Los complejos de la izquierda española

Los complejos de la izquierda española

La escritora y ex militante de las Brigadas Rojas, Bárbara Balzerani, en su novela “Compañera luna” describe lo que fueron las políticas del PCI de los años 70-80 del pasado siglo, conocidas por la “democracia progresiva”. Esa revolución que “no lleva ni al comunismo, ni siquiera al socialismo, pero que a cambio de un repliegue de posiciones prometía una salvaguarda ante las nunca adormecidas tentaciones de la derecha fascista”.

El nuevo Gobierno de coalición lleva un mes y da la sensación que ha asimilado este concepto al pie de la letra y en las decisiones que está tomando le está faltando la determinación que suele tener la derecha cuando gobierna.

Cuando el PP llegó al gobierno de la mano de Mariano Rajoy no tuvo ningún complejo a la hora de aplicar sus políticas. Llegaron a la Moncloa con la determinación de poner el ADN de la derecha a todo tipo de medidas y, sobre todo, sabían perfectamente para quienes gobernaban y qué intereses representaban.

A la semana siguiente de haber llegado al poder no les tembló la mano para aprobar el primer decreto-ley en el que entraron a legislar sobre cuestiones tributarias, presupuestarias y financieras.  La excusa perfecta era la necesidad de reducir el déficit y ante la imposibilidad de iniciar el año con unos presupuestos aprobados por el Gobierno del PP no dudaron en legislar de la noche a la mañana.  El uno de enero de 2012 amanecimos con una subida del IRPF, pero cuidado, el peso de la reforma no estaba pensado para que lo sufrieran las rentas más altas y la ciudadanía lo pagó a escote.

Ese fue el pistoletazo de salida para aprobar en cuatro meses alrededor de 15 decreto-ley, entre los que se encontraba la reforma laboral, norma que no se demoró mucho, pues fue aprobada en el tercer decreto-ley, cuando la derecha llevaba poco más de un mes en el Gobierno. La derecha utilizó el mismo procedimiento para realizar reformas en el sector financiero, en materia energética, renovables, liberalización del comercio y servicios, etc… Toda aquella materia que con la Constitución en la mano se podía legislar a través de un decreto-ley y no era preceptivo tramitarla a través de Ley orgánica, el Gobierno del PP utilizó la vía del decreto-ley para aprobarla a la mayor brevedad.  La lectura de todo ese tsunami legislativo no dejaba lugar a dudas. El PP había llegado con las ideas muy claras y no estaba para perder el tiempo.

La derecha cuando gobierna no tiene complejos en aplicar sus políticas liberales en materia económica y políticas conservadoras en materia de derechos y libertades. Dicho de otro modo, abogan por políticas económicas para beneficiar a las multinacionales, grandes empresas y rentas altas y en lo político restricción de todo tipo de libertades para tener amarrada a la ciudadanía; y para ello no dudan en poner en marcha toda la maquinaria propagandística necesaria con el objetivo que cale en la población y, si es necesario, sacar a la policía a la calle para que quede claro quién manda.

Por el contrario, el nuevo Gobierno y los partidos que lo forman están actuando con muchísimas dudas. En un mes únicamente han sido capaces de aprobar la subida de las pensiones, del salario de los funcionarios e incrementar el SMI en la revolucionaria cantidad de 50 euros. Las medidas que han aprobado no dejan de ser la aplicación de la ley y, lo más grave, es que parece que el incremento del SMI es el responsable del incremento del desempleo en sectores como la agricultura. Conclusión: la izquierda falla a la hora de explicar sus decisiones políticas.

En el marco de estas políticas acomplejadas hace unas semanas la nueva Ministra de Trabajo se desmarcó con unas declaraciones en un medio de comunicación en el que manifestaba que “Técnicamente no es derogable toda la reforma laboral, sería irresponsable”. No había pasado ni un mes de la firma del documento entre el PSOE y Unidas Podemos en el que acuerdan por escrito derogar la reforma laboral y ya empiezan a matizar y limar todo lo acordado. Por el contrario, la derecha cuando gobierna no se anda con dudas ni titubeos ni hace políticas de concertación social. Las cuestiones técnicas no le suponen ningún impedimento ni contratiempo. Legislan y si algo de lo aprobado es una aberración legal ya habrá tiempo para corregirlo o cuando se lo corrija un tribunal habrá pasado mucho tiempo y durante ese tiempo han impuesto su ley. La derecha es como la policía, que primero pega y luego pregunta.

Si todo lo dicho hasta ahora es preocupante, lo es mucho más el viraje que se ha producido en el discurso de uno de los socios de gobierno, Unidas Podemos. Es de auténtico vértigo. No es que haya entrado en una senda de moderación o de modulación de su discurso, es que lo que está haciendo es una auténtica reubicación dentro del tablero político. Las declaraciones y posicionamientos que están teniendo en las últimas semanas hubieran sido impensables hace poco más de un par de meses ¿Alguien se hubiera imaginado que Podemos hubiera rechazado en la Mesa del Congreso la petición para que el Rey compareciera con la finalidad de dar cuenta de temas relacionados con negocios de armamento de empresas públicas con Arabia Saudí? Pues eso ha ocurrido a mediados de enero. Los representantes de Unidas Podemos y En Comú en la Mesa del Congreso no han tenido ningún problema para votar en contra junto al PSOE, PP, Cs, y VOX.

Frases cómo las de Irene Montero, cuando dice que si para subir el SMI tienen que aplaudir al borbón lo van a seguir haciendo, son anécdotas si lo comparamos con lo que ha ocurrido esta semana en la Mesa del Congreso cuando Unidas Podemos y En Comú han votado en contra de la solicitud de EH Bildu de publicar la hoja de servicios de Billy el Niño, argumentando dudas jurídicas. En este tema han pecado de ingenuidad si pensaban que no iba a trascender. No han tenido en cuenta que podía saltar a la opinión pública y cuando ha venido un aluvión de críticas se han visto en la necesidad de rectificar de forma urgente.  El error de cálculo ha sido mayúsculo hasta el extremo que ha tenido que salir al paso el mismo Pablo Iglesias.

De la situación de Cataluña únicamente señalar que para que el Gobierno volviera a tener los pies en el suelo ERC tuvo que recordarle los acuerdos a los que habían llegado. Por lo visto se les había olvidado que para que este gobierno salga adelante es imprescindible su apoyo.

En el Estado español ha podido pasar inadvertida la postura que Unidas Podemos ha mantenido ante la huelga general que se celebró el pasado día 30 de enero en Euskal Herria, pero la postura ha ido en la línea que está teniendo en estas últimas semanas. Ha vuelto a dar un paso atrás. Ha ignorado las reivindicaciones recogidas en la Carta de los Derechos Sociales de Euskal Herria promovida por la mayoría sindical vasca y agentes sociales convocantes para cruzar a la otra orilla, en la que se encuentran el PNV, PSOE, PP a junto la patronal vasca y dos sindicatos minoritarios en Euskal Herria, CCOO y UGT. Si, aunque parezca ciencia ficción estos dos sindicatos en este territorio son minoritarios.

Podemos ha abandonado las dinámicas que se han llevado hasta este momento en Euskadi para la defensa de los derechos sociales, bajándose del tren de la huelga. Para ello la argumentación que dio Podemos Euskadi en su cuenta de Twitter es de lo más infantil. Manifiestan que era una “huelga de carácter social y político”. Pues claro que era una huelga de marcado carácter social y político, como todas las huelgas generales que se han dado en la historia de este país. Desde la primera huelga general que convocó CCOO en junio de 1985 para la defensa de las pensiones, pasando por la huelga general del 14D de 1989, hasta las convocadas en contra de las reformas laborales y de pensiones que han realizado los diferentes gobiernos del PP y PSOE. Absolutamente todas las huelgas generales tienen ese perfil. Cualquiera diría que son nuevos en política. Bien es verdad que no debería de coger de sorpresa la actitud de Podemos Euskadi, porque de un tiempo a esta parte su acercamiento al Gobierno de coalición PNV-PSOE que hay en la Comunidad Autónoma Vasca ha ido en aumento. La colaboración de Podemos para la aprobación de los Presupuestos Generales de esa Comunidad ha sido la piedra sobre la que se está fundamentando toda su nueva estrategia.

Todo este viraje lo que hace flotar en el ambiente es un mensaje para las altas instancias: Podemos ha entrado en la senda de la moderación, en la que Bárbara Balzerani define como un repliegue de posiciones dentro de ese concepto de “democracia progresiva” para salvarnos de las tentaciones de la derecha fascista. El asalto a los cielos puede esperar. Estamos en la hora de tragar sapos hasta la indigestión.

¡No os importe matar! San Fermines 1978: Crimen de Estado. Un libro de obligada lectura

¡No os importe matar! San Fermines 1978: Crimen de Estado. Un libro de obligada lectura

El pasado mes de octubre ha visto la luz el libro de Sabino Cuadra Lasarte, “No os importe matar! Sanfermines 1978: crimen de Estado”, publicado por Editorial Txalaparta. Con este título tan impactante, pero, a su vez, tan expresivo desgrana en sus trece capítulos el antes, durante y después de los trágicos sucesos del día 8 de julio de 1978, en el transcurso de las fiestas de Iruña-Pamplona, en los que fue asesinado Germán Rodríguez. Todo ello contextualizado en la situación política que se estaba viviendo.

Es un libro de lectura fácil y rápida pues sus 239 páginas contienen un relato muy ágil en el que el autor realiza, entre otras cosas, un trabajo de reconstrucción de los hechos con todo tipo de detalles.

Antes de entrar a relatar los sucesos el autor dedica un capítulo a realizar una labor brillante para refrescarnos lo que fueron esos años en los que se vivieron una serie de reivindicaciones políticas después de la muerte de Franco. La lucha en favor de la ruptura democrática con el régimen franquista frente a la opción de reforma de dicho régimen para que cumpliera los estándares democráticos pero sin romper con el pasado, la reivindicación del derecho de autodeterminación y la reivindicación de un estatuto en el que estuviera Navarra. Para finalizar este capítulo, realiza un repaso histórico de la evolución política que se había producido en Navarra en las últimas décadas, en las que se da una transformación radical, pasando de ser un territorio fiel a los principios del franquismo a convertirse en uno de los lugares más contestarios. En esa labor de análisis global de lo que fue esa época, no pasa por alto sucesos, como los de Montejurra de mayo de 1976, en los que pistoleros de extrema derecha asesinaron a dos militantes carlistas. Unos hechos en los que los aparatos del Estado tuvieron una conexión directa con la planificación de dichos asesinatos. 

Por lo que respecta al relato de los acontecimientos, este trabajo inicia su exposición en los días previos a las fiestas de Iruña-Pamplona, pasando por los sucesos que se vivieron el día 8 de julio de 1978, así como el aluvión de protestas que se dieron en otros puntos de Euskal Herria y la represión que desató el régimen, en concreto en la localidad de Rentería (Gipuzkoa).

El relato no se queda en los días posteriores pues continúa exponiendo una serie de hechos y acciones llevadas a cabo durante cuarenta años para que continúe viva la memoria de Germán Rodríguez, así como todas las iniciativas que se han llevado para reclamar verdad, justicia y reparación.

La exposición va acompañada de testimonios de personas que vivieron de forma directa esos acontecimientos. De hecho, algunos fueron heridos en los sucesos que se produjeron esos días. Es necesario destacar la labor minuciosa de investigación realizada en la obtención de informes oficiales y su análisis, algunos de los cuales ha sido desclasificados recientemente, así como de los informes que en su momento elaboraron las peñas sanfermineras, comparecencias parlamentarias, etc…

¡No os importe matar! San Fermines 1978: Crimen de Estado. Un libro de obligada lectura
Cartel recordando los sucesos del 8 de julio de 1978 en Irunea

Este libro tiene varios logros que no puedo dejar pasar sin mencionarlos porque, sin duda alguna, ayudan a poder entender mucho mejor las actuaciones de los aparatos del Estado y la impunidad con la que se movían.

El primero, sin duda alguna, es que nos da una información valiosísima del poder que tenían los mandos policiales, hasta el extremo de ningunear a todo un gobernador civil. Puede parecer surrealista pero los datos que se aportan son muy elocuentes. El Gobernador Civil de Navarra llegó a reconocer que sus instrucciones no fueron obedecidas por los mandos policiales.

El segundo logro es que consigue desmontar la versión oficial de los hechos. Las diferentes pruebas que se aportan, junto con los innumerables testigos presenciales de todos los hechos que se produjeron en esos días no dejan lugar a dudas. Todo lo que sucedió en el mes de julio de 1978 tanto en Pamplona como en otras localidades de Euskal Herria, caso de Rentería, no fue más que una acción planificada por parte de los aparatos del Estado para imponer su orden y recordar a la población cuales eran los límites a la apertura democrática. Esto iba a ser la Transición y la línea roja que no se podía traspasar tenía que quedar muy clara.

El trabajo de Sabino Cuadra nos sirve para comprobar como las instituciones democráticas, en cuanto han tenido la mínima ocasión, han intentado echar en el olvido los sucesos de los Sanfermines de 1978 hasta el extremo de intentar boicotear cualquier expresión de recuerdo y solidaridad hacia German Rodríguez y su familia.

Para entender lo que fue la mal llamada Transición es fundamental conocer con profundidad algunos de los hechos más sangrientos que se vivieron durante esos años. Los asesinatos de 5 trabajadores el 3 de marzo de Vitoria-Gasteiz, los sucesos de Montejurra en el mismo año, el mes de enero de 1977 con los asesinatos de los abogados laboralistas de Atocha y dos manifestantes en la calles de Madrid, las semanas proamnistía vividas en Euskadi, con varios manifestantes muertos por disparos de la Policía y Guardia Civil y los sucesos acaecidos en los Sanfermines de 1978.

Por lo que respecta al título del libro, puede que a las personas que no tengan un conocimiento sobre estos hechos les parezca algo llamativo, por no decir provocador. Por el contrario, la realidad es otra y mucho más entendible. La frase ¡No os importe matar! Está recogida de una grabación que se realizó a la emisora de la Policía Armada durante los incidentes ocurrido el día 8 de julio en la capital navarra.

Para finalizar, leer el prólogo que escribe Joseba Asiron es de las cosas que merecen la pena y que a uno le reconfortan.

Una nueva partitura para una orquesta inédita

Ya tenemos partitura y sólo hace falta que la nueva orquesta la sepa interpretar bien. Cuando uno se pone a leer el pentagrama le suena algo la melodía. Ni mucho menos es la Quinta sinfonía de Beethoven, pero la aritmética parlamentaria da para lo que da. El miedo, que a más de uno le puede rondar en la cabeza, es que después de haber creado esta obra musical, llegue el futuro gobierno y se ponga a interpretar Paquito Chocolatero y entonces se acabó la esperanza de la izquierda española para las próximas dos décadas.

El documento que han acordado el PSOE y Unidas Podemos para formar un gobierno durante esta legislatura no es un asalto a los cielos. Es producto de unos resultados surgidos de unas elecciones en las que los partidos que apuestan por romper amarras con el Régimen del 78 han obtenido unos resultados modestos y no aceptar esa realidad es querer vivir en otra dimensión.

El acuerdo tiene luces y sombras y su interpretación va en función de cada persona. Habrá quienes quieran ver que la botella está medio llena y quienes, por el contrario, la vean medio vacía.

Aún siendo una obviedad, es obligado decir que este acuerdo llega tarde, quizás muy tarde, porque con unos números muy similares se podía haber dado con anterioridad. No me estoy refiriendo a los resultados de abril de 2019 sino a las elecciones del 20 de diciembre de 2015. Los actores hubieran sido los mismos, pero con un desgaste mucho menor, la ciudadanía se hubiera ahorrado el suplicio de las elecciones de junio de 2016, pero, sobre todo, nos hubiéramos evitado la tortura de la última etapa del Gobierno del PP y el espectáculo bochornoso que dio el gobierno del PP en Cataluña el 1 de octubre de 2017 y la judicialización de un conflicto de naturaleza política, porque quiero pensar que con Podemos en el Gobierno no se hubieran dado ninguna de las situaciones que se vivieron en esos meses en Cataluña. La frustración de no haberse logrado un Gobierno producto de las elecciones de 2015 hay que endosárselo al PSOE. Un partido que estaba en horas muy bajas y fracturado.

Hay que tener presente que va a ser el primer gobierno de coalición desde las primeras elecciones de junio de 1977 y eso es un dato positivo porque significa que se va a gobernar desde la pluralidad y la diversidad y con un añadido fundamental, va a recibir el apoyo de otras fuerzas políticas, que van a estar vigilantes, van a ser necesarias y, si se me permite, imprescindibles a lo largo de toda la legislatura, lo que le va a obligar a ser más trasversal. A este Gobierno de coalición, le guste o no, va a tener que negociar día si día también con ERC y con EH Bildu, porque son las únicas opciones cercanas que tiene para sacar muchas de las medidas que han acordado, cómo por ejemplo todas las relativas a las políticas socioeconómicas.

El acuerdo es ambicioso. No es que las medidas que han acordado sean la quintaesencia en el ámbito de la izquierda, pero es que son medidas imprescindibles para acercar a este país al espacio de la Europa social, pues hasta la fecha nos habíamos ido alejando.

El documento firmado por el PSOE y Unidas Podemos tiene un poco de todo. Desde medidas muy concretas en las que se explica de forma muy nítida la actuación del futuro gobierno  hasta otras, que no pasan de ser meras declaraciones intenciones.  

En las políticas sociolaborales y fiscales hay medidas para acabar con la deriva liberal del PP aunque sean insuficientes y es positivo que hayan dedicado un capítulo a revertir la despoblación aunque no hayan pasado de enumerar las metas que se han puesto. Ni que decir tiene que en materia de igual a este acuerdo era lo mínimo que se le podía exigir.

La cuestión territorial la han querido abordar desde un punto de vista competencial y administrativo. Han omitido el debate de la plurinacionalidad del Estado, porque esta cuestión no se menciona por ninguna parte y la situación de Cataluña se la quitan de en medio con la frase “Abordaremos el conflicto político catalán, impulsando la vía política a través del diálogo, la negociación y el acuerdo entre las partes que permita superar la situación actual” y con la decisión de traspasar a la Generalitat las competencias recogidas en el Estatut. Es decir, cumplir la ley. Por el contrario, han preferido que otras cuestiones se recojan en los documentos que el PSOE ha firmado con el PNV y con ERC. Lo lógico hubiera sido que ambos documentos hubieran tenido el visto bueno de los dos partidos que van a gobernar porque en un tema tan importante como éste entiendo que debía haber participado Unidas Podemos, que para eso va a ser corresponsable de todas las decisiones que se tomen en el Consejo de Ministros, pero esta forma de actuar quizás tenga una explicación que a mí se me escapa.

No cabe duda que negociar el tema territorial ha debido ser lo que más le ha quitado el sueño al PSOE. Pedro Sánchez, con sus declaraciones sobre Cataluña, puso el listón muy alto durante los meses previos a las elecciones. Actuaciones como el montaje policial contra los CDR que se está diluyendo como un azucarillo en un vaso de agua, la aprobación del decreto-ley conocido como el 155 digital, la amenaza con volver a aplicar el artículo 155, etc… terminaron de ser la guinda a su deriva. Por el contrario, el hecho que figure en el documento de acuerdo de gobierno la frase “Abordaremos el conflicto político catalán, impulsando la vía política a través del diálogo, la negociación y el acuerdo entre las partes que permita superar la situación actual”, es una vuelta a la cordura. Al PSOE no le ha quedado más remedio que reconocer la existencia de un “conflicto político” porque Sánchez y su entorno no se cansaron de repetir durante la campaña que no existía un conflicto político y que lo único que había era un conflicto de convivencia. La tozudez en política acaba pasando factura.

En los otros dos documentos que ha firmado el PSOE, uno con el PNV y otro con ERC, es donde acuerdan los pasos a dar para intentar desatascar la situación de Euskal Herria y Cataluña, pero sobre todo, para que sea en el ámbito político donde se resuelvan este tipo de conflictos. En el texto firmado con el PNV es donde se llega a hablar de una forma un tanto difusa de plurinacionalidad cuando se recogen expresiones como “reconocimiento de las identidades territoriales” o “atendiendo a los sentimientos nacionales de pertenencia”.

Este acuerdo no le gustará a mucha gente de la izquierda. Lo criticarán porque verán en Podemos una renuncia a una serie de reivindicaciones. Algunos dirán que este pacto apuntala el Régimen del 78. No cabe duda que eso es cierto. Para muchos este acuerdo es una renuncia a asaltar los Cielos. Pero al principio he dicho que la aritmética parlamentaria da para lo que da y es que a los escépticos habría que preguntarles si con la representación que tiene Unidas Podemos y con el apoyo de otras organizaciones de izquierdas se podía haber logrado un acuerdo mucho más de izquierdas. El no firmar ese acuerdo podría suponer el suicidio político de Podemos y poner en bandeja la llegada de la ultraderecha al poder y eso lo han entendido perfectamente el independentismo de izquierdas (excepto la CUP), al facilitar con su abstención la investidura de Sánchez.

Si la investidura no hubiera salido adelante estaríamos en la antesala de una repetición electoral y se le hubiera puesto una alfombra roja al golpismo del siglo XXI para que llegase al poder. Algunos sectores de la izquierda tienen la costumbre de caer en un izquierdismo infantil, que en muchos casos lo que realmente les ocurres es que tienen un auténtico terror a ser opción de gobierno. Se sienten más a gusto desde las trincheras de la calle, pero sin asumir riesgos en tareas de gobierno.

Si se analiza lo que ha ocurrido en los últimos meses desde una óptica menos convencional, la irresponsabilidad de Sánchez de empeñarse en que no hubiera un gobierno de coalición después de los resultados de abril de 2019 quizás haya sido lo mejor que le ha podido pasar a la izquierda por dos motivos.

El primero es el hundimiento de Ciudadanos (Cs). Los datos de las elecciones de abril eran unos resultados trampa para la izquierda. Es verdad que los números eran algo mejor que los de noviembre, pero también es cierto que el PSOE podía obtener la mayoría absoluta con Cs y el sólo hecho que existiera esa posibilidad podía dinamitar cualquier acuerdo de izquierdas. Lo mejor que le ha podido pasar a la izquierda real y a las formaciones del cambio es que Cs abandonara su pose moderada y sacara su verdadera cara, la de un partido que puede disputar el espacio político de la extrema derecha al PP y a VOX, porque eso ha sido su perdición. Los nuevos resultados lo han dejado en la marginalidad política. Por tanto, el PSOE deja de tener ese comodín de poder recurrir a Cs.

El segundo factor que ha sido positivo es que con los resultados del 10 de noviembre el PSOE ha tomado conciencia del peligro que presenta el ascenso de la extrema derecha. No es que la extrema derecha haya aparecido como arte de magia. Hasta ahora había votado al PP y a Cs, pero ahora han salido todos del armario. Tengo el convencimiento que este hecho le asustó al PSOE y en menos de 24 decidió no seguir con su estrategia suicida y por eso llegó a un acuerdo urgente con Unidas Podemos.

Para finalizar, este acuerdo de Gobierno tiene dos tipos de enemigos. La derecha carpetovetónica, de la mano de la Brunete mediática. La sesión de investidura y lo que están publicando en estos días no es más que un aperitivo de lo que nos espera. El lenguaje será pre golpista e intentarán utilizar la calle para meter presión. El nuevo Gobierno tendrá que saber contrarrestarlo, porque ganar la batalla mediática es fundamental y no debería de dejar la calle en manos de la ultraderecha. Los otros enemigos proceden del mismo PSOE y la única fórmula que tiene Pedro Sánchez para que no se le vaya el partido de las manos es que el nuevo Gobierno tome decisiones sin complejos y en eso no sería malo que se fije en cómo actúa la derecha porque lo hace de cine.

La Justicia española hace aguas

No hay mayor ciego que el que no quiere ver. Quien no ha querido ver lo que iba a dictaminar el Tribunal de Justicia de la Unión europea (TJUE) sólo se puede deber a que en muchas ocasiones las personas confundimos los deseos con la tozuda realidad que está esperando a la vuelta de la esquina para que uno se choque de frente con ella.

El jueves, día 19 de diciembre era una fecha señalada en rojo en el calendario político. Ese día el Poder Judicial español y, por tanto, la democracia española iba a pasar la prueba del algodón democrático en el TJUE. Lo que se dilucidaba en Luxemburgo, sede de este tribunal, era si la Sala del Tribunal Supremo, que ha juzgado el Proces, había actuado conforme a derecho al impedir a Oriol Junqueras adquirir la condición de eurodiputado cuando salió elegido en las elecciones europeas y si tenía que haber sido excarcelado para adquirir dicha condición. Pues bien el resultado de la prueba ha sido de suspenso rotundo.

No me voy a extender en los hechos porque son de sobra conocidos. A lo largo de todo el proceso, las actuaciones, tanto del juez instructor como las realizadas por la Sala del TS que ha juzgado a los acusados por el Proces, no han tenido ningún éxito cuando han tenido que defender sus decisiones judiciales en tribunales de otros miembros de la UE. No han sacado adelante ninguna de sus pretensiones ni el Bélgica, ni en Alemania, ni en Escocia, ni ahora, ante el TJUE. Esto es algo que debería de hacer reflexionar para poder entender todo esto. Que la máxima instancia judicial del Estado español no haya obtenido ninguna respuesta favorable es como para preguntarse a qué se puede deber este ridículo en toda regla.

Para analizar todo esto, quizás habría que analizar las raíces del Poder Judicial del Estado español, sus orígenes, quienes lo controlan, si fueron depurados los elementos franquistas que durante 40 años dieron cobertura en los tribunales a la represión franquista. Estas cuestiones son más propias de un libro que de un artículo porque hay material suficiente para ello. Pero lo que en Europa les debe de llamar la atención es la poca calidad jurídica de la justicia española a la hora de dictar sus resoluciones judiciales.

Dan la imagen que detrás de esas togas hay una patente de corso para tomar decisiones judiciales con fines políticos, o dicho de otra forma, esos jueces actúan al dictado del poder político y toman decisiones para dar cobertura a las políticas que despliega el Poder Ejecutivo. El conflicto catalán ha evidenciado más que nunca esa forma de actuar. Nunca mejor dicho, esta vez se han pasado de frenada. La judicatura española se ha debido pensar que tenía barra libre para campar a sus anchas y que en Europa funcionarían las presiones, cómo las que llevaba realizando Borrell desde que desembarcó en Bruselas para desempeñar las funciones de Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Común. Pues bien, esta vez han cosechado otra monumental derrota político-judicial.

Ocurre que cuando un órgano jurisdiccional europeo tiene que dictar una sentencia de esta naturaleza en un proceso en el que se discutía una serie de derechos fundamentales protegidos en el marco de la Unión Europea no podía ponerse de perfil y a los miembros del TJUE no les ha quedado más remedio que zumbar al Tribunal Supremo, autor de uno de los mayores desaguisados judiciales. Todas estas resoluciones formarán parte del libro negro de la justicia española. Irá a continuación de las resoluciones que se han dado en este país desde los procesos por brujería que dirigió la Inquisición en el siglo XVI contra las mujeres de Zugarramurdi hasta los procesos de la dictadura franquista. Esta es la prueba del algodón de la calidad de la justicia española actual que no dista mucho de épocas pretéritas.

Nos encontramos en este barrizal porque el Gobierno del PP abandonó la vía política para solucionar el problema y apostó por ganar la batalla a través de la vía policial y judicial. El Gobierno del PSOE, nacido de la moción de censura, tampoco tuvo el valor político de coger el toro por los cuernos y afrontar el problema territorial y ahora, en plena fase de negociación, al PSOE le ha explotado en la cara la sentencia del TJUE. Los términos de la resolución eran previsibles, porque el informe del abogado general de la UE dictaminó en la misma línea de la sentencia dictada, pero el Gobierno en funciones ha actuado como si esta historia no fuera con él y ha pasado lo que tenía que pasar. Sánchez nos deleitó durante toda la precampaña y campaña electoral con un tono duro, prometiendo mano dura para resolver la crisis de Cataluña, aplicando el 155 digital y amenazando con todos los males del infierno, para ahora necesitar e implorar a ERC un acuerdo de investidura. Todavía resuenan las palabras de Sánchez diciendo que en Cataluña no hay un problema político, que el problema es de convivencia. Pues con la sentencia en la mano y con las diferentes resoluciones dictadas en los diferentes países de la UE la imagen resultante es que además de un problema político los diferentes gobiernos españoles siguen sin asumir la realidad existente, deteriorando aún más su imagen internacional.

Ante esta sentencia el Estado español y sus poderes fácticos tienen dos opciones: la de resolver el fracaso judicial que ha supuesto la sentencia del Proces, declarando nulo de pleno derecho el juicio, poniendo en la calle de forma inmediata a todos los procesados, o, por el contrario, la de enrocarse, sacar pecho, envolverse en la rojigualda. Eso sí, que nadie entienda que esto último como una manifestación de nacionalismo español. Utilizarán el eufemismo de nuevo cuño, patriotismo constitucionalista y manifestarán que desde la UE se está violando la soberanía española, olvidando que los tratados internacionales aprobados en las Cortes Generales forman parte del ordenamiento jurídico español.

Por lo que respecta al  Trío de Colón, está en modo gallinero, mucho cacareo y aplicando a rajatabla la segunda opción. Tampoco se les puede pedir más, Quod natura non dat, Salmantica non præstat. Y la Brunete mediática sigue confundiendo sus deseos con la realidad, e instalado en su nube particular.

Tres fechas claves en la historia del pueblo vasco

Tres fechas claves en la historia del pueblo vasco

El pasado mes de octubre se han celebrado los aniversarios de tres acontecimientos de relevancia en la historia del pueblo vasco sobre los que voy a realizar esta reseña. Los tres tienen un mismo denominador común: la relación jurídico-política existente entre Euskal Herria y España. Estos momentos históricos son la aprobación de la Ley de 25 de octubre de 1839 de confirmación de los fueros, la aprobación el 1 de octubre de 1936 en las Cortes españolas del Estatuto Vasco de la II República y otro 25 de octubre, pero de 1979, la celebración del referendum para la aprobación del Estatuto de autonomía para los territorios de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa.

La ley de 25 de octubre de 1839 tiene su origen en el final de la primera guerra carlista, el 31 de agosto de 1839, mediante el Abrazo de Vergara entre el general isabelino Espartero y el general carlista Maroto. Al finalizar la guerra se procedió a la aprobación de la Ley de Confirmación de los fueros. Esta denominación no deja de ser un eufemismo, porque esa ley lo que realmente trajo fue el primer recorte a los fueros que tenían los territorios vascos hasta la fecha. Las Cortes aprobaron dos artículos con el siguiente contenido: “1º. Se confirman los Fueros de las Provincias Vascongadas y de Navarra, sin perjuicio de la unidad constitucional de la Monarquía 2º. El Gobierno, tan pronto como la oportunidad lo permita, y oyendo antes a las provincias Vascongadas y Navarra, propondrá a las Cortes la modificación indispensable que en los mencionados Fueros reclame el interés de las mismas, conciliado con el general de la nación y de la Constitución de la Monarquía”. Como consecuencia de esta ley, en 1841 se aprobará la Ley “Paccionada” de modificación de los Fueros de Navarra.

Este sometimiento y armonización de los Fueros a la “Constitución de la Monarquía” y que no fueran en contra de la “unidad constitucional de la Monarquía” no era otra cosa que un recorte de tal magnitud que los Fueros perdían la esencia de su existencia, pues eran la herramienta jurídico-política fundamental que permitía a estos cuatro territorios gobernarse al margen del resto de la corona. Hasta la fecha lo único que compartían era el mismo monarca. El catedrático de Historia contemporánea Juan Pablo Fusi, en su trabajo “EL PROBLEMA VASCO: DE LOS FUEROS AL ESTATUTO DE GUERNICA”, define de esta forma a la ley de 25 de octubre de 1839: “la ley que abriría el proceso de abolición de los fueros, el régimen institucional histórico de los territorios vasco-navarros”.

De la lectura de estos dos artículos se pueden extraer las siguientes conclusiones: Si se confirmaban los Fueros, sin perjuicio de la unidad constitucional, es evidente que hasta 1839 no se había dado esa unidad constitucional y si estos Fueros tenían que ser conciliados con el general de la nación y de la Constitución de la Monarquía es que hasta la fecha ni “conciliaban”, ni las normas existentes en el Reino formaban un cuerpo legal homogéneo que permitiera hablar de una nación pues no existía una compilación normativa donde se recogiera todas esas normas e instituciones necesarias para definirlo como un Estado.

A partir de la aprobación de esta ley con el eufemismo de “confirmación de los fueros” se procedió a una derogación de las instituciones y normas más genuinas de los fueros. En el caso de Navarra el recorte que sufrieron lo expresa José Mari Esparza Zabalegi en los siguientes términos: “Navarra dejaba de ser un reino y pasaba ser mera provincia; desaparecían sus Cortes y con ellas la independencia legislativa y judicial; se perdía la capacidad de emitir moneda propia; el virrey era sustituido por un capitán general, en el plano militar y por un gobernador, en el civil; se obligaba a los navarros a participar en el servicio militar o “contribución de sangre”; se  trasladaban las aduanas del Ebro a los Pirineos, integrándose Navarra en el mercado estatal”[1]. Por lo que respecta a los otros tres territorios vascos estos recortes se dieron con posterioridad.

El motivo más importante por el que el poder central iniciara el proceso de abolición foral vasca no fue otro que el de defender los intereses económicos de las clases, sociales y políticas, dominantes de la época. La legislación foral vasca a principio del siglo XIX era un obstáculo para los intereses de las nacientes clases altas en Euskal Herria, sobre todo de las ubicadas en Bilbao y San Sebastián. Los negocios de la oligarquía, alta burguesía vasca y española y de la naciente burguesía comercial de Bilbao y San Sebastián, chocaban con la foralidad[2]. A todo esto habría que añadir el hecho de que, esta legislación, no era propicia para que capitales extranjeros pudieran entrar a explotar las riquezas naturales existentes en el subsuelo vasco. Contrariamente, en otros lugares del Estado, acontecía que las concesiones de las explotaciones mineras estaban en manos de empresas y capital extranjero[3] y habían sido adjudicadas a precios muy ventajosos para las compañías explotadoras. La hegemonía socioeconómica de la oligarquía y burguesía vasca era importante y ambas estaban interesadas en acabar con el proteccionismo que recogía las normas forales, para así poder potenciar el librecambismo. En este periodo, los liberales coinciden con los intereses de la aristocracia terrateniente andaluza y castellana, pues los procesos de desamortización que lideraron los diversos gobiernos liberales originaron una concentración de inmuebles y tierras en manos de un reducido grupo de terratenientes y oligarcas, en detrimento de las clases más desfavorecidas y de los bienes comunales.

Todo esto llevará a la Corona a intentar la abolición de los fueros, lo único que faltaba para llegar a este desenlace era esperar el momento idóneo. Desde la llegada de los borbones hubo varios acontecimientos históricos en los que se detecta el objetivo de la desaparición de los fueros. A principios del s. XVIII (1718) se produce el primero, fue el episodio de privación de los fueros a Bizkaia con ocasión de la sublevación por el Estanco de la Sal, sin embargo no fue el único. Los vaivenes de la política española desde la llegada de los borbones, y especialmente desde la Guerra de la Independencia con la lucha entre absolutistas y liberales por el control del poder, facilitaban que los fueros se convirtieran en una víctima más de la lucha que mantenían ambos sectores políticos; por ello se puede afirmar que la cuestión foral es la causa principal de la Primera Guerra Carlista en Euskal Herria[4]. Todo este proceso culminaría en julio de 1876 con la abolición de los fueros en su totalidad.

La definición que mejor se ajusta a la lucha llevada por el pueblo vasco en el siglo XIX a través de las guerras carlistas la aporta el Colectivo IPES. Fue la expresión de “la lucha entre la necesidad de unificación económica de la burguesía a nivel del Estado y por consiguiente de unificación de sus estructuras políticas y culturales y la resistencia de un pueblo a ver suprimido violentamente su modo de producción tanto a nivel económico como político y cultural”[5].

La segunda fecha a tener presente es la aprobación del Estatuto Vasco el 1 de octubre de 1936 en las Cortes españolas de la II República, reunidas en Valencia mediante el procedimiento de urgencia, en plena guerra civil.

Para llegar a la aprobación de este Estatuto, hubo que recorrer un tortuoso camino. La cuestión vasca no empezó con buen pie. Hay que partir de la premisa que el nacionalismo vasco no fue invitado a la reunión del Pacto de San Sebastián, celebrada el 17 de agosto de 1930, para fijar una hoja de ruta para instaurar la República, muy por el contrario, sí se contó con la presencia de los nacionalistas catalanes. En aquel momento tampoco puso mucho interés el PNV en asistir, pero lo cierto es que el hecho tuvo sus repercusiones, pues en las decisiones adoptadas se recogía, de forma expresa, admitir la personalidad política catalana. Sin embargo, la ausencia en dicho acuerdo de los políticos vascos autonomistas, redundaría de forma perjudicial en una futura aprobación de un Estatuto de autonomía vasco[6].

Una vez que se proclamó la II República, el Gobierno republicano no demostró interés alguno por sacar adelante un estatuto para Euskal Herria, al contrario de Cataluña, pero en Euskadi empezaron a darse los pasos para la aprobación del Estatuto. La Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza (SEV-EI), compuesta por nacionalistas, tradicionalistas y republicanos, elaboró un proyecto articulado del Estatuto General del Estado Vasco a instancia del asamblea de ayuntamientos, movimiento vinculado al PNV[7]. Ese proyecto partía de la base que la República, en su constitución, estaba dispuesta a adoptar un modelo federal, pero de hecho no fue así, pues se definió como República integral. Ese texto seguía una línea aconfesional, acorde con la nueva forma de gobierno y los aires que lo inspiraban.

El movimiento de alcaldes organizó varias reuniones para convocar una asamblea de alcaldes para debatir el proyecto de la SEV-EI. En esas reuniones varios alcaldes nacionalistas y tradicionalistas añadieron una enmienda de marcado perfil confesional. La comunidad vasca tendría completa autonomía entre la Iglesia y el Estado y estaría facultada para negociar un Concordato independiente con el Vaticano[8].

Ese proyecto será el que en el mes de junio de 1931 se debata en Estella con la inclusión de la enmienda anteriormente mencionada. Este Estatuto arrastró los siguientes problemas: Desde las filas del nacionalismo vasco, representado por el PNV, eligieron como compañeros de viaje a los carlistas, pues al inicio de la República la dirección del PNV veía con ciertas reticencias el nuevo régimen. El posicionamiento ideológico de su dirección estaba cercana al carlismo en la restauración foral como forma para recuperar los derechos históricos vascos y en la cuestión religiosa. El carlismo, si bien hablaba de la reinstauración foral, desde el mismo día que se proclamó la II República estuvo conspirando para su derrocamiento. Realmente el carlismo hacía muchas décadas que había marginado la cuestión foral y la base de su ideario ideológico se basaba en el integrismo religioso y la restauración de una situación predemocrática. En este momento, para los carlistas apoyar el Estatuto de Estella no dejaba de ser una táctica para atacar a la República. El PNV en los primeros meses de la II República había elegido unos aliados, que con el tiempo se quitarían la máscara para posicionarse en contra del Estatuto. Esta alianza era mirada con recelo por los republicanos y ello influyó en que miraran con recelo el autonomismo vasco[9].

Las modificaciones que se realizaron al Estatuto aprobado en Estella también recibieron la crítica de ANV, partido nacionalista, aconfesional y de izquierdas, nacido en noviembre de 1930.

En concreto, en cuanto desapareció del documento el perfil religioso, que el PNV y los carlistas añadieron al proyecto de la SEV-EI, estos últimos se descolgaron del proceso. El carlismo representaba a la oligarquía y la reacción por lo que era incompatible con el sector progresista del PNV, el cual iba ganando posiciones dentro del nacionalismo. Por el contrario, el carlismo día a día se iba profundizando en un endurecimiento reaccionario[10]. La figura que fue ganando peso en esa nueva imagen del PNV era la de José Antonio Agirre.

El tratamiento que se hacía de la cuestión religiosa en ese proyecto, debido a las modificaciones que introdujo el PNV junto con los carlistas, fue motivo más que suficiente para que socialistas y republicanos, que no se distinguían por una voluntad estatutaria, no lo apoyasen. Este Estatuto no prosperaría en las Cortes porque una de sus cláusulas, la relativa al Concordato con la Santa Sede, fue declarada inconstitucional, lo que provocó que todo el Estatuto fuera echado para atrás.

A partir de este momento, se inicia otro segundo intento para sacar adelante un estatuto, esta vez con el impulso de las Gestoras Provinciales. Al no haberse celebrado elecciones para las diputaciones, esas gestoras habían sido nombradas por el Gobierno central. Éste temía que si se celebraran unas elecciones para renovar las diputaciones, fueran controladas por nacionalistas y carlistas por el gran peso electoral del mundo rural vasco[11]. La comisión vuelve a utilizar el proyecto elaborado por la SEV-EI antes de las modificaciones de la Asamblea de Estella. En este nuevo texto las competencias reservadas al futuro Gobierno autónomo vasco son más limitadas que en el Estatuto de Estella, los idiomas oficiales son el euskera y el castellano (en el Estatuto de Estella sólo era el euskera) y las relaciones con la Iglesia se reservaban a la República[12]. Pero este proyecto tampoco fructificó. Ello se debió a que en la Asamblea celebrada en Pamplona, en junio de 1932, fue aprobado por los municipios de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, pero no tuvo la mayoría entre los municipios navarros (123 en contra y 104 a favor). En días posteriores a la celebración de la asamblea, se publicaron referencias en las que hubo apoderados de algunos ayuntamientos navarros que infringieron el mandato del consistorio al que representaban, votando en contra o absteniéndose[13]. La posición contraria de la derecha navarra se vio ayudada por la postura de boicot[14] que mantuvieron los republicanos e izquierdas navarras. Republicanos y socialistas cometieron el error de no ayudar a crear un Gobierno vasco en el que estuvieran los cuatro territorios, lo que hubiera sido fundamental para dar estabilidad a la República y además hubiera servido para tener más controlados los movimientos golpistas en los que empezaba a tener presencia el carlismo. El primer intento de golpe de Estado de Sanjurjo se produjo en agosto de 1932, que tuvo el apoyo de la oligarquía vasca, junto con los terratenientes y financieros de la época y las viejas castas militares[15].

La situación derivó en la elaboración de otro proyecto únicamente para los territorios de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa. Sus trabajos finalizaron el 6 de agosto de 1933, siendo votado en referéndum el 5 de noviembre de 1933, pero este Estatuto no pudo entrar en vigor. En las elecciones de noviembre de 1933 las derechas españolas obtuvieron el triunfo y, como era de esperar, el Estatuto se guardó en un cajón pues el bloque de derechas se oponía a su aprobación en las Cortes.

Hubo que esperar a que en las elecciones de febrero de 1936 saliera una mayoría absoluta del Frente Popular para que, en abril de ese año, el estatuto  se volviera a presentar en las Cortes españolas. La Comisión de Estatutos acuerda dar por válida la consulta realizada en noviembre de 1933, teniendo validez para los tres territorios (Álava, Gipuzkoa y Bizkaia) pero su aprobación en el pleno sigue demorándose y se produce el golpe militar de julio de 1936 que, al no triunfar, acabaría transformándose en una guerra civil. En esos momentos de organización de la defensa, ante el ataque de los sublevados y viendo que la República seguía sin desatascar el problema, algunos miembros destacados del PNV se movieron para la creación de un gobierno vasco que surgiera de las Juntas de Defensa[16].

Al final, en plena contienda, las Cortes Republicanas aprobaran el Estatuto el 1 de octubre de 1936. Un triunfo con sabor amargo porque todo este calvario se podía haber evitado y hubiera sido de gran ayuda para la defensa de la República. Sin embargo, se aprobó cuando más de la mitad del territorio vasco estaba ocupado por la sublevación fascista. Desgraciadamente, la suerte del Estatuto y de la Euskal Herria estaba echada y dejaba maltrecha a la República.

La tercera fecha, 25 de octubre de 1979, es la fecha del referéndum para la aprobación del Estatuto de autonomía para Álava, Bizkaia y Gipuzkoa. En este último caso el proceso duró algo más de dos años, lo que no fue óbice para que sufriera todo tipo de obstáculos y tensiones políticas y sociales.

En esta ocasión el régimen estaba representado por un gobierno cuyos miembros habían sido altos cargos de la dictadura franquista, con la misión de pilotar el proceso de reforma después del fallecimiento del dictador. Se presentaron a las elecciones a través de un partido, UCD, que estaba copado por personas destacadas del franquismo y que, a diferencia de AP, fundada por Manuel Fraga, intentaba ser la cara amable de una nueva derecha.

Los partidos tradicionales herederos de la República y del Estatuto del 1936, PNV, PSOE y PCE iban a ser los actores principales en todo este proceso que se iba a dar en Euskal Herria, junto con UCD. A todos ellos habría que añadir la presencia de un nuevo espacio político: la izquierda abertzale. En el período de la II República este espacio era muy reducido, siendo representado por ANV. Por el contrario, en el periodo 1977-1979 la izquierda abertzale era un movimiento político pujante que estaba representado por dos tendencias: Euskadiko Ezkerra (EE)[17] y Herri Batasuna (HB)[18]. Ambos espacios políticos tuvieron una participación en todo el proceso, si bien es cierto, que el Estatuto fue el momento que las terminó de alejar entre sí de forma irremediable. Las causas de ese alejamiento fueron más profundas y serán expuestas posteriormente.

En esta ocasión la aprobación del Estatuto fue un proceso que se inició el 15 de junio de 1977, fecha en la que se celebran las primeras elecciones generales desde el derrocamiento de la II República. Duró algo más de dos años, pero tuvo tanta intensidad o más que la que se vivió durante el período republicano.

Las elecciones de junio de 1977 se celebraron sin la presencia de una parte muy importante de la izquierda abertzale, que decidió no concurrir a dichos comicios al no haber salido todos los presos políticos vascos de las cárceles y estar algunas organizaciones políticas ilegalizadas, porque en sus estatutos propugnaban la independencia de Euskal Herria. Por estos motivos hicieron campaña en favor de la abstención. Este hecho, sin duda alguna, condicionó en gran medida los resultados que se dieron. De las elecciones salieron dos partidos mayoritarios, PNV y PSOE y dos partidos minoritarios, UCD y Euskadiko Ezkerra.

Nada más constituirse las Cortes en julio de 1977, se inició un proceso laborioso de redacción, debate y aprobación de la Constitución. Este proceso, que duraría hasta diciembre de 1978, marcó toda la controversia que se dio en materia territorial.

Paralelamente, a partir de los resultados de estas elecciones se forma la Asamblea de parlamentarios vascos (diputados y senadores). A esta asamblea se unen la totalidad de los parlamentarios de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, los dos diputados del PSOE por Navarra y el histórico nacionalista, Manuel Irujo, que había sido elegido senador por Navarra en la candidatura del Frente autonómico (PSOE-PNV). Los seis parlamentarios (tres diputados y tres senadores) de UCD elegidos  por Navarra no se unieron. La primera reunión de la Asamblea se celebró el 22 de junio de 1977 y todas las fuerzas políticas presentes adoptaron tres resoluciones: el reconocimiento de la personalidad política y administrativa de Euskadi, la legalización de todos los partidos sin excepción y una amnistía total para todos los hechos de intencionalidad política[19]. El consenso no daba para más.

A partir de este momento se inicia una serie de reuniones de esta Asamblea con un objetivo: poner en marcha el régimen pre-autonómico. Esto era un estado transitorio hasta que se aprobaran los estatutos de autonomía, que no podían llegar hasta que no hubiese una constitución que les diera cobertura legal y los regulara. Pero en las naciones históricas la presión popular al Régimen llevó a la concesión de este estatus transitorio que no dejaban de ser movimientos tácticos del Gobierno de la UCD para controlar la situación.

En los primeros compases hubo una cuestión que marcaría la marcha del proceso y mediría las  fuerzas entre los diferentes partidos: La negativa de los parlamentarios de UCD de Navarra a participar en un proceso común para los cuatro territorios vascos. Hay que tener presente que gracias a la ley de Hondt la UCD obtuvo en Navarra la mayoría absoluta de los cargos electos con menos del 30% de los sufragios. En ese momento la posición del PSOE era favorable a la integración de Navarra en Euskadi. Pero el Gobierno de la UCD, sabedor que tenía la llave, dio los pasos necesarios para que no se produjera la integración. Todo esto sin soliviantar al PNV y al PSOE. Movió las fichas tanto desde Madrid como de las instituciones navarras, que todavía no habían sido elegidas democráticamente, y que estaban controladas por el Bunker franquista.

En enero de 1978 se aprueba el decreto-ley de aprobación del pre-autonómico vasco y se nombra en febrero el Consejo General Vasco. Una institución que fue el reflejo de la situación política, foro donde PNV y PSOE rivalizaban políticamente a la hora de discutir el modelo de país que defendían. Las otras formaciones que lo componían (UCD y EE) no dejaban de ser meras comparsas, sin perjuicio que la UCD siempre jugaba con la tranquilidad que le daba que los suyos controlaran todo el aparato del Estado.

El proceso de elaboración del Estatuto se realizó en dos fases: la primera fase abarcó los meses de noviembre y diciembre de 1978. En ese período la asamblea de parlamentarios vascos debatió el proyecto de Estatuto. Éste fue presentado en el Congreso de los diputados el 29 de diciembre de ese año. La segunda se inicia en el mes de julio de 1979, momento en el que se inicia el trámite en el Congreso, siendo aprobado el 21 de julio y ratificado en referendum el día 25 de octubre de 1979. Este último proceso se realiza después que el 1 de marzo de 1979 se hubieran celebrado unas nuevas elecciones generales que trajeron un cambio en el tablero político. La irrupción de HB con 3 diputados y un senador, sin duda alguna, trajo de cabeza a los artífices de la Reforma. No hay que olvidar que en las anteriores elecciones las organizaciones que conformaban esta candidatura pidieron la abstención y en los regímenes parlamentarios todo lo que no tiene representación es como si no existiese.

Todo este proceso que trascurre desde las primeras elecciones después de la muerte del dictador hasta la aprobación del Estatuto fue un momento clave en muchos aspectos.

En dicho periodo durante la tramitación tanto de la Constitución como del Estatuto de autonomía se pudo observar el margen de maniobra que dejaba el régimen a las reivindicaciones territoriales de la población vasca. Hubo momentos muy duros y tensiones en los que parecía que todo saltaba por los aires, sobre todo cuando el Estatuto se debatió en el Congreso de los diputados en julio de 1979. Uno de esos momentos se produjo días antes que el Estatuto de autonomía se tramitara en el Congreso. En ese momento el Gobierno de la UCD sospesó la posibilidad de declarar un Estado de excepción en Euskadi. La portada del diario El País del día 23 de junio era muy elocuente, abriendo con la siguiente información: “Desmentidas supuestas interferencias militares en los estatutos”[20]. Tanto en este diario como en Cambio 16 informaban de la intención del Gobierno de implantar el Estado de sitio en Euskadi en el supuesto que las negociaciones para la aprobación del Estatuto vasco fracasaran[21].

En esta ocasión, a la hora de buscar acuerdos y compañeros de viaje, el PNV estuvo más cerca del PSOE que de los partidos abertzales. De hecho, en las elecciones de junio de 1977 al Senado se presentó en coalición con el PSOE con la marca Frente Autonómico. Desde un primer momento huyó de llegar a acuerdos con la izquierda abertzale. El deseo del PNV era que los poderes del Estado le consideraran el interlocutor válido para todo lo referente a Euskadi, pero en este momento histórico en el PNV volvían a aparecer dos almas: la sabiniana, favorable a la independencia, y la defensora de los derechos históricos a través de la reinstauración foral.

Es interesante ver las posiciones que mantuvo el PNV ante las dos cuestiones que se debatían en ese momento (Constitución y Estatuto de autonomía). En lo referente al debate constitucional, el PNV se abstuvo y realizó un discurso en defensa de los derechos forales que no fueron recogidos en la Constitución como este partido esperaba. Por ello se posicionó en contra del derecho de autodeterminación. Arzallus tuvo diversas intervenciones en el Congreso muy elocuentes. “El PNV se presenta en este momento con unos planteamientos más fueristas que nacionalistas […], por ello renunciamos a la constitucionalización de postulados férreamente defendidos por todo nacionalista y aceptamos planteamientos ajenos y hasta contrarios a los nuestros”[22]. En el PNV volvía a ganar el alma fuerista. Pero toda esta retórica en el Congreso era compensada con declaraciones en actos políticos en diversos lugares de Euskal Herria en las que se sostenía un discurso independentista. No dejaba de ser una táctica para aplacar a sus bases, con el agravante de que el Estatuto que posteriormente se aprobara, iba a tener que ceñirse a la Constitución.

En esta situación, en los meses de noviembre y diciembre de 1978, con la aprobación de una constitución en la Cortes que no había tenido el apoyo ni del PNV ni de Euskadiko Ezkerra y con el rechazo frontal de la izquierda abertzale extraparlamentaria, la Asamblea de parlamentarios vascos debate un proyecto de Estatuto; fue una labor realizada entre el PNV, PSOE y EE, con una UCD, consciente que estaba en minoría, pero que no le preocupaba mucho porque harían valer su posición cuando el proyecto fuese estudiado en el Congreso, cosa que así fue.

 Cuando llegó la hora de debatir el Estatuto en el Congreso, como se ha dicho con anterioridad, el reparto de escaños había cambiado con motivo de las elecciones generales del 1 de marzo de 1979 y la correlación de fuerzas entre los partidos vascos ya no era la misma. En este momento el PNV tenía mayoría y HB había irrumpido con 3 diputados, siendo, por el contrario, el PSOE el partido más perjudicado.

El proyecto presentado por la Asamblea de parlamentarios vascos se topó con la fuerza que tenía el Gobierno de la UCD en el Congreso. En este partido había dos visiones: la defendida por un sector duro que apostaba por declarar medidas de excepción (Estado de sitio, excepción o similares) y otro sector más dialogante que abogaba por llegar a un acuerdo con el PNV.

El Estatuto tenía que ser discutido en la ponencia compuesta por una delegación elegida por la Asamblea de Parlamentarios vascos y la Comisión Constitucional, pero la realidad fue bien distinta. Esa ponencia no fue más que una pantalla, porque donde realmente se discutió el articulado del futuro Estatuto fue en el Palacio de la Moncloa. En un principio las reuniones eran entre Garaikoetxea, presidente del EBB[23], y Adolfo Suarez, presidente del Gobierno. Posteriormente se incorporaron personas relevantes de UCD y el PNV. Es de aquí de donde salió el texto que posteriormente se aprobó en el Congreso. En todo este proceso PSOE y Euskadiko Ezkerra quedaron marginados, con las consiguientes protestas de ambas formaciones. Por lo que respecta al contenido del texto, en palabras del diario El País del día 13 de julio “Las modificaciones introducidas como consecuencia de las negociaciones celebradas en La Moncloa afectan prácticamente a la totalidad de los artículos”[24].  Esta situación fue una constante en todo el proceso negociador.

Una vez que fue pactado entre el PNV y UCD, el paso por la ponencia y posterior debate en el pleno de la cámara baja no dejo de ser un mero trámite. La aprobación del Estatuto fue acompañada  por todo tipo de declaraciones y artículos periodísticos, ensalzando el acuerdo y el contenido del Estatuto por parte de las fuerzas políticas que estaban a favor (PNV, PSOE, UCD, EE, PCE). Fuera de ese ambiente de euforia las declaraciones de algunos políticos del PNV dejaban entrever que el Estatuto no era la panacea que pregonaban en sus declaraciones. En una entrevista realizada a Xabier Arzallus en el diario Egin, el 28 de diciembre de 1978, cuando la Asamblea de Parlamentarios vascos aprobó el proyecto que posteriormente se discutiría en el Congreso, el líder jeltzale declaraba  que “tiene que quedar claro que hemos partido de una realidad impuesta que es el marco constitucional concreto. Salir de este marco supondría la invalidación de todo intento estatutario, por lo que es necesario acatarlo. No es nuestro estatuto ideal, ni siquiera el que nosotros propondríamos. Es el que permite la Constitución”[25]. La pregunta que habría que realizarse  es la de que si el proyecto que fue sacado adelante por el PNV no era del agrado del PNV ¿qué grado de satisfacción podría tener el texto definitivo después de haber sido modificado casi en su totalidad?

Por lo que respecta a la posición de la izquierda abertzale, se dieron dos planteamientos antagónicos entre sí. La postura del sector representado por Herri Batasuna, KAS[26] y ETA militar fue contraria desde el momento en el que se empieza a hablar del pre-autonómico. No aceptaban que el proceso se iniciara a través de la representación salida de las elecciones del 15 de junio, al haberse encontrado algunas formaciones políticas sin legalizar. Para este sector la elaboración debía ser liderada por una asamblea de municipios democráticamente elegidos, la participación de Navarra en este proceso y el reconocimiento del derecho de autodeterminación. El eje sobre el que se movían eran los puntos recogidos en la Alternativa táctica de KAS. Como alternativa a este proceso estatutario, crearon un órgano de contrapoder popular vasco (EHBN[27]) que tenía, entre otros objetivos, la elaboración de un Estatuto nacional de autonomía para los cuatro territorios vascos. Era una postura pétrea en la que partían de la premisa de que cualquier participación en el proceso era legitimar las instituciones creadas al amparo de la Reforma, pues no dejaba de ser un lavado de cara del régimen franquista. Esta postura fue mantenida sin ningún tipo de fisura y era compartida por ETA militar, que era una de las dos ramas de ETA en ese momento.

La propuesta política del otro sector de la izquierda abertzale, el representado por la coalición Euskadiko Ezkerra y EIA, que actuaba en total coordinación con la organización ETA político-militar[28], tuvo dos fases bien diferenciadas. La primera se puede circunscribir al periodo que va desde las elecciones de junio de 1977 hasta el mes de noviembre de ese mismo año. En  esos meses la estrategia es similar a la que seguía el otro sector de la izquierda abertzale. Se posicionó en contra de los proyectos de régimen pre-autonómico que habían preparado PNV y PSOE. Redactó un documento alternativo en clave de ruptura democrática. Pide la urgente celebración de elecciones municipales y propone que la Asamblea de Municipios elegidos democráticamente y asambleas populares en la que estuvieran representados organismos populares, fuesen el marco donde se debatiese el Estatuto[29]. No aceptaban ni el Gobierno vasco en el exilio ni los resultados del 15 de junio por la falta de participación popular que entrañaban ambos proyectos.

Sin embargo, esta posición dio un giro de 180 grados en los meses siguientes. Una vez que EIA celebra su primer congreso en Zegama (Gipuzkoa) en el que sale elegida una nueva dirección y Mario Onaindia es nombrado secretario general, EIA cambia su planteamiento inicial y acepta el pre-autonómico que habían consensuado PNV y PSOE. Durante todo ese proceso EIA, a través de Euskadiko Ezkerra se posicionó en contra la Constitución, pero aceptó el proceso estatutario dentro de los límites de esa Constitución.

Durante el proceso de debate del Estatuto las organizaciones del bloque formado por EIA-Euskadiko Ezkerra-ETA político militar, lanzaron dos campañas que no tuvieron el éxito que esperaban. La primera fue la de “Estatutoarekin presoak etxera” (Con el Estatuto los presos a casa). La mayor parte de los presos políticos vascos de diferentes organizaciones se encontraban en la prisión de Soria y estaban llevando una lucha importante porque la policía estaba dentro del recinto de la prisión. La otra campaña fue “Estatutoarekin Nafarroa Euskadira” (Con el Estatuto Nafarroa a Euskadi). Ambas campañas conjugaban la lucha política que debían de realizar EE de la mano de EIA y la actividad de ETA pm con atentados propagandísticos. La realidad es que quien llevó el peso de ambas campañas fue la organización armada por la falta de capacidad movilizadora de EIA y EE, más preocupadas en la actividad institucional.

En esta disputa política que vivían los dos espacios políticos de la izquierda abertzale subyacía un análisis ideológico y político de mayor profundidad. Para el bloque político-militar[30] en el Estado español se estaba dando una transición de la dictadura hacia una democracia burguesa que sería equiparable a las que se daban en la Europa Occidental. Desde esta óptica, una organización como EIA no podía hacer una política demasiado enfrentada a los partidos democrático-burgueses, representados en Euskadi por el PNV y el PSOE[31]. Debía de trabajar desde las instituciones para lograr las condiciones adecuadas para iniciar un proceso hacia el socialismo. Por el contrario, las organizaciones de KAS y HB entendían que en el Estado español no se había dado un cambio de régimen. Se había realizado un proceso de reforma política en el que el franquismo seguía controlando todos los aparatos del Estado (judicatura, ejército, cuerpos policiales) estando al servicio de la misma oligarquía que había hecho negocios durante el franquismo. Las instituciones que habían surgido con el proceso de reforma iniciado en 1976 adolecían del carácter democrático para poder ser equiparadas a las democracias burguesas existentes en la Europa Occidental. Ante esta situación planteaban una lucha frontal.

La última etapa de todo este proceso fue la campaña del referéndum  en la que se dieron dos frentes. Por un lado, las organizaciones que apoyan el Estatuto (PNV, PSOE, EE, UCD y PCE) y por el lado la izquierda abertzale (HB, KAS y ETA m), junto a algunos partidos minoritarios (EMK y LKI) que se posicionaron en favor de la abstención. La campaña no estuvo exenta de tensión. Un ejemplo de ello eran los argumentos que llegaron a dar el PNV y EE. Uno de ellos fue que si no se lograba el pacto del Estatuto había peligro de intervención militar en Euskadi y de involución golpista en el Estado español[32]. También hubo argumentos que no dejaban de ser un brindis al sol con el objetivo de obtener el mayor apoyo entre el electorado nacionalista como “El Estatuto es el primer paso para la independencia de Euskadi”. Había una posición, muy residual, contraria al Estatuto defendida de forma explícita por los partidos de ultraderecha, estando a la cabeza Unidad Nacional, cuyo líder era Blas Piñar, y de forma tácita por Alianza Popular, que no se sumó a hacer campaña en favor del Estatuto.

El Estatuto cosechó el apoyo de algo más del 53% del censo, algo esperado, después de todo el despliegue de medios que se hicieron por partidos políticos, medios de comunicación y diversos aparatos del Estado.

No habían pasado  ni tres años desde su aprobación cuando el Estatuto sufría el primer ataque recentralizador. Una de las consecuencias derivadas del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 fue el acuerdo entre la UCD y el PSOE para aprobar la LOAPA. La finalidad de esta norma era la de recortar las competencias que tenían la Comunidad Autónoma Vasca y Cataluña, derivadas de sus respectivos estatutos de autonomía. Pero ese intento recentralizador no llegó a fructificar como deseaban sus promotores porque el Tribunal Constitucional dictó una sentencia en el que negaba el carácter orgánico y armónico de dicha ley.

A día de hoy de las 144 competencias que recoge el Estatuto Vasco en vigor quedan pendientes de transferir 33, lo que supone un 23 por ciento de su totalidad después de 40 años[33]. Se puede decir que es la  Ley Orgánica en vigor con menor grado de aplicación. La realidad actual es que no sólo no están transferidas las 33 competencias anteriormente mencionadas, sino que en la actualidad estamos viviendo una ola recentralizadora que se manifiesta a través de recortes en las nuevas leyes orgánicas que se aprueban y a través de las sentencias que dicta el Tribunal Constitucional.

En esta situación, un tanto oscura, el Parlamento Vasco está inmerso en un proceso de elaboración de un proyecto para la redacción de un nuevo Estatuto. No parece que vaya a conseguir mayor consenso que el anterior, porque los obstáculos vienen a ser muy similares a los que se vivieron a finales de la década de los 70 del pasado siglo. La piedra angular sigue estando en el reconocimiento de la soberanía del pueblo vasco, lo que conllevaría el poder tener capacidad política para ejercer el derecho a decidir. Resolver esta cuestión será la clave para que llegué a tener un consenso amplio, pero tan importante o más será ver como se encaja dentro la estructura del Régimen del 78, o si, por el contrario, es necesario que se produzca un nuevo proceso constituyente.


[1] Esparza Zabalegi, Jose Mari: VASCOSNAVARROS. Guía de su identidad, lengua y territorialidad, Txalaparta, Tafalla, 2012.

[2] Castells Arteche, Luis: Fueros y Conciertos Económicos. La Liga Foral Autonomista de Guipúzcoa (1904-1906), L. Haranburu Editor, San Sebastián, 1980.

[3] Ibarruri, Dolores (Pasionaria): El único camino, Collection Ebro, 1975.

[4] Estornes Zubizarreta, Idoia: Carlismo y abolición foral. Entorno a un centenario 1876-1976, Editorial Auñamendi, San Sebastián, 1976.

[5] Colectivo IPES: Euskadi: Herri Batzarrea. Asamblea del Pueblo y política municipal. Zero, Bilbao 1978.

[6] Castells, José Manuel: El Estatuto Vasco. L. Haranburu editorea, 1796, Donostia, 1976.

[7] Ibidem.

[8] Caro Baroja, Julio y AA.VV: Historia General del País Vasco, La Gran Enciclopedia Vasca-Haranburu Editor, Volumen XII, Donostia, 1981.

[9] Eduardo Renobales: ANV, el otro nacionalismo. Historia de Acción Nacionalista Vasca-Eusko Abertzale Ekintza. Txalaparta, Tafalla, 2005.

[10] Caro Baroja, Julio y AA.VV: Historia General del País Vasco, La Gran Enciclopedia Vasca-Haranburu Editor, Volumen XII, Donostia, 1981.

[11] Eduardo Renobales: ANV, el otro nacionalismo. Historia de Acción Nacionalista Vasca-Eusko Abertzale Ekintza. Txalaparta, Tafalla, 2005.

[12] Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.

[13] Castells, José Manuel: El Estatuto Vasco. L. Haranburu editorea, 1796, Donostia, 1976.

[14] Eduardo Renobales: ANV, el otro nacionalismo. Historia de Acción Nacionalista Vasca-Eusko Abertzale Ekintza. Txalaparta, Tafalla, 2005.

[15] Caro Baroja, Julio y AA.VV: Historia General del País Vasco, La Gran Enciclopedia Vasca-Haranburu Editor, Volumen XII, Donostia, 1981.

[16] Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.

[17] Euskadiko Ezkerra se constituyó para las elecciones del 15 de junio de 1977 era una coalición formada por los partidos EIA y EMK (Movimiento Comunista de Euskadi). Este último partido en 1978 abandonó la coalición, quedándose EIA con la marca electoral.

[18] Herri Batasuna (Unidad Popular) era una coalición formada por los siguientes partidos: ANV, ESB, HASI y LAIA.

[19] Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): El No Vasco a la Reforma, 1º La consolidación de la reforma, Editorial Txertoa, San Sebastián, 1979.

[20] El País, 23-6-1979.

[21] Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): El No Vasco a la Reforma, 2º La ofensiva de la reforma, Editorial Txertoa, San Sebastián, 1979.

[22] Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): El No Vasco a la Reforma, 1º La consolidación de la reforma, Editorial Txertoa, San Sebastián, 1979.

[23] EBB: Acrónimo de Euskadi Buru Batzar. Es el órgano ejecutivo del PNV.

[24] El País, 13-7-1979.

[25] Casanova, Iker: ETA 1958-2008. Medio siglo de historia, Txalaparta, Tafalla, 2007.

[26] KAS: Koordinadora Abertzale Sozialista. En ese momento era un organismo formado por partidos políticos HASI, LAIA, la organización ASK y KAS Emakumeak.

[27] EHBN es el acrónimo de Euskal Herriko Biltzarre Nazionala o Asamblea Nacional Pueblo Vasco.

[28] ETA político-militar a principios de 1977 creo el partido EIA poniendo en práctica lo aprobado en su VII Asamblea. Actuaban en total coordinación y marcaban la línea política que tenía que llevar a cabo la marca electoral Euskadiko Ezkerra.

[29] Egido, José Antonio: Viaje a la nada. Principio y fin de Euskadiko Ezkerra, Txalaparta, Tafalla, 1993.

[30] El término bloque político-militar ha sido utilizado por diferentes investigadores e historiadores a la hora de englobar a las organizaciones EIA, EE y ETA pm.

[31] Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): El No Vasco a la Reforma, 1º La consolidación de la reforma, Editorial Txertoa, San Sebastián, 1979.

[32] Giacopuzzi, Giovanni: ETA. Historia política de una lucha armada 2ª parte, Txalaparta, Tafalla, 4ª edición, 2001.

[33] Eldiario.es, 27-1-2019

En país extraño

En país extraño

“En país extraño” es el título de la novela escrita por Mikel Antza,[1]publicada en castellano recientemente por editorial Txalaparta. La versión original de la novela fue escrita en euskera con el título “Atzerri” y publicada en 2012 por editorial Susa. Cuando el autor escribió la obra en euskera se encontraba encarcelado  y ha quedado en libertad recientemente, coincidiendo con su publicación en castellano.

El relato lo protagoniza un joven escritor en lengua vasca, que se ve obligado a huir al participar en la fuga de dos presos políticos vascos[2]. Uno de los presos a los que ayuda a huir, Joseba Sarrionaindia, en ese momento ya es conocido por su faceta literaria que irá creciendo a lo largo del tiempo.

El personaje principal de la novela empieza a vivir el exilio y su nueva vida en la clandestinidad. A partir de ahí la trama gira en torno a un tema central: La lucha interna entre el militante y el escritor, batalla que gana el militante. Sin embargo será una constante su deseo de retomar la pasión por escribir pero siempre le vence la incapacidad, ya que su compromiso como  militante le impone un estilo de vida. En la disyuntiva  entre la pluma o la espada él elige la espada.

El personaje de la novela es el autor sin embargo no es una obra autobiográfica, sino más bien una ficción, sin perjuicio de que haya hechos o situaciones que el autor haya vivido y que han sido utilizadas para componer el relato. El autor reflexiona a través del protagonista sobre cuáles son las inquietudes que le acechan, sus miedos, etc.

La situación que vive como exiliado y su vocación intelectual van íntimamente unidas, son como dos caras de una misma moneda. Refleja el desarraigo del refugiado, desde un primer momento se siente en país extraño, percibiendo la soledad del que ha abandonado su tierra. Esta sensación no es producto de vivir en otro lugar, fuera de su entorno, sino de la forma de vida que se ve obligado a llevar. Se encuentra en un viaje de ida sin billete de vuelta, pues su hipotético retorno lo ve como algo demasiado lejano.

El autor retrata ciertas sensaciones, como la de  inmovilidad de lo que ha dejado: la impresión de que si en un futuro volviese se encontraría a las personas y a los lugares como si no hubiera pasado el tiempo por ellos.

También reflexiona sobra las relaciones humanas y de pareja en el contexto del exilio. Una forma de estar cerca de la patria es la lucha y el verse obligado a estar exiliado.

La novela tiene ritmo, no aburre  y mantiene al lector en una cierta tensión que le anima a proseguir la lectura para conocer el desenlace final. En mi opinión, está muy bien contextualizada, no en vano el autor ha vivido en primera persona los hechos que ambientan el texto. Además, en algunos pasajes, tiene un punto de suspense pues la novela se desarrolla en el  ambiente de la clandestinidad. 

 


[1] Mikel Albisu Iriarte, Mikel Antza (1961): En su faceta de escritor se inicia en el mundo de la literatura en 1979 cuando publica en la revista Susa su primer cuento. Colaborador de la revista Argia ha escrito media docena de novelas y dos obras de teatro. Su actividad literaria le lleva a tener una relación con Joseba Sarrionaindia, mientras éste se encontraba en prisión hasta su fuga de la cárcel de la cárcel de Martutene en 1985. Su actividad política le lleva en 1985 a huir a Francia. En 2004 fue detenido, habiendo obtenido la libertad  en 2019.

[2] Joseba Sarrionaindia: Escritor en lengua vasca, con más de una veintena de obras en su haber. Ha trabajado la narrativa, el ensayo y poesía. Ha traducido a diversos escritores internacionales al euskera y ha colaborado con diversos cantantes y grupos musicales a la hora de escribir canciones. Ha ganado diversos premios literarios. Quizás sea en este momento el escritor más importante en euskera. Ingresó en prisión en 1980 y mientras cumplía la condena el 7 de julio de 1985 se escapó de la cárcel de Martutene junto con otro preso de ETA, Iñaki Pikabea, en los bafles del equipo del cantante Imanol una vez que diera un concierto en la prisión. Como consecuencia de la fuga, Mikel Antza huyó por su posible colaboración en la fuga. La fuga se hizo muy famosa porque el grupo musical Kortatu la inmortalizó en la canción Sarri, Sarri. En la actualidad reside en La Habana (Cuba).

Reflexionando sobre el efecto Errejón

Todas las fichas ya están en el tablero político para afrontar unas nuevas elecciones que, se mire por donde se mire, podían haberse evitado. Sin embargo, el maquiavelismo de unos, la falta de visión a largo plazo de otros y la esquizofrenia de alguno, han llevado a una situación que no tiene marcha atrás. No cabe duda que el 10N va a traer sorpresas, quizás más de las que nos podamos imaginar, porque en política todo es posible.

Todo lo vivido en estos últimos meses se podría calificar como  un cúmulo de despropósitos sino fuese porque en política las cosas no suceden porque sí. Un análisis sereno de lo vivido, nos deja una serie de ideas que pueden servir para poder afrontar el futuro a corto plazo.

En primer lugar, cuando se utiliza la palabra bloque progresista o bloque de izquierdas sólo se puede entender como expresión retórica para hacer un discurso político en el que se intente  conectar con ese sector de la ciudadanía que se siente de izquierdas, pero cuando va a las urnas  introduce la papeleta del PSOE, en un acto de fe, con el convencimiento que esas siglas representan algo dentro de la izquierda.

En el lado opuesto está el votante de izquierdas que tiene una imagen del PSOE que se encuentra en sus antípodas, pero que es consciente que la travesía del desierto conlleva recorrer el camino, en algunos momentos, de la mano de esa máquina electoral que se llama PSOE; el mismo que puede pasar más tiempo pidiendo ayuda a la derecha para que facilite un gobierno de Pedro Sánchez que sentando las bases de un gobierno que corrija la deriva neoliberal que ha sufrido la ciudadanía en los últimos 10 años.

Pero la batalla del relato se puede resumir de la siguiente forma: Una nula intención por parte del PSOE de negociar nada que no fuese un gobierno gratis total y así tener las manos libres para  hacer las políticas a las que nos tiene acostumbrados cuando llega al poder. Siempre teniendo en mente el intentar no enfadar a la oligarquía financiera y empresarial. Y el desaprovechamiento de UNIDAS PODEMOS del momento de flaqueza del PSOE, cuando quedaron descolocados por la decisión de Pablo Iglesias de hacerse a un lado para llegar así a un acuerdo, fue una ocasión única de entrar en el Gobierno, aunque fuera con calzador. Cuando se desperdician ocasiones de este tipo lo que ocurre es que el rival político no te las vuelve a dar.

Otra cosa es que la ciudadanía que sólo se informa a través de los medios de comunicación convencionales tenga claro el relato, porque no nos olvidemos que la inmensa mayoría de la población no tiene una actitud proactiva a la hora de informarse. Se limita a recibir la información que le dan los grandes medios de comunicación. Lo de bucear y contrastar la información es una actividad de una minoría.

En todo este escenario, el tercer protagonista es Cs. No hay que olvidar que, en esta legislatura fallida, la suma del PSOE y CS en el Congreso daba mayoría absoluta y que en ningún momento utilizó esa aritmética para llegar a algún acuerdo de gobernabilidad con el PSOE, y erigirse en lo que tanto sueña Rivera, ser el partido líder de la oposición que facilita ciertos acuerdos de Estado. Este partido se encuentra sumido en una deriva entre el suicidio político y la esquizofrenia ideológica. Ha dejado pasar la mejor oportunidad que ha tenido para evitar unas elecciones y poder consumar lo que realmente quería el PSOE y sobre todo la CEOE y la oligarquía de este país: Un pacto entre estos dos partidos que sirviera para en lo político apuntalar el Régimen del 78 y en lo socioeconómico para no tocar las reformas neoliberales que se han llevado a cabo durante los diez últimos años. Por eso, viendo que Cs no se movía de su posición inmovilista, sumergido en una competición con sus socios, PP y VOX, en ver quien es más de extrema derecha, los poderes económicos se han pasado todo este periodo pidiendo al PSOE que no llegase a un gobierno de coalición con Unidas Podemos o que el mal menor fuera la repetición electoral. A esto hay que añadir que hace unos días se ha publicado la noticia que, en verano, Pedro Sánchez manifestó al jefe de la CEOE que no pensaba pactar un gobierno de coalición con Unidas Podemos. Está claro quien ha ganado la batalla ¿a alguien le quedaba alguna duda?

A priori esta situación lo único que generaba era un futuro negrísimo para la izquierda, y sobre todo, para todo lo situado a la izquierda del PSOE. Lo vivido en los últimos quince días se podría calificar como situación de pánico, porque en este barrizal empezamos a observar que en el 10N va a haber más de un perdedor.

En un principio se ha hablado de una gran abstención por parte del electorado de izquierdas y de una subida del PSOE en intención de voto, pero después de la irrupción de MÁS PAÍS, a día de hoy nada de todo lo dicho está claro. Lo que se dice clara solo hay una cosa. El PP va a obtener un resultado mejor que en abril, porque hacerlo peor es ya imposible. En el PP le deberían estar agradecidos eternamente al PSOE por esta repetición electoral. Un favor que solo se puede entender dentro de los fundamentos ideológicos que tienen todos los defensores del Régimen del 78, y sobre todo, en lo concerniente a recuperar el bipartidismo. Otra bocanada de oxígeno para que el Régimen se recupere.

Cs empieza a vivir su particular calvario y no porque las encuestas le vaticinen unos malos resultados. Su actitud de no colaborar en buscar una salida para un gobierno dócil, que evitara veleidades progresistas, le va a acarrear enemigos dentro en los poderes económicos y ya le ha generado problemas internos que a lo largo de los próximos meses, veremos si no van a más. No hay que olvidar que es un partido que si no tiene el apoyo de los poderes económicos y del establishment no es nadie.

Pero sin duda alguna, todos los análisis que se estaban realizando hasta ahora acerca de cuál podría ser el nuevo mapa político y la situación que estaba viviendo el centro izquierda, se han quedado obsoletos con la irrupción en este proceso electoral de un nuevo sujeto político: El partido liderado por Íñigo Errejón. Se había especulado mucho sobre este escenario, pero cuando se pasa de la especulación a la confirmación de la noticia todo el tablero político se recoloca de forma más o menos virulenta y  esto trae consecuencias.

El primer efecto de la irrupción de MÁS PAÍS ha sido el de conseguir ser un revulsivo para toda la izquierda. Desde los que califican a Íñigo como un traidor y un peón del sistema, pasando por los que lo ven con buenos ojos siempre que desgaste a PODEMOS, porque piensan que puede ser un agente político más manejable que Podemos. Por otro lado está ese sector de la izquierda que estaba muy quemado por lo vivido en estos últimos meses y que dudaba entre quedarse en casa o votar con la nariz tapada y que ahora ha encontrado una nueva ilusión en este nuevo partido. Lo que está claro es que la irrupción de Más País no ha dejado indiferente a nadie. Este hecho tampoco ha pasado  desapercibido para la derecha, porque si en algo le puede perjudicar es en la variable con la que jugaban, la gran abstención en la izquierda, que ahora puede no ser tan grande.

La aparición de este nuevo partido es un movimiento que tiene algunas lecturas, tiene como objetivo no dejar huérfano a ese votante de izquierdas que está sumido en el hartazgo de ver como se ha perdido una oportunidad histórica para que, por primera vez, la izquierda entre en el gobierno de este país. Quizás uno de los políticos que ha visto esta situación de forma más nítida es Gabriel Rufián, en algunas de las declaraciones que ha realizado.

La propuesta de sólo presentarse en las circunscripciones en las que tengan posibilidad de obtener representación institucional, sin restar dentro del bloque del centro izquierda, y de no presentarse en provincias poco pobladas, pidiendo de forma implícita el apoyo al PSOE o a Unidas Podemos, es un signo de prudencia y de no beligerancia hacia estas dos formaciones.

Una de las incógnitas más importantes es saber de dónde va a atraer más votos. Si en un primer momento se ha dicho que sería a costa de Unidas Podemos, realmente saldremos de dudas una vez que conozcamos los resultados electorales. No habría que descartar que uno de los partidos más damnificados con la irrupción de MÁS PAÍS sea el PSOE. La línea que ha seguido Sánchez y su entorno tiene un poco de estrategia suicida. Hay declaraciones que han realizado que son para enmarcarlas y guardarlas en el cajón de los disparates. Si las han escuchado con posterioridad puedo entender que ahora no duerman tranquilos. Tengo dudas de que esta estrategia le genere alguna rentabilidad al PSOE, por el contrario, creo que incrementa el hartazgo. A esto hay que añadir que, durante el debate de investidura, Sánchez se pasó más tiempo pidiendo a la derecha que le facilitara la investidura que intentando atraer a la izquierda. Poco ha tardado en renegar de la posición que le llevó a dimitir como secretario general del PSOE en 2016, para no facilitar la investidura de Rajoy, de la que hizo bandera para presentarse de nuevo a la secretaria del PSOE. Por todo este elenco de contradicciones puede ser que el electorado del PSOE en su gran mayoría no le dé la espalda a Sánchez, pero si le puede costar unos puñados de votos, lo suficientemente importantes como para que el PSOE no consiga el objetivo que busca con esta repetición electoral que es recuperar el peso que tenía en otras épocas en el espectro del centro-izquierda.

“Esperanza y libertad”, un paso en el camino hacia la República catalana

“Esperanza y libertad”, un paso en el camino hacia la República catalana

Hoy es 11 de septiembre, fecha en la que se celebra la Diada de Cataluña y me parece que es un día apropiado para comentar el libro que Raül Romeva ha publicado hace unos meses. “Esperanza y libertad” (Editorial Ara).

Allá por el mes de abril tuve la oportunidad de asistir en Madrid a su presentación en la librería Blanquerna. La presentación del libro corrió a cargo de Daniel Innerarity, Ignacio Sánchez Cuenca y, ante la imposibilidad de que Raül Romeva pudiera asistir, al estar privado de libertad, estuvo presente su esposa Diana Riba. No quisiera pasar por alto el hecho de que la presentadora fuera  la directora de “Público”, Ana Pardo de Vera y pienso que tiene mucho valor que esa labor la realizase una  periodista de fuera de Cataluña.

Todas las intervenciones estuvieron a un gran nivel y algunas llegaron a ser emotivas, pero en un acto realizado en Madrid, con esta temática, la presentación de Ana Pardo de Vera fue muy interesante porque enlazó dos cuestiones que ponen en tela de juicio el Régimen del 78: el proceso llevado en Cataluña y que cuestiona la estructura territorial del Estado y la monarquía como modelo de jefatura del Estado. En el primer caso el proceso tuvo como objetivo la realización de una consulta, que es lo que la moderadora reivindicó para la segunda cuestión, la posibilidad que la ciudadanía pueda elegir entre monarquía y República. Y si en el momento de la presentación le pudo llamar la atención a alguien el sacar a colación esta segunda cuestión, sin duda, le quedaría totalmente aclarada una vez que lea el libro.

Del resto de intervinientes, destacar la intervención que el politólogo Ignacio Sánchez Cuenca, nada sospechoso de independentista, realizó una exposición desde la racionalidad democrática y la ciencia política para situar el problema dentro de la esfera política y sacarlo de la esfera judicial, que es donde se encuentra.

Después de esta presentación y de leer el libro de Raül Romeva, tengo que decir que me ha parecido interesantísimo, enriquecedor y muy constructivo. No me imaginaba un libro de esta calidad y escrito con tanto cariño. Jenn Díaz dice en el prólogo que Raül Romeva ha realizado un ejercicio de generosidad -continúa- escrito sin odio, sin resentimiento, tendiendo la mano. A estas palabras de Jenn Díaz habría que añadir que todo el libro es un acto de dignidad, valentía, coherencia y humildad política,  con unas dosis de ética casi imposibles de superar. Romeva es una persona que lleva más de año y medio en prisión, sufriendo uno de los mayores ataques político y mediático que se conoce. Ha reiivindicado en sede judicial y en su libro las acciones que llevó a cabo como conseller, porque tenía la convicción que es lo que tenía que hacer, aun sabiendo los costes que ello podía conllevar. No cabe duda que es un acto de dignidad política y ética muy pocas veces visto en la política española.

En todo momento escribe con mucha humildad. Nunca saca la bandera de las verdades absolutas e irrefutables y hace un elogio de la duda. Para ello trae la siguiente cita de Bertrand Russell que me parece muy acertada: “el problema del mundo es que los idiotas y los fanáticos están seguros completamente seguros de sí mismos, mientras que a los listos les asaltan las dudas continuamente”.

Raül Romeva nos habla de esperanza no en términos idílicos  ni como una necesidad de agarrarse a ese término. La esperanza es incertidumbre, pero es necesaria para huir del fatalismo y “la esperanza conlleva asumir riesgos” que él y sus compañeros presos asumieron a la hora de poner en marcha el Proces, porque la esperanza también es una apuesta para logar un objetivo. Asume que para ser creíbles cara al exterior y  lograr su objetivo es necesario estar dispuesto a sufrir, porque del sufrimiento y las derrotas surge la semilla de las futuras victorias.

El autor resume la actitud que se debe tener, en todo este proceso, en los siguientes términos: la cabeza alta, la mirada larga, verbo sereno y la mano tendida. Lo fácil hubiera sido que hubiese escrito un libro en el que cavase una trinchera o pintase líneas infranqueables, que sirviese para alimentar a los suyos construyendo un enemigo. Pero, por el contrario, realiza un ejercicio de empatía en el que tiene palabras de reconocimiento y afecto para personas que no son independentistas, pero que han puesto dosis de cordura en todo el proceso. Nos deja muy claro que para construir la República en Cataluña es necesario crecer a lo ancho y en palabras de Oriol Junqueras, el camino para la República consiste en aunar mayorías amplias y transversales para “ganar confianzas, tejer complicidades, construir una casa común”

Las reflexiones que realiza a lo largo del libro, en cierta forma, no dejan de ser un manual de instrucciones para entender los procesos de lucha política que se dan en la actualidad en cualquier otro lugar. Una de esas situaciones nos la encontramos cuando nos habla de ese activismo identitario, más preocupado en reafirmarse mirando para adentro que en salir fuera de su trinchera, que deja al margen la construcción de soluciones si no tiene la certeza del triunfo.  

El libro está plagado de citas de pensadores, políticos y activistas que utilizadas por el autor de una forma muy fina sirven como ejemplos en los diferentes pasajes del relato que recoge el libro. Es una apología al dialogo, de la negociación y el acuerdo para tender puentes con una visión largoplacista.

A través de diversos temas el autor va plasmando lo que han sido estos últimos años de la política catalana, hasta desembocar en el periodo de preparación de la consulta ciudadana del 1 de octubre de 2017 y los hechos que sucedieron con posterioridad.

He querido dejar para el final dos cuestiones que son fundamentales, para que los que no vivimos en Cataluña podamos entender todo lo que lo que ha sucedido en la última década. Me estoy refiriendo a cómo se inicia todo este proceso y el papel que desempeñan la sociedad catalana y los políticos del bloque republicano.

En primer lugar, desde fuera de Cataluña, pero, sobre todo, desde Madrid se ha vendido un relato de que los políticos independentistas han “arrastrado” o “engañado” al pueblo con un objetivo imposible de llevarse a cabo, lo que ha generado una frustración. Nada más lejos de la realidad, la batalla por el derecho a decidir, como muy bien explica Jaume López en su libro “el derecho a decidir. La vía catalana” (ed. Txalaparta), la gana la sociedad. El movimiento social gana “la batalla del frame” o de los nuevos cognitivos de gran impacto social en el que la sociedad va por delante de las organizaciones políticas. Y esta cuestión, que es vital para poder tener una foto no distorsionada de todo lo que sucede en Cataluña, aparece en el libro de Raül Romeva. En el libro explica cómo, los presos políticos, han recibido mensajes de ciudadanos catalanes en los que les piden perdón por haberlos empujado a esta situación. Los políticos recogen el guante que lanza la sociedad civil.

En segundo lugar, para poder entender muchas de las cosas que están sucediendo, es fundamental el relato que realiza Raül Romeva acerca de cómo decidieron Junqueras y él afrontar todo el proceso judicial. Primero, no eludiendo el juicio, ellos deciden afrontarlo porque consideraron que se  limitaron a escuchar un clamor pacífico y democrático. Además, ponían en juego su credibilidad.

Romeva deja claro en su libro que, Oriol Junqueras y él, decidieron salir de su zona de confort. Ellos acordaron no defenderse de nada para encarar el juicio desde un prisma político, aun sabiendo de los riesgos que corrían. Querían decir con la cabeza muy alta que “un referéndum no es ningún delito” y que no indujeron al uso de la violencia.

Esperanza y libertad
Esperanza y libertad

Crítica a la conferencia “La Guerra Civil en Valderredible”

El pasado sábado asistí a la conferencia que organizó la agrupación socialista de Valderredible (Cantabria) con el título “La Guerra Civil en Valderredible”. El ponente fue Fernando Obregón Goyarrolla, profesor de historia, historiador e investigador sobre la Guerra Civil en los diferentes valles de Cantabria. Valderredible, para los que no lo conozcan, es el valle más meridional de esta Comunidad, pertenece a la comarca de Campoo y es uno de los municipios más extensos de todo el Estado español.

Para desgracia de Pablo Casado y del resto de herederos ideológicos del Régimen franquista, no parece que este tema sea la preocupación de cuatro izquierdosos iluminados y resentidos que están todo el día con las batallitas del abuelo, porque la asistencia fue impresionante. El salón de actos del ayuntamiento estaba a rebosar y hubo personas que tuvieron que permanecer de pie durante todo el evento.

Fernando Obregón Goyarrolla, antes de comenzar su intervención, manifestó que estaba en calidad de historiador, que no era militante del PSOE ni tenía carnet político alguno. Su presencia se debía a la solicitud que le había realizado la agrupación socialista de Valderredible por los conocimientos que tiene sobre este tema. Realizó una introducción muy ágil sobre los orígenes del conflicto, comenzando en las elecciones municipales de abril de 1931 y la proclamación de la II República. Relató cómo se vivieron esos acontecimientos en Valderredible hasta entrar de lleno en el golpe de Estado e inicio de la Guerra Civil, en todo el Estado, y de qué manera repercutió en Cantabria y en Valderredible en particular. 

En lo concerniente al periodo republicano y a la contienda bélica en Valderredible, la exposición fue muy pormenorizada, aportando innumerables datos. Habló sin ningún tapujo de los hechos que ocurrieron no sólo en el frente sino en ambas retaguardias.

La conferencia fue interesante, porque estoy convencido que aportó datos que muchos de los presentes, nativos como foráneos, desconocíamos.

Ahora bien, en la exposición, por un lado, eché de menos algunas cuestiones y datos que se dieron en ese periodo histórico de enorme importancia que son imprescindibles para poder entender lo que se vivió y, por otro lado, no me pareció muy adecuado algunos términos que utilizó el ponente a lo largo de su intervención, pues es muy importante el lenguaje que se utiliza cuando se habla de esta etapa histórica.

Lo primero y más relevante que se omitió es el recibimiento hostil que recibió la II República desde el día siguiente a su proclamación por todas las fuerzas reaccionarias de la época, de la mayor parte de los mandos del ejército y de la jerarquía de la Iglesia. Las asonadas militares, las actividades de organizaciones paramilitares, entre las que se encuentra el Requeté y otros grupos de ideología conservadora, etc. fueron una constante. Voy a poner dos ejemplos muy conocidos, aunque hay muchísimos más. El primer intento de derrocar al Nuevo Régimen se produjo en 1932 de la mano del general Sanjurjo cuando la II República tenía escasamente un año de vida. Desde ese mismo año los tercios del Requeté de la mano de Fal Conde, líder de la Comunión Tradicionalista, se estaban organizando como una auténtica organización paramilitar. Para contrastar lo relativo a las actividades de la Comunión Tradicionalista solo es necesario ver las fotografías de esa época existentes en el museo del carlismo, sito en Lizarra-Estella (Navarra). En resumidas cuentas, la II República nació con una gran fragilidad, estando en el punto de mira de todos los poderes fácticos de la época. La II República, con todos los errores que pudo tener, se vio obligada a desviar una cantidad ingente de esfuerzos y recursos a defenderse de todas esas conspiraciones y agresiones que sufrió, en vez de dedicarlos a la transformación socioeconómica y cultural del país, para acabar con la pobreza y las desigualdades existentes.

Es fundamental tener presente todo esto porque de lo contrario la imagen que se acaba proyectando de la II República es la de un régimen que sumió a este país en la confrontación y la violencia por voluntad propia.

Me llamó la atención que no realizara ninguna mención de las que he comentado. De hecho, mencionó que la Comunión Tradicionalista se estaba organizando, recibiendo cierta preparación militar con posterioridad a las elecciones de febrero de 1936, pero en ningún momento hizo mención de sus actividades de años anteriores, ya que existen pruebas documentales y gráficas de que lo llevaban haciendo desde tiempo atrás.

Otra cuestión que quiero señalar es la distorsión del lenguaje que se da al tratar esta etapa y que en esta conferencia se volvió a producir. Si bien en algún momento se utilizó la palabra golpe de Estado y/o sublevación militar se fue desdibujando cuando, para referirse a los golpistas, utilizó términos como “nacionales”, “azules” y para referirse al “bando republicano” usó términos como “Republicanos” y/o “rojos”, “zona roja”. Estoy convencido que el conferenciante en ninguno momento lo hizo de forma dolosa ni con un ánimo de falta de respeto para con el Régimen republicano. Lo que ocurre es que, en un tema de esta naturaleza, es imprescindible la utilización del léxico de la forma más correcta, no sólo desde un punto de vista histórico sino desde un punto de vista jurídico. Para referirse a lo que se llama “bando republicano”, en mi opinión, lo más indicado sería definirlo como los representantes de la legalidad vigente en ese momento. No es que fueran republicanos, que todos tenemos claro que lo eran, sino que eran los defensores de la República española instaurada mediante un procedimiento democrático y, por tanto, legal y legítimo. En este caso, nunca mejor, se podría designar a los defensores de la legalidad vigente como los “constitucionalistas”, porque defendían la constitución vigente, la republicana.

En cuanto al lenguaje utilizado para designar a los sublevados, cualquier término que no sea el de golpistas, ejército golpista, rebeldes, ejército rebelde o ejercito fascista (estaba compuesto de números unidades de la Alemania nazi y de la Italia fascista) es utilizar eufemismos y blanquear el léxico para denominarlos. No deja de llamar la atención que cueste tanto denominar golpista al sector del ejército que se sublevó en armas en julio de 1936 y al sector de la sociedad civil que le secundó cuando llevamos casi dos años escuchando la palabra golpista para designar a unas personas por el hecho de poner unas cajas con una ranura en la parte superior para introducir una papeleta para realizar una consulta a la ciudadanía, sin ninguna utilización de armas, artillería, aviación militar, ni nada que se le parezca.

Desgraciadamente relatos en estos términos se dan con frecuencia y no dejan de ser formas de blanquear las agresiones que sufrió la II República, pero, sobre todo, de blanquear el franquismo. Llueve sobre mojado.

Dejo para el final este breve comentario sobre la intervención que, al inicio de esta conferencia, realizó el responsable de memoria histórica del PSOE de Cantabria y director de deportes del gobierno cántabro. Cualquier persona demócrata de fuera de este país que escuchara la exposición le parecería correcta. Lo que ocurre es que los que preciasamente no venimos de fuera nos quedamos atónitos cuando escuchamos ese discurso, porque parecería que el PSOE es un partido que acaba de aterrizar en las instituciones y nunca hubiera gobernado. El PSOE en el periodo 1982-1989 disfrutó de una mayoría absoluta abrumadora en las cortes españolas. Posteriormente, en el periodo 1989-1996 fue el partido más votado y con el apoyo de otros grupos políticos de izquierda tuvo una mayoría suficientemente holgada como para haber dado todos los pasos necesarios en materia de memoria histórica y así no nos encontraríamos a día de hoy en esta situación. Esto es la prueba palmaria que el PSOE cuando gobierna en solitario, hace y deshace a su antojo, olvidándose de programas y demás reivindicaciones. Quizás esto nos ayude a entender su forma de actuar en la actualidad. Le espanta compartir el poder con alguien que pueda dejarle con las vergüenzas al aire.

Olvidaron que los muertos tienen vivos y los vivos memoria

Hay una placa sencilla en una de las columnas del Ayuntamiento de Olite (Navarra) en la que da se puede leer la frase que da título a esta reseña y que recoge el nombre de 50 asesinados tras el golpe militar del 18 julio de 1936.

Para quien no conozca Olite: es un pueblo situado en la Navarra Media, al sur de Tafalla, que en la actualidad no supera los 4.000 habitantes y que cuando se produjo el golpe militar apenas tenía 3.000 habitantes. Esto quiere decir que los sublevados asesinaron a más del uno por ciento de la población, en un territorio donde no hubo ni un kilometro de frente de batalla.

En la merindad de Estella (Navarra) hay un pueblo que se llama Sartaguda, pero que es conocido por el pueblo de las viudas. No es necesario que profundice más sobre el sobrenombre. En esta localidad se dio una tasa de 67,6 asesinatos por cada 1.000 habitantes y según los estudios que se han realizado calculan que asesinaron al 40% de los votantes masculinos del Frente Popular.

En agosto de 1936, los falangistas y requetés detuvieron a Maravillas Lamberto Yoldi de 14 años de edad y a su padre en la localidad de Larraga. Ambos fueron asesinados, pero previamente violaron a Maravillas Lamberto en las dependencias del Ayuntamiento. Todo fuera por la cruzada  para imponer el nacional-catolicismo.

Podría seguir recordando los asesinados que fueron tiraados por los precipicios de la Sierra de Urbasa o los que se quedaron en las cunetas de los caminos que recorren el Viejo Reino, pero esa labor ya la han realizado y de forma muy meritoria otras personas que a través de magníficos trabajos de investigación han publicado un elenco de obras y publicaciones que nos han ayudado a hacer una composición de lugar de lo que pasó en los meses siguientes al golpe militar de julio de 1936.

En Navarra la represión se cebó con socialistas, comunistas, anarquistas, nacionalistas y con todo aquel que tuviera algún gen demócrata en su ADN. Para ello Navarra fue uno de los epicentros del golpe militar. La II República no tuvo mejor ocurrencia que para alejar al golpista Mola de Madrid y que no pudiera conspirar desde la capital, lo nombró gobernador militar de Navarra al mando de la 12ª Brigada de Infantería. El lugar perfecto para que pudiera organizarse y coordinarse con los requetés navarros que llevaban tiempo preparándose como organización paramilitar, introduciendo armamento suministrado por los fascistas italianos a través de Bera y de todo el Pirineo navarro. Ya unos días antes a que se produjese la sublevación Dolores Ibarruri informó de todos estos hechos a Casares Quiroga, Presidente del Gobierno. El alcalde de Estella durante la II República, el nacionalista vasco Fortunato de Aguirre, también avisó en diversas ocasiones de las actividades de Mola y los requetés, llegando a hablar con Casares Quiroga pero para variar, los republicanos seguían en babia.

Los siguientes 40 años tampoco fueron de color de rosa para todos aquellos navarros y navarras que con inquietudes políticas querían luchar en contra de la ilegalidad establecida mediante el golpe militar y para ello Navarra tiene otro record en lo concerniente a la represión. Un hijo del pueblo de Uxue, localidad de la Navarra Media, Jacinto Ochoa Marticorena, tiene el “privilegio” de haber sido el preso político que más años estuvo en las cárceles franquistas. 26 años y 10 meses. Previamente tuvo dos condenas de muerte, que le fueron conmutadas por largas penas ¿delito? ser militante comunista y haber luchado contra el fascismo.

No cabe ninguna duda que la represión fue brutal en todo el Estado, pero en un día tan señalado como hoy he querido hacer este comentario de lo que supuso en Navarra porque tengo la sensación que las demás autonomías perciben a Navarra como una comunidad conservadora, tradicional. Igual tengo una percepción equivocada, pero la he experimentado en varias ocasiones. Lo que ocurre es que, desde la muerte del dictador, en Navarra ha habido algunas personas que aunque se definen como de izquierdas, sólo han sido unos colaboradores de los herederos de la represión franquista, todo ello para no dejar de ser un pilar del Régimen heredero del franquismo.

Sin embargo Navarra ha sido una tierra de luchadores por la libertad mucho antes que se creara el Reino de Navarra. Desde que los vascones sacaran a pedradas y palos a las huestes de Carlo Magno a su paso por el collado de Ibaeta (Roncesvalles) allá por año 778, pasando por la lucha por defender al Viejo Reino de la invasión castellana, manteniendo viva su llama para evitar la asimilación, por no hablar de las guerras carlistas en la defensa de los derechos históricos de Navarra., la lucha por la defensa del comunal y del campesinado navarro saliendo al paso de las tropelías de hacendistas explotadores.

Por eso, hoy, día 18 de julio, quitando las localidades que celebren la onomástica de Santa Marina, no hay nada que celebrar y mucho que recordar porque como bien dice la placa que hay en el Ayuntamiento de Olite “Olvidaron que los muertos tienen vivos y los vivos memoria”.