1974: Convulsión y rupturas en ETA (2ª parte)

1974: Convulsión y rupturas en ETA (2ª parte)

La ruptura del Frente Obrero. Nacimiento de LAIA

A mediados de 1974 ETA[1] celebra su III Biltzar Ttipia desde la celebración de la primera parte de su VI Asamblea y se consuma lo que se venía madurando en los últimos meses. La mayor parte del Frente Obrero abandona la organización y su objetivo es la creación de un partido comunista vasco. El nuevo partido se llamará LAIA (Langileen Alderdi Iraultzaile Abertzalea)[2].

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Segunda Parte
Cartel de LAIA (Lazkaoko Beneditarren Fundazioa-Fundación de los Benedictinos de Lazkao)

Esta escisión, a diferencia de las anteriores (ETA-berri y ETA VI) no cuestiona la ideología independentista ni en cierta forma la lucha armada, si bien critican el activismo alejado de las masas. LAIA celebra su asamblea fundacional en agosto de 1974 en la localidad de Domezain (Zuberoa)[3]. En el momento de su constitución la crítica que realiza a ETA es la presencia de elementos antimarxistas, nacionalistas reaccionarios y libertarios por lo que ETA no podrá transformarse en la vanguardia de la clase obrera vasca. No hay que olvidar que ETA, heredera de la V Asamblea de ETA, se define como socialista y aunque el método de análisis es marxista, en ningún momento se define como marxista-leninista, sin perjuicio que haya militantes que así se definan.

LAIA tiene una evolución ideológica no exenta de tensiones internas. Si bien en un inicio se la puede encuadrar dentro de la ideológica marxista-leninista, en ella conviven militantes que son trotskistas y autónomos. Esto es importante tenerlo en cuenta porque en un futuro estas diferentes sensibilidades provocarán futuras escisiones.

Este proyecto político genera una atracción en diferentes sectores pues viene a llenar ese hueco que la organización armada no ha sido capaz de ello, debido a lo complicado de compatibilizar la lucha armada y la lucha de masas por la misma organización.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Segunda Parte
Portada de la revista Sugarra nº 1 editada por LAIA (Lazkaoko Beneditarren Fundazioa-Fundación de los Benedictinos de Lazkao)

En el primer número de su revista teórica Sugarra (la llama), LAIA publica las razones de su nacimiento.

                “Si hemos optado por estructurarnos fuera de ETA, rechazando las siglas por las que hemos luchado […] La razón que nos ha movido a ello ha sido la imposibilidad de transformar a ETA en un aparato capaz de desarrollar una política revolucionaria que respondiera a los intereses de la clase obrera vasca […] La imposibilidad de ver cumplido este objetivo dentro de ETA, es decir, la imposibilidad de romper con el activismo alejado de las masas que nos atenazaba, está en el origen de nuestra ruptura con ETA […] La revolución no se hace por el hecho de mantener a la gente unida numéricamente, sino tan solo si esta unidad está cimentada de una línea política correcta […] Podemos declarar que lo que nos unía como grupo no era la coherencia ideológica, sino la necesidad imperiosa de contrarrestar la corriente “españolita” de VI […] El único nexo de unión era el común deseo de ofrecer una alternativa abertzale ante las posturas liquidacionistas de los grupos españolistas respecto al problema nacional […]”.

En la revista Sugarra recogen los objetivos estratégicos del nuevo partido. Nacen para “trabajar por todos los medios en la organización dinámica de la clase obrera vasca a fin de instaurar una República Popular de Euskadi y la creación de un nuevo Estado al servicio de la clase obrera y las capas populares”.

No todo el Frente Obrero que abandona la organización armada pasa a formar parte de LAIA. Los militantes del FO de Gipuzkoa en su gran mayoría organizan el partido LAIA pero los militantes del FO de Bizkaia no se incorporan a esta nueva organización pasando a trabajar de forma autónoma.

                Impulso de los Comités Obreros Abertzales (COA) y nacimiento de LAB

La escisión vivida en el Frente Obrero no se parece en nada a las que ha sufrido anteriormente ETA por lo que no pasa desapercibida en la militancia ni en la dirección de la organización. Es en 1974 cuando la dirección de la organización armada impulsa con los militantes del Frente Obrero que no abandonan la organización la creación de organismos de masas que sirvan para organizar a la clase trabajadora vasca desde una óptica abertzale y revolucionaria. Se van constituyendo los Comités Obreros Abertzales (COA). Estos comités surgen en algunas comarcas de Gipuzkoa (Valle del Urola y Alto Deba). Tienen el problema que en este espacio de lucha las organizaciones de la izquierda radical estatal (LCR, MCE y ORT) llevan tiempo trabajando con la ventaja que la represión se ha cebado en menor medida en ellas al no practicar la lucha armada. En un principio estos COA son impulsados tanto por ETA como por LAIA para potenciar la organización de los trabajadores abertzales en las fábricas. En este momento son comités autónomos que no tienen una estructura común.

Estas estructuras obreras que son independientes entre sí tienen la necesidad de unificarse, lo que llevará a ETA[4] a favorecer un encuentro en el mes de enero de 1975 entre estos comités para avanzar en la creación de una única organización. Todo esto llevará a que en mayo de 1975 a que nazca la organización LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak).

Para LAIA esta fórmula de unificar en una estructura estos comités obreros puede provocar de nuevo que sean objetivo de la represión por lo que se descolgará del proyecto de LAB e impulsará los grupos obreros autónomos LAK (Langileen Abertzale Komiteak). Estos comités obreros tienen una presencia globalmente bastante escasa en todo Euskadi, teniendo mayor implantación en algunas zonas de Gipuzkoa.

Todo este proceso lo que deja patente es que desde la V Asamblea uno de los problemas que tiene ETA en relación con el movimiento de masas es la falta de una estructura organizada dedicada a la labor de las masas, que pudiera trabajar sin tener que definirse como estructura de ETA por lo que podía conllevar en el terreno de la represión, situación que aprovechan las organizaciones políticas de izquierda estatal ya que al no practicar la lucha armada tienen una mayor capacidad para implantarse y desarrollar una actividad política en diferentes ámbitos (fábricas, universidad, etc).

LAB viene a cubrir esa carencia que ETA tiene en el campo obrero, y en ese contexto se define “como organización de masas para la clase trabajadora vasca  en una línea abertzale y de clase”.  Tiene una vocación asamblearia y no pretende ser portavoz de los trabajadores a la hora de negociar convenios con la patronal porque entiende que esa responsabilidad recae en las asambleas de fábricas.

La escisión entre milis[5] y polimilis[6]

En ese período en el que los atentados de todo tipo, choques violentos entre guardias civiles y miembros de ETA y detenciones son constantes, el día 13 de septiembre de 1974 se produce en Madrid el atentado de la cafetería Rolando que estaba situada al lado de la DGS (Dirección General de Seguridad), en el que mueren 11 personas y 71 resultan heridas. De los fallecidos solo uno es policía y el resto de las víctimas son civiles que se encontraban en el local. Ante el error cometido por ETA la dirección no quiere reivindicar el atentado, pero un sector de la organización entiende que deben de reivindicar el atentado, por lo que este atentado y su no reivindicación va a ir generando una desazón entre la militancia que se verá reflejada en la reunión del IV Biltzar Ttipia que se celebra en octubre de 1974 con la finalidad de preparar la celebración de la Segunda parte de la VI Asamblea, dándose dos posturas ante el atentado: Un sector quiere eludir la autoría del atentado para evitar la imagen que le puede generar. Este sector corresponde con la corriente mayoritaria existente en la organización que es la político-militar. Por el contrario, el otro sector exige que sea reivindicado el atentado llevando aparejado el asumir la responsabilidad que ello va a comportar. Este sector minoritario es de la opinión que la ocultación de los hechos por graves que fueran, son propios del sistema que se combate. Esta postura es defendida por la corriente que se conocerá como militar.

En este contexto en el que los cambios políticos se hacen cada vez más sensibles la dirección de la organización, es decir, el Biltzar Ttipia realiza un análisis de la situación y elabora un programa para el futuro. En este análisis y hoja de ruta se plantean cuestiones como la legalización, el papel de la lucha armada en el futuro régimen. En ese momento los problemas de la organización armada se dividen en dos grandes bloques: a) el problema de la estructura de ETA que está lastrando a la organización y b) la táctica que tiene que seguir la organización en el futuro inmediato.

En términos ideológicos o políticos no hay diferencias entre ambas corrientes, o las que hay no son de gran calado. Las posturas que defiende cada una de las corrientes se pueden resumir en los siguientes términos:

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Segunda Parte
Revista Hautsi 1976, editada por ETA político-militar (Lazkaoko Beneditarren Fundazioa-Fundación de los Benedictinos de Lazkao)

Una corriente mayoritaria que a partir de la escisión será conocida como ETA (político-militar) plantea en el plano organizativo transformar la estructura de la organización, desapareciendo los antiguos cuatro frentes[7] para pasar a una estructura político-militar, influidos por el modelo organizativo de los tupamaros uruguayos. Se basan en el análisis que ambas actividades (política y militar) están íntimamente ligadas y deben de estar muy coordinadas.

Las actividades de los frentes militar y obrero a nivel local serían coordinadas por un único responsable de zona y sería el responsable de las acciones armadas.  Se mantiene un frente llamado “bereziak” (especiales) que serán los encargados de planificar y realizar acciones militares complejas y de largo alcance, funcionando con un grado de autonomía por razones de seguridad.

Esta estructura engarza la lucha política con la militar a diferencia de la praxis que había habido hasta entonces que cada frente trabajaba de forma autónoma. Es por ello, que a esta fórmula organizativa se la denominara “político-militar”, porque es partidaria de unir la lucha armada y la lucha de masas en una sola organización.

El análisis político que hacen de la situación es muy optimista viendo a corto plazo la salida del Régimen franquista hacia una democracia burguesa y en el plano político plantean formar el BAT (Frente por la izquierda vasca) con los siguientes objetivos: La independencia del Euskadi, la reunificación, la euskaldunización, el socialismo y la defensa del internacionalismo proletario.

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Zutik nº 65-1975. Editado por ETA militar (Lazkaoko Beneditarren Fundazioa-Fundación de los Benedictinos de Lazkao)

La otra corriente minoritaria que tiene una visión muy diferente de la situación será la que en noviembre de 1974 dará lugar a ETA (militar) dando a conocer su planteamiento en el “ETAren Agiria” (Manifiesto de ETA) en el que se presentan ante la opinión pública como la organización ETA (militar). Es un documento en el que hacen un análisis de la situación política, que pone las bases de lo que va a ser su línea táctica y estratégica para un futuro.

Organizativamente entienden que el modelo de unir los frentes, es decir, el nuevo modelo político-militar, no solo no solucionaba los problemas del modelo de frentes, sino que los aumentaba ya que al ir muy ligadas las actividades políticas y militares, el funcionamiento va a ser mucho más deficiente que hasta ahora. Es más, con este modelo la represión va a hacer más daño a la organización al estar unificados los frentes, el político y militar, lo que arrastraría a tener grandes caídas. Este sistema imposibilitaría la creación de organizaciones de masas estables debido a la represión que sufren por pertenecer a ETA.

La estructura político-militar es elitista y el aceptarla por la totalidad de la organización supondría la renuncia a participar en la legalidad democrática por lo que plantean asumir la posición de transformar toda la organización en un aparato militar único. Es decir, defienden que la lucha armada se tiene que separar de la lucha de masas para no entorpecerla.

El concepto que tienen es que ETA debe ser una organización política que ejercerá la lucha armada como método de lucha, siendo las fuerzas políticas que tengan como objetivos estratégicos la independencia, el socialismo y la euskaldunización las que ejercerán la iniciativa política entre las masas. Esto es lo que les diferencia del sector político-militar.

Para entrar en la legalidad democrática plantean que se han de articular organizaciones amplias y estables que sean capaces de elaborar un programa político y “hace un llamamiento a todas las organizaciones, grupos y personalidades de los sectores independentistas, obreros y populares antioligárquicos a buscar la unidad de acción en un frente común de cara a la posición política a tomar con respecto a la alternativa democrática”.

Por ello, la mayoría de los miembros del Frente Militar deciden separarse del “aparato de masas” para tácticamente limitar sus funciones al desarrollo de la lucha y de sus posiciones políticas, en función de la situación de cada momento. Esta separación de los organismos de masas no conlleva un alejamiento de ellos. Lo que pretenden es poner en práctica una forma nueva de relación, actividad armada-actividad de masas ya que en este momento el segmento que compone las capas populares no está en condiciones de radicalización para hacer suya la lucha armada y tampoco hay una organización preparada para afrontarlo.

El análisis que hacen de la situación política no es tan optimista como los político-militares y si bien entienden que “el fascismo agoniza a la par que Franco, aunque muy bien podría suceder que éste le sobreviviese en estado de momificación”.

Esta ruptura producida en el IV Biltzar Ttipia de ETA acelerará los acontecimientos y el grupo que se denominará ETA (político-militar) pondrá en marcha el proceso para realizar la segunda parte de la VI Asamblea.

En diciembre de 1974 se realiza una huelga de hambre por parte de los presos políticos vascos, organizada por ETA (pm)  y apoyada por ETA (m) y ETA-VI, ORT y MCE, realizándose una huelga general el día 11 de diciembre que paraliza todo Euskadi Sur. Todo esto llevará al sexto estado de excepción en abril de 1975.

Con el gobierno de Arias Navarro, la represión se canaliza de dos formas: Una es mediante una represión brutal creciendo el peso de sectores ultras y teniendo como desenlace los últimos procesos judiciales que desembocan en los fusilamientos de septiembre de 1975 y la otra es mediante la utilización de grupos parapoliciales que actúan con total impunidad atacando cualquier cosa que pueda ser progresista. La represión es tan grande que en Bilbao tuvieron que habilitar la plaza de toros como lugar de detención e interrogatorios.

La gran mayoría de la militancia de la organización se posiciona con ETA (pm), tanto entre la militancia activa, refugiados como los militantes que están presos en las cárceles del Estado español. Por el contrario, lo que se conocerá como ETA (m) es un grupo más reducido, pero más compacto.

ETA (pm) durante los primeros meses de 1975 sufre muchas detenciones, entre otros motivos debido a su nueva estructura político-militar que unifica los frentes, lo que lleva a que las caídas afecten a las dos estructuras de la organización. En julio de 1975 una de las acciones que planificaron como más importante para la organización era la fuga de la cárcel de Segovia de miembros de esta organización prevista para el 27 de julio que se vio desbarata por las caídas de comandos que tuvo en ese período, sobre todo porque en ETA (pm) había un infiltrado de los servicios secretos españoles que contribuyó a ello.

Las detenciones de miembros de ETA (pm) tienen como resultado dos consejos de guerra que el Régimen los celebra en el mes de agosto aprovechando el período vacacional para mitigar las posibles protestas que pudieran surgir, cosa que no consigue. Como consecuencia de ambos consejos de guerra dos militantes de ETA (pm) son condenados a muerte y fusilados el 27 de septiembre de 1975 (Txiki y Otaegi). En esas mismas fechas hay otro consejo de guerra en el que tres militantes del PCE (m-l) y FRAP son condenados a muerte y fusilados el mismo día.

Por lo que respecta a la actividad de ETA (m) en este período si bien en un principio era una organización más minoritaria, poco a poco se va estructurando e incorporando más militantes, continuando con el método de lucha de acción-represión-acción, atacando a miembros de los aparatos policiales y confidentes de la policía.

En el inicio, ETA (pm) arrastraba el lastre de todas las caídas que había sufrido. Unas sesenta detenciones, el 80% de la militancia y centenares de personas habían huido del interior. Lo que le obliga a coger militantes de otros sectores y realiza algunos secuestros para financiarse. Estas acciones las realizan los comandos “Bereziak” y fueron duramente criticadas por las otras organizaciones de la Izquierda Abertzale (ETA (m), LAIA, LAB y EHAS).

Es en este momento cuando en el entorno de gentes abertzales y socialistas junto con ex militantes de ETA forman en Euskadi Sur la organización EAS y en marzo de 1974 en Euskadi Norte había surgido la organización HAS. En el mes de noviembre de 1975 ambas organizaciones realizan un congreso en Pamplona para converger en una nueva organización: EHAS, que tiene la característica de ser por el momento la única organización que tiene su ámbito de acción en todo Euskal Herria (Norte y Sur).

Conclusiones

El primer lustro de la década de los 70 del siglo XX fue convulso dentro de las organizaciones que luchaban contra la dictadura. Los días del dictador llegaban a su fin, pero cosa muy diferente era el escenario que se abriría con su muerte.

Tanto en el Estado español, como en Euskal Herria se empezaban a vislumbrar diferentes ópticas de la situación, así como la estrategia a seguir en todo ese proceso y ETA no fue una excepción. Los análisis al respecto empezaban a atisbar las diferencias existentes, en algunos casos sustanciales, a la hora de definir los nuevos escenarios políticos.

Por lo que respecta a la organización ETA, además de las diferentes visiones que había en su seno, habría que añadir la dificultad añadida por su forma de organización. La estructura organizativa en diferentes frentes de lucha, totalmente alejada de la concepción clásica de partido vanguardia que era lo que predominaba en el resto de las organizaciones antifranquistas de izquierda empezaba a ser un cierto lastre en esos momentos; todo ello explica los movimientos que se vivieron en su interior y que desembocaron en diferentes crisis.

Lo que a priori se hubiera podido entender como debilidad política, analizando el contexto del momento y con la perspectiva histórica, se puede afirmar que lo sucedido en ese periodo no dejó de ser un proceso político que estaba poniendo las bases de lo que posteriormente se ha definido como izquierda abertzale y dentro de esta lo que se ha conocido como Movimiento Vasco de Liberación Nacional.

A partir de 1974, se abre un periodo en el que las diferentes organizaciones políticas surgidas del proceso vivido dentro de ETA, adoptarían sus dinámicas propias de lucha, que se reflejaría en sus formas de interpretar los diferentes acontecimientos que se vivieron a partir de 1975, con el fallecimiento del dictador y los derroteros que iba a seguir el régimen.

Como expuse en la introducción del primer artículo, la finalidad de su publicación no ha sido otra que recordar unos hechos de los que ahora se cumplen cincuenta años, que desde el punto de vista histórico podríamos decir que fueron ayer, pero totalmente desconocidos para las actuales generaciones.

 

Bibliografía utilizada:

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Varios: Clase obrera, marxismo y cuestión nacional en Euskadi, Cursos “IPES” cuaderno de formación nº 1, conferencias celebradas entre el 23 de marzo y el 3 de junio de 1980 en

[1] A partir de ahora a ETA V la denominaré ETA a secas, pues será la organización que continuará con las siglas de dicha organización.

 

[2] Langileen Alderdi Iraultzaile Abertzalea: Partido Abertzale Revolucionario de los Trabajadores.

 

[3] Zuberoa: Territorio de Euskal Herria en Iparralde o País Vasco-Francés.

[4] La organización armada que impulsa la creación del sindicato LAB es ETA Político-Militar. Posteriormente se explicará como la organización ETA se parte en dos, surgiendo ETA Político-Militar y ETA Militar producto de su división en octubre de 1974.

[5] Milis: Termino que se utilizaba en la época para denominar a ETA militar o ETA (m).

 

[6] Polimilis: Termino que se utilizaba en la época para denominar a ETA político-militar o ETA (pm).

 

[7]  Hay que recordar que en la pre-asamblea de octubre de 1972 se habían fusionado el Frente Obrero y el Frente Cultural

1974: Convulsión y rupturas en ETA (1ª parte)

1974: Convulsión y rupturas en ETA (1ª parte)

Introducción

En la historia reciente de Euskal Herria hubo varios episodios que sucedieron en un breve espacio de tiempo, que si bien en aquel momento no dejaron de ser situaciones frecuentes que se daban en las organizaciones que luchaban en la clandestinidad contra la dictadura franquista, pasadas unas décadas se puede afirmar que tuvieron una influencia decisiva en lo que fue a partir de entonces el devenir de la política vasca y los caminos que recorrieron las diferentes sensibilidades de la izquierda abertzale. Todo ello sucedió a lo largo de 1974, ahora hace cincuenta años.

Si 1973 fue el año que catapultó a la organización ETA a nivel internacional, gracias al atentado más importante desde su nacimiento, volar el coche del presidente del Gobierno español y mano derecha del dictador, 1974 pasó a ser el año en el que las disensiones internas que arrastraban desembocaron en varias escisiones, pero, sin duda alguna, una de ellas marcaría la historia, no solo de ETA, sino de lo que conocemos como Izquierda Abertzale.

Este texto, dividido en dos partes, no pretende ser un análisis profundo de ese periodo de la historia, más bien se limita a realizar un pequeño repaso de las experiencias ideológicas y políticas que se dieron en el espacio político de lo que posteriormente se ha conocido como izquierda abertzale; unas pinceladas que puedan servir para desempolvar aquellos años y para quienes estén interesados puedan profundizar en su estudio.

Antecedentes

A lo largo de su historia, ETA ha estado inmersa en tensiones internas que en muchos casos desembocaron en importantes crisis internas. Gran parte de ellas tenían su origen en divergencias ideológicas, pero otras eran producto de diferencias organizativas. Todo ello se debía a diferentes factores, pero la inmensa mayoría de ellos tenían un denominador común: ETA era una organización en continuo movimiento, no se podía asemejar a ninguna de las organizaciones que luchaban contra la dictadura. Su estructura y sus dinámicas inspiradas en los movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo en su lucha contra el colonialismo; no se parecía en nada a las organizaciones clásicas que estaban en el exilio y/o se movían en la clandestinidad. ETA era una organización estructurada en cuatro frentes (político, cultural, obrero y militar).

La última gran crisis que vivió en su seno no estaba muy lejos en el tiempo, habría que poner la mirada en 1970 y el cisma que se produjo en su seno con la celebración de la VI Asamblea, cónclave que no fue reconocido por parte de la militancia; todo ello desembocó en la existencia de dos organizaciones que compartían las mismas siglas: ETA, pero que para diferenciarlas eran conocidas por la asamblea en la que fundamentaban su legitimidad, lo que se traducía en que una fuese conocida como ETA V Asamblea y la otra como ETA VI Asamblea.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Primera Parte
Zutik 55 enero de 1973 de ETA VI (Wikimedia Commons)

El paso del tiempo y la actividad de ambas organizaciones llevó a que la que era conocida como ETA V Asamblea pasase a ser la heredera de las siglas, para finalmente ser denominada como ETA, sin ningún añadido. Por el contrario, ETA-VI fue encaminándose a transformarse en una organización de corte marxista-leninista clásico, un partido vanguardia; después de algunas diferencias internas que se solventaron con una escisión, el sector mayoritario, conocido como Mayos, entró en un proceso de convergencia con la organización LCR, por lo que durante un tiempo fueron conocidos como LCR-ETA VI, para finalmente suprimir las siglas de ETA VI y denominarse únicamente LCR.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Primera Parte
Cartel de LCR-ETA VI

Eran tiempos convulsos, a la represión desatada por el régimen franquista, había que añadirle los innumerables debates ideológicos que se daban en todas las organizaciones políticas. Todavía estaba cercano el Mayo francés, hecho que influyó en muchas organizaciones de la época.

Evolución de ETA V

En octubre de 1972 ETA V realiza una segunda pre-asamblea o asamblea de cuadros. En esta reunión acuerdan fusionar el Frente Obrero y el Frente Cultural, pasándose a llamar únicamente Frente Obrero.  En esta pre-asamblea surge una nueva corriente, autónoma o ácrata, siendo su cabeza visible el histórico militante Emilio López Adan, Beltza.

Es una época en el que las tensiones entre el Frente Militar (FM) y el Frente Obrero (FO) son continuas. Las causas se debían a que partiendo de la base que la necesidad de la lucha armada no era cuestionada por nadie en la organización, debido a que las acciones armadas que habían realizado en los dos últimos años habían reforzado la imagen de ETA, sin embargo, el problema estribaba en cómo organizar el incremento de apoyo social que se estaba dando.

Al crecer la militancia de la organización, la mayor parte de esa militancia entraba a formar parte del Frente Obrero. Eran personas que se comprometían pero que no realizaban acciones armadas. Pero el grado de represión había aumentado muchísimo desde el Proceso de Burgos, lo que originaba muchas detenciones y caídas en dicho frente. No hay que olvidar que el Régimen quería evitar otro proceso judicial al estilo del Proceso de Burgos que se le pudiera ir de las manos, por lo que en este período se producen un elevado número de muertos por parte de militantes de la organización, ya que los sectores más duros de los aparatos del Estado querían demostrar mano dura ante la opinión pública.

Todos estos problemas que arrastraba la organización armada le exigían fijar unas bases de actuación política y armada. Por ello convocan la VI Asamblea, pero unos meses antes, en concreto en mayo de 1973, se produce una reunión del Biltzar Ttipia (Comité Ejecutivo) en la localidad madrileña de Getafe para intentar superar las diferencias existentes entre el Frente Militar y el Frente Obrero aunque el problema no quedó superado. De esta reunión sale un comunicado que ETA difunde al pueblo vasco.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Primera Parte
Zutik nº 57 de ETA V Asamblea

Los aspectos más importantes de este comunicado son los siguientes: La lucha armada es “la forma suprema de la lucha de la clase trabajadora”, la cual tiene dos aspectos: “a nivel táctico, potenciar y apoyar la dinámica de masas que desarrollamos la clase trabajadora y el resto de nuestro pueblo” y a nivel estratégico para dotar de un dispositivo armado a la clase trabajadora y clases populares vascas para derrocar e inutilizar las fuerzas represivas del régimen y en el marco ideológico, la organización armada da una explicación-definición de independentismo socialista: “Una independencia separatista con respecto al imperialismo y los Estados capitalistas español y francés, e independencia-unionista con respecto a todos los pueblos del mundo en especial con nuestros vecinos inmediatos. Independencia quiere decir pues, creación de un sistema social vasco completamente dirigido por nuestro Pueblo, en el que el grado de compromiso de unidad con los Pueblos vecinos sea función del momento histórico; somos partidarios de la abolición de las fronteras cuando no haya condiciones para que un hombre explote a otro ni que un pueblo oprima a otro. Nuestra lucha está concebida dentro de la unidad de los trabajadores del todo el mundo y en función de los intereses de la Revolución Socialista”.

En esta situación de tensión entre ambos frentes ETA V llega a su VI Asamblea.

VI Asamblea de ETA V

En primer lugar, hay que recordar que ETA V no reconoce la legitimidad de la VI Asamblea celebrada en verano de 1970 que dio origen a ETA VI por lo que para ellos esta es su verdadera VI Asamblea que celebra su primera parte en agosto de 1973 en Hazparne (Lapurdi)[1].

Las diferencias entre los militantes de ambos frentes se centran por un lado en cuestiones organizativas e internas; el Frente Obrero rechaza que para acceder a los puestos de dirección sea obligatorio saber euskera ya que había muchos miembros de este frente que no podrían optar a cargos de responsabilidad. Criticaba que no se veían representados lo suficientemente en los órganos de dirección de la organización, en concreto, en el Biltzar Ttipia (Comité Ejecutivo); y en la política de alianzas: El FM propugna que solo se lleguen a acuerdos con otras organizaciones vascas y el FO quiere libertad de acción ya que su planteamiento es llegar a acuerdos con otras organizaciones de izquierda del Estado español.

ETA aprueba un documento no muy extenso en el que recoge su línea ideológica, el documento se titula Por qué estamos por un Estado Socialista vasco”. Es un texto en el que no entran en la dinámica de grandes discursos teóricos. Si comparamos este documento con el Zutik nº 55 que publica ETA VI en marzo de 1973 con motivo de la 2ª parte de su VI Asamblea, la conclusión que podemos obtener es que el documento de ETA VI es de un gran desarrollo y profundidad teórica en contraposición con el documento aprobado por ETA V que es mucho más sencillo, pero más accesible a las bases y los sectores de la población cercanos ideológicamente. Sin ser extenso, desarrolla y profundiza en las motivaciones que llevan a la organización ETA V a apostar por la construcción de un Estado Socialista Vasco. Con este documento ETA V pone de manifiesto las diferencias ideológicas que mantiene con ETA VI.

Así define la organización armada los objetivos que persigue:

“Nuestro objetivo fundamental es la creación de un Estado Socialista Vasco dirigido por la clase trabajadora de Euskadi como instrumento para alcanzar una sociedad vasca sin clases, una Euskadi auténticamente comunista; como instrumento -en suma- para nuestra total e íntegra liberación como trabajadores”.

En este documento la organización armada conjuga la lucha de liberación nacional del pueblo vasco con la lucha social para la consecución de una sociedad socialista y la enmarcan

“desde una perspectiva revolucionaria de clase, desde la perspectiva más consciente y auténticamente revolucionaria: la comunista”.

Profundiza en los motivos por los que se posicionan en favor de la independencia y la argumentación gira en los planos étnico y cultural. Hay que tener presente que en estos momentos la izquierda del Estado español tiene unas posiciones un tanto ambiguas respecto del problema vasco[2].

“En el plano nacional, luchamos por la liberación de Euskadi desde una perspectiva independentista; lo que ciertamente nos distingue de muchas organizaciones socialistas […] Nosotros no somos independentistas porque creamos que españoles o franceses nos roban dinero y lo mejor de nuestra juventud y busquemos edificar una sociedad vasca opulenta, ni porque los vascos seamos superiores y no nos convenga tener contacto alguno con maketos[3], belarrimotzas[4] o cosas por el estilo, ni condicionados por el odio étnico que España y Francia nos tienen […] si éstas fueran las únicas razones […] nos opondríamos con todas nuestras fuerzas a tal reivindicación por burguesa, racista y cabalmente reaccionaria. Nosotros somos independentistas porque creemos que nuestro problema como trabajadores vascos, nuestro problema como clase explotada en un contexto de pueblo nacionalmente oprimido, no puede solventarse dentro del marco español o francés […] Solo un Poder Político Independiente en nuestras manos, es decir, sólo un Estado Socialista Vasco podrá garantizar la resolución de la otra cara del problema, nuestra liberación como miembros de una comunidad nacional oprimida: Euskadi”.

Para ETA V, por un lado, el problema vasco desborda los marcos estatales español o francés al englobar un territorio que está dentro de dos estados diferentes, pues en ambos casos, existe una franja de territorio vasco que queda fuera de sus respectivos dominios y, por otro, “el problema cultural del Pueblo Vasco no puede ser resuelto desde una perspectiva no vasca; aunque pretendidamente internacionalista”.

Para ETA las vanguardias españolas únicamente contienen “soluciones parciales e incompletas que -si bien a ellas les parecen satisfactorias- nos conducirían inevitablemente a la diglosia”.

En este documento los militantes de ETA se definen de forma expresa como comunistas, pero la organización armada sigue definiéndose como organización socialista sin posicionarse en ninguna tendencia dentro del socialismo.

como revolucionarios comunistas que somos, luchamos contra toda opresión; luchamos pues contra la opresión nacional. Y, por ello mismo, estamos por la independencia de Euskadi, por un Estado Socialista Vasco”.

De hecho, en este documento la organización armada encuadra al Estado Socialista Vasco como un paso transitorio hasta la consecución de la sociedad comunista. No deja de ser una etapa hasta la consecución una sociedad mundial sin clases. Lo que Marx y Lenin definían como la extinción del Estado[5].

El Estado Socialista Vasco -por fin- no tendrá una existencia perpetua: lo necesitaremos únicamente mientras estemos empeñados en la resolución de nuestro problema nacional y en la reconstrucción económica y social de Euskadi Norte. Una vez cumplidas estas tareas, la existencia de un Estado autónomo para el Pueblo Vasco habrá dejado de tener sentido. A consecuencia de ello, en tal momento nuestro deber internacionalista será unirnos en pie de igualdad con todos los pueblos y proletarios del mundo -comenzando por los más próximos- para proseguir la edificación de la sociedad comunista”.

Por el contrario, el gran problema de ETA V es que no está sabiendo articular organizativamente el aumento de su base social y las tensiones entre los dos frentes serán continuas. Estos problemas que la organización arrastra desde que en la V Asamblea aprueba el modelo frentista y que en algunos momentos generan fricciones profundas son dejados para debatirlos en la 2ª parte de esta VI Asamblea. El problema de ETA es que al ser un Movimiento de Liberación Nacional en el que abarca todos los frentes en la lucha contra el franquismo, una de las dificultades más importantes es que no todos los frentes llevan las mismas dinámicas a la hora de trabajar y algunos frentes tienen el hándicap de verse limitados en su trabajo político porque la organización tiene, entre otros, como método la utilización de la lucha armada que condiciona al resto de los frentes.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Primera Parte
Zutik nº 64 de mayo de 1974 de ETA

El 20 de diciembre de 1973 el Comando Txikia realiza el atentado contra Carrero Blanco. Una operación cuyos preparativos y seguridad fueron cuidados al máximo por la dirección de la organización, hasta el extremo que no todos los miembros de la ejecutiva de la organización tenían conocimiento de la acción que estaba preparando un comando en Madrid.

En contraposición al éxito que tiene ETA en el ámbito operativo, el gran problema de la organización armada es el adecuarse a la nueva situación política ya que en estos momentos tiene dificultades para tener una organización de masas que esté enraizada en el tejido socio-político. Todo esto llevará a vivir unas tensiones importantes en el Frente Obrero de ETA, que se traducirá en el abandono de la mayor parte de la militancia de este frente, dando origen al nacimiento del primer partido político dentro del espacio de la izquierda abertzale, LAIA (Langileen Alderdi Iraultzaile Abertzalea)[6].

La segunda parte de este trabajo se centrará en la crisis surgida dentro del Frente Obrero, el nacimiento de LAIA y la posterior crisis internar en ETA, que dio origen al nacimiento de dos nuevas organizaciones producto de la ruptura interna en la organización: ETA militar y ETA político-militar.

1974: Convulsión y rupturas en ETA-Primera Parte
Zutik nº 52 de ETA V Asamblea

Bibliografía utilizada:

Apalategi, Jokin: Los vascos, de la nación al Estado, Astero. Título original: Nationalisme et question nationale au Pays Basque: 1830-1976-PNB, ETA, Enbata…”.

Bruni, Luigi: ETA. Historia Política de una lucha armada, Txalaparta, Bilbao, 1987.

Casanova, Iker: ETA 1958-2008. Medio siglo de historia, Txalaparta, Tafalla, 2007.

Egaña, Iñaki: Diccionario histórico-político de Euskal Herria. Tomo I, Txalaparta, 1996.

Egido, José Antonio: Viaje a la nada. Principio y fin de Euskadiko Ezkerra, Txalaparta, 1993.

Forest, Eva. Operación Ogro (Como y por qué ejecutamos a Carrero Blanco), Argitaletxe HIRU, Hondarribia, 2ª Edición, 1993

Giacopuzzi, Giovanni: ETA. Historia política de una lucha armada 2ª parte, Txalaparta, Tafalla, 4ª edición, 2001.

Giacopuzzi, Giovanni: ETA pm. El otro camino. Txalaparta, Tafalla, 1997.

Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.

Varios: Clase obrera, marxismo y cuestión nacional en Euskadi, Cursos “IPES” cuaderno de formación nº 1, conferencias celebradas entre el 23 de marzo y el 3 de junio de 1980 en Bilbao.

 

[1] Lapurdi: Territorio de Euskal Herria situado en Iparralde o País Vasco-Francés.

 

[2] Recordar que tanto la escisión de ETA Berri que en este momento se denominan Komunistak como ETA VI entienden que la opción independentista es contrarrevolucionaria y pequeñoburguesa.

 

[3] Maketo: Término despectivo que se utilizaba para denominar a las personas que emigraron de otras zonas a Euskadi.

 

[4] Belarrimotza: Término despectivo a veces utilizado para referirse a las personas no originarias del País Vasco (en este sentido acepción similar a la de maketo) o que no conocen el euskara.

 

[5] Marx y Lenin teorizan sobre este tema en varias de sus obras. Una de las más importantes es el Estado y la Revolución de Lenin en la que analiza las teorías de Marx sobre esta cuestión refutando las interpretaciones que de Marx realizan algunos líderes de la II Internacional.

 

[6] Langileen Alderdi Iraultzaile Abertzalea: Partido Abertzale Revolucionario de los Trabajadores.

El botín: la novela social de Julián Zugazagoitia

Julián Zugazagoitia y su novela el botín. Un exponente de la novela social del siglo XX

Hoy voy a desempolvar a un escritor que fue uno de los exponentes de la novela social en los años veinte del siglo XX. El escritor en cuestión no es otro que Julián Zugazagoitia (1899-1940), periodista y escritor vocacional, pero, sin duda alguna, más conocido por su actividad política dentro del socialismo vasco de las primeras décadas del siglo XX.

Su actividad periodística estuvo íntimamente ligada a su militancia socialista; dirigió el semanario La Lucha de Clases (años veinte) y el periódico El Socialista (1931-1937), siendo asiduo colaborador del periódico El Liberal de Bilbao, donde Indalecio Prieto desempeñó varios papeles importantes. En su faceta como escritor, fue autor de varios libros, donde destaca la biografía de Pablo Iglesias, las memorias de Tomás Meabe, así como varias novelas, entre las que se encuentran Una vida anónima (1927), El botín (1929) y El asalto (1930), siendo estas una muestra de la novela social de la época.

El botín
Julián Zugazagoitia

De entre todas ellas, hoy voy a destacar la novela El botín, que en noviembre de 2023 volvió a ser reeditada a cargo de la editorial Txalaparta, y sobre la que va a versar mi comentario.

“El botín” nos trasladará a la tumultuosa segunda década del siglo XX. A nivel mundial, la Gran Guerra era la que acaparaba todas las portadas, y en lo concerniente a los asuntos domésticos, a lo largo de la obra predominará la situación social que se vivía por entonces, la conflictividad existente que desembocó en la huelga revolucionaria de 1917 y la posterior despiadada represión. Eran los vientos que recorrían la vieja Europa, daba la sensación que todo ello no dejaba de ser un presagio de lo que se iba a vivir en la Rusia revolucionaria y bolchevique, aunque en este caso con victoria de la clase trabajadora. Y toda la novela está ambientada en el Bilbao de la época, el de las grandísimas desigualdades existentes, con una oligarquía incrementando sus riquezas de forma exponencial a costa de la miseria en la que vivía la clase trabajadora y campesina. Se podría decir que algunos parámetros poco han variado.

Zugazagoitia sostiene su novela en varios pilares. En el plano socioeconómico, el autor nos mostrará una sociedad vasca que había vivido una tremenda transformación; los rescoldos de la última guerra carlista, y el proceso de industrialización salvaje, trajeron consigo la aparición de nuevas clases sociales: por un lado el surgimiento de una oligarquía a costa de la explotación de una clase social hasta entonces desconocida por estas latitudes: el proletariado, en su inmensa mayoría proveniente de otros lugares del Estado, mano de obra imprescindible y barata para el florecimiento de los negocios de la oligarquía. En este contexto, el autor nos muestra la llegada de una ideología propia de lugares industrializados: el socialismo y la lucha por la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora. Pero el autor también expondrá que la frustración que conllevó la última derrota carlista desembocaría en el surgimiento de una nueva ideología: el nacionalismo vasco, que veía en la naciente oligarquía la responsable de los males del País; era la enemiga de Euskal Herria, expoliaba sus riquezas, traía mano de obra de otros lugares, abocando a la población de las zonas rurales a la pobreza, y traía consigo la pérdida de la identidad nacional y cultural del pueblo vasco. En la novela podemos observar cómo dos ideologías que en aquel momento eran totalmente antagónicas (socialismo y nacionalismo) compartían un mismo enemigo: la oligarquía. Todavía no había llegado la época en la que se conjugaran ambas variables.

La cuestión religiosa y lo que representaba en la sociedad de la época será otro pilar fundamental sobre el que se sustentará esta obra. El autor, a través de los diálogos del protagonista y sus soliloquios, se servirá para realizar una crítica a lo que representaba la religión en un contexto social en el que la respuesta que esta ofrecía a las clases más desfavorecidas ni daba soluciones ni aportaba absolutamente nada para redimirla de la explotación a la que se veían sometidas; contrapone la justicia social frente a la caridad religiosa. Pero Zugazagoitia va más allá, al profundizar en cuestiones como la existencia de Dios y lo que representaba. Es aquí donde el autor nos ofrece su visión más profunda acerca de la religión.

Zugazagoitia nos irá haciendo un retrato de ese Bilbao producto de la industrialización, caracterizado por el choque entre las diferentes clases sociales y cuyo eje vertebrador era la Ría que le daba dinamismo. No es que en esa descripción salga mal parada la Villa, sencillamente nos muestra tal y como era, una ciudad áspera, que en las últimas décadas había experimentado una grandísima transformación; el surgimiento de las grandes industrias y con ello los nuevos barrios obreros, consecuencia de la llegada de trabajadores de otros lugares, en contraposición con el Bilbao burgués, que se extendía por el Ensanche de la Villa. En este contexto, el autor realiza una crítica a la sociedad bilbaína, donde dominaba esa oligarquía que predicaba los valores cristianos, mientras se enriquecía gracias a la guerra que asolaba Europa y la explotación de la clase trabajadores; y como no podía ser de otra forma, eran los mejores clientes de los burdeles de la Villa. Sin lugar a dudas, la novela describe esa hipocresía, y en ese contexto el autor analiza el tema de la prostitución en la época.

En la novela hay dos últimas cuestiones que no quisiera pasar por alto. La primera es que el autor, a lo largo de la narración,  transmite con dosis de gran realismo, lo que supuso la huelga revolucionaria de 1917, y los métodos que utilizaron los dirigentes obreros para que pudiera triunfar. Para quien desconozca la historia de la época, probablemente al leer el libro le pueda llamar la atención, pero así sucedía, las organizaciones obreras, a la hora de defender los intereses de la clase trabajadora, no se perdían en interminables debates, eran gentes de acción. La explotación y represión que sufrían solía generar una respuesta directa, en la que el choque estaba garantizado, reivindicando como legítima la utilización de la violencia revolucionaria. Esas organizaciones todavía no habían sido asimiladas por el sistema. El sólo hecho de recordarlo a día de hoy y mirar cómo está el patio en las organizaciones herederas de aquellas de principios del siglo XX, uno no puede evitar esbozar una cierta sonrisa irónica.

La segunda cuestión que quisiera resaltar, y en la que me sucede una sensación similar a la anterior, la encuentra el lector en unos pasajes de la novela, en los que algunos dirigentes del socialismo vasco estando en un trance delicadísimo, debido a la represión que estaban sufriendo, reciben la ayuda del campesinado vasco, ideológicamente enclavado en el nacionalismo vasco y que era blanco de las críticas en la prensa socialista, aquella en la que Zugazagoitia desarrolló gran parte de su carrera periodística. La pregunta que uno se puede plantear es si el socialismo vasco de la época había iniciado una evolución, arrinconando algunos postulados en los que eran más afines al nacionalismo español, pues algunos artículos que se podían encontrar en el semanario La Lucha de Clases eran de lo más incendiaros hacia el euskera, la cultura vasca y las reivindicaciones políticas del nacionalismo vasco de la época, estando más en sintonía con los postulados políticos de la derecha española o, por el contrario, se debe a que Zugazagoitia iba un paso por delante de sus compañero de partido e ideología.

Para finalizar, comentar que es una novela de lectura rápida. Sus algo más de 300 páginas, están divididas en cuatro partes, en la que podemos encontrar algunas ilustraciones a blanco y negro de la época y en la que los personajes que le dan vida están muy bien caracterizados por Zugazagoitia en el papel que cada uno representa.

 

El botín

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder

Las primeras semanas de 1917 supusieron el inicio de un proceso en Rusia que desembocó en la Revolución de Febrero. Después de más de dos años de guerra, el régimen zarista hacía aguas y la Gran Guerra no era otra cosa que una sangría organizada por las burguesías de los países participantes en dicho conflicto para defender sus intereses económicos y donde los muertos los ponían la clase trabajadora de esos países, y todo ello con la aquiescencia de la socialdemocracia europea, pues en cada país tuvo un papel de seguidismo de los intereses imperialistas de sus respectivas burguesías.

En Rusia toda esta situación derivó en una serie de luchas obreras y populares que pusieron contra las cuerdas al Estado burocrático-policiaco zarista y de paso los intereses de la oligarquía rusa. La huelga general de Petrogrado a partir del 18 de febrero, en la que obreros y soldados fueron de la mano, adquirió un carácter insurreccional que  desembocó en la caída del régimen zarista, y la salida que encontró la burguesía fue llegar a un acuerdo con las fuerzas reformistas (mencheviques y socialistas-revolucionarios) para la formación de un Gobierno Provisional y así sustituir al gobierno zarista con la promesa de convocar una Asamblea Constituyente que le permitiese proyectar la imagen de un régimen parlamentario.

De esta revolución surgieron dos poderes antagónicos entre sí. Si producto del acuerdo entre los liberales burgueses, mencheviques y socialistas-revolucionarios se crea un Gobierno Provisional, con la finalidad de garantizar el orden capitalista, este tendría en frente un nuevo poder, los Soviets de obreros y soldados, nacidos durante las huelgas del mes de febrero con el objetivo de la defensa de los intereses populares y de instaurar un poder revolucionario que nacionalizase los medios de producción.

Los bolcheviques, que eran minoría en los Soviets que se habían constituido, se encontraban sobrepasados por la situación del momento y tanto el ala reformista del POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia), como algunos líderes bolcheviques del interior, entendían que en Rusia todavía no se daban las condiciones materiales para aplicar el socialismo, por lo que defendían un Estado democrático-burgués como paso para realizar la revolución socialista. Entre esos líderes se encontraban Kamenev y Stalin, que en ningún momento planteaban en este momento la destrucción del Estado burgués.

La llegada de Lenin a Petrogrado en los primeros días de abril de 1917 fue un punto de inflexión en el posicionamiento del sector bolchevique del POSDR. Nada más llegar de su exilio en Zurich, redacta su programa, que será conocido como “Las tesis de abril”[1]. Este documento, junto a “Estado y la Revolución”, serán fundamentales en el devenir del proceso revolucionario que se vivió en los siguientes meses, con el triunfo de la Revolución de Octubre.

Antes de la llegada de Lenin a Petrogrado, este había redactado varias cartas en las que exponía algunas de las ideas que posteriormente recogería en “Las tesis de abril”. En dichos escritos ya avanzaba la necesidad de dar pasos concluyentes hacia la revolución socialista, y para ello entendía que era esencial profundizar en la organización de los soviets y la creación de un partido que fuese capaz de liderar estas tareas. En ese periodo en el que Lenin redactó los documentos anteriormente mencionados, va a ir marcando la línea política que deberían seguir los bolcheviques.

Lenin al presentar Las tesis de abril tuvo que enfrentarse no sólo a mencheviques y social-revolucionarios, sino a gran parte de los viejos bolcheviques que seguían anclados en la interpretación mecanicista-evolucionista que del marxismo realizaba la II Internacional, por la que era necesaria una etapa democrático-burguesa larga en el tiempo liderada por la burguesía pero sin saber muy bien en qué momento llevar a cabo la revolución socialista.

La redacción de “Las tesis de abril” y de los documentos en los que desarrolla sus diez puntos, servirán a Lenin para teorizar acerca de la toma del Poder político por parte del proletariado ruso. El conjunto de documentos donde desarrolla sus tesis son un auténtico manual de táctica revolucionaria, donde viene a poner en práctica su conocida frase recogida en el documento “¿Qué hacer?” cuando dice que “sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario”.

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder
Las tesis de abril. Editorial Akal.

En Las tesis de abril, Lenin no teoriza acerca de cómo realizar la revolución socialista, sino en los pasos que el proletariado y el campesinado tienen que dar para que el Poder pase a los soviets y las tareas inmediatas que deben de realizar estos; se podría describir como un manual para derrocar al régimen democrático-burgués e ir dando los pasos para avanzar hacia la revolución socialista.

El análisis que realiza de la situación es fundamental para entender la estrategia que a su juicio debían de seguir los bolcheviques. Habiendo pasado el Poder de manos de “la nobleza feudal terrateniente”, sostén del régimen zarista, a la burguesía, Lenin da por concluida la primera etapa revolucionaria. Pero a diferencia de otros dirigentes políticos de su entorno, entiende que en Rusia se ha dado una situación nueva; la existencia de los soviets de obreros y soldados es la expresión de haber llegado al periodo de la dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y el campesinado.

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder
Lenin dirigiéndose a los trabajadores y sodados (Wikimedia Commons)

Para Lenin el proceso que se había dado en Rusia era un tanto peculiar, se daba una dualidad de poderes que se veía reflejada en la existencia de un gobierno de la burguesía, el Gobierno Provisional, que controlaba todos los órganos de Poder y un gobierno paralelo, que ejercía en cierta manera de contrapoder popular dirigido por obreros y soldados a través de los soviets que se habían constituido, siendo el de Petrogrado el más importante. Esta singularidad llega al extremo que el gobierno surgido de la revolución democrático-burguesa ostentaba el Poder porque, en palabras de Lenin, los soviets “le han entregado el Poder del Estado a la burguesía y a su gobierno provisional”, con el agravante que el gobierno surgido en febrero de 1917, controlado en su mayor parte por miembros del antiguo régimen, era un obstáculo a la hora de avanzar hacia el control de los medios de producción por parte de los soviets de diputados obreros.

En este escenario, que hasta ese momento no se había dado en ningún proceso revolucionario, le lleva al líder ruso a no tener dudas que este “entrelazamiento” no podía durar mucho tiempo; la coexistencia de dos poderes dentro de un Estado, estaba abocado a que uno acabase con el otro, definiendo el momento en los siguiente términos: “La dualidad de poderes no expresa más que un momento transitorio en el curso de la revolución, en el momento en el que ésta ha rebasado ya los cauces de la revolución democrático-burguesa corriente, pero no ha llegado al tipo “puro” de dictadura del proletariado y de los campesinos”.

En ese momento crucial en que los dos poderes se disputan el triunfo, Lenin alerta del peligro existente en la Rusia del momento, por el despertar de la pequeña burguesía, que no sólo tenía importancia numérica, pues estaba formada por pequeños propietarios, un sector de la población ubicada entre los capitalistas y los obreros asalariados, sino porque había logrado influir ideológicamente en grandes capas de la clase obrera; en todo momento era consciente de los problemas que padecía el proletariado ruso, que no eran otros que su debilidad numérica, su deficiente conciencia de clases y organización. De ahí que plantease una labor de crítica de las políticas que realizaban los partidos pequeñoburgueses, para que no se repitiera en Rusia el triunfo que cosecharon las burguesías inglesa y francesa con anterioridad, después de haber vivido diferentes procesos revolucionarios.

No plantea transformar todo este proceso en una revolución socialista, sino en que el Poder pase a los soviets y para ello caiga el gobierno democrático-burgués, y los soviets lideren la creación de un nuevo Estado inspirado en la experiencia de la Comuna de París. Y aunque Lenin, en los documentos que forman las tesis de abril no profundice a la hora de tratar la cuestión del Estado[2], pondrá algunas de las bases y expondrá los pasos que debe de seguir el proletariado para lograr su extinción. Pone el énfasis en el tipo de Estado que tiene que haber durante el periodo revolucionario, que en nada se tiene que parecer a la república democrática parlamentaria.

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder
Después de la toma del Palacio de Invierno (Wikimedia Commons)

Equipara los soviets con la experiencia de la Comuna de París, un tipo superior de Estado democrático, en el que se destruye la máquina represiva (ejército y policía) del Estado democrático burgués. Lenin buscaba acabar con la república parlamentaria burguesa porque corría el riesgo de que sufriera una involución al seguir intactas las estructuras represivas del régimen zarista (policía, ejército y burocracia), motivo por el cual realiza una crítica a los líderes socialdemócratas rusos, Kautsky y Plejánov, alineados con la II Internacional. Para ello plantea la creación de una policía popular para poder defender los soviets y las conquistas logradas. Y en todo ese proceso, reserva un papel protagonista a la mujer, en igualdad con el hombre.

Lenin, a la hora de abordar la cuestión nacional, no duda en defender la plena libertad de todas la naciones y nacionalidades oprimidas por el zarismo para separarse de Rusia, y así lo expresa en Las tesis de abril. La creación de un Estado proletario lo más grande posible pasa por la unión voluntaria de las masas trabajadoras de esos estados.

Aboga por la creación de soviets de campesinos para poder desarrollar una política que tiene como pilares la nacionalización de todas las tierras, a través de la confiscación de las tierras a los terratenientes.

El posicionamiento contrario a la guerra y a la participación del nuevo gobierno surgido de la insurrección de febrero era claro. Era una guerra imperialista en la que Rusia iba de la mano de Inglaterra y Francia en la defensa de los intereses capitalistas, y en ningún momento defendían los intereses de los trabajadores, es por ello que arremetió contra el “defensismo revolucionario”. Para Lenin el carácter político-social de la guerra se determina por la situación de la clase que hace la guerra, y en este caso los intereses en litigio eran los del capital y su carácter imperialista, y Rusia se había puesto al servicio de Francia e Inglaterra. No duda en atacar al régimen zarista ante su política de someter a otros pueblos y dominarlos dentro del Imperio ruso, cuestión que va íntimamente relacionada con lo expuesto sobre la cuestión nacional y el derecho de los pueblos y naciones a ejercer libremente la autodeterminación.

Las tesis de abril. Un manual para la toma del Poder
Las tesis de abril. Editorial Fundación Federico Engels

Al ser una guerra cuyo origen hay que encontrarlo en el desarrollo que había tenido el capital mundial a lo largo de los años, Lenin concluye que al final de la guerra no se podía llegar por un acuerdo entre los socialistas de los países inmersos en el conflicto, pues no dejaba de ser buenos deseos, puesto que la raíz del problema se encontraba en la existencia del capital. Ante esta situación, la única forma de salir de una guerra imperialista pasaba por derribar al Gobierno, para que el Poder pase a manos del proletariado, cosa que sucedió cuando en octubre los bolcheviques acceden al Poder y deciden finalizar con la participación de Rusia en la guerra.

La posición crítica de Lenin con la socialdemocracia rusa y sus líderes, es extensible al conjunto de la socialdemocracia europea, alineada en la II Internacional. En este contexto Lenin denuncia la posición de muchos de sus dirigentes, que ante la guerra han adoptado en algunos casos una posición socialchovinista, caracterizada por apoyar a las burguesías de sus respectivos estados en el conflicto bélico, o que tienen una postura ambigua, porque para el líder ruso, la estrategia pasaba porque cada partido luchase contra las burguesías de sus estados, puesto que el enemigo de clase está en propio país. En todo el discurso del líder ruso subyace su crítica a la interpretación que realizan muchos líderes de la II Internacional de la doctrina marxista.

Lenin que describiría a la II Internacional como una organización en situación de bancarrota, abogaba como cuestión prioritaria por la creación de una III Internacional que aglutinase a todos los socialistas europeos críticos con la organización existente. Todo esto era la constatación del cisma total en el que se vivía en el socialismo a nivel mundial, y que traería el nacimiento de nuevas organizaciones que mirarían a la Revolución rusa como el paso a seguir en la lucha por la construcción del socialismo.

En las Tesis de abril, Lenin, manifiesta la necesidad de clarificar algunas cuestiones relativas al partido, a través de un congreso, en el que se tratasen algunas de las cuestiones que ha recogido en este documento. El objetivo no era otro que abrir un debate para la recuperación de la teoría marxista que se encontraba relegada en las organizaciones obreras de la época. En concreto en tres cuestiones: una es la recuperación de la teoría marxista del Estado, que en palabras de Lenin “ha sido desnaturalizada por la II Internacional”, la segunda es que la defensa de la patria en las guerras imperialistas va en contra del socialismo, pues los obreros no tienen patria y la tercera es sobre el nombre que tiene que tener el partido, pues siguiendo la doctrina de Marx y Engels, no deberían de utilizar el término socialdemocracia, por ser científicamente inexacto, por lo que el partido no debería de llamarse socialdemócrata sino comunista.

A la hora de realizar este análisis, el líder ruso tuvo presente algunos de los textos que Marx escribió a lo largo de su vida, no sólo el Manifiesto Comunista, escritos como Crítica al Programa de Gotha o La Guerra Civil en Francia fueron utilizados a la hora de dar respuestas a los momentos en los que se vivían no sólo en Rusia, sino en toda Europa.

Las tesis de abril y algunos de los documentos donde Lenin las desarrolla fueron fundamentales para abrir un debate dentro de los bolcheviques y que se produjese un cambio de rumbo en su acción política. No cabe duda que la llegada de Lenin a Rusia en los primeros días de abril de 1917 y la interpretación que realizó del momento político, incluso antes de pisar suelo ruso, fue determinante para que el devenir en los meses siguientes hasta el triunfo de la Revolución de Octubre.

[1] Para la redacción de este artículo he utilizado dos ediciones diferentes de Las tesis de abril: la primera es una edición de la Editorial Akal publicada en 1976 y la segunda es la segunda edición de la Fundación Federico Engels publicada en 2004.

[2] En la obra donde Lenin desarrolla de forma más profusa la cuestión del Estado, es en su trabajo El Estado y la Revolución, que lo escribió a lo largo de 1917.

El pueblo es quien más ordena

El pueblo es quien más ordena

Siempre he mirado a Portugal con cariño y admiración, porque un pueblo que hace la revolución se merece eso y algo más. Ni vinieron de fuera para liberarles del fascismo, ni el dictador se les murió en la cama. Y para realzar su gesta, uno de los actores principales fueron los militares demócratas, algo que no se ha visto en otras latitudes.

La Revolución de los Claveles  1974-1975 fue una experiencia única en el continente europeo, la última revolución, donde el ejercicio de la democracia participativa llevó al pueblo a logros impensables, cómo la propiedad común de los medios fundamentales de producción social, pero, sobre todo demostró que hay alternativa al capitalismo.

El movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) eligió la canción Grândola, Vila Morena, compuesta por José “Zeca” Afonso, como señal para el levantamiento contra la dictadura salazarista. En ella hay una frase que dice “O povo é quem mais ordena” (El pueblo es quien más ordena), que se convirtió en consigna y ahora da título a un libro cómic que Raquel Varela y Robson Vilalba han publicado en marzo de 2024 (Editorial Txalaparta)[1].

El pueblo es quien más ordena
Revolución de los Claveles (Wikimedia Commons)

El relato de este cómic nos llevará al Portugal de los años 60 y 70, los últimos años del Estado Novo, nombre que dieron al régimen dictatorial fascista que había en este país, y lo hará de la mano de un joven, José, que desde pequeño vive de primera mano la situación que sufre el pueblo, las penalidades por las que pasaba, el alto precio en vidas que pagaba para que la dictadura mantuviera las guerras coloniales en África. Todo ello le llevará a ir adquiriendo conciencia política, y a tomar parte activa en el proceso revolucionario que se vivió a partir del 25 de abril de 1974.

Este cómic, si bien es una historia imaginaria, refleja la realidad en la que estaba inmerso Portugal bajo la dictadura salazarista y la lucha que llevó el pueblo en su deseo de echar abajo las estructuras del Estado Novo para hacer realidad lo que muchos llaman utopía, porque si de alguna forma se puede definir lo que fue la Revolución de los Claveles, sería la que Raquel Varela recoge en la introducción de este libro cómic: “la fuerza colectiva  de millones de personas que se movilizan por la transformación de sus vidas es un poderoso motor de imaginación creativa y pensamiento crítico con el que diseñar soluciones de futuro para la organización de las sociedades humanas”.

El pueblo es quien más ordena
Algarve (Portugal) (Wikimedia Commons)

En el relato encontramos diferentes momentos históricos que se vivieron en Portugal a lo largo de los años 60 y 70, pues lo imaginario en esta obra son únicamente los personajes y sus historias personales. Este libro cómic relata la política colonial portuguesa, una de las más salvajes, donde primaba explotación de su población, trabajos forzados, y para mantener ese dominio, la dictadura movilizó a un millón de portugueses, con un alto coste en vidas; más de cien mil personas de Guinea-Bisáu, Angola y Mozambique perdieron la vida en esa guerra por nueve mil del lado portugués. También nos da a conocer el desastre que originaron las inundaciones que se produjeron en 1967, donde la población más humilde fue quien se llevó la peor parte.

La historia de José servirá a los autores para ir mostrándonos las inquietudes de los jóvenes portugueses en los últimos años de la dictadura, la experiencia que supuso el movimiento revolucionario en los diferentes ámbitos de la sociedad, la colectivización de la tierra, la autogestión de empresas, el control público de la banca y la participación activa del pueblo en una experiencia revolucionaria impensable en Europa.

El pueblo es quien más ordena
El pueblo es quien más ordena. Editorial Txalaparta

Los dibujos e ilustraciones realizados en tonalidades grises se caracterizan por su sencillez, que van muy acordes con el contenido de la obra.

El epílogo de este trabajo es una síntesis de lo que representó la Revolución de los Claves, sus logros, pero sobre todo es un mensaje para los tiempos que corren, en los que el auge de la extrema derecha recorre Europa, de recordarnos que en los momentos de crisis, como el actual, “son momentos de elección de encrucijadas”, “momentos en los que la barbarie es tan posible como también lo son los proyectos de emancipación social” y “corremos el riesgo que si nosotros no cambiamos el mundo, el mundo nos cambiará a nosotros”.

[1] Esta obra está editada en euskera y castellano por el Editorial Txalaparta y en catalán por el Editorial Manifest Llibres.

 

Herriak du gehien agintzen
Herriak du gehien agintzen. Txalaparta
El poble es qui més ordena
El poble es qui més ordena. Editorial Manifest Llibres

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (2ª parte)

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (2ª parte)

La ejecución de Carrero Blanco

Nos encontramos en el último trimestre de 1973, cuando empezaron a estudiar la forma realizar el atentado. Después de barajar diferentes opciones, optaron por realizarlo mediante una explosión, para ello en el mes de noviembre, lograron alquilar un sótano en el número 104 de la calle Claudio Coello, desde donde excavaron un túnel en forma de T, en dirección al centro de la calle para colocar en tres puntos del túnel alrededor de 80 kilogramos de dinamita. Su construcción fue rápida, pues lo realizaron en ocho días, eso sí con grandes dificultades y con mucho miedo que se pudiera hundir el techo del túnel.

Número 104 de la calle Claudio Coello

Los preparativos estaban realizados en el mes de diciembre a falta de concretar la fecha para llevar a cabo el magnicidio, la cual tuvo que retrasarse en varias ocasiones: la primera fecha para realizarlo estaba señalada para el día 13 de diciembre, aunque fue aplazada al día 18, pero debido a unos problemas técnicos se vieron obligados a volver retrasarla un día, pero justo ese día coincidía con la visita del secretario de EEUU Kissinger, lo que iba a conllevar un incremento considerable de policía en la zona donde iban a realizar el atentado, debido, entre otras cosas, al encontrase muy cerca de la embajada norteamericana, lo que les llevó a posponerlo un día más. De hecho, la víspera del atentado, Kissinger se entrevistó con Carrero Blanco. El día 20 iba a ser la fecha definitiva.

Otro dato importante es que para esas fechas del mes de diciembre estaba previsto la celebración de un juicio contra diez líderes de las Comisiones Obreras, más conocido como Proceso 1001, para los que había unas elevadas peticiones de prisión. En concreto, la vista dio comienzo el mismo día en el que ETA realizó el atentado. Este hecho fue motivo de crítica hacia ETA por parte del PCE, pues podía frenar las movilizaciones de solidaridad con los encausados. Esta cuestión la aclararía ETA en el Zutik 64, donde explicaría los motivos de pasar por alto la celebración de este juicio, que no fueron otros que la convocatoria que había sido organizada para el día 12 de diciembre como protesta contra el Proceso 1001 no generó movilizaciones apreciables, por lo que entendieron que el atentado no iba a interferir en las protestas que se organizasen en solidaridad con los encausado en el Proceso 1001.

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (2ª parte)
Socavón producido tras la explosión

El día 20 de diciembre el comando tenía todo preparado para realizar la acción y una vez que comprobaron que ese día Carrero había ido a misa, procedieron a ejecutar el plan para realizar el magnicidio. Cuando el Dodge 3700 GT negro, donde viajaba el almirante se aproximaba a la altura del 104 de la calle Claudio Coello, tuvo que reducir la marcha porque los miembros del comando habían colocado un coche, marca Austin Morris, en doble fila, justo a la altura del túnel, para dificultar la marcha del coche donde viajaba el almirante. Ese vehículo también tenía otras finalidades: por un lado, que el miembro del comando que diera la señal para activar el explosivo no tuviera ningún error de cálculo, pues estaba situado en la confluencia de la calle Claudio Coello y Diego de León y pudiera dar la orden cuando pasase por encima del túnel; y, en segundo lugar, porque dentro del vehículo habían colocado una carga de dinamita para que explotase por simpatía, cosa que no ocurrió. De esa forma, al llegar a la altura del Austin Morris, uno de los miembros del comando accionó el dispositivo, provocando una gran explosión, lo que elevó el vehículo hasta dar en la cornisa del convento de los jesuitas que hay en la parte posterior a la iglesia para acabar cayendo a su patio interior.

Fachada del convento de los jesuitas que da a la calle Claudio Coello

El régimen en estado de shock

Las primeras horas después de cometerse el atentado fueron de un desconcierto total por parte de los aparatos del régimen. En principio se pensaba que lo sucedido fue a consecuencia de un escape de gas, porque los miembros del comando, cuando realizaron la explosión, salieron corriendo al grito de “gas, una explosión de gas”.

Los cuerpos policiales no empezaron a barajar la hipótesis del atentado hasta avanzada la tarde, pero lo que despejó todas las dudas fue la reivindicación que realizó la organización independentista el mismo día 20, a través de un comunicado difundido en Baiona. Por la noche los aparatos policiales barajaban la autoría de ETA como única hipótesis de trabajo.

A partir de ese momento, los datos que se publicaban en la prensa, cuya única fuente eran los aparatos policiales de la dictadura, no dejaban de ser palos de ciego, con innumerables errores de bulto, sin contrastar la información. Todo podía valer para ocultar la realidad, que no era otra que durante meses los militantes de ETA se habían movido por Madrid con toda la tranquilidad del mundo, hasta el extremo que en el mes de mayo de 1973, el comité ejecutivo de la organización llegó a realizar una reunión en un piso de Getafe, para sortear la presión policial que se daba en Euskal Herria.

Durante los días siguientes al atentado, la Policía publicó fotografías de diferentes militantes de ETA, como autores del atentado, algunos de los cuales realizaron declaraciones públicas en las que manifestaban que llevaban meses residiendo en territorio francés, donde realizaban una vida conocida, o como fue el caso de Jose Félix Azurmendi, que fue imputando, cuando llevaba tiempo viviendo en Caracas. Un ridículo en toda regla.

El historiador Iñaki Egaña, en su ensayo “Operación Ogro. Hechos y construcción del mito”, relata un suceso que, además de la tragedia que supuso, dejaba en evidencia que los aparatos policiales del Régimen estaban totalmente perdidos. En la madrugada del 21, la policía disparaba contra un joven de 19 años, Pedro Barrios, pensando que era Iñaki Mujika Arregi, Ezkerra. La prensa que escribía al dictado del Régimen, publicó que uno de los integrantes del comando había resultado herido a consecuencia de la explosión producida en el atentado. Pasados quince días, este joven falleció a consecuencia de las heridas sufridas, y a partir de entonces, del tema nunca más se hizo mención en ningún medio de comunicación.

En todo ese ambiente en el que muchas de las informaciones no tenían ni pies ni cabeza, la realidad fue que el comando se retiró del lugar del atentado en un vehículo que tenían preparado en la zona para luego seguir la huida en transporte público, con destino a un piso de seguridad, situado en la localidad de Alcorcón, donde tenían previsto estar escondidos hasta que se dieran las condiciones para poder salir de la Capital, pero en la vivienda sótano desde donde realizaron el túnel, dejaron alguna pista falsa para que la Policía pensase que habían huido en un vehículo de gran cilindrado con dirección a Andalucía.

En un espacio de ocho días ETA difundió cuatro comunicados. El primero para reivindicar la autoría del atentado y los otros tres con la finalidad de clarificar algunas cuestiones y desmentir las declaraciones del lehendakari Leizaola y del secretario general del PCE, Santiago Carrillo, que negaban que ETA fuese la autora del atentado.

En la vorágine de esos días ETA daría una rueda de prensa en la ciudad de Burdeos, donde cuatro encapuchados, haciéndose pasar por los autores materiales del atentado daban todo tipo de detalles de cómo lo perpetraron. Fue toda una escenificación que tuvo varios fines. El más importante, sin duda, era dar la imagen que las personas que realizaron el atentado ya estaban a salvo, fuera del alcance de la Policía española. De hecho, en la rueda de prensa relataron que la huida la habían realizado por Portugal y posteriormente en un barco a Bretaña. Otro motivo, mencionado anteriormente, era disipar las dudas que sembraron algunos dirigentes políticos antifranquistas acerca de la autoría de ETA. En esa rueda de prensa, informaron que el coche que estaba aparcado en doble fila a la altura de donde se produjo el atentado, contenía una carga explosiva que no llegó a explotar, con la intención de evitar que explotase en algún depósito de vehículos con lo que ello podía acarrear. Este dato servía, aún más, para verificar que la organización independentista vasca era la autora. La rueda de prensa cumplió su objetivo, por un lado los medios la dieron por buena y a los investigadores policiales ni se les pasaba por la cabeza que los autores del atentado estaban escondidos en un piso de Alcorcón.

Las reacciones al atentado

Se podría decir que la respuesta del régimen al atentado entraba dentro de su lógica represiva, incrementándola, máxime cuando el Bunker salió a la calle pidiendo mano dura. Los más ultras del régimen se manifestaron junto al lugar donde se realizó el atentado, en el entierro y actos oficiales en recuerdo del almirante. Algunos mandos policiales y militares, como el teniente general Iniesta Cano, que ostentaba el cargo de director general de la Guardia Civil pedían tener las manos libres para dar respuesta al atentado, de hecho hubo varios muertos a causa de disparos de la policía.

La represión se cebó con todo lo que fuera disidencia, la condenas a los sindicalistas del proceso 1001 fueron inusualmente altas, siendo condenado Marcelino Camacho a 20 años de prisión. El 2 de marzo de 1974, el régimen franquista ejecutó mediante garrote vil al anarquista Puig Antich. Era la venganza del régimen ante el atentado contra Carrero Blanco. En esa espiral represiva, el dictador agonizó de la misma forma en la que llegó al poder,  y en el mes de septiembre de 1975 fusilaron a tres militantes del FRAP y dos de ETA (pm), siendo el Estado de excepción una herramienta socorrida a la hora de aplicar la represión. El atentado trajo consigo la detención de muchos estudiantes vascos que cursaban sus estudios en Madrid.

Aunque después de 50 años, pueda parecer algo chocante, pero la respuesta de algunas organizaciones antifranquistas fue bastante contradictoria y chocante en algunos casos, probablemente motivada porque a ninguna de ellas se les pasaba por la mente la posibilidad que se pudiera dar un atentado de esta naturaleza. El atentado dio lugar a una situación bastante curiosa que probablemente hoy en día haya quedado en el olvido, que no era otra que la diferente respuesta que hubo entre la militancia de base y el pueblo por un lado, y la dirección de algunas de las organizaciones antifranquistas, por otra

Contrastaba la alegría de las gentes antifranquistas, independientemente de las siglas a las que pertenecieran con las declaraciones de  las direcciones de algunos partidos políticos, como el PNV, PCE, LCR-ETA VI y MCE. En Euskal Herria corría la sidra, el cava en Catalunya y los trabajadores de otros puntos del Estado no dudaron en celebrarlo. Por el contrario, para los dirigentes de algunas organizaciones, el hecho que una organización como ETA, que tan solo unos meses antes,  la prensa del régimen la daba por desarticulada, ponía en tela de juicio el tipo de oposición al régimen que estaban realizando y la idoneidad del ejercicio de la lucha armada contra un régimen que se sustentaba en la represión y el miedo. En aquellos años la práctica de la lucha armada contra el régimen no dejaba de ser un debate que estaba sobre la mesa y que generaba una disputa importante entre los que estaban a favor y sus detractores.

Una de las primeras reacciones fue la del PCE, a través de su secretario general, Santiago Carrillo, que en el periódico francés L´Humanité se expresa en los siguientes términos: “las circunstancias de la muerte de Carrero son muy extrañas y las versiones son contradictorias y sospechosas”. Para la dirección del PCE fue la mano de profesionales experimentados y poderosamente cubiertos, y no de los amateurs que reivindicaron el atentado “ayudando de esta forma a cubrir a los auténticos autores del mismo”.

Comentarios similares realizados por Carrillo, se recogen en el nº 1 de Euzkadi Roja, órgano del PC de Euskadi. Ven una mano negra detrás de todo lo sucedido, llegando a manifestar que “lo que está fuera de toda duda es que la inspiración nada tiene de común con los intereses del pueblo vasco”.

Otra reacción que se dio en parámetros similares fue la del lehendakari en el exilio, Jesús María Leizaola, que negaba la veracidad del comunicado de ETA, afirmando que “No puede ser sino una acción llevada a cabo por unos elementos aislados”. Su postura la fundamentaba en dos razones que vistas con la perspectiva de los años, da una muestra de la decadencia del Gobierno Vasco en el exilio: La primera es que “El acto de violencia extremo, cual es la muerte premeditada y perfectamente planeada es impropio del hombre vasco” y la segunda no tiene desperdicio, pues llega a decir que “si ETA hubiera sido la ejecutora, el Sr. Leizaola, como Presidente del Gobierno Vasco en el exilio y por tanto máximo representante político del pueblo vasco, hubiera estado al corriente de lo sucedido, y no lo estaba”.

En un segundo comunicado fechado el 22 de diciembre, la organización armada desmintió categóricamente las declaraciones del Sr. Leizaola y del pleno del C.E del PCE. ETA tuvo que enviar por dos veces una delegación a París para que el Leizaola rectificase sus palabras y reconociera la autoría de ETA.

La reacción de la prensa europea, sobre todo la francesa, era diáfana. Para Le Nouvel Observateur, la desaparición de Carrero Blanco del mapa político español iba a traer consigo el enfrentamiento entre las diferentes familias que conformaban el régimen, pues este “puede impedir el choque y preparar el terreno al futuro rey”. Le Monde es contundente, al hacerse eco de un antiguo embajador del régimen: “la muerte del almirante ha acortado el proceso de sucesión al menos en cinco años”.

Una vez realizado el atentado, ETA realizó un análisis en el Hautsi nº 5 en el que manifiestaba que “la desaparición de Carrero Blanco no equivale a la entrada en barrena del franquismo… Tampoco es cierto que la muerte de Carrero no representaba nada políticamente…. Aglutinaba y mantenía el equilibrio entre las diferentes tendencias fascistas, y entre éstas y otras más liberales… evitando que se desarrollasen peligrosamente las divergencias que dentro del régimen y sectores circundantes se incubaban”.

En el libro de Eva Forest, recoge un documento del Comando Txikia, que fue redactado a lo largo de la entrevista que sirvió para la elaboración del libro, en el que pasan revista a las posturas que se dieron en la oposición antifranquista ante el atentado contra Carrero Blanco, una vez que las dudas sobre su autoría habían quedado del todo disipadas.

En él dan una respuesta al Sr. Leizaola, en el que analizan la política del Gobierno Vasco  y del PNV, “carente de actividad y distanciamiento con los verdaderos intereses populares vascos”, calificándolo como una institución que ya cumplió su papel histórico y que “sólo podría resucitar por obra y gracia de alguna maniobra de la oligarquía española en busca de la integración del pueblo vasco en el sistema monopolista, maniobra en la que estarían envueltas algunas organizaciones reformistas españolas”. El debate de ruptura democrática o reforma estaba encima de la mesa, y presagiaba lo que posteriormente sucedió y la postura que mantendría el PNV una vez que murió el dictador.

Dedican un apartado importante a rebatir el análisis que realiza el PCE en lo relativo a la acción contra el presidente del régimen, pues el pleno del C.E del PCE de 29 de diciembre de 1973  se había manifestado en los siguientes términos: “Nosotros estamos contra el atentado individual porque consideramos que no resuelve, que no da una salida y que puede ser un obstáculo al desarrollo de la lucha del pueblo, de las masas en las que está la posibilidad de solución”. Da la sensación que el PCE renunciaba a la ruptura democrática y una vez que Franco despareciera de la escena política, sería asimilado por el régimen, como así fue.

Las diferentes escisiones que se dieron en ETA en la década de los 60 y 70, de donde surgieron la VI Asamblea de ETA, posteriormente fusionada con la LCR y el Movimiento Comunista de España (MCE), se posicionaron ante este atentado. LCR-VI Asamblea se posiciona en contra de los métodos de ETA V calificándolo como “un activismo minoritario” que pueden crear ilusiones en la clase obrera y en franjas de la vanguardia, para manifestar que “no es mediante la liquidación progresiva de los capitalistas del régimen como se puede derrocar a éste, sino mediante la acción revolucionaria de las masas”. Por su parte, el MCE entiende que “este tipo de atentados no pone en dificultades la continuidad del franquismo”.

A este análisis los miembros de Comando Txikia se preguntan “si se puede dudar de que la ejecución de Carrero Blanco ha sido un duro golpe para el fascismo en el Estado español; y ha despertado los elementos contradictorios que conviven en el seno del Estado”.

Muy distinta fue la respuesta que dio el Movimiento Libertario. Aplaudieron la acción, posicionándose en contra de las declaraciones del PCE. En su análisis entienden que políticamente es de mayor relieve el atentar contra Carrero que contra el mismo dictador, pues el almirante es su brazo derecho y sucesor de Franco.

El pueblo, al margen de siglas políticas, lo valoró como un acontecimiento histórico y lo expresaba de forma clara ¿quién no ha tirado el jersey al aire cantando la canción que popularizaron Eñaut Etxamendi y Eñaut Larralde? “Voló, voló, Carrero voló y en el alero quedó, Yup! La-la” se convirtió en todo un clásico en las fiestas y no sólo en Euskal Herria.

Bibliografía utilizada:

Bruni, Luigi: ETA. Historia Política de una lucha armada, Txalaparta, Bilbao, 1987.

Caro Baroja, Julio y AA.VV: Historia General del País Vasco, La Gran Enciclopedia Vasca-Haranburu Editor, Volumen XIV, Donostia, 1981.

Casanova, Iker-Paul Asensio: Argala, Txalaparta, Tafalla, 1999.

Eva Forest: Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco, Hiru Argitaltxea, 1993 y Baigorri Argitaltxea, 2013.

Iñaki Egaña: Operación Ogro. Hechos y construcción del mito, Txalaparta, Tafalla, 2023.

José Antonio Castellano López: Carrero Blanco. Historia y memoria, Los libros de la Catarata, 2023

Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (1ª parte)

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista (1ª parte)

Todavía hay personas que cada 20 de diciembre nos viene a la mente, aunque sea un recuerdo lejano, el mayor golpe que recibió el régimen franquista. Me estoy refiriendo al atentado de la organización ETA que acabó con la vida del almirante Carrero Blanco, en el que este año se cumple el cincuenta aniversario. Un acontecimiento histórico que a día de hoy nadie duda que fue determinante en la evolución del régimen, puesto que en esas fechas los días del dictador tocaban a su fin, y la gran incógnita era cómo se gestionaría el franquismo sin Franco.

Sobre el atentado y sus consecuencias políticas se han escrito innumerables artículos y libros, algunos de los cuales han desarrollado teorías de lo más variopintas y rocambolescas. En algunas se afirmaba que detrás del atentado estaba la CIA, en otras que fue ejecutado por alguna organización extranjera e incluso se ha llegado a decir que detrás de todo estaban dirigentes del propio régimen franquista, porque Carrero les molestaba. Todas estas hipótesis no han tenido mucho recorrido y, como posteriormente veremos, algunas de ellas fueron alimentadas por algunos dirigentes políticos antifranquistas a los que el atentado les cogió con el pie cambiado.

Actualmente la mayor parte de la población no conoció esa época, y en el mejor de los casos, muchas de las personas que vivieron el magnicidio, tienen un recuerdo un tanto lejano, entre otros motivos, porque no contaban con el uso de razón suficiente como para poder entender lo que estaba pasando en ese invierno de 1973.

Con la perspectiva que da el paso de los años, lo que en este texto se recoge tiene como finalidad rescatar aquel oscuro periodo de la historia, la España en blanco y negro del No-Do, hacer una fotografía panorámica de la dictadura, de la figura de Carrero, la pieza clave del régimen, relatar cómo se fue urdiendo el atentado, los motivos que llevaron a la organización ETA a realizar esta acción, la lectura política que realizaron y las repercusiones que tuvo.

La noche oscura de la dictadura

Desde que finalizó la Guerra Civil, las organizaciones que defendieron la República contra el fascismo, pasaron a luchar contra la dictadura desde la clandestinidad. Algunas, como el PCE, practicaron la guerrilla rural, el maquis, hasta finales de los años 40, pero ante la gran dificultad de coordinar la lucha armada y la lucha de clases, la dirección del PCE dio un giro a su estrategia para enfocarla en infiltrarse en las organizaciones del régimen. Otras organizaciones, desde un primer momento, se dedicaron a realizar su labor en la clandestinidad, sobre todo en el ámbito socio-laboral, pero siempre con grandes dificultades, sufriendo caídas de sus cuadros.

Durante la dictadura se produjeron protestas que en muchos casos se expresaron mediante manifestaciones y huelgas. La mayoría de estos conflictos tenían como finalidad reivindicar mejoras económicas o laborales de la población que vivía en unas condiciones de miseria, a lo que había que añadir las reivindicaciones de carácter nacional en lugares como Catalunya y Euskal Herria. No es necesario decir que cualquier atisbo de protesta, sufría la represión feroz del régimen que se traducía en caídas constantes de militantes y cuadros de las organizaciones antifranquistas.

Con los rescoldos de la guerra, en los años cuarenta será en Catalunya y Euskal Herria donde estallen las primeras huelgas, pesaba la tradición de lucha sindical, extendiéndose estas a otros puntos del Estado. El periodo 1946-1947 fue de especial conflictividad, destacando la huelga que estalló en Bizkaia en 1º de mayo de 1947, siendo secundada por 50.000 trabajadores, la huelga general en Manresa en 1946 o en la factoría CASA de Getafe.

La década de los 50 transcurrió por derroteros similares a la anterior, las protestas siguieron focalizándose en mayor medida en Asturias, Catalunya y Euskal Herria y más tímidamente en el resto del Estado, pero la oposición al régimen, con todas las dificultades que conllevaba la clandestinidad, intentaba reconstruirse, cosa que se pudo percibir mejor en los años 60.

Las décadas de los 60 y 70, la respuesta al régimen se consolida

Si hasta mediados de los años 60 la mayor parte de las protestas y las huelgas se dieron en lugares muy concretos del Estado, con la declaración de varios estados de excepción, sobre todo en Bizkaia y Gipuzkoa, a partir de 1968, estas se fueron extendiendo a lo largo del Estado español. En agosto de ese año, con motivo del atentado que ETA realizó contra el jefe de la Brigada Político-Social de Gipuzkoa, el torturador Melitón Manzanas, el gobierno declaró un Estado de excepción en Gipuzkoa y en enero de 1969 se vuelve a imponer esta medida en todo el Estado para atajar las protestas estudiantiles.

Desde la mitad de los sesenta se dio un incremento considerable de la conflictividad en todos los ámbitos. Si en 1966 se realizaron alrededor de 100 huelgas en todo el Estado, en los siguientes dos años se multiplicaron por tres, hasta llegar a 1975, año en el que se alcanzó la cifra de 1.595 conflictos colectivos. La respuesta a la dictadura se había extendido por todo el Estado, a la que se adherían, además de los trabajadores, estudiantes, diferentes sectores de la sociedad que se habían convertido en contrarios al régimen franquista y un sector de la Iglesia, que veía como los derechos más elementales eran continuamente pisoteados.

En este contexto, en los años 60, además de las organizaciones que tenían un arraigo histórico, hubo un resurgimiento de un número importante de nuevas organizaciones políticas, sindicales y estudiantiles. Eran tiempos en los que el debate se centraba en los métodos de lucha para acabar con la dictadura, y entre estas organizaciones, en diciembre de 1958, surgió en Euskal Herria la organización ETA (Euskadi Ta Askatasuna), un movimiento independentista que a partir de los años 60 fue quien más quebraderos de cabeza dio al régimen franquista, convirtiéndose en un referente político contra la dictadura. Sus militantes pertenecían a una generación que no conoció la guerra, se sentían libres de la losa que pesaba sobre la generación anterior, que se encontraba lastrada por el recuerdo de la guerra y su resultado, siendo críticos con el modelo de resistencia que se llevaba a cabo hasta el momento por el PNV. Serán los protagonistas de las protestas que en la década de los 50 se empezaron a producir en Euskal Herria. Esta  generación se caracterizaría por la desconfianza que tienen en las instituciones vascas en el exilio y por su incapacidad política.

La situación que se vivía en el Estado español en los primeros años de la década de los setenta era de un fortalecimiento de las protestas contra el franquismo, fruto de las luchas obreras y estudiantiles de finales de la década anterior.

Ante la respuesta popular, el régimen incrementa la represión

La dictadura franquista inicia la década de los setenta a golpe de represión. En diciembre de 1970 se celebró el Consejo de Guerra de Burgos contra dieciséis militantes vascos de la organización ETA, algunos de ellos eran acusados del atentado contra el policía torturador Melitón Manzanas. Un proceso organizado por el régimen franquista que tenía como finalidad dar un escarmiento a los militantes de la organización independentista vasca y que la población viera que la dictadura era indestructible. Sobre los acusados pesaban unas peticiones de condena elevadísimas, habiendo peticiones de pena muerte para seis de los dieciséis militantes encausados.

El resultado del proceso judicial fue un hito en la lucha contra el franquismo, el proceso se volvió en contra del régimen, los acusados durante la vista oral lo convirtieron en un proceso contra el franquismo y la sentencia del tribunal militar no se movió un ápice de la petición del fiscal, confirmando las peticiones de condena a muerte; pero el régimen no tuvo en cuenta la respuesta que iba a tener. Las protestas que se dieron en Euskal Herria, se extendieron por el resto del Estado español y las capitales europeas, algo que el régimen no pudo obviar. Y a todo ello habría que añadir el secuestro del cónsul alemán en Donostia por parte de la organización ETA que tuvo como finalidad el dar a conocer el problema vasco a todo el mundo y volver a recordar que en la vieja Europa seguía habiendo una dictadura que desde que dio el golpe de Estado en julio de 1936, había tenido como método para perpetuarse en el poder la práctica del terror contra la población civil.

Ante las innumerables protestas, de la ciudadanía europea, muchas de ellas de forma espontánea, en contra de la sentencia dictada por el tribunal militar que juzgó a los militantes de ETA, obligó a muchos de esos gobiernos a tomar una posición contraria a la ejecución de los procesados con penas de muerte, ejerciendo una presión al régimen franquista hasta ese momento desconocida. La única salida que le quedó al régimen franquista fue la de conmutar dichas condenas, lo que generó grandes contradicciones internas en el régimen franquista, dándose una lucha entre las diferentes familias que lo sustentaban, y en esa pugna interna entre los representantes del búnker franquista y los sectores tecnócratas del Opus Dei, estos últimos quedaron tocados y en esa lucha dentro del régimen, Carrero Blanco ostentaba la vicepresidencia del Gobierno.

El Proceso de Burgos sirvió al régimen para aprender la lección que no podía volver a organizar ningún proceso judicial similar porque se le podía volver en contra, como le ocurrió con el de Burgos, y se decantó por eliminar a los responsables de ETA, en vez de capturarlos vivos y juzgarlos. Esta práctica supuso que desde 1970, cayeron abatidos por las fuerzas policiales nueve militantes de ETA y en una de esas redadas, en abril de 1973 el jefe del aparato militar, Eustakio Mendizabal, Txikia, fue tiroteado por la Policía, resultado muerto.

Hasta que ETA atentó contra Carrero Blanco, el único atentado que había planificado con la finalidad de acabar con la vida de alguna persona fue el perpetrado contra Melitón Manzanas, por el contrario, fue constante el incremento de la represión por parte de los aparatos policiales del régimen.

Carrero Blanco. La sombra alargada del régimen franquista

En esos años, en los que el dictador era casi octogenario, hubo una figura política que llevaba años atesorando poder, convirtiéndose en imprescindible para la supervivencia del régimen una vez que desapareciera el dictador, el almirante Carrero Blanco, un militar que siempre se mantuvo al margen de las diferentes familias que sustentaban el régimen y que, sin duda alguna, era, si no la única, sí de las poquísimas personas que interpretó a la perfección los fundamentos ideológicos sobre los que Franco basó su régimen. Supo entender y representar las esencias del franquismo.

Nacido en 1904 en la localidad de Santoña (Cantabria), en el seno de una familia de tradición militar, entró con 15 años en la escuela militar naval para desarrollar la carrera militar, tomando parte en la guerra de Marruecos. El golpe de Estado de julio del 36 lo cogió en Madrid, y al no poder unirse a los golpistas,  pidió asilo político primero en la embajada de México y posteriormente en la francesa, hasta que logró huir a Francia, para en 1937 pasarse al bando sublevado, teniendo puestos de relevancia en la flota fascista.

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista
Franco y Carrero Blanco

A partir del final de la guerra, su carrera fue meteórica. En 1939, con la finalización de la guerra, fue nombrado jefe de Operaciones del Estado Mayor, en 1941, subsecretario de la Presidencia, lo que le permitió tener una relación muy cercana con Franco. A partir de entonces, la influencia que ejerció sobre el dictador fue creciendo hasta llegar a ser nombrado ministro subsecretario de la Presidencia en julio de 1951, vicepresidente del Gobierno en 1968, en sustitución del Muñoz Grandes, para llegar a su cenit en junio 1973, al sustituir a Franco en el puesto de presidente del Gobierno, quedándose este último como jefe del Estado.

El almirante fue quien diseñó cómo debía de ser el franquismo cuando el dictador muriese, y para ello fue el artífice de la Ley de Sucesión y de la elección de Juan Carlos para suceder a Franco. En todo momento destacó por ser un defensor de las relaciones con EEUU, propulsor de los acuerdos bilaterales entre el régimen franquista y la Administración norteamericana y partidario de la instalación de bases militares norteamericanes en el Estado español.

Católico preconciliar, monárquico, anticomunista, antiliberal y antisemita, Carrero representaba lo más reaccionario del franquismo. En el libro Operación Ogro, los miembros del Comando Txikia realizaron una definición muy nítida del personaje: “Es el hombre clave del Régimen, el hombre que durante años han preparado cuidadosamente para continuar el franquismo, el hombre que en esos momentos garantiza su continuidad”.

Operación Ogro

Como anteriormente he mencionado, el atentado en la persona de Carrero Blanco ha servido para que se hayan construido teorías sustentadas en hipotéticas conspiraciones, en las que participaban servicios secretos extranjeros y una amalgama de oscuros intereses, que en algunos de los casos, para intentar un cierto viso de credibilidad, han tenido que meter todas esas piezas con calzador, pero que si se profundiza un poco en la cuestión, todas esas hipótesis se acababan cayendo como un castillo de naipes. Ninguna de esas publicaciones que han dado pábulo a ese sinfín de teorías conspirativas ha aportado pruebas con cierta consistencia, porque quizá hayan sido más producto de un deseo de vender ejemplares o porque no podían aceptar que una organización relativamente joven dejase en ridículo a una dictadura que llevaba casi cuarenta años teniendo como pilar fundamental la represión generalizada para tener controlada a la población.

Para poder acceder a la información necesaria para entender todo lo relativo a la operación que acabó con la vida de Carrero Blanco hay tres publicaciones, donde se puede obtener la información necesaria para dar respuesta a las dudas e interrogantes que puedan surgir sobre este tema. La primera es el Zutik 64 que publicó ETA en mayo de 1974, una publicación en euskera y castellano, en la que recogían muchos datos del atentado y las valoraciones políticas.

Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco. Autor: Eva Forest

La segunda publicación es el libro “Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco”, que tiene su historia particular, al ser un documento de primera mano pues en su elaboración intervinieron los miembros del Comando Txikia, autor de la acción contra el almirante y presidente del Gobierno de la dictadura. El libro que fue editado por primera vez en 1974 por el editorial Mugalde de Hendaia y Ruedo Ibérico en París, fue escrito bajo el seudónimo de Julen Agirre. Pasados diez años del atentado, en el prólogo a la edición que publicó la revista “Punto y Hora” fue desvelado el verdadero nombre de la autora, Eva Forest, que además de ser la persona a la que la dirección de ETA le encargó la preparación de este libro, fue destacada colaboradora del comando, entre otras actividades, en lo relativo a facilitar su ocultamiento y huida de Madrid una vez cometido el atentado. Este libro tuvo una nueva edición realizada por la editorial HIRU, cuando se cumplió el vigésimo aniversario, con la particularidad, que por primera vez, el libro se publicó en su totalidad, pues hasta la fecha en ninguna de las ediciones anteriores, aparecía como  los miembros del comando contaban la huida del lugar del atentado, su ocultamiento y posterior salida de Madrid. La última edición de este libro corrió a cargo de la editora del diario Gara, al cumplirse cuarenta años del magnicidio. Hay que decir que en el libro hay algunos pasajes en el que se recogen algunos datos falsos para no dar pistas a la policía puesto que en el momento de su publicación en el 1974, parte de la infraestructura de apoyo  que tuvo el comando estaba intacta y para no develar algunas cuestiones relativas a la metodología de trabajo que utilizó el comando, pues podían ser utilizadas en futuras acciones.

Operación Ogro. Hechos y construcción del mito. Autor: Iñaki Egaña

Un tercer libro de reciente publicación es el escrito por Iñaki Egaña, que con el título “Operación Ogro. Hechos y construcción del mito” (Editorial Txalaparta), intenta desvelar algunas cuestiones relacionadas con el atentado y su entorno, desmonta con datos muchas de las informaciones falsas que se han publicado, así como las teorías conspirativas. Aclara algunos pasajes que recoge el libro de Eva Forest y que de forma deliberada quedaron algo borrosas, para preservar la seguridad de los miembros y la infraestructura en Madrid de la organización independentista.

¿Por qué atentar contra Carrero Blanco?

Los miembros del Comando Txikia, en el libro de Eva Forest, realizaron una reflexión en torno a esta cuestión, tanto si hubieran llevado a cabo el secuestro, como finalmente atentaban contra la vida del almirante.

En ambos escenarios, el objetivo era la pieza fundamental en el funcionamiento del Régimen, y para ello realizan un análisis exhaustivo de la figura de Carrero Blanco, llegando a definirlo en los siguientes términos: “llegó a ser insustituible por su experiencia y capacidad de maniobra, porque nadie lograba mantener como él el equilibrio interno del franquismo”. Inciden en el papel que desempeñó para colocar a Juan Carlos como sucesor de Franco “cara a la opinión pública y Carrero desde la sombra tendría el poder auténtico”. Esta argumentación los llevaba a plantear que “eliminar a Carrero significaba dejar coja la maniobra de desdoblamiento y, sobre todo, privar a la oligarquía del quizá único elemento capaz de asegurar la continuidad del Régimen, una vez desapareciera la figura del viejo dictador”. Analizándolo en estos parámetros, la conclusión a la que llegaron es que “desde el punto de vista de atacar al Estado español era aún más importante la ejecución”, aunque la idea inicial era la de su secuestro, porque para la organización era una prioridad lograr la libertad de sus militantes presos.

El atentado abría una ventana a la posibilidad de poder derrocar a la dictadura mediante la lucha armada, algo que hasta la fecha no se plantaba ni como hipótesis de trabajo en la mayoría de las organizaciones antifranquistas. Los miembros del Comando Txikia tenían muy claro que la represión había logrado que el pueblo asumiera la imposibilidad de poder derrocar a la dictadura mediante la lucha armada, proyectando la imagen que el Estado era invencible. No dejaba de ser una forma de eliminar la combatividad para que asumiera que todo pasaba por pactar con el Régimen.

Eran conscientes que el nuevo escenario iba a acarrear un incremento de la represión, ante una acción de tal magnitud. Y así fueron los dos últimos años de la dictadura franquista, en los que hubo seis condenas a muerte en ese periodo, pero también se iban a agudizar las contradicciones del régimen.

Los primeros pasos de ETA en Madrid

Volviendo a los meses previos del magnicidio, el año 1973 fue relativamente tranquilo en la actividad de ETA, las capturas y muerte de varios de sus militantes destacados alimentó la euforia en la prensa del régimen, que volvía a dar por desarticulada a la organización. No era la primera vez que se daba una situación similar, en la que el régimen manifestaba haber desarticulado a la organización independentista, pero en este caso la realidad era que la mayor parte de la militancia estaba inmersa en la preparación de la primera parte de la sexta asamblea que se celebró en agosto de 1973 en el Iparralde, excepto un reducidísimo número de militantes que estaba planificando una operación que sacudiría los cimientos de la dictadura.

Operación Ogro. Un golpe al corazón del régimen franquista
Iglesia de San Francisco de Borja. Calle Serrano (Wikimedia Commons)

En el libro de Eva Forest, los miembros del comando Txikia relatan como en el mes de diciembre de 1972, ETA da los primeros pasos, que consistieron en comprobar una información que había llegado a la organización y que era así de escueta: Carrero Blanco, la mano derecha de Franco, iba todos los días a misa de nueve a una iglesia situada en la calle Serrano, regentada por los jesuitas y muy cerca de su domicilio. En ese momento, no dejaba de ser una información que reciben y, con todas las cautelas propias de un dato de esa naturaleza, decidieron contrastar el dato, cosa que de forma discreta, realizaron dos militantes a finales de ese año. Fruto de ello averiguan el recorrido que realizaba todos los días desde que salía de su domicilio, en la calle Hermanos Bécquer, para dirigirse en el coche oficial a la iglesia de San Francisco de Borja, en la calle Serrano, justo enfrente de la Embajada de los EEUU, para una vez que terminaba la misa, bajar por Serrano, girar a la izquierda en la calle Juan Bravo, tomar la calle Claudio Coello, que es de un único sentido para subir a Diego de León y volver a su domicilio.

En este punto, el relato que se recoge en el libro de Eva Forest, por razones de obvias, no se ajusta en su totalidad a la realidad, pues desde hacía unos meses dos militantes cualificados residían en Madrid, a causa de una cuestión de índole interna de la organización.

Sobre la fuente de la información, en el libro de Eva Forest, los miembros del comando manifiestan que ETA tenía colaboradores fuera de Euskal Herria, pero en este punto Iñaki Egaña, desvela algunos datos de como la obtuvieron, que unidos a la información del sumario correspondiente a las personas que fueron detenidas en septiembre de 1974 en Madrid, pueden dar algunas pistas sobre el origen de la información.

Del secuestro a hacer volar por los aires a Carrero Blanco

A principios de 1973 es cuando se puede decir que ETA empezó a barajar la posibilidad de realizar una acción de envergadura en Madrid, momento en el que envían un comando a Madrid para analizar pormenorizadamente los movimientos de Carrero y el entorno de la iglesia de la calle Serrano. Hasta entonces, la organización independentista nunca había actuado fuera de territorio vasco. Una vez realizada esa labor es cuando un pequeño núcleo de la dirección de ETA toma la decisión de secuestrar a Carrero Blanco con la finalidad de solicitar la liberación de todos los presos políticos existentes en el Estado español y que tuviesen una condena superior a diez años, independientemente de la organización a la que perteneciesen. Estiman que era factible que el Régimen aceptase el canje de prisiones si la persona objeto del secuestro fuese “la pieza fundamental para su funcionamiento, la que garantizada su continuidad y esa pieza era precisamente Carrero”.

Estando muy avanzada la preparación del secuestro del almirante, tuvieron que desechar dicha acción. En principio, por un lado tuvieron un percance que surgió con el lugar donde iban a esconderlo, si bien la complejidad de efectuar el secuestro exigía un gran número de militantes con el grave riesgo que eso suponía para una organización que había sufrido un gran número de detenciones en los últimos meses. Pero lo que les acabó empujando a abandonar la idea del secuestro es que en junio de 1973 fue nombrado presidente del Gobierno, lo que trajo consigo un aumento de las medidas de seguridad, que Carrero se iba de vacaciones hasta septiembre y empezaba a tener desplazamientos de carácter oficial, por lo que ya no iba todos los días a misa. Todo ello influyó para que la dirección de ETA decidiera acabar con la vida del almirante.

Bibliografía utilizada:

Bruni, Luigi: ETA. Historia Política de una lucha armada, Txalaparta, Bilbao, 1987.

Caro Baroja, Julio y AA.VV: Historia General del País Vasco, La Gran Enciclopedia Vasca-Haranburu Editor, Volumen XIV, Donostia, 1981.

Casanova, Iker-Paul Asensio: Argala, Txalaparta, Tafalla, 1999.

Eva Forest: Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco, Hiru Argitaltxea, 1993 y Baigorri Argitaltxea, 2013.

Iñaki Egaña: Operación Ogro. Hechos y construcción del mito, Txalaparta, Tafalla, 2023.

José Antonio Castellano López: Carrero Blanco. Historia y memoria, Los libros de la Catarata, 2023

Letamendia Belzunce, Francisco (Ortzi): Historia de Euskadi. El Nacionalismo y ETA, Ruedo Ibérico, 1977.

Carrero Blanco. El guardián del régimen franquista

Carrero Blanco. El guardián del régimen franquista

Este año se cumple medio siglo del atentado en el que perdió la vida el almirante Carrero Blanco, presidente del Gobierno de Franco, a la sazón la persona más importante del régimen, después del dictador.

El hecho que sea el cincuentenario de su muerte está siendo una buena ocasión para que aparezcan diferentes publicaciones en las que profundizan sobre los hechos acaecidos y/o las personas que lo protagonizaron. En este caso, he querido adentrarme en la persona que fue objeto del atentado más importante en la historia de ETA. Quien fuera mano derecha de Franco a lo largo de más de treinta años, merece la pena analizarlo con cierta profundidad y para ello, he recurrido a un ensayo de reciente publicación, que con el título “Carrero Blanco. Historia y memoria” (Editorial Los libros de la Catarata), Juan Antonio Castellanos López realiza un estudio pormenorizado de “la trayectoria del hombre público que fue Luis Carrero Blanco”.

Analizar a Carrero Blanco y su paso por la política es traer a colación una de las etapas más tenebrosa de la historia de España, pues es poner sobre el tapete el golde de Estado fallido de julio de 1936, la Guerra Civil y la instauración de un régimen totalitario durante 40 años, porque Carrero Blanco estuvo en el puente de mando del régimen desde casi sus comienzos hasta poco antes del fallecimiento de Franco. Pero dicho esto, que no deja de ser algo de sobra conocido, es interesante ahondar en la labor oscura y discreta que realizó durante el franquismo, una labor fundamental para que el régimen perdurase tanto tiempo.

El autor, no se limita a realizar un trabajo biográfico de Carrero y lo que fue su periplo político, se adentra en el régimen franquista, las tensiones internas entre las diferentes familias que lo componían y el papel que este jugó desde los puestos que ostentó, pues sobre su persona giraron todas las grandes decisiones políticas de la época, por ello, es imposible entender la dictadura franquista sin tener presente la figura de Carrero Blanco.

Nos encontramos ante un ensayo histórico, en el que el lector va a encontrar un gran número de hechos y decisiones tomadas en la cúpula del régimen franquista donde la sombra de Carrero estuvo siempre presente, muchas de ellas fueron actuaciones públicas, de las que hay crónicas en la prensa de la época, pero sobre las que el autor aporta algunos datos menos conocidos que ayudan al lector a entender las interioridades del régimen franquista.

Al leer el libro, una de las cosas que puede llamar la atención es que durante una primera etapa de su trayectoria política, siendo subsecretario de la Presidencia, llegase a tener una influencia tan grande sobre Franco. La conclusión que el lector puede extraer es que su poder en la sombra era superior al de los miembros del Consejo de Ministros. Esto nos da una idea de lo que representaba Carrero Blanco dentro del organigrama del régimen. Y para ello, en este ensayo se recogen algunos hechos que constatan lo que acabo de mencionar, sobre todo a la hora de ceses y nombramientos de miembros del Gobierno de Franco. Hay que tener presente que Carrero no ocupó asiento en el Consejo de Ministros hasta la crisis ministerial de julio de 1951, en la que fue nombrado ministro subsecretario de la Presidencia, pero como bien señala José Antonio Castellanos, fue más bien una cuestión “meramente nominal”, que le permitía sentarse junto al resto de ministros, porque seguiría desempeñando las mismas funciones.

El ensayo está dividido en dos bloques. El primero es un estudio de la trayectoria política de Carrero Blanco hasta su muerte y el segundo gira en torno al tratamiento colectivo que recibió su figura después de su muerte.

El primer bloque del ensayo, que está dividido en cinco capítulos, nos irá descubriendo la importancia del personaje en lo que fue el devenir del régimen franquista. Y para ello, nos describe de forma somera cuál fue su entorno familiar, su ingreso precoz en la carrera militar, su periplo en la Armada, y alguno de sus avatares cuando se produce el golpe de Estado de 1936 y la Guerra Civil. En estos inicios del ensayo el autor aporta algunos apuntes que serán relevantes en la futura carrera política del personaje. Su incorporación al Consejo Nacional de FET y de las JONS gracias a las relaciones que mantuvo durante la guerra con figuras influyentes, no deja de ser un primer paso, nada despreciable, que será la antesala para entrar a formar parte del entorno gubernamental gracias a su nombramiento como subsecretario de la Presidencia.

Carrero Blanco. Historia y memoria
Carrero Blanco pasando revista a las tropas. 1947 (Wikimedia Commons)

Si bien el autor recalca que su entrada en política no fue buscada, más bien fue producto del devenir de los acontecimientos y su personalidad, es necesario subrayar que “fueron algunos pasos de su trayectoria militar los que sentaron las bases del ingreso en política de Carrero y llegada a puestos de máxima responsabilidad”.

José Antonio Castellanos lo define como “ese estratega que anticipaba con mucho tiempo sus importantes decisiones, el que las pensaba”, y recuerda en este libro que Javier Tusell lo definió “como la eminencia gris del régimen de Franco”. Desde un punto de vista ideológico este ensayo coloca a Carrero dentro de los siguientes parámetros: “catolicismo, conservadurismo, anticomunismo, fidelidad al sistema monárquico, exaltación del valor de autoridad y catalogación del judaísmo y masonería como dos de los grandes enemigos de España”, pudiendo encontrar recogida su ideología en los escritos y documentos que redacto a lo largo de su vida.

A la hora de ubicarlo dentro de las diferentes familias del régimen, el autor no duda en definirlo como “un franquista puro, en el sentido de que su adhesión fundamental lo fue hacia la persona que ocupó la cúspide del sistema implantado en 1939, más incluso que hacia un conglomerado de fuerzas y clanes ideológicos”, alejado de todas las familias que componían el régimen, a las que en ocasiones las veía “como desalineadas y desatentas a la hora de trabajar en la exacta dirección deseada” por Franco. Y para ello, en este ensayo podemos encontrar algunos pasajes del primer discurso que realizó ante las Cortes franquistas nada más ser nombrado presidente del Gobierno (julio 1973), donde se autodefinió en los siguientes términos: “Soy un hombre totalmente identificado con la obra política del Caudillo, plasmada doctrinalmente en los Principios del Movimiento Nacional y en las Leyes Fundamentales del Reino; mi lealtad a su persona y a su obra es total, clara y limpia, sin sombra de ningún íntimo condicionamiento ni mácula de reserva mental alguna”.

Una de las conclusiones que el lector puede extraer de este ensayo es que Carrero fue de los pocos dirigentes políticos del régimen que compartía en su totalidad las esencias ideológicas de Franco. La ideología del dictador no bebía de la misma fuente del falangismo, sin perjuicio que fueran innumerables las cosas que les unían. El hecho que se inclinase por la instauración en el futuro de una monarquía, era motivo de fricción con el deseo falangista de una república nacional-sindicalista, y en todo ese proceder Carrero siempre fue la persona más influyente del entorno del dictador. Si bien Carrero profesaba una fidelidad absoluta a los Principios del Movimiento Nacional, su actuación política se caracterizó por intentar reducir la importancia que tenía el falangismo dentro de las instituciones franquistas y evitar la concentración de poder en el partido único.

En este primer bloque del libro, el autor relata una serie de acciones claves que desplego Carrero para que la dictadura franquista tuviera una vida tan prolongada. La más urgente tenía como objetivo acabar con el aislamiento internacional en la que se encontraba el régimen, y no era otra que su empeño en iniciar los contactos con EEUU, que culminaron en los años cincuenta con la firma de un tratado entre ambos países y la entrada del Estado español en diversos organismos internacionales y, por otro lado, los contactos con el Vaticano que culminarían con la firma del Concordato.

La segunda estaba dirigida a “recuperar un diseño institucional que Carrero imaginaba como ideal para España: la monarquía” y para ello trabajó para que saliese adelante la Ley de Sucesión, que perpetuaba a Franco en el poder, un caudillo con carácter vitalicio, y rompía con el concepto de monarquía hereditaria, porque no era una restauración, sino una instauración monárquica “absolutamente identificada con la España del 18 de julio”. Para el autor “las intensas convicciones monárquicas de carrero harán que encare la cuestión sucesoria como un asunto político de carácter existencial”, y relatará la labor que llevó a cabo para que fuese elegido Juan Carlos de Borbón, descartando otras opciones que se pudieron barajar. Es en ese contexto, cuando en 1969 fue nombrado el futuro sucesor, como príncipe, y procedió a jurar lealtad a los Principios del Movimiento Nacional y a las Leyes Fundamentales del Reino.

Si en la cuestión sucesoria el peso de Carrero fue decisivo, otro tanto ocurrió con el deseo de culminar con la arquitectura institucional del régimen franquista. El ensayo incide en la preocupación del almirante para perpetuar el franquismo en ausencia del dictador, el denominado franquismo sin Franco. Para ello puso todo su empeño en aprobar la Ley Orgánica del Estado (LOE). Y en este ensayo se hace hincapié en la importancia que tenía esta norma para el almirante con la finalidad de acotar el poder de Falange dentro de las instituciones del régimen. Batalla que dio dentro del Consejo de Ministros contra los intentos de algunos miembros por reforzar el papel del partido único. Carrero Blanco, en todo momento actuó como el verdadero guardián del régimen franquista.

En el contexto de desastre en el que estaba sumida la economía española, gracias a las políticas autárquicas, el autor expondrá como Carrero apostó por su final y para ello, se produjo la entrada de los conocidos como tecnócratas que pertenecían al Opus Dei.

El autor incide en definir al personaje como un reaccionario inmovilista que se solía poner de manifiesto, entre otras ocasiones, siempre que algún miembro del gabinete intentaba tramitar la ley de asociaciones políticas, donde siempre encontraba a un reacio Carrero, en total sintonía con Franco, pues no querían ni oír hablar de esa posibilidad.

Con su muerte, desaparecía la persona elegida para garantizar un franquismo sin Franco. A partir de este momento, todas las tensiones que ya se vivían en las instituciones de la dictadura se agudizarán, pues nada sería lo mismo.

El segundo bloque del libro de José Antonio Castellanos, que consta de dos capítulos, estudia “el tratamiento que la memoria colectiva ha dispensado” a Carrero Blanco, y para ello hará un repaso desde que se produjo el atentado hasta nuestros días.

Carrero Blanco. Historia y memoria
Lugar al que cayó el coche donde iba Carrero Blanco (Wikimedia Commons)

El ensayo recoge las primeras reacciones que se dieron al atentado, “el impacto que tuvo en un régimen que había hecho del orden y de la quietud social dos de sus pilares fundamentales” y qué movimientos hubo entre las diferentes familias que lo conformaban, una vez que había desaparecido la persona que estaba destinada a ser el “albacea de Franco”. El atentado de ETA fue un factor decisivo para acrecentar las contradicciones de un régimen que ya estaba en crisis. Analiza los pasos que se dieron para la elección del sustituto, Arias Navarro, que es calificado por el autor como un hombre de “impolutas credenciales franquistas”, y al igual que su antecesor, no adscrito a ninguna de las familias que componían el régimen, por lo que se le consideraba fiel al dictador.

Este trabajo expone brevemente las consecuencias del atentado en algunos aspectos, como el protagonismo que adquirió ETA como autora de un atentado de estas características, lo que le convirtió en una cuestión de Estado y las nuevas fórmulas que adoptaron los aparatos del Estado para combatirla, en concreto, con el inicio de operaciones parapoliciales. También dedica un apartado para tratar las consecuencias que el atentado generó dentro de ETA y su evolución posterior, así como el miedo que generó en la oposición antifranquista a la reacción represiva por parte del régimen, pues no hay que olvidar que el día del atentado se iniciaba el juicio a los sindicalistas de CCOO en el conocido como Proceso 1001.

Carrero Blanco. Historia y memoria
Monumento a Luis Carrero Blanco en la localidad de Santoña (Wikimedia Commons)

Por lo que respecta a la actitud del régimen para con Carrero, el autor relata como el régimen lo convirtió en un mártir del franquismo, dando cuenta de una profusión de homenajes que recibió hasta la muerte del dictador.

Este libro recoge algunas de las diversas teorías conspirativas que siempre han circulado sobre los autores del atentado, en los que se pueden encontrar hipótesis de lo más variopintas, que son desterradas por el autor, porque hasta la fecha ninguna tiene un sostén que pueda desvirtuar la autoría de ETA.

El autor expone como el atentado ha servido para que hayan aparecido diferentes obras en las que se habla de Carrero y del atentado del que fue objeto. De los diferentes libros que han aparecido le dedica un espacio al que escribió Eva Forest en 1974, que con el título “Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero”, los autores del atentado relatan no sólo lo que fue la preparación del atentado, sino también el análisis político que les llevó a realizar el atentado.

Carrero Blanco. Historia y memoria
Calle Almirante Carrero Blanco en San Pedro del Pinatar (Murcia). (Wikimedia Commons)

Esta obra estudia cuál ha sido la valoración de la figura de Carrero Blanco una vez que el dictador desaparece, dando paso a la etapa actual. Es en esta parte del ensayo donde proporciona una panorámica del trato que recibió en diferentes espacios, como puede ser el televisivo, audiovisual y en el espacio público (monumentos, calles en su memoria, etc…). Este pasaje del libro es interesante porque sirve para ver la diferente actitud que ha habido en los medios de comunicación públicos, en función de quién gobernase y las disputas políticas que ha generado, similares a las que han surgido con la aprobación de leyes como de la de Memoria Histórica o Memoria Democrática. De hecho homenajearlo como “víctima” perfectamente se puede interpretar como un enaltecimiento de la dictadura.

Es interesante cuando el autor entra a exponer diferentes teorías donde ubicar la figura Carrero, al igual que Melitón Manzanas, dentro de la dicotomía victima-victimario, cuestión que “sigue siendo un asunto objeto de discusión en España”. Si no hay duda que es considerado victimario, en su calidad de autor intelectual de violencia política practicada por el régimen franquista, a la hora de considerarle víctima, el ensayo recoge diversas opiniones al respecto, para que el lector tenga una visión amplia de este debate.

Quiero mencionar la argumentación del profesor de derecho penal José León Alapont, que se encuentra recogida en este libro, que plantea que conforme a la legislación penal, a Carrero no se le puede considerar una víctima del terrorismo, puesto que “ni habría supuesto un ataque a nuestro Estado democrático y social de derecho, ni habría alterado la paz pública, ni tampoco originó ningún estado de miedo en nuestra sociedad. Y, por tanto, quienes asesinaron a Carrero Blanco no podrían ser definidos como terroristas ni el almirante asesinado una víctima del terrorismo”, pues es la que, a mi modo de ver, mejor contextualiza los hechos que se vivieron ese 20 de diciembre de 1973, en plena dictadura franquista.

Para concluir, decir que la lectura de este ensayo sirve para que las generaciones que no han conocido la dictadura y al personaje más importante de ella, después del dictador, puedan obtener los datos necesarios para entender lo que fue el régimen franquista por dentro y el papel que desempeñó Carrero Blanco en todo ese tiempo.

Carrero Blanco. Historia y memoria
Carrero Blanco. Historia y memoria

Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron

Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron

Cuando en diciembre de 2018 Vox irrumpió por primera vez en las instituciones, entrando en el Parlamento andaluz, el Estado español dejaba de ser la excepción en la Unión Europea, pues hasta la fecha ningún partido con un perfil ultraderechista había logrado representación parlamentaria en el Estado español. A partir de esa fecha cada convocatoria electoral era un paso para que entrasen en el Congreso, Senado, parlamentos autonómicos y ayuntamientos. Se empezó a normalizar la presencia de la ultraderecha de tal forma que el entrar en algún gobierno autonómico o ayuntamiento de capital de provincia sólo era cuestión de tiempo, puesto que sus votos eran imprescindibles en la ecuación para que hubiera gobiernos de derecha extrema. Al fin y al cabo, muchos de sus lideres se habían forjado  en el partido que representaba las esencias del posfranquismo, que no es otro que el Partido Popular, pues primero Alianza Popular y luego el PP sirvieron de “paraguas a muchos franquistas que no renunciaban a su pasado”.

La trayectoria de Vox de los últimos cinco años ha sido ascendente hasta que se han topado con el primer gran retroceso electoral; pero hasta llegar a la situación actual, en la que son la tercera fuerza política en el Congreso, la ultraderecha ha tenido que realizar una larga travesía del desierto en la que en ciertos momentos estaba sumida en la irrelevancia política. Este batacazo electoral  ha servido para que las diferencias y tensiones internas hayan salido a relucir con más profusión que en otras ocasiones, aunque el oscurantismo que reina en la dirección de Vox en muchos momentos dificulta conocer más en profundidad los entresijos de esta formación política. Lo que no cabe duda es que las aguas ultras bajan algo revueltas. Por ello, para conocer lo que es Vox, sus orígenes y quienes dirigen el partido exige sumergirse en el túnel del tiempo para echar la mirada a varias décadas atrás, porque es imprescindible conocer el pasado para entender el presente. Eso es lo que hace el periodista Xavier Rius Sant en el libro “Vox, los ultras que nunca se fueron” (Editorial Akal 2023).

Si de alguna forma tendría que definir el libro de Xavier Rius Sant, no dudaría en decir que es un compendio de la historia de la ultraderecha española de los últimos 50 años. Gracias al trabajo de campo que ha realizado a lo largo de los años, el autor realiza un análisis pormenorizado de las organizaciones del espectro de la ultraderecha y un seguimiento de los líderes que estaban detrás de cada una de ellas; va desgranando todos los intentos que han realizado para sacar la cabeza del pozo donde han estado desde la muerte del dictador, y en todo momento teniendo presente que un sector importante de la ultraderecha ha invernado dentro del PP, porque fuera hacía mucho frio, sobre todo, para aquellos que querían tener algún cargo de relevancia o, simplemente vivir de alguna prebenda que les pudiera caer del partido, y sin olvidar que siempre eran bienvenidos en el PP, organización que tenía como objetivo unir a toda la derecha, incluido al sector más ultra y cuyo fundador fue un ministro de Franco, con un currículum que para ellos quisieran muchos de los líderes de la ultraderecha española.

Ese relato exhaustivo de la trayectoria del conjunto de la ultraderecha española, es fundamental para adentrarse en el nacimiento de Vox a finales de 2013 y conocer sus orígenes. El ensayo de Xavier Rius Sant es premonitorio de muchos de los movimientos y de las tensiones internas que está viviendo Vox desde las elecciones de julio.

Los fundadores de Vox

Xavier Rius arranca el libro haciendo un repaso biográfico de los que, en su opinión, fueron los padres de Vox, y no es casualidad que arranque con Ortega Smith, pues reúne una serie de requisitos que para el autor le hace valedor de lo que hoy en día representa Vox. Desde sus años jóvenes y su militancia activa en Falange y de las JONS, donde fue un autor prolijo de artículos en diversas publicaciones falangistas, muy proactivo en su labor militante y guardián de los principios del nacionalsindicalismo, para después de dar algún que otro tumbo político, se cruzase en su camino Santiago Abascal, al que unirá su futuro político hasta el día de hoy. Es la persona que rentabilizará ante el electorado de derechas las horas de televisión en su faceta de acusación popular de  Vox contra los líderes del Procés y la labor oscura de los fines de semana de recorrer todos los rincones del Estado para visitar a los afiliados que Vox tenía y animarlos a que lo dieran todo por la causa, y con la premisa de que “un ideal superior estará por encima de todo” y dirigiendo siempre el partido con manu militari.

Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron
Santiago Abascal y Ortega Smith en Vistalegre

Al hablar del que es el actual líder y caudillo de Vox, Santiago Abascal, Xavier Rius nos acerca a sus orígenes, nieto del alcalde franquista de Amurrio e hijo de político primero de Alianza Popular y posteriormente del PP, que tuvo diferentes cargos públicos. Repasa las dificultades de carácter económico en las que estuvo sumido Abascal en 2009, llegando a ser embargada su vivienda, y  su conjura “para nunca volver a pasar hambre ni tener un sueldo inferior a 5.000 euros”. De chiringuito en chiringuito, gracias a su protectora, Esperanza Aguirre, y luego entrando en Vox, cuando tuvo constancia que había dinero fresco para poder garantizarse un suculento sueldo a cargo del partido. Este ensayo no deja lugar a dudas, es un arribista en toda regla, corroborado con las informaciones que se están publicando estos días sobre la financiación, a través de Vox, de la fundación Disenso de la que Abascal es presidente, la cual se beneficia de los beneficios fiscales que disfrutan las fundaciones.

El autor nos desvelará que si bien Vox propone la supresión de ayudas públicas a la financiación de partidos y sindicatos, no lo hace con las fundaciones, porque estas últimas son la herramienta que han utilizado estas gentes para medrar hasta que han entrado en las instituciones, como la fundación DENAES, fundación que Abascal fundó en 2006, siendo militante del PP o Concordia de Vidal-Quadras, que han recibido importantes subvenciones de las administraciones, sobre todo, de las que estaban a frente personas cercanas a ellos, como es el caso de Esperanza Aguirre, en su etapa de presidenta de la Comunidad de Madrid. Reniegan de lo público pero no pueden pasar sin vivir a costa de lo público.

En este ensayo el lector puede constatar cómo Abascal da un golpe de mano para hacerse con el control de Vox y ser nombrado presidente en cuanto tiene constancia que hay dinero suficiente como para poder asignarse un sueldo acorde a sus necesidades.

Si bien dedica unas páginas al matrimonio Espinosa de los Montero-Rocío Monasterio y a Vidal-Quadras, al ser de las personas que estuvieron en Vox desde el primer momento y del papel que cada uno representaba en el nuevo partido, Xavier Rius, a lo largo de este ensayo, se detendrá en otras, que no habiendo sido fundadores de Vox, acabarán desempeñando un papel protagonista en Vox, como es el caso de Jorge Buxadé e Ignacio Garriga. En este libro se hace un análisis de sus trayectorias políticas, pues ambos serán muy influyentes en la línea ideológica de Vox.

La ultraderecha española

No cabe duda que para entender lo que es Vox, es necesario tener una visión global de lo que ha sido la ultraderecha española en los últimos 50 años, pues como en el libro de Xavier Rius se recalcará con asiduidad, muchos de los líderes de Vox proceden de ese puzle de organizaciones. Por ello, hay un capítulo en este libro que viene a ser un resumen de la historia de las organizaciones políticas de ultraderecha más importantes que ha habido en los últimos cincuenta años. En este repaso encontraremos a los nacional-socialistas de CEDADE, las diferentes siglas en el ámbito del falangismo, la Fuerza Nueva de Blas Piñar, organizaciones que practicaban el terrorismo como el Frente de la Juventud, que fue una escisión de Fuerza Nueva, y un sinfín de siglas que surgirán en los años noventa y primeros de este siglo, donde todos se conocen, pero su cainismo es lo suficientemente importante, como para que entre ellos estén la mayor parte del tiempo a la greña. Procedentes de todas esas organizaciones hoy en día hay destacados diputados de Vox en el Congreso, parlamentos autonómicos y ayuntamientos.

El autor hará un repaso con datos de cada una de las personas que han liderado diferentes proyectos políticos fallidos de la ultraderecha y que han acabado recalando en Vox, algunos de los cuales han tenido condenas por actos violentos con motivo de su actividad política. Es curioso que nadie haya cuestionado la idoneidad moral de estas personas para que puedan ejercer la política, ni les han pedido ningún tipo de arrepentimiento y no han sido portada en ningún medio de comunicación.

Algunos de esos grupos de ultraderecha tenían su ámbito de actuación en Catalunya, organizaciones de carácter xenófobo, que intentarán exportar su proyecto a otros lugares del Estado español; en este ensayo hay un análisis pormenorizado de su actividad política que desarrollaron en la primera década de este siglo, centrando su línea de actuación en que la inmigración recibía todas las ayudas de la administración en detrimento de los de casa, y su estrategia se basaba en el todo vale, trufada de todo tipo de bulos y manipulación de datos. Todo un preludio de lo que será la forma de hacer política de Vox.

En todo ese popurrí de organizaciones ultraderechistas, Xavier Rius hace una mención a una organización que se hizo famosa en su posición contra el Procés y que ha sido ensalzada por gran parte de la prensa española, es Sociedad Civil Catalana, puesto que sus principales dirigentes son de ideología ultraderechista.

La ideología de Vox

La irrupción de Vox generó un debate acerca de donde se enclavaba su ideología, si era un partido fascista, del entorno de la ultraderecha o simplemente era un PP pero más duro, dudas que quedan despejadas en este ensayo, gracias a que el autor muestra la evolución de Vox desde su fundación hasta la actualidad.

Xavier Rius nos develará que en sus inicios Vox “no se presentaba como un partido ultra, sino como un partido liberal conservador, contrario al Estado autonómico, y defensor del nacionalismo español y del derecho a la vida y a la familia tradicional”. El programa con el que se presentó a las elecciones europeas “era más propio de una escisión del PP partidaria de un Estado centralista que de la ultraderecha xenófoba o eurófoba”, muy lejos de las propuestas de los partidos ultras europeos, y más cercano a un partido ultraliberal en posiciones económicas y conservador en lo moral y religioso, “totalmente opuestas al proteccionismo social del falangismo”, era una línea ideológica donde el matrimonio Espinosa de los Monteros-Monasterio se sentían como pez en el agua.

Esta posición inicial será arrinconada para ir ocupando una posición ideológica propia del sector más duro de la ultraderecha europea, y para ello es fundamental la influencia de algunas de las personas que sin haber estado en la fundación de Vox, llegarán a liderar Vox, como es el caso del anteriormente mencionado, Jorge Buxadé, exfalangista, ex militante del PP y miembro del Opus Dei, que se convertirá en uno de los ideólogos de cabecera del partido ultra, siendo elegido en marzo de 2020 vicepresidente primero y responsable de acción política; convirtiéndose en el número 2 de Vox. Dentro de ese selecto grupo que recalan en Vox llegando a tener puestos de gran relevancia, además de Buxadé, está el anteriormente mencionado Ignacio Garriga, Rafael Bardají, que fue director de política internacional de FAES y fervoroso prosionista y Kiko Méndez Monasterio.

El autor se detendrá en analizar la ideología de Buxadé, a través de los discursos que realizará en actos públicos de Vox, pero, sobre todo, gracias al libro que publicó con el título “Soberanía: por qué la nación es valiosa y merece la pena defenderla”, en el que detalla cuál es su ideología, que se fundamenta en una nación indisoluble, una familia tradicional basada en una ley natural y la religión. Está en contra del sistema de partidos, y en algunos actos de Vox llega a manifestar que las instituciones propias del pueblo español son “familia, sindicato, municipio y corporación profesional”, que no es otra cosa que lo recogido en el apartado 6 de la Ley de Principios del Movimiento Nacional de 1958, redacción tomada del punto sexto del programa de Falange de 1934.

Para Xavier Rius, hay cuatro elementos que definen a Vox: el primero es que “no niegan la legitimidad del Alzamiento Nacional del 18 de julio, que provocó la Guerra Civil, ni la gran dictadura que vino después”. Llegan a manifestar, en palabras de Ignacio Garriga, que “el régimen vigente ha arrebatado libertad a los españoles”. El segundo es que rechazan el sistema de partidos políticos, que “ha asestado un golpe letal al sistema democrático”. Son más de democracia orgánica, donde no haya partidos políticos, todo ello inspirado en la ideología falangista. El tercero es la negación de la legitimidad de las comunidades autónomas y de las regiones. Y el cuarto, es la estructura piramidal del partido en el que no existe la democracia interna, ni hay posibilidad de mostrar las discrepancias con la dirección, adoleciendo de una total falta de transparencia.

La parte que obvian del discurso falangista es la relativa al “control de los medios de producción y la nacionalización de empresas o la banca”. En materia económica son más de ultraliberalismo thatcheriano y de reducir los impuestos, sobre todo a las clases altas.

Vox, un partido donde reina el oscurantismo

Si en algo se distingue Vox del resto de los partidos es en el oscurantismo en su funcionamiento interno. Xavier Rius realiza una exhaustiva labor en este aspecto, aportando un sinfín de datos al respecto.

Este ensayo se adentra en Vox, desde su fundación, que se planificó con personas de paja para no aparecer los verdaderos cerebros del proyecto y no levantar sospechas en el Ministerio del Interior, cuyo titular era Jorge Fernández Díaz. Nos dará a conocer el papel que desempeñó Vidal-Quadras en ese momento y cómo logró dinero fresco y a fondo perdido con origen en los muyahidines iraníes para financiar el partido, lo que les permitió sobrevivir durante un tiempo, ya que algunos de sus líderes ya no vivián gracias a ningún chiringuito público.

Gracias a este trabajo el lector irá descubriendo que un reducidísimo número de personas tendrá las riendas del partido, actuando sin ninguna transparencia en los órganos de decisión, motivo por el que se darán gran número de dimisiones en todos los órganos del partido. El trato vejatorio y la defenestración de las voces críticas serán una constante, ejecutándolas Ortega Smith con mano de hierro, durante el tiempo que fue secretario general, la mano derecha y larga de Abascal.

Y para finalizar llega el momento de preguntarse

¿Qué es Vox? ¿qué espectro sociológico representa Vox?

En el prólogo del libro es definido como “un potaje de ultranacionalistas, de convencidos de que nos hemos rendido ante ETA, de aquellos que están seguros de que los independentistas destruirán España, de los angustiados por la emigración que creen que nos invade, de los beatos que quieren imponer su moral, de los herederos del fascismo, o de personas que simplemente no entienden avances o claves de convivencia actuales y trabajadores que se ven seducidos por su populismo”, y al hilo del título del libro, sus dirigente “son ultras que siempre han estado aquí, pero ahora han vuelto organizados aprovechando vientos a favor”.

Para el autor, Vox es el punto de confluencia de exdirigentes y exmilitantes del PP, “franquistas de ayer que estaban en este último partido, resignados a ser demócratas” y “antiguos militantes del amplio abanico de los grupos de ultraderecha”.

Desde un punto de vista sociológico, Vox recaba apoyos en ese estereotipo de personas desubicadas en la sociedad del siglo XXI, en la que no están adaptadas a los avances de la sociedad, que son el caldo perfecto para mediatizar su opinión a través de la factoría de los bulos que construye la ultraderecha.

Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron

Lo preocupante en este ascenso de la ultraderecha española de la mano de Vox es que sus ideas están calando en la sociedad mediante la batalla cultural que lleva dando en los últimos años. El espacio sociológico de la ultraderecha siempre ha existido en el Estado español, pues no olvidemos que el dictador murió plácidamente en la cama, y muchos seguidores han estado invernando en el PP,  pero el crecimiento de su base social ha salido fuera de los ámbitos de la ultraderecha o del PP y su discurso ha calado en otros sectores de la sociedad. El tiempo nos día si los partidos democráticos saben dar una respuesta y devolver a la ultraderecha a la marginalidad política.

El libro de Xavier Rius Sant es de obligada lectura para todo aquel que quiera estudiar más a fondo a la ultraderecha, porque para combatir algo, primero hay que conocerlo.

Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron
Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron

31 vidas antifascistas vascas

31 vidas antifascistas vascas es una vacuna contra el olvido

Hace unos días leí una noticia en la que se daba cuenta del descubrimiento de una fosa común de la Guerra Civil en el cementerio de Amorebieta-Etxano. Según Euskal Prospekzio Taldea, en ella podrían encontrarse gudaris, milicianos y fallecidos procedentes del hospital que hubo en esta localidad durante la Guerra Civil. La noticia, que me llegó a través de un amigo y activista del Foro de la Memoria Histórica de Guadalajara, se cruzó con la lectura del libro, que tenía entre manos, titulado “31 vidas antifascistas vascas” (Desacorde Ediciones) del periodista Iban Gorriti González, publicado a finales de 2022. El artículo y el libro tienen dos nexos de unión entre sí, el primero no es otro que rescatar la memoria de todas aquellas personas que sufrieron el fascismo a partir del golpe de Estado que dieron militares españoles con la finalidad de derrocar al gobierno legítimo de la República e instaurar un régimen fascista, sustentado en el terror a la población, y el segundo nexo de unión es que, casualmente, ambos textos son del mismo autor.

Monte Kolitza

El espacio de tiempo comprendido desde el 18 de julio de 1936, momento en el que se produce la asonada militar, que fracasó en su intento de derrocar de forma fulgurante la República, derivando en una guerra, hasta la caída del frente vasco en julio de 1937, después de la batalla del monte Kolitza, se puede definir como los días más negros que vivió el pueblo vasco a lo largo del siglo XX. El terror y la destrucción se impusieron a la voluntad de un pueblo de vivir en paz y libertad. En este periodo de poco más de un año, los ejércitos totalitarios de la Alemania nazi, la Italia fascista y la España franquista tuvieron tiempo más que suficiente para demostrar al mundo las barbaridades que tenían reservadas para las poblaciones civiles que no estuvieran en su bando. Bombardeos, entre otros, como los de Otxandio, Durango, Gernika, Amorebieta-Etxano o Galdakao, eran el preludio de lo que el fascismo sería capaz de hacer en los siguientes años a lo largo y ancho de Europa.

Mural plaza de Andikona de Otxandio

Tenemos la obligación moral de que hechos como estos no caigan en el olvido para que sean recordados y tengan conocimiento las nuevas generaciones, y con ello, rendir un homenaje a todas esas personas que formaron parte de la resistencia antifascista y de “aliviar el dolor” que a día de hoy sigue produciendo. Con ese deseo traigo este libro, que no defrauda en esta labor áspera pero imprescindible.

Hay lecturas que, siendo desgarradoras, son necesarias porque son un antídoto contra el olvido, y ayudan a mitigar el dolor producido por el fascismo y la obra de Iban Gorriti es una de ellas. En este libro hay una recopilación de los avatares de un puñado de personas que vivieron en sus propias carnes la tragedia que supuso el fallido golpe de Estado militar de 18 de julio de 1936 y que en una guerra con el fin de derrocar a la legalidad vigente, que no era otra que la Segunda República, para instaurar un régimen totalitario al estilo de sus aliados: la Alemania nazi y la Italia fascista.

En los tiempos que estamos viviendo, con el resurgimiento de esa extrema derecha, que no deja de ser el fascismo del siglo XXI, que tiene como uno de sus objetivos el blanqueamiento de todo lo que supuso el golpe militar de julio de 1936, “la mal llamada guerra civil” y varias décadas de dictadura, “31 vidas antifascistas vascas” es una vacuna contra el olvido y un bálsamo contra ese dolor que se ha acumulado, “alivia el poso del dolor franquista y otros fascismos y reduce el afán de tiranía” y así lo resume el prólogo del libro cuyo autor es el actor Juanjo Otero: “Este es un libro antifascista. Por eso es necesario. Por ello, restaura y por eso mismo duele y libera. Por eso hace justicia”.

Iban Gorriti recoge la experiencia vital de 31 personas que de forma directa vivieron la guerra y la represión fascista, pero no cabe ninguna duda que esta cifra podría ser casi infinita. Desde Tudela hasta Muskiz y de Isaba al Valle de Añana podríamos encontrar innumerables historias y vivencias de ciudadanos que sufrieron aquella época negra.

Este libro es un ejercicio de “empatía ante el sufrimiento causado” y consigue que todas esas pequeñas historias que recoge pasen de pertenecer a las personas que las vivieron y sus familiares a formar parte de una historia colectiva que nos pertenece, por ello, es fundamental que salgan a la luz, para que puedan ser conocidas y compartidas. Las 31 vidas que encontramos en este libro han abandonado el anonimato y eso ahí queda para el futuro, lo que debería de animar a todos aquellos que en su seno tengan una historia similar a que la saquen del cajón del olvido.

Placa recuerdo Ayuntamiento de Olite

Entre las 31 vidas que recoge este libro se pueden encontrar personas de lo más diverso: gudaris, milicianos, civiles, niñas y niños que sufrieron en primera persona la violencia, o que en el mejor de los casos fueron evacuados fuera de Euskal Herria, viviendo auténticas odiseas. Las personas que dan vida al libro forman un gran abanico ideológico, desde nacionalistas vascos hasta anarquistas, pasado por socialistas y comunistas, pero a todas ellas les unía la lucha contra el fascismo y lo que representaba en los años 30.

Las historias que más impacto pueden causar por la violencia que en ellas se recogen las protagonizan mujeres. En ellas se da la violencia por partida doble: por un lado, la violencia fascista y, por otro la violencia de género. Alguna de esas terribles historias quizá sea más conocida como la que sufrió Maravillas Lamberto[1], pero Iban Gorriti nos da cuenta que no fue la única que sufrió una violencia de este tipo.  La elgetarra Anttoni Telleria vivió una situación muy similar, con la diferencia que en este caso logró salvar su vida. Y no quisiera olvidarme del drama que padeció la zornotzarra Marina García, que desde Villar de Chinchilla (Albacete) acabó recalando en Amorebieta-Etxano, siguiendo la estela de su madre que estaba presa y se encontraba en la cárcel de El Karmelo (Amorebieta-Etxano). En aquella época el fascismo ya practicaba la dispersión.

Si bien las historias que nos trae Iban Gorriti son muy crudas por el sufrimiento que llevan aparejadas, algunas de ellas tienen una cara tierna, como la que protagonizó el donostiarra Clemente Famaraza Sandegi, militante de la CNT y miembro de las Milicias Antifascistas Vascas (MAV) que operaban en Madrid, que donó los 40 duros de su nómina para que las niñas y niños de un hospicio de Madrid tuviesen juguetes el 6 de enero de 1937. Y sin olvidar la historia de amor de la pareja lodosarra, formada por Amelia Resano y Benito Salvatierra, pues “el padre de él llevó a fusilar a al abuelo de ella” en julio de 1936.

Para algunas de estas personas de las que fueron evacuadas o tomaron el camino del exilio, el sufrimiento no acabó cuando abandonaron Euskal Herria. En el mejor de los casos, algunos fueron a recalar al otro lado del Atlántico, para rehacer su vida lejos de su tierra y con la incógnita de si algún día podrían volver a ella, pasando a formar parte de esa diáspora vasca llevando en la mochila su herrimina[2] particular. Otros, por el contrario, bastante tuvieron con sobrevivir a los horrores de la II Guerra Mundial, sobre todo, los niños de la guerra, los que fueron evacuados a la URSS. Allí volvieron a vivir en unas condiciones infrahumanas, como las niñas y niños vascos que sufrieron el asedio nazi de Leningrado.

Algunas de las personas que recoge el libro de Iban Gorriti han sido tan extraordinarias y diría que irrepetibles, que sus vidas han sido llevadas al cine o sus biografías han quedado recogidas en libros y diversas publicaciones. Fueron personas irrepetibles que en muchos casos a lo largo de su vida se encontraron en situaciones límite, que se dejaron la piel por unos ideales y en algunos casos llegando a dar su vida.

Quisiera resaltar el lenguaje adecuado que en todo momento utiliza el autor, expresiones que sirven para acabar con toda esa retahíla de eufemismos que se suelen utilizar para hablarnos de lo que sucedió a partir del golpe de Estado de julio de 1936. Son varias las locuciones que utiliza pero voy a reproducir una frase que define lo que fue todo aquello: “una guerra que no fue civil, sino militar, causada por un golpe de Estado que atentó contra la ciudadanía que había elegido de forma legítima en las urnas la Segunda República”. No hay nada como llamar a las cosas por su nombre.

Para finalizar, el libro recoge una breve cronología de la Guerra Civil en Euskadi, realizada por Aitor Miñambres Amezaga, director del Museo Memorial del Cinturón de Hierro, y el lector tiene la posibilidad de escuchar mediante un código QR, seis canciones relacionadas con la memoria histórica, compuestas por el autor del libro. También quisiera destacar que la obra tiene una presentación muy cuidada con una amplia gama de fotografías.

[1] Maravillas Lamberto, vecina de Larraga (Navarra), fue violada por falangistas y requetés delante de su padre y posteriormente asesinaron a los dos.

 

[2] Herrimina: Notalgia en euskera.

Portada del libro 31 vidas antifascistas vascas