movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo en su lucha contra el colonialismo; no se parecía en nada a las organizaciones clásicas que estaban en el exilio y/o se movían en la clandestinidad. ETA era una organización estructurada en cuatro frentes (político, cultural, obrero y militar).

La última gran crisis que vivió en su seno no estaba muy lejos en el tiempo, habría que poner la mirada en 1970 y el cisma que se produjo en su seno con la celebración de la VI Asamblea, cónclave que no fue reconocido por parte de la militancia; todo ello desembocó en la existencia de dos organizaciones que compartían las mismas siglas: ETA, pero que para diferenciarlas eran conocidas por la asamblea en la que fundamentaban su legitimidad, lo que se traducía en que una fuese conocida como ETA V Asamblea y la otra como ETA VI Asamblea.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Primera Parte
Zutik 55 enero de 1973 de ETA VI (Wikimedia Commons)

El paso del tiempo y la actividad de ambas organizaciones llevó a que la que era conocida como ETA V Asamblea pasase a ser la heredera de las siglas, para finalmente ser denominada como ETA, sin ningún añadido. Por el contrario, ETA-VI fue encaminándose a transformarse en una organización de corte marxista-leninista clásico, un partido vanguardia; después de algunas diferencias internas que se solventaron con una escisión, el sector mayoritario, conocido como Mayos, entró en un proceso de convergencia con la organización LCR, por lo que durante un tiempo fueron conocidos como LCR-ETA VI, para finalmente suprimir las siglas de ETA VI y denominarse únicamente LCR.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Primera Parte
Cartel de LCR-ETA VI

Eran tiempos convulsos, a la represión desatada por el régimen franquista, había que añadirle los innumerables debates ideológicos que se daban en todas las organizaciones políticas. Todavía estaba cercano el Mayo francés, hecho que influyó en muchas organizaciones de la época.

Evolución de ETA V

En octubre de 1972 ETA V realiza una segunda pre-asamblea o asamblea de cuadros. En esta reunión acuerdan fusionar el Frente Obrero y el Frente Cultural, pasándose a llamar únicamente Frente Obrero.  En esta pre-asamblea surge una nueva corriente, autónoma o ácrata, siendo su cabeza visible el histórico militante Emilio López Adan, Beltza.

Es una época en el que las tensiones entre el Frente Militar (FM) y el Frente Obrero (FO) son continuas. Las causas se debían a que partiendo de la base que la necesidad de la lucha armada no era cuestionada por nadie en la organización, debido a que las acciones armadas que habían realizado en los dos últimos años habían reforzado la imagen de ETA, sin embargo, el problema estribaba en cómo organizar el incremento de apoyo social que se estaba dando.

Al crecer la militancia de la organización, la mayor parte de esa militancia entraba a formar parte del Frente Obrero. Eran personas que se comprometían pero que no realizaban acciones armadas. Pero el grado de represión había aumentado muchísimo desde el Proceso de Burgos, lo que originaba muchas detenciones y caídas en dicho frente. No hay que olvidar que el Régimen quería evitar otro proceso judicial al estilo del Proceso de Burgos que se le pudiera ir de las manos, por lo que en este período se producen un elevado número de muertos por parte de militantes de la organización, ya que los sectores más duros de los aparatos del Estado querían demostrar mano dura ante la opinión pública.

Todos estos problemas que arrastraba la organización armada le exigían fijar unas bases de actuación política y armada. Por ello convocan la VI Asamblea, pero unos meses antes, en concreto en mayo de 1973, se produce una reunión del Biltzar Ttipia (Comité Ejecutivo) en la localidad madrileña de Getafe para intentar superar las diferencias existentes entre el Frente Militar y el Frente Obrero aunque el problema no quedó superado. De esta reunión sale un comunicado que ETA difunde al pueblo vasco.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Primera Parte
Zutik nº 57 de ETA V Asamblea

Los aspectos más importantes de este comunicado son los siguientes: La lucha armada es “la forma suprema de la lucha de la clase trabajadora”, la cual tiene dos aspectos: “a nivel táctico, potenciar y apoyar la dinámica de masas que desarrollamos la clase trabajadora y el resto de nuestro pueblo” y a nivel estratégico para dotar de un dispositivo armado a la clase trabajadora y clases populares vascas para derrocar e inutilizar las fuerzas represivas del régimen y en el marco ideológico, la organización armada da una explicación-definición de independentismo socialista: “Una independencia separatista con respecto al imperialismo y los Estados capitalistas español y francés, e independencia-unionista con respecto a todos los pueblos del mundo en especial con nuestros vecinos inmediatos. Independencia quiere decir pues, creación de un sistema social vasco completamente dirigido por nuestro Pueblo, en el que el grado de compromiso de unidad con los Pueblos vecinos sea función del momento histórico; somos partidarios de la abolición de las fronteras cuando no haya condiciones para que un hombre explote a otro ni que un pueblo oprima a otro. Nuestra lucha está concebida dentro de la unidad de los trabajadores del todo el mundo y en función de los intereses de la Revolución Socialista”.

En esta situación de tensión entre ambos frentes ETA V llega a su VI Asamblea.

VI Asamblea de ETA V

En primer lugar, hay que recordar que ETA V no reconoce la legitimidad de la VI Asamblea celebrada en verano de 1970 que dio origen a ETA VI por lo que para ellos esta es su verdadera VI Asamblea que celebra su primera parte en agosto de 1973 en Hazparne (Lapurdi)[1].

Las diferencias entre los militantes de ambos frentes se centran por un lado en cuestiones organizativas e internas; el Frente Obrero rechaza que para acceder a los puestos de dirección sea obligatorio saber euskera ya que había muchos miembros de este frente que no podrían optar a cargos de responsabilidad. Criticaba que no se veían representados lo suficientemente en los órganos de dirección de la organización, en concreto, en el Biltzar Ttipia (Comité Ejecutivo); y en la política de alianzas: El FM propugna que solo se lleguen a acuerdos con otras organizaciones vascas y el FO quiere libertad de acción ya que su planteamiento es llegar a acuerdos con otras organizaciones de izquierda del Estado español.

ETA aprueba un documento no muy extenso en el que recoge su línea ideológica, el documento se titula Por qué estamos por un Estado Socialista vasco”. Es un texto en el que no entran en la dinámica de grandes discursos teóricos. Si comparamos este documento con el Zutik nº 55 que publica ETA VI en marzo de 1973 con motivo de la 2ª parte de su VI Asamblea, la conclusión que podemos obtener es que el documento de ETA VI es de un gran desarrollo y profundidad teórica en contraposición con el documento aprobado por ETA V que es mucho más sencillo, pero más accesible a las bases y los sectores de la población cercanos ideológicamente. Sin ser extenso, desarrolla y profundiza en las motivaciones que llevan a la organización ETA V a apostar por la construcción de un Estado Socialista Vasco. Con este documento ETA V pone de manifiesto las diferencias ideológicas que mantiene con ETA VI.

Así define la organización armada los objetivos que persigue:

“Nuestro objetivo fundamental es la creación de un Estado Socialista Vasco dirigido por la clase trabajadora de Euskadi como instrumento para alcanzar una sociedad vasca sin clases, una Euskadi auténticamente comunista; como instrumento -en suma- para nuestra total e íntegra liberación como trabajadores”.

En este documento la organización armada conjuga la lucha de liberación nacional del pueblo vasco con la lucha social para la consecución de una sociedad socialista y la enmarcan

“desde una perspectiva revolucionaria de clase, desde la perspectiva más consciente y auténticamente revolucionaria: la comunista”.

Profundiza en los motivos por los que se posicionan en favor de la independencia y la argumentación gira en los planos étnico y cultural. Hay que tener presente que en estos momentos la izquierda del Estado español tiene unas posiciones un tanto ambiguas respecto del problema vasco[2].

“En el plano nacional, luchamos por la liberación de Euskadi desde una perspectiva independentista; lo que ciertamente nos distingue de muchas organizaciones socialistas […] Nosotros no somos independentistas porque creamos que españoles o franceses nos roban dinero y lo mejor de nuestra juventud y busquemos edificar una sociedad vasca opulenta, ni porque los vascos seamos superiores y no nos convenga tener contacto alguno con maketos[3], belarrimotzas[4] o cosas por el estilo, ni condicionados por el odio étnico que España y Francia nos tienen […] si éstas fueran las únicas razones […] nos opondríamos con todas nuestras fuerzas a tal reivindicación por burguesa, racista y cabalmente reaccionaria. Nosotros somos independentistas porque creemos que nuestro problema como trabajadores vascos, nuestro problema como clase explotada en un contexto de pueblo nacionalmente oprimido, no puede solventarse dentro del marco español o francés […] Solo un Poder Político Independiente en nuestras manos, es decir, sólo un Estado Socialista Vasco podrá garantizar la resolución de la otra cara del problema, nuestra liberación como miembros de una comunidad nacional oprimida: Euskadi”.

Para ETA V, por un lado, el problema vasco desborda los marcos estatales español o francés al englobar un territorio que está dentro de dos estados diferentes, pues en ambos casos, existe una franja de territorio vasco que queda fuera de sus respectivos dominios y, por otro, “el problema cultural del Pueblo Vasco no puede ser resuelto desde una perspectiva no vasca; aunque pretendidamente internacionalista”.

Para ETA las vanguardias españolas únicamente contienen “soluciones parciales e incompletas que -si bien a ellas les parecen satisfactorias- nos conducirían inevitablemente a la diglosia”.

En este documento los militantes de ETA se definen de forma expresa como comunistas, pero la organización armada sigue definiéndose como organización socialista sin posicionarse en ninguna tendencia dentro del socialismo.

como revolucionarios comunistas que somos, luchamos contra toda opresión; luchamos pues contra la opresión nacional. Y, por ello mismo, estamos por la independencia de Euskadi, por un Estado Socialista Vasco”.

De hecho, en este documento la organización armada encuadra al Estado Socialista Vasco como un paso transitorio hasta la consecución de la sociedad comunista. No deja de ser una etapa hasta la consecución una sociedad mundial sin clases. Lo que Marx y Lenin definían como la extinción del Estado[5].

El Estado Socialista Vasco -por fin- no tendrá una existencia perpetua: lo necesitaremos únicamente mientras estemos empeñados en la resolución de nuestro problema nacional y en la reconstrucción económica y social de Euskadi Norte. Una vez cumplidas estas tareas, la existencia de un Estado autónomo para el Pueblo Vasco habrá dejado de tener sentido. A consecuencia de ello, en tal momento nuestro deber internacionalista será unirnos en pie de igualdad con todos los pueblos y proletarios del mundo -comenzando por los más próximos- para proseguir la edificación de la sociedad comunista”.

Por el contrario, el gran problema de ETA V es que no está sabiendo articular organizativamente el aumento de su base social y las tensiones entre los dos frentes serán continuas. Estos problemas que la organización arrastra desde que en la V Asamblea aprueba el modelo frentista y que en algunos momentos generan fricciones profundas son dejados para debatirlos en la 2ª parte de esta VI Asamblea. El problema de ETA es que al ser un Movimiento de Liberación Nacional en el que abarca todos los frentes en la lucha contra el franquismo, una de las dificultades más importantes es que no todos los frentes llevan las mismas dinámicas a la hora de trabajar y algunos frentes tienen el hándicap de verse limitados en su trabajo político porque la organización tiene, entre otros, como método la utilización de la lucha armada que condiciona al resto de los frentes.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Primera Parte
Zutik nº 64 de mayo de 1974 de ETA

El 20 de diciembre de 1973 el Comando Txikia realiza el atentado contra Carrero Blanco. Una operación cuyos preparativos y seguridad fueron cuidados al máximo por la dirección de la organización, hasta el extremo que no todos los miembros de la ejecutiva de la organización tenían conocimiento de la acción que estaba preparando un comando en Madrid.

En contraposición al éxito que tiene ETA en el ámbito operativo, el gran problema de la organización armada es el adecuarse a la nueva situación política ya que en estos momentos tiene dificultades para tener una organización de masas que esté enraizada en el tejido socio-político. Todo esto llevará a vivir unas tensiones importantes en el Frente Obrero de ETA, que se traducirá en el abandono de la mayor parte de la militancia de este frente, dando origen al nacimiento del primer partido político dentro del espacio de la izquierda abertzale, LAIA (Langileen Alderdi Iraultzaile Abertzalea)[6].

La segunda parte de este trabajo se centrará en la crisis surgida dentro del Frente Obrero, el nacimiento de LAIA y la posterior crisis internar en ETA, que dio origen al nacimiento de dos nuevas organizaciones producto de la ruptura interna en la organización: ETA militar y ETA político-militar.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Primera Parte
Zutik nº 52 de ETA V Asamblea

Bibliografía utilizada:

Apalategi, Jokin: Los vascos, de la nación al Estado, Astero. Título original: Nationalisme et question nationale au Pays Basque: 1830-1976-PNB, ETA, Enbata…”.

Bruni, Luigi: ETA. Historia Política de una lucha armada, Txalaparta, Bilbao, 1987.

Casanova, Iker: ETA 1958-2008. Medio siglo de historia, Txalaparta, Tafalla, 2007.

Egaña, Iñaki: Diccionario histórico-político de Euskal Herria. Tomo I, Txalaparta, 1996.

Egido, José Antonio: Viaje a la nada. Principio y fin de Euskadiko Ezkerra, Txalaparta, 1993.

Forest, Eva. Operación Ogro (Como y por qué ejecutamos a Carrero Blanco), Argitaletxe HIRU, Hondarribia, 2ª Edición, 1993

Giacopuzzi, Giovanni: ETA. Historia política de una lucha armada 2ª parte, Txalaparta, Tafalla, 4ª edición, 2001.

Giacopuzzi, Giovanni: ETA pm. El otro camino. Txalaparta, Tafalla, 1997.

Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.

Varios: Clase obrera, marxismo y cuestión nacional en Euskadi, Cursos “IPES” cuaderno de formación nº 1, conferencias celebradas entre el 23 de marzo y el 3 de junio de 1980 en Bilbao.

 

[1] Lapurdi: Territorio de Euskal Herria situado en Iparralde o País Vasco-Francés.

 

[2] Recordar que tanto la escisión de ETA Berri que en este momento se denominan Komunistak como ETA VI entienden que la opción independentista es contrarrevolucionaria y pequeñoburguesa.

 

[3] Maketo: Término despectivo que se utilizaba para denominar a las personas que emigraron de otras zonas a Euskadi.

 

[4] Belarrimotza: Término despectivo a veces utilizado para referirse a las personas no originarias del País Vasco (en este sentido acepción similar a la de maketo) o que no conocen el euskara.

 

[5] Marx y Lenin teorizan sobre este tema en varias de sus obras. Una de las más importantes es el Estado y la Revolución de Lenin en la que analiza las teorías de Marx sobre esta cuestión refutando las interpretaciones que de Marx realizan algunos líderes de la II Internacional.

 

[6] Langileen Alderdi Iraultzaile Abertzalea: Partido Abertzale Revolucionario de los Trabajadores.

El botín: la novela social de Julián Zugazagoitia

Julián Zugazagoitia y su novela el botín. Un exponente de la novela social del siglo XX

Hoy voy a desempolvar a un escritor que fue uno de los exponentes de la novela social en los años veinte del siglo XX. El escritor en cuestión no es otro que Julián Zugazagoitia (1899-1940), periodista y escritor vocacional, pero, sin duda alguna, más conocido por su actividad política dentro del socialismo vasco de las primeras décadas del siglo XX.

Su actividad periodística estuvo íntimamente ligada a su militancia socialista; dirigió el semanario La Lucha de Clases (años veinte) y el periódico El Socialista (1931-1937), siendo asiduo colaborador del periódico El Liberal de Bilbao, donde Indalecio Prieto desempeñó varios papeles importantes. En su faceta como escritor, fue autor de varios libros, donde destaca la biografía de Pablo Iglesias, las memorias de Tomás Meabe, así como varias novelas, entre las que se encuentran Una vida anónima (1927), El botín (1929) y El asalto (1930), siendo estas una muestra de la novela social de la época.

El botín
Julián Zugazagoitia

De entre todas ellas, hoy voy a destacar la novela El botín, que en noviembre de 2023 volvió a ser reeditada a cargo de la editorial Txalaparta, y sobre la que va a versar mi comentario.

“El botín” nos trasladará a la tumultuosa segunda década del siglo XX. A nivel mundial, la Gran Guerra era la que acaparaba todas las portadas, y en lo concerniente a los asuntos domésticos, a lo largo de la obra predominará la situación social que se vivía por entonces, la conflictividad existente que desembocó en la huelga revolucionaria de 1917 y la posterior despiadada represión. Eran los vientos que recorrían la vieja Europa, daba la sensación que todo ello no dejaba de ser un presagio de lo que se iba a vivir en la Rusia revolucionaria y bolchevique, aunque en este caso con victoria de la clase trabajadora. Y toda la novela está ambientada en el Bilbao de la época, el de las grandísimas desigualdades existentes, con una oligarquía incrementando sus riquezas de forma exponencial a costa de la miseria en la que vivía la clase trabajadora y campesina. Se podría decir que algunos parámetros poco han variado.

Zugazagoitia sostiene su novela en varios pilares. En el plano socioeconómico, el autor nos mostrará una sociedad vasca que había vivido una tremenda transformación; los rescoldos de la última guerra carlista, y el proceso de industrialización salvaje, trajeron consigo la aparición de nuevas clases sociales: por un lado el surgimiento de una oligarquía a costa de la explotación de una clase social hasta entonces desconocida por estas latitudes: el proletariado, en su inmensa mayoría proveniente de otros lugares del Estado, mano de obra imprescindible y barata para el florecimiento de los negocios de la oligarquía. En este contexto, el autor nos muestra la llegada de una ideología propia de lugares industrializados: el socialismo y la lucha por la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora. Pero el autor también expondrá que la frustración que conllevó la última derrota carlista desembocaría en el surgimiento de una nueva ideología: el nacionalismo vasco, que veía en la naciente oligarquía la responsable de los males del País; era la enemiga de Euskal Herria, expoliaba sus riquezas, traía mano de obra de otros lugares, abocando a la población de las zonas rurales a la pobreza, y traía consigo la pérdida de la identidad nacional y cultural del pueblo vasco. En la novela podemos observar cómo dos ideologías que en aquel momento eran totalmente antagónicas (socialismo y nacionalismo) compartían un mismo enemigo: la oligarquía. Todavía no había llegado la época en la que se conjugaran ambas variables.

La cuestión religiosa y lo que representaba en la sociedad de la época será otro pilar fundamental sobre el que se sustentará esta obra. El autor, a través de los diálogos del protagonista y sus soliloquios, se servirá para realizar una crítica a lo que representaba la religión en un contexto social en el que la respuesta que esta ofrecía a las clases más desfavorecidas ni daba soluciones ni aportaba absolutamente nada para redimirla de la explotación a la que se veían sometidas; contrapone la justicia social frente a la caridad religiosa. Pero Zugazagoitia va más allá, al profundizar en cuestiones como la existencia de Dios y lo que representaba. Es aquí donde el autor nos ofrece su visión más profunda acerca de la religión.

Zugazagoitia nos irá haciendo un retrato de ese Bilbao producto de la industrialización, caracterizado por el choque entre las diferentes clases sociales y cuyo eje vertebrador era la Ría que le daba dinamismo. No es que en esa descripción salga mal parada la Villa, sencillamente nos muestra tal y como era, una ciudad áspera, que en las últimas décadas había experimentado una grandísima transformación; el surgimiento de las grandes industrias y con ello los nuevos barrios obreros, consecuencia de la llegada de trabajadores de otros lugares, en contraposición con el Bilbao burgués, que se extendía por el Ensanche de la Villa. En este contexto, el autor realiza una crítica a la sociedad bilbaína, donde dominaba esa oligarquía que predicaba los valores cristianos, mientras se enriquecía gracias a la guerra que asolaba Europa y la explotación de la clase trabajadores; y como no podía ser de otra forma, eran los mejores clientes de los burdeles de la Villa. Sin lugar a dudas, la novela describe esa hipocresía, y en ese contexto el autor analiza el tema de la prostitución en la época.

En la novela hay dos últimas cuestiones que no quisiera pasar por alto. La primera es que el autor, a lo largo de la narración,  transmite con dosis de gran realismo, lo que supuso la huelga revolucionaria de 1917, y los métodos que utilizaron los dirigentes obreros para que pudiera triunfar. Para quien desconozca la historia de la época, probablemente al leer el libro le pueda llamar la atención, pero así sucedía, las organizaciones obreras, a la hora de defender los intereses de la clase trabajadora, no se perdían en interminables debates, eran gentes de acción. La explotación y represión que sufrían solía generar una respuesta directa, en la que el choque estaba garantizado, reivindicando como legítima la utilización de la violencia revolucionaria. Esas organizaciones todavía no habían sido asimiladas por el sistema. El sólo hecho de recordarlo a día de hoy y mirar cómo está el patio en las organizaciones herederas de aquellas de principios del siglo XX, uno no puede evitar esbozar una cierta sonrisa irónica.

La segunda cuestión que quisiera resaltar, y en la que me sucede una sensación similar a la anterior, la encuentra el lector en unos pasajes de la novela, en los que algunos dirigentes del socialismo vasco estando en un trance delicadísimo, debido a la represión que estaban sufriendo, reciben la ayuda del campesinado vasco, ideológicamente enclavado en el nacionalismo vasco y que era blanco de las críticas en la prensa socialista, aquella en la que Zugazagoitia desarrolló gran parte de su carrera periodística. La pregunta que uno se puede plantear es si el socialismo vasco de la época había iniciado una evolución, arrinconando algunos postulados en los que eran más afines al nacionalismo español, pues algunos artículos que se podían encontrar en el semanario La Lucha de Clases eran de lo más incendiaros hacia el euskera, la cultura vasca y las reivindicaciones políticas del nacionalismo vasco de la época, estando más en sintonía con los postulados políticos de la derecha española o, por el contrario, se debe a que Zugazagoitia iba un paso por delante de sus compañero de partido e ideología.

Para finalizar, comentar que es una novela de lectura rápida. Sus algo más de 300 páginas, están divididas en cuatro partes, en la que podemos encontrar algunas ilustraciones a blanco y negro de la época y en la que los personajes que le dan vida están muy bien caracterizados por Zugazagoitia en el papel que cada uno representa.

 

El botín

El pueblo es quien más ordena

El pueblo es quien más ordena

Siempre he mirado a Portugal con cariño y admiración, porque un pueblo que hace la revolución se merece eso y algo más. Ni vinieron de fuera para liberarles del fascismo, ni el dictador se les murió en la cama. Y para realzar su gesta, uno de los actores principales fueron los militares demócratas, algo que no se ha visto en otras latitudes.

La Revolución de los Claveles  1974-1975 fue una experiencia única en el continente europeo, la última revolución, donde el ejercicio de la democracia participativa llevó al pueblo a logros impensables, cómo la propiedad común de los medios fundamentales de producción social, pero, sobre todo demostró que hay alternativa al capitalismo.

El movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) eligió la canción Grândola, Vila Morena, compuesta por José “Zeca” Afonso, como señal para el levantamiento contra la dictadura salazarista. En ella hay una frase que dice “O povo é quem mais ordena” (El pueblo es quien más ordena), que se convirtió en consigna y ahora da título a un libro cómic que Raquel Varela y Robson Vilalba han publicado en marzo de 2024 (Editorial Txalaparta)[1].

El pueblo es quien más ordena
Revolución de los Claveles (Wikimedia Commons)

El relato de este cómic nos llevará al Portugal de los años 60 y 70, los últimos años del Estado Novo, nombre que dieron al régimen dictatorial fascista que había en este país, y lo hará de la mano de un joven, José, que desde pequeño vive de primera mano la situación que sufre el pueblo, las penalidades por las que pasaba, el alto precio en vidas que pagaba para que la dictadura mantuviera las guerras coloniales en África. Todo ello le llevará a ir adquiriendo conciencia política, y a tomar parte activa en el proceso revolucionario que se vivió a partir del 25 de abril de 1974.

Este cómic, si bien es una historia imaginaria, refleja la realidad en la que estaba inmerso Portugal bajo la dictadura salazarista y la lucha que llevó el pueblo en su deseo de echar abajo las estructuras del Estado Novo para hacer realidad lo que muchos llaman utopía, porque si de alguna forma se puede definir lo que fue la Revolución de los Claveles, sería la que Raquel Varela recoge en la introducción de este libro cómic: “la fuerza colectiva  de millones de personas que se movilizan por la transformación de sus vidas es un poderoso motor de imaginación creativa y pensamiento crítico con el que diseñar soluciones de futuro para la organización de las sociedades humanas”.

El pueblo es quien más ordena
Algarve (Portugal) (Wikimedia Commons)

En el relato encontramos diferentes momentos históricos que se vivieron en Portugal a lo largo de los años 60 y 70, pues lo imaginario en esta obra son únicamente los personajes y sus historias personales. Este libro cómic relata la política colonial portuguesa, una de las más salvajes, donde primaba explotación de su población, trabajos forzados, y para mantener ese dominio, la dictadura movilizó a un millón de portugueses, con un alto coste en vidas; más de cien mil personas de Guinea-Bisáu, Angola y Mozambique perdieron la vida en esa guerra por nueve mil del lado portugués. También nos da a conocer el desastre que originaron las inundaciones que se produjeron en 1967, donde la población más humilde fue quien se llevó la peor parte.

La historia de José servirá a los autores para ir mostrándonos las inquietudes de los jóvenes portugueses en los últimos años de la dictadura, la experiencia que supuso el movimiento revolucionario en los diferentes ámbitos de la sociedad, la colectivización de la tierra, la autogestión de empresas, el control público de la banca y la participación activa del pueblo en una experiencia revolucionaria impensable en Europa.

El pueblo es quien más ordena
El pueblo es quien más ordena. Editorial Txalaparta

Los dibujos e ilustraciones realizados en tonalidades grises se caracterizan por su sencillez, que van muy acordes con el contenido de la obra.

El epílogo de este trabajo es una síntesis de lo que representó la Revolución de los Claves, sus logros, pero sobre todo es un mensaje para los tiempos que corren, en los que el auge de la extrema derecha recorre Europa, de recordarnos que en los momentos de crisis, como el actual, “son momentos de elección de encrucijadas”, “momentos en los que la barbarie es tan posible como también lo son los proyectos de emancipación social” y “corremos el riesgo que si nosotros no cambiamos el mundo, el mundo nos cambiará a nosotros”.

[1] Esta obra está editada en euskera y castellano por el Editorial Txalaparta y en catalán por el Editorial Manifest Llibres.

 

Herriak du gehien agintzen
Herriak du gehien agintzen. Txalaparta
El poble es qui més ordena
El poble es qui més ordena. Editorial Manifest Llibres

Situaciones berlinesas

Situaciones berlinesas

Hoy voy a comentar un libro de Raul Zelik (Munich 1968). Escritor, politólogo y traductor. Entre alguna de sus facetas, tiene en su haber más de una decena obras, donde destacan sus novelas y ensayos. Ha traducido del euskera al alemán, junto con Petra Elser, el libro Lagun izoztua, de Joseba Sarrionandia, y su novela Lagun armatua. También ha ejercido la docencia en varias universidades alemanas y latinoamericanas.

En esta ocasión la reseña que voy a realizar es de su novela “Situaciones berlinesas”, con la que fue nominado en 2005 para el Premio Nacional del Libro, galardón alemán de novelas de gran prestigio y que fue publicada en castellano por la Editorial Txalaparta (traducción realizada por María Florencia Martín), siendo su primera edición de febrero de 2009.

Situaciones berlinesas
Raul Zelik (Wikimedia Commons

Situaciones berlinesas es una novela ambientada en el Berlín de los años 90, estando muy reciente la reunificación alemana. La narración gira entorno a Mario, un joven o, quizá no tan joven de 32 años, que habiendo abandonado con quince años “el caos materno”, durante su adolescencia y juventud había probado de todo. En la treintena, cuando ha logrado el equilibrio llevando “una vida alternativa clásica”, cae en una crisis existencial al escuchar por primera vez “los latidos del reloj biológico”. En ese contexto, se verá inmerso en una espiral de situaciones que en algunos casos más que afrontarlas, le arrastrarán a momentos críticos, en los que el drama se mezcla con el humor, en una concatenación de situaciones disparatadas, donde en muchos momentos lo racional e irracional van de la mano.

Raul Zelik dará vida a una serie de personajes de lo más heterogéneo, a través de los cuales nos mostrará la diversidad existente en el Berlín de los años 90, en la sociedad alemana y los problemas a los que se enfrentaba.

En el relato aparecerán sus compañeros de la WG (iniciales del término en alemán para “piso compartido” (wohngemeinschaft)) de diferentes procedencias, una chica bosnia con la que tiene una relación un tanto suigeneris, para acabar poniendo la guinda una madre con un pasado maoísta, que con los años está teniendo una seria involución conservadora y un hermano depredador inmobiliario, despiadado y decadente que acabará siendo víctima del sistema capitalista, del que tanto reniega.

Todo este puzle de personajes le sirven al autor para mostrarnos las diferentes caras de la Alemania de ese momento. Berlín es el reflejo de la sociedad alemana, el lugar donde confluyen desde la situación de la inmigración ilegal que proviene de los países del Este, Turquía, Kurdistán y la antigua Yugoslavia, hasta los problemas socioeconómicos derivados de la unificación alemana.

El autor utiliza dos temáticas que van de la mano a lo largo de la narración. En la primera la novela muestra la situación en la que se desenvuelve todo ese mosaico intercultural en el mundo capitalista en la que la realidad difiere sustancialmente con el ideal de sociedad que pensaban encontrar antes de abandonar o, en muchos casos, huir de sus lugares de origen.

La segunda cuestión es la relativa a la problemática laboral existente en el sector de la construcción en la Alemania de los 90; la subcontratación en la ejecución obras, una cadena interminable, donde el eslabón más vulnerable suelen ser los trabajadores inmigrantes, en muchas ocasiones, trabajadores sin papeles, blanco fácil para los empresarios del sector. Raul Zelik caracteriza de forma excelente todo ese submundo de la inmigración ilegal que se las tiene que ingeniar de mil formas para poder sobrevivir, por ello, la novela más allá de la ficción de los personajes, es una fotografía de la realidad social alemana.

Todos estos ingredientes sirven al autor para dar forma a esta novela en la que destaca la buena caracterización de los personajes y el ambiente en el que se desenvuelve el relato.

“Ir y no volver”. Vasil Bykaŭ, un maestro de la literatura de guerra

“Ir y no volver”. Vasil Bykaŭ, un maestro de la literatura de guerra

Este año se cumple el centenario  del nacimiento del escritor bielorruso Vasil Bykaŭ (1924-2003), un autor prácticamente desconocido por estas latitudes pues hasta hace bien poco ninguna de sus novelas había sido publicada en castellano, lo que dificultaba el poder tener acceso a su obra literaria.

Esta cuestión ha sido subsanada, aunque sea de forma muy pequeña, con la aparición en el mes de septiembre de 2023 de una de sus obras traducida al castellano. Se trata de la novela “Ir y no volver”, publicación que ha corrido a cargo de la Editorial Txalaparta.

El libro fue editado por primera vez en 1978, y en la edición en castellano de 2023, además de la novela, podemos encontrar dos introducciones al libro realizadas por las traductoras de la obra: la primera es un pequeño texto, realizado por Ángeles Maestro, que tiene como objeto la contextualización de la novela, y la segunda, realizada por Svetlana Yaskova, que va enfocada a conocer la importancia de  la figura de Vasil Bykaŭ en la literatura universal.

Las dos introducciones de esta edición aportan una serie de datos de gran interés tanto a la hora de conocer la trayectoria vital y literaria del escritor bielorruso, como lo que supuso para la URSS en general y para la República Socialista Soviética de Bielorrusia en particular la Gran Guerra Patria (denominación que recibe la participación soviética en la Segunda Guerra Mundial), datos imprescindibles para entender la obra literaria de Vasil Bykaŭ.

Ángeles Maestro hace un pequeño resumen de lo que fue la ocupación nazi en territorio soviético, que tenía como objetivo el realizar una limpieza de la población eslava en Bielorrusia, que para la Alemania nazi era considerada como subhumana, con la finalizad de colonizarla con población germana, lo que era conocido como “espacio vital de Alemania”. Los nazis crearon en territorio bielorruso más de 580 campos de exterminio y supuso un gran coste humano, pues Bielorrusia perdió una tercera parte de sus habitantes. Ni que decir tiene que el género humano no ha aprendido mucho, puesto que casi un siglo después, este tipo de prácticas se siguen realizando por el mundo con total impunidad.

Ángeles Maestro nos recuerda la participación bielorrusa dentro del Ejército soviético y el movimiento partisano que surgió en Bielorrusia para luchar contra la ocupación nazi, que fue el mayor de toda Europa. Todo ello ha dejado a las generaciones futuras el legado de la lucha que llevaron contra el fascismo.

Svetlana Yaskova nos introducirá en la figura de Vasil Bykaŭ, que trabajó a lo largo de su vida el género de la literatura de guerra, en el que se encuadra su obra literaria. Calificado como “uno de los más grandes escritores de la segunda mitad del siglo XX, representante más brillante de la prosa sobre la Gran Guerra Patria”. Soldado del Ejército soviético durante la II Guerra Mundial, fue herido en dos ocasiones. Su experiencia vital en la guerra que libraron contra el fascismo, le marcó de por vida, lo que se verá reflejada en su obra literaria. Sin duda alguna, estas dos introducciones animan a la lectura de la novela “Ir y no volver”.

Ir y no volver
Vasil Bykaŭ (Wikimedia Commons)

Vasil Bykaŭ refleja en esta novela el efecto que produce la guerra en las personas y la diferente manera de afrontar las diversas situaciones en las que se ven envueltas. Zoska, una joven partisana, que verá truncados sus sueños a causa de la guerra, vivirá situaciones desesperadas que pondrán a prueba su fortaleza mental para superar el dolor.

El autor nos muestra el horror y sufrimiento que produce la guerra y el anhelo de los personajes que aparecen en la narración por volver a llevar la vida que tuvieron anteriormente. Nos mostrará como la guerra pone a prueba a las personas en situaciones extremas y la capacidad que pueden llegar a tener para superar lo insuperable.

La muerte, al ser una compañera inseparable de la guerra, está presente en la novela y en sus personajes; se podría decir que es un elemento que flota a lo largo del relato, una realidad a la que se enfrentan continuamente los personajes. Vasil Bykaŭ  nos muestra las diferentes formas que tiene el ser humano de reaccionar cuando le acecha esa terrible fatalidad, a la que le pone rostro.

Otro de los elementos que podemos encontrar es la gestión de la angustia interior en las personas en situaciones dramáticas; la incertidumbre ante el futuro más próximo produce una reacción diferente en los personajes, para ello, el autor nos irá introduciendo en su interior, en su forma de pensar, de entender la vida y  los principios por los que se rigen. En ese contexto se servirá de ellos para reflexionar sobre valores como la lealtad, en contraposición a otros, como la traición.

La novela, que tiene algo más de 330 páginas, es de lectura sencilla y ágil, construida con pocos personajes, en todo momento consigue mantener al lector en una tensión que encontrará su cénit en los pasajes más dramáticos que viven los dos personajes sobre los que gira la novela.

En los tiempos que corren, en los que estamos volviendo a ver un crecimiento del fascismo en Europa, sobre todo en aquellos lugares donde sembraron el terror con mayor virulencia, la obra literaria de Vasil Bykaŭ no dejan de ser un testimonio que se alza para alertarnos que los herederos del fascismo de la primera mitad del siglo XX están dispuestos a reanudar la misma senda que en su día siguieron Hitler, Mussolini o Franco.

La novela  “ir y no volver” es el recuerdo vivo de todos esos luchadores anónimos antifascistas, que dieron su vida por evitar que el nazismo aplastase a los diferentes pueblos que formaban la Unión Soviética, lo que supuso que 27 millones de soviéticos perdieran la vida.

Ir y no volver. Vasil Bykaŭ
Ir y no volver. Vasil Bykaŭ

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (2ª parte)

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (2ª parte)

La ejecución de Carrero Blanco

Nos encontramos en el último trimestre de 1973, cuando empezaron a estudiar la forma realizar el atentado. Después de barajar diferentes opciones, optaron por realizarlo mediante una explosión, para ello en el mes de noviembre, lograron alquilar un sótano en el número 104 de la calle Claudio Coello, desde donde excavaron un túnel en forma de T, en dirección al centro de la calle para colocar en tres puntos del túnel alrededor de 80 kilogramos de dinamita. Su construcción fue rápida, pues lo realizaron en ocho días, eso sí con grandes dificultades y con mucho miedo que se pudiera hundir el techo del túnel.

Número 104 de la calle Claudio Coello

Los preparativos estaban realizados en el mes de diciembre a falta de concretar la fecha para llevar a cabo el magnicidio, la cual tuvo que retrasarse en varias ocasiones: la primera fecha para realizarlo estaba señalada para el día 13 de diciembre, aunque fue aplazada al día 18, pero debido a unos problemas técnicos se vieron obligados a volver retrasarla un día, pero justo ese día coincidía con la visita del secretario de EEUU Kissinger, lo que iba a conllevar un incremento considerable de policía en la zona donde iban a realizar el atentado, debido, entre otras cosas, al encontrase muy cerca de la embajada norteamericana, lo que les llevó a posponerlo un día más. De hecho, la víspera del atentado, Kissinger se entrevistó con Carrero Blanco. El día 20 iba a ser la fecha definitiva.

Otro dato importante es que para esas fechas del mes de diciembre estaba previsto la celebración de un juicio contra diez líderes de las Comisiones Obreras, más conocido como Proceso 1001, para los que había unas elevadas peticiones de prisión. En concreto, la vista dio comienzo el mismo día en el que ETA realizó el atentado. Este hecho fue motivo de crítica hacia ETA por parte del PCE, pues podía frenar las movilizaciones de solidaridad con los encausados. Esta cuestión la aclararía ETA en el Zutik 64, donde explicaría los motivos de pasar por alto la celebración de este juicio, que no fueron otros que la convocatoria que había sido organizada para el día 12 de diciembre como protesta contra el Proceso 1001 no generó movilizaciones apreciables, por lo que entendieron que el atentado no iba a interferir en las protestas que se organizasen en solidaridad con los encausado en el Proceso 1001.

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (2ª parte)
Socavón producido tras la explosión

El día 20 de diciembre el comando tenía todo preparado para realizar la acción y una vez que comprobaron que ese día Carrero había ido a misa, procedieron a ejecutar el plan para realizar el magnicidio. Cuando el Dodge 3700 GT negro, donde viajaba el almirante se aproximaba a la altura del 104 de la calle Claudio Coello, tuvo que reducir la marcha porque los miembros del comando habían colocado un coche, marca Austin Morris, en doble fila, justo a la altura del túnel, para dificultar la marcha del coche donde viajaba el almirante. Ese vehículo también tenía otras finalidades: por un lado, que el miembro del comando que diera la señal para activar el explosivo no tuviera ningún error de cálculo, pues estaba situado en la confluencia de la calle Claudio Coello y Diego de León y pudiera dar la orden cuando pasase por encima del túnel; y, en segundo lugar, porque dentro del vehículo habían colocado una carga de dinamita para que explotase por simpatía, cosa que no ocurrió. De esa forma, al llegar a la altura del Austin Morris, uno de los miembros del comando accionó el dispositivo, provocando una gran explosión, lo que elevó el vehículo hasta dar en la cornisa del convento de los jesuitas que hay en la parte posterior a la iglesia para acabar cayendo a su patio interior.

Fachada del convento de los jesuitas que da a la calle Claudio Coello

El régimen en estado de shock

Las primeras horas después de cometerse el atentado fueron de un desconcierto total por parte de los aparatos del régimen. En principio se pensaba que lo sucedido fue a consecuencia de un escape de gas, porque los miembros del comando, cuando realizaron la explosión, salieron corriendo al grito de “gas, una explosión de gas”.

Los cuerpos policiales no empezaron a barajar la hipótesis del atentado hasta avanzada la tarde, pero lo que despejó todas las dudas fue la reivindicación que realizó la organización independentista el mismo día 20, a través de un comunicado difundido en Baiona. Por la noche los aparatos policiales barajaban la autoría de ETA como única hipótesis de trabajo.

A partir de ese momento, los datos que se publicaban en la prensa, cuya única fuente eran los aparatos policiales de la dictadura, no dejaban de ser palos de ciego, con innumerables errores de bulto, sin contrastar la información. Todo podía valer para ocultar la realidad, que no era otra que durante meses los militantes de ETA se habían movido por Madrid con toda la tranquilidad del mundo, hasta el extremo que en el mes de mayo de 1973, el comité ejecutivo de la organización llegó a realizar una reunión en un piso de Getafe, para sortear la presión policial que se daba en Euskal Herria.

Durante los días siguientes al atentado, la Policía publicó fotografías de diferentes militantes de ETA, como autores del atentado, algunos de los cuales realizaron declaraciones públicas en las que manifestaban que llevaban meses residiendo en territorio francés, donde realizaban una vida conocida, o como fue el caso de Jose Félix Azurmendi, que fue imputando, cuando llevaba tiempo viviendo en Caracas. Un ridículo en toda regla.

El historiador Iñaki Egaña, en su ensayo “Operación Ogro. Hechos y construcción del mito”, relata un suceso que, además de la tragedia que supuso, dejaba en evidencia que los aparatos policiales del Régimen estaban totalmente perdidos. En la madrugada del 21, la policía disparaba contra un joven de 19 años, Pedro Barrios, pensando que era Iñaki Mujika Arregi, Ezkerra. La prensa que escribía al dictado del Régimen, publicó que uno de los integrantes del comando había resultado herido a consecuencia de la explosión producida en el atentado. Pasados quince días, este joven falleció a consecuencia de las heridas sufridas, y a partir de entonces, del tema nunca más se hizo mención en ningún medio de comunicación.

En todo ese ambiente en el que muchas de las informaciones no tenían ni pies ni cabeza, la realidad fue que el comando se retiró del lugar del atentado en un vehículo que tenían preparado en la zona para luego seguir la huida en transporte público, con destino a un piso de seguridad, situado en la localidad de Alcorcón, donde tenían previsto estar escondidos hasta que se dieran las condiciones para poder salir de la Capital, pero en la vivienda sótano desde donde realizaron el túnel, dejaron alguna pista falsa para que la Policía pensase que habían huido en un vehículo de gran cilindrado con dirección a Andalucía.

En un espacio de ocho días ETA difundió cuatro comunicados. El primero para reivindicar la autoría del atentado y los otros tres con la finalidad de clarificar algunas cuestiones y desmentir las declaraciones del lehendakari Leizaola y del secretario general del PCE, Santiago Carrillo, que negaban que ETA fuese la autora del atentado.

En la vorágine de esos días ETA daría una rueda de prensa en la ciudad de Burdeos, donde cuatro encapuchados, haciéndose pasar por los autores materiales del atentado daban todo tipo de detalles de cómo lo perpetraron. Fue toda una escenificación que tuvo varios fines. El más importante, sin duda, era dar la imagen que las personas que realizaron el atentado ya estaban a salvo, fuera del alcance de la Policía española. De hecho, en la rueda de prensa relataron que la huida la habían realizado por Portugal y posteriormente en un barco a Bretaña. Otro motivo, mencionado anteriormente, era disipar las dudas que sembraron algunos dirigentes políticos antifranquistas acerca de la autoría de ETA. En esa rueda de prensa, informaron que el coche que estaba aparcado en doble fila a la altura de donde se produjo el atentado, contenía una carga explosiva que no llegó a explotar, con la intención de evitar que explotase en algún depósito de vehículos con lo que ello podía acarrear. Este dato servía, aún más, para verificar que la organización independentista vasca era la autora. La rueda de prensa cumplió su objetivo, por un lado los medios la dieron por buena y a los investigadores policiales ni se les pasaba por la cabeza que los autores del atentado estaban escondidos en un piso de Alcorcón.

Las reacciones al atentado

Se podría decir que la respuesta del régimen al atentado entraba dentro de su lógica represiva, incrementándola, máxime cuando el Bunker salió a la calle pidiendo mano dura. Los más ultras del régimen se manifestaron junto al lugar donde se realizó el atentado, en el entierro y actos oficiales en recuerdo del almirante. Algunos mandos policiales y militares, como el teniente general Iniesta Cano, que ostentaba el cargo de director general de la Guardia Civil pedían tener las manos libres para dar respuesta al atentado, de hecho hubo varios muertos a causa de disparos de la policía.

La represión se cebó con todo lo que fuera disidencia, la condenas a los sindicalistas del proceso 1001 fueron inusualmente altas, siendo condenado Marcelino Camacho a 20 años de prisión. El 2 de marzo de 1974, el régimen franquista ejecutó mediante garrote vil al anarquista Puig Antich. Era la venganza del régimen ante el atentado contra Carrero Blanco. En esa espiral represiva, el dictador agonizó de la misma forma en la que llegó al poder,  y en el mes de septiembre de 1975 fusilaron a tres militantes del FRAP y dos de ETA (pm), siendo el Estado de excepción una herramienta socorrida a la hora de aplicar la represión. El atentado trajo consigo la detención de muchos estudiantes vascos que cursaban sus estudios en Madrid.

Aunque después de 50 años, pueda parecer algo chocante, pero la respuesta de algunas organizaciones antifranquistas fue bastante contradictoria y chocante en algunos casos, probablemente motivada porque a ninguna de ellas se les pasaba por la mente la posibilidad que se pudiera dar un atentado de esta naturaleza. El atentado dio lugar a una situación bastante curiosa que probablemente hoy en día haya quedado en el olvido, que no era otra que la diferente respuesta que hubo entre la militancia de base y el pueblo por un lado, y la dirección de algunas de las organizaciones antifranquistas, por otra

Contrastaba la alegría de las gentes antifranquistas, independientemente de las siglas a las que pertenecieran con las declaraciones de  las direcciones de algunos partidos políticos, como el PNV, PCE, LCR-ETA VI y MCE. En Euskal Herria corría la sidra, el cava en Catalunya y los trabajadores de otros puntos del Estado no dudaron en celebrarlo. Por el contrario, para los dirigentes de algunas organizaciones, el hecho que una organización como ETA, que tan solo unos meses antes,  la prensa del régimen la daba por desarticulada, ponía en tela de juicio el tipo de oposición al régimen que estaban realizando y la idoneidad del ejercicio de la lucha armada contra un régimen que se sustentaba en la represión y el miedo. En aquellos años la práctica de la lucha armada contra el régimen no dejaba de ser un debate que estaba sobre la mesa y que generaba una disputa importante entre los que estaban a favor y sus detractores.

Una de las primeras reacciones fue la del PCE, a través de su secretario general, Santiago Carrillo, que en el periódico francés L´Humanité se expresa en los siguientes términos: “las circunstancias de la muerte de Carrero son muy extrañas y las versiones son contradictorias y sospechosas”. Para la dirección del PCE fue la mano de profesionales experimentados y poderosamente cubiertos, y no de los amateurs que reivindicaron el atentado “ayudando de esta forma a cubrir a los auténticos autores del mismo”.

Comentarios similares realizados por Carrillo, se recogen en el nº 1 de Euzkadi Roja, órgano del PC de Euskadi. Ven una mano negra detrás de todo lo sucedido, llegando a manifestar que “lo que está fuera de toda duda es que la inspiración nada tiene de común con los intereses del pueblo vasco”.

Otra reacción que se dio en parámetros similares fue la del lehendakari en el exilio, Jesús María Leizaola, que negaba la veracidad del comunicado de ETA, afirmando que “No puede ser sino una acción llevada a cabo por unos elementos aislados”. Su postura la fundamentaba en dos razones que vistas con la perspectiva de los años, da una muestra de la decadencia del Gobierno Vasco en el exilio: La primera es que “El acto de violencia extremo, cual es la muerte premeditada y perfectamente planeada es impropio del hombre vasco” y la segunda no tiene desperdicio, pues llega a decir que “si ETA hubiera sido la ejecutora, el Sr. Leizaola, como Presidente del Gobierno Vasco en el exilio y por tanto máximo representante político del pueblo vasco, hubiera estado al corriente de lo sucedido, y no lo estaba”.

En un segundo comunicado fechado el 22 de diciembre, la organización armada desmintió categóricamente las declaraciones del Sr. Leizaola y del pleno del C.E del PCE. ETA tuvo que enviar por dos veces una delegación a París para que el Leizaola rectificase sus palabras y reconociera la autoría de ETA.

La reacción de la prensa europea, sobre todo la francesa, era diáfana. Para Le Nouvel Observateur, la desaparición de Carrero Blanco del mapa político español iba a traer consigo el enfrentamiento entre las diferentes familias que conformaban el régimen, pues este “puede impedir el choque y preparar el terreno al futuro rey”. Le Monde es contundente, al hacerse eco de un antiguo embajador del régimen: “la muerte del almirante ha acortado el proceso de sucesión al menos en cinco años”.

Una vez realizado el atentado, ETA realizó un análisis en el Hautsi nº 5 en el que manifiestaba que “la desaparición de Carrero Blanco no equivale a la entrada en barrena del franquismo… Tampoco es cierto que la muerte de Carrero no representaba nada políticamente…. Aglutinaba y mantenía el equilibrio entre las diferentes tendencias fascistas, y entre éstas y otras más liberales… evitando que se desarrollasen peligrosamente las divergencias que dentro del régimen y sectores circundantes se incubaban”.

En el libro de Eva Forest, recoge un documento del Comando Txikia, que fue redactado a lo largo de la entrevista que sirvió para la elaboración del libro, en el que pasan revista a las posturas que se dieron en la oposición antifranquista ante el atentado contra Carrero Blanco, una vez que las dudas sobre su autoría habían quedado del todo disipadas.

En él dan una respuesta al Sr. Leizaola, en el que analizan la política del Gobierno Vasco  y del PNV, “carente de actividad y distanciamiento con los verdaderos intereses populares vascos”, calificándolo como una institución que ya cumplió su papel histórico y que “sólo podría resucitar por obra y gracia de alguna maniobra de la oligarquía española en busca de la integración del pueblo vasco en el sistema monopolista, maniobra en la que estarían envueltas algunas organizaciones reformistas españolas”. El debate de ruptura democrática o reforma estaba encima de la mesa, y presagiaba lo que posteriormente sucedió y la postura que mantendría el PNV una vez que murió el dictador.

Dedican un apartado importante a rebatir el análisis que realiza el PCE en lo relativo a la acción contra el presidente del régimen, pues el pleno del C.E del PCE de 29 de diciembre de 1973  se había manifestado en los siguientes términos: “Nosotros estamos contra el atentado individual porque consideramos que no resuelve, que no da una salida y que puede ser un obstáculo al desarrollo de la lucha del pueblo, de las masas en las que está la posibilidad de solución”. Da la sensación que el PCE renunciaba a la ruptura democrática y una vez que Franco despareciera de la escena política, sería asimilado por el régimen, como así fue.

Las diferentes escisiones que se dieron en ETA en la década de los 60 y 70, de donde surgieron la VI Asamblea de ETA, posteriormente fusionada con la LCR y el Movimiento Comunista de España (MCE), se posicionaron ante este atentado. LCR-VI Asamblea se posiciona en contra de los métodos de ETA V calificándolo como “un activismo minoritario” que pueden crear ilusiones en la clase obrera y en franjas de la vanguardia, para manifestar que “no es mediante la liquidación progresiva de los capitalistas del régimen como se puede derrocar a éste, sino mediante la acción revolucionaria de las masas”. Por su parte, el MCE entiende que “este tipo de atentados no pone en dificultades la continuidad del franquismo”.

A este análisis los miembros de Comando Txikia se preguntan “si se puede dudar de que la ejecución de Carrero Blanco ha sido un duro golpe para el fascismo en el Estado español; y ha despertado los elementos contradictorios que conviven en el seno del Estado”.

Muy distinta fue la respuesta que dio el Movimiento Libertario. Aplaudieron la acción, posicionándose en contra de las declaraciones del PCE. En su análisis entienden que políticamente es de mayor relieve el atentar contra Carrero que contra el mismo dictador, pues el almirante es su brazo derecho y sucesor de Franco.

El pueblo, al margen de siglas políticas, lo valoró como un acontecimiento histórico y lo expresaba de forma clara ¿quién no ha tirado el jersey al aire cantando la canción que popularizaron Eñaut Etxamendi y Eñaut Larralde? “Voló, voló, Carrero voló y en el alero quedó, Yup! La-la” se convirtió en todo un clásico en las fiestas y no sólo en Euskal Herria.

Bibliografía utilizada:

Bruni, Luigi: ETA. Historia Política de una lucha armada, Txalaparta, Bilbao, 1987.

Caro Baroja, Julio y AA.VV: Historia General del País Vasco, La Gran Enciclopedia Vasca-Haranburu Editor, Volumen XIV, Donostia, 1981.

Casanova, Iker-Paul Asensio: Argala, Txalaparta, Tafalla, 1999.

Eva Forest: Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco, Hiru Argitaltxea, 1993 y Baigorri Argitaltxea, 2013.

Iñaki Egaña: Operación Ogro. Hechos y construcción del mito, Txalaparta, Tafalla, 2023.

José Antonio Castellano López: Carrero Blanco. Historia y memoria, Los libros de la Catarata, 2023

Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (1ª parte)

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (1ª parte)

Todavía hay personas que cada 20 de diciembre nos viene a la mente, aunque sea un recuerdo lejano, el mayor golpe que recibió el régimen franquista. Me estoy refiriendo al atentado de la organización ETA que acabó con la vida del almirante Carrero Blanco, en el que este año se cumple el cincuenta aniversario. Un acontecimiento histórico que a día de hoy nadie duda que fue determinante en la evolución del régimen, puesto que en esas fechas los días del dictador tocaban a su fin, y la gran incógnita era cómo se gestionaría el franquismo sin Franco.

Sobre el atentado y sus consecuencias políticas se han escrito innumerables artículos y libros, algunos de los cuales han desarrollado teorías de lo más variopintas y rocambolescas. En algunas se afirmaba que detrás del atentado estaba la CIA, en otras que fue ejecutado por alguna organización extranjera e incluso se ha llegado a decir que detrás de todo estaban dirigentes del propio régimen franquista, porque Carrero les molestaba. Todas estas hipótesis no han tenido mucho recorrido y, como posteriormente veremos, algunas de ellas fueron alimentadas por algunos dirigentes políticos antifranquistas a los que el atentado les cogió con el pie cambiado.

Actualmente la mayor parte de la población no conoció esa época, y en el mejor de los casos, muchas de las personas que vivieron el magnicidio, tienen un recuerdo un tanto lejano, entre otros motivos, porque no contaban con el uso de razón suficiente como para poder entender lo que estaba pasando en ese invierno de 1973.

Con la perspectiva que da el paso de los años, lo que en este texto se recoge tiene como finalidad rescatar aquel oscuro periodo de la historia, la España en blanco y negro del No-Do, hacer una fotografía panorámica de la dictadura, de la figura de Carrero, la pieza clave del régimen, relatar cómo se fue urdiendo el atentado, los motivos que llevaron a la organización ETA a realizar esta acción, la lectura política que realizaron y las repercusiones que tuvo.

La noche oscura de la dictadura

Desde que finalizó la Guerra Civil, las organizaciones que defendieron la República contra el fascismo, pasaron a luchar contra la dictadura desde la clandestinidad. Algunas, como el PCE, practicaron la guerrilla rural, el maquis, hasta finales de los años 40, pero ante la gran dificultad de coordinar la lucha armada y la lucha de clases, la dirección del PCE dio un giro a su estrategia para enfocarla en infiltrarse en las organizaciones del régimen. Otras organizaciones, desde un primer momento, se dedicaron a realizar su labor en la clandestinidad, sobre todo en el ámbito socio-laboral, pero siempre con grandes dificultades, sufriendo caídas de sus cuadros.

Durante la dictadura se produjeron protestas que en muchos casos se expresaron mediante manifestaciones y huelgas. La mayoría de estos conflictos tenían como finalidad reivindicar mejoras económicas o laborales de la población que vivía en unas condiciones de miseria, a lo que había que añadir las reivindicaciones de carácter nacional en lugares como Catalunya y Euskal Herria. No es necesario decir que cualquier atisbo de protesta, sufría la represión feroz del régimen que se traducía en caídas constantes de militantes y cuadros de las organizaciones antifranquistas.

Con los rescoldos de la guerra, en los años cuarenta será en Catalunya y Euskal Herria donde estallen las primeras huelgas, pesaba la tradición de lucha sindical, extendiéndose estas a otros puntos del Estado. El periodo 1946-1947 fue de especial conflictividad, destacando la huelga que estalló en Bizkaia en 1º de mayo de 1947, siendo secundada por 50.000 trabajadores, la huelga general en Manresa en 1946 o en la factoría CASA de Getafe.

La década de los 50 transcurrió por derroteros similares a la anterior, las protestas siguieron focalizándose en mayor medida en Asturias, Catalunya y Euskal Herria y más tímidamente en el resto del Estado, pero la oposición al régimen, con todas las dificultades que conllevaba la clandestinidad, intentaba reconstruirse, cosa que se pudo percibir mejor en los años 60.

Las décadas de los 60 y 70, la respuesta al régimen se consolida

Si hasta mediados de los años 60 la mayor parte de las protestas y las huelgas se dieron en lugares muy concretos del Estado, con la declaración de varios estados de excepción, sobre todo en Bizkaia y Gipuzkoa, a partir de 1968, estas se fueron extendiendo a lo largo del Estado español. En agosto de ese año, con motivo del atentado que ETA realizó contra el jefe de la Brigada Político-Social de Gipuzkoa, el torturador Melitón Manzanas, el gobierno declaró un Estado de excepción en Gipuzkoa y en enero de 1969 se vuelve a imponer esta medida en todo el Estado para atajar las protestas estudiantiles.

Desde la mitad de los sesenta se dio un incremento considerable de la conflictividad en todos los ámbitos. Si en 1966 se realizaron alrededor de 100 huelgas en todo el Estado, en los siguientes dos años se multiplicaron por tres, hasta llegar a 1975, año en el que se alcanzó la cifra de 1.595 conflictos colectivos. La respuesta a la dictadura se había extendido por todo el Estado, a la que se adherían, además de los trabajadores, estudiantes, diferentes sectores de la sociedad que se habían convertido en contrarios al régimen franquista y un sector de la Iglesia, que veía como los derechos más elementales eran continuamente pisoteados.

En este contexto, en los años 60, además de las organizaciones que tenían un arraigo histórico, hubo un resurgimiento de un número importante de nuevas organizaciones políticas, sindicales y estudiantiles. Eran tiempos en los que el debate se centraba en los métodos de lucha para acabar con la dictadura, y entre estas organizaciones, en diciembre de 1958, surgió en Euskal Herria la organización ETA (Euskadi Ta Askatasuna), un movimiento independentista que a partir de los años 60 fue quien más quebraderos de cabeza dio al régimen franquista, convirtiéndose en un referente político contra la dictadura. Sus militantes pertenecían a una generación que no conoció la guerra, se sentían libres de la losa que pesaba sobre la generación anterior, que se encontraba lastrada por el recuerdo de la guerra y su resultado, siendo críticos con el modelo de resistencia que se llevaba a cabo hasta el momento por el PNV. Serán los protagonistas de las protestas que en la década de los 50 se empezaron a producir en Euskal Herria. Esta  generación se caracterizaría por la desconfianza que tienen en las instituciones vascas en el exilio y por su incapacidad política.

La situación que se vivía en el Estado español en los primeros años de la década de los setenta era de un fortalecimiento de las protestas contra el franquismo, fruto de las luchas obreras y estudiantiles de finales de la década anterior.

Ante la respuesta popular, el régimen incrementa la represión

La dictadura franquista inicia la década de los setenta a golpe de represión. En diciembre de 1970 se celebró el Consejo de Guerra de Burgos contra dieciséis militantes vascos de la organización ETA, algunos de ellos eran acusados del atentado contra el policía torturador Melitón Manzanas. Un proceso organizado por el régimen franquista que tenía como finalidad dar un escarmiento a los militantes de la organización independentista vasca y que la población viera que la dictadura era indestructible. Sobre los acusados pesaban unas peticiones de condena elevadísimas, habiendo peticiones de pena muerte para seis de los dieciséis militantes encausados.

El resultado del proceso judicial fue un hito en la lucha contra el franquismo, el proceso se volvió en contra del régimen, los acusados durante la vista oral lo convirtieron en un proceso contra el franquismo y la sentencia del tribunal militar no se movió un ápice de la petición del fiscal, confirmando las peticiones de condena a muerte; pero el régimen no tuvo en cuenta la respuesta que iba a tener. Las protestas que se dieron en Euskal Herria, se extendieron por el resto del Estado español y las capitales europeas, algo que el régimen no pudo obviar. Y a todo ello habría que añadir el secuestro del cónsul alemán en Donostia por parte de la organización ETA que tuvo como finalidad el dar a conocer el problema vasco a todo el mundo y volver a recordar que en la vieja Europa seguía habiendo una dictadura que desde que dio el golpe de Estado en julio de 1936, había tenido como método para perpetuarse en el poder la práctica del terror contra la población civil.

Ante las innumerables protestas, de la ciudadanía europea, muchas de ellas de forma espontánea, en contra de la sentencia dictada por el tribunal militar que juzgó a los militantes de ETA, obligó a muchos de esos gobiernos a tomar una posición contraria a la ejecución de los procesados con penas de muerte, ejerciendo una presión al régimen franquista hasta ese momento desconocida. La única salida que le quedó al régimen franquista fue la de conmutar dichas condenas, lo que generó grandes contradicciones internas en el régimen franquista, dándose una lucha entre las diferentes familias que lo sustentaban, y en esa pugna interna entre los representantes del búnker franquista y los sectores tecnócratas del Opus Dei, estos últimos quedaron tocados y en esa lucha dentro del régimen, Carrero Blanco ostentaba la vicepresidencia del Gobierno.

El Proceso de Burgos sirvió al régimen para aprender la lección que no podía volver a organizar ningún proceso judicial similar porque se le podía volver en contra, como le ocurrió con el de Burgos, y se decantó por eliminar a los responsables de ETA, en vez de capturarlos vivos y juzgarlos. Esta práctica supuso que desde 1970, cayeron abatidos por las fuerzas policiales nueve militantes de ETA y en una de esas redadas, en abril de 1973 el jefe del aparato militar, Eustakio Mendizabal, Txikia, fue tiroteado por la Policía, resultado muerto.

Hasta que ETA atentó contra Carrero Blanco, el único atentado que había planificado con la finalidad de acabar con la vida de alguna persona fue el perpetrado contra Melitón Manzanas, por el contrario, fue constante el incremento de la represión por parte de los aparatos policiales del régimen.

Carrero Blanco. La sombra alargada del régimen franquista

En esos años, en los que el dictador era casi octogenario, hubo una figura política que llevaba años atesorando poder, convirtiéndose en imprescindible para la supervivencia del régimen una vez que desapareciera el dictador, el almirante Carrero Blanco, un militar que siempre se mantuvo al margen de las diferentes familias que sustentaban el régimen y que, sin duda alguna, era, si no la única, sí de las poquísimas personas que interpretó a la perfección los fundamentos ideológicos sobre los que Franco basó su régimen. Supo entender y representar las esencias del franquismo.

Nacido en 1904 en la localidad de Santoña (Cantabria), en el seno de una familia de tradición militar, entró con 15 años en la escuela militar naval para desarrollar la carrera militar, tomando parte en la guerra de Marruecos. El golpe de Estado de julio del 36 lo cogió en Madrid, y al no poder unirse a los golpistas,  pidió asilo político primero en la embajada de México y posteriormente en la francesa, hasta que logró huir a Francia, para en 1937 pasarse al bando sublevado, teniendo puestos de relevancia en la flota fascista.

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista
Franco y Carrero Blanco

A partir del final de la guerra, su carrera fue meteórica. En 1939, con la finalización de la guerra, fue nombrado jefe de Operaciones del Estado Mayor, en 1941, subsecretario de la Presidencia, lo que le permitió tener una relación muy cercana con Franco. A partir de entonces, la influencia que ejerció sobre el dictador fue creciendo hasta llegar a ser nombrado ministro subsecretario de la Presidencia en julio de 1951, vicepresidente del Gobierno en 1968, en sustitución del Muñoz Grandes, para llegar a su cenit en junio 1973, al sustituir a Franco en el puesto de presidente del Gobierno, quedándose este último como jefe del Estado.

El almirante fue quien diseñó cómo debía de ser el franquismo cuando el dictador muriese, y para ello fue el artífice de la Ley de Sucesión y de la elección de Juan Carlos para suceder a Franco. En todo momento destacó por ser un defensor de las relaciones con EEUU, propulsor de los acuerdos bilaterales entre el régimen franquista y la Administración norteamericana y partidario de la instalación de bases militares norteamericanes en el Estado español.

Católico preconciliar, monárquico, anticomunista, antiliberal y antisemita, Carrero representaba lo más reaccionario del franquismo. En el libro Operación Ogro, los miembros del Comando Txikia realizaron una definición muy nítida del personaje: “Es el hombre clave del Régimen, el hombre que durante años han preparado cuidadosamente para continuar el franquismo, el hombre que en esos momentos garantiza su continuidad”.

Operación Ogro

Como anteriormente he mencionado, el atentado en la persona de Carrero Blanco ha servido para que se hayan construido teorías sustentadas en hipotéticas conspiraciones, en las que participaban servicios secretos extranjeros y una amalgama de oscuros intereses, que en algunos de los casos, para intentar un cierto viso de credibilidad, han tenido que meter todas esas piezas con calzador, pero que si se profundiza un poco en la cuestión, todas esas hipótesis se acababan cayendo como un castillo de naipes. Ninguna de esas publicaciones que han dado pábulo a ese sinfín de teorías conspirativas ha aportado pruebas con cierta consistencia, porque quizá hayan sido más producto de un deseo de vender ejemplares o porque no podían aceptar que una organización relativamente joven dejase en ridículo a una dictadura que llevaba casi cuarenta años teniendo como pilar fundamental la represión generalizada para tener controlada a la población.

Para poder acceder a la información necesaria para entender todo lo relativo a la operación que acabó con la vida de Carrero Blanco hay tres publicaciones, donde se puede obtener la información necesaria para dar respuesta a las dudas e interrogantes que puedan surgir sobre este tema. La primera es el Zutik 64 que publicó ETA en mayo de 1974, una publicación en euskera y castellano, en la que recogían muchos datos del atentado y las valoraciones políticas.

Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco. Autor: Eva Forest

La segunda publicación es el libro “Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco”, que tiene su historia particular, al ser un documento de primera mano pues en su elaboración intervinieron los miembros del Comando Txikia, autor de la acción contra el almirante y presidente del Gobierno de la dictadura. El libro que fue editado por primera vez en 1974 por el editorial Mugalde de Hendaia y Ruedo Ibérico en París, fue escrito bajo el seudónimo de Julen Agirre. Pasados diez años del atentado, en el prólogo a la edición que publicó la revista “Punto y Hora” fue desvelado el verdadero nombre de la autora, Eva Forest, que además de ser la persona a la que la dirección de ETA le encargó la preparación de este libro, fue destacada colaboradora del comando, entre otras actividades, en lo relativo a facilitar su ocultamiento y huida de Madrid una vez cometido el atentado. Este libro tuvo una nueva edición realizada por la editorial HIRU, cuando se cumplió el vigésimo aniversario, con la particularidad, que por primera vez, el libro se publicó en su totalidad, pues hasta la fecha en ninguna de las ediciones anteriores, aparecía como  los miembros del comando contaban la huida del lugar del atentado, su ocultamiento y posterior salida de Madrid. La última edición de este libro corrió a cargo de la editora del diario Gara, al cumplirse cuarenta años del magnicidio. Hay que decir que en el libro hay algunos pasajes en el que se recogen algunos datos falsos para no dar pistas a la policía puesto que en el momento de su publicación en el 1974, parte de la infraestructura de apoyo  que tuvo el comando estaba intacta y para no develar algunas cuestiones relativas a la metodología de trabajo que utilizó el comando, pues podían ser utilizadas en futuras acciones.

Operación Ogro. Hechos y construcción del mito. Autor: Iñaki Egaña

Un tercer libro de reciente publicación es el escrito por Iñaki Egaña, que con el título “Operación Ogro. Hechos y construcción del mito” (Editorial Txalaparta), intenta desvelar algunas cuestiones relacionadas con el atentado y su entorno, desmonta con datos muchas de las informaciones falsas que se han publicado, así como las teorías conspirativas. Aclara algunos pasajes que recoge el libro de Eva Forest y que de forma deliberada quedaron algo borrosas, para preservar la seguridad de los miembros y la infraestructura en Madrid de la organización independentista.

¿Por qué atentar contra Carrero Blanco?

Los miembros del Comando Txikia, en el libro de Eva Forest, realizaron una reflexión en torno a esta cuestión, tanto si hubieran llevado a cabo el secuestro, como finalmente atentaban contra la vida del almirante.

En ambos escenarios, el objetivo era la pieza fundamental en el funcionamiento del Régimen, y para ello realizan un análisis exhaustivo de la figura de Carrero Blanco, llegando a definirlo en los siguientes términos: “llegó a ser insustituible por su experiencia y capacidad de maniobra, porque nadie lograba mantener como él el equilibrio interno del franquismo”. Inciden en el papel que desempeñó para colocar a Juan Carlos como sucesor de Franco “cara a la opinión pública y Carrero desde la sombra tendría el poder auténtico”. Esta argumentación los llevaba a plantear que “eliminar a Carrero significaba dejar coja la maniobra de desdoblamiento y, sobre todo, privar a la oligarquía del quizá único elemento capaz de asegurar la continuidad del Régimen, una vez desapareciera la figura del viejo dictador”. Analizándolo en estos parámetros, la conclusión a la que llegaron es que “desde el punto de vista de atacar al Estado español era aún más importante la ejecución”, aunque la idea inicial era la de su secuestro, porque para la organización era una prioridad lograr la libertad de sus militantes presos.

El atentado abría una ventana a la posibilidad de poder derrocar a la dictadura mediante la lucha armada, algo que hasta la fecha no se plantaba ni como hipótesis de trabajo en la mayoría de las organizaciones antifranquistas. Los miembros del Comando Txikia tenían muy claro que la represión había logrado que el pueblo asumiera la imposibilidad de poder derrocar a la dictadura mediante la lucha armada, proyectando la imagen que el Estado era invencible. No dejaba de ser una forma de eliminar la combatividad para que asumiera que todo pasaba por pactar con el Régimen.

Eran conscientes que el nuevo escenario iba a acarrear un incremento de la represión, ante una acción de tal magnitud. Y así fueron los dos últimos años de la dictadura franquista, en los que hubo seis condenas a muerte en ese periodo, pero también se iban a agudizar las contradicciones del régimen.

Los primeros pasos de ETA en Madrid

Volviendo a los meses previos del magnicidio, el año 1973 fue relativamente tranquilo en la actividad de ETA, las capturas y muerte de varios de sus militantes destacados alimentó la euforia en la prensa del régimen, que volvía a dar por desarticulada a la organización. No era la primera vez que se daba una situación similar, en la que el régimen manifestaba haber desarticulado a la organización independentista, pero en este caso la realidad era que la mayor parte de la militancia estaba inmersa en la preparación de la primera parte de la sexta asamblea que se celebró en agosto de 1973 en el Iparralde, excepto un reducidísimo número de militantes que estaba planificando una operación que sacudiría los cimientos de la dictadura.

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista
Iglesia de San Francisco de Borja. Calle Serrano (Wikimedia Commons)

En el libro de Eva Forest, los miembros del comando Txikia relatan como en el mes de diciembre de 1972, ETA da los primeros pasos, que consistieron en comprobar una información que había llegado a la organización y que era así de escueta: Carrero Blanco, la mano derecha de Franco, iba todos los días a misa de nueve a una iglesia situada en la calle Serrano, regentada por los jesuitas y muy cerca de su domicilio. En ese momento, no dejaba de ser una información que reciben y, con todas las cautelas propias de un dato de esa naturaleza, decidieron contrastar el dato, cosa que de forma discreta, realizaron dos militantes a finales de ese año. Fruto de ello averiguan el recorrido que realizaba todos los días desde que salía de su domicilio, en la calle Hermanos Bécquer, para dirigirse en el coche oficial a la iglesia de San Francisco de Borja, en la calle Serrano, justo enfrente de la Embajada de los EEUU, para una vez que terminaba la misa, bajar por Serrano, girar a la izquierda en la calle Juan Bravo, tomar la calle Claudio Coello, que es de un único sentido para subir a Diego de León y volver a su domicilio.

En este punto, el relato que se recoge en el libro de Eva Forest, por razones de obvias, no se ajusta en su totalidad a la realidad, pues desde hacía unos meses dos militantes cualificados residían en Madrid, a causa de una cuestión de índole interna de la organización.

Sobre la fuente de la información, en el libro de Eva Forest, los miembros del comando manifiestan que ETA tenía colaboradores fuera de Euskal Herria, pero en este punto Iñaki Egaña, desvela algunos datos de como la obtuvieron, que unidos a la información del sumario correspondiente a las personas que fueron detenidas en septiembre de 1974 en Madrid, pueden dar algunas pistas sobre el origen de la información.

Del secuestro a hacer volar por los aires a Carrero Blanco

A principios de 1973 es cuando se puede decir que ETA empezó a barajar la posibilidad de realizar una acción de envergadura en Madrid, momento en el que envían un comando a Madrid para analizar pormenorizadamente los movimientos de Carrero y el entorno de la iglesia de la calle Serrano. Hasta entonces, la organización independentista nunca había actuado fuera de territorio vasco. Una vez realizada esa labor es cuando un pequeño núcleo de la dirección de ETA toma la decisión de secuestrar a Carrero Blanco con la finalidad de solicitar la liberación de todos los presos políticos existentes en el Estado español y que tuviesen una condena superior a diez años, independientemente de la organización a la que perteneciesen. Estiman que era factible que el Régimen aceptase el canje de prisiones si la persona objeto del secuestro fuese “la pieza fundamental para su funcionamiento, la que garantizada su continuidad y esa pieza era precisamente Carrero”.

Estando muy avanzada la preparación del secuestro del almirante, tuvieron que desechar dicha acción. En principio, por un lado tuvieron un percance que surgió con el lugar donde iban a esconderlo, si bien la complejidad de efectuar el secuestro exigía un gran número de militantes con el grave riesgo que eso suponía para una organización que había sufrido un gran número de detenciones en los últimos meses. Pero lo que les acabó empujando a abandonar la idea del secuestro es que en junio de 1973 fue nombrado presidente del Gobierno, lo que trajo consigo un aumento de las medidas de seguridad, que Carrero se iba de vacaciones hasta septiembre y empezaba a tener desplazamientos de carácter oficial, por lo que ya no iba todos los días a misa. Todo ello influyó para que la dirección de ETA decidiera acabar con la vida del almirante.

Bibliografía utilizada:

Bruni, Luigi: ETA. Historia Política de una lucha armada, Txalaparta, Bilbao, 1987.

Caro Baroja, Julio y AA.VV: Historia General del País Vasco, La Gran Enciclopedia Vasca-Haranburu Editor, Volumen XIV, Donostia, 1981.

Casanova, Iker-Paul Asensio: Argala, Txalaparta, Tafalla, 1999.

Eva Forest: Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco, Hiru Argitaltxea, 1993 y Baigorri Argitaltxea, 2013.

Iñaki Egaña: Operación Ogro. Hechos y construcción del mito, Txalaparta, Tafalla, 2023.

José Antonio Castellano López: Carrero Blanco. Historia y memoria, Los libros de la Catarata, 2023

Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.

Príapos. Una novela seductora de Daniel Chavarría

Príapos. Una novela seductora de Daniel Chavarría

Príapo en la mitología griega es el dios de la fertilidad, considerado como un dios menor, pues no era de los doce dioses que moraba en el Olimpo. Deidad protectora de los animales del campo y de los productos agrícolas, es hijo de Afrodita, no quedando clara su paternidad. Según la mitología griega, Afrodita fue infiel a Dionisio en ausencia de este, por lo que la diosa Hera decidió castigarla, la tocó, lo que provocó que diera a luz una criatura con un falo enorme, que lo llevaría eternamente erecto. Es por ello que este dios da nombre a la enfermedad del priapismo, que consiste en tener una erección continua y dolorosa del miembro viril, sin apetito venéreo.

Príapos
Imagen del dios Príapo

Esta enfermedad será el hilo que utilice el escritor Daniel Chavarría para ir tejiendo la novela “Príapos”, y alrededor de ella el autor nos irá construyendo una trama en la que tratará diferentes temas con toques de ingenio, en algunos momentos la tragedia sobrevuela la novela, y en ella no falta la sensualidad.

En enero de 2005, Daniel Chavarría recibió el premio Ciutat de Palma de novela en castellano “Camilo José Cela” por este relato, que en un principio fue editada con el título “Lo que dura dura”. La edición que he utilizado para leerla es la publicada por Editorial Txalaparta en 2010, con el título “Príapos”.

La novela está construida a través de cuatro amigos de la infancia y los diferentes caminos que seguirán cada uno de ellos: un médico, un investigador y dos delincuentes.

El Bebo, uno de los personajes principales, es un joven médico que da sus primeros pasos en la profesión ejerciendo en el medio rural, se encuentra en su consulta con varios casos de priapismo, teniendo todos ellos la misma procedencia geográfica, una pequeña comunidad rural de la sierra oriental de Cuba, la comunidad de Cuchuflí Arriba, por lo que decide buscar una explicación científica a ese fenómeno.

Con la investigación como tronco vertebrador de la novela, el autor nos va haciendo un relato de las diferentes vicisitudes en la vida de los cuatro amigos, una relación forjada en la infancia y como va evolucionando a lo largo de los años.

El devenir de la vida de los cuatro amigos, junto a la aparición de una serie de personajes le servirá al autor para adentrarnos en la sociedad cubana y conocerla algo más en profundidad. En ese ambiente, el lector se encontrará la combinación de culturas y religiones que se dan en el pueblo cubano. Esa cultura afroamericana, en la que se mezclan costumbres, divinidades y ritos de religiones procedentes de África, la práctica de la santería (que es una mezcla de la religión africana de los Yorubá y la práctica de la fe católica), en un país donde la mayor parte de la población se declara cristiana, pero, que no por ello en muchos casos comparten costumbres y prácticas religiosas de las existentes en la Isla. Y todo ello, dentro de un país socialista, que se declara laico, en el que existe una separación real del Estado y de las instituciones religiosas.

Daniel Chavarría introduce dos elementos en su novela que son el machismo y la homofobia y como eran tratados dentro de la sociedad cubana en los años en los que se desarrolla el relato.

La novela está muy bien ambientada en la Cuba de la Revolución y en la década de los noventa del siglo pasado, durante el Período Especial con la caída de la Unión Soviética y los países del Este.

Esta novela de Daniel Chavarría se caracteriza por la utilización del lenguaje popular, con sus expresiones propias y la terminología recibida de las culturas que han contribuido a formar la actual sociedad cubana. Por ello, en la edición que he manejado, al final del relato, el lector encontrará un pequeño diccionario con una serie de cubanismos y términos en lengua yoruba, ordenados alfabéticamente, que son imprescindibles para poder seguir la novela.

Es una novela de lectura ágil y rápida, pues no supera las 190 páginas en la que el autor sabe ir marcando los tiempos del relato de tal forma que te va a enganchando.

Príapos. Editorial Txalaparta
Príapos. Editorial Txalaparta

El búho de Ravel. Un homenaje a la música

El búho de Ravel. Un homenaje a la música

Cuando cae entre mis manos una novela de un escritor novel soy de la opinión que hay que tratarla con cariño, delicadeza y gran curiosidad. Quien se pone delante de un folio para escribir por primera vez una novela está realizando un ejercicio de valentía, que yo no sabría describirlo porque en mi caso ni se me pasa por la imaginación la posibilidad de enfrentarme a tamaña empresa. Si el hecho de escribir un artículo me genera una cierta inquietud, pues como decía Maya Angelou, nunca superas el miedo a escribir, en mi caso no quiero ni pensar lo que tiene que ser todo ese proceso que conlleva crear una novela: un camino largo, laborioso y lleno de obstáculos.

Con esas sensaciones que acabo de describir me he adentrado en la lectura de la primera novela de la periodista Olatz Urkia, que bajo el título “el búho de Ravel” y editada por Txalaparta ha sido publicada en noviembre de 2022.

En su primera novela, Olatz Urkia nos trae la historia de Joane, una joven cuyo deseo es llegar a ser pianista profesional, y para ello vuelve a Moscú, su ciudad natal, dejando atrás parte de su adolescencia y juventud vivida en San Sebastián, en la tierra de su padre. Una etapa llena de traumas y de la que intenta escapar pero que en muchos momentos le sigue persiguiendo en sus pensamientos. En esta nueva vida aparecerá una persona, Olga, con la que iniciará una relación que acabará por desestabilizarla emocionalmente y saltará por los aires el equilibrio que necesita para afrontar su mayor sueño: lograr el acceso al conservatorio de Moscú. La novela se adentra en la personalidad de Joane y la huella que le ha ido dejando todo lo vivido a lo largo de su adolescencia y juventud, una mochila de la que no logra desprenderse.

La pasión de la protagonista por la música clásica y el piano es una constante a lo largo de la novela, pues todo su mundo y forma de entender la vida gira entorno a la música clásica, hasta el punto que se convierte en algo obsesivo. Su deseo de llegar a ser pianista profesional es tal, que a la hora de analizar su entorno y las personas que la rodean lo realiza desde el prisma de su amor por la música. Para Joane la música clásica es el epicentro de su vida y el resto de personas y cosas son objetos que giran a su alrededor y así lo expresa en uno de los momentos más dramáticos de la novela: “Nunca querré a nadie que no entienda lo que significa para mí la música”. Realiza algunas reflexiones acerca de los compositores que tiene que interpretar al piano y lo que le transmiten sus obras musicales. Esta novela no se podría entender sin la música clásica.

A lo largo del relato encontramos un puzle de personajes de lo más variopinto y en algunos casos algo desorientados en Moscú, que no tienen ningún parecido entre sí, pero que sirven a la autora para armar la novela. La narración irá girando sobre los sentimientos de Joane y la personalidad de las personas que van apareciendo en su vida, cada una de ellas condicionada por su entorno, sobre todo socioeconómico, lastradas por diversos problemas, familiares, económicos, pero que cada una de ellas adopta una actitud diferente ante la vida. A través de los personajes la autora nos da a conocer la crisis económica que se vivía en Rusia en los años en los que trascurre la novela y la situación socioeconómica en la que estaba sumida la sociedad rusa. Todo ello le da a la novela un tono un tanto gris.

A lo largo de los capítulos, la autora va intercalando situaciones y pasajes que discurren en Moscú y Donostia, pero en este aspecto no quiero pasar por alto lo bien descritos que están los capítulos de la novela que transcurren en el frio invierno moscovita, y el conocimiento que tiene a la hora de detallar los diferentes aspectos de la sociedad rusa, sus costumbres, formas de divertirse, gustos, etc., que se reflejan en el libro al tratar cuestiones como la actitud de la sociedad rusa ante temas como la homofobia, no en vano se aprecian los años que la Olatz Urkia vivió en Moscú y en otros lugares de Rusia. Los capítulos que transcurren en Moscú están ubicados entre 2014 y 2015, años en los que surgió el conflicto entre Rusia y Ucrania, dándose inicio a la guerra en el Donbás.

La novela es de lectura ágil, con algunas escenas algo duras, donde la narración está cuidada. Como me gusta la música clásica, la novela ha tenido un atractivo más. En mi caso la protagonista como el resto de personajes que la acompañan me han servido para que me surjan algunas preguntas y reflexiones acerca de ellos: su forma de entender la vida, afrontar sus miedos, angustias, sueños y proyectos, y cada uno desde una óptica diferente.

Para finalizar puedo decir que después de haber leído la primera novela de Olatz Urkia me ha causado una muy grata impresión y la única duda que me queda es si habrá un próximo trabajo.