Una farsa llamada reforma laboral

Karl Marx, al inicio de su obra El Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte, se hacía eco de una frase de Hegel en la que el filósofo alemán decía que “todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos dos veces” para apostillarla Marx, diciendo que aparecen “una vez como tragedia y la otra como farsa”[1]. Sin lugar a dudas la reforma laboral del PP fue una tragedia para la clase trabajadora y la que ha aprobado el Gobierno del PSOE-UP se ha convertido en una farsa y en una estafa para los trabajadores, castigados por las reiteradas reformas laborales que han traído de forma sistemática la pérdida de derechos en materia laboral.

Para ahondar en esta farsa, la casualidad ha querido que el Gobierno de coalición haya aprobado esta reforma laboral el día de los Santos Inocentes. Una vez más la clase trabajadora emula a los santos inocentes del Evangelio, convirtiéndose en las víctimas propiciatorias de las políticas laborales del gobierno de turno. Y he dicho bien, ha aprobado una reforma laboral y no la derogación de la reforma laboral del PP de febrero de 2012, porque el tiempo ha venido a demostrar que ni la han derogado ni había intención de derogarla.

Para analizar el fondo del problema voy a hacer un repaso a la cronología de los hechos y para ello hay que remontarse al punto de partida, que no es otro que la llegada del PP al gobierno. Después de haber obtenido mayoría absoluta en las elecciones del 20 de noviembre de 2011. Mariano Rajoy fue investido el 20 de diciembre y no necesitó ni dos meses para aprobar su tan denostada reforma laboral. Esta es la eficacia demoledora de la derecha cuando gobierna. En concreto, en el Consejo de Ministros del 10 de febrero de 2012 aprobaron el “Real Decreto-Ley 3/2012 de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral”. La convalidación de esa norma dependió única y exclusivamente de la mayoría absoluta de la que gozaba el PP en esa legislatura. Los sindicatos fueron ninguneados y el PP se puso a los servicios de la CEOE. Lo normal en estos casos.

Después de dos elecciones generales a lo largo de 2019, se produjo un acuerdo de Gobierno de coalición entre el PSOE y UP. No es que el PSOE se sintiera atraído por esta fórmula, pero es que tampoco era cuestión de convocar unas terceras elecciones en menos de un año, con el agravante de que el comodín de Ciudadanos acaba de recibir un torpedo en su línea de flotación, abocándolos a la irrelevancia política. Al PSOE ya no le daban los números en un hipotético acuerdo con Cs, así que las posibilidades de acuerdos se estrechaban por lo que la disyuntiva era clara:  pacto con UP o terceras elecciones. Esta segunda opción hubiera sido una situación propicia para que el tándem de extrema derecha PP-VOX pudieran llegar al poder y el PSOE optó por pactar con UP, como mal menor. Al fin y al cabo, el PSOE acumula una gran experiencia en política de pactos  y en cómo gestionarlos en función de sus intereses y un gran arte para torear al socio de turno. Y a todo esto UP no dudo en aceptar la propuesta. No habían tomado el Cielo por asalto, pero entraban en labores de gobernanza, que para esta formación era un salvavidas, pues sus resultados dibujaban una línea descendente. Y vendían un discurso basado en la idea que entrando en el Gobierno iban a lograr mejorar la vida de la gente.

En los acuerdos de Gobierno PSOE-UP la redacción del apartado sociolaboral fue sencilla, nítida, sin frase subordinadas ni con doble sentido. En el documento que firmaron en diciembre de 2019 a la hora de afrontar la reforma laboral del PP se expresaron en los siguientes términos: “Derogaremos la reforma laboral. Recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral 2012….” (este texto venía en negrita, quizá para que no empezaran a surgir las dudas desde el primer momento y no dar munición a los escépticos a este pacto) y dieron un paso más adelante en este texto, al acordar la elaboración de “un nuevo Estatuto de los Trabajadores para el siglo XXI” (también en negrita).

Con el documento en la mano, no parecía que hubiera dudas, plasmaron en el documento una promesa electoral que ambos partidos llevaban en sus respectivos programas electorales. En condiciones normales debía de ser cuestión de semanas que el Gobierno moviera ficha para derogarla. Si el PP para sacar adelante su reforma laboral, lo que conllevaba el estudio, redacción y aprobación, no necesitó ni dos meses, la derogación debía de ser casi de la noche a la mañana.

Pero no tenía ni un mes de vida este Gobierno y en una entrevista que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz concedió al diario El País (25 de enero de 2020) ya empezaba a recular y llegaba a realizar la siguiente afirmación: “Técnicamente no es derogable toda la reforma laboral, sería irresponsable”. Para ubicar la entrevista en el tiempo, esta se realizó antes de que estallase la pandemia y en un momento en el que el Gobierno debía de tomar decisiones de calado para que la sociedad percibiese que, por fin, había llegado un cambio radical en las políticas que surgian de este nuevo gobierno.

Con la perspectiva que da el tiempo que ha pasado es evidente que la entrevista de la ministra de Trabajo al diario El País tenía como finalidad el preparar el terreno para las renuncias que iba a hacer este Gobierno a lo largo de la legislatura.

Al poco tiempo llegó la pandemia y en todos ese camino lleno de complicaciones llegó el 20 de mayo de 2020 y como el Gobierno no tenía garantizados los votos suficientes en el Congreso de los diputados para la prórroga de uno de los Estados de alarma, los partidos del Gobierno (PSOE y UP) firmaron un acuerdo con EH Bildu en el que esta última formación se comprometía a apoyar la prórroga del estado de alarma y las tres fuerzas políticas se comprometían “a derogar de manera íntegra la Reforma Laboral del año 2012 impulsada por el Partido Popular”. Los términos utilizados no dejaban lugar a dudas, pero en cuanto se hizo público, Nadia Calviño, que más que vicepresidenta da la sensación que es la presidenta de facto, puso el grito en el cielo y el PSOE reculó sin ningún complejo. Ese es el valor que tiene la firma del PSOE en un acuerdo. En aquel momento Pablo Iglesias exigió que se cumpliera lo acordado, pero con el PSOE no va lo de Pacta Sunt Servanda (los acuerdos están para cumplirse) y al entonces líder de Podemos no le quedó más remedio que tragarse este sapo. Pero si esto fue grave, aún lo fue más que, ante ese acuerdo, los dos sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT) saltaran como un resorte, exigiendo que antes se consultara a los agentes sociales. Algo inaudito, porque la derogación era una reivindicación sindical, pero parece que están más preocupados en ser invitados a una reunión y poderse hacer una fotografía que en la derogación de la norma para mejorar las condiciones laborales de los que dicen representar.

A partir de entonces la mal llamada derogación de la Reforma Laboral, primero se aparcó, luego se produjo la batalla en el Gobierno por ver quién lideraba las negociaciones con los agentes sociales, dando otro espectáculo lamentable, hasta que se metieron en el laberinto de las negociaciones a tres bandas: ministerio de Trabajo, empresarios y sindicatos. Las negociaciones se fueron eternizando y la CEOE encantada de la vida porque el tiempo corría a su favor y se empezaba a vislumbras que el verdadero interés del Gobierno no era la derogación de la legislación laboral aprobada por el PP.

Una vez visto lo que ha sido aprobado en el Consejo de Ministros, la conclusión es bastante clara. En todo este proceso negociador el Gobierno en ningún momento ha tenido la intención de proceder a su derogación y para camuflar toda esta farsa, han puesto el foco en la importancia del acuerdo a tres bandas (Gobierno, patronal y sindicatos), a sabiendas que con esta metodología de negociación la CEOE tenía en su mano el derecho de veto, pues en cuanto se levantara de la mesa, la tan deseada fotografía saltaba por los aires. Por ello ha sido una negociación en la que la patronal ha controlado la situación sin mayor problema. Es decir, el Gobierno ha primado las formas y la parafernalia a resolver el fondo del asunto, renunciando a perder la iniciativa política que le han concedido los apoyos recibidos en el Parlamento.

En todo este proceso la ministra, su equipo y UP han ejercido de muletilla del PSOE, haciendo un papelón que vamos a ver como lo venden en estos meses. Su deseo de ser la ministra de la concertación social al precio que fuese tenía como objetivo mejorar su imagen para el nuevo proyecto político que empieza a liderar. Ha renunciado a exigir al PSOE cumplir el acuerdo de gobierno PSOE-UP, para ser portada de medios de comunicación junto a patronal y sindicatos.

Teniendo claro la cronología de los hechos, habría que entrar en la vertiente del juego político. En todo este interminable proceso negociador los grandes olvidados han sido todos los partidos que propiciaron la investidura de Pedro Sánchez. Es decir, El Gobierno ha decidido abstraerse del documento para gobernar que aprobaron PSOE y UP y, por supuesto, se han puesto de perfil para incumplir lo pactado con EH Bildu, por mucho que en ese momento saliese Pablo Iglesias, manifestando que los pactos, en referencia al firmado con EH Bildu, había que cumplirlos.

Esta forma de actuar por parte del PSOE no debería de pillar de sorpresa a nadie, pero el perfil bajo que está teniendo UP (sobre todo Podemos) y las declaraciones que está realizando la ministra de Trabajo son la prueba palpable que no eran casuales sus declaraciones de principio de legislatura y me atrevería a decir que cuando acordaron el documento conjunto ninguno de los dos partidos tenía una intención real de cumplir lo que estaban firmando .

Y en esta cuestión el proceso seguido ha sido una tomadura de pelo a los electores, a los partidos que en su día propiciaron la investidura de este Gobierno y a los representantes de la soberanía, porque se les ha hurtado la posibilidad de negociar y debatir en el Parlamento  los términos de esta ley.

Esta reforma laboral se ha cocinado a espaldas de la inmensa mayoría de la sociedad. No se ha discutido con los socios parlamentarios del gobierno y el contenido de las negociaciones se iban conociendo por lo que contaba la prensa, con el natural malestar de los diversos grupos políticos. Si hubiera habido un deseo de derogación de la reforma laboral del PP la participación de patronal y sindicatos hubiera sido innecesaria a todas luces, pues era volver a la casilla anterior y deshacer la lo que aprobó el PP. Pero los intereses de este Gobierno eran sustancialmente diferentes y han apostado por consolidar las políticas neoliberales del PP.

A lo largo de la este proceso negociador hemos tenido que escuchar diferentes manifestaciones que una vez visto el resultado de lo aprobado su finalidad se circunscribía en justificar y dar cobertura a la reforma que estaban preparando. Entre las cosas que se han vertido una muy recurrente ha sido que técnicamente no se podía derogar la totalidad de la reforma laboral del PP. Dar esta excusa en un país en el que se acostumbra a legislar a través de disposiciones transitorias, sobre todo en materia fiscal y tributaria, para hacer todo tipo de cambios, no deja de ser un tanto burda. Es imposible entender que no se hubiera podido derogar de un plumazo de la legislación laboral aprobada por el PP cuestiones como que la indemnización por despido se vuelva a elevar de 33 a 45 días por año, que deje de der causa para el despido objetivo la disminución de los ingresos (no de los beneficios) de la empresa  durante tres trimestres consecutivos y tampoco recupera la necesidad de obtener una autorización previa para realizar un ERE, lo que permite a las empresas hacer un ERE cuando y como quieran y la única salida que le queda al trabajador es ir a la justicia ordinaria para impugnarlo, en vez que la autoridad laboral vele por los derechos de la parte más desfavorecida en una relación laboral, el trabajador.

En todo este proceso negociador el papel de los sindicatos CCOO y UGT ha sido muy pobre, puesto que lo que tenían que haber exigido es la derogación de la normativa aprobada por el PP, pues con ellos no contaron para nada. Por el contrario, la patronal ha tenido un protagonismo muy relevante y, lo que es más preocupante, sigue haciendo un marcaje al Gobierno en este tema. Los representantes de la CEOE se están prodigando en entrevistas y comparecencias en los medios de comunicación para dejar bien claro que en el Congreso no se puede tocar ni una coma de lo acordado con ellos. Lo grave no es que desprecien la representación de la soberanía popular, lo peor es que desde el Gobierno, con su presidente a la cabeza y de la mano de la ministra de Trabajo, está haciendo seguidismo de la línea marcada por la CEOE.

Como he dicho con anterioridad, la patronal es quien tiene más clara su hoja de ruta. Han obtenido un excelente acuerdo y no van a permitir que sea modificado en el supuesto que el Real Decreto-ley aprobado por el Gobiernos se tramite mediante ley, lo que conllevaría un debate sobre la totalidad el texto. Quieren una convalidación de lo aprobado en Consejo de Ministros, mediante una única votación, que es lo que ya empiezan a manifestar los ministros que más peso politico tienen. Y ante esto el Gobierno asiente.

Sin necesidad de entrar en el fondo de la reforma laboral, observar que desde Ciudadanos se ofrezcan a apoyar al Gobierno en esta materia si sus socios rechazan este texto o que haya voces dentro del PP que se hayan levantado pidiendo no oponerse, es como para que la preocupación ronde en los partidos que hasta ahora están siendo imprescindibles para este Gobierno. Si no fuera porque Casado está en una competición con Abascal para ver quien es más de extrema derecha, no habría ninguna duda al respecto. El PP se abstendría y saldría adelante esta reforma laboral, porque es una muy buena legislación para la patronal española.

Lo aprobado por el Gobierno tiene unos perdedores: los trabajadores, y dos ganadores indiscutibles: Mariano Rajoy y Fátima Bañez, pues ven con satisfacción que su reforma laboral sale indemne en lo referente a los apartados más lesivos para los trabajadores. Y es necesario recordar que la segunda, que en la actualidad trabaja para la CEOE, gracias a los servicios que prestó a la patronal durante el tiempo que fue ministra de Trabajo, debe de estar que no cabe de gozo.


[1] Fragmento transcrito de la obra de Karl Marx “El Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte”.

Bastan cinco minutos

La pérdida de un ser querido es una de las mayores tragedias a las que se enfrenta el ser humano a lo largo de la vida, pero, sin duda alguna, hay algo que supera con creces esta situación: su desaparición. Cuando se produce esta circunstancia su círculo familiar más íntimo, padres, hermanos, etc. entran en un proceso que tiene que ser imposible explicar para alguien que no haya vivido una circunstancia similar, pues “se sufre más por un desaparecido que por un muerto, y, sobre todo, se sufre durante mucho más tiempo. Un círculo de dolor que no se puede cerrar ni siquiera ante la rotunda certeza de la muerte”.

Cuando se resuelve la desaparición, aunque el desenlace sea por la localización sin vida del desaparecido, en muchos casos se transforma en un descanso o si se me permite, un alivio para la familia, pues se “cierra el círculo de angustia y sufrimiento abierto tras la desaparición de uno de los suyos”. Sus allegados salen de la burbuja de la incertidumbre de su destino y no deja de ser un reencuentro con ese ser querido, aunque, desgraciadamente, sea con sus restos materiales. Por fin se “cierra el círculo del dolor”.

Si la persona que desaparece pertenece a una comunidad o pueblo oprimido y/o desplazado de su tierra, sin lugar a dudas, el sufrimiento ahondará más en sus seres más queridos.

El tema de la identificación de un cadáver es el argumento principal de la novela “Bastan cinco minutos” de Juan Carlos Berrio Zaratiegi (Editorial Txalaparta) y publicada en noviembre de 2021.

La novela, perteneciente al género de la novela negra, está ambientada en Navarra y discurre a principios de 2016, cuando a un Policía Foral, que retorna a su profesión después de un largo periodo de excedencia, le asignan la investigación de un caso archivado hace más de una década: la aparición de unos restos humanos cuya identidad es desconocida.

En la novela el autor reflexiona acerca de lo que supone el quitar la vida a una persona y hacerla desaparecer. “Un crimen miserable”  hecho que muestra como “bastan cinco minutos para ser un canalla”.

A partir de que el protagonista toma las riendas de la investigación, la novela irá colocando a través de su argumento conflictos políticos y ciertas cuestiones de actualidad en la época en la que transcurre el relato, que servirán para armar el argumento de la trama del libro.

La novela, a través de su argumento, es el vehículo que utiliza al autor para ir exponiendo el problema saharaui, la lucha que lleva el Frente Polisario y la situación en la que se encuentra este pueblo, que en 1975 fue abandonado a su suerte, al que nadie le dejó elegir su futuro, para seguir bajo el yugo de las políticas coloniales de los países occidentales. A lo largo del relato, el lector irá conociendo datos que le ayudarán a empatizar con la causa del pueblo saharaui. Un conflicto que dura más de cuarenta años y que no parece que por parte de Occidente haya un deseo de resolución acorde a los tiempos en que vivimos y a las necesidades de este pueblo que se encuentra desplazado de su tierra de origen. Una vez más se ha impuesto la realpolitik. 

Un elemento, que el autor utilizará en la última parte de su novela para engarzar la trama de la obra, es la disputa que se dio a principio de los dos mil con el legado artístico de Jorge Oteiza y los problemas que surgieron en la fundación que se creó para la gestión de sus obras. Un conflicto que tuvo varias vertientes, entre ellas la política. Esta cuestión sirve a Juan Carlos Berrio Zaratiegi para ambientar el desenlace de su libro. Los diferentes enfrentamientos que saltaron a la opinión pública entorno al museo que albergaría la obra de Oteiza y los entresijos de los conflictos que se produjeron entorno a su legado.

El autor ambienta la narración con alguna cuestión de actualidad de la época en la que transcurre la novela (2016). A lo largo de la investigación que va llevando el protagonista, agente de la Policía Foral, aflorará la situación convulsa que se vivía en ese cuerpo policial debido a los aires de cambio que llegaron a la política en Navarra de la mano del nuevo gobierno foral y las luchas internas que se suelen dar en los cuerpos policiales, en los que la estructura jerárquica es algo más que una forma de organización.

El autor muestra el drama de la inmigración ilegal y las contradicciones que surgen en las sociedades del primer mundo. Ese choque existente entre ricos y pobres, en el que los primeros “levantan muros” para ignorar la pobreza que tienen delante de ellos.

Juan Carlos Berrio Zaratiegi, a través de los diálogos que mantiene el protagonista con algunos de los personajes más importantes, abordará temas de índole ética que surgen con motivo de la investigación que está realizando. Términos como verdad, justicia y reparación serán algunos de lo que el literato mencione a través de los personajes que aparecen en el libro.

La lectura de la obra es amena, con una trama bien construida en la que no falta el suspense y si hay que ponerle alguna objeción es que en una novela de este género uno espera que transmita más tensión al lector.

El manifiesto de San Andrés. El nacimiento de Acción Nacionalista Vasca (ANV-EAE)

El manifiesto de San Andrés. El nacimiento de Acción Nacionalista Vasca (ANV-EAE)

Introducción

Tal día como hoy, 30 de noviembre, día de San Andrés hace 91 años tuvo lugar el inicio político de la primera organización abertzale y de izquierdas. Estoy refiriéndome a Acción Nacionalista Vasca-Eusko Abertzale Ekintza (ANV-EAE) y conocido en los ambientes abertzales como Acción Vasca[1].

El 30 de noviembre de 1930, los fundadores de ANV sacan a la luz un manifiesto que será conocido por el Manifiesto de San Andrés.

Fuera de Euskal Herria las siglas ANV a muchas personas les dirán pocas cosas y a la gran mayoría les vendrá a la mente que fue un partido ilegalizado por el todopoderoso juez Garzón, un partido más que, al amparo de esa teoría en la que todo era ETA, fue proscrito. Pues bien, cuando ETA empezó a dar sus primeros pasos en diciembre de 1958, ANV-EAE ya tenía casi treinta años de existencia, ahí es nada.

Es necesario refrescar muchos acontecimientos de la historia de Euskal Herria para que no caigan en el cajón del olvido la actividad política que protagonizaron a lo largo de la historia muchas organizaciones políticas vascas en el ámbito de la izquierda abertzale, entre las que se encuentra ANV-EAE.

El Manifiesto de San Andrés. El nacimiento de Acción Nacionalista Vasca
Portada del libro “ANV, el otro Nacionalismo. “, Editorial Txalaparta

Hay algunas publicaciones donde se pueden encontrar datos de interés sobre la historia de ANV-EAE, como puede ser en la Enciclopedia Auñamendi y en algún que otro artículo del ámbito universitario, pero quizá uno de los trabajos más exhaustivos sea el que realizó Eduardo Renobales, que con el título “ANV, el otro nacionalismo. Historia de Acción Nacionalista Vasca-Eusko Abertzale Ekintza” (Editorial Txalaparta) en algo más de 400 páginas, el autor hace un recorrido por la historia de esta formación política hasta los años 80 del pasado siglo.

Lo que a partir de aquí expongo son unos apuntes de lo que fue este partido, sobre todo, en sus primeros años de andadura, desde su fundación hasta el golpe de Estado de julio de 1936.

  • Antecedentes históricos

Si en 1921 el nacionalismo vasco se divide en las organizaciones Aberri y Comunión Nacionalista Vasca, a esto hay que añadirle el Directorio Militar de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) que trajo consigo la consiguiente represión.

En los años 20, con una antigüedad de cuarenta años, el nacionalismo vasco seguía anclado en la teorización que realizó Sabino Arana, es decir, los pilares fundamentales de la teoría nacionalista se asentaban en la raza y la religión. Eran el dogma incuestionable del nacionalismo aranista. “Raza era pureza de raza; nacionalista únicamente podía ser aquel que podía presumir de ocho apellidos vascos. Religión no era catolicismo, era integrismo religioso. El vasco nacionalista era católico, en la misma medida que era vasco”.

En 1930 dentro del proceso de convergencia entre las dos organizaciones que surgieron en 1921 un grupo de militantes de Comunión Nacionalistas Vasca  empiezan a abrirse camino con el objetivo de realizar una actualización de los fundamentos ideológicos sabinianos. Realizan una deconstrucción del nacionalismo sabiniano porque romperán sus pilares para realizar una nueva construcción de la ideología nacionalista. Si para el nacionalismo de Arana el lema “Jangoikoa eta Lege Zaharrak” (Dios y las Viejas Leyes) es de donde se cimenta el edificio ideológico para el nuevo grupo que va a surgir a finales de 1930 desterrarán este lema y todo lo que él puede representar y generar.

  • Breves datos históricos

Acción Nacionalista Vasca (ANV) nace en Bilbao el 30 de noviembre de 1930, dándose a conocer mediante el Manifiesto de San Andrés. Fue la primera organización política abertzale y de izquierda y de una profunda concepción republicana. Si bien no fue un partido de grandes masas tiene una importancia muy relevante a lo largo de su historia. Con menos de un año de vida de ANV se proclama la II República española y desde un primer momento se posiciona en favor de ella, entrando a formar parte de algunas de las candidaturas del Frente Popular. Esta cuestión le diferenció del PNV que “se mantuvo neutral en el dilema Monarquía o República en España en 1930-31, como algo que no le interesaba”.

Durante todo el periodo de la II República tiene buenas relaciones con Ezquerra Republicana de Cataluña (ERC). Cuando se produce el golpe de Estado de julio de 1936, automáticamente se posiciona en defensa de la legalidad existente y sus militantes se organizan para defender a la II República.

Durante el tiempo que duró la Guerra Civil organizó varios batallones que pertenecieron al Eusko Gudarostea (Ejército Vasco), tomando parte en algunos de los enfrentamientos más importantes en el frente vasco. Durante esta etapa los batallones de ANV-EAE tuvieron una participación activa en todas las batallas importantes que se dieron en el frente vasco así como en el frente de Asturias en la ofensiva para la toma de Oviedo.

En el frente vasco hay que destacar la participación que tuvo en la ofensiva de Legutio, en concreto en la batalla del monte Albertia.  El Batallón nº 6, ANV-1 (Batallón Olabarri), que junto al batallón Isaac Puente de CNT fueron la fuerza de choque que más sufrió los bombardeos de la aviación alemana en la zona del Albertia. En la batalla de Areces (Asturias) participó el batallón Eusko Indarra de ANV-EAE, junto con al batallón CNT-3, donde cayó el comandante Cándido Saseta. Este batallón ekintzale también tomó parte, junto al batallón Celta de la CNT en la batalla del monte Kolitza (Balmaseda).

Con la caída de la II República muchos militantes sufrieron la represión y el exilio. Militante de ANV fue el capitán Kepa Ordoki que formó una compañía de voluntarios vascos a instancias del Lehendakari Aguirre para luchar contra la invasión alemana en territorio francés, entrando en París bajo la ikurrina el día de la toma a los alemanes.

La mayor parte de los militantes de ANV que partieron al exilio tuvieron como destino México, Venezuela, Argentina y algunos Iparralde. Se organizó en el interior, pero no pasó de ser un partido de escasa implantación.

Después de la muerte de Franco retomó su actividad política y se presentó a las elecciones de 1977 en la que no sacó ningún diputado. Participó en la creación de la coalición Herri Batasuna estando representado en su Mesa Nacional, permaneciendo en ella cuando la coalición se transformó en partido. Cuando Herri Batasuna se disolvió para la fundación de Batasuna mantuvo sus siglas como partido político siempre dentro del espectro político de la Izquierda Abertzale hasta que fue ilegalizada por el Tribunal Supremo en el año 2008.

Por lo que respecta a los congresos que celebró decir que desde su nacimiento, el 30 de noviembre de 1930, mediante el manifiesto fundacional tiene varias asambleas pero su primer congreso se demorará hasta 1936, poco antes de la sublevación fascista. Su segundo congreso no se celebrará hasta la muerte de Franco en 1976. El último congreso que celebra esta organización es en junio de 2002, siendo este su X congreso.

El 8 de febrero de 2008 el juez Garzón suspendió por un periodo de tres años las actividades de ANV dentro de la teoría de que todo es ETA, proceso que posteriormente desembocó en la ilegalización del partido por parte del Tribunal Supremo.

  • Fundamentos ideológicos

En principio, para analizar los fundamentos ideológicos de una organización política hay que dirigirse a los documentos ideológicos y políticos aprobados en sus diferentes asambleas y/o congresos, pero posteriormente no hay que dejar de perder la perspectiva de su praxis política diaria. Esta forma de estudio en el caso de ANV, hay que aplicarla, aún más si cabe, porque la evolución del partido se va dando en su lucha política diaria, madurando sus posicionamientos ideológico-políticos hasta que son posteriormente aprobados en sus diferentes congresos.

El nacimiento de ANV hay que situarlo en las postrimerías del Régimen monárquico –noviembre de 1930- lo que le obliga a entrar en una dinámica de trabajo político que en muchos casos le va a impedir profundizar ideológica y políticamente al estar volcado en labores políticas de cara al exterior. No hay que olvidar que en abril de 1931 se celebran elecciones municipales, proclamándose a los pocos días la II República y celebrándose posteriormente unas elecciones legislativas.

 

El manifiesto de San Andrés. El nacimiento de Acción Nacionalista Vasca (ANV-EAE)
Monolito ANV

En el Manifiesto de San Andrés los fundadores de ANV ponen las bases ideológicas y programáticas de esta organización política. Este manifiesto no es un documento extenso, el cual se divide en tres bloques: Base ideológica, norma fundamental de su actuación y criterios de actuación en los momentos actuales, que a su vez se divide en dos apartados. Los dos primeros bloques son breves pero condensan en ellos su ideología y su forma de actuar. En el tercer bloque desarrolla la forma de hacer política con respecto a Euskadi y con respecto al Estado español.

En la base ideológica propugna el derecho a la libre determinación del pueblo vasco

“La afirmación efectiva y eficaz de la personalidad nacional del País Vasco […] originada por la estimación sentimental y reflexiva de sus características, afianzadas en la voluntad popular; y el reconocimiento y adhesión a todas las consecuencias naturales, lógicas y jurídicas que de esta afirmación se derivan y que, a su vez, cristalizan en la decisión de propugnar y recabar para la colectividad nacional vasca un régimen político que le permita disponer libremente de sus destinos”.

La norma fundamental de actuación se basa en la actuación conjunta con cualquier organización que reconozca “la personalidad propia y diferencial del país”. Lo que podríamos definir como el reconocimiento de Euskal-Herria como pueblo.

Por lo que respecta a los criterios de actuación que se plantea a nivel de Euskadi son:

  • La difusión del euskera y la cultura vasca.
  • Trabajar políticamente para una cohesión política y administrativa de Euskadi.
  • Labor política en favor de la problemática social existente, en concreto lo referente a la relación capital-trabajo.
  • La colaboración con cualquier partido político que se posicione a favor de los derechos de Euskadi o que persiga la “constitución de un Estado español menos unitarista que el actual”.

Por lo que respecta a los criterios de actuación con respecto a España:

  • Plantea un trabajo conjunto con los partidos que reconozcan los derechos nacionales de los pueblos que forman el Estado español, así como que tengan una concepción progresista de la cuestión social:

“Colaborando con los partidos que reconozcan los derechos de las colectividades nacionales a disponer de sus destinos: que tiendan a una estructuración del Estado español menos unitarista que el actual: que mejor garantice los derechos individuales […] que resuelva con mayor espíritu de justicia y equidad los problemas sociales; que reduzcan el Ejército a la esfera de su propia función…”.

  • Reconoce la existencia de diferentes pueblos dentro del Estado español con los que desean que las relaciones sean cordiales.

ANV nace como fruto de una serie de influencias que tiene desde las reflexiones de algunos personajes públicos de ideología independentistas, pasando por la ponencia que se manejó para la fusión de Comunión Nacionalista Vasca y Aberri y la influencia del nacionalismo republicano catalán (ERC), así como algunos de los movimientos independentistas que se daban en ese periodo en Europa, en concreto, el Sinn Féin irlandés.

Como se ha dicho con anterioridad, ANV inicio un camino de deconstrucción del nacionalismo sabiniano para construir un nacionalismo democrático, progresista, aconfesional y profundamente republicano. Rechaza los dos aspectos en los que se fundamenta la ideología sabiniana: Jangoikoa eta Lege Zaharrak (Dios y las Leyes Viejas). La confesionalidad es sustituida por la Patria y la tradición aranista recogida en las “Leyes Viejas” o derechos históricos será marginado por el concepto de libertad entendido como derecho de autodeterminación. De ahí que el lema de ANV sea el de Aberri ta Askatasuna (Patria y libertad).  ANV asume la aconfesionalidad como base ideológica y política siendo respetuosa con el hecho religioso. De hecho, los fundadores y líderes del partido son católicos pero parten de la premisa que el factor religioso debe de quedar separado de la ideología política. Por lo que respecta a la raza, si bien “admite la raza como cimiento de nacionalidad” la obvia para dejarla sin valor político para llegar a condenar el racismo. Un lema clásico de ANV en esta época es “No importa de dónde vienes, sino a donde vamos”.

ANV hace una apuesta táctica de llegar a acuerdos políticos con toda organización política que reconociendo al pueblo vasco como hecho diferencial dentro del Estado apueste por una configuración federal del Estado español.

  • Evolución de ANV durante la II República

Por lo que respecta a la evolución del nacionalismo vasco progresista, representado en ANV, hay que decir que su primer congreso no se celebra hasta 1936. Sin embargo, como se ha dicho con anterioridad, la praxis política seguida por esta organización sirve para poder decir que poco a poco va avanzando hacia el campo socialista no marxista. Los artículos que aparecen en la prensa y revistas de esta organización son muy elocuentes al respecto.

ANV se mueve dentro de los parámetros de un nacionalismo moderno en el marco de una sociedad industrializada y social y políticamente plural. Su concepción de separar la religión de la política, definiendo “el hecho religioso como una opción estrictamente personal y no social o grupal” y fraternal con la emigración le enfrentará a los defensores del nacionalismo tradicional.

Desde el arranque de la II República se posiciona en favor de una Constitución federal para el Estado español y de la formación de un Gobierno Vasco provisional, siguiendo los pasos de la Generalitat de Cataluña, si bien la cuestión catalana estaba recogida en el Pacto de San Sebastián firmado por las fuerzas antimonárquicas. El partido se vuelca en la consecución de un Estatuto lo que le lleva a ir posponiendo el debate en el plano económico y social.

En un documento de febrero de 1933, con motivo de la constitución de ANV en el territorio de Navarra, recoge el programa de esta formación. En él se reafirman en el “principio fundamental del derecho de autodeterminación que se hace extensiva a las nacionalidades históricas peninsulares”, aceptando como punto de arranque el Estatuto de Autonomía. En el ámbito religioso defiende la aconfesionalidad, “aceptando la catolicidad como acto íntimo y personal pero abjurando de la intromisión de la religión y la Iglesia en la política”. Como partido republicano defiende esta fórmula de gobierno como “la estructura estatal más democrática y equilibrada”. Realiza una denuncia de la situación socio-política posicionándose en favor de “socializar el sistema productivo y el régimen de propiedad”. Propugna “la distribución más equitativa de los rendimientos del capital y la igualdad social”, planteando “un sistema fiscal más equitativo consolidando los derechos de los obreros en toda su amplitud y con todas las prerrogativas internacionalmente reconocidas”. En el campo cultural y educativo se posicionan por una enseñanza que sea patrimonio del pueblo y que no sirva para favorecer a la clase privilegiada. “La socialización de la cultura es la base de la dignidad del hombre y del trabajador, y el motor del desarrollo de un país”, estando a favor de que sea obligatoria y gratuita. Defiende la creación de una Universidad Pública Vasca y la defensa del euskera.

Este documento es mucho más avanzado que el Manifiesto de San Andrés. Es un avance ideológico hacia la izquierda que irá madurando hasta convertirse en una organización socialista no marxista. En este contexto, ANV utilizará dos lemas muy clarificadores: “Aberri ta Askatasuna” (Patria y Libertad) y “Euskadi libre, gizon libreentzat” (Una Euskadi libre para hombres libres).

Durante este periodo dentro de ANV conviven dos corrientes: moderados y progresistas que se reflejan en las asambleas que celebran durante la II República que van consolidando la ideología socialista.

I Congreso de ANV-EAE

En el I Congreso que celebra esta formación el 28 de junio de 1936 en Bilbao se produce el giro ideológico y político hacia el socialismo. Producto del trabajo político que ha llevado desde su fundación, ANV cierra este ciclo dando un salto cualitativo desde el Manifiesto de San Andrés al documento que es aprobado en este Congreso.

En este Congreso queda derogado el Manifiesto de San Andrés por un nuevo documento político más avanzado en consonancia con la última asamblea que esta organización celebró en Éibar en septiembre de 1935.

En el texto que se aprueba se define de forma nítida como un partido independentista. Su base ideológica se sustenta en el “reconocimiento previo de la personalidad nacional de Euskadi” definiéndola “como una colectividad nacional constituida por el conjunto de los siete Estados vascos” (los siete territorios que lo forman), y en base a ello hace una declaración en favor de la soberanía del pueblo vasco en los siguientes términos:

“Acción Vasca declara que el pueblo vasco no puede tener más norma reguladora de sus destinos que su propia y soberana voluntad y, en consecuencia, proclama aspirar a que Euskal Herria se rija y gobierne libremente por sus propios imperativos”.

Dentro de este contexto se posiciona en favor del internacionalismo fraternal entre los diferentes pueblos en los siguientes términos:

                “Aboga también Acción Vasca por una sólida hermandad entre los pueblos que, cristalizando en la constitución sobre las bases firmes de una federación de naciones, supere la artificiosa actual concepción de Estado y estabilice una era de convivencia y compenetración internacional progresivamente humana”.

                Es la primera vez que el nacionalismo vasco hace una declaración en la que se conjuga el derecho de Euskal Herria como pueblo a ejercer su soberanía nacional y a apostar por una solidaridad internacional entre pueblos diferentes. Este planteamiento supera el concepto existente dentro del nacionalismo sabiniano y de los nacionalismos europeos de corte tradicional.

                Por lo que respecta a la forma de gobierno se “considera indispensable la forma de gobierno republicana como garantía normal de desenvolvimiento de la democracia”, siendo partidarios de:

“dotar a dicha forma de gobierno de una estructura constitucional que asegure a los ciudadanos integrantes de la colectividad estatal vasca, la realidad y la eficacia de los derechos inherentes a la personalidad humana para, de ese modo, llegar a la ideal concreción de una Euzkadi[2] soberana de sí misma, con hombres soberanos de su propio fuero”.

Dentro de este planteamiento político “Euzkadi debe constituir un solo Estado indivisible” siendo solo reconocida “la voluntad popular como única fuente de derecho y origen exclusivo y legítimo de todo poder”.

Si dentro de la teoría política a la hora de reconocer al pueblo vasco como nación y ejercer su derecho para constituirse en Estado es una novedad respecto al nacionalismo vasco sabiniano, lo que será un salto cualitativo es su posicionamiento en el orden socioeconómico. Se posiciona en contra de la explotación capitalista como camino para preservar la dignidad de la humanidad

“Acción Vasca aspira a la implantación en Euzkadi de un régimen económico-social que suprima la actual dependencia de unos hombres sobre otros, como único medio positivo de asegurar a todos los ciudadanos el disfrute de una vida verdaderamente digna y libre”.

Por lo que respecta al sistema económico por el que se debe gestionar la economía vasca manifiestan que debe ajustarse “a la convivencia y necesidades generales de la nación y a la posibilidad de sus recursos”. Para ello, para ANV es imprescindible que el Estado vasco controle una serie de medios de producción que sean necesarios para el empleo de masas trabajadoras y que su finalidad sea el servicio al interés general:

“Es imprescindible que se halle en poder del Estado vasco la propiedad y, por tanto, la facultad de explotación, de la gran industria, suelo, riquezas naturales, fuentes de energía, medios de comunicación y de transporte, banca, seguros y, en general, todos los servicios fundamentales de la economía y de aquellas actividades que requieren el empleo de masas trabajadoras cuyo fin sea el servicio de interés general”.

Por lo que respecta a la actuación política va a conjugar el vasquismo y el internacionalismo “puesto que constituyendo el internacionalismo el reconocimiento y exaltación más ferviente y humano de la nacionalidad, estima que ambos postulados se complementan y robustecen al presentarse inmediatamente unidos”.

Su táctica política para el momento político “y en tanto se alcancen las metas fijadas en los principios fundamentales” (anteriormente expuestos) establece una serie de líneas generales que pueden definirse como su programa político a corto plazo que definen a ANV como una organización abertzale, internacionalista, de clase, aconfesional si tener nada que envidiar a cualquier organización de izquierdas del momento.


[1] Para la redacción de este artículo he utilizado como base el  libro de Renobales, Eduardo: ANV, el otro nacionalismo. Historia de Acción Nacionalista Vasca-Eusko Abertzale Ekintza. Editorial Txalaparta, Tafalla, 2005 y la Enciclopedia Auñamendi, que puede consultarse por Internet- Auñamendi Eusko Entziklopedia (eusko-ikaskuntza.eus). Los fragmentos de este artículo que están en cursiva están obtenidos de las obras anteriormente citas.

[2] Euzkadi: El término Euskadi en aquella época se escribía con “z”. La palabra Euzkadi es un neologismo que inventó Sabino Arana porque la palabra que siempre se había utilizado para denominar a los siete territorios históricos es Euskal-Herria. Posteriormente se ha uniformado la gramática y ha pasado a escribirse con “s”. En la actualidad con “z” únicamente lo suele utilizar el PNV.

¿A qué llamamos democracia?

El jueves 18 de noviembre ha habido un debate en la Asamblea de Madrid sobre Cuba. Estas son las cosas de vivir a la madrileña. Para algunos la Comunidad de Madrid es una Arcadia feliz, en la que no existen problemas de ningún tipo, no hay esperas en la Sanidad Pública y no pasa nada porque el Gobierno madrileño haya tenido que destruir cien mil vacunas contra el COVID porque por su ineptitud se les han caducado. Eso por no hablar de las carencias y falta de recursos en la Educación Pública. Entonces su mejor forma de que no se hablen de los problemas existentes en la Comunidad de Madrid es que el partido del Gobierno de Ayuso, el PP, presente una PNL, para considerar a Cuba una dictadura y que el Gobierno del Estado pida en la UE que se impongan sanciones contra Cuba. En  resumen, el objetivo de la extrema derecha liderada por Ayuso es que en la Asamblea de Madrid se hable de todo menos de los problemas de la ciudadanía de Madrid.

En el debate de esta PNL ha habido una intervención del diputado de Más Madrid, Hugo Martínez Abarca, que me ha parecido interesante, al margen que pueda compartir, más o menos, el contenido de su discurso, pues el tema de Cuba da para muchas consideraciones y diversas perspectivas.

Mi intención es poner el foco en el inicio de su intervención. Cuando condenó todo tipo de dictaduras, sin excepción, las definió como todas aquellas en las que no hay elecciones libres y pluralistas y donde no se respetan los derechos humanos. Y al hablar de Derechos Humanos, incluyó en este concepto, por un lado, los derechos civiles y políticos y, por otro, los derechos sociales. Un debate que ha sido muy recurrente durante el siglo XX y que, con gran acierto, en su intervención incluyó los derechos medioambientales, pues la situación actual nos lo está exigiendo de forma urgentísima.

Su intervención dio para mucho, porque en menos de dos minutos supo centrar la respuesta que se merecía la propuesta del PP. Pero en toda esta batalla dialéctica casi siempre tiene que salir Cuba u otros países, pero nunca se mira de puertas para adentro, a lo que se denomina democracias occidentales, el concepto de democracia formal que para algunos roza la perfección pero que al final de este artículo ya veremos si son tan perfectas.

Democracia, palabra griega, que viene a significar “poder del pueblo”, procede de la Grecia Clásica, y ya en aquella época se podía decir que no existía una democracia plena porque estaba reservada únicamente para los hombres libres y no para los esclavos que existían en las Polis griegas. Por tanto, el término no se llegó a aplicar en su plenitud. Pero volvamos a nuestros días.

Como cuestión previa, la izquierda a lo largo del siglo XX, a la hora de discutir sobre democracia y derechos humanos y para defender sus postulados y contrarrestar el discurso liberal, siempre ha ido al terreno de los derechos sociales, pues es una de las patas que sustenta los derechos humanos y el músculo que siempre han enseñado las ideologías de izquierdas, pero también se puede desnudar el discurso liberal desde los valores que representan los derechos civiles y políticos, porque liberales y conservadores ni tienen su exclusiva ni están en disposición de dar ejemplo en la defensa de estos derechos.

Los derechos sociales como pueden ser el derecho a una educación o sanidad pública, una vivienda o un trabajo digno no los voy a tratar, porque las democracias de nuestro entorno tendrían el mayor de los suspensos.

A lo largo de este artículo, para intentar entender lo que es la democracia y todo lo que con ella conlleva, voy a plantear diferentes preguntas para, a través de sus respuestas, intentar encontrar algo de luz en este debate y poder tener claro donde se ubica la democracia plena. Si es allí donde hay elecciones que están consideradas como libres y pluralistas y donde se supone que se respetan los derechos civiles y políticos.

¿Son las elecciones el instrumento para definir a un pais como democrático? En principio, es muy normal que para hablar de democracia y contraponerlo con una dictadura se utilice como recurso dialéctico que se den unas elecciones libres y plurales. Hay países donde se celebran elecciones que tienen el beneplácito de los países occidentales y no cumplen los requisitos mínimos para considerarlos democráticos.

Tenemos ejemplos de elecciones que en muchos casos ya se encargan los medios de comunicación de que los tengamos presentes estigmatizándolas como no libres, pero en otros, pasan de forma inadvertida. Este es el caso de Marruecos, que es una monarquía. En eso se parece al Reino de España, y donde se celebran elecciones legislativas. Pero hay que tener unas tragaderas muy grandes para poder afirmar que Marruecos es una democracia. Y no lo digo ya por el caso sangrante del Sahara Occidental. Es que en Marruecos la disidencia se paga en la cárcel. Mas sangrante, aun si cabe, es el caso de Turquía, que hay elecciones y se presenta la oposición y los partidos kurdos, pero donde la represión contra la posición está generalizada. Y he cogido como ejemplo estos dos países, porque tienen unas relaciones muy importantes con los países occidentales, hasta el extremo que Turquía pertenece a la OTAN, organismo internacional que para algunos es el gran defensor de la democracia en Occidente, cosa con la que me permito disentir en su totalidad. Casualmente, hace pocos días Pedro Sánchez ha realizado una visita política a Turquía, lo que no deja de ser una cobertura internacional para ese régimen.

Entonces, si tenemos claro que la celebración de elecciones no es un requisito suficiente para poder catalogar a un país como democrático, paso a formular la siguiente pregunta.

¿Qué tipo de elecciones son más o menos democráticas? Dentro de este grupo encontramos esos procesos electorales en los que no todos los ciudadanos de un Estado tienen la posibilidad de poder ejercer el derecho al voto. El derecho a ejercerlo existe para todos ellos, pero requiere una serie de requisitos burocráticos que, casualmente, para los ciudadanos con menos recursos económicos, el poder ejercer el derecho al voto les puede suponer muchos más problemas que a otros ciudadanos de ese Estado. Un ejemplo de esta situación se da en los EEUU. La normativa lectoral siempre ha sido motivo de una gran abstención en los extractos más humildes de la sociedad americana. Para poder ejercer el derecho al voto es necesario que previamente el ciudadano lo haya solicitado en el plazo establecido para ello, a lo que hay que añadir las dificultades existentes para poder ejercer el voto el día de las elecciones. Por tanto, no todos los ciudadanos tienen las mismas posibilidades de ejercer el voto, y por  tanto, esta democracia demuestra sus carencias.

En una democracia las elecciones no dejan de ser un proceso electoral que da comienzo unos meses antes de la celebración de las elecciones, lo que nos lleva a plantear la siguiente pregunta: ¿Qué condiciones se tienen que dar para que un proceso electoral se pueda calificar de democrático? Entiendo que para que se dé un proceso con todas las garantías democráticas debe de reunir una serie de requisitos que podrían resumirse en lo que paso a relacionar.

El primer requisito es que todas las opciones tengan la misma posibilidad de llegar a la ciudadanía. Por tanto, no es concebible que haya partidos que realicen un despliegue de medios para los que necesitan de una financiación que en muchos casos su procedencia es muy dudosa. Los partidos políticos para financiar las campañas recurren a las aportaciones de militantes y a la financiación a través de préstamos que les conceden las entidades financieras. Esto me lleva a plantear que si un partido tiene una deuda con una entidad financiera ¿qué capacidad va a tener a la hora de legislar sobre un tema que afecte al sector financiero? Por lo que respecta a las aportaciones privadas que reciben, eso no deja de ser un agujero negro, en el que grandes corporaciones han financiado a partidos políticos a cambio de suculentos negocios, lo que pone en tela de juicio la calidad democrática en los países en los que se dan este tipo de prácticas, entre los que se encuentran muchos países occidentales y uno de ellos es el Estado español.  Por tanto, los procesos electorales que se dan en los países occidentales para que los podamos considerar como democráticos deberían cambiar de forma radical, porque el sistema actual sencillamente no es que no sirva, es que está viciado de raíz y quien se ve afectada es, como no podía ser de otra forma, la democracia.

El segundo requisito es el acceso por parte de la ciudadanía a una información veraz. En democracia la información que recibe la población es algo fundamental, pero durante un proceso electoral tiene mayor relevancia. De hecho es un elemento  fundamental para poder ejercer el derecho al voto sin ser manipulado, pero en el siglo XXI, con la revolución tecnológica, tiene una importancia mucho mayor, puesto que con las nuevas tecnologías se corre el riesgo de la propagación de fake news, lo que conlleva una manipulación de la ciudadanía y eso adultera cualquier proceso electoral.

Esta situación se agrava de forma peligrosa si detrás de esas malas prácticas encontramos a los aparatos del Estado junto a medios de comunicación que realizan auténticos trabajos de fontanería para desprestigiar ante la opinión pública ciertas opciones políticas. Este modus operandi no es un hecho aislado. En los países occidentales suele suceder con cierta frecuencia, pero en el Estado español lo hemos visto en varias ocasiones. Las campañas de intoxicación para desprestigiar a los partidos partidarios del Proces de Catalunya, a Podemos en 2016 o las innumerables campañas para intoxicar a la izquierda abertzale han sido una constante.

En el Estado español está probada la existencia de estas prácticas por parte de los aparatos del Estado en colaboración con medios de comunicación y esta democracia tan sumamente avanzada en la que con tanta frecuencia la ponen como ejemplo ha sido incapaz de condenar a nadie por ello. Pues es importante tener claro que eso no es ejercer la libertad de información. Eso es, sencilla y llanamente, intoxicación.

En el marco del derecho a una información veraz, no se puede pasar por alto que la inmensa mayoría de los medios de comunicación pertenecen a grupos económicos, lo que implica que sus medios de comunicación están mediatizados por los intereses que tienen en diferentes sectores económicos y a nivel general. Otro motivo más para que la información que llega a la población se vea contaminada en función de los intereses torticeros de los grupos económicos que controlan los medios de comunicación, que forman lobbys y que no son más que un peligro para la democracia real.

Entonces, podemos decir que encontrar elecciones libres y plurales se nos antoja un tanto complicado.

Si ahora pasamos a analizar los derechos civiles y políticos, esos que tanto le gusta reivindicar al neoliberalismo, vamos a ver cuánto de democrático nos podemos encontrar en nuestro entorno. Es más, no voy a tener presente toda esa lista de países que están en las antípodas de estos derechos, pero que están muy bien vistos en las democracias occidentales, y me estoy refiriendo a países que son auténticas dictaduras, pero con los que Occidente tiene una relación muy estrecha. Países como Arabia Saudí o los países del Golfo gozan de toda la cobertura de Europa y EEUU.

Cuando hablamos de derechos civiles y políticos hay que referirse a derechos fundamentales como libertad de expresión, asociación, manifestación, etc… Y estos derechos en muchos países occidentales están cada vez más cercenados. Y si hay algún país que va a la cabeza, ese es el Estado español. No es que el TEDH haya condenado de forma sistemática muchas de las decisiones adoptadas por algunos de sus aparatos del Estado, es que los derechos civiles y políticos han sido vulnerados de forma sistemática. Y los últimos años han sido un ejemplo de la vulneración de estos derechos.

Se ha intentado criminalizar el hecho poner urnas en Catalunya como herramienta de participación y expresión popular. Pero los mismos que persiguieron esto, paralelamente apoyaban a la oposición venezolana en una consulta que organizaron por su cuenta, al margen de las instituciones de este país.

El Estado español tiene un déficit democrático importante, no sólo con la existencia de la Ley Mordaza, sino con la tipificación en el Código Penal de un delito como es la sedición, que no existe en los códigos penales europeos, y que el Gobierno actual, para algunos el más progresista de la historia de España, es incapaz de derogar. Y la tipificación penal de la sedición es un tema muy peligroso, porque la sentencia del Proces ha hecho saltar todas las alarmas, pues con la sentencia en la mano da cabida a que se aplique a un sinfín de protestas, como puede ser la lucha contra los desahucios, o en el marco de una huelga general.

Como las democracias formales de corte occidental están compuestas de tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), uno de ellos, el judicial, está enfangado en uno de los mayores ridículos a nivel internacional. Todos sus intentos de extraditar a Puigdemond se están dando de bruces con la justicia de varios países europeos y con la justicia de la Unión Europea. El ridículo que los jueces españoles están haciendo en Europa está siendo alarmante, porque quien queda tocada es esa democracia que a estas alturas de este modesto artículo no está como para ponerla de ejemplo por el extranjero.

Pero sin duda alguna, uno de los casos en el que los diferentes tribunales españoles han actuado con mayor escarnio ha sido el encarcelar a los líderes de la izquierda abertzale por intentar hacer política para poner los mimbres para el fin de ETA. El TEDH, una vez más, desautorizó a la justicia española y ya uno no sabe cuántas van. Este es el respeto a los derechos civiles y políticos.

Sin un mayor deseo de extenderme, pues no deseo alargarme en exceso, es necesario decir que las democracias occidentales, empiezan a dar síntomas de agotamiento preocupante. Es por ello que la extrema derecha está ganando posiciones. No han aprendido de los errores que se cometieron en el periodo de entreguerras (1919-1939), y que sirvieron para el auge del nazismoy el fascismo. Y como el sistema económico acaba por imponerse al sistema político, es decir, el capitalismo se impone a la democracia, el primero es el que marca los designios del segundo y si el que prima (el capitalismo) ve peligrar su hegemonía, no dudará en utilizar cualquier fórmula para imponerse, y si para ello tiene que aupar al fascismo, que a nadie le quepa la menor duda que lo hará, que la cuenta de resultados es lo que marca la agenda y no los conceptos de  elecciones libres, pluralistas y el respeto a los derechos humanos.

Y después de todo lo dicho hasta aquí, si alguien lo desea, hablemos de Cuba, pero siempre con rigor democrático.

La Sierra de Guadarrama víctima de la industria del esquí

A lo largo de estos días hemos estado inmersos en la cumbre de Glasgow, en la que se ha estado debatiendo para intentar superar la crisis climática que nos acecha. Los resultados siguen siendo decepcionantes, porque todo se queda en buenas palabras, pero, desgraciadamente, muy lejos de las medidas que la situación requiere. El capitalismo se resiste a renunciar a seguir obtenido grandes beneficios a costa de la salud de nuestro planeta y por tanto de la nuestra. La cuenta de resultados de las empresas está por encima del bienestar de la humanidad.

No nos engañemos. El capitalismo no tiene ningún interés en cambiar de actitud y si entra en este tipo de conferencias, es más por una cuestión de imagen, que por un interés real, porque cuando luego hay que bajar a los problemas del día a día, su aptitud es la misma que ha tenido desde el inicio de lo que hoy podemos definir como sociedad capitalista.

Tampoco es una novedad que cuando el capitalismo tiene dificultades para defender sus intereses y privilegios, porque estos están en peligro, no repara en medios para poder mantenerlos intacto. Para ello aplican la máxima del “todo vale” y echan mano de todo tipo de argumentos y artimañas, y si es necesario, alimentan al fascismo para que les realice el trabajo sucio.

Todo esto aun siendo obvio es necesario recordarlo pues hoy traigo aquí un problema de un gran impacto medioambiental que se da en las comunidades de Madrid y Castilla y León. En concreto, en la Sierra de Guadarrama. Me estoy refiriendo a las pistas de esquí existentes hasta la fecha en el entorno del puerto de Navacerrada y que allá por el mes de marzo el Ministerio de Transición Ecológica decidió no renovar la concesión a la empresa concesionaria.

El motivo aducido por la Administración Central se fundamenta en la subida de las temperaturas, debido al cambio climático, lo que aboca a no hacer viable el mantenimiento de la concesión para un negocio basado en la nieve.

Para las personas que no conozcan la zona, voy a ser muy conciso. El entorno del puerto de Navacerrada es el entorno montañoso que más cerca está de la metrópoli madrileña y una zona magnífica para tener un contacto directo con la naturaleza y practicar senderismo siempre respetando el medio ambiente. El incremento de las temperaturas, como consecuencia del cambio climático ha originado un descenso importante de las precipitaciones en forma de nieve en esta zona, por lo que la práctica del esquí en esas instalaciones se ha resentido considerablemente.

Por lo que respecta a las pistas de esquí que existen en ese entrono, tienen una antigüedad cercana a los setenta años, pero, lo más importante, la existencia de esas pistas ha originado un grandísimo impacto medioambiental. Se mire como se mire, las instalaciones de esquí han supuesto un deterioro paisajístico que se ha ido acrecentando a lo largo del tiempo. Desde la tala de árboles, el acondicionamiento de laderas de montaña para la práctica de este deporte y, una de las cosas más graves, la construcción de las instalaciones necesarias para la práctica de este deporte, como pueden ser los remontes, cañones de nieve y otro tipo de edificaciones que han originado un gran deterioro del entorno.

El motivo aducido por el Ministerio de Transición Ecológica para su no renovación no deja de ser un tanto endeble. No porque no le asista la razón, sino porque hay innumerables motivos que podrían fundamentar esta decisión, además del que aportaron en su momento.

La Sierra de Guadarrama por su vertiente sur, que corresponde a la Comunidad de Madrid, ha sufrido un impacto urbanístico, que se puede decir, sin ningún género de dudas, que es irreparable. La proliferación de edificaciones ha sido una constante a lo largo de varias décadas, sin que nadie haya puesto coto a esta barbaridad de crecimiento urbanístico.

Las políticas del ladrillazo se han cebado con diversos parajes naturales. Además de los pelotazos urbanísticos que han surgido al amparo de las políticas neoliberales en la regulación del suelo, la Sierra de Guadarrama lleva sufriendo durante muchos años un deterioro que si no se le pone coto de forma inmediata, la situación va a ser irreversible a todas luces. Y todas las infraestructuras necesarias para la explotación de las pistas de esquí son responsables directos de ese deterioro.

La situación en este momento es un tanto kafkiana, porque según las informaciones que se han publicado en algunos medios de comunicación, la empresa concesionaria, no sólo se niega a retirar las instalaciones existentes, en virtud del fin de la concesión y, previa petición de la Administración Central, sino que tiene intención de abrir las instalaciones para su explotación el próximo 1 de diciembre. Habrá que esperar a ver que sucede ese día, pero esperemos que el Ministerio de Transición Ecológica tome las medidas oportunas para que la concesionaria no actúe a su libre albedrío.

Ante esta situación la Comunidad de Madrid, teniendo en cuenta que el ultraliberalismo campa a sus anchas en sus despachos, con el apoyo imprescindible de la extrema derecha, ha decido dar batalla. Como no podía ser de otra forma, están en contra del cierre de las pistas de esquí y han llamado a arrebato. Como no podía ser de otra forma, a la extrema derecha española (PP-VOX) el medio ambiente nunca ha estado en sus agendas, entre otras cosas, porque son los responsables, que no los únicos, de los desmanes urbanísticos que se han dado en el entorno, pues la inmensa mayoría de los ayuntamientos de la zona los llevan gobernado desde hace bastantes años.

Lo que ocurre es que a todo esto hay que añadirle que la extrema derecha española es negacionista del cambio climático. Sólo hay que escuchar a personalidades importantes del PP, como Aznar, Rajoy, etc… o a líderes de VOX, lo que opinan sobre tema. La gran preocupación es la obtención de beneficios de las empresas, aunque sea a costa del deterioro irreversible del medio ambiente. Por lo que en esa confrontación entre intereses empresariales y medioambientales, la extrema derecha siempre va a elegir lo primero. Su único objetivo es la acumulación de riquezas aunque eso realmente sea pan para hoy pero hambre para mañana, porque si el planeta colapsa, lo hacemos todos. Son las teorías cortoplacistas del liberalismo económico.

No hay que olvidar que muchas estaciones de esquí sobreviven gracias a las ayudas públicas, pues son deficitarias. Tienen que recurrir a las administraciones públicas para que las explotaciones sigan siendo viables, sin ser una actividad que esté extendida entre la población en general, pues sigue siendo un deporte muy minoritario, pero con un grandísimo coste en infraestructuras.

En toda esta historia falta un elemento que he mencionado en la introducción que he realizado, y corresponde a la intervención de la extrema derecha española, el fascismo del siglo XXI. Son los negacionistas del cambio climático elevados a la enésima potencia. No hay duda de cuál va a ser su postura, pero a la hora de utilizar un argumentario tiran de falsedades, demagogia y lo que haga falta. Al fin y al cabo, la cobertura mediática que tienen les posibilita todo ello. Y en este tema no han tenido mejor idea de unir cultura y esquí. A cualquier persona en su sano juicio le puede chocar, pero así es.

VOX ha presentado una iniciativa para que la Comunidad de Madrid declare a las pistas de esquí de Navacerrada que están en la vertiente madrileña, como Bien de Interés Cultural. Debe de ser que quieren equipar las pistas de esquí al Museo del Prado o al Acueducto de Segovia. Dos bienes de interés cultural muy cercanos a donde se encuentran las pistas de esquí. Pero no sería de extrañar que esa estrategia les de resultado y mucha gente se trague el anzuelo, al fin y al cabo es la misma que han utilizado para hacer ver que la caza y los toros son bienes de interés cultural. Algo que en pleno siglo XXI no deja de ser una aberración.

Detrás de todo esto no hay otra cosa que mantener su modelo económico y de ocio, pensado en defender los intereses de una minoría y nunca en los intereses de la ciudadanía en general. Y para ello lo disfrazan  con términos, como en este caso “bien de interés cultural”, que nada tienen que ver con la cultura, pero mucho con intereses de otra índole.

Para que la situación tenga un toque algo más surrealista, el pasado sábado 13 de noviembre, el puerto de Navacerrada tuvo unos visitantes muy especiales. VOX se manifestó en contra del cierre de las pistas de esquí, pidiendo que Navacerrada sea declarado bien de interés cultural. En su lema no hablaban de pistas de esquí, porque de esa forma quedan a relucir sus intereses. Pero una vez más, el fascismo trata a la gente como imbécil. Quizá porque por desgracia, su estrategia le ha dado muy buenos resultados.

Golpe de estado contra la separación de poderes

Desde hace tiempo la calidad de la democracia en el Estado español está en la UCI. Realmente cuando se supone que fue concebida la democracia española, ésta ya nació con más de una tara y anomalía por todos conocidas. La herencia franquista en los diferentes estamentos del Estado es algo que no es necesario volver a recordarla.  Ni tampoco es necesario resaltar que el Poder Judicial del régimen del 78 no era ni más ni menos que el Poder Judicial franquista. Las mismas togas pasaron de aplicar la justicia franquista a dictar resoluciones bajo el paraguas del nuevo régimen.

A lo largo de los años ese Poder Judicial ha coexistido con el régimen existente sin grandes sobresaltos. Cuando ha tenido que dictar sentencias para apuntalar el régimen 78 ha tenido grandes alabanzas de los partidos que llevan sustentando este entramado desde hace más de cuarenta años (PSOE-PP). Y han sido varias las ocasiones en las que se han dado circunstancias que se han roto más de una costura del traje del supuesto Estado de derecho. Generalmente en la inmensa mayoría de esos casos el origen del conflicto procedía de la periferia territorial. Cuando han tenido que juzgar hechos cuya procedencia había que buscarla en disputas políticas procedentes de Euskal Herria y Catalunya, las más altas instancias de la judicatura española no han tenido ningún reparo en hacer volar por los aires todo lo que suene a un modelo de justicia garantista o a cualquier derecho fundamental que tengan las personas encausadas.

El problema es que estos casos de vulneración de los derechos civiles y políticos han sido vistos desde el resto del Estado como una cuestión lejana, que parecía que no iba con ellos. Pero de un tiempo a esta parte, en concreto, desde que en enero de 2020 fue investido el Gobierno de coalición actual, las togas empezaron a disparar a otros objetivos. De hecho, hace un año publiqué un artículo que lo titulé “Golpe de Estado de baja intensidad”[1], pues ya se venían dando ciertos episodios que eran muy preocupantes.

Este golpe de estado de baja intensidad, como hasta la fecha no ha logrado su objetivo, que no es otro que derrocar a este gobierno para que la extrema derecha acceda al poder, ha ido subiendo peldaños y el último ha sido la retirada del acta del diputado de Unidas Podemos, Alberto Rodríguez. En esta tesitura, la izquierda española empieza a vivir auténticas pesadillas desde que ha pasado a estar en el punto de mira de los poderes del Estado, convirtiéndose en el blanco de sus ataques con el objetivo de finiquitarlos políticamente y que vuelvan a la irrelevancia política.

El caso de Alberto Rodríguez es de una gravedad enorme, que se puede resumir con la siguiente frase: el Poder Judicial, con sus resoluciones, pisotea la separación de poderes para dejar sin efecto la voluntad de la soberanía popular que está representada en el Parlamento. Pero como he dicho anteriormente, esta forma de actuar por parte del Poder Judicial no es nueva. Existen precedentes que tienen muchos elementos en común con el caso de Alberto Rodríguez y que es necesario tenerlos presentes para poder tener una mejor visión de la involución que se está viviendo en algunas instituciones del Estado.

Los ataques e injerencias del Poder Judicial hacia el Poder Legislativo han logrado condenar a presidentes y miembros de la mesa de órganos legislativos, como son los casos vividos en el Parlamento Vasco y en el Parlament de Catalunya.

En el primer caso la mesa del Parlamento Vasco se negó a disolver el grupo parlamentario Sozialista Abertzaleak a requerimiento del Tribunal Supremo. Por dicho motivo condenó a su presidente, Juan Maria Atutxa (PNV) y a otros dos miembros de la mesa, Gorka Knörr (EA) y Kontxi Bilbao (EB Berdeak). Un caso de injerencia del Poder Judicial sobre el Legislativo autonómico vasco. El presidente del tribunal que les condenó era Marchena. El caso, como no podía ser de otra forma, acabó en TEDH, que dio la razón a los condenados y anuló la condena impuesta.

El segundo caso es la condena a Carmen Forcadell (ERC), siendo presidenta del Parlament de Catalunya. Los motivos que justificaron la condena es que facilitó el debate y aprobación de las leyes de desconexión. Por ello fue condenada por sedición, es decir, por dejar que en el Parlament se pudiera discutir una ley, que es para lo que se supone que sirve una cámara legislativa, para que sus miembros debatan y aprueben leyes, y luego ya se verán si se ajustan a la legislación o no, pero a priori, en un parlamento todo es discutible y debatible. Este procedimiento no ha tenido tiempo material de llegar a Estrasburgo, pero no cabe duda que ese es su destino, y en este caso el presidente del tribunal que condenó a Forcadell también fue Marchena.

Ambos casos citados tienen un denominador común: una injerencia por parte de un poder, el judicial, sobre otro, el legislativo. Y en ambos casos el mensaje es muy claro: cuidado con salirse de la línea, que los jueces guardianes del actual régimen están por encima de la representación popular y la separación de poderes no es que sea inexistente, sino que uno de ellos, el Judicial, está por encima del Legislativo que es la expresión de la soberanía popular.

Ahora el Tribunal Supremo ha dado un paso más en su injerencia ante el Poder Legislativo. Esta vez la víctima ha sido la mesa del Congreso de los Diputados. Pero en este caso, se ha encontrado una presidenta, Meritxell Batet, que es de un partido (PSOE), que lleva sustentando el régimen del 78 desde su inicio y obviando los informes de los letrados de la cámara que rechazaban que se inhabilitara al diputado de UP, Alberto Rodríguez, se ha plegado a las exigencias del Tribunal Supremo que lo condenó y que estaba también presidido por Marchena. Curioso, el mismo magistrado que actuó en los anteriores casos mencionados y que salía en los mensajes de Whassapp de los parlamentarios del PP como persona idónea para presidir el Tribunal Supremo y controlar la Sala Segunda por parte del PP. Si en algún momento cabía alguna duda por parte de algún despistado, con todo esto cual duda debería de estar más que de sobra despejada.

La actitud de la presidenta del Congreso no es casual. El hecho que no haya tenido en cuenta los informes realizados por los letrados del Congreso, lleva a pensar que ha obedecido instrucciones provenientes de otras instancias, porque los letrados no están como figuras decorativas.  Quizá sea casualidad que esta semana pasada PSOE y PP hayan pactado la renovación del Tribunal Constitucional y algunas otras instituciones, pero la verdad es que da que pensar.

Si la sentencia contra Alberto Rodríguez fue un atropello jurídico en lo concerniente a las pruebas practicadas y la valoración que de ellas hizo el tribunal, el retirarle su acta de diputado por parte de la presidenta del Congreso, ha sido un castigo político. Es preocupante, que la presidenta del Congreso no haya tenido presente los reiterados varapalos que el TEDH ha dado a las resoluciones que el TS, que de la mano de Marchena, ha emitido en procesos judiciales de un marcado cariz político. Da la sensación que no les debe de preocupar la imagen cara al exterior. En la actualidad, con toda la secuencia de ridículos judiciales a nivel internacional del Tribunal Supremo para intentar sin ningún éxito la extradición de Carles Puigdemont, es como para que la presidenta del Congreso hubiera tenido muy en cuenta la opinión de los juristas del Congreso, más que nada por una cuestión de higiene democrática. Si se me apura, hasta por preservar la imagen del régimen al que representa cara a Europa. Pero da la sensación que ante ciertas cuestiones, la imagen que pueden proyectar hacia el exterior no les importa absolutamente nada.

Todo esto no tendría un cierto tono surrealista, si no fuese porque el PSOE y UP forman parte de un Gobierno de coalición, que está siendo atacado por la extrema derecha a través de los elementos que tiene colocados dentro del Poder Judicial.

Lo realmente grave es que cada vez que hay un conflicto de esta naturaleza la posición del PSOE es nítida. Elige apuntalar al régimen del 78. Lo lleva haciendo desde hace años con el tema de la monarquía y, sobre todo, desde los escándalos que ha protagonizado el Emérito y que han salido a la luz en los últimos meses. Lo hace cuando tiene que tapar temas relacionados con los abusos policiales y violencia de Estado durante el franquismo como los ocurridos en los últimos cuarenta años. Y después de lo que se ha visto en el último congreso del PSOE, en que sólo ha faltado que sacasen a hombros a Felipe González, lo único que se puede uno preguntar ¿hasta cuándo Unidas Podemos va a seguir haciendo de palmeros de este gobierno?


[1] Enlace del artículo “golpe de Estado de baja intensidad” https://mikelcastrillourrejola.wordpress.com/2020/10/18/golpe-de-estado-de-baja-intensidad/

¿Es posible una ética para el siglo XXI? Javier Sádaba nos da algunas claves

¿Es posible una ética para el siglo XXI? Javier Sádaba nos da algunas claves

Desde que Aristóteles escribió Ética a Nicómaco allá por el siglo IV a.C. han pasado más de 2.300 años y para el ser humano la ética sigue siendo un tema recurrente. Si bien el pensamiento del filósofo de Estagira sigue siendo piedra angular en todo lo relativo al razonamiento que gira alrededor del ser humano, la vida actual nada tiene que ver con la que vivieron en la Grecia Clásica. En la actualidad estamos inmersos en tiempos de incertidumbre, que se caracterizan por unos cambios vertiginosos, lo que obliga al hombre a interpretar las nuevas situaciones existentes para buscar unos códigos de conducta que nos puedan ayudar a que las relaciones con nuestros semejantes se muevan en unos parámetros lo más cercanos, en la medida de nuestras posibilidades, a la felicidad. Porque no olvidemos que la ética tiene como finalidad la búsqueda de la felicidad.

En estos tiempos de cierta zozobra por lo que nos pueda deparar el futuro, que se refleja en el los valores que hay en nuestra sociedad, el filósofo Javier Sádaba publicó en septiembre de 2020 su ensayo “Una ética para el siglo XXI”. Editorial Tecnos, en una edición de bolsillo.

Bajo un título un tanto sugestivo, Sádaba da respuesta desde una mirada ética al mundo en el que vivimos. Para ello, este ensayo de algo menos de 200 páginas, consta de seis capítulos. En cada uno de ellos “desde la perspectiva de la ética” se acercará a los desafíos que el ser humano tiene en la actualidad.

Estando inmersos en la pandemia que nos sacude, este libro puede ser una ayuda para poder afrontar los grandes problemas que tenemos en esta sociedad, teniendo muy presente los actuales avances tecnológicos que afectan directamente a las personas. 

  1. Ética y cultura.

Este primer capítulo lo desarrolla en tres partes. Lo inicia realizando un compendio de lo que es la ética para posteriormente abordar la cultura. Las enfrenta entre sí, para finalizar con las conclusiones del autor.

Al hablarnos de la ética, Sádaba lo inicia con una definición que nos sirve para tener presente en qué parámetros se va a mover a lo largo de esta obra: “ La ética o moral consiste en lograr el mejor modo de vida con uno mismo y con los demás […] En ser fiel a lo que uno cree y hacer el mayor bien a los otros evitando su mal”. A partir de aquí, inicia una síntesis de lo que es la ética. Si bien en este ensayo ética y moral los utilizará como sinónimos, da unas pinceladas de las diferencias existentes y los usos para la ética. Incide en que la ética o moral forma parte de las ciencias sociales o humanas, de ahí que factores como “la libertad humana la rodean de una inevitable incertidumbre”, pero sin llegar a ser algo arbitrario.

En este contexto en el que para responder a las dudas que surgen en el campo de la moral surgen las justificaciones o “Teorías Morales”, desarrollando cinco teorías: emotivismo, intuicionismo, la moral de la religión, deontologismo (principialismo) y el utilitarismo. Haciendo un discurso en el que desmonta las tres primeras teorías, se centra en el principialismo, siendo Kant su principal defensor y en el utilitarismo, representado por Hume, Bentham y Mill, para enfrentándolos entre sí llegar a la conclusión que lo ideal es combinar ambas opciones para “hacerlos complementarios”. Si “para el deontologista algo es bueno porque debe hacerse”, por el contrario “para el utilitarista algo debe de hacerse porque es bueno”. Para Sádaba hay que empezar siendo utilitarista, pero ha de haber una barrera compuesta de principios para neutralizar el egoísmo.

Este debate lo traslada a nuestros días utilizando la economía y los Derechos Humanos para analizar ambas posturas.

Deja para el final hablar, por un lado, del amoral, que sencillamente es quien rechaza las diferentes teorías para vivir al margen del resto de los seres humanos, siendo él el epicentro de su mundo y, por otro, quien opta por vivir la moral en su plenitud. Éste último elige el vivir La Vida Buena, teniendo como objetivo que todo el mundo viva mejor, lo que a esta persona le aporta “una satisfacción de conciencia que le hace sentirse a gusto con el resto de los humanos”.

Para el autor, el objetivo de la Vida Buena debería de estar siempre presente, aunque los avatares del día a día los vayan rebajando.

Al entrar a confrontar ética y cultura nos llevará a través de conceptos como la etología y biología, lo que desemboca en la relación entre los genes y la cultura, pues para Sádaba “la base de la cultura se entienda como se entienda, reside en la genética”.

Menciona tres formas culturales sobre las que les pasará el filtro de la ética para optar por una de ellas. Rechaza el concepto de cultura basada en “la posesión de los mayores conocimientos y sabiduría posibles” pues desde un punto de vista ético este concepto trae aparejados “el elitismo y la estratificación clasista de la sociedad”. La cultura como “transmisión social de conocimientos, entendidos estos en su sentido más amplio” la deshecha por el riesgo que “inmovilismo podría afectar a la transmisión social en cuestión”. Para el autor, una cultura dentro de los parámetros de la ética aconseja vivir la cultura de forma democrática. Une los conceptos ética, cultura y democracia. La cultura tiene que servir para “vivir el día a día con la mayor curiosidad posible” y una ética cultural debería “ayudarnos a que no nos engañen ni nos autoengañemos, a que sepamos aspirar a una manera política de vivir que nos haga convivir como iguales y con toda la libertad posible”.

Viendo los tiempos en los que estamos inmersos, con un ascenso de las ideas totalitarias, las palabras de Sádaba nos sirven para poner en valor el respeto a la diversidad cultural dentro de los valores democráticos.

  1. Ética y política.

Este capítulo es el más extenso. En él, el autor una vez que de la mano de Kant nos interrelaciona ambos conceptos al propugnar “el ejercicio de la política,.., sin entrar en colisión con derechos básicos de la persona”. Nos realiza un repaso histórico fugaz de las diferentes ideologías, arrancando en el siglo XVII con algunas pinceladas sobre el liberalismo político, para pasar a hacer una autentico repaso de las diferentes corrientes de la izquierda. Sin perder de vista que Sádaba se define como una persona libertaria, tanto en este libro como en el anterior que ha publicado[1], realiza un análisis en el que nos expone sus puntos de vista al respecto.

Al analizar las diferentes ideologías del entorno de la izquierda, uno de los interrogantes que se plantea Sádaba es dónde se encuentran en la actualidad los socialistas clásicos que se oponían a la lectura que el leninismo hacía en lo referente a la dictadura del proletariado. Por lo que respecta a la socialdemocracia, le asigna el papel de blanqueador del capitalismo. Y acabará realizando un análisis del anarquismo. La conquista o la destrucción del Estado no deja de ser el debate que a lo largo de los años ha sobrevolado en las diferentes corrientes de la izquierda.

Para Sádaba, el comportamiento de un partido ante “la conquista o la destrucción del Estado” o “cómo se confronta un partido político respecto a la estructura del Estado sirve hoy como criterio esencial para distinguir si se trata de un partido de la antigua usanza o de lo que se está llamando la nueva política”.

Todo este estudio tiene como finalidad realizar una crítica mordaz a lo que ha sido la trayectoria de la izquierda durante los últimos cincuenta años, sobre todo en el Estado español. Aboga por una democracia radical, en la que prevalezca la soberanía de los individuos, que están por encima de los políticos que se deben de limitar a ser “recadistas” de cada uno de los individuos “y no al revés”.

Es muy crítico con la teoría del mal menor que ha rondado en la izquierda española como argumento recurrente para aceptar la transición española, convirtiéndose “dogmáticamente en un principio incuestionable” que le ha llevado a encadenar fracasos, pues ha estado más preocupada en obtener poder que en “buscar alternativas … para construir una sociedad verdaderamente democrática”.

Para el autor, la ética, dentro del campo de la política, tiene que buscar una justicia para toda la sociedad, que sirva para mejora la vida de todos.

Desde el campo de la ética, profundiza en la democracia, las ideologías totalitarias y los Derechos Humanos donde nos hace un diagnóstico en el que pone el acento en la desideologización en la que se encuentra inmersa la sociedad actual. La ideología se va diluyendo hasta tocar suelo, lo que sirve de caldo de cultivo para el resurgimiento de la extrema derecha cuyos pilares son el totalitarismo y la negación de la democracia. Ante esta situación los “Derechos Humanos languidecen” al no tener una “ideología convencida que los defienda”.

Para Sádaba, el triunfo de la concepción utilitarista de la ética está llevando a esta pérdida de valores morales y a que “la democracia haga aguas”.

En la última parte de este segundo bloque, lo dedica a la “ética y la identidad local en el marco de un mundo global”. Nos expondrá una serie de conceptos como son identidad y globalización. Para ello vuelve a traer a colación la identidad cultural desde una perspectiva local y global. Sádaba nos dice que la cultura la hacemos los seres humanos, pues esta no está dada y la identidad cultural la va construyendo el ser humano, siendo el idioma, historia y tradición los tres motores de nuestra identidad cultural.

A la hora de desarrollar el estudio de la identidad local en el mundo global, como vasco y conocedor de la idiosincrasia de su pueblo, utilizará Euskadi y su identidad cultural como herramienta para realizar un análisis crítico de la situación en la que se encuentra.  A este respecto el filósofo portugalujo sostiene que “la identidad vasca tiene que ser vasca y universal. Conseguirlo, supone entender la identidad como un conjunto de rasgos distintivos que se modifican a lo largo del tiempo y que dependen de nosotros” y para ello entiende que “los vascos debemos de mantener aquello que nos constituye como tales”. A la hora de poder entender esta cuestión, el acervo cultural es una herramienta fundamental.

  1. Ética y Economía

Este capítulo no es de los más extensos, pero Sádaba sintetiza su discurso lo suficiente para que su análisis sea sencillo y ágil. Si economía y política tienen una relación estrechísima, capitalismo y liberalismo son dos caras de una misma moneda. Esto es una cuestión importante porque la crítica que realiza de la economía capitalista, va indisolublemente unida a la crítica al sistema político que lo sustenta, cuestión esta que ya ha sido tratada en el bloque anterior.

A la hora de hablar de ética y economía, se centra en la ética de la empresa o ética de los negocios, pues esta (la empresa) se ha convertido en el corazón de la economía capitalista. Sin la existencia de la empresa, el capitalismo no sería como lo conocemos en la actualidad. La empresa lo mueve todo, genera las condiciones necesarias para que el capitalismo se pueda expandir en todos los ámbitos, siendo la responsable de las desigualdades que sufre la sociedad actual. La empresa se ha convertido en el epicentro del sistema capitalista dentro de la aldea global en la que vivimos y en autentico “incitador al consumo”. Por tanto ¿qué mejor forma para hablar de la ética en la economía que haciéndolo sobre la empresa?

Sádaba, a lo largo de este bloque hace un repaso histórico de la concepción que han tenido de la empresa algunos pensadores y filósofos para pasar a analizar dos puntos de vista contrapuestos: los que propugnan una ética de la empresa y los que, por el contrario, realizan una crítica de raíz a este concepto. Nos muestra como a lo largo de la historia de la humanidad ha habido una contraposición significativa entre economía y ética. Y para hacer ese recorrido histórico, se remonta a la Grecia Clásica y, en concreto a Aristóteles, como pensador más antiguo que ya veía con desconfianza “la obtención de rentas ilimitadas”, pues ello “trastocará el recto funcionamiento de la ciudad”. Esa disputa entre economía de la empresa y ética sirve para plantearse si la empresa tiene moral o su único objetivo es la obtención de beneficios. Para ello, nos hablará de los términos RSE (Responsabilidad Social de la Empresa) y RSC (Responsabilidad Social Corporativa), que hoy están muy en boga, como un intento de salvaguarda de la imagen reputacional de las empresas.

La defensa de la ética empresarial se caracteriza por proyectar un capitalismo con rostro humano, “no cuestionarán el capitalismo sino sus excesos”, son defensores del mercado, pero “sujeto a limitaciones”. Sus seguidores utilizarán términos como RSE y RSC como herramientas para mejorar la relación de la empresa dentro de la sociedad. Dejar a un lado el término consumidor para sustituirlo por ciudadano. La pregunta es si detrás de todo este proceso de moralidad empresarial no se esconde una nueva fórmula para cosechar mayores beneficios, como ha ocurrido en empresas donde se ha puesto en práctica.

El autor se posicionará entre los que realizan una crítica radical hacia los defensores de la ética en la empresa. A la hora de analizar las teorías económicas opuestas a la ética empresarial, mencionará a marxistas y libertarios. De los primeros manifestará que “el socialismo real ha fracasado”, si bien hará una mención a la corriente del entorno del marxismo que entiende que el concepto de ética empresarial no deja de ser un intento de consolidar el sistema capitalista. Sádaba argumenta que no sostienen una alternativa clara al capitalismo, pero su insatisfacción le lleva a afirmar que “otro mundo es posible”, y para ello, canalizarían sus esfuerzos en utilizar algunas herramientas existentes dentro del sistema capitalista, como la organización de cooperativas y empresas autogestionados, como método para que la sociedad se organice en movimientos sociales, para poner en marcha los mimbres para que crezca el movimiento asociativo.

Otra de las críticas que realizan a la ética empresarial se fundamenta en que bajo esta imagen un tanto altruista y con rostro humano se esconde el mejorar la cuenta de resultado de las empresas.

Sádaba no se opone al libre mercado, pero si a la mercantilización global existente, ni se opone a la competencia siempre que esta se mantenga dentro de los parámetros de “una armonizada humanidad”.

  1. Ética y feminismo: la igualdad de la mujer

Dedica una parte de su obra al feminismo, al ser un asunto que todavía no ha sido superado de forma global por la sociedad. Siendo consciente el autor de la imposibilidad de ser original en este punto, afronta este tema para dar una respuesta comprometida.

Es interesante la radiografía que hace a lo largo de la historia para constatar la valoración que se ha hecho de la mujer, que ha tenido como denominador común la marginación a la que ha estado sometida y el desprecio hacia el género femenino.

Para Sádaba “la revolución del pensamiento femenino ha traído consigo una revolución similar en lo que atañe a la igualdad y la diferencia” y este tema pasa por “establecer una teoría feminista en la que se insista más en la diferencia, en la igualdad, o se busquen fórmulas intermedias”.

En el campo de la ética el autor nos habla de una ética masculina y otra femenina, que irían ligadas a la conciliación de las virtudes femeninas y masculinas, para la búsqueda de una ética más equilibrada. Cualquier avance en el marco de la ética que recoge este ensayo, pasa porque se dé en el marco de una sociedad igualitaria, y la igualdad hombre-mujer es, sin duda alguna, primordial.

  • Ética y religión

Al tratar sobre la ética y la religión lo hace desde dos planos diferenciados. En un primer lugar lo enfoca desde una visión académica, para ver la relación que tienen ambos términos. Es de tener cuenta la valoración que realiza de “la religión en sentido amplio” como herramienta para la búsqueda de respuestas, porque “solo desde la conciencia de tales contrasentidos surge el gran animal que es el hombre. Solo de esa manera se hace el hombre un animal interesante”.

Siendo cierto que la relación entre moral (ética) y religión tiene su punto de partida en el origen de las religiones, pues estas “incorporan un código moral a sus creencias”, Sádaba nos dice que hay que abandonar la idea que moral sea religión. Y a partir de esa afirmación nos mostrará que si bien ambas nacieron de la mano, por el contrario, la religión se moverá en el ámbito de la fe y la moral tendrá su desarrollo en el ámbito de una sociedad laica. La teología y la moral chocarán cuando una invada el terreno de la otra y ¿Cuándo se invade? Cuando una impone sus postulados a la otra.

Al estudiar esta cuestión desde “la vida cotidiana”, Sádaba nos recuerda que en la sociedad actual se siguen dando soluciones desde una visión teológica a las cuestiones morales que rondan en esta sociedad, llegándose a dar la paradoja a día de hoy, que el no creyente es el que tiene que fundamentar su postura, en vez de ser el creyente sobre el que recaiga la carga de la prueba.

Para el autor de este trabajo, esto lleva a que la religión católica goce del apoyo institucional, lo que lleva a situarla en un lugar privilegiado, en el que la religión esté por encima de la ética.

  • La ética ante la ciencia del siglo XXI

Los grandes avances de la ciencia en los últimos decenios han abierto nuevos escenarios en los que el hombre tiene que buscar respuestas y para ello necesita de la ética. Esta se convierte en una herramienta imprescindible para que los avances en todos los ámbitos de la ciencia no pongan en cuestión la identidad del ser humano. Javier Sádaba dará respuesta a todo esto a través de la ética y lo hará hablando de tres temas: la bioética, la eutanasia y el transhumanismo.

El autor nos habla de la bioética, cuya función consiste en aportar “una valoración moral sobre las ciencias de la vida”. Para ello nos realizará un viaje para darnos a conocer las diferentes tendencias que se mueven en este campo y las respuestas que dan al respecto, teniendo presente que “lo científico y lo humanístico se tocan o pueden tocarse en ocasiones”.

La bioética se enfrenta, entre otros, a temas como el aborto, eutanasia, las células madre o investigación sobre embriones. De todos estos temas se centrará en la eutanasia.

Defensor de la práctica de la eutanasia, Sádaba profundizará en ella para enfrentarla con la moralidad y las objeciones existente.

Si en palabras de Sádaba, para Francis Bacon, el significado de eutanasia es “buena muerte”, el autor de este ensayo aboga por la inclusión de varias características fundamentales como “la voluntad clara del paciente de que se acabe con su vida, irreversibilidad de la enfermedad, con la consiguiente falta de alternativas, y sufrimiento físico y psíquico”, lo que le lleva a diferenciar algunas prácticas que no se pueden considerar propiamente eutanasia activa.

La eutanasia la encuadra “dentro de los derechos que nos competen a los humanos y que funcionan para proteger algunas de nuestras necesidades”. Y nada tiene que ver con la eutanasia pasiva o el suicidio asistido. La gran diferencia con el suicidio asistido es que en este último caso no se le aplica a un enfermo terminal, como sucede en la eutanasia.

Sádaba nos realiza un discurso muy clarificador para diferenciar la eutanasia con cierto tipo de praxis que sí que se pueden considerar atrocidades contra vida y la dignidad humana. Y desmonta los tabús y la imagen manipulada que se quiere dar de la eutanasia.

Cuando confronta la eutanasia con la moralidad, utiliza como pilares la libertad y el no sufrir. En el caso de la libertad, que equivale a ser uno dueño de sus actos y, por tanto, debe de ser respetada “la libertad que la persona tiene sobre su cuerpo y su salud”. Si el morir es el último acto de la vida, este tiene que estar en manos de cada individuo, para que pueda de tener un final con dignidad, que pasa por el respeto a que la persona pueda decidir con su propia muerte.

En esta confrontación entre ética y eutanasia Sádaba nos viene a decir que uno de los fines de la ética, al igual que la medicina, es evitar el sufrimiento Hay que evitar el sufrimiento inútil. Lo importante no es la vida sino la calidad de vida, y la eutanasia ayuda a minimizar el sufrimiento.

El último tema que trata en este capitulo es el concerniente al transhumanismo. Genética, robótica y desarrollo tecnológico son términos que están ayudando a mejorar el cuerpo humano. En el caso de la robótica, nos acerca a la Inteligencia Artificial. Todo esto tendría como finalidad “lograr seres superhumanos con una inteligencia” superior a la nuestra. Todos estos avances que van superando el concepto que tenemos de humanidad, está revolucionando hasta tal punto los estándares existentes, que se está abriendo paso términos como inmortalidad.

Al hablar de inmortalidad la ciencia entra en el campo de las religiones, pues, como nos dice Sádaba, “el núcleo de las religiones de nuestro entorno reside en la superación de la muerte”. Buscan la inmortalidad. En la actualidad nos encontraríamos con unos avances científicos que podrían poner en peligro al ser humano como lo concebimos, o en palabras de Sádaba “tales transformaciones podrían acabar con lo que entendemos por Homo Sapiens”.

Para finalizar, la lectura de este libro nos puede ayudar a responder algunos interrogantes que nos surgen en este mundo tan complicado y cambiante. El filósofo Javier Sádaba nos expone en este libro su visión de una serie de temas alejada de cualquier dogmatismo.


[1] Porque soy libertario; Editorial Catarata; Autor Javier Sádaba. https://mikelcastrillourrejola.wordpress.com/2020/03/11/el-pensamiento-libertario-en-javier-sadaba/

El fin de la hegemonía de Occidente

A lo largo de la historia de la humanidad tanto las civilizaciones como los imperios han tenido una evolución un tanto similar a los seres humanos. Surgen, van creciendo hasta alcanzar su cenit, y a partir de un momento empiezan un periodo de decadencia que los aboca, en el mejor de los casos, a su desaparición y en las situaciones más traumáticas a su total destrucción.

En la prehistoria la duración de las civilizaciones e imperios podía prolongarse durante varios milenios, pero con el transcurso del tiempo el periodo de maduración de las diferentes civilizaciones, imperios y hegemonías han ido acortándose de forma sustancial. La secuencia es diáfana. La civilización egipcia se prolongó durante más de 3.500 años, la civilización romana y su posterior imperio se extendieron lo largo de algo más de un milenio y los posteriores imperios, como el español o el británico, apenas duraron unos siglos. Ahora que la hegemonía de EEUU está en retroceso y a falta de ver quién coge el testigo, aunque da la impresión que es China quien tiene todas papeletas, podemos decir que su duración no ha llegado ni a tan solo doscientos años. El mundo cada vez se mueve a mayor velocidad, lo que hace que tenga una vida muy intensa pero que los periodos de dominación a nivel internacional sean menores.

En este contexto parece que los EEUU han entrado en una fase en la que su hegemonía no sólo está en entredicho, pues lleva tiempo dando síntomas de agotamiento, sino que los últimos acontecimientos están siendo el preludio de su desaparición como la potencia que hemos conocido a lo largo del siglo XX y, de paso, está arrastrando a los países que forman la UE y lo que conocemos como Occidente, pues no dejan de ser sus aliados estratégicos y preferentes a través de la OTAN y otros tratados internaciones.

La salida a trompicones de Afganistán ha sido algo más que un simple traspiés. Ha supuesto un torpedo en la línea de flotación de la estrategia geopolítica de todos los países occidentales cuyas consecuencias se podrán evaluar con el tiempo. Pero hay una cosa que es necesaria tener presente, cuando alguien pierde es porque otro gana y en este caso el verdadero ganador lo veremos más pronto que tarde, porque no parece que los talibanes vayan a ser los vencedores de la batalla geoestratégica.

El ridículo con el que nos han obsequiado todos los países que han tenido una intervención directa en Afganistán a lo largo de estos últimos veinte años será estudiado en los libros de historia como uno de los fracasos más estrepitosos de la política intervencionista americana y sus socios en este conflicto, superando con creces a Vietnam o a los fracasos militares de Napoleón y Hitler en la gélida Rusia. EEUU y los países de la OTAN acaban de tener en Afganistán su Waterloo particular y no parece que estén haciendo propósito de enmienda. Las políticas intervencionistas de EEUU y sus aliados en la zona van de fiasco en fiasco y han logrado que desde Túnez hasta la frontera con India, todos esos países sean un avispero. Un conflicto internacional con varios escenarios bélicos, Libia, Siria, Kurdistán, Palestina, Irak, Yemen y Afganistán entre otros, con muchos intereses cruzados en juego y con un mundo cada vez más inseguro.

La llegada de los talibanes al poder en Afganistán era de todo punto esperable. Han realizado un trabajo de hormiga desde que en 2001 fueron desalojados del poder. Han sido pacientes y han tenido una ayuda externa nada desdeñable. El Gobierno proamericano de Afganistán de los últimos veinte años ha podido mantenerse en el poder única y exclusivamente gracias a la ayuda integral que ha recibido de Occidente. Un apoyo que se ha plasmado en todo lo que puede necesitar un gobierno para mantenerse en el poder. Era como un bebe que requería todo tipo de cuidados, pero con el paso del tiempo, en cuanto lo dejaron para que se valiese por sí mismo, se diluyó como un azucarillo en el agua.

La llegada de los talibanes era predecible desde la firma de los acuerdos de Doha por parte de la Administración de Trump en septiembre de 2020. Pusieron la pista de aterrizaje a la llegada de los talibanes, pero el poder presentar a la opinión pública americana la salida de su ejército de Afganistán, no dejaba de ser la fotografía que necesitaba Trump para presentarla en la campaña electoral a las elecciones presidenciales que estaban a dos meses vista. El aceptar ante los talibanes la retirada de las fuerzas militares americanas podía ser una fuente de votos, pero también era la firma del acta de defunción del régimen proamericano de Afganistán.

Son muchas las preguntas que quedan en el aire y muchas las hipótesis que se pueden formular sobre lo ocurrido en Afganistán y los nuevos equilibrios internaciones que se van a dar a partir de ahora, y para ello va a ser necesario que pase un tiempo prudencial para poder tener una perspectiva sobre todo lo ocurrido.

A estas alturas creer que EEUU cuando interviene militarmente en un país es para exportar la democracia es creer sencilla y llanamente en la cuadratura del círculo. Todo este tipo de intervenciones en absoluto han tenido una finalidad política, sino de control geoestratégico. La estrategia que EEUU ha utilizado de forma reiterada nunca ha pasado por poner los mimbres para que en el país invadido se fuera consolidando un régimen democrático con el que sus habitantes se sintieran identificados. Sólo hay que ver el modus operandi que han desarrollado en Latinoamérica a lo largo de la historia, llenando el continente de militares golpistas. Las soluciones que han planteado, y Afganistán es uno de los ejemplos palmarios, han sido la de poner a un gobierno títere, corrupto hasta las cejas, que más que servir a los intereses de su pueblo, estaba interesado en satisfacer las pretensiones de quienes lo habían colocado en la cúspide y, de paso, enriquecerse por si en algún momento fuese necesario buscar un exilio dorado.

La política geoestratégica que EEUU y sus aliados han desarrollado a lo largo del planeta y en especial en Oriente Medio y el norte de África en los últimos cincuenta años han estado presididas por tener aliados que están en las antípodas de los estándares democráticos y de los derechos humanos, pero con el fin de satisfacer un deseo insaciable de apropiarse de todos los recursos naturales de esos países, y para ello no han escatimado esfuerzos, ni se han preocupado por esos valores que presiden los discursos de los dirigentes de Occidente. Es sorprendente que a estas alturas hablen del desastre que supone que hayan llegado los talibanes al poder en Afganistán cuando la mayor parte de los países de la región son la negación de lo que Occidente dice representar y por el contrario las relaciones internacionales de estos con Occidente son muy estrechas. Países como las monarquías del Golfo Pérsico o Israel deberían de sonrojar a cualquier demócrata, pero para los dirigentes de EEUU y la UE siempre han estado por encima otros intereses mucho más oscuros, entre ellos el crematístico, lo que les ha llevado a ser capaces de incendiar una región del planeta para defender sus objetivos.

En algo más de veinte años han conseguido el record de desestabilizar toda la región, que de por sí ya era un escenario caliente, organizando una guerra contra Irak, financiando una serie de guerras para derrocar a los regímenes de Siria y Libia, teniendo como socios preferentes a Israel y Arabia Saudita a los que les han dado cobertura para todos sus desmanes. Y al final, todos esos conflictos se les han ido de las manos. Cuando a principios de los años ochenta del siglo pasado financiaron todo tipo de grupos muyahidines, entre los que estaban los talibanes,  para luchar contra la URSS en Afganistán, utilizando Pakistán como  auténtico santuario fueron engordando a un monstruo que ha acabado por devorarlos.

Durante décadas Occidente ha tenido como uno de sus objetivos estratégicos hacer suculentos negocios con las monarquías de Oriente Medio, vendiéndoles armamento pesado, teniendo constancia que gran parte de ese armamento podía acabar en manos de grupos de integristas islámicos para realizar todo tipo de tropelías tanto en esa región como en diferentes partes del mundo y no parece que a los países occidentales eso les haya importado demasiado. Por encima de toda ética democrática estaban muy los intereses de la industria armamentística y las contrapartidas que podrían obtener de las monarquías feudales de los países del Golfo. El lema podría ser el capitalismo por encima de la democracia.

La relación que Occidente, pero sobre todo EEUU, tiene con Pakistán, que ha sido la gran base logística de los talibanes es para tener muy presente. Algo que puede parecer a simple vista como una auténtica contradicción o, dicho de otro modo, un error de cálculo por parte de Occidente, no deja de ser una zona oscura en la que Occidente ha jugado sin que le genere ninguna contradicción pero donde se ha vuelto demostrar que han sido el cazador cazado.

Que nadie se lleve a engaños, el régimen talibán no se va a sentir sólo ni va a sufrir ningún tipo de bloqueo económico al estilo de Cuba o Venezuela. Esta forma de actuar sólo está reservada para países que reivindican su soberanía, se oponen a todo tipo de injerencias externas y tienen a gala defender un sistema económico al margen de capitalismo. Si ya en el mes de julio, antes de haber tomado el poder, una delegación de los talibanes se desplazaba a Pekín para reunirse con los dirigentes chinos, nada más tomar el poder han viajado a Pakistán para reunirse con sus autoridades. Pero el país que ha sido el mayor aliado estratégico de los talibanes ha sido Qatar y por lo últimos movimientos habidos, Turquía no se quiere quedar atrás. Por tanto, si en menos de un mes de haber logrado los talibanes el poder, ya han conseguido todos estos éxitos a nivel internacional, la duda no es si Occidente va a reconocer a los talibanes, sino cuanto van a tardar en reconocerlos. Como siempre, mirarán para otro lado en materia de derechos humanos e intentarán que sus enemigos estratégicos no tengan el control total de la zona, aunque se me antoja que llegan muy parte para evitar esto último.

En todo este tablero que es la política internacional a nivel mundial tanto Rusia como China, pero sobre todo esta última, se empiezan a encontrar muy cómodas. Sin necesidad de realizar intervenciones bélicas generalizadas, al estilo de los EEUU, están ampliando sus aéreas de influencia en todos los continentes. No es que sus políticas se caractericen por métodos éticos en su forma de operar, pues utilizan todo tipo de fórmulas para ir expandiendo su influencia.

Y como ocurrió cuando estalló la Primera Guerra Mundial, a lo largo de todas estas décadas la socialdemocracia europea ha vuelto a desarrollar un papel en el que le ha preocupado mucho más los intereses de las élites de sus respectivos países que los intereses de las clases populares. No se les ha visto un posicionamiento uniforme habiendo aceptado las políticas de los partidos de la derecha europea e intentando no contravenir mucho las posturas de los EEUU. La socialdemocracia está totalmente desaparecida en lo que atañe a la política internacional, lo que deja el camino expedito para que en política internacional la derecha europea pueda hacer seguidismo de la política internacional de los EEUU, al servicio de los intereses de las multinacionales que tienen intereses en esas regiones de conflicto.

Todo este desastre que ha supuesto la llegada de los talibanes al poder de Afganistán y el desastre humanitario que ya estamos viendo, lo único que está sirviendo es para que los partidos xenófogos y de extrema derecha pongan encima de la mesa su discurso de odio para que siga calando en la población, utilizando como mantra su discurso en contra de los refugiados y el miedo al enemigo exterior. No deja de ser un discurso que cala fácilmente en la población y que no parece que encuentre grandes obstáculos para ponerlo en práctica. En este tema, una vez más, la UE está intentando escurrir el bulto y dentro de su discurso vacío aunque de frases grandilocuentes, no está haciendo absolutamente nada por resolver la emergencia humanitaria que se avecina. La fractura interna que arrastra desde hace tiempo lleva de forma irremediable a otro nuevo fracaso y así hasta que se acabe autodestruyendo.

Fábricas de cuentos. Una foto exacta del periodismo de nuestros días

Fábricas de cuentos. Una foto exacta del periodismo de nuestros días

El periodismo, más que una profesión, es una vocación de servicio a la sociedad. Otra cosa bien distinta es lo que en la actualidad practican infinidad de medios comunicación, que tienen como objetivo primordial ser fieles escuderos de los poderes económicos que los financian. No van a morder la mano que les da de comer, lo que los convierte en una especie de blanqueadores mediáticos de oscuros intereses económicos.

“Fábricas de cuentos” es una novela de Javier Mestre, publicada en noviembre de 2019 por la editorial La Oveja Roja. Un libro que no supera las 300 páginas y en el que nos adentra en ese mundo tan fascinante que es el periodismo, pero que no es necesario escarbar mucho para toparse con la cruda realidad. Una de las profesiones más vilipendiadas, donde la expresión “derechos laborales” está reservada para un reducido número de personas, la élite de la profesión. Quienes lean esto último pueden pensar que esta situación es producto de la crisis económica que nos sacudió a partir de 2008. Pero no, la normalización de la precariedad en el periodismo se arrastra de mucho tiempo atrás. Quizá sea ese el método para poder ejercer un control sobre las personas que ejercen la labor de informar a la sociedad. De esta forma, al que se sale de la línea establecida es mucho más fácil marginarlo, porque “el opinar es un lujo que no se pueden permitir”.

La historia o, mejor dicho, las dos historias que encarnan Luz y Luna, dos antiguas compañeras de la facultad de periodismo, sirven para dar cuerpo a la novela de Javier Mestre y que este nos conduzca por un relato en el que pone sobre la mesa temas tan importantes como la ética periodística, el periodismo de trinchera que desde hace años estamos viendo tan de cerca y lo complicado que resulta hacer periodismo independiente, sobre todo cuando el medio de comunicación está en las antípodas ideológicas del periodista que desarrolla en él su trabajo.

Las dos personas sobre las que va transcurriendo la trama de la novela representan dos proyectos de vida que se reflejarán a la hora de ejercer su profesión. El entorno social y familiar de cada una de ellas las marcará a la hora de tomar decisiones en un mundo como el periodismo, en el que independencia profesional y estabilidad laboral son dos polos que se repelen.

El autor, a través de las dos protagonistas de su novela, contrapone dos conceptos de la profesión periodística. Por un lado, la periodista “comprometida hasta la médula con su profesión y con la función social del periodismo, que es sacar a la luz la verdad para transformar la sociedad y dejar un mundo mejor que el que nos encontramos” y, por otro lado, una visión práctica de la profesión en la que prevalece la necesidad de la búsqueda de unas condiciones laborales que sirvan para tener una vida digna. “¿Qué importa la línea editorial, qué más da las opiniones? Por la posibilidad de tener un trabajo y sacar adelante a su familia”. Al fin y al cabo, para un periodista de a pie el opinar “es un lujo que no se puede permitir”, pues está reservado para los que tienen unas condiciones laborales inalcanzables para la inmensa mayoría de la profesión. Para ella “las palabras contrato y sueldo” suponen una meta casi inalcanzable en el mejor de sus sueños.

El autor plasma una fotografía muy nítida de lo que son los medios de comunicación, sobre todo los escritos, con una descripción francamente brillante de ese periodismo de trinchera que más que informar se dedica a fabricar editoriales en serie, convirtiéndose en una maquina propagandística para sus acólitos o para el despistado de turno que se topa en Internet con alguno de sus artículos. Lo que Javier Mestre denomina en el libro de forma muy elegante “churrería informativa” y que no es otra cosa que una fábrica de fake news. Pura “maquinaria de guerra periodística”. A la persona que decida leer la novela le será sumamente fácil poner nombre y cara al medio de comunicación, incluido su director, en el que se inspira. La novela no deja lugar a dudas.

Javier Mestre en su novela nos ofrece una panorámica muy descriptiva y clarificadora de la labor que supone ser periodista de conflictos olvidados que no son portadas de los periódicos ni abren telediarios a no ser que a algún periodista de nuestro entorno le ocurra alguna fatalidad. Ese deseo periodístico de “arrojar luz” sobre los innumerables rincones oscuros que hay a lo largo del planeta les convierte en testigos incómodos de un horror que en la mayor parte de las veces Occidente procura mirar para otro lado para no soliviantar a algún país de la región. Ante todo, que no se vea afectada la geopolítica y los intereses económicos que los países del Primer Mundo tienen en la zona. Los derechos humanos y todo lo que puede afectar a las personas de esas regiones olvidadas quedan en un segundo plano y el periodista se convierte en un testigo incómodo no sólo para los países donde se producen este tipo de vulneraciones sino para el país de donde procede.

Es una novela de lectura ágil, que conforme uno avanza en su lectura se va zambullendo cada vez más en ella y una vez finalizada es de las que te invita a reposar su lectura para pasar a plantearse una serie de preguntas y duda, porque todo esto no es blanco ni negro, hay una infinidad de matices que no se pueden pasar por alto.

Fabricas de cuentos
Fabricas de cuentos

El PP: Franquismo puro y duro

La derecha española no ha podido aguantar más y ha decidido quitarse la careta. Han intentado durante algo más de cuarenta años vender a la opinión pública que era una derecha demócrata y civilizada, pero al final la cabra siempre tira al monte y en este tema no iba a ser una excepción. La semana pasada hemos podido ver como el Partido Popular ha llamado a las cosas como les pide el cuerpo. Debe de ser que el calor veraniego ha ayudado a que se derrita la capa de cera democrática que se impregnaron en el rostro para dar el pego al personal.

Para ellos, Franco no dio un golpe de Estado, la culpa de todo la tuvo la II República y les ha faltado decir que la responsabilidad todo lo sucedido fue de las personas que no votaron a las candidaturas de la CEDA en las elecciones de febrero de 1936. La derecha española y sus satélites, encabezados por la Brunete mediática, acabarán echando en cara a la población de la época que no introdujeran en la urna la papeleta correcta ¡al tiempo! De poco les sirve que diferentes historiadores de reconocido prestigio hayan manifestado que lo sucedido fue un golpe de Estado contra un régimen legítimo y legalmente constituido. A partir de aquí, cualquier cosa que digan pasará a un segundo plano.

Después de la muerte del dictador la inmensa mayoría de la clase política que medraba a la sombra del franquismo inició un proceso de desembarco en una multitud de partidos políticos que acabaron convergiendo en lo que fue UCD y Alianza Popular (PP). Ambos partidos estaban a rebosar de líderes políticos que hacía menos de dos años se paseaban con la camisa azul falangista, la boina roja requeté o con esos uniformes tan pomposos que hemos visto en las imágenes en blanco y negro de las Cortes franquistas o conmemoraciones del régimen ¿Quién no recuerda a Fraga Iribarne con ese uniforme blanco impoluto con una banda con los colores de la bandera franquista y saludando al dictador Franco? Eran los líderes políticos de un régimen basado en la represión y el terror pero que no renunciaban a seguir dominando los resortes políticos y económicos del Estado después de la muerte del dictador. Para ellos el Estado español no era más que su cortijo donde podían campar a sus anchas.

Con la muerte de Franco en noviembre de 1975 las élites franquistas tenían todos los medios a su alcance para realizar una reforma política que les permitiera tener impunidad por todos los delitos cometidos durante el régimen franquista y les permitiera seguir controlando las instituciones para preparar la operación de lifting que daría como resultado la aprobación de la Constitución de 1978. La verdad sea dicha que no lo tuvieron muy complicado, el dictador tuvo una muerte sin muchos sobresaltos, a excepción de los dolores de cabeza que le producían los movimientos de protesta que se daban sobre todo en Euskal Herria y en algunas zonas concretas del Estado.

La mayor parte de esa clase dirigente, representada en la UCD, como no podía ser de otra forma, dio su apoyo sin ningún tipo de reservas al texto constitucional. No dejaba de ser una garantía para que pudiesen seguir controlando los resortes del Estado aunque no gobernasen. Hubo un sector más pequeño, representado por Alianza Popular, que en su momento se opuso. Las huestes de Fraga Iribarne no acababan de asumir lo que suponía para ellos la muerte del dictador, aunque con el paso del tiempo, supieron entender que en esta nueva etapa se podían mover como pez en el agua, pues lo aprobado no dejaba de ser una reforma del franquismo, hasta el extremo que en la jefatura del Estado estaba la persona que designó Franco, algo inaudito en cualquier régimen que se quisiera equiparar a una democracia. Las mentes más avezadas del régimen franquista no tenían dudas al respecto, sabían que el nuevo escenario seguía siendo propicio para que pudieran controlar los aparatos del Estado y seguir haciendo negocios, antes con Franco y luego con el inquilino de la Zarzuela. Y a todo esto habría que añadir que el PSOE y el PCE se plegaron a toda ese bodrio mal llamado Transición española.

No voy a traer a colación lo que en los últimos años de la dictadura se denominó el bunker, y que su expresión política era Blas Piñar y los grupos de extrema derecha que se movían entorno a Fuerza Nueva, pues no dejaban de ser un grupo de nostálgicos que tenían el reloj parado en el 18 de julio de 1936. Con posterioridad muchos de los acólitos de Blas Piñar fueron recogidos con cariño en el regazo primero de AP y posteriormente del PP. Al fin y al cabo el hijo pródigo no dejaba de sentar la cabeza y volver a la casa común de la derecha. Dicho de otra forma, habían logrado reunir en un mismo partido todo el espectro que va desde el centro hasta la extrema derecha. Esa fue la gran obra de Aznar.

El actual Partido Popular (PP), por mucho que se disfrace de lagarterana, tiene su inspiración política en la antigua AP, complementada con la manada de políticos que abandonaron el barco de la UCD cuando este se hundía y teniendo como presidente fundador a un ex ministro franquista, Fraga Iribarne. Es de todo el mundo conocido que durante  su mandato como ministro de Información y Turismo (1962-1969) se produjeron acontecimientos siniestros como el fusilamiento de Julián Grimau o el asesinato de Enrique Ruano y como Ministro de Gobernación (1975-1976) se produjeron los asesinatos de cinco trabajadores el 3 de marzo en Vitoria-Gasteiz y dos asesinados en Montejurra por grupos de extrema derecha con la connivencia de los cuerpos policiales. Un personaje tan siniestro que en cualquier país democrático hubiera sido sentado en un banquillo, en España presidió el partido más importante de la derecha ¡Atado y bien atado!

Teniendo claro los orígenes de la actual derecha española, no debería coger de sorpresa a nadie el posicionamiento de los dirigentes del Partido Popular. Con la aparición de VOX se ha proyectado una imagen que tiene como pilar fundamental el colocar a VOX en la extrema derecha para de esta forma situar al PP en el espacio del centro-derecha y conforme a esos estándares democráticos equiparar el PP a la CDU de Ángel Merkel o a La República en Marcha de Emmanuel Macron. Lo que no deja de ser la cuadratura del círculo, algo habitual en la política española.

Este arranque de sinceridad por parte del PP y su entorno que han tenido al blanquear el golpe de Estado de julio de 1936 no se puede pasar por alto. Después de todo lo visto, una vez más no hay lugar a dudas que el PP no reúne los estándares de la derecha democrática europea. Las diferencias entre el PP y la CDU de Ángela Merkel son abismales. Mientras la líder alemana tiene prohibido a los políticos de su partido de llegar a acuerdos con la extrema derecha alemana, el PP no sólo no pone reparos a pactar con VOX, sino que en muchos momentos asimila el discurso de VOX como suyo. Prueba palpable que las diferencias entre ambos partidos son de matices. Otro tanto ocurre con el líder francés, Macron, que ha dibujado una línea muy nítida que separa a su partido de la extrema derecha francesa y europea.

En muchos momentos se está diciendo que VOX está ganando la batalla ideológica, cosa que es cierta, pero si tenemos presente que muchos de los dirigentes de VOX hasta fechas recientes militaban en el PP, ostentando cargos políticos de cierta relevancia, la conclusión es que el PP de forma más o menos expresa siempre ha sido el heredero político del franquismo, aunque hayan moderado su discurso. Ahora, con la irrupción tan importante de VOX, el PP se ha visto obligado a abrir el baúl de sus esencias y a rescatar su verdadera ideología, lo que le lleva a hacer declaraciones todo pelaje y a posicionarse del lado de los militares golpistas del 36.

No parece que haya ayudado a solventar esta situación la pertenencia del Estado español a algunas estructuras supranacionales como son la UE y la OTAN. El hecho que el PP haya convivido con partidos demócratas y, por tanto, antifascistas de la Europa Occidental, no ha servido para nada. Si acaso para blanquear a la derecha franquista española, lo cual no deja de ser un fracaso para la derecha europea.

En el modelo político de las democracias parlamentarias que se dan en la Europa Occidental nos encontramos con una serie de partidos que se desenvuelven entre el centro-derecha y la derecha, marcando distancias con la extrema derecha. Son partidos herederos de una tradición conservadora, liberal o democristiana que marcan sus diferencias de forma muy nítida con la extrema derecha. Esa es la gran diferencia existente con la derecha española.

Para encontrar una derecha que tenga un pedigrí democrático en el Estado español hay que poner la vista en los partidos de derechas que hay tanto en Catalunya como Euskal Herria. En Catalunya la antigua CiU y los que hoy son sus herederos: PNC y PDeCAT, así como en Euskal Herria el PNV, son los únicos representantes de una derecha que no tienen ningún nexo de unión con el régimen franquista. El hecho que pertenezcan a naciones con reivindicaciones históricas dentro del Estado español, como el hecho que se posicionaran en favor de la II República cuando el golpe de Estado de 1936, lo que les acarreo sufrir la represión de la dictadura franquista, hace que sirva para poder ver con mayor nitidez la diferencia entre la derecha franquista y la derecha democrática.

A esta derecha de las naciones históricas del Estado español, que no voy a poner en cuestión su trayectoria demócrata lo que si se le puede exigir es que no cometan algunos de los errores que cometieron en el pasado, al llegar a acuerdos con el PP que fueron funestos y que con posterioridad se les volvieron en su contra. Pactos como el del Majestic, firmado entre el PP y CiU que sirvió para que Aznar llegase a la Moncloa o el acuerdo que firmaron Arzallus y Aznar en Génova 13, sede del PP en 1996, con la finalidad de apuntalar aún más al Gobierno del PP, sólo sirvieron para blanquear y fortalecer a la extrema derecha española.

Después de lo acontecido la semana pasada con el bochornoso espectáculo que dio Pablo Casado rodeado de franquistas convictos, en el que se jaleo el golpe de Estado de julio de 1936, se ha abierto la veda para reescribir la historia. Para esa labor la derecha franquista tiene a su disposición a un gran número de dirigentes políticos del PP, VOX y Cs y a una legión de periodistas y tertulianos de la prensa más reaccionaria, alguno de los cuales ya llevan tiempo haciendo gala de ese revisionismo histórico. Ante este intento de reescribir la historia la única postura de los demócratas pasa por reivindicar el papel de la II República, como régimen legal y legítimamente constituido que fue derrocado mediante el uso de la violencia y trazando una línea muy nítida que separa a los demócratas de los golpistas franquistas y sus amigos.