Tengo que reconocer que se me hace un tanto desagradable que muchas de las cosas que escribo en diferentes RRSS tenga como destino las personas que en la actualidad ostentan el poder en el Ayuntamiento y en la Comunidad de Madrid, pero es que van pidiendo a gritos ser el centro de atracción de todas las críticas. Entiendo que hay temas más importantes e interesantes para escribir, pero como decía Mafalda, como siempre lo urgente no deja tiempo para lo importante. De hecho, aunque la falta de tiempo me ha impedido publicar en mi blog en las últimas semanas, tenía en mente escribir sobre otros temas. Pero la realidad se ha impuesto y toca tratar la situación calamitosa que se está viviendo en Madrid.
Si la gestión de la pandemia en la Comunidad de Madrid está siendo un auténtico disparate y el proceso de vacunación es el retrato del funcionamiento de la derecha allí donde gobierna, ha tenido que ser una nevada la que haya dejado fuera de juego a la comunidad autónoma y al ayuntamiento que más recursos mueven en todo el Estado español.
Lo que se ha vivido desde el viernes, ocho de enero, en Madrid sólo es equiparable a un país tercermundista. El drama que se ha sufrido en Madrid consta de tres actos, pero a diferencia de las obras dramáticas que se ponen en escena, ésta no ha tenido ningún descanso, ha ido todo seguido, sin posibilidad de que la ciudadanía se recuperara.
El primer acto hay que situarlo en las horas previas al inicio de la nevada, cuando Martínez Almeida y Díaz Ayuso, alcalde de Madrid del PP y presidenta de la Comunidad, y en ambos casos por la gracia, no de Dios, sino de VOX, manifestaron en los medios de comunicación que la ciudadanía no se preocupase que tenían la situación controlada. Todas las previsiones coincidían que la dimensión de la tormenta iba a ser de una gran magnitud, pero los que dirigen los designios del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid estaban más que tranquilos. Ahora podríamos decir que iban de sobrados.
El segundo acto se inicia con la nevada del jueves. Fue el calentamiento de motores para lo que se avecinaba al día siguiente, porque todos los expertos en meteorología avisaban que lo fuerte vendría a partir del viernes. Y la verdad que no se equivocaron y la tormenta no defraudó. El viernes a media mañana empezó a nevar de forma ininterrumpida hasta el sábado por la noche. Más de veinticuatro horas de tormenta que ya el sábado a primera hora de la mañana en muchos lugares llegaba al medio metro de nieve.
Durante todo el tiempo que duró la nevada los que dirigen los designios de Madrid estaban perdidos, como pollos sin cabeza. Fueron incapaces de gestionar la situación que se vivía en las calles y las carreteras. Si previamente no hicieron nada para hacer ver a la ciudadanía que no usara el transporte privado, durante la nevada ya estaban desbordados, hasta el extremo de ser incapaces de suspender el servicio de autobuses hasta la noche del viernes. A las nueve de la noche, todavía había autobuses de la EMT en funcionamiento cuando la circulación por las calles de Madrid era muy peligrosa, y puedo decir esto porque lo viví en primera persona. A partir de las seis de la tarde circular por Madrid era más que peligroso, pues ya había vehículos que se estaban quedando bloqueados. Muchos conductores del servicio urbano de autobuses tuvieron que abandonar los vehículos y los que pudieron volvieron a sus domicilios por su cuenta, porque alguno se vio atrapado y no pudo salir del autobús, pero el delegado de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento no es que no dimita, es que saca pecho y el gerente de la EMT estará esperando a que llegue el día 30 para cobrar la nómina.
Durante las algo más de veinticuatro horas de nevada en Madrid reinó el desgobierno y la improvisación, y en algunos casos la táctica fue ponerse de perfil. Como si la nevada y sus consecuencias no fueran con ellos.
Y el colofón ha sido el tercer acto. Todo lo que se ha vivido a partir de que finalizo el temporal de nieve ha servido para superar, aún más si cabe, el cúmulo de torpezas cometidas en los dos primeros actos. El domingo por la mañana todo tenía un aire dantesco. Se vivía una situación de incomunicación total. Era imposible la circulación terrestre. Se veía algún quitanieves en las carreteras, como es el caso de la M-30, pero en la ciudad hasta bien entrada la tarde ni se les vio ni se les esperó y hay que decir que a día de hoy, pasados siete días, según los datos oficiales del Ayuntamiento de Madrid sólo han limpiado un tercio de las calles. En las primeras horas las declaraciones de los responsables políticos fueron que la gente colaborara en la limpieza de las calles. Era la imagen patética de unas autoridades totalmente desbordadas. Esto es lo que se llama buena gestión de la derecha.
De los efectos del temporal y de su gestión se puede hacer algunas reflexiones, para ver hasta que extremo la ciudadanía madrileña está a merced de una banda de descerebrados.
Lo primero que hay que destacar es que los servicios públicos están siendo castigados sin piedad por las políticas ultraliberales del Trifachito en el Ayuntamiento y Comunidad de Madrid. Hemos podido comprobar que para situaciones de este tipo la que se autoproclama como la comunidad más rica del Estado no tiene equipos ni personal suficiente para hacer frente a un temporal de nieve. Hay comunidades autónomas mucho más modestas que tienen varias nevadas durante el invierno y no proyectan la imagen de caos que ha dado la Comunidad de Madrid.
Desgraciadamente, y es una consecuencia que se repite de forma reiterada, quienes están sufriendo mucho más las consecuencias de todo este desbarajuste son los barrios y las zonas más humildes. La administración local se ha preocupado en atender las necesidades de los barrios más ricos y más visibles. Por el contrario, en los barrios más humildes y periféricos han sido sus gentes las que han salido con picos y palas a quitar la nieve y el hielo. En este fin de semana, después de una semana laborable muy complicada, la ciudadanía de todos estos barrios ha vuelto a tomar las riendas para poder adecentar las calles.
Lo mismo ha ocurrido con la enseñanza, mientras los colegios concertados han tenido un sinfín de recursos para poder retomar las clases, al igual que durante el confinamiento, mediante las herramientas tecnológicas, los colegios públicos han sufrido uno de los mayores abandonos que se pueden dar. Y esto se ha visto agravado a la hora de la limpieza y acondicionamiento de los centros educativos. Después de cinco días laborables, el viernes la mayor parte de la red pública de enseñanza estaba inoperativa y no estaba preparada para abrir la siguiente semana. Han tenido que ser los profesores y los padres de alumnos los que sustituyeran la acción de la administración autonómica para el acondicionamiento de los centros educativos. Esto no ha ocurrido con la enseñanza concertada que ha tenido más recursos para adecentar sus instalaciones y accesos. La comunidad más rica del Estado es la que peor maltrata a la enseñanza pública. Por lo que respecta a los campus universitarios, los accesos a la mayor parte de ellos son impresentables, lo que ha paralizado toda su actividad.
Esta nevada ha sido la puntilla para la masa arbórea de Madrid. Si era de todos conocido que más de un veinticinco por ciento de los árboles estaban enfermos, la nieve ha acabado por agravar el problema. Las calles están llenas de ramas y troncos de árboles, por lo que muchos no sobrevivirán. Todo esto es producto de mantenimiento deficiente por parte del ayuntamiento. Las podas se hacen tarde y mal. De hecho, este año muchos árboles no han sido podados y eso ha incrementado el desastre que ha generado la nevada. Este servicio es uno de tantos que su gestión está en manos de empresas privadas que están más pendientes de su rentabilidad que de ofrecer un servicio de calidad.
Aunque pueda parecer surrealista, a lo largo de esta semana ha habido desabastecimiento de muchos productos en los grandes supermercados y tiendas de alimentación y no ha sido porque haya habido una avalancha de personas comprando de forma compulsiva, es que las mercancías no han podido llegar a su destino. Ha sido producto de no haber puesto los medios necesarios para que las mercancías pudieran llegar a los centros de venta y para ello tenían que haber tenido acondicionados todo el trayecto que tienen que realizar los productos.
Pero en todo esto no le ha ido mal a todo el mundo. Esta situación ha sido muy beneficiosa para todas esas empresas que de la noche a la mañana se han visto agraciadas con adjudicaciones sin concurso de ningún tipo, es decir, a dedo, con la excusa de la urgencia. Lo que viene a corroborar que la administración no tiene medios suficientes para prestar los servicios necesarios a la población pero si para repartir cantidades astronómicas de dinero entre empresas de su entorno.
En situaciones de este tipo, la petición más socorrida de los gobiernos de derechas es que les envíen la UME. Esa unidad militar que creó Zapatero para actuar en catástrofes y que recibió todo tipo de críticas por parte de los que ahora están pidiendo su ayuda. Lo que demuestra todo esto es la necesidad urgente de que las instituciones creen una unidad civil para actuar en todo tipo de situaciones de emergencia. Hay que acabar con ese deseo de militarizar cualquier situación de emergencia.
Para finalizar, los responsables del Ayuntamiento han tenido la ocurrencia de pedir la declaración de zona catastrófica. Para quitar la nieve de las calles no están teniendo prisa, pero para elaborar un informe que con los datos que se han publicado se puede decir que es un informe bastante deficiente les ha faltado tiempo. Como perlas de ese informe el Ayuntamiento de Madrid reclama lo que dejó de ingresar por parquímetros y pistas de pádel, además una serie de partidas que no hay por donde cogerlas. Parece que nos quieren equiparar una nevada a un terremoto o a unas inundaciones. Todo esto no deja de ser el enésimo intento de hacer oposición al Gobierno Central desde las instituciones donde el Trifachito gobierna.
Lo que no dice nada el Ayuntamiento que para 2021 ha bajado los impuestos directos, como es el caso del IBI y quienes más se han beneficiado son los inmuebles más grandes y que están ubicados en mejores zonas de la ciudad. Luego es normal que las cuentas no les cuadren.