La batalla de Madrid I. La lucha del PP y VOX por los despojos de Ciudadanos

El atentado en Sarajevo contra el archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero de la corona del Imperio austrohúngaro, el 28 de junio de 1914 fue la chispa que desato la Primera Guerra Mundial, pero nadie cuestiona que los motivos reales fueron la lucha imperialista entre las grandes potencias europeas y la pelea entre las burguesías de los países industriales por el control económico y el comercio internacional.

Algo similar ha ocurrido en la convocatoria de elecciones autonómicas en Madrid. Ha sido producto de la concatenación de una serie de situaciones que se han vivido en la política a nivel de todo el Estado en general y en Madrid en particular, y lo ocurrido en Murcia no ha dejado de ser la chispa que ha desembocado en el adelanto electoral.

Durante muchos años la política madrileña fue bastante anodina, en la que no ocurría nada destacable pues ya se encargó el tamayazo de dejar las cosas en su sitio y que quedase claro que los que mandan en la sombra en la Comunidad de Madrid (CAM) son ciertos poderes económicos, sobre todo los relacionados con el ladrillo. Pero esta tranquilidad en la que vivía el PP cambió en los últimos seis años. La descomposición política en la que ha estado sumido, con todos los casos de corrupción alrededor de los diferentes presidentes y consejeros de la CAM ha dado vida a la política madrileña.

Lo de Murcia no ha dejado de ser la excusa perfecta que Díaz Ayuso necesitaba para la convocatoria electoral, con la particularidad que ha conseguido que todo este proceso afecte de forma directa a la estructura del Gobierno Central con la decisión adoptada por Pablo Iglesias de abandonarlo para presentarse como candidato por Unidas Podemos para presidir la Comunidad de Madrid.

Los resultados que la derecha había cosechado hace escasas semanas en las elecciones catalanas habían sido un auténtico fiasco. Si Ciudadanos (Cs) perdía 30 escaños, la mayor parte de estos fueron a parar al PSOE y en menor medida a VOX. Por su parte, el PP no sólo no mejoró sus resultados, sino que perdió uno de los cuatro escaños que tenía hasta el momento. Fue incapaz de pescar nada en la desbandada de votantes que sufrió Cs y Casado empezaba a ser cuestionado dentro de su partido y a eso se le sumaba el juicio por la caja B del PP. La cosa no pintaba bien hasta el punto que decidieron hacer mudanza de sede, como si eso fuese el bálsamo de fierabrás.

Tanto en el bloque de la derecha como en el de la izquierda las aguas bajan revueltas y un tanto turbias. Dentro de ambos bloques hay grandes tensiones entre las formaciones políticas que los forman, lo que no deja de ser uno de los innumerables factores que han podido influir en la jugada de anticipo de elecciones. En este artículo me centraré en tomar el pulso a la derecha ante estas elecciones autonómicas.

La imagen del Gobierno de coalición PP-Cs con el apoyo de la extrema derecha, representada por VOX ha sido lamentable, echándose los trastos a la cabeza día y noche los socios de gobierno. En los casi dos años de convivencia han sido incapaces de aprobar un presupuesto para la CAM. Ayuso no logró aprobar unos presupuestos en 2020 y en lo que va de año todavía no tenía los apoyos suficientes dentro de la derecha para sacar adelante los de 2021. No han tenido voluntad política de sacar adelante unas cuentas que sirvan para poder hacer frente a las necesidades de esta Comunidad. Y no lo ha conseguido el Gobierno del PP-Cs porque quien les ha marcado el paso en todo momento ha sido la extrema derecha de VOX, poniendo innumerables exigencias encima de la mesa de negociación. El PP de Madrid, de la mano de Ayuso, no ha tenido muchos problemas en asumir las propuestas de VOX, cosa que al otro socio de la coalición, Cs, le ha costado en todo momento digerir que la extrema derecha fuese la fuerza política que les marcara el paso en la Asamblea de Madrid, pues tenía la llave para sacar adelante cualquier disposición legislativa. Todo esto, lo único que ha logrado es tensar la relación entre los dos socios de Gobierno. En la gestión de la pandemia las trifulcas entre Ayuso y Aguado, líder de Cs en Madrid han sido constantes y en algún momento se tenía que romper la cuerda de tanto tensarla.

Ante este cúmulo de tensiones y broncas internas, a Ayuso no le quedaba otra que esperar el momento más propicio para aprobar un adelanto electoral con la intención de fagocitar a su socio de gobierno. Lo de Murcia ha sido algo similar al atentado que sufrió el archiduque Francisco Fernando de Austria para que se desatase en menos de tres meses la Gran Guerra. Y en lo que a Madrid concierne, Murcia la excusa perfecta.

Al adelanto electoral de las autonómicas de Madrid no le está faltando de nada. Cada día salta alguna bomba. La decisión de Pablo Iglesias de dejar el Gobierno y el escaño en el Congreso de los diputados para presentarse como cabeza de lista por Unidas Podemos ha sido la última sorpresa que nos ha deparado todo este proceso y parece que a partir de ahora el foco mediático va a estar centrado en lo que ocurra dentro de Cs. De entra a Aguado de forma educada le han enseñado la puerta para que deje de liderar la candidatura de los naranjas. En el anterior artículo que publiqué le auguraba un futuro bastante negro y parece que empieza a haber codazos y tropezones para ver quien llega antes a la salida de emergencia[1].

La operación de Ayuso ha estado estudiada al milímetro. No han dejado al azar ningún detalle. La forma de la disolución de la Asamblea de Madrid y convocatoria de elecciones, realizada una vez finalizado el Consejo de Gobierno del nueve de marzo y la automática destitución de todos los consejeros y altos cargos de Cs, no deja sino entrever que eso no se planifica de la noche a la mañana. Ha sido producto de un trabajo minuciosamente preparado. Pero la fecha que escoge para la realización de las elecciones de los comicios no puede pasar desapercibida. Que se celebren en día laborable es otro elemento que no puede ocultar el deseo de buscar una menor participación en los feudos de la izquierda, barrios obreros donde la ciudadanía tiene más complicado el ir a votar a lo largo de la semana laboral, con largos desplazamientos a los centros de trabajo y horarios laborales interminables, como para que luego tengan que ir a un colegio electoral para ejercer el derecho al voto, sabiendo que al día siguiente le espera otro día aterrador. Ayuso, mejor dicho, sus asesores son conscientes que el electorado de derechas siempre va a votar, al margen de cualquier factor que pueda condicionar el ejercer el voto. Por el contrario, la izquierda se lo piensa mucho más. Cualquier mínimo detalle puede lograr que un potencial votante de izquierdas se quede en casa.

Es curioso ver ahora la amnesia que está sufriendo Díaz Ayuso. Durante todos estos meses de la pandemia ha intentado evitar confinar a la ciudadanía, enarbolando la bandera de la economía. Para ella no se podía parar la economía y ahora se ha descolgado organizado unas elecciones que lo primero que van a conseguir es paralizar, aún más, la niña bonita de sus ojos. Todo ello sin olvidar lo más importante: el peligro sanitario que acarrea una cita electoral, al exponer a la población al contagio en los colegios electorales.

Curiosamente, de la noche a la mañana Díaz Ayuso ha olvidado que un proceso electoral conlleva un gobierno interino durante unos meses y, por tanto, una paralización de su tan amada economía, con el agravante que en estos momentos los diferentes sectores productivos necesitan más que nunca el apoyo de las instituciones. Como consecuencia de todo esto, las ayudas que vienen de Europa a través del Gobierno Central llegarán más tarde en el caso de la Comunidad de Madrid y se demorará su reparto entre los diferentes sectores económicos. Habrá empresas que no llegarán a ver esas ayudas porque para entonces ya habrán echado el cierre.

Como su objetivo es ganar las elecciones cueste lo que cueste, tampoco ha reparado en las horas de trabajo que se van a perder por organizar unas elecciones en día laborable ni en que ese día tendrán que cerrarse las aulas para impartir clase. Ese día habrá padres que estarán más preocupados de ver cómo se organizan para cuidar a sus hijos porque no tienen un centro educativo donde puedan llevarlo mientras ellos trabajan y, por el contrario, otros padres no tendrán ese problema porque para eso está la empleada de hogar y así podrán ir a votar tan ricamente. Eso es la CAM. Un territorio donde la brecha socioeconómica cada vez es mayor entre su población. Aunque más curioso es ver que ningún empresario haya salido criticando la fecha elegida. Debe de ser que al empresariado madrileño no le debe de importar cargar con ese coste si ello sirve para que la derecha extrema y la extrema derecha ganan las elecciones ¿Será porque luego obligarán a sus trabajadores a recuperar las horas que hayan utilizado para poder ir a votar?, ¿Será porque les pondrán todas las trabas posibles para que puedan votar? O ¿Será porque con un gobierno de Díaz Ayuso van a tener todo tipo de ventajeas, incluidas las fiscales, en detrimento de los sectores más humildes de la sociedad?

En el bloque de la derecha las cosas se van clarificando cada día que pasa. El PP y VOX están eufóricos porque se ven con mayoría absoluta y la tarea más inmediata que tienen es repartirse los despojos de Cs. Los buitres rondan el cadáver y la duda que puede asaltar es quien se llevará el trozo de carroña mayor de la víctima.

Cs pudo haber evitado todo lo que está viviendo si hubiera actuado con mayor instinto político. En los últimos meses ha sido incapaz de percibir las intenciones de Díaz Ayuso y se embarcó en una moción de censura en Murcia sin haber tenido mayor amplitud de miras y no haber evaluado sus posibles repercusiones. Si daba ese paso, al menos, tenía que haber ido en paralelo la moción de censura en la Comunidad de Madrid, propuesta que la oposición se la había realizado en diversas ocasiones. Pero Aguado ha estado en la inopia y los errores se pagan y de qué manera.  En estos momentos Cs en Madrid está fracturado y veremos si en los próximos días no sufre una auténtica estampida de exparlamentarios y militantes vips. Este partido pasará la historia por haber sido el partido que peor ha sabido gestionar los acuerdos postelectorales.

El elector de Cs está realizando el camino de vuelta. Proveniente en su mayor parte del PP y en menor medida del PSOE, ahora vuelve a sus antiguos hogares. En Catalunya el votante de Cs provenía en gran parte del PSC-PSOE y en estas últimas elecciones han vuelto a votar a su antiguo partido y los que venían del PP en vez de votar a este partido votaron a VOX porque es el que en Catalunya representa mejor la imagen del españolismo beligerante. En el caso de Madrid, la mayor parte del electorado de Cs provenía del PP, por lo que en principio debería volver a su antigua casa, pero la aparición de VOX, que es quien está ganando la batalla ideológica en el conjunto de la derecha española[2] deja en el aire cuál va ser el porcentaje que cada partido va a arañar a Cs.

En toda esta batalla dentro de la derecha hay que tener presente que la cabeza de cartel del PP para estas elecciones es Díaz Ayuso, representante genuino del aguirrismo, del que también procede Abascal. Detalle que no se debe de pasar por alto. Desde el minuto uno su campaña está siendo al más puro estilo Trump con el apoyo incondicional de la Brunete mediática.

Un constante de su discurso es el lanzar slogans para agitar al electorado más de derechas e intentar captar votos de la extrema derecha. Sin lugar a dudas, podía ser la candidata perfecta de VOX. Además de que ella tenga una ideología muy similar al partido de Abascal, todo ello tiene como finalidad erigirse en el voto útil para luchar contra la izquierda y atraer electores de VOX. Esto con otro candidato del PP sería más complicado.

Por otra parte, ese discurso de mentar el socialismo o el comunismo asemejándolo a los mayores males terrenales y encarnarse como la defensora de la libertad no deja de ser la estrategia de la derecha rancia española que le da sus frutos en ciertos sectores de la sociedad que no tienen por qué ser de una clase social alta. En la Comunidad de Madrid hay ciudadanos que no tienen una situación económica boyante y ese discurso les seduce.

Esta estrategia no tiene otra finalidad que tapar la gestión de Díaz Ayuso durante los casi dos años que ha sido presidenta de la CAM. A lo largo de este tiempo se ha erigido en la nueva Juana de Arco y ha querido convertirse en la oposición al Gobierno Central, una vez que en su partido asimilaron que el Gobierno de coalición no era flor de un día y que esa batalla la tenían perdida en el Congreso. Ha abanderado, junto con VOX, todas las algaradas de los barrios pudientes durante el primer confinamiento. Esas concentraciones lamentables en las que sin ningún tipo de seguridad pedían la derogación del estado de alarma. Ha intentado boicotear cualquier ley que se aprobase en el Congreso, como es el caso de la Ley Celaá y lo más grave, se mire por donde se mire, tiene el dudoso honor de presidir la Comunidad Autónoma que peores números tiene en la gestión de la pandemia. Cada vez que se ha visto contra las cuerdas informaba de algún paquete de medidas que iba a adoptar que no dejaban de ser más que una válvula de escape porque ninguna de ellas las ha puesto en marcha. Ha priorizado a la educación concertada en detrimento de la pública y la última decisión que ha adoptado es la de recortar 135 millones de euros al sistema de ayuda a la dependencia. Y sin olvidar el pelotazo que las constructoras han dado a costa del erario público en la construcción de hospital Isabel Zendal, pero maltratando a los profesionales de la Sanidad Pública.

Así y todo, Ayuso tiene todas las papeletas para presidir de nuevo la CAM. No cabe duda que Madrid se ha convertido en un laboratorio donde se han ensayado las políticas más ultraliberales. La derecha más liberal en lo económico y reaccionaria en lo político ha logrado imbuir su discurso a una gran parte de la población. Quizás sea por aquí por donde tiene que empezar la izquierda a repensar su estrategia para poder ganar la batalla de Madrid. Se deben de replantear si la fórmula para ganar la batalla de Madrid pasa por un enfrentamiento ideológico, terreno en el que la derecha se siente muy cómoda o, por el contrario, la estrategia debe de ir encaminada a desnudar la gestión que ha destruido todo lo que suena a servicio público y ofrecer una alternativa en la que quepa la mayor parte de la ciudadanía.


[1] “Ciudadanos. Crónica de una muerte anunciada”, publicado en este blog el 19 de febrero de 2021.

[2] En el anterior artículo que publiqué con fecha de febrero realicé una exposición más extensa acerca del electorado de Ciudadanos y en los parámetros socioeconómicos y políticos en los que se ubican.

Ciudadanos. Crónica de una muerte anunciada

No por ser esperada, la debacle de Ciudadanos (Cs) ha pasado inadvertida ni  ha dejado indiferente a nadie y me atrevería a decir que había mucha gente, tanto en la izquierda como en la derecha, que estaba esperando el momento de ver pasar el cadáver político de Ciudadanos. Pero en el caso de Cs, al ser el desastre por etapas, está dando más juego, porque no olvidemos que el calvario que le queda por pasar todavía tiene recorrido. Vendrán las elecciones andaluzas y, posteriormente, las elecciones municipales y autonómicas. Y todo ese poder que han acumulado en los gobiernos de coalición con el PP, con la colaboración necesaria e imprescindible de VOX, porque de lo contrario los números no daban, se vendrá abajo como un castillo de naipes. En ese momento habrá llegado el fin de fiesta a esa carrera desenfrenada por tocar poder, de recepciones y besamos en salones nobles, ágapes servidos por camareros engalanados para las grandes ocasiones e invitaciones para codearse con la flor y nata de la oligarquía económica y política en eventos como los que organiza el Club Bilderberg. Algunos, antes que el agua les llegue a la cintura, ya habrán saltado del barco para buscar acomodo en alguno de los socios que han tenido en su corta carrera política. Un viaje de ida y vuelta, porque no olvidemos que cuando subían como la espuma eran los reyes de los fichajes de políticos de otros partidos. En aquel entonces la cotización de Cs estaba por las nubes y había tortas por colocarse en algún puesto de relumbrón. En cambio, según y como se sucedan los acontecimientos, la zona más transitada de la flamante sede que Cs tiene en Madrid será la escalera de incendios. Será la forma más rápida de abandonar el Coloso en llamas.

Para ubicar a Cs, que siempre han hecho gala de la bandera liberal, es necesario recordar que la derecha española, de la que este partido es uno de sus tres pilares, junto al PP y VOX, es una anomalía en Europa, pues es algo que se arrastra desde hace dos siglos y es la gran lacra de la política española. En el siglo XIX el liberalismo español era monárquico, en contraposición con el francés que era republicano y para diferenciarse del resto de Europa el liberalismo hispano representaba los intereses de terratenientes, latifundistas y aristócratas, lo que no dejaba de ser un liberalismo conservador y caciquil. Nunca se planteó una reforma agraria ni cualquier otra medida que cuestionara la posición dominante de las clases más conservadores e inmovilistas de la época y para rematar el fin de siglo fueron actores principales en la puesta en marcha de la Restauración borbónica con Alfonso XII, uno de los periodos más infames de la historia de España.

A lo largo del siglo XX la derecha española, si por algo destacó, es por sus carencias democráticas. Su posicionamiento y maneras durante el reinado de Alfonso XIII, la dictadura primorriverista, así como a lo largo de los cuarenta años de dictadura franquista es propia del estilo del señorito andaluz. La derecha siempre ha pensado que el Estado es su cortijo, por eso cuando pierden las elecciones nos ofrecen los espectáculos a los que nos tienen acostumbrados. Lo de la democracia queda muy bien, pero siempre y cuando ganen las elecciones y/o no peligren los privilegios de la oligarquía. Es por ello que a día de hoy no hay partido que se precie de ser de derechas en el Estado español que ante el franquismo en el mejor de los casos eche balones fuera, porque lo usual es que tengan alguna palabra amable o de justificación. Ese tipo de manifestaciones las realizan ante un micrófono a las doce de la mañana, porque si están en las fiestas de un pueblo de la España profunda y a altas horas de la madrugada tienen un resorte en el brazo derecho que lo estiran como si estuvieran parando un taxi en la Gran Vía y es posible se fotografíen junto a la bandera franquista. Ni es la primera vez ni será la última.

Lo más importante y grave, a su vez, es que lo expuesto hasta ahora son los fundamentos de la derecha sociológica. En general el ciudadano que vota a las opciones de derecha en el Estado español no tiene un gran parecido con el votante de derechas europeo. Tiene un posicionamiento muy laxo ante los periodos dictatoriales que se han vivido en el siglo XX. En el mejor de los casos, su discurso se ciñe a decir que eso pasó hace muchos años y que hay que olvidarlo. Y en muchas ocasiones su posición es de comprensión pues lo enmarca en la situación que se estaba viviendo en aquellos años y llegan a afirmar sin ruborizarse que el franquismo trajo el progreso y salvó a España del comunismo.

Si uno se pone a bucear en el baúl de la derecha para encontrar algo con cierto tono democrático en los últimos 40 años, lo único que me viene a la cabeza es lo que en 1986 se denominó la Operación Roca, a través del Partido Reformista Democrático, cuyo líder era Antonio Garrigues y que en Catalunya tenían como socios a CiU. Uno de los cerebros de esa operación era Miquel Roca, de ahí su nombre. Y fue un auténtico fracaso, excepto en los resultados que obtuvo CiU en Catalunya. Fue un desastre porque la derecha sociológica no veía con buenos ojos un partido que de verdad fuese liberal en lo político y, menos aún, que el catalanismo tuviera un peso importante en todo ese movimiento político. Por aquel entonces, el votante de derechas estaba obnubilado con el franquista de Manuel Fraga, que en aquel momento se había disfrazado de demócrata.

La historia de Cs nos la han contado por activa y por pasiva y se resume en el intento de las élites económicas por aupar a una formación política de derechas que viniese limpia de todo el lastre que arrastraban las dos formaciones que sostenían el régimen del 78, el PP de Bárcenas, la Gürtel, los sobres de dinero B, la Púnica, Lezo, etc., y el PSOE de los ERES, Filesa, GAL, etc.., y que hiciera de dique de contención a la subida de Podemos o de cualquier organización que cuestionara el régimen actual. Su tarjeta de presentación era el ultranacionalismo español que había desplegado en Catalunya. Ideal para los servicios que tenía que prestar al régimen.

La derecha sociológica española en un principio recibió con muy buenos ojos a Cs. El PP ya no les acababa de llenar. El lastre de la corrupción le pasaba factura y la crítica que Cs hacía a las supuestas políticas entreguistas del PP y PSOE hacia el nacionalismo catalán y vasco eran de su agrado. Las banderas de Cs en materia económica eran menos Estado, menos impuestos y más privatizaciones.

Sin perjuicio que Cs rascase votos en diferentes extractos de la sociedad y lugares geográficos, uno de los caladeros de votos más importante se encontraba en los núcleos urbanos y eran personas jóvenes y de mediana edad. Por ello me voy a detener en Madrid ciudad. Si uno observaba los barrios donde Cs obtuvo mejores resultados en la Capital lo entenderá a la perfección. En los PAU (Programa de Actuación urbanística), sobre todo los de la zona norte de la ciudad, el partido naranja obtuvo unos excelentes resultados en sus comienzos, tocando techo en las elecciones generales de abril de 2019.

El modelo urbano de los PAU viene a ser un reflejo de lo que representa el concepto de sociedad para el entorno de la derecha consiste en urbanizaciones cerradas en las que tienen una serie de servicios privados que les permite realizar ciertas actividades sin salir del perímetro de su comunidad. En la mayoría de ellas disponen de pequeñas zonas de ocio para sus hijos y zona deportiva privada. Las personas que viven en ellas entran y salen en coche absolutamente para todo. Son barrios despersonalizados en los que no es frecuente ver a gente por la calle porque no hacen vida en el barrio o, mejor dicho, no hacen vida de barrio. Por no haber no hay ni tiendas. Cubren sus necesidades en grandes superficies o a través de Internet. Son los mejores clientes de Amazon. No se percibe en ellos ningún tipo de tejido asociativo, pero son urbanizaciones que cuando se han construido han tenido unos precios accesibles para familias que tenían este perfil, con el añadido que algunas promociones eran de protección oficial. En su gran mayoría son familias que para mantener su status trabajan las dos personas que forman la pareja, tienen una hipoteca, dos vehículos de gama media-alta, sus hijos estudian en colegios concertados porque la escuela pública está atestada de inmigrantes e hijos de currelas. Y la contribución que hacen para dar colorido a la arquitectura de sus urbanizaciones es la bandera española que cuelga de las ventanas o terrazas de sus casas. Para ellos Cs era donde se reflejaba su concepto de sociedad. Alejado de todo lo que pudiera ser lo colectivo y centrado en lo individual. Se sienten los representantes más genuinos de lo que llaman clase media pero en su mayor parte son asalariados o en el mejor de los casos son propietarios de una pyme. Dicho de otro modo, resulta casi imposible encontrar la diferencia que pueden tener con un votante del PP o de VOX, lo cual es importante para entender los trasvases de votos que hay entre estos tres partidos.

De forma muy sintética, decir que se ha instaurado en los medios de comunicación la teoría de la caída de Cs fundamentada en el error que supuso el enrocamiento de su anterior líder, Albert Rivera, al no haber facilitado la investidura de Sánchez después de las elecciones generales de abril de 2019 y, por tanto, haber forzado unas nuevas elecciones en noviembre de ese año, teniendo su estrategia centrada en dar el sorpasso al PP. Otro que no aprendió del error garrafal de Pablo Iglesias con la repetición de las elecciones en 2016. Los que sostienen ese argumento plantean que su electorado le dio la espalda porque no facilitó la gobernabilidad.

La percepción que tengo del fracaso de Cs es más de asfalto y de pie de calle que de redacción de medio de comunicación y, por tanto, difiere bastante.

En primer lugar y no siendo el argumento de más peso que voy a exponer, diría que si el electorado de Cs hubiera pensado en clave de gobernabilidad y estabilidad política, en noviembre de 2019 hubiera habido un trasvase de votos al PSOE, aunque no fuera masivo, por eso de facilitar la gobernanza, pues fue el partido que en abril había obtenido más escaños y, sobre todo, con vistas a evitar un hipotético gobierno del PSOE en coalición con Unidas Podemos. Pero los votos que perdió Cs fueron en su gran mayoría a la abstención, a VOX y al PP.

Como he manifestado anteriormente Cs, cuando aterrizó en la política estatal, lo que resaltaba en su curriculum era su nacionalismo español, su postura en contra del nuevo Estatuto catalán y en lo que concierne a las políticas socioeconómicas eran derecha ultraliberal y amantes de la bronca y la sobreactuación política en el Parlament de Catalunya y en cada entrevista o aparición en los medios de comunicación, sin olvidar que en las elecciones europeas de 2009 se presentaron junto a una plataforma de extrema derecha. Con ese expediente, no cabía la menor duda que un sector importante de la derecha sociológica española le iba a dar la oportunidad ¿Quién no recuerda las legislaturas en las que el PP estando en la oposición se pasaba el día crispando el ambiente político? Pues Cs iba a mejorar la forma de montar el pollo. Mimbres tenía y todavía sigue teniendo para dar y regalar en sus filas. Suyas fueron las ocurrencias de ir a montar actos políticos a Altsasu, Rentería o Arrigorriaga. Lugares donde nadie les vota, pero su estrategia de provocación y crispación diseñada tenía un objetivo claro: captar el máximo de votos posibles en el resto del Estado gracias a esa imagen de defensores de la unidad de España. Su forma de animarse en los mítines y arengar a sus seguidores era que los dirigentes del partido dieran saltos al grito de “Yo soy español, español….” Todo más típico de un partido de fútbol, pero con esa forma de hacer política la diferencia con VOX es una línea fina que ellos mismo la han borrado y los seguidores ya no saben dónde tienen puestos los pies.

Este perfil que he descrito de gran parte del votante de Cs., liberal en lo económico y ultraconservador en lo político, con un sentimiento nacionalista español hasta la médula y con la bandera española en su balcón y ahora en la mascarilla, podía cambiar de partido dentro del espectro político de la derecha en el momento que viniese otro que fuera más ruidoso que ellos.

Cuando Cs llegó a la política española siguió actuando igual que en Catalunya, quiso liderar la bronca política en el Parlamento español, y eso les dio resultado. Y empezaron a crecer, y en esa dinámica fueron haciendo fichajes de políticos de otros partidos, sobre todo del PP. En este caso los que perdían poder dentro del PP empezaban a abandonar el barco de Génova. Todo era crecimiento exponencial, ostentación a raudales, sede lujosa y el coche que el partido ponía a disposición de su caudillo dejaba al resto al nivel de un triste utilitario.

Cs veía que podía tocar poder en Andalucía con los resultados que se dieron en sus elecciones autonómicas, pero para gobernar no les quedaba más remedio que llegar a acuerdos con VOX. Y es aquí donde empieza a cimentarse su posterior declive, pero no porque pacte con la extrema derecha, como han dicho muchos, sino porque intenta evitar a toda costa la fotografía con ellos. Querían la cuadratura del círculo, gobernar con los votos de VOX pero como si todo eso fuese un fenómeno meteorológico, y lo que no se daban cuenta es que sus votantes estaban encantados que gobernasen con VOX, que la derecha sociológica española no tiene escrúpulos de ningún tipo. Utilizando su lenguaje, todo lo que sea evitar un gobierno de socialcomunistas, bolivarianos gracias al apoyo de los bilduetarras y golpistas catalanes bienvenido sea, y los de VOX son buenos chicos, aunque un poco exaltados en las formas.

A partir de ese momento, principios de 2019, empieza la campaña de las tres derechas para que se adelanten las elecciones generales y echar la “okupa de Sánchez” de La Moncloa y para ello organizan el acto de Colón. Si los dirigentes de Cs estaban evitando en todo momento no salir en la fotografía junto a los de VOX, sus simpatizantes no tenían la misma actitud. Se sentían muy cómodos dentro de esa multitud en la que había gentes de los tres partidos del Trifachito. La preocupación de las cabezas pensantes de Cs se centraba en que los medios de comunicación no proyectaran una imagen que les pudiera señalar como los amigos de VOX. Las mentes pensantes de Cs no fueron capaces de percibir que gran parte de su electorado era tan de derecha extrema como un votante del PP o tan de extrema derecha como un votante de VOX.

A partir de ese momento Cs empezó su declive, aunque no era del todo perceptible. Los resultados de las elecciones de abril de 2019 fueron su primer contratiempo al no conseguir su gran objetivo, que no era otro que superar al PP.  Y a eso se unió el fiasco en las municipales y autonómicas, en las que quedaron por detrás del PP en lugares donde un mes antes habían superado al PP (Comunidad de Madrid) o estaban empatados (Madrid ciudad). Los resultados de Cs vistos a simple vista fueron buenos, pero si se profundizaba en ellos se podía observar que habían tocado techo y empezaban a perder apoyos, que casualmente iban a parar a los partidos de su entorno sociopolítico.

Desde esas elecciones hasta la repetición electoral de las generales de noviembre de ese año los partidos de la derecha extrema y la extrema derecha siguieron su estrategia incendiaria y cuando se entra en esa dinámica quien tiene todas las de ganar es el que sea más salvaje, porque la derecha sociológica necesita ese tipo de discursos para sacar pecho. Frases como España se rompe, los españoles primero, los inmigrantes vienen a quitarnos el pan, gobierno okupa o peligro que viene un gobernó bolivariano. Todo este rosario de frase y otras muchas más han sido la gran aportación a la política de cualquiera de los tres partidos del Trifachito. Los líderes del PP-Cs-VOX se paseaban por las redacciones de la Brunete mediática y era sintomático, escuchabas a uno y habías escuchado a los otros dos. Estaban inmersos en una carrera para ver quién de los tres partidos era más de extrema derecha. Y esos discursos y maneras son la caja de las esencias de la extrema derecha y en ese barro VOX siempre va a ganar al PP y a Cs.

La debacle que sufrió en noviembre de ese año no era más que un aviso para todos. La batalla dialéctica dentro de la derecha la empezaba a ganar VOX y para algunos, como es el caso de Cs ya era demasiado tarde. Y a partir de ese momento quien está representando en el Parlamento la forma de pensar de la derecha sociológica es VOX. Por muchos cables que alguna prensa de derechas les lance a Cs y al PP, ya llegan tarde. VOX perdió la moción de censura de forma contundente en el Parlamento, pero ese victimismo de haber sido rechazados por todos los partidos, incluso por los socios de la foto de Colón, le está reportando suculentos beneficios dentro del espectro de la derecha y se han plasmado en las elecciones catalanas. Porque una cosa son los titulares de la prensa, incluida la de derechas, que se dieron para aplaudir los discursos del PP y Cs durante la moción de censura y otra cosa bien distinta es la forma de reaccionar del ciudadano de bandera española en la mascarilla. Estos se mueven por instintos más que por la racionalidad.

Lo que ha ocurrido en Catalunya estaba ya escrito desde hacía meses, lo único que faltaba era que se confirmara en las urnas. VOX ha entrado en el Parlament para realizar la misma labor que ha realizado Cs hasta este momento pero con un toque más casposo.

Una cuestión que quería dejar para el final es hablar, aunque sea brevemente, de la ideología que profesan los que han pasado por la dirección de Cs. Se podría pensar que eso era un totum revolutum, con personas que venían de diversos partidos políticos y en algunos casos este era el tercer partido en el que militaban, vamos, unos auténticos mercenarios de la política. En muchos casos, estos peregrinajes de un partido a otro no dejaban de ser más que una deriva ideológica que les iba llevando a posiciones de derecha extrema junto al deseo irrefrenable de vivir de lo público. Algo que no es nuevo porque hay infinidad de casos similares. Pero en todos ellos se podían observar algunos rasgos comunes que reflejaban que Cs era un partido ultranacionalista español, ultraliberal en lo económico y que para diferenciarse de los otros dos partidos de su espectro, quería dar una imagen de falso progresismo en algunas cuestiones como en igualdad de género, eutanasia, colectivo LTBI, intentando lanzar mensajes que les intentara proyectar una imagen moderna. Todo eso no dejaba de ser puro marketing para crecer en votos por el centro, porque cuando han necesitado de VOX para gobernar no le han hecho ningún asco y quien sabe si en un futuro no muy lejano algunos de estos dirigentes acabarán en VOX. Lo que si sabemos a día de hoy, es que el sector crítico de Cs pide fusionarse con el PP, es decir, con el partido al que han puesto a escurrir por los casos de corrupción y la última perla en todo este enredo que tienen entre los partidos del Trifachito es que el líder de VOX ha dicho en el día de hoy en una emisora de la Brunete mediática que la fusión del PP y Cs sería buena para España.

Está claro. En la derecha extrema y en la extrema derecha ya están lanzando una OPA a Cs, si es hostil o amistosa el tiempo lo dirá, pero la víctima está en el punto de mira y sus socios se quieren repartir el botín cuanto antes. La muerte de Cs está anunciada, solo falta el certificado de defunción.

Inutilidad en la gestión de la nevada en tres actos

Tengo que reconocer que se me hace un tanto desagradable que muchas de las cosas que escribo en diferentes RRSS tenga como destino las personas que en la actualidad ostentan el poder en el Ayuntamiento y en la Comunidad de Madrid, pero es que van pidiendo a gritos ser el centro de atracción de todas las críticas. Entiendo que hay temas más importantes e interesantes para escribir, pero como decía Mafalda, como siempre lo urgente no deja tiempo para lo importante. De hecho, aunque la falta de tiempo me ha impedido publicar en mi blog en las últimas semanas, tenía en mente escribir sobre otros temas. Pero la realidad se ha impuesto y toca tratar la situación calamitosa que se está viviendo en Madrid.

Si la gestión de la pandemia en la Comunidad de Madrid está siendo un auténtico disparate y el proceso de vacunación es el retrato del funcionamiento de la derecha allí donde gobierna, ha tenido que ser una nevada la que haya dejado fuera de juego a la comunidad autónoma y al ayuntamiento que más recursos mueven en todo el Estado español.

Lo que se ha vivido desde el viernes, ocho de enero, en Madrid sólo es equiparable a un país tercermundista. El drama que se ha sufrido en Madrid consta de tres actos, pero a diferencia de las obras dramáticas que se ponen en escena, ésta no ha tenido ningún descanso, ha ido todo seguido, sin posibilidad de que la ciudadanía se recuperara.

El primer acto hay que situarlo en las horas previas al inicio de la nevada, cuando Martínez Almeida y Díaz Ayuso, alcalde de Madrid del PP y presidenta de la Comunidad, y en ambos casos por la gracia, no de Dios, sino de VOX, manifestaron en los medios de comunicación que la ciudadanía no se preocupase que tenían la situación controlada. Todas las previsiones coincidían que la dimensión de la tormenta iba a ser de una gran magnitud, pero los que dirigen los designios del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid estaban más que tranquilos. Ahora podríamos decir que iban de sobrados.

El segundo acto se inicia con la nevada del jueves. Fue el calentamiento de motores para lo que se avecinaba al día siguiente, porque todos los expertos en meteorología avisaban que lo fuerte vendría a partir del viernes. Y la verdad que no se equivocaron y la tormenta no defraudó. El viernes a media mañana empezó a nevar de forma ininterrumpida hasta el sábado por la noche. Más de veinticuatro horas de tormenta que ya el sábado a primera hora de la mañana en muchos lugares llegaba al medio metro de nieve.

Durante todo el tiempo que duró la nevada los que dirigen los designios de Madrid estaban perdidos, como pollos sin cabeza. Fueron incapaces de gestionar la situación que se vivía en las calles y las carreteras. Si previamente no hicieron nada para hacer ver a la ciudadanía que no usara el transporte privado, durante la nevada ya estaban desbordados, hasta el extremo de ser incapaces de suspender el servicio de autobuses hasta la noche del viernes. A las nueve de la noche, todavía había autobuses de la EMT en funcionamiento cuando la circulación por las calles de Madrid era muy peligrosa, y puedo decir esto porque lo viví en primera persona. A partir de las seis de la tarde circular por Madrid era más que peligroso, pues ya había vehículos que se estaban quedando bloqueados. Muchos conductores del servicio urbano de autobuses tuvieron que abandonar los vehículos y los que pudieron volvieron a sus domicilios por su cuenta, porque alguno se vio atrapado y no pudo salir del autobús, pero el delegado de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento no es que no dimita, es que saca pecho y el gerente de la EMT estará esperando a que llegue el día 30 para cobrar la nómina.

Durante las algo más de veinticuatro horas de nevada en Madrid reinó el desgobierno y la improvisación, y en algunos casos la táctica fue ponerse de perfil. Como si la nevada y sus consecuencias no fueran con ellos.

Y el colofón ha sido el tercer acto. Todo lo que se ha vivido a partir de que finalizo el temporal de nieve ha servido para superar, aún más si cabe, el cúmulo de torpezas cometidas en los dos primeros actos. El domingo por la mañana todo tenía un aire dantesco. Se vivía una situación de incomunicación total. Era imposible la circulación terrestre. Se veía algún quitanieves en las carreteras, como es el caso de la M-30, pero en la ciudad hasta bien entrada la tarde ni se les vio ni se les esperó y hay que decir que a día de hoy, pasados siete días, según los datos oficiales del Ayuntamiento de Madrid sólo han limpiado un tercio de las calles. En las primeras horas las declaraciones de los responsables políticos fueron que la gente colaborara en la limpieza de las calles. Era la imagen patética de unas autoridades totalmente desbordadas. Esto es lo que se llama buena gestión de la derecha.

De los efectos del temporal y de su gestión se puede hacer algunas reflexiones, para ver hasta que extremo la ciudadanía madrileña está a merced de una banda de descerebrados.

Lo primero que hay que destacar es que los servicios públicos están siendo castigados sin piedad por las políticas ultraliberales del Trifachito en el Ayuntamiento y Comunidad de Madrid. Hemos podido comprobar que para situaciones de este tipo la que se autoproclama como la comunidad más rica del Estado no tiene equipos ni personal suficiente para hacer frente a un temporal de nieve. Hay comunidades autónomas mucho más modestas que tienen varias nevadas durante el invierno y no proyectan la imagen de caos que ha dado la Comunidad de Madrid.

Desgraciadamente, y es una consecuencia que se repite de forma reiterada, quienes están sufriendo mucho más las consecuencias de todo este desbarajuste son los barrios y las zonas más humildes. La administración local se ha preocupado en atender las necesidades de los barrios más ricos y más visibles. Por el contrario, en los barrios más humildes y periféricos han sido sus gentes las que han salido con picos y palas a quitar la nieve y el hielo. En este fin de semana, después de una semana laborable muy complicada, la ciudadanía de todos estos barrios ha vuelto a tomar las riendas para poder adecentar las calles.

Lo mismo ha ocurrido con la enseñanza, mientras los colegios concertados han tenido un sinfín de recursos para poder retomar las clases, al igual que durante el confinamiento, mediante las herramientas tecnológicas, los colegios públicos han sufrido uno de los mayores abandonos que se pueden dar. Y esto se ha visto agravado a la hora de la limpieza y acondicionamiento de los centros educativos. Después de cinco días laborables, el viernes la mayor parte de la red pública de enseñanza estaba inoperativa y no estaba preparada para abrir la siguiente semana. Han tenido que ser los profesores y los padres de alumnos los que sustituyeran la acción de la administración autonómica para el acondicionamiento de los centros educativos. Esto no ha ocurrido con la enseñanza concertada que ha tenido más recursos para adecentar sus instalaciones y accesos. La comunidad más rica del Estado es la que peor maltrata a la enseñanza pública. Por lo que respecta a los campus universitarios, los accesos a la mayor parte de ellos son impresentables, lo que ha paralizado toda su actividad.

Esta nevada ha sido la puntilla para la masa arbórea de Madrid. Si era de todos conocido que más de un veinticinco por ciento de los árboles estaban enfermos, la nieve ha acabado por agravar el problema. Las calles están llenas de ramas y troncos de árboles, por lo que muchos no sobrevivirán. Todo esto es producto de mantenimiento deficiente por parte del ayuntamiento. Las podas se hacen tarde y mal. De hecho, este año muchos árboles no han sido podados y eso ha incrementado el desastre que ha generado la nevada. Este servicio es uno de tantos que su gestión está en manos de empresas privadas que están más pendientes de su rentabilidad que de ofrecer un servicio de calidad.

Aunque pueda parecer surrealista, a lo largo de esta semana ha habido desabastecimiento de muchos productos en los grandes supermercados y tiendas de alimentación y no ha sido porque haya habido una avalancha de personas comprando de forma compulsiva, es que las mercancías no han podido llegar a su destino. Ha sido producto de no haber puesto los medios necesarios para que las mercancías pudieran llegar a los centros de venta y para ello tenían que haber tenido acondicionados todo el trayecto que tienen que realizar los productos.

Pero en todo esto no le ha ido mal a todo el mundo. Esta situación ha sido muy beneficiosa para todas esas empresas que de la noche a la mañana se han visto agraciadas con adjudicaciones sin concurso de ningún tipo, es decir, a dedo, con la excusa de la urgencia. Lo que viene a corroborar que la administración no tiene medios suficientes para prestar los servicios necesarios a la población pero si para repartir cantidades astronómicas de dinero entre empresas de su entorno.

En situaciones de este tipo, la petición más socorrida de los gobiernos de derechas es que les envíen la UME. Esa unidad militar que creó Zapatero para actuar en catástrofes y que recibió todo tipo de críticas por parte de los que ahora están pidiendo su ayuda. Lo que demuestra todo esto es la necesidad urgente de que las instituciones creen una unidad civil para actuar en todo tipo de situaciones de emergencia. Hay que acabar con ese deseo de militarizar cualquier situación de emergencia.

Para finalizar, los responsables del Ayuntamiento han tenido la ocurrencia de pedir la declaración de zona catastrófica. Para quitar la nieve de las calles no están teniendo prisa, pero para elaborar un informe que con los datos que se han publicado se puede decir que es un informe bastante deficiente les ha faltado tiempo. Como perlas de ese informe el Ayuntamiento de Madrid reclama lo que dejó de ingresar por parquímetros y pistas de pádel, además una serie de partidas que no hay por donde cogerlas. Parece que nos quieren equiparar una nevada a un terremoto o a unas inundaciones.  Todo esto no deja de ser el enésimo intento de hacer oposición al Gobierno Central desde las instituciones donde el Trifachito gobierna.

Lo que no dice nada el Ayuntamiento que para 2021 ha bajado los impuestos directos, como es el caso del IBI y quienes más se han beneficiado son los inmuebles más grandes y que están ubicados en mejores zonas de la ciudad. Luego es normal que las cuentas no les cuadren.

Biden gana, Abascal pierde

El candidato demócrata, Joe Biden se ha alzado con la victoria, después de una larga carrera electoral, y de un recuento de votos extenuante. Ahora sólo nos falta por ver cuál va a ser el espectáculo que Donal Trump nos tiene preparados para su fin de mandato, porque ya ha empezado a dar los primeros pasos para la batalla legal que va a desplegar para deslegitimar la victoria del candidato demócrata. No es que quiera emular al general Custer y morir con las botas puestas. Es lo mucho que se juega el trumpismo en estas elecciones.

Los cuatro años de mandato de Donal Trump nos han deparado situaciones de lo más surrealistas,  pero lo vivido durante la campaña electoral y el recuento nos está dejando muchas señales y muchas pistas para que la sociedad mundial valore el peligro del populismo de extrema derecha, porque Donal Trump y el trumpismo no deja de ser el espejo en el que se mira la extrema derecha de todo el mundo y la española no es una excepción. Hay que intentar discernir entre el personaje estrambótico que es Trump y que sólo por su modo de actuar debería de generar rechazo a cualquiera que esté en su sano juicio, sin perjuicio de la ideología que uno profese, y lo que representa el trumpismo. Esto último es lo que debemos tener presente a la hora de analizar esta ideología.

No se puede caer en el error de pensar que Trump es un iluminado y lo que él representa es un delirio. No, el trumpismo es pura ideología populista de extrema derecha, apoyándose en la xenofobia y en el supremacismo blanco. Detrás está el ultraliberalismo económico y la negación de derechos fundamentales y civiles (el antiliberalismo político). Por ello, todas las decisiones que se han adoptado en su mandato han tenido un objetivo muy nítido: legislar en favor de los intereses de las grandes élites de los EEUU y para atraer el voto de las capas más populares de la población tiraba de manual: culpaba a la inmigración que venía a quitar el trabajo y lo que tienen a los de casa y que el resto de políticos son todos iguales, buscando en todo momento el enfrentamiento entre comunidades y creación de enemigos sobre los que proyectar todos los peligros y odios. Para el éxito de su discurso era necesario tener una maquinaria de propaganda que allanara el camino, utilizando los métodos que está utilizando la extrema derecha en todo el planeta: llenar las redes sociales y los medios de comunicación de bulos y noticias falsas. La diferencia entre Goebbels y Donald Trump es que el primero no tuvo acceso a las nuevas tecnologías y el segundo está sumergido en todas ellas.

El espectáculo que ha dado el Partido Republicano, su líder, Donald Trump y su legión de seguidores está sacada del manual que lleva tiempo usando la derecha más reaccionaria y la extrema derecha mundial, pero con el agravante que todo eso se ha estado dando en lo que hasta la fecha es la mayor potencia occidental. En la actualidad el Partido Republicano es Trump, nadie va a cuestionar su discurso porque es el partido de Ronald Reagan y Bush padre e hijo. Un partido que siempre ha estado en la línea que separa la derecha extrema de la extrema derecha.   

Lo vivido desde el cierre de los colegios electorales en EEUU, las continuas acusaciones de fraude electoral hasta la situación esquizofrénica de un presidente que cuestiona el sistema electoral del país que ha gobernado durante los últimos cuatro años son el concepto que el trumpismo tiene de la democracia y la legalidad americana. Hemos visto a un presidente de los EEUU acusar de fraude electoral a sus rivales, ha presionado a los jueces para paralizar el recuento electoral cuando todavía los votos escrutados le daban la victoria parcial y ha llamado a sus seguidores a salir a la calle para defender su reelección. Las imágenes que nos han mostrado los medios de comunicación han sido muy elocuentes. No ha faltado de nada, hasta darse el caso que algunos de sus incondicionales han salido armados a la calle. Y si esto no fuera suficiente, lo grave es que su mensaje cala con mucha facilidad en muchas capas de la población de ese país. Escuchar a sus seguidores que están convencidos que ha habido un fraude electoral en favor de Biden es una muestra hasta qué punto las noticias falsas, los bulos y la manipulación han calado en gran parte de la sociedad americana .

La derrota de Donald Trump no significa que haya desaparecido el trumpismo en los EEUU. Tiene muchos adeptos en la sociedad americana y pueden generar la crispación suficiente como para que el mandato de Joe Biden no sea un camino de rosas. En estos momentos la duda que asalta es hasta dónde puede llegar la fractura que se da la sociedad americana, porque políticamente el país está partido en dos.

No hay que dejar pasar por alto el gran apoyo que ha tenido Trump de ciudadanos de un extracto social bajo y de origen inmigrante, en concreto de la comunidad hispana. Personas que salen de noche de su domicilio para ir a trabajar y que llegan a casa después una larga jornada laboral y que su mayor preocupación es conservar lo poco que tienen. Para ellos el discurso que le vende el populismo de extrema derecha les seduce. Escuchan las frases que quieren oír.

El candidato demócrata sin levantar grandes pasiones ha sido el candidato más votado en la historia de las elecciones presidenciales de los EEUU, gracias a las fobias que generaba Trump. Una de las conclusiones es que más que votar a Biden votaban contra Trump, que ha sacado un resultado espectacular. En otro momento con el número de votos recibidos hubiera ganado las elecciones. Esto es una muestra del interés que han suscitado estas elecciones americanas.

Del mandato de Joe Biden tampoco se pueden esperar grandes milagros. La política norteamericana no tiene un gran parecido a la europea. No se puede esperar que durante su mandato se produzcan unos cambios radicales. Ni es Bernie Sanders, ni dentro del Partido Demócrata es precisamente del ala más izquierdista. Fue vicepresidente durante los dos mandatos que estuvo Obama por lo que se le puede atribuir una responsabilidad importante en la frustración que generaron las políticas de Obama en las clases más bajas de los EEUU, de lo que supo aprovecharse Trump.

La  primera consecuencia de la derrota de Trump es que los movimientos de extrema derecha populistas han perdido un referente en el poder y un altavoz de sus políticas, entre los que se encuentra la derecha española en general y VOX en particular. Si por algo destaca la derecha española es por llevar años utilizando algunas de las formas de hacer política de los republicanos y del trumpismo. Quien no recuerda la bronca política que montó la derecha española de la mano de la Brunete mediática cuando Zapatero ganó las elecciones de 2004 o la que organizó después del éxito de la moción de censura de Pedro Sánchez. Todo vale a la hora de atacar al adversario. Pero sin duda alguna, la formación política española que más empatía tiene con Trump y sus políticas es VOX. Sus mensajes vienen perfectamente elaborados de la factoría trumpista. La forma de hacer política de VOX, la estrategia de la crispación, su relación con los medios de comunicación, ese discurso subliminal de incitación a la violencia, el uso de las redes sociales para hacer circular bulos y noticias falsas es un calco de lo que lleva haciendo Trump y un sector muy importante del Partido Republicano desde hace muchos años.

El tiempo nos dirá lo que puede repercutir en VOX la derrota de Trump en las elecciones presidenciales norteamericanas, pero a día de hoy no puede pasar inadvertidas las imagenes que hemos visto en casi todos los medios de comunicación. La imagen de un presidente haciendo el mayor de los ridículos cada vez que hacía una declaración o escribía un tuit, negándose a reconocer los resultados electorales y ver a sus partidarios llegando a utilizar la violencia pueden gustar a un número importante de votantes de VOX, todos aquellos reaccionarios y nostálgicos del franquismo, que no son pocos, pero, por el contrario, pueden generar un rechazo en mucho despistado que ha votado a VOX, pensando que son el partido que lucha contra las élites de la política. A partir de ahora VOX no va a poder tener de referencia al primo americano de Zumosol.

El término derrota aplicado a VOX no lo debemos de entender desde el punto de vista que tenga una bajada en las próximas citas electorales. No sería de extrañar que VOX tenga un recorrido al alza gracias a un electorado proveniente de los otros dos partidos de la derecha extrema española (PP y Cs). Dentro del corral que comparten esos tres partidos la moción de censura ha dado alas a VOX. Por ello, donde hay que poner la mirada no es en cómo se reparten estos tres partidos su electorado fiel sino en la capacidad que pueda tener VOX en captar votos de sectores de la población que nunca han votado a la derecha o que sencillamente nunca han votado. Y el resultado de las elecciones estadounidenses y todo lo que hemos visto en los medios de comunicación en teoría no es un mensaje que beneficie a VOX o del que pueda casar un rédito electoral.

El deseo de VOX de que el Estado español se aleje de Europa y su deseo de acercarse a los países latinoamericanos, a través de ese término que utilizó Abascal en la moción de censura, la Iberosfera, ha encontrado un obstáculo con la derrota de Trump. A ello hay que añadir que muchos de los gobiernos que hay en Latinoamérica no tienen una sintonía con la ultraderecha española y para mayor de sus desgracias, la victoria del MAS de Evo Morales en Bolivia es otra piedra más en ese camino de VOX a emular las políticas franquistas tendentes al acercamiento al otro continente pero siempre con un tono de cierto tutelaje, como si todavía fueran provincias de ultramar.

El hecho que la inmensa mayoría de los líderes europeos hayan reconocido al Biden no deja de ser expresión del alivio que sienten. Es dar portazo a los últimos cuatro años de la política estadounidense y ello representa y una mala noticia para VOX, que hasta el momento no se han prodigado en ningún tipo de declaración. Quizá todavía no se atrevan a dar el pésame a Trump por la derrota electoral.

Revuelo en el gallinero de la derecha española

La derrota de la moción de censura presentada por VOX, aderezada con ciertas dosis de humillación, está siendo proyectada de tal forma por los medios de comunicación que la conclusión del debate es que Casado ha retomado el viaje político al centro y a la moderación y que el Gobierno de coalición ha salido fortalecido y cohesionado después del esperpento ultra que hemos vivido en el Congreso de los Diputados. Pues bien, Casado no va retomar ningún viaje al centro porque nunca estuvo en el centro, ni tiene intención de pasarse a hacer una visita a ver cómo es ese espacio político ni el Gobierno está mejor que el día anterior a la moción de censura. Si se me apura, hay motivos para estar preocupados con el ascenso de la extrema derecha en el Estado español.

Era una moción de censura abocada al fracaso desde el día que fue anunciada. Sólo faltaba por saber cuál iba a ser la posición del PP y en el pleno salimos de dudas. Los diputados de la derecha extrema votaron en contra y su líder desde la tribuna aprovechó para saldar deudas de familia que estaban pendientes e intentar vender una imagen de alejamiento de VOX, pero la moderación de la que hablan algunos, se mire por donde se mire, no aparece por ningún lado. En el debate estaba en juego saber quién era el gallo del corral de la derecha heredera del franquismo y por ahora Casado salió airoso.

Si algún iluso cree que el discurso que pronunció en la sesión de la moción de censura el líder del PP es el inicio de un viaje al centro, más pronto que tarde, se percatará que no deja de ser un espejismo. Lo que hizo Casado es un discurso de consumo interno, venir a decir a su gente, al electorado de derechas, que él también sabe parar los pies al que hasta ayer le estaba humillando constantemente. El PP no se ha movido un ápice de su discurso, lo que ha hecho es reivindicarse como la derecha que ha sido, es y será de toda la vida, con un pasado franquista hasta la médula, pero con la cara lavada y para ello utilizan términos como moderación, democracia y vocación europea, es decir, todo de lo que reniega VOX. Lo que Casado hizo es decirle a Abascal que ha mordido la mano que le dio de comer durante muchos años y que está donde está gracias al PP. Le echó en cara el ser un desagradecido. Pero que nadie piense que más allá de todo esto va a haber un cambio de estrategia en el PP. Va a seguir haciendo la misma oposición .

El PP no va volver al centro, entre otras cosas, porque nunca se puede volver a un sitio donde nunca se ha estado y el PP nunca ha sido un partido de centro. Cosa bien distinta es que el común de los mortales nos queramos creer esa milonga. Es un partido que siempre que ha estado en la oposición ha utilizado la crispación como la fórmula mágica para atacar al gobierno y esto lo ha practicado desde la época que gobernaba Felipe González.

El PP lleva crispando y tensionando la política española desde el momento que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se sentaron a negociar las bases de este gobierno de coalición y cada día que ha pasado ha sido subir un escalón más.

Para que sea una realidad ese giro al centro, el PP tendría que romper de forma automática los pactos que tiene en Andalucía, Madrid y Murcia con la extrema derecha y sabe que necesita de ellos para que sus gobiernos autonómicos puedan sacar la cabeza del agua porque en el momento que VOX deje de apoyarlos abocaría a esas Comunidades Autónomas a un adelanto electoral y eso no va a pasar. Casado no se puede permitir tensar la cuerda de las relaciones con VOX porque si se rompe el que más tiene que perder es el PP. En este momento lo único que ha ocurrido es que por primera vez el PP se ha enfrentado a VOX y ha cogido con el pie cambiado a más de uno. Nada más. Porque en los lugares donde el PP gobierna gracias a los apoyos de VOX traga con todo lo que esta formación le exige. No parece que sea un viaje al centro que el PP en el Ayuntamiento de Madrid, a requerimiento de VOX, haya procedido a  quitar la placa de Largo Caballero, un torturado por la Gestapo.

En las próximas semanas veremos en qué se concreta esta nueva estrategia del PP. El desbloqueo para la renovación del CGPJ, la finalización de las políticas que está haciendo el PP en Bruselas en contra del Gobierno para dificultar las ayudas de la UE o el cambio de actitud del Gobierno de la Comunidad de Madrid en la gestión de la pandemia pueden ser un termómetro.

La mayoría de los medios de comunicación que componen la Brunete mediática han dictado sentencia en favor de Casado, pero no hay que menospreciar que algunas de las excepciones que no comparten ese mensaje tienen un peso específico importante a la hora de crear opinión en el espectro sociológico de la derecha.

Es difícil poder calibrar que líder de los que forman la foto de Colón ha ganado este debate y como consecuencia, consigue un trasvase de votos a su formación. Esa respuesta sólo nos la daría el resultado de unas elecciones que no se vislumbran a corto o medio plazo. Porque no nos engañemos, quienes dictan la victoria o la derrota es la ciudadanía y aunque el discurso de VOX ha sido muy pobre, utilizando los mismos mantras de siempre, con ataques a la Unión Europea, situándose como el representante de Trump en Europa, eso es lo que quiere escuchar el votante de derechas hispano. El perfil sociológico de la derecha española se fundamenta en que le bajen impuestos a los ricos, aunque la inmensa mayoría de ellos no lo sean, están en contra del Estado de las autonomías, piensan que los inmigrantes  vienen a quitarles el puesto de trabajo y tienen la concepción que todos los políticos son iguales, pero ellos siempre votan a los mismos. Todos son iguales pero el votante de derechas siempre vota y casualmente a los mismos.

A todo esto hay que añadir un elemento que se debe tener muy en cuenta. El personal de derechas cada día que pasa está más radicalizado y escorado a la extrema derecha. Esto es producto de un proceso que se inició hace varios años y que han contribuido a ello varios factores, pero sin duda el más importante ha sido la irrupción de fuerzas políticas que cuestionan los pilares del Régimen del 78. Para un sector muy importante de la derecha rancia española, todo lo que sea cuestionar la monarquía, la unidad del Estado, sus símbolos y el poner en la mesa la memoria histórica les hace entrar en estado shock. Despiertan al Cid Campeador que llevan dentro y se ponen nostálgicos recordando a los Tercios de Flandes. Por eso durante los años que Felipe González gobernó se sentían cómodos, sus diferentes gobiernos no osaban tocar esos principios que eran eternos en el tiempo.

En el panorama político no habrá cambios mientras los votos que se disputen los partidos del Trifachito sean los que tienen en la actualidad. Todo trasvase interno entre ellos para lo que sirve es para ver quién va a liderar a ese sector de la sociedad. Pero como las posiciones no están ganadas por nadie y en la actualidad cada vez existen menos las fidelidades ideológicas, el peligro estriba en que ese discurso de la extrema derecha cale en las clases bajas porque es un discurso sencillo que no obliga a pensar mucho, te dicen lo que uno quiere oir. Gabriel Rufián en su discurso en la moción de censura ha sabido incidir en este tema tan importante, porque los partidos que forman el Gobierno de coalición dan muestras de no percibir lo que se mueve en la calle y lo fácil que cala el discurso ultra en los barrios obreros.

De Ciudadanos no se puede decir mucho. En la actualidad es un partido irrelevante. El número de diputados que tienen no le da ninguna opción para cambiar las mayorías existentes y el cambio de estrategia adolece de credibilidad. En ningún momento se ha desmarcado de las exigencias de VOX allí donde necesitan sus votos para gobernar y no será por ocasiones. La imagen que está proyectando tanto en la Comunidad de Madrid como en el Ayuntamiento de la capital demuestran que en su actual forma de hacer política hay más marketing que de un deseo de hacer un borrón y cuenta nueva.

Después de lo que estamos viendo los partidos que forman el Gobierno de coalición no deberían venirse arriba. No están para destilar cierta euforia. El hecho que VOX se haya quedado más sólo que una no quiere decir que a partir de ahora la oposición vaya a diluirse. Tanto VOX como el PP van a seguir subiendo el tono y la oposición va a ser, aun si cabe,  más dura. Deberían de poner atención en los discursos que han realizado los partidos que facilitaron la investidura para poder evitar el crecimiento de la extrema derecha y, sobre todo, para que gracias a su gestión política, vía Boletín Oficial del Estado, la sociedad perciba que este Gobierno toma medidas de calado en favor de los intereses de las capas populares de la ciudadanía.

Golpe de Estado de baja intensidad

No se había celebrado la votación de investidura y los movimientos conspiratorios hicieron acto de presencia. Se había dado el pistoletazo de salida y los partidos de la foto de Colón, junto a la flor y nata de los elementos más reaccionarios del Régimen del 78 iniciaron un pulso contra un Gobierno elegido de forma democrática, que reúne todos los estándares democráticos, aunque las instituciones del Estado estén infectadas de todo tipo de elementos ultras, herederos del Régimen franquista, con el agravante que este Gobierno da la sensación que es incapaz de realizar una limpieza en toda regla.

Pero volvamos al punto de partida, porque parece que han pasado varios años y nada más lejos de la realidad, pues este Gobierno no tiene ni diez meses de vida. Éste surge de la votación de investidura que se celebró el día 7 de enero de este año, que vino precedida por un cúmulo de presiones y amenazas a diputados que podían ser susceptibles de caer en la tentación de  cambiar su voto. El peligro era de tal calibre que el día anterior a la votación dos diputados, uno de EH Bildu (Jon Iñarritu) y otro de ERC (Gabriel Rufián) realizan unas declaraciones que venían a mostrar el grado de gravedad de lo que los poderes fácticos del Estado estaban maquinando. Estas dos personas manifiestan que por cada diputado del PSOE que cambiase el sentido de voto, un diputado de estas formaciones cambiaría su voto y en vez de abstenerse votaría a favor. Es lógico que existiera un cierto miedo en las filas del PSOE y UP. Existen antecedentes y los hijos predilectos de Esperanza Aguirre querían repetir la misma jugada que hizo su adorada lideresa para llegar a presidir la Comunidad de Madrid  con el Tamayazo ¡Será por dinero! Siempre habrá algún empresario caritativo que se prestaría a hacer un trabajo. En su discurso siempre nos dirán que ese empresario generoso lo hizo ¡Por España!, lo que traducido al idioma del común de los mortales significa que lo hizo pensando en la cuenta de resultados de su empresa y en el chorro de dinero que le iba a entrar en su bolsillo.

Como todos los intentos de la reacción fueron baldíos, a partir del mismo día en el que fue investido este Gobierno se puso en marcha una maniobra que se podría definir como una operación para derrocar a este Gobierno sin tener que pasar por el Congreso de los diputados, porque eran conscientes que la aritmética parlamentaria en ningún momento les iba a favorecer. Pueden ganar alguna votación que otra pero de forma aislada y no tanto por sus méritos, sino por los deméritos de este Gobierno que en muchos casos se comporta de forma errática.

La extrema derecha española sabe muy bien que en pleno siglo XXI no pueden emular a Miguel Primo de Rivera ni a Franco a través de un golpe de Estado impulsado desde los cuarteles, ni pueden esperar que el actual borbón pida auxilio a los militares como lo hizo su bisabuelo, Alfonso XIII, cuando nombró al general Dámaso Berenguer, presidente del Gobierno, lo que fue conocido como la Dictablanda. Pero los objetivos del trio de Colón es el mismo que el que tuvo la CEDA, los falangistas y requetés en 1936. Llegar al poder, perpetuarse en él y limpiar todas las instituciones de aquellos elementos que puedan interferir sus objetivos. Hasta ahora han gozado de un régimen que les permita controlar el poder aunque no ganasen las elecciones y la preocupación que tienen es que ese marco quiebre.

Para lograr los fines que persiguen han tirado de manual y de las instituciones que llevan controlando los últimos ochenta años. Esos aparatos del Estado que le son de total confianza desde el Golpe de Estado que dio Franco. Me refiero a los cuerpos policiales, en especial la Guardia Civil, el Ejército y la Judicatura. Todos estos poderes saben el papel que desempeñan y y tienen muy claro su objetivo.

En este paisaje político hace su entrada un nuevo elemento inesperado. Este Gobierno no llevaba ni tres meses y se encuentra con un factor externo de dimensión mundial como es la pandemia generada por el COVID-19. Desde que declaró el estado de alarma, allá por mediados de marzo, ha tenido adoptar multitud de decisiones sanitarias y políticas, sobre todo de índole socioeconómico. Ante esta situación de emergencia, los diferentes tentáculos de la reacción neofranquista se pusieron manos a la obra para iniciar un proceso de acoso y derribo desde fuera del Parlamento a este Gobierno y han utilizado la pandemia porque fue lo que se cruzó en nuestras vidas. Podía haber utilizado cualquier otra cuestión, pero ésta les venía francamente bien y ponen en marcha lo que es un golpe de Estado de baja intensidad. Empiezan con un frente y poco a poco van abriendo más frentes. Para ello, utilizan los aparatos del Estado que he mencionado con anterioridad.

El frente judicial que abren para acusar al Gobierno por no haber prohibido la celebración de las manifestaciones del 8 de marzo y ser el causante de la propagación del virus es el comienzo de una batalla judicial, que va respaldada por una serie de informes que elabora la Guardia Civil sin ningún rigor y que no hacen más que enseñar la patita de lo que están cociendo.

El motivo por el que el Poder Judicial es el ariete de la extrema derecha hay que buscarlo retrocediendo en el tiempo. Desde que el PP perdió las elecciones de 2004, bloqueó la renovación del CGPJ y del Tribunal Constitucional. Lo que no había ganado en las urnas lo quería ganar a través de la vía judicial. Desde entonces cada vez que el PP ha perdido unas elecciones ha activado la estrategia de bloqueo de todo tipo de instituciones en las que la ley exige una mayoría cualificada, es decir, superior a la mayoría absoluta. Esa estrategia no ha sido casual. Cuando Zapatero ganó las dos elecciones al PP de M. Rajoy, la intención de este partido era torpedear todo lo que aprobase el Parlamento a través de los recursos de inconstitucionalidad, desde el nuevo Estatuto de Catalunya, pasando por la reforma de la Ley del Aborto para acabar con el matrimonio homosexual. La estrategia se resume en ganar en los juzgados lo que no pueden ganar en las urnas

Los procesos judiciales abiertos no  tenían ni pies de cabeza pero gracias a una serie de informes realizados por la Guardia Civil dan oxígeno a la instrucción de esos procedimientos. Para la elaboración de esos informes han seguido el mismo patrón que utilizaron en los informes que presentaron para la ilegalización de partidos políticos abertzales en Euskal Herria, cierre de periódicos y en fechas más recientes para el juicio del Procés. Los informes que aportaron a la instrucción estaban repletos de innumerables contradicciones y datos erróneos, pero sobre todo, estaban viciados de raíz porque tenían su origen en el pulso que algunos mandos de la Guardia Civil estaban echando al ministro del Interior y al Gobierno.

Simultáneamente abren otro frente, las protestas en los barrios ricos. En pleno Estado de alarma empiezan a manifestarse y liderar un movimiento de protesta utilizando una estrategia y lenguaje pro golpista. Es ir caldeando el ambiente para provocar la confrontación entre la ciudadanía, realizando acciones violentas. Lo más preocupante es la imagen que este Gobierno transmitía. Una incapacidad manifiesta para cortar de raíz este tipo de actuaciones. Hemos visto amenazas, insultos por parte de personas que tienen nombre y apellidos y que en algunos casos son militantes y cargos públicos de los partidos de la foto de Colón, pintadas en monumentos y hasta la fecha no parece que desde el Gobierno se esté tomando medida alguna. Aunque no nos debería de extrañar cuando es incapaz de cortar de raíz el acoso que está sufriendo Pablo Iglesias, miembro de ese Gobierno, hasta el extremo de tener que suspender sus vacaciones. Todas estas situaciones no hacen más que envalentonar a la ultraderecha de este país. El hecho que puedan campar a sus anchas les hace pensar que tienen inmunidad para hacer lo que les venga en gana. Si luego tienen la cobertura judicial para salir indemnes, como ha ocurrido con los ultras que realizaron las agresiones en la librería Blanquerna, ya no hay quien los pare.

Todo este despliegue no hubiera sido posible sin el apoyo de la Brunete mediática. El grado de manipulación que está aplicando este sector de la prensa, que no se nos olvide que es mayoritario, siempre tiene el mismo objetivo. Crispar a la población. Lo han hecho siempre que no gobierna la derecha, con el añadido de la frustración que acumulan al ver que algunos de los que forman parte de ese gobierno son los que fueron el blanco de las noticias falsas y manipuladas que lleva publicando desde hace más de cinco años. Las innumerables portadas con bulos, falsedades ha sido una constante en sus portadas durante el último lustro.

Con la finalización del estado de alarma y la llegada del verano las fuerzas reaccionarias mas que tomarse un respiro estaban preparando el segundo asalto al poder. Empiezan a percibir que este Gobierno no va caer tan fácilmente por falta de apoyos parlamentarios. Los socios de la investidura pueden ser muy críticos con el Gobierno en muchos temas pero tienen muy calibrada la crítica y cuando y como le tienen que retirar el apoyo en el Congreso. Dan la sensación que son los que mejor lectura están haciendo de la situación política del Estado. En las intervenciones que tienen, una y otra vez le están advirtiendo a este Gobierno de la falta de voluntad para tomar medidas que acaben con todo esto, porque tienen los apoyos suficientes para sacar adelante propuestas de calado para desarmar políticamente a las fuerzas reaccionarias.

En este periodo de tiempo de una forma u otra ha entrado en liza otro elemento que no puede pasar inadvertido.  La salud de la monarquía española no es para tirar cohetes. El deterioro de su imagen es progresivo y que uno de los socios del Gobierno haga declaraciones en contra de esta situación pone muy nerviosos a los partidos del tridente reaccionario. Desde la restauración de la monarquía es la primera vez que se viven este tipo de situaciones que hace algunos años nos podían parecer impensables. Esta situación de la monarquía en el contexto actual tiene mucha importancia, porque al ver los partidos de la extrema derecha que uno de los pilares del régimen del 78 tambalea han redoblado su presión contra este gobierno. Pero lo que nadie podía pensar es que el Borbón intentase interferir en la vida política y tan torpemente. Eso es lo que hizo con su “casual” llamada telefónica al presidente del Poder Judicial y que éste la hiciera pública. Todo esto ha servido para que quede negro sobre blanco que Felipe VI no está de brazos cruzados. El discurso del 3 de octubre de 2017 no fue ni una casualidad ni un acto aislado. La Casa Real lleva tiempo haciendo política y no cabe duda donde se ha posicionado. El problema que todo esto tiene es que un mal paso le puede costar la corona.

 A partir del mes de septiembre se esperaban algunas resoluciones judiciales que no iban a pasar inadvertidas. Eran sabidas las resoluciones judiciales que iban a afectar a Podemos y no están defraudando y han quedado clara cual es la estrategia que sigue este proceso de golpe de baja intensidad. Sacar a toda costa del Ejecutivo a Pablo Iglesias. Su intento de reprobación en el Congreso acaba de fracasar estrepitosamente, así que han activado la vía judicial. No se descubre nada nuevo si digo que las acusaciones que existen contra él no tienen fundamento alguno. No hay que olvidar que hasta la fecha todos los intentos judiciales contra Podemos y sus líderes han acabado archivados, pero yo no estaría muy tranquilo si mi futuro dependiese de Marchena y de los magistrados que redactaron la sentencia del Procés.

Este Gobierno da la sensación que no se está tomando en serio el tipo de oposición que le están haciendo y una muestra clara es el pulso que le está echando la Comunidad de Madrid que se ha convertido en el mayor saboteador de la lucha contra la pandemia. No se da cuenta que la Comunidad de Madrid lleva semanas aplicando una estrategia para reventar las medidas que se toman desde la Administración Central, haciendo un discurso en el que busca echar a la población encima del Gobierno. Las medidas que el Gobierno ha aplicado a Madrid mediante la aprobación del último estado de alarma están siendo papel mojado. En muchas zonas de la capital no se están cumpliendo las medidas aprobadas.

Todo este proceso de golpe de Estado de baja intensidad no ha hecho más que empezar y mientras el Gobierno no coja el toro por los cuernos las conspiraciones inspiradas por la extrema derecha van a seguir en aumento. Como le ha dicho hace unos días Gabriel Rufián, el Gobierno tiene todos los martes la posibilidad de cambiar este país a través del BOE. No sólo con leyes y decretos, también con ceses y nuevos nombramientos. En esta cuestión los ministerios de Interior y Defensa tienen una ardua labor a realizar.

El caos en Madrid se llama Díaz Ayuso

El caos se ha adueñado definitivamente de la Comunidad de Madrid. No hay marcha atrás. En la primera ola de la pandemia la gestión de la Comunidad de Madrid fue desastrosa. Eso sí, con el intento de maquillarla utilizando la táctica de echar la culpa al Gobierno del Estado por haber recentralizado algunas de las competencias de las CCAA, pero ahora no tiene excusas y  los comodines se le han ido acabado al Gobierno de Ayuso.

Lo primero que habría que recordar es que allá por los meses de mayo y junio la Comunidad de Madrid salió de las fases para pasar a la normalidad sin cumplir los parámetros sanitarios requeridos y poniendo más el énfasis en la cuestión económica que en la seguridad de la ciudadanía. Todo ese proceso se produjo con la dimisión de la directora de Salud Pública de la Comunidad de Madrid al no compartir el criterio de Díaz Ayuso de que Madrid pasara a la fase 1. Es decir, se impusieron los criterios políticos a los sanitarios. En esos días en Madrid se vivían imágenes bochornosas como el espectáculo que montó la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, inaugurando la temporada de terrazas.

Desde que las CCAA recuperaron todas sus competencias el Gobierno de Ayuso no ha cumplido ninguno de los compromisos que asumió. No reforzó la sanidad pública con el incremento de los recursos, no contrató rastreadores hasta pasadas muchas semanas, ha tenido problemas con todo el personal sanitario y ha dejado abandonada a la atención primaria y a la educación pública.

Los meses de julio y agosto han sido un continuo esconder los datos de la pandemia en la Comunidad de Madrid, con el agravante que no podía echar la culpa al Gobierno Central.

El espectáculo que dio los últimos días de agosto quedando en evidencia por no tener organizada la vuelta a las aulas no presagiaba nada bueno y al final toda esta situación tenía que estallar, era cuestión de tiempo. Una vez que finalizara el periodo vacacional y que se reincorporar la mayor parte de la población al trabajo y se abrieran los colegios estaba claro que los contagios se iban a disparar llegando a la situación actual en la que la Comunidad de Madrid está al borde del abismo. Los datos son irrefutables y los porcentajes de contagios por cada 10.000 habitantes son los más altos de toda Europa, las UCIS de los hospitales madrileños se empiezan a colapsar y la atención primaria sencillamente la han desmantelado, por lo que se ha convertido en un ente en vías de extinción.

La Comunidad de Madrid es como un pollo sin cabeza, va de despropósito en despropósito y la última ocurrencia ha sucedido el pasado miércoles, cuando la Consejería de Sanidad informa, a través de su viceconsejero, que tiene intención de confinar algunos barrios de la capital sin haber sido aprobadas por el Gobierno de la Comunidad de Madrid y habiendo sido informada la presidenta a través de WhatsApp. Para rematar todo este compendio de disparates, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid ha pedido al gobierno Central que se implique, haciendo total dejación de las competencias que tiene el Gobierno del que forma parte.

Toda esta forma de actuar sería una ópera bufa de lo más divertida si no fuese porque se está jugando con la vida de la ciudadanía y se están destruyendo los servicios públicos.

A los que dirigen los designios de la Comunidad de Madrid habría que recordar algunas cuestiones que son de manual para poder realizar una gestión medianamente eficaz. Se les olvida que las competencias en sanidad y educación corresponden a la Comunidad de Madrid. Si, la gestión de la sanidad pública. Esa competencia que durante el estado de alarma Díaz Ayuso exigía que se la devolviera el Gobierno Central y que desde que le fue devuelta ha sido incapaz de gestionar, porque la preocupación del Gobierno ultraliberal de Madrid ha sido y es la privatización de todos los servicios públicos. La adjudicación de los rastreadores se realizó en el tiempo de descuento, cuando no le quedaba más remedio que contratarlos por la presión que se estaba dando. Y curiosamente, si a principio del mes de agosto la contratación la intentaron canalizar a través de voluntarios de la Universidad Complutense de Madrid, al final la adjudicación la hicieron de la noche a la mañana y recayendo en una empresa privada del sector sanitario, sin concurso previo y sin llegar a contratar el número de rastreadores al que se había comprometido para salir de las fases.

A la hora de organizar el inicio del curso escolar le ha ocurrido algo similar. Su preocupación ha sido abastecer de medios a la enseñanza concertada en detrimento de la escuela pública. Cuando la comunidad educativa se le echa encima, improvisa y es el momento en el que nos regala alguna declaración o promesa que no tiene ninguna intención de cumplir, como es la promesa que realizó a finales de agosto de contratar 11.000 profesores interinos y que no ha cumplido. Y para inaugurar el curso escolar decide realizarlo en un colegio concertado. Está claro que esta gente no disimula. Su objetivo es cargarse la educación pública.

A todo esto hay que añadir el elenco de declaraciones que realiza, propias de una política xenófoba y clasista. El culpar de los contagios a la forma de vida de los inmigrantes no es más que intentar de forma menos abrupta estar a la altura de las declaraciones que realiza sus socios de legislatura, VOX, cuando a los barrios más humildes los llama estercoleros multiculturales. Quizá se deba a que se están disputando el mismo electorado, porque ambos partidos son de extrema derecha.

El Gobierno formado por PP y Cs es un atajo de incompetentes que está generando el caos por su mal hacer, pero todo este caos no sólo se debe a su incompetencia. Gran parte de ello se debe al tipo de políticas que pone en práctica y en tiempos de pandemia esa gestión se les acaba escapando de las manos. Un ejemplo de ello es que mientras Diaz Ayuso recorta en sanidad y educación, esta semana ha anunciado rebajas de impuestos, y, por supuesto, las rentas altas son las primeras que se van a ver beneficiadas de esta medida. Es evidente que a este segmento de la población la sanidad pública le resbala porque son usuarios de la sanidad privada y la educación pública no saben lo que es porque sus hijos van a colegios privados o en el peor de los casos concertados.

Los barrios, distritos y pueblos que más contagios tiene son aquellos donde vive la clase trabajadora porque las condiciones de vida son las más precarias. Muchas familias viven hacinadas en viviendas de menos de 50 metros cuadrados. Son barrios con calles estrechas y para ir a trabajar utilizan el transporte público. Son personas que tienen trabajos precarios y en muchos casos no se pueden permitir coger una baja laboral porque si no trabajan no pueden comer. Esta población que es la que más necesidad tiene de una atención adecuada en la sanidad pública es la que está sufriendo todos los recortes en la atención primaria de sanidad y en educación. Pero a la derecha ultraliberal todas estas personas no les preocupa absolutamente nada y cargan sobre la población más desfavorecida la responsabilidad de los contagios. Criminalizan a los pobres porque tienen la desgracia de serlo.

En el día de hoy han tomado una serie de medidas que me temo que no van a servir absolutamente para nada. De poco o nada sirve confinar a los barrios de Madrid y ciudades del sur de la Comunidad si esas personas utilizan el transporte público para trasladarse al trabajo y a los centros educativos. Puedo decir, por experiencia propia, que el funcionamiento del Metro madrileño es lamentable. Las esperas entre trenes son superiores a lo habitual, lo que conlleva aglomeraciones en los andes y dentro de los vagones es imposible guardar las distancias de seguridad. Quitando algunos tramos de líneas periféricas, el resto de la red sencillamente está saturada.

La hoja de ruta del Gobierno de Ayuso, con la aplicación de las políticas más neoliberales al más puro estilo Trumpista es una bomba de relojería que va a explotar de lleno en el corazón de las personas más vulnerables y sólo servirá para agrandar la brecha social en la Comunidad de Madrid.

¿Se tambalea la monarquía?

Si hace unos años, cuando se publicó la sentencia del caso Noos, en la que fue condenado el yerno de Juan Carlos I, nos hubieran preguntado sobre el futuro de la monarquía española un porcentaje muy pequeño habría vaticinado lo que a día de hoy estamos viviendo. Ni en las peores pesadillas se le podía pensar al rey emérito que acabaría sus días huyendo del país que durante más de cuarenta años campó a sus anchas, a estilo señorito andaluz en su cortijo.

Si echamos la vista atrás, y analizando lo que fue el caso Noos no había que ser muy avispado para darse cuenta que esa madeja de corrupción no se llegó a deshacer en su totalidad y quedaron muchos cabos sueltos. En todo ese enredo la sombra de la Casa Real planeó y uno de los caballos de batallas que se dio en el proceso judicial fue el grado de implicación que tuvo el clan de los borbones en toda esa estructura que organizaron Iñaki Urdangarín y su socio, Diego Torres. El régimen consiguió que diera resultado el cortafuegos que puso en marcha para que ni la hija de Juan Carlos fuera condenada y que la Casa Real saliera lo mejor parada de todo ese escándalo. La infanta Cristina fue absuelta en la sentencia dentro de un mar de sospechas en un aun ambiente de pucherazo judicial y en lo que concierne a la posición de Juan Carlos de Borbón había que hacer un acto de fe para creer que no estaba al corriente de las andanzas de su hija y su yerno.

En todo este escándalo nunca me quedó la menor duda que todos los miembros de la familia real estaban al cabo de la calle de todo y a saber si el Emérito no fue uno de los que pergeñó la trama para el enriquecimiento de su hija y su yerno a través de Noos. Consiguieron salvar los muebles, aunque quedaron ciertas heridas entre los miembros de la familia que en algunos momentos han aflorado y dejando entrever sus miserias. La entrada en prisión de Iñaki Urdangarín y su posterior estancia fue todo un secreto de Estado, al igual que la planificación para la huida de Juan Carlos I. El llegar a acondicionar un módulo sólo para él fue otra prueba más de la impunidad con la que se han movido.

La corrupción en el entorno de la familia real parecía que había quedado circunscrita al yerno del rey, pero tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, y lo que no consigue un juez o un fiscal del Reino de España lo puede conseguir un fiscal suizo. Las noticias han ido cayendo con cuenta gotas, pero eran gotas que han ido llenando un vaso que al final parece que quiere rebosar y se ha llegado a la situación actual. La monarquía española está viviendo uno de los momentos más delicados de su historia. La situación es tan grave que todas las decisiones que se han tomado en el entorno de la familia real con el beneplácito del presidente del Gobierno están siendo en pleno periodo vacacional, nada más iniciarse el mes de agosto, quizás en un intento de amortiguar el impacto que pueda producir en la ciudadanía, quedándose en la noticia del verano, sin más. La situación que se está viviendo a nivel mundial con la pandemia generada por el Covid19 está siendo un aliado magnifico para que el foco mediático no se dirija únicamente a la situación que está viviendo la monarquía española.

 A día de hoy la situación de la monarquía española es muy delicada, pero de ahí a que caiga hay un recorrido bastante importante. Todo dependerá de cómo se muevan las fichas de este tablero y las futuras noticias que se vayan publicando tanto en la prensa española como en la de otros países de nuestro entorno.

En estos momentos estamos viviendo una ofensiva mediática y política con un objetivo muy nítido, salvar a la monarquía al precio que sea. No se pueden permitir más fallos. No les queda mucho margen de error. En esta cruzada tenemos a toda la prensa del régimen del 78 remando desaforadamente. El primer objetivo está siendo proteger a Felipe VI como primer paso para salvar la institución monárquica y para ello se han puesto a trabajar a destajo. Pero lo que no debería de pasar desapercibido es que algunos medios de comunicación del régimen que nos forman parte de la Brunete mediática, no tienen ningún reparo en publicar en sus medios auténticos bodrios de artículos en los que siguen ensalzando la figura de Juan Carlos I. Me estoy refiriendo al diario El País. Son auténticos panfletos que tiene toda la pinta que son solicitados por encargo del director del periódico de turno a requerimiento de instancias superiores.  El hecho que estos medios de comunicación vuelvan a la carga con artículos en que realizan grandes alabanzas al papel que jugó el 23-F no dejan de ser un tanto patéticos. Si hay algo que hace mucho tiempo ya nos quedó claro es que su papel no fue el que nos han intentado vender a lo largo de los años. Hay habido bastantes publicaciones al respecto, pero, sin duda alguna, el libro que publicó la periodista nada sospechosa de republicana, Pilar Urbano, ha sido sin duda uno de los más clarificadores. No hay que olvidar que en el extranjero siempre ha dado una versión muy diferente del papel que jugó Juan Carlos I durante aquellos meses en los que se fraguaban intentonas golpistas cada lunes y cada martes.

Respecto al papel que están jugando los partidos políticos, era del todo previsible la posición que están manteniendo el tridente de la derecha extrema y la extrema derecha. Se han volcado en salvar a Felipe VI porque han hecho una lectura muy clara de la situación actual. Juan Carlos I está totalmente amortizado y poco o nada pueden hacer por él, además de lanzar frases grandilocuentes acerca del papel desempeñado durante su reinado. Pero ahora están a lo que están, que no es otra cosa que la tormenta no vaya a más y la institución monárquica salga de todo este lodazal. En resumidas cuentas, el tridente de Colón está teniendo una actitud totalmente previsible, con un guion muy sencillo y para su base social es perfecto. Quod natura non dat salmantica non præstat. Sólo hay que leer lo que escriben en las redes sociales para ver como bajan las aguas de la extrema derecha.

El papelón que está siendo para enmarcar es el que está realizando el Gobierno como institución y los socios que lo sustentan. La forma de actuar del presidente del Gobierno y sus ministros más cercanos, con la vicepresidenta Carmen Calvo aprendiz de Rasputín, es más propia de bufones de la Corte. La ocultación a una parte de los miembros del Gobierno de las conversaciones que estaban llevando a cabo con Felipe VI es un ejemplo de deslealtad hacia sus socios de gobierno y un acto profundamente antidemocrático. Las posteriores declaraciones tanto de Pedro Sánchez como de Carmen Calvo no han bordeado el patetismo, es que han sido intrínsecamente patéticas.

Este es el momento idóneo en el que el PSOE tiene la oportunidad histórica de romper con su posición ante la institución monárquica. Ese republicanismo juan carlista del que han presumido a lo largo de los años se ha caído como un castillo de naipes, pero lo más grave es que no van a romper con su posición de escuderos de la monarquía borbónica. Tendría que haber una auténtica catarsis en ese partido para que hubiera un giro de 180 grados.

La situación en la que ha quedado dentro del Gobierno Unidas Podemos es bastante delicada. La conclusión que se puede sacar es que dentro del Gabinete existe un núcleo duro para la toma de una serie de decisiones del que no forman parte ninguno de los ministros de Unidas Podemos. Lo de la planificación de la huida de Juan Carlos I a espaldas de Pablo Iglesias y de los ministros de su coalición no es un sapo cualquiera que se han tenido que tragar, porque las decisiones del Gobierno afectan a todos los miembros de él. En el acuerdo de Gobierno no se hablaba nada sobre la forma de Gobierno, entre otras cosas porque cuando se firmó nadie se podía imaginar que se fuera dar esta situación pasados ocho meses desde su firma, pero los acontecimientos mandan y no cabe duda que en las próximas fechas se van a vivir momentos en los que las diferencias van a aflorar más aún si cabe.

Las declaraciones de algunos líderes de Unidas Podemos, posicionándose en favor de la instauración de la República, si se quedan en eso, en meras declaraciones, no dejan de ser un brindis al sol. Si realmente quieren hacer una apuesta valiente por defender unos planteamientos republicanos para revertir la situación actual no les queda otra herramienta que movilizar a la sociedad, como fórmula para poder avanzar a un escenario en el que la población empiece a ser actor principal y obligue a las instituciones a salir de su inmovilismo político. Meter presión a través de la calle.

Hasta la fecha en los únicos lugares donde se están dando movilizaciones en contra de la monarquía es en aquellos lugares donde las fuerzas independentistas y soberanistas tienen un peso específico, pero no deja de ser insuficiente para una empresa de tal envergadura. En estos momentos la izquierda estatal está ante el reto más importante desde el referendum sobre la OTAN. Lograr poner en el centro del debate político la posibilidad de cambiar la forma de gobierno para instaurar una República y que se pongan los mecanismos para que la ciudadanía participe en ese proceso va a ser una de sus revalidas más importantes en la historia contemporánea.

Elecciones vascas: Hegemonía abertzale pero gobierno continuista

El pasado domingo se alinearon todos los astros para que se dieran unos resultados electorales que han cogido con el pie cambiado a más de un analista y tertuliano, aunque el foco mediático lo intenten dirigir en función de sus intereses mediáticos.

Las elecciones al Parlamento vascongado eran un tanto extrañas. La imposibilidad de realizarse en abril a causa del confinamiento y algunos hechos acaecidos en los meses precedentes (sentencia del caso De Miguel, vertedero de Zaldibar y una cuestionada gestión sanitaria) generaban algunas dudas acerca de la respuesta que pudiera dar el electorado en las urnas. Para rematar la situación el brote de Ordizia y la prohibición de ejercer el derecho al voto a las personas infectadas en esa localidad por el COVID-19 no dejaba de ser la guinda a toda esta situación vivida.

De los resultados que se han dado el pasado domingo se pueden sacar algunas conclusiones que nos tienen que servir para interpretar los futuros movimientos políticos.

La primera conclusión es que hay un ganador indiscutible: el PNV, pero si se profundiza en los resultados, esa victoria no es tan brillante como a simple vista pudiera parecer. El primer dato es bastante elocuente, el PNV pierde casi 49 mil votos. Esta paradoja de subir en porcentaje y escaños aun habiendo tenido esta fuga de votos tiene una explicación sencilla. El resto de los partidos, a excepción de EH Bildu, tiene una sangría similar o mayor de votos. Después de haber visto estos resultados es más fácil de entender la estrategia durante los últimos días de campaña del PNV y las declaraciones de algunos de los líderes jeltzales, sobre todo, del presidente del EBB, Andoni Ortuzar. No las tenían todas consigo y se concentraron en realizar un llamamiento a sus simpatizantes para que no dejaran de votar. No cabe duda que manejaban ciertos datos que les podían generar algunas dudas al respecto. Ahora bien, sus 31 escaños le dan una posición muy cómoda para ser el eje de cualquier acuerdo de gobierno, porque un hipotético acuerdo entre EH Bildu, PSOE y Elkarrekin Podemos, a día de hoy, es ciencia ficción.

Los resultados señalan que hay un partido que no sólo ha mejorado sus anteriores resultados, sino que ha obtenido un resultado histórico. Es el caso de EH Bildu. Pero sin duda, ese resultado tiene mucho más valor, aun si cabe, porque ninguna encuesta le daba el resultado cosechado y a muchos analistas políticos les ha descolocado sus esquemas. En una campaña tan extraña en la que no se han podido hacer actos multitudinarios, ha sabido trabajar a pie de obra. Algunos titulares de la prensa española han puesto el foco en que la formación independentista ha tocado techo. La lectura que se debe de realizar es de forma inversa. Si con un incremento de la abstención ha incrementado sus votos en algo más de 23 mil papeletas, no cabe la menor duda que tiene un suelo firme gracias a un electorado fiel, lo único que le falta es mirar hacia arriba.

A partir de aquí el resto de los partidos han tenido unos resultados que se pueden calificar de mediocres en el caso del PSOE, catastróficos en el caso de Elkarrekin Podemos y por lo que respecta a la pomposa coalición PP-Cs les ha pasado por encima un tsunami devastador.

EL PSOE de Idoia Mendia ha tenido el dudoso honor de obtener los segundos peores resultados de la historia de este partido en la elecciones autonómicas. Las encuestas le habían tratado bastante mejor que el resultado obtenido en las urnas. Han ganado un escaño gracias, única y exclusivamente, a que otros partidos han tenido una caída mucho mayor. No han rentabilizado ni haber pertenecido al gobierno de coalición con el PNV ni que su partido sea el inquilino de La Moncloa, hecho que siempre tiene un efecto de atracción de votantes.

La clave puede ser que la ciudadanía de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) ha sido crítica con la gestión que ha realizado el PSOE desde el Gobierno Central durante el confinamiento. La deriva jacobina de recentralizar competencias recogidas en el Estatuto de Autonomía a través de los diferentes decretos de alarma ha tenido una respuesta nítida por parte de la ciudadanía vasca. Al fin y al cabo, esa recentralización no deja de ser más que la aplicación del 155 con guante de terciopelo.

Es necesario recordar las tensiones que en estos meses se han vivido entre los dos partidos que han gobernado en coalición el Gobierno Vasco a la hora de gestionar la situación generada por la pandemia. No están tan lejanas las críticas demoledoras que Iñigo Urkullu lanzaba a Pedro Sánchez durante el periodo de confinamiento. Todos esos desencuentros han servido para pasar factura a un PSOE que ha echado el resto realizando un desembarco de ministros en los diferentes actos electorales. Para finalizar, hay que tener presente el desgaste que ha podido sufrir el PSOE en el caso del vertedero de Zaldibar, porque a nadie se le debe escapa que el Consejero de Medioambiente en el Gobierno Vasco es Iñaki Arriola, del PSOE.

En el caso de Elkarrekin Podemos su caída es más sangrante. Los resultados que han obtenidos son dramáticos en todas sus variables. Pierden casi 55 mil votos y bajan casi un 4 por ciento. Todo esto se traduce en la pérdida de 5 escaños. Si la caída de Elkarrekin Podemos era un secreto a voces, pues todas las encuestas les auguraban una pérdida de apoyo electoral, los resultados reales han superado claramente las previsiones iniciales. Estos resultados de Elkarrekin Podemos son muy similares a los que cosechó Ezker Batua (Izquierda Unida) en las elecciones autonómicas de 1994 donde esta organización cosechó los mismos parlamentarios que en la actualidad. Esos resultados de EB fueron los mejores resultados de su corta historia.

Para entender esta caída por un precipicio es necesario realizar un repaso panorámico de los últimos cuatro años de Elkarrekin Podemos en la CAV. En 2016 Podemos elige como cabeza de cartel a una persona que no se le conocía actividad política alguna, pero su imagen en la carrera a Ajuria Enea podía reportarle una rentabilidad electoral. Pili Zabala, hermana de Joxi Zabala, víctima del GAL, fue la persona elegida. Todavía era la época de los golpes de efecto de Podemos. Pero, curiosamente, cuando se forma el grupo parlamentario de Elkarrekin Podemos fue apartada para ejercer la portavocía en el Parlamento de Vitoria y deciden colocar a alguien de la dirección del partido en la CAV. Esa decisión no dejó de ser un arrinconamiento de la cabeza de lista.

A finales de 2019, con la legislatura prácticamente acabada, Elkarrekin Podemos se rompe internamente a la hora de adoptar una posición ante los Presupuesto de la CAV para el año 2020. Los parlamentarios de Podemos llegan a un acuerdo con el Gobierno de coalición PNV-PSOE para sacar adelante los Presupuestos, pero los parlamentarios de IU y Anticapitalistas se oponen a ese acuerdo. Todo ello se trasluce en que el grupo parlamentario se parte y  unos votan a favor y otros en contra. Esa imagen vislumbra a las claras que no hay una postura homogénea en la coalición, y una máxima en política es que el electorado castiga las divisiones internas.

El hecho que en febrero la dirección de Podemos Euskadi dimitiese en bloque al no salir elegida su candidata en las primarias para las elecciones autonómicas tampoco les ha ayudado a la hora de minimizar la caída y la imagen que se ha proyectado a la sociedad es que hay un control férreo desde la dirección de Madrid.

Y en este rosario de errores y torpezas, sin duda alguna, la imagen que ha dado Unidas Podemos no hace muchas semanas en relación con la creación de una comisión para investigar al GAL en el Congreso de los diputados ha sido uno de los episodios más lamentables de su corta historia y en el que su líder, Pablo Iglesias, ha sido el responsable máximo. Su negativa inicial a la creación de esa comisión y la respuesta que le dio a Pili Zabala, al decirle que “en este momento no era adecuado apoyar la comisión de investigación”, ha servido para que quede negro sobre blanco el maquiavelismo político que se gasta el líder de Podemos. Pero como en otras ocasiones, al percatarse del error, rectifican, cambian de opinión, pero la patita ya la había enseñado y si no había quedado claro, ya se encargó Echenique de escribir un tuit bastante lamentable. Cuando uno se convierte en el Partido Veleta, emulando a Ciudadanos, sobre todo en la época de Rivera, pasa lo que tiene que pasar, que la ciudadanía te acaba dando la espalda.

No se puede pasar por alto el papel que ha jugado Unidas Podemos a lo largo del estado de alarma. Ha sido colaborador necesario de la recentralización de competencias. Su federalismo y y respeto a las naciones del Estado español no deja de ser más que una idea un tanto hueca que se queda en pura retórica.

A esto hay que añadir que la hoja de servicios de los ministros de Unidas Podemos no es como para sacar pecho. La ministra de Trabajo ha sido incapaz de sacar adelante una materia de su competencia como es la derogación de la reforma laboral y han incumplido el acuerdo que firmaron PSOE y UP con EH Bildu para su derogación. Este hecho la ciudadanía lo percibe como una manifiesta incapacidad política.

A nivel global la derecha extrema y la extrema derecha han cosechado un rotundo fracaso en estas elecciones. Se presentaban en dos listas electorales y entre ambas se han quedado en 6 escaños. Sin duda alguna son, junto con los resultados de las elecciones autonómicas de 1986, los peores resultados que ha obtenido la derecha española.

La coalición PP-Cs ha sido un fiasco y se ha vuelto a demostrar, una vez más, que en política dos más dos no siempre son cuatro, también pueden ser tres y en este caso el batacazo se ha traducido en una caída se casi 69 mil votos y la pérdida de 4 escaños. La mayor parte de los votos que obtuvieron en 2016 les han dado la espalda y un porcentaje pequeños se les han ido a VOX. El problema de los herederos políticos del franquismo es que las formas de hacer política en el barrio Salamanca o en la España profunda no dan los mismos resultados ante la sociedad vasca. Su estrategia no les ha dado resultado ni el municipio de Getxo, buque insignia de la aristocracia de Neguri, que han quedado por debajo del PNV y de EH Bildu.

El discurso de esta derecha que bordea la extrema derecha tiene una finalidad muy clara. No va dirigido a la sociedad vasca, es un discurso pensado para que resuene en el resto del Estado español y, sobre todo, en aquellos lugares donde estas formas de hacer política les da grandes réditos electorales. La derecha española sigue a pie de la letra el discurso de FAES, Aznar, Mayor Oreja, María San Gil e Iturgaiz, en esa carrera que tiene con VOX para ver quién de los dos es más de extrema derecha y la ocurrencia más descabellada es bien recibida en Toledo, aunque ese discurso sea un fracaso en Euskal Herria. El problema que tiene esa estrategia para el PP y Cs es que el votante de derechas entre la copia y el original siempre va a elegir el original y acaba votando a la extrema derecha pura y dura.

El resultado de VOX no debería de extrañar a nadie. La obtención de un escaño por el territorio alavés era algo previsible por varias circunstancias.

Desde la óptica legal, la legislación electoral vasca exige un tres por ciento para poder obtener representación parlamentaria, a diferencia de la legislación estatal que ese porcentaje lo eleva al cinco por ciento. Es un factor que beneficia a las pequeñas formaciones políticas, como es el caso de VOX. Para obtener el escaño de Álava no ha necesitado obtener ni cinco mil votos en ese territorio. Es fundamental tener presente que los tres territorios tienen el mismo número de escaños, 25 cada uno de ellos. Esta circunstancia lleva a que en Gipuzkoa el único escaño que ha obtenido la coalición PP-Cs ha sido con casi 14 mil votos y en Bizkaia, con algo más de 30 mil sufragios, sólo ha conseguido otro.

Desde una óptica más sociopolítica, la extrema derecha siempre ha estado presente en el Estado español y Euskal Herria no es una excepción. Era un sector importante dentro del PP. No eran cuatro nostálgicos del franquismo. Lo que ha sucedido es que durante mucho tiempo se ha sentido cómoda primero en Alianza Popular y luego en el Partido Popular. Ambos partidos fueron fundados por exministros franquistas y el régimen del 78 en ningún momento ha puesto en peligro los privilegios de los que han gozado y siguen gozando. Cuando estos elementos más ultras han visto peligrar en cierta forma algunos de sus privilegios, es cuando han decidido salir del armario y sacar en público su perfil más franquista. El PP ha dejado de satisfacer sus necesidades y se ven lo suficientemente fuertes para poner en marcha su proyecto político.

Otro de los factores que le ha reportado algunos votos del espectro de la derecha es lo sucedido durante la campaña electoral. Los actos de VOX han suscitado un rechazo frontal por parte de la población y VOX ha sido perfectamente consciente de ello. Por ello, su estrategia ante el electorado de derechas se ha fundamentado en todo momento en dar una imagen de víctima frente a la otra candidatura que le hacía la competencia.

Estos resultados han servido para que no haya lugar a dudas que los partidos abertzales superan cualquier mayoría cualificada dentro de la sociedad de la CAV, pero el régimen puede estar tranquilo, porque ni el PNV tiene intención alguna de cuestionar el status quo actual y el PSOE está deseoso de reeditar el actual pacto de gobierno para seguir apuntalando el régimen del 78.

El PSOE es una máquina electoral que necesita estar en el gobierno, por ello le ha faltado tiempo para ofrecerse como socio al PNV y éste, a su vez, no tiene ningún deseo de modificar su estrategia y de iniciar un proceso en que se ponga fin al actual marco jurídico-político.

El proyecto de nuevo Estatuto seguirá durmiendo el sueño de los justos, porque su actual y futuro socio, el PSOE, se opone frontalmente a cualquier cambio que conlleve el cambiar el modelo actual y el PNV tampoco quiere incomodar a sus socios de gobierno. Ambos partidos tienen intereses comunes y se necesitan el uno al otro.

Un acuerdo entre el PNV actual y EH Bildu es imposible por muchos motivos. A la falta de voluntad política para cambiar el actual marco hay que añadir que el modelo de sociedad que defiendan ambas formaciones es antagónico.

Un acuerdo entre las tres fuerzas de izquierdas no tiene visos de viabilidad por varios motivos. El primero es muy claro. El PSOE nunca va a votar a un lehendakari de la izquierda abertzale, aunque este le doble en votos y escaños, como ocurre en al actualidad. Sin ir más lejos, el año pasado el PSOE prefirió que el alcalde de Iruñea sea de la derecha navarra más recalcitrante en vez de la izquierda abertzale, ahora no va a ser una excepción. Pero si entramos en contenidos tampoco es factible un acuerdo de esta naturaleza teniendo como socio a un partido que día tras día está adoptando medidas liberales y recentralizadoras desde el Gobierno Central. Es buscar la cuadratura del círculo y quizás sea eso lo que le está pasando al actual gobierno de Madrid.

Si bien es verdad que ha habido movimientos en el tablero político vasco en el que han salido fortalecidas las fuerzas abertzales y de izquierda, a corto-medio plazo el régimen puede dormir tranquilo porque no ve peligrar su posición. Es lo que tiene la democracia parlamentaria, que lo reflejado en las urnas tiene una importancia relativa.

Y en esto llegó EH Bildu

El anuncio realizado en el día de ayer por la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, en el Congreso de los Diputados durante el debate para aprobar una nueva prórroga del estado de alarma ha servido para poner patas arriba al Gobierno de coalición.

El acuerdo alcanzado entre los dos socios de Gobierno, PSOE y Unidas Podemos (UP), con EH Bildu ha cogido a todo el mundo con el pie cambiado. A nadie se le pasaba por la cabeza que el Gobierno se planteara poner en la mesa la derogación de la reforma laboral, sobre todo en esta situación de emergencia en la que está todo el Estado. No lo digo porque no fuese necesario abordar este tema, sino porque mucho antes que se decretara el estado de alarma el Gobierno no tuvo interés alguno en impulsar esa propuesta.

Antecedentes

La derogación de la reforma laboral lleva siendo un tema recurrente que sale con frecuencia a relucir. El PSOE no tuvo ningún interés en derogarla durante la anterior legislatura, una vez que prosperó la moción de censura con Mariano Rajoy. La promesa pasó a dormir el sueño de los justos.

Cuando el PSOE y UP llegaron a un acuerdo de Gobierno firmaron un documento en el que el punto 1.3 está redactado en los siguientes términos: “Derogaremos la reforma laboral. Recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012. Impulsaremos en el marco del diálogo social la protección de las personas trabajadoras y recuperaremos el papel de los convenios colectivos”[1]. Este apartado es más extenso, en el que enumera las medidas que adoptarían con carácter urgente.

 A día de hoy la reforma laboral no ha estado encima de la mesa y hay que recordar que en la entrevista que el diario El País realizó a la Ministra de Trabajo el 25 de enero de 2020, ésta manifestó que “técnicamente no es derogable toda la reforma laboral”.  Es necesario recordar que en todo momento la CEOE no ha dejado de presionar para que no se derogara la reforma laboral.

De todas esas medidas urgentes la única que aprobó el Gobierno al inicio de la legislatura ha sido derogar la posibilidad de despido por absentismo causado por bajas por enfermedad.

Así ha transcurrido el inicio de la legislatura hasta que nos hemos sumergido en la emergencia sanitaria como consecuencia de la pandemia que está azotando al Estado español. A partir de ese momento se ha vivido una incesante aprobación de Decretos-leyes en materia laboral que tenían su origen en la situación de emergencia que se está viviendo.

Si en un principio las medidas que se estaban tomando en esta materia iban por el buen camino, de unas semanas a esta parte el Gobierno ha empezado a ceder a los deseos de los empresarios y ha modificado algunos de los Decretos-leyes aprobados recientemente para satisfacer las pretensiones de la CEOE. Todo esto con el beneplácito de los dos sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT).

Salta el acuerdo PSOE, UP y EH Bildu.

En el día de ayer Mertxe Aizpurua hace público en la tribuna del Congreso que EH Bildu se abstendría en la votación para la prórroga del estado de alarma porque habia llegado a un acuerdo para derogar la reforma laboral de 2012 en su totalidad. EH Bildu consigue dar un giro copernicano a la situación política.

Lo primero que hay que decir es que el documento firmado existe y su contenido no deja lugar a dudas, como tampoco dejaba lugar a dudas el documento que aprobaron PSOE y UP para gobernar en coalición, pero no parecía que hubiera una voluntad por ambos partidos para llevarlo a buen puerto. Del PSOE podía ser esperable, pero las declaraciones de la Ministra de Trabajo perteneciente a la coalición UP, que he descrito con anterioridad, daban la sensación que UP no estaba muy proactivo por impulsar su derogación. La impresión que proyectaban es que la derogación de la reforma laboral no iba a ser un tema urgente.

Si la derogación de la reforma laboral era uno de los acuerdos programáticos estrella que recogieron PSOE y UP en su acuerdo de gobierno parece que no tiene lógica de ningún tipo que para lograr el apoyo de EH Bildu en la votación de ayer, esta formación política haya tenido que obtener del gobierno como contrapartida una reivindicación que estaba en el programa conjunto de los dos socios de Gobierno. Todo esto puede parecer surrealista pero es así. Lo que si que ha quedado claro es que este gobierno ha utilizado la reforma laboral, de forma perversa, como moneda de cambio para sacar adelante una nueva prórroga pero ¿Qué hubiera pasado si EH Bildu le hubiera dicho que no? ¿El Gobierno se hubiera planteado derogar la reforma laboral? Cualquier pregunta que uno se realice sobre esta cuestión le acaba llevando a una única respuesta: El Gobierno hubiera vuelto a guardar la reforma laboral en el cajón del olvido porque no tiene interés en que prospere.

Lo que no cabe duda es que los partidos que auparon a este Gobierno le van a tener que sacar las propuestas del acuerdo de investidura que entre ambos dos aprobaron, a base situaciones como las que se han vivido ayer, porque este Ejecutivo no tiene rumbo. Está perdido y más preocupado en las críticas que le realiza la derecha y en las caceroladas de los barrios ricos.

Es necesario recordar que el modus operandi utilizado para llegar a este acuerdo es muy similar al que se daba en otras épocas. Para conseguir los votos del PNV o de CiU en anteriores legislaturas el partido que gobernaba llegaba al acuerdo de transferir alguna competencia que ya venía recogida en los estatutos de autonomía de Euskadi y Cataluña. El pacto se podía resumir en que el Gobierno para sacar adelante alguna norma, a cambio tenía a bien cumplir la ley. Esta podía ser el Estatuto de Autonomía, el Concierto económico o el Cupo. El Gobierno no daba nada que no estuviera obligado de antemano, pero como tenía la llave de todo eso, era la forma de obtener el apoyo que necesitaba en ese momento. Luego aparecían los titulares de la Brunete mediática diciendo las barbaridades a las que nos tienen acostumbrados, quejándose de los privilegios y prebendas que lograban PNV y CiU, obviando, como no podía ser de otra forma, que el gobierno de turno cuando cedía a las pretensiones de estos dos partidos, únicamente se limitaba a cumplir la ley.

EH Bildu logra profundizar las contradicciones del gobierno de coalición

El acuerdo ha traído consigo un terremoto dentro del Ejecutivo. Las diferentes declaraciones están sirviendo para dudar de que el PSOE cumpla con el pacto firmado en los términos que ha sido redactado o peor aún, que no cumpla nada. El PSOE tenía que salvar la votación de ayer y no tuvo reparos en firmar ese documento siendo consciente que habría una posición férrea contra ese pacto por parte de algunos ministros del PSOE. Este partido tiene experiencia en estas lides y no tendrá ningún reparo en incumplir el acuerdo. Escuchar en el día de hoy a la persona que ha firmado el documento en nombre del PSOE, Adriana Lastra, decir que no se puede hacer una derogación íntegra de la reforma laboral es un síntoma del nulo interés que tiene el PSOE en todo este tema.

En esta situación la coalición UP es la que puede salir más dañada de toda esta situación porque ha demostrado una incapacidad manifiesta. En primer lugar, porque se ha demostrado que ha sido incapaz de sacar adelante la reforma laboral dentro del Consejo de Ministros  y en segundo lugar, porque el hecho que controle las carteras ministeriales de carácter sociales no está sirviendo para que exijan la aplicación de los acuerdos firmados con el PSOE.

Es curiosa la actitud de Pablo Iglesias. Si hasta ahora no había realizado ninguna declaración sobre la reforma laboral, parece que ha necesitado que una fuerza política que sólo tiene cinco escaños haya tenido que darle cobertura para que haya sacado pecho para exigir el cumplimiento íntegro del acuerdo.

Otro dato de interés es que ha tenido que venir una fuerza política independentista, que haya planteado una exigencia de carácter sociolaboral de esta magnitud. Quiero recalcar esta última cuestión porque hay un sector de la izquierda española que siempre ha visto a los partidos independentistas gallegos, vascos y catalanes como grupos preocupados por cuestiones identitarias envueltas en banderas al margen de los intereses de los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Argumento que no se ajusta a la realidad como lo han demostrado la trayectoria política de los partidos políticos de la izquierda independentista y las centrales sindicales independentistas.

Era de esperar que la CEOE pusiera el grito en el Cielo ante el acuerdo de ayer. En el supuesto que la derogación llegue a buen puerto, cosa que dudo, la patronal dejará de tener barra libre. Lo que es bastante curioso  es la actitud de las dos centrales mayoritarias en el conjunto del Estado, CCOO y UGT. Han pedido que se cuente con ellos para negociar la reforma laboral y que lleguen a decir que el acuerdo parlamentario dificulta las negociaciones con la patronal. Son incapaces de aprovechar una situación como esta para apoyar una iniciativa que es beneficiosa para los trabajadores.

Soy escéptico que ese acuerdo se llegue a cumplir porque el PSOE es un maestro en no cumplir pactos. Que se lo pregunten al PNV que todavía está esperando que el PSOE cumpla lo que pactó con los jeltzales para que éstos votasen a favor de la moción de censura. Tampoco me genera muchas expectativas UP. Hasta la fecha sus ministros han demostrado una incapacidad bastante notoria. Cada vez que han tenido que tomar alguna decisión ha sido una decepción. Desde la regulación de las casas de apuestas a la reforma laboral, pasando por la incapacidad para movilizar a la calle para presionar a su socio de Gobierno así como para neutralizar a esta nueva rebelión de los barrios ricos. En estos momentos UP está maniatada en un gobierno en el que es minoría y en el que está digiriendo muchas decisiones que las criticaría si no estuviese en este Gobierno de coalición.

A día de hoy no sabemos si EH Bildu logrará la derogación de la reforma laboral, pero lo que si sabemos es que ha generado todo tipo de contradicciones en este gobierno y que los ha obligado a retratarse, que no es poco.


[1] Transcribo el texto literalmente, respetando la parte en negrita.