Marx y Rusia. Un ensayo sobre el Marx tardío

Marx y Rusia. Un ensayo sobre el Marx tardío

El hecho que en un ensayo confluyan el análisis de la última etapa de Marx con la Rusia de finales del siglo XIX, a priori, quizá no sea un tema lo suficientemente atractivo para adentrarse en esta materia, pero una vez que uno inicia su lectura sosegada, no le queda ninguna duda que ambas cuestiones, y la particular conexión que podemos encontrar entre ellas gracias a esta obra, es un trabajo que no se puede dejar pasar por alto.

Con el título “Marx y Rusia. Un ensayo sobre el Marx tardío” (Editorial Catarata), el politólogo Carlos Taibo ha realizado un trabajo que en poco más de 120 páginas ha profundizado en esa parte del pensamiento de Marx que es poco frecuentada, como es todo lo relativo a los estudios que el filósofo de Tréveris realizó sobre las diferentes estructuras de la sociedad a lo largo de la historia, lo que el autor de este ensayo denomina desarrollo de las formaciones sociales, centrándose en las estructuras sociales precapitalistas. Y todo ello para buscar una conexión entre las ideas que sostuvo Marx en su última etapa y la Rusia de finales del siglo XIX en la que se vivió la experiencia del movimiento  naródniki.

El profesor Taibo plasma en este libro la evolución del pensamiento de Marx, para poner el foco en la última etapa de la vida de Marx, en concreto, a partir de los sucesos de la Comuna de París y plantear si en su última etapa hay un cambio de visión en lo relativo a las sociedades precapitalistas y, lo que es más importe, si este tipo de sociedades podían llegar al socialismo sin tener que pasar por la etapa del capitalismo. Para ello el autor hace un repaso al desarrollo histórico de las sociedades en el pensamiento marxista, el colonialismo, las sociedades precapitalistas y los campesinos, para engarzar con un estudio de la comuna rural en Rusia y el movimiento de los naródkini.

A lo largo de este ensayo, Carlos Taibo tiene presente los estudios que realizaron varios autores entre los que cabe destacar, entre otros, a Teodor Shanin, Godelier y Marcello Musto.

El ensayo se compone de seis bloques en los que desarrolla el pensamiento de Marx en lo relativo a las relaciones sociales, su relación con Rusia, para pasar a exponer lo que fue la Comuna rural rusa, el movimiento de los naródniki y la relación que mantuvo Marx con este movimiento, para finalizar con las conclusiones-reflexiones del autor.

Los últimos años de Marx

La última década de la vida de Marx, en concreto, desde la experiencia de la Comuna de París (1871) hasta su fallecimiento en 1883, es el periodo que despierta un mayor interés a Carlos Taibo.

La experiencia que supuso la Comuna parisina y la represión que sufrió para su derrota marcan el inicio de esa etapa de un Marx que estuvo envuelto en una lucha denodada contra la línea reformista del socialismo alemán e inglés y en la que profundizará en cual debería de ser la actitud ante Estado, cuestión que trató en su trabajo Crítica al Programa de Gotha (1875).

El autor del ensayo plantea que es en esta época cuando Marx “alumbró una nueva vía para la construcción del socialismo” en la que desconfiaba de “apoderarse de la maquinaria del Estado”.

El hecho que el profesor Taibo sea un teórico y defensor del movimiento libertario y la autogestión, nos puede servir para entender su interés por los trabajos que Marx realizó en los diez últimos años de su vida, donde se posicionaba en pro de destruir el Estado burgués y una apertura a las experiencias que se daban en países con sociedades precapitalistas, como era el caso de Rusia a finales del siglo XIX.

Marx y el desarrollo de las formaciones sociales

En lo concerniente al desarrollo histórico de las sociedades nos adentra en las dos interpretaciones que se hacen del pensamiento de Marx. Si era determinista, lo que pudo influir en la teorización que realizó a lo largo de su vida en lo relativo a la evolución de las sociedades y los tránsitos que debían de seguir para llegar al socialismo o, por el contrario, “la obra de Marx se ve marcada afortunadamente por la flexibilidad en el análisis y por la ausencia de esquemas cerrados”, por lo que en el libro se plantea si “realmente el Marx tardío no sería muy diferente de los anteriores”. La lectura del ensayo servirá para que el lector pueda reflexionar sobre esta y otras cuestiones que se abordan.

Al tratar los posicionamientos de Marx y Engels ante el colonialismo, Carlos Taibo se centra en la evolución que se da en el pensamiento de ambos pensadores, que influidos por la época en la que vivieron, pasaron de la aceptación del colonialismo como “un carácter progresivo y beneficioso”, y camino para que todos esos territorios siguieran la estela de la “Europa civilizada” a defender una propuesta anticolonial. El autor recuerda que esta era una postura mantenida por “muchos de los clásicos anarquistas más o menos coetáneos”,  que criticaban “los excesos de la colonización”, pero aceptaban “la idea de que tenía una dimensión liberadora”. Marx superaría ese legado hegeliano, para pasar a defender una propuesta anticolonial.

Esta evolución tiene importancia, pues servirá para que Marx vaya otorgando mayor importancia a países que estando fuera de la Europa occidental, van adquiriendo mayor protagonismo a nivel mundial a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, como es el caso de EEUU y Rusia.

A la hora de analizar el estudio que realizó Marx sobre las sociedades precapitalistas, el autor parte de la premisa que hasta su última etapa “las formaciones sociales precapitalistas sólo atrajeron a Marx como fundamento de explicación de la gestación del orden burgués”, pero eso no fue óbice para que en palabras de Carlos Taibo, “a Marx las sociedades precapitalistas le interesaran, también, por cuanto ofrecían formas de relación humana distintas de las características en el capitalismo”. En este caso hay que tener presente la incesante búsqueda por parte de Marx de una “sociedad sin propiedad privada”.

A la hora de estudiar el posicionamiento de Marx ante los campesinos, el autor volverá a incidir en la evolución del pensador alemán a lo largo de sus diferentes escritos. Desde los pertenecientes a sus inicios, como pueden ser Las luchas de clases en Francia (1850) o el Manifiesto Comunista (1848), en los que los campesinos no salen muy favorecidos, descartándolos como “sujeto revolucionario”, para en sus últimos años mostrar mayor receptividad, como así sucede en la obra Critica al programa de Gotha (1875). El cambio de visión inicial que tenía sobre el campesinado le llevó a sostener que no se debía incluir a los campesinos dentro de las capas reaccionarias de la sociedad. En un libro en el que se estudia a la Rusia de finales del siglo XIX el campesinado tiene una vital importancia, puesto que en la Europa oriental era la clase mayoritaria.

La relación de Marx con Rusia

La lectura de este libro permite acercarse a la visión que Marx tuvo de Rusia a lo largo de su vida. Una percepción, que como se recoge en este trabajo, varió a lo largo del tiempo, teniendo inicialmente un posicionamiento antirruso, al ser este país un régimen reaccionario, una autocracia, nada comparable con los regímenes existente en Inglaterra, Francia y Alemania. En este marco se puede entender la defensa que hacía de una Polonia independiente, pues detrás de este planteamiento se encontraba una lucha contra el zarismo.

Una opinión similar tuvo respecto de la comuna rural rusa, estimando que “estaba llamada a desparecer y no podía servir de sustento a un proceso revolucionario autóctono”. Sin embargo, esta percepción varió diametralmente en el tiempo debido a diversos factores para llegar a plantearse “si la comuna rural podía servir de fundamento para una industrialización no capitalista”. Esta evolución le llevó a un acercamiento al naródnichestvo o, populismo ruso.  

Populismo y comuna rural rusa

En este bloque encontramos un estudio profundo de lo que supuso el movimiento de los naródniki en el último cuarto del siglo XIX y su propuesta de “sortear el capitalismo, sobre la base de una revolución social que debía de surgir de la singularidad rusa, asentada en la comuna rural y en las cooperativas urbanas”.

Para Carlos Taibo, este movimiento tenía claro el papel del Estado en su faceta del ejercicio de la opresión y la represión, lo que le lleva a defender la idea de la “abolición del Estado para liberar a la comuna rural”. El naródnichestvo constituyó “una respuesta a un socialismo, el occidental, que ignoraba las singularidades de Rusia y se articulaba como un proyecto inequívocamente elitista”.

Si bien, en un principio el campesinado fue la preocupación principal de los naródniki, con el paso del tiempo pusieron su interés en el proletario, así como en los estudiantes y los soldados.

Taibo menciona la posición de los naródniki en temas como la igualdad de sexos, la violencia y en materia medioambiental. Favorables a preservar estructuras descentralizadas para evitar las reformas dictadas desde arriba. En palabras de Shanin, se plantearon “la necesidad y la dificultad de combinar el individualismo y el colectivismo bajo el socialismo, el lugar de la ética en la acción socialista”.

La obshina (término utilizado para referirse a la comuna rural rusa) era considerada por los naródniki como un resto del comunismo primitivo. Carlos Taibo nos la define como “una comunidad territorial de autogobierno que en tal sentido operaba en detrimento de la aldea o la parroquia. Era una entidad económica, una fórmula de propiedad colectiva … dirigida por una asamblea”. Para los naródniki era una huella de la tradición colectivista del pueblo ruso.

Karl Marx
Marx y Rusia

La correspondencia de Marx con Vera Zasúlich

En este ensayo hay un análisis acerca de la posición de Marx ante la comuna rural rusa, y para ello el autor bucea en la comunicación epistolar que mantuvo con Vera Zasúlich, militante naródnik que con posterioridad militó en el marxismo.

El autor expone el valor que Engels da a la comuna rural en el marco de la Rusia de la época, que la ubicaba dentro de lo que denominaba comunismo primitivo que no podía ser la base de una estructura socialista, a no ser que hubiera una fuerza externa que lograse dar ese salto. Las ideas de Engels se contraponían con la postura que acabó manteniendo Marx, producto de sus estudios acerca de las sociedades precapitalistas.

A la hora de tratar este bloque del libro, Carlos Taibo realiza un estudio teniendo presente no sólo la respuesta que Marx envió a Vera Zasúlich, sino también los borradores de carta que redacto y que no llegó a enviar. Esos borradores sirven al autor para exponer que las teorías recogidas en El Capital y en otras obras eran de aplicación exclusiva en Europa occidental y servían para explicar el tránsito del feudalismo al capitalismo. Por tanto, en palabras de Marx “el precedente occidental no prueba nada”, llegando a rechazar de forma expresa “haber diseñado una teoría de aplicación general y universal”. Se desmarca de estudiar los diferentes procesos históricos “con la clave universal de una teoría general de filosofía de la historia”.

Carlos Taibo recoge comentarios y análisis de autores como Maximilien Rubel, Roberto Finelli o Poggio, que afirman que para Marx la comuna rural rusa era una herramienta válida para que el individuo se desarrollara de forma individual y colectiva. Y en palabras de Poggio, “la comuna rural rusa no era un obstáculo para el socialismo, pero sí lo era, en cambio, para el capitalismo”.

Llegados a este punto se podría volver a plantear si Marx realmente era determinista cuando tuvo este acercamiento a la comuna rural. El autor nos dice que en los años finales el pensador alemán tiene en mente “vías de transformación que no reclaman un desarrollo de las fuerzas productivas en clave capitalista”. Y por ello desarrolla en esta obra el interés que tuvo por las sociedades no occidentales y precapitalistas. Entiende que Marx no se posiciona en favor de una concepción mecanicista de la necesidad histórica.

Conclusiones

En este último bloque del ensayo el autor hace una pequeña exposición de las diferentes teorías existentes sobre los cambios producidos en el Marx de los últimos años y las percepciones que tuvo de Rusia. Se pregunta si hubo una continuidad en su pensamiento o, por el contrario, se dio una ruptura, para ello, expondrá las teorías de diferentes autores sobre esta cuestión para resaltar el interés de esta última etapa del pensador alemán.

Donde se puede atisbar una crítica por parte de Carlos Taibo al pensamiento de Marx es a la hora de tratar conceptos como la centralización de los medios de producción en el marco de la industrialización y la tecnología. Es en esta cuestión donde el autor manifiesta que Marx no abandonó sus teorías en lo relativo a la “centralización de las grandes explotaciones , de la producción industrial y de las tecnologías acompañantes”, en línea con su idea que “la centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo acabarían con el capitalismo”. Entiende el autor que hay un alejamiento de cualquier planteamiento autogestionario por parte de Marx como de Engels.

El ensayo dedica un pequeño apartado a comentar el pensamiento de Engels, donde destaca algunas diferencias, que se acentuaban en el pensamiento que mantuvo Marx en los últimos años de su vida, en concreto en la visión que tenían sobre Rusia y la comuna rural, pues entiende que mantenía una teoría más mecanicista de la concepción materialista de la historia.

Carlos Taibo deja para el final de sus conclusiones tres apartados muy recurrentes en el debate de las ideas que se dio en el campo del marxismo desde finales del siglo XIX hasta la Revolución bolchevique de 1917.

El primero es el relativo al Estado y Poder, donde defiende la “inflexión libertaria” de Marx, para ello el autor toma como eje de su argumentación la obra que dedico a la Comuna de Paría, La guerra civil en Francia (1871), donde plantea acabar con la maquinaria del Estado burgués por ser el instrumento de la dominación de clases. Taibo nos expondrá algunas visiones de diversos autores que sostienen la importancia de esta obra, tanto a la hora de tratar el tema del Estado, al haber quedado un tanto marginado en el Capital, como en el campo de la dialéctica contra sus detractores anarquistas.

En el segundo apartado Carlos Taibo reflexiona sobre “en qué medida los avatares de su vida, la reflexión sobre su trabajo teórico y sus desencuentros políticos” pudieron influir en los pensamientos de sus últimos años. El hecho que los socialdemócratas alemanes y los socialistas ingleses adoptaran posicionamientos más moderados dentro de la Internacional le lleva a plantear al autor que generó un rechazo en Marx y, a su vez, puso el foco en Rusia, lugar donde su obra empezaba a tener adhesiones. Todo ello le hizo modular su visión de otras realidades para analizarlas con una visión más comprensiva, cosa que no había hecho con anterioridad.

El último apartado lo reserva para lo que el autor denomina “el experimento bolchevique”, que si bien se produce pasados más de treinta años de la muerte Marx, el autor lo incluye en el ensayo para realizar una comparación entre el Marx tardío y la evolución de la Unión Soviética. Muy crítico con la experiencia bolchevique, al aplicar un modelo sui generis de producción capitalista con la disolución de la comuna rural rusa y la instauración por Stalin de una “propiedad burocrática estatalizada y nunca socializada”.

En palabras de Taibo “Lenin se inclinó por abrazar una interpretación acrítica, mecánica y determinista de las teorizaciones del Marx maduro”. En un pais en el que el proletariado era minoritario, el autor entiende que la burocracia soviética tiene como objetivo superar etapas “en el desarrollo de las fuerzas productivas” utilizando el modelo capitalismo de forma solapada. Para el autor la burguesía liberal fue sustituida por el Estado y el partido, donde desaparecieron la comuna rural rusa, “los soviets como instancias autónomas” y la revolución social.

El ensayo de Carlos Taibo es un trabajo interesante sobre el Marx tardío y su visión de Rusia en dicha época. No se puede obviar que el trabajo lo realiza desde la perspectiva del pensamiento anarquista, pero eso no le quita ningún ápice de interés, porque es una herramienta para poder debatir sobre todos los temas que desarrolla.

Como comentario personal, en el ensayo he echado en falta, y lo digo más como aportación que como crítica, que no se ha tenido en cuenta una obra que se puede enclavar en la etapa del Marx tardío como es la Crítica al programa de Gotha, escrita en 1875, posterior a los hechos de la Comuna de París, donde hace una disertación del periodo de transición entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista que lo define como “dictadura revolucionaria del proletariado”. Esto llevaría a reflexionar como engarzaría la destrucción de la maquinaria del Estado burgués con esa fase intermedia hasta la consecución de la sociedad comunista. Y a la hora de comentar el análisis que realiza de la experiencia bolchevique hay una obra de Lenin que siempre he tenido la sensación que es la gran olvidada y que ha sido obviada en este ensayo. Me estoy refiriendo al Estado y la Revolución. En ella, apoyándose, entre otros escritos de Marx, en La guerra civil en Francia, habla sin ambages de la destrucción de la maquinaria estatal. Bien es verdad que la teorización que realizó Lenin en lo referente al Estado fue paulatinamente marginada, pero eso daría para otro profundizar en otro ensayo.

Adiós muchachos. Una novela negra con acento cubano

Adiós muchachos. Una novela negra con acento cubano

En este mundo de apariencias en el que en muchas ocasiones nada es lo que parece y donde la fachada y la superficialidad esconden realidades opacas, no cabe duda que la novela es un género en el que se pueden construir este tipo de ficciones que dan juego a la trama de la obra. Y esto se ve reflejado en el relato de la novela “Adiós Muchachos” del escritor Daniel Chavarría (1933-2018), una de las obras más importantes de su trayectoria literaria.

Uruguayo de nacimiento, pasó gran parte de su vida en Cuba, donde recaló en 1969. En la isla ejerció como profesor universitario de latín, griego y literatura clásica, traductor de literatura alemana para el Instituto Cubano del libro y realizó guiones para el cine y televisión entre otras actividades, pero sin duda alguna, donde brilló fue como novelista, ganando diversos premios a lo largo de su vida.

Daniel Chavarría  escribió en 1994 “Adiós muchachos” como novela corta para la revista “Crimen y Castigo” y con la que en 2002 obtuvo en Nueva York el premio Edgar Allan a la mejor novela policiaca. Perteneciente al género de la novela negra ha sido publicada en 2013 por el editorial Txalaparta.

Ambientada en la Habana de los años del periodo especial, los personajes que dan vida a la novela son una jinetera, un buscador de barcos hundidos con un historial de estafador y un multimillonario holandés con una juventud un tanto dudosa, llevando en la actualidad una vida desordenada. Truhanes, conseguidores y los encantos de una joven cubana son los ingredientes que Chavarría utilizará para armar esta novela.

Alicia, una estudiante de literatura francesa que abandona sus estudios para dedicarse a la prostitución con la vista puesta en intentar pescar a un multimillonario que le trasporte a otro mundo se encontrará con Víctor, contratado por una empresa para la búsqueda de tesoros submarinos de la que uno de sus propietarios es el holandés Groote. Estos personajes  formarán un triángulo perfecto en el que el azar o un hecho fortuito pero que podríamos definir como golpe de mala suerte originará un vuelco al desarrollo de la novela que trastocará los planes de los personajes que aparecen en el relato.

El infortunio en el que se ve envuelto uno de los personajes principales de la novela servirá para ver la forma de encarar esa circunstancia y, quién sabe, si esa desgracia, como es que entre a escena un cadáver, se puede convertir en una oportunidad única para lograr el fin que tienen en sus vidas que no es otro que obtener dinero fácil para cambiar de forma radical su status. El instinto de supervivencia flotará en el relato hasta el desenlace final.

El autor ha sabido ambientar la novela en la Habana de la década de los noventa del siglo pasado. Personajes como la jinetera o los extranjeros que se dejan caer por la isla maravillados por todo tipo de encantos los encontramos en la obra muy bien caracterizados.

La novela  tiene suspense y en ella encontraremos momentos de erotismo junto con diversas tendencias sexuales en los personajes, pero lo que está presente en muchos pasajes de la novela es el humor, que sirve para diluir la tensión del relato. La novela tiene ritmo, pues es de lectura sencilla y rápida gracias a que la trama de la obra lleva con facilidad al lector. Chavarría es un gran comunicador y esa faceta suya se refleja en su forma de escribir y contar cosas. No hay que olvidar que una de sus facetas fue la de guionista para el cine y la televisión

La alternativa republicana. Un ejercicio de higiene democrática

La alternativa republicana. Un ejercicio de higiene democrática

Realizar una propuesta republicana en el Estado español debería de situarse dentro de la normalidad democrática, pero, hoy en día sigue siendo un ejercicio complejo, al seguir estigmatizada por algunos sectores de la ciudadanía, al percibirla como una propuesta de la izquierda rupturista que siempre tuvo un tono crítico con la Transición y con lo que vino de la mano de ésta: el régimen del 78.

El pilar en el que el régimen del 78 tenía previsto sustentarse era la Constitución y dentro de ese pack venía incluida la monarquía, institución que el dictador ya se había encargado de recuperar como forma de gobierno a través de la Ley de Sucesión que fue aprobada en 1947, reservándose la potestad de nombrar al futuro monarca. Cuando entendió que era el momento, designó al que sería el futuro rey y el nuevo régimen surgido de la Constitución del 78 no solo no puso reparo alguno a dicho nombramiento, sino que acabó por encumbrar a la monarquía como vértice superior de la pirámide del régimen. La estrategia del régimen era que no hubiese posibilidad de elección, el todo o nada.

Al hablar de república a uno le viene a la mente las dos experiencias que ha habido a lo largo de la historia y que tienen como denominador común el intento de modernizar el Estado español para asemejarlo a los países europeos de la época, pero sucumbieron a los ataques que recibieron desde el primer momento por las élites existentes, más preocupadas en salvaguardar sus privilegios e intereses económicos que en el avance de la sociedad del momento.

Desde que accedió al trono el rey Juan Carlos I la llama republicana ha estado siempre encendida, aunque durante bastantes lustros no haya tenido la suficiente intensidad para abrir un debate en la población. Pero en los últimos diez años las tornas han ido cambiando y desde hace tiempo la institución monárquica no pasa precisamente por sus mejores momentos y es que se han vivido situaciones que han deteriorado su imagen hasta el extremo que hace algunas décadas esta circunstancia hubiera sido inimaginable.

En toda esa vorágine de escándalos de corrupción en los que el epicentro está siendo la monarquía representada por quien ha sido figura visible en los últimos cuarenta años, Juan Carlos I, pero sin olvidar a otros miembros destacados de la Corona, me parece interesante traer aquí el libro  “La alternativa republicana” de Hugo Martínez Abarca (Editorial Catarata), publicado en junio de 2021. Es un ensayo en el que su autor realiza un repaso histórico de los últimos cuarenta y cinco años y para ello desarrolla su trabajo bajo los siguientes ejes: la figura de los dos monarcas que ha habido durante ese periodo, examina la construcción del mito de la Transición y la corrupción que ha inundado las estructuras políticas y económicas del régimen del 78.

Antes de pasar a comentar el libro, no quisiera pasar por alto el prólogo realizado por Luís Alegre. En un libro de estas características, en el que se hace un relato de las últimas cuatro décadas, realiza algunas reflexiones que merece la pena tenerlas presente, como qué es el patriotismo y en lo que lo han convertido todos aquellos que diariamente utilizan ese término como arma arrojadiza.

Al hablar de la monarquía, Luís Alegre lanza algunas preguntas que a lo largo de este libro encontraremos las respuestas. Se pregunta “si la monarquía tiene más poder que el que nos imaginamos”, algo que no se recoge en ningún texto legal, y va más allá cuando se pregunta “si es la piedra angular desde la que se articula y constituye la arquitectura de las élites”. Luís Alegre quizá realiza una de las mejores definiciones de lo que es la Corona al decir que “es símbolo de la unidad y permanencia de una arquitectura de élites dispuestas a bloquear cualquier opción de progreso allí donde despunte en los más mínimo”.

Hugo Martínez Abarca, a la hora de realizar el relato de estos últimos cuarenta y cinco años, divide el libro en tres bloques en los que narrará como se ha ido moldeando y retorciendo el relato de la Transición (lo que el autor denomina “la construcción del mito de la Transición”), la deriva de la monarquía a lo largo de este periodo, para finalizar tratando de enfocar lo que debe de ser hoy en día una alternativa republicana. Y todo el relato va acompañado de algo que ha sido el santo y seña de la monarquía española y de las élites económicas y políticas: la corrupción estructural, siendo la monarquía la cabeza más visible.

Todo proyecto de cambio necesita tener un nombre y para el autor no hay otro que el de república, un nombre que “representa una ruptura con el pasado”, pero ello exige “eliminar muchísimas connotaciones hoy asociadas en España a la república y enriquecerla con connotaciones más compartidas, modernas y esperanzadoras”. Y es en este aspecto donde este ensayo supone una ruptura con la defensa que se hace de la república desde la izquierda. En palabras de Hugo Martínez Abarca, la propuesta republicana “pasa por hacer de la república una imagen de un proyecto popular y democrático” que englobe la modernidad, la justicia, la ecología, el feminismo y que sea europeo.

La “vinculación simbólica y emocional” de la república con la izquierda española es el principal impedimento que tiene este término para poder ser el nombre del cambio en España. Por ello plantea una alternativa no sólo republicana para España, sino también al tipo de republicanismo. Porque si en innumerables ocasiones los acérrimos defensores de la monarquía son quienes más la empujan al abismo, “la república como bandera de la izquierda imposibilita su emergencia como motor del cambio de país”. La II República, anhelo histórico de la izquierda, pertenece a un tiempo histórico diferente al que vivimos en la actualidad y la llegada de una república solo puede lograrse si se da un movimiento que englobe a la mayor parte de la ciudadanía.

La primera parte del ensayo, bajo el título “formación del espíritu de la Transición”, es un repaso de lo que fue realmente la Transición y la posterior idealización de esta etapa, mediante la creación de un relato. El autor cuando habla de este periodo lo realiza en los siguientes términos: “Cuando hablamos de la Transición (con mayúsculas) en realidad hablamos de un relato a medio camino entre lo místico y lo épico que se construyó muchísimo después, básicamente entre 1995 y 2002 “.

Trata algunas cuestiones de todo ese periodo como el tan idolatrado “consenso”. Una palabra que formaba parte de la retórica de la Transición. Hugo Martínez Abarca realiza un análisis crítico a este concepto y en lo que se ha convertido. Pues el consenso “dificulta todo cambio” y “la justicia nunca se conquista por gracioso acuerdo con quien se beneficia de la injusticia”, todo lo contrario que la democracia pues una de las virtudes consiste en ser la herramienta para gestionar las diferencias existentes en una sociedad plural. Una de las características de la democracia, es que “canaliza de forma pacífica y legítima los disensos”. Pero el consenso ha acabado transformándose en “derecho de veto” de los sectores más inmovilistas a la hora de poder realizar cualquier cambio que reclama la sociedad.

Para el autor, la sacralización de la Transición ha sido un instrumento de gran utilidad para el “conservadurismo” tanto de izquierdas como de derechas, pues ha servido para impedir cualquier tipo de cambio y ha impedido solucionar problemas que se arrastraban desde el inicio de este período.

Sin embargo, para Martínez Abarca, la cultura política de la Transición llegó a su fin con la llegada de Aznar pues antepondrá el partido al Estado, llegando a usar “el llamado constitucionalismo, la Transición y el 78 como identidad propia”.

Explica de forma sucinta las dos diferentes etapas de lo que fue el periodo de Aznar en el Gobierno. Una primera en la que ensalza a Azaña, como intelectual y político por su labor para “construir en España una democracia moderna e ilustrada” y a Cánovas como “demócrata moderado y con sentido de Estado”. La segunda etapa fue la que se vivió durante su segunda legislatura en la que gozó de mayoría absoluta. Desarrolla el cambio radical de discurso que se da a partir de ese momento, impulsando el revisionismo histórico, haciendo un nuevo relato de la Transición con la finalidad de acometer “una construcción ideológica usando la idea del patriotismo constitucional y retorciéndola hasta hacerla sinónimo de nacionalismo español”.  El régimen del 78 se “definía por dos valores: unidad de España y monarquía”. Y lo más grave de este discurso era que todo aquel que se saliera ni era constitucionalista y ni era demócrata. Toda esa etapa se convierte en lo que Martínez Abarca llama “autoritarismo liberal”. Es la época en la que se da un recorte de libertades políticas en nombre de la lucha contra ETA, hasta llegar a construir una teoría de que “todo lo que no sea PP es susceptible de ser ETA”.

Para el autor, la cultura de la Transición ha sido derrotada, sobre todo con la llegada del 15M, pero lo que no ha sido derrotado hasta la fecha es el régimen del 78, pues las instituciones han sobrevivido a todos los movimientos que han puesto en tela de juicio la política de las últimas décadas.

La segunda parte del libro, sin duda, entra a fondo con la institución monárquica. El hecho que a partir de 1995 se fuera haciendo un relato de la Transición cada vez más restrictivo, lo convertía en algo cada vez más excluyente, pero también su aislamiento era mayor, hasta llegar un momento que cada vez más personas se ubicaban más lejos de lo que representaba Transición y el régimen del 78.

En el ensayo se va recogiendo una serie de factores que van haciendo perder legitimidad democrática a la monarquía, entrando en una deriva en la que cada vez menos españoles se sienten representados por esta institución hasta llegar el momento en el que Juan Carlos I se ve obligado a abdicar.

El autor destaca la fragilidad actual de la monarquía al tener “dos gravísimos problemas, el generacional y el territorial”, debido al rechazo que suscita esta institución entre los nacidos en democracia y los nacionalistas vascos y catalanes. Y eso le hace tener “un problema de futuro”. Pero incide en el factor generacional como “el más estructural a largo plazo”.  Esto se ve reflejado en las diferentes encuestas y estudios que se han realizado sobre la institución.

Hace una defensa por la que los republicanos no pueden esperar a que la monarquía caiga con el paso del tiempo gracias al crecimiento de su rechazo. La propuesta republicana tiene un recorrido importante en la regeneración democrática, teniendo presente las dudas que pueden surgir en muchos ciudadanos a la hora de sumarse a la opción republicana pues el hecho que la monarquía tenga un rechazo no es sinónimo que la alternativa sea aceptada.

Repasará los negocios ilegales del emérito, su conexión con el tejido empresarial español, como desde el inicio de la Transición “el Estado se ponía al servicio de los negocios corruptos de Juan Carlos I” y como llegado el momento entrará en esta ecuación el Parlamento, gracias a los partidos que sustentan el régimen (PSOE, PP, Cs y VOX), para hacer saltar por los aires los principios del Estado de derecho. De hecho, el autor lo describe diciendo que “la protección al monarca hacía retorcer (vulnerar) la legalidad hasta el extremo que hacían pensar que de una monarquía parlamentaria estábamos pasando a un parlamento monarquizado”. Todo ello ha creado un ambiente para que la corrupción se haya institucionalizado. Un efecto dominó que tiene su origen en la cúspide de la pirámide del Estado y que se ramifica por el resto del poder político y económico. Para ello aportará una serie de casos de prácticas corruptas, algunas de dominio público y otras que han podido pasar más desapercibidas para gran parte de la opinión pública.

Si para el autor “lo mejor que podía pasar a la monarquía para no ser cuestionada es pasar desapercibida, formar parte del paisaje”, la monarquía empieza a salir de la irrelevancia política para tomar partido en cuestiones de carácter político. El caso más grave y con mayor repercusión que recoge el ensayo es el discurso de Felipe VI el 3 de octubre de 2017, a raíz de la movilización soberanista que se dio en Catalunya con motivo del 1 de octubre. Rompe con el papel que había tenido la monarquía de 1978 para “tomar partido de forma beligerante con una posición que no era unánime” en el conjunto de la sociedad. Y en este tema quiero rescatar la reflexión que realiza Luís Alegre en el prólogo de este ensayo, al señalar que es “la quiebra definitiva de la legitimidad monárquica” al renunciar a su función moderadora y arbitral. El hecho que se haya posicionado en este tema y guardar silencio sobre otros temas le acaban dejando en evidencia. Y sin ir más lejos, estos días el rey ha vuelto a actuar de parte al no informar a todos los partidos sobre su patrimonio, limitándose a informar a los que sustentan el actual régimen. A dado la espalda una parte muy importante de la ciudadanía para hacer política sin tener legitimidad alguna.

El ensayo también recoge dos momentos en los que la monarquía toma partido para “consolidar los factores culturales e ideológicos más conservadores, tradicionalistas y ligados al catolicismo”. Uno es la entrevista que Pilar Urbano hizo en 2009 a Sofía, en la que “destapa los planteamientos más reaccionarios de la reina frente a los avances que estaba dando la sociedad española”, posicionamientos que en muchos casos ni la extrema derecha los lleva al extremo de los planteamientos de la emérita.

El otro es el acto de nombramiento de príncipe de Asturias, tanto cuando fue nombrado Felipe de Borbón, como cuando ha sido nombrada su hija Leonor. Dos discursos similares, llenos de valores tradicionalistas cristianos en los que la nación española está unida al cristianismo y a la lucha contra los musulmanes que nacieron y vivieron en la Península Ibérica, señalándolos como enemigos invasores.

La tercera parte del ensayo, que titula “el emperador está desnudo”, la inicia haciendo un símil entre el traje del emperador y la Transición, pues cualquier parecido del relato con la realidad es pura coincidencia. Martinez Abarca continúa con un rápido repaso de la crisis de 2008, el colapso del sistema financiero, el saqueo de las cajas de ahorros, siendo el Estado el que financió todo el desastre, pero pagando un alto coste los trabajadores, siendo el recorte de derechos laborales una de las herramientas más utilizadas. Pero donde hace una parada importante es en lo que denomina “tres fotos de familia”: El Escorial, en referencia a la boda de la hija de Aznar, pues fue la foto de la Gürtel, Bankia, para explicar lo que supuso esta entidad financiera en la compra de voluntades de políticos de la oposición e Iñaki, para hablarnos de la corrupción de la Casa Real, a través del yerno del rey y sobre el que hubo un procedimiento judicial con condena.

Se adentra en lo que supuso el 15 M. Esa nueva generación que ponía en tela de juicio la Transición, el bipartidismo, la apelación a una “democracia real” y que se posicionaba en contra de las elites políticas y económicas. Ese discurso que recogió Podemos en su primera etapa basado en dos conceptos: la denuncia de las élites y el antagonismo entre los de abajo frente a los de arriba. Al analizar toda esta etapa, se adentra a exponer la evolución que se dio en Podemos, desde su nacimiento como herramienta que nace como la maduración del 15M. Si el Podemos inicial era una expresión política necesaria, puesto que la no participación en política era regalar las instituciones a las élites que habían controlado todo hasta la fecha, hay un posterior abandono de ese “discurso innovador, rupturista y transversal heredado del 15M”, para recuperar el discurso de la izquierda clásica, utilizando la república como eje aglutinador de la izquierda.

Sin duda, esta es la parte más herética del libro, pues junto con algunos argumentos que realiza en la introducción, es donde construye un discurso que rompe con la tradición republicana existente y Martínez Abarca lo expresa en los siguientes términos: “la república como bandera de la izquierda imposibilita su emergencia como motor del cambio de país”. Aboga por una república incluyente, defensora de los derechos y libertades más avanzadas, contrapuesta a la corrupción y enemiga de las élites. Una república despojada de “tradiciones identitarias políticas del pasado”. En esta línea trata el tema de los símbolos y, en concreto, el de la bandera, que entiende que la ve más como la representación de la nostalgia que de la esperanza republicana.

Reivindica la modificación del imaginario colectivo, para desterrar los episodios más reaccionarios de la historia, para unir la lucha por la república con una serie de acontecimientos históricos dignos ser tenidos en cuenta. De todos ellos voy a enumerar únicamente tres: El modelo federal de la I Republica Española de la mano de Pi i Margal,  la solidaridad internacional reflejada en las Brigadas Internacionales y la aportación a la lucha antifascista durante la II Guerra Mundial.

El ensayo de Hugo Martínez Abarca es una aportación que podrá tener detractores dentro del espacio republicano, pero que es necesaria tenerla en cuenta si se quiere construir un discurso que sirva para atraer a todas aquellas personas que ven a la monarquía como el mayor obstáculo para lograr una transformación pero les falta dar el paso para percibir a la I Republica del siglo XXI como un ejercicio de higiene democrática.

Bastan cinco minutos

La pérdida de un ser querido es una de las mayores tragedias a las que se enfrenta el ser humano a lo largo de la vida, pero, sin duda alguna, hay algo que supera con creces esta situación: su desaparición. Cuando se produce esta circunstancia su círculo familiar más íntimo, padres, hermanos, etc. entran en un proceso que tiene que ser imposible explicar para alguien que no haya vivido una circunstancia similar, pues “se sufre más por un desaparecido que por un muerto, y, sobre todo, se sufre durante mucho más tiempo. Un círculo de dolor que no se puede cerrar ni siquiera ante la rotunda certeza de la muerte”.

Cuando se resuelve la desaparición, aunque el desenlace sea por la localización sin vida del desaparecido, en muchos casos se transforma en un descanso o si se me permite, un alivio para la familia, pues se “cierra el círculo de angustia y sufrimiento abierto tras la desaparición de uno de los suyos”. Sus allegados salen de la burbuja de la incertidumbre de su destino y no deja de ser un reencuentro con ese ser querido, aunque, desgraciadamente, sea con sus restos materiales. Por fin se “cierra el círculo del dolor”.

Si la persona que desaparece pertenece a una comunidad o pueblo oprimido y/o desplazado de su tierra, sin lugar a dudas, el sufrimiento ahondará más en sus seres más queridos.

El tema de la identificación de un cadáver es el argumento principal de la novela “Bastan cinco minutos” de Juan Carlos Berrio Zaratiegi (Editorial Txalaparta) y publicada en noviembre de 2021.

La novela, perteneciente al género de la novela negra, está ambientada en Navarra y discurre a principios de 2016, cuando a un Policía Foral, que retorna a su profesión después de un largo periodo de excedencia, le asignan la investigación de un caso archivado hace más de una década: la aparición de unos restos humanos cuya identidad es desconocida.

En la novela el autor reflexiona acerca de lo que supone el quitar la vida a una persona y hacerla desaparecer. “Un crimen miserable”  hecho que muestra como “bastan cinco minutos para ser un canalla”.

A partir de que el protagonista toma las riendas de la investigación, la novela irá colocando a través de su argumento conflictos políticos y ciertas cuestiones de actualidad en la época en la que transcurre el relato, que servirán para armar el argumento de la trama del libro.

La novela, a través de su argumento, es el vehículo que utiliza al autor para ir exponiendo el problema saharaui, la lucha que lleva el Frente Polisario y la situación en la que se encuentra este pueblo, que en 1975 fue abandonado a su suerte, al que nadie le dejó elegir su futuro, para seguir bajo el yugo de las políticas coloniales de los países occidentales. A lo largo del relato, el lector irá conociendo datos que le ayudarán a empatizar con la causa del pueblo saharaui. Un conflicto que dura más de cuarenta años y que no parece que por parte de Occidente haya un deseo de resolución acorde a los tiempos en que vivimos y a las necesidades de este pueblo que se encuentra desplazado de su tierra de origen. Una vez más se ha impuesto la realpolitik. 

Un elemento, que el autor utilizará en la última parte de su novela para engarzar la trama de la obra, es la disputa que se dio a principio de los dos mil con el legado artístico de Jorge Oteiza y los problemas que surgieron en la fundación que se creó para la gestión de sus obras. Un conflicto que tuvo varias vertientes, entre ellas la política. Esta cuestión sirve a Juan Carlos Berrio Zaratiegi para ambientar el desenlace de su libro. Los diferentes enfrentamientos que saltaron a la opinión pública entorno al museo que albergaría la obra de Oteiza y los entresijos de los conflictos que se produjeron entorno a su legado.

El autor ambienta la narración con alguna cuestión de actualidad de la época en la que transcurre la novela (2016). A lo largo de la investigación que va llevando el protagonista, agente de la Policía Foral, aflorará la situación convulsa que se vivía en ese cuerpo policial debido a los aires de cambio que llegaron a la política en Navarra de la mano del nuevo gobierno foral y las luchas internas que se suelen dar en los cuerpos policiales, en los que la estructura jerárquica es algo más que una forma de organización.

El autor muestra el drama de la inmigración ilegal y las contradicciones que surgen en las sociedades del primer mundo. Ese choque existente entre ricos y pobres, en el que los primeros “levantan muros” para ignorar la pobreza que tienen delante de ellos.

Juan Carlos Berrio Zaratiegi, a través de los diálogos que mantiene el protagonista con algunos de los personajes más importantes, abordará temas de índole ética que surgen con motivo de la investigación que está realizando. Términos como verdad, justicia y reparación serán algunos de lo que el literato mencione a través de los personajes que aparecen en el libro.

La lectura de la obra es amena, con una trama bien construida en la que no falta el suspense y si hay que ponerle alguna objeción es que en una novela de este género uno espera que transmita más tensión al lector.

El manifiesto de San Andrés. El nacimiento de Acción Nacionalista Vasca (ANV-EAE)

El manifiesto de San Andrés. El nacimiento de Acción Nacionalista Vasca (ANV-EAE)

Introducción

Tal día como hoy, 30 de noviembre, día de San Andrés hace 91 años tuvo lugar el inicio político de la primera organización abertzale y de izquierdas. Estoy refiriéndome a Acción Nacionalista Vasca-Eusko Abertzale Ekintza (ANV-EAE) y conocido en los ambientes abertzales como Acción Vasca[1].

El 30 de noviembre de 1930, los fundadores de ANV sacan a la luz un manifiesto que será conocido por el Manifiesto de San Andrés.

Fuera de Euskal Herria las siglas ANV a muchas personas les dirán pocas cosas y a la gran mayoría les vendrá a la mente que fue un partido ilegalizado por el todopoderoso juez Garzón, un partido más que, al amparo de esa teoría en la que todo era ETA, fue proscrito. Pues bien, cuando ETA empezó a dar sus primeros pasos en diciembre de 1958, ANV-EAE ya tenía casi treinta años de existencia, ahí es nada.

Es necesario refrescar muchos acontecimientos de la historia de Euskal Herria para que no caigan en el cajón del olvido la actividad política que protagonizaron a lo largo de la historia muchas organizaciones políticas vascas en el ámbito de la izquierda abertzale, entre las que se encuentra ANV-EAE.

El Manifiesto de San Andrés. El nacimiento de Acción Nacionalista Vasca
Portada del libro “ANV, el otro Nacionalismo. “, Editorial Txalaparta

Hay algunas publicaciones donde se pueden encontrar datos de interés sobre la historia de ANV-EAE, como puede ser en la Enciclopedia Auñamendi y en algún que otro artículo del ámbito universitario, pero quizá uno de los trabajos más exhaustivos sea el que realizó Eduardo Renobales, que con el título “ANV, el otro nacionalismo. Historia de Acción Nacionalista Vasca-Eusko Abertzale Ekintza” (Editorial Txalaparta) en algo más de 400 páginas, el autor hace un recorrido por la historia de esta formación política hasta los años 80 del pasado siglo.

Lo que a partir de aquí expongo son unos apuntes de lo que fue este partido, sobre todo, en sus primeros años de andadura, desde su fundación hasta el golpe de Estado de julio de 1936.

  • Antecedentes históricos

Si en 1921 el nacionalismo vasco se divide en las organizaciones Aberri y Comunión Nacionalista Vasca, a esto hay que añadirle el Directorio Militar de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) que trajo consigo la consiguiente represión.

En los años 20, con una antigüedad de cuarenta años, el nacionalismo vasco seguía anclado en la teorización que realizó Sabino Arana, es decir, los pilares fundamentales de la teoría nacionalista se asentaban en la raza y la religión. Eran el dogma incuestionable del nacionalismo aranista. “Raza era pureza de raza; nacionalista únicamente podía ser aquel que podía presumir de ocho apellidos vascos. Religión no era catolicismo, era integrismo religioso. El vasco nacionalista era católico, en la misma medida que era vasco”.

En 1930 dentro del proceso de convergencia entre las dos organizaciones que surgieron en 1921 un grupo de militantes de Comunión Nacionalistas Vasca  empiezan a abrirse camino con el objetivo de realizar una actualización de los fundamentos ideológicos sabinianos. Realizan una deconstrucción del nacionalismo sabiniano porque romperán sus pilares para realizar una nueva construcción de la ideología nacionalista. Si para el nacionalismo de Arana el lema “Jangoikoa eta Lege Zaharrak” (Dios y las Viejas Leyes) es de donde se cimenta el edificio ideológico para el nuevo grupo que va a surgir a finales de 1930 desterrarán este lema y todo lo que él puede representar y generar.

  • Breves datos históricos

Acción Nacionalista Vasca (ANV) nace en Bilbao el 30 de noviembre de 1930, dándose a conocer mediante el Manifiesto de San Andrés. Fue la primera organización política abertzale y de izquierda y de una profunda concepción republicana. Si bien no fue un partido de grandes masas tiene una importancia muy relevante a lo largo de su historia. Con menos de un año de vida de ANV se proclama la II República española y desde un primer momento se posiciona en favor de ella, entrando a formar parte de algunas de las candidaturas del Frente Popular. Esta cuestión le diferenció del PNV que “se mantuvo neutral en el dilema Monarquía o República en España en 1930-31, como algo que no le interesaba”.

Durante todo el periodo de la II República tiene buenas relaciones con Ezquerra Republicana de Cataluña (ERC). Cuando se produce el golpe de Estado de julio de 1936, automáticamente se posiciona en defensa de la legalidad existente y sus militantes se organizan para defender a la II República.

Durante el tiempo que duró la Guerra Civil organizó varios batallones que pertenecieron al Eusko Gudarostea (Ejército Vasco), tomando parte en algunos de los enfrentamientos más importantes en el frente vasco. Durante esta etapa los batallones de ANV-EAE tuvieron una participación activa en todas las batallas importantes que se dieron en el frente vasco así como en el frente de Asturias en la ofensiva para la toma de Oviedo.

En el frente vasco hay que destacar la participación que tuvo en la ofensiva de Legutio, en concreto en la batalla del monte Albertia.  El Batallón nº 6, ANV-1 (Batallón Olabarri), que junto al batallón Isaac Puente de CNT fueron la fuerza de choque que más sufrió los bombardeos de la aviación alemana en la zona del Albertia. En la batalla de Areces (Asturias) participó el batallón Eusko Indarra de ANV-EAE, junto con al batallón CNT-3, donde cayó el comandante Cándido Saseta. Este batallón ekintzale también tomó parte, junto al batallón Celta de la CNT en la batalla del monte Kolitza (Balmaseda).

Con la caída de la II República muchos militantes sufrieron la represión y el exilio. Militante de ANV fue el capitán Kepa Ordoki que formó una compañía de voluntarios vascos a instancias del Lehendakari Aguirre para luchar contra la invasión alemana en territorio francés, entrando en París bajo la ikurrina el día de la toma a los alemanes.

La mayor parte de los militantes de ANV que partieron al exilio tuvieron como destino México, Venezuela, Argentina y algunos Iparralde. Se organizó en el interior, pero no pasó de ser un partido de escasa implantación.

Después de la muerte de Franco retomó su actividad política y se presentó a las elecciones de 1977 en la que no sacó ningún diputado. Participó en la creación de la coalición Herri Batasuna estando representado en su Mesa Nacional, permaneciendo en ella cuando la coalición se transformó en partido. Cuando Herri Batasuna se disolvió para la fundación de Batasuna mantuvo sus siglas como partido político siempre dentro del espectro político de la Izquierda Abertzale hasta que fue ilegalizada por el Tribunal Supremo en el año 2008.

Por lo que respecta a los congresos que celebró decir que desde su nacimiento, el 30 de noviembre de 1930, mediante el manifiesto fundacional tiene varias asambleas pero su primer congreso se demorará hasta 1936, poco antes de la sublevación fascista. Su segundo congreso no se celebrará hasta la muerte de Franco en 1976. El último congreso que celebra esta organización es en junio de 2002, siendo este su X congreso.

El 8 de febrero de 2008 el juez Garzón suspendió por un periodo de tres años las actividades de ANV dentro de la teoría de que todo es ETA, proceso que posteriormente desembocó en la ilegalización del partido por parte del Tribunal Supremo.

  • Fundamentos ideológicos

En principio, para analizar los fundamentos ideológicos de una organización política hay que dirigirse a los documentos ideológicos y políticos aprobados en sus diferentes asambleas y/o congresos, pero posteriormente no hay que dejar de perder la perspectiva de su praxis política diaria. Esta forma de estudio en el caso de ANV, hay que aplicarla, aún más si cabe, porque la evolución del partido se va dando en su lucha política diaria, madurando sus posicionamientos ideológico-políticos hasta que son posteriormente aprobados en sus diferentes congresos.

El nacimiento de ANV hay que situarlo en las postrimerías del Régimen monárquico –noviembre de 1930- lo que le obliga a entrar en una dinámica de trabajo político que en muchos casos le va a impedir profundizar ideológica y políticamente al estar volcado en labores políticas de cara al exterior. No hay que olvidar que en abril de 1931 se celebran elecciones municipales, proclamándose a los pocos días la II República y celebrándose posteriormente unas elecciones legislativas.

 

El manifiesto de San Andrés. El nacimiento de Acción Nacionalista Vasca (ANV-EAE)
Monolito ANV

En el Manifiesto de San Andrés los fundadores de ANV ponen las bases ideológicas y programáticas de esta organización política. Este manifiesto no es un documento extenso, el cual se divide en tres bloques: Base ideológica, norma fundamental de su actuación y criterios de actuación en los momentos actuales, que a su vez se divide en dos apartados. Los dos primeros bloques son breves pero condensan en ellos su ideología y su forma de actuar. En el tercer bloque desarrolla la forma de hacer política con respecto a Euskadi y con respecto al Estado español.

En la base ideológica propugna el derecho a la libre determinación del pueblo vasco

“La afirmación efectiva y eficaz de la personalidad nacional del País Vasco […] originada por la estimación sentimental y reflexiva de sus características, afianzadas en la voluntad popular; y el reconocimiento y adhesión a todas las consecuencias naturales, lógicas y jurídicas que de esta afirmación se derivan y que, a su vez, cristalizan en la decisión de propugnar y recabar para la colectividad nacional vasca un régimen político que le permita disponer libremente de sus destinos”.

La norma fundamental de actuación se basa en la actuación conjunta con cualquier organización que reconozca “la personalidad propia y diferencial del país”. Lo que podríamos definir como el reconocimiento de Euskal-Herria como pueblo.

Por lo que respecta a los criterios de actuación que se plantea a nivel de Euskadi son:

  • La difusión del euskera y la cultura vasca.
  • Trabajar políticamente para una cohesión política y administrativa de Euskadi.
  • Labor política en favor de la problemática social existente, en concreto lo referente a la relación capital-trabajo.
  • La colaboración con cualquier partido político que se posicione a favor de los derechos de Euskadi o que persiga la “constitución de un Estado español menos unitarista que el actual”.

Por lo que respecta a los criterios de actuación con respecto a España:

  • Plantea un trabajo conjunto con los partidos que reconozcan los derechos nacionales de los pueblos que forman el Estado español, así como que tengan una concepción progresista de la cuestión social:

“Colaborando con los partidos que reconozcan los derechos de las colectividades nacionales a disponer de sus destinos: que tiendan a una estructuración del Estado español menos unitarista que el actual: que mejor garantice los derechos individuales […] que resuelva con mayor espíritu de justicia y equidad los problemas sociales; que reduzcan el Ejército a la esfera de su propia función…”.

  • Reconoce la existencia de diferentes pueblos dentro del Estado español con los que desean que las relaciones sean cordiales.

ANV nace como fruto de una serie de influencias que tiene desde las reflexiones de algunos personajes públicos de ideología independentistas, pasando por la ponencia que se manejó para la fusión de Comunión Nacionalista Vasca y Aberri y la influencia del nacionalismo republicano catalán (ERC), así como algunos de los movimientos independentistas que se daban en ese periodo en Europa, en concreto, el Sinn Féin irlandés.

Como se ha dicho con anterioridad, ANV inicio un camino de deconstrucción del nacionalismo sabiniano para construir un nacionalismo democrático, progresista, aconfesional y profundamente republicano. Rechaza los dos aspectos en los que se fundamenta la ideología sabiniana: Jangoikoa eta Lege Zaharrak (Dios y las Leyes Viejas). La confesionalidad es sustituida por la Patria y la tradición aranista recogida en las “Leyes Viejas” o derechos históricos será marginado por el concepto de libertad entendido como derecho de autodeterminación. De ahí que el lema de ANV sea el de Aberri ta Askatasuna (Patria y libertad).  ANV asume la aconfesionalidad como base ideológica y política siendo respetuosa con el hecho religioso. De hecho, los fundadores y líderes del partido son católicos pero parten de la premisa que el factor religioso debe de quedar separado de la ideología política. Por lo que respecta a la raza, si bien “admite la raza como cimiento de nacionalidad” la obvia para dejarla sin valor político para llegar a condenar el racismo. Un lema clásico de ANV en esta época es “No importa de dónde vienes, sino a donde vamos”.

ANV hace una apuesta táctica de llegar a acuerdos políticos con toda organización política que reconociendo al pueblo vasco como hecho diferencial dentro del Estado apueste por una configuración federal del Estado español.

  • Evolución de ANV durante la II República

Por lo que respecta a la evolución del nacionalismo vasco progresista, representado en ANV, hay que decir que su primer congreso no se celebra hasta 1936. Sin embargo, como se ha dicho con anterioridad, la praxis política seguida por esta organización sirve para poder decir que poco a poco va avanzando hacia el campo socialista no marxista. Los artículos que aparecen en la prensa y revistas de esta organización son muy elocuentes al respecto.

ANV se mueve dentro de los parámetros de un nacionalismo moderno en el marco de una sociedad industrializada y social y políticamente plural. Su concepción de separar la religión de la política, definiendo “el hecho religioso como una opción estrictamente personal y no social o grupal” y fraternal con la emigración le enfrentará a los defensores del nacionalismo tradicional.

Desde el arranque de la II República se posiciona en favor de una Constitución federal para el Estado español y de la formación de un Gobierno Vasco provisional, siguiendo los pasos de la Generalitat de Cataluña, si bien la cuestión catalana estaba recogida en el Pacto de San Sebastián firmado por las fuerzas antimonárquicas. El partido se vuelca en la consecución de un Estatuto lo que le lleva a ir posponiendo el debate en el plano económico y social.

En un documento de febrero de 1933, con motivo de la constitución de ANV en el territorio de Navarra, recoge el programa de esta formación. En él se reafirman en el “principio fundamental del derecho de autodeterminación que se hace extensiva a las nacionalidades históricas peninsulares”, aceptando como punto de arranque el Estatuto de Autonomía. En el ámbito religioso defiende la aconfesionalidad, “aceptando la catolicidad como acto íntimo y personal pero abjurando de la intromisión de la religión y la Iglesia en la política”. Como partido republicano defiende esta fórmula de gobierno como “la estructura estatal más democrática y equilibrada”. Realiza una denuncia de la situación socio-política posicionándose en favor de “socializar el sistema productivo y el régimen de propiedad”. Propugna “la distribución más equitativa de los rendimientos del capital y la igualdad social”, planteando “un sistema fiscal más equitativo consolidando los derechos de los obreros en toda su amplitud y con todas las prerrogativas internacionalmente reconocidas”. En el campo cultural y educativo se posicionan por una enseñanza que sea patrimonio del pueblo y que no sirva para favorecer a la clase privilegiada. “La socialización de la cultura es la base de la dignidad del hombre y del trabajador, y el motor del desarrollo de un país”, estando a favor de que sea obligatoria y gratuita. Defiende la creación de una Universidad Pública Vasca y la defensa del euskera.

Este documento es mucho más avanzado que el Manifiesto de San Andrés. Es un avance ideológico hacia la izquierda que irá madurando hasta convertirse en una organización socialista no marxista. En este contexto, ANV utilizará dos lemas muy clarificadores: “Aberri ta Askatasuna” (Patria y Libertad) y “Euskadi libre, gizon libreentzat” (Una Euskadi libre para hombres libres).

Durante este periodo dentro de ANV conviven dos corrientes: moderados y progresistas que se reflejan en las asambleas que celebran durante la II República que van consolidando la ideología socialista.

I Congreso de ANV-EAE

En el I Congreso que celebra esta formación el 28 de junio de 1936 en Bilbao se produce el giro ideológico y político hacia el socialismo. Producto del trabajo político que ha llevado desde su fundación, ANV cierra este ciclo dando un salto cualitativo desde el Manifiesto de San Andrés al documento que es aprobado en este Congreso.

En este Congreso queda derogado el Manifiesto de San Andrés por un nuevo documento político más avanzado en consonancia con la última asamblea que esta organización celebró en Éibar en septiembre de 1935.

En el texto que se aprueba se define de forma nítida como un partido independentista. Su base ideológica se sustenta en el “reconocimiento previo de la personalidad nacional de Euskadi” definiéndola “como una colectividad nacional constituida por el conjunto de los siete Estados vascos” (los siete territorios que lo forman), y en base a ello hace una declaración en favor de la soberanía del pueblo vasco en los siguientes términos:

“Acción Vasca declara que el pueblo vasco no puede tener más norma reguladora de sus destinos que su propia y soberana voluntad y, en consecuencia, proclama aspirar a que Euskal Herria se rija y gobierne libremente por sus propios imperativos”.

Dentro de este contexto se posiciona en favor del internacionalismo fraternal entre los diferentes pueblos en los siguientes términos:

                “Aboga también Acción Vasca por una sólida hermandad entre los pueblos que, cristalizando en la constitución sobre las bases firmes de una federación de naciones, supere la artificiosa actual concepción de Estado y estabilice una era de convivencia y compenetración internacional progresivamente humana”.

                Es la primera vez que el nacionalismo vasco hace una declaración en la que se conjuga el derecho de Euskal Herria como pueblo a ejercer su soberanía nacional y a apostar por una solidaridad internacional entre pueblos diferentes. Este planteamiento supera el concepto existente dentro del nacionalismo sabiniano y de los nacionalismos europeos de corte tradicional.

                Por lo que respecta a la forma de gobierno se “considera indispensable la forma de gobierno republicana como garantía normal de desenvolvimiento de la democracia”, siendo partidarios de:

“dotar a dicha forma de gobierno de una estructura constitucional que asegure a los ciudadanos integrantes de la colectividad estatal vasca, la realidad y la eficacia de los derechos inherentes a la personalidad humana para, de ese modo, llegar a la ideal concreción de una Euzkadi[2] soberana de sí misma, con hombres soberanos de su propio fuero”.

Dentro de este planteamiento político “Euzkadi debe constituir un solo Estado indivisible” siendo solo reconocida “la voluntad popular como única fuente de derecho y origen exclusivo y legítimo de todo poder”.

Si dentro de la teoría política a la hora de reconocer al pueblo vasco como nación y ejercer su derecho para constituirse en Estado es una novedad respecto al nacionalismo vasco sabiniano, lo que será un salto cualitativo es su posicionamiento en el orden socioeconómico. Se posiciona en contra de la explotación capitalista como camino para preservar la dignidad de la humanidad

“Acción Vasca aspira a la implantación en Euzkadi de un régimen económico-social que suprima la actual dependencia de unos hombres sobre otros, como único medio positivo de asegurar a todos los ciudadanos el disfrute de una vida verdaderamente digna y libre”.

Por lo que respecta al sistema económico por el que se debe gestionar la economía vasca manifiestan que debe ajustarse “a la convivencia y necesidades generales de la nación y a la posibilidad de sus recursos”. Para ello, para ANV es imprescindible que el Estado vasco controle una serie de medios de producción que sean necesarios para el empleo de masas trabajadoras y que su finalidad sea el servicio al interés general:

“Es imprescindible que se halle en poder del Estado vasco la propiedad y, por tanto, la facultad de explotación, de la gran industria, suelo, riquezas naturales, fuentes de energía, medios de comunicación y de transporte, banca, seguros y, en general, todos los servicios fundamentales de la economía y de aquellas actividades que requieren el empleo de masas trabajadoras cuyo fin sea el servicio de interés general”.

Por lo que respecta a la actuación política va a conjugar el vasquismo y el internacionalismo “puesto que constituyendo el internacionalismo el reconocimiento y exaltación más ferviente y humano de la nacionalidad, estima que ambos postulados se complementan y robustecen al presentarse inmediatamente unidos”.

Su táctica política para el momento político “y en tanto se alcancen las metas fijadas en los principios fundamentales” (anteriormente expuestos) establece una serie de líneas generales que pueden definirse como su programa político a corto plazo que definen a ANV como una organización abertzale, internacionalista, de clase, aconfesional si tener nada que envidiar a cualquier organización de izquierdas del momento.


[1] Para la redacción de este artículo he utilizado como base el  libro de Renobales, Eduardo: ANV, el otro nacionalismo. Historia de Acción Nacionalista Vasca-Eusko Abertzale Ekintza. Editorial Txalaparta, Tafalla, 2005 y la Enciclopedia Auñamendi, que puede consultarse por Internet- Auñamendi Eusko Entziklopedia (eusko-ikaskuntza.eus). Los fragmentos de este artículo que están en cursiva están obtenidos de las obras anteriormente citas.

[2] Euzkadi: El término Euskadi en aquella época se escribía con “z”. La palabra Euzkadi es un neologismo que inventó Sabino Arana porque la palabra que siempre se había utilizado para denominar a los siete territorios históricos es Euskal-Herria. Posteriormente se ha uniformado la gramática y ha pasado a escribirse con “s”. En la actualidad con “z” únicamente lo suele utilizar el PNV.

¿Es posible una ética para el siglo XXI? Javier Sádaba nos da algunas claves

¿Es posible una ética para el siglo XXI? Javier Sádaba nos da algunas claves

Desde que Aristóteles escribió Ética a Nicómaco allá por el siglo IV a.C. han pasado más de 2.300 años y para el ser humano la ética sigue siendo un tema recurrente. Si bien el pensamiento del filósofo de Estagira sigue siendo piedra angular en todo lo relativo al razonamiento que gira alrededor del ser humano, la vida actual nada tiene que ver con la que vivieron en la Grecia Clásica. En la actualidad estamos inmersos en tiempos de incertidumbre, que se caracterizan por unos cambios vertiginosos, lo que obliga al hombre a interpretar las nuevas situaciones existentes para buscar unos códigos de conducta que nos puedan ayudar a que las relaciones con nuestros semejantes se muevan en unos parámetros lo más cercanos, en la medida de nuestras posibilidades, a la felicidad. Porque no olvidemos que la ética tiene como finalidad la búsqueda de la felicidad.

En estos tiempos de cierta zozobra por lo que nos pueda deparar el futuro, que se refleja en el los valores que hay en nuestra sociedad, el filósofo Javier Sádaba publicó en septiembre de 2020 su ensayo “Una ética para el siglo XXI”. Editorial Tecnos, en una edición de bolsillo.

Bajo un título un tanto sugestivo, Sádaba da respuesta desde una mirada ética al mundo en el que vivimos. Para ello, este ensayo de algo menos de 200 páginas, consta de seis capítulos. En cada uno de ellos “desde la perspectiva de la ética” se acercará a los desafíos que el ser humano tiene en la actualidad.

Estando inmersos en la pandemia que nos sacude, este libro puede ser una ayuda para poder afrontar los grandes problemas que tenemos en esta sociedad, teniendo muy presente los actuales avances tecnológicos que afectan directamente a las personas. 

  1. Ética y cultura.

Este primer capítulo lo desarrolla en tres partes. Lo inicia realizando un compendio de lo que es la ética para posteriormente abordar la cultura. Las enfrenta entre sí, para finalizar con las conclusiones del autor.

Al hablarnos de la ética, Sádaba lo inicia con una definición que nos sirve para tener presente en qué parámetros se va a mover a lo largo de esta obra: “ La ética o moral consiste en lograr el mejor modo de vida con uno mismo y con los demás […] En ser fiel a lo que uno cree y hacer el mayor bien a los otros evitando su mal”. A partir de aquí, inicia una síntesis de lo que es la ética. Si bien en este ensayo ética y moral los utilizará como sinónimos, da unas pinceladas de las diferencias existentes y los usos para la ética. Incide en que la ética o moral forma parte de las ciencias sociales o humanas, de ahí que factores como “la libertad humana la rodean de una inevitable incertidumbre”, pero sin llegar a ser algo arbitrario.

En este contexto en el que para responder a las dudas que surgen en el campo de la moral surgen las justificaciones o “Teorías Morales”, desarrollando cinco teorías: emotivismo, intuicionismo, la moral de la religión, deontologismo (principialismo) y el utilitarismo. Haciendo un discurso en el que desmonta las tres primeras teorías, se centra en el principialismo, siendo Kant su principal defensor y en el utilitarismo, representado por Hume, Bentham y Mill, para enfrentándolos entre sí llegar a la conclusión que lo ideal es combinar ambas opciones para “hacerlos complementarios”. Si “para el deontologista algo es bueno porque debe hacerse”, por el contrario “para el utilitarista algo debe de hacerse porque es bueno”. Para Sádaba hay que empezar siendo utilitarista, pero ha de haber una barrera compuesta de principios para neutralizar el egoísmo.

Este debate lo traslada a nuestros días utilizando la economía y los Derechos Humanos para analizar ambas posturas.

Deja para el final hablar, por un lado, del amoral, que sencillamente es quien rechaza las diferentes teorías para vivir al margen del resto de los seres humanos, siendo él el epicentro de su mundo y, por otro, quien opta por vivir la moral en su plenitud. Éste último elige el vivir La Vida Buena, teniendo como objetivo que todo el mundo viva mejor, lo que a esta persona le aporta “una satisfacción de conciencia que le hace sentirse a gusto con el resto de los humanos”.

Para el autor, el objetivo de la Vida Buena debería de estar siempre presente, aunque los avatares del día a día los vayan rebajando.

Al entrar a confrontar ética y cultura nos llevará a través de conceptos como la etología y biología, lo que desemboca en la relación entre los genes y la cultura, pues para Sádaba “la base de la cultura se entienda como se entienda, reside en la genética”.

Menciona tres formas culturales sobre las que les pasará el filtro de la ética para optar por una de ellas. Rechaza el concepto de cultura basada en “la posesión de los mayores conocimientos y sabiduría posibles” pues desde un punto de vista ético este concepto trae aparejados “el elitismo y la estratificación clasista de la sociedad”. La cultura como “transmisión social de conocimientos, entendidos estos en su sentido más amplio” la deshecha por el riesgo que “inmovilismo podría afectar a la transmisión social en cuestión”. Para el autor, una cultura dentro de los parámetros de la ética aconseja vivir la cultura de forma democrática. Une los conceptos ética, cultura y democracia. La cultura tiene que servir para “vivir el día a día con la mayor curiosidad posible” y una ética cultural debería “ayudarnos a que no nos engañen ni nos autoengañemos, a que sepamos aspirar a una manera política de vivir que nos haga convivir como iguales y con toda la libertad posible”.

Viendo los tiempos en los que estamos inmersos, con un ascenso de las ideas totalitarias, las palabras de Sádaba nos sirven para poner en valor el respeto a la diversidad cultural dentro de los valores democráticos.

  1. Ética y política.

Este capítulo es el más extenso. En él, el autor una vez que de la mano de Kant nos interrelaciona ambos conceptos al propugnar “el ejercicio de la política,.., sin entrar en colisión con derechos básicos de la persona”. Nos realiza un repaso histórico fugaz de las diferentes ideologías, arrancando en el siglo XVII con algunas pinceladas sobre el liberalismo político, para pasar a hacer una autentico repaso de las diferentes corrientes de la izquierda. Sin perder de vista que Sádaba se define como una persona libertaria, tanto en este libro como en el anterior que ha publicado[1], realiza un análisis en el que nos expone sus puntos de vista al respecto.

Al analizar las diferentes ideologías del entorno de la izquierda, uno de los interrogantes que se plantea Sádaba es dónde se encuentran en la actualidad los socialistas clásicos que se oponían a la lectura que el leninismo hacía en lo referente a la dictadura del proletariado. Por lo que respecta a la socialdemocracia, le asigna el papel de blanqueador del capitalismo. Y acabará realizando un análisis del anarquismo. La conquista o la destrucción del Estado no deja de ser el debate que a lo largo de los años ha sobrevolado en las diferentes corrientes de la izquierda.

Para Sádaba, el comportamiento de un partido ante “la conquista o la destrucción del Estado” o “cómo se confronta un partido político respecto a la estructura del Estado sirve hoy como criterio esencial para distinguir si se trata de un partido de la antigua usanza o de lo que se está llamando la nueva política”.

Todo este estudio tiene como finalidad realizar una crítica mordaz a lo que ha sido la trayectoria de la izquierda durante los últimos cincuenta años, sobre todo en el Estado español. Aboga por una democracia radical, en la que prevalezca la soberanía de los individuos, que están por encima de los políticos que se deben de limitar a ser “recadistas” de cada uno de los individuos “y no al revés”.

Es muy crítico con la teoría del mal menor que ha rondado en la izquierda española como argumento recurrente para aceptar la transición española, convirtiéndose “dogmáticamente en un principio incuestionable” que le ha llevado a encadenar fracasos, pues ha estado más preocupada en obtener poder que en “buscar alternativas … para construir una sociedad verdaderamente democrática”.

Para el autor, la ética, dentro del campo de la política, tiene que buscar una justicia para toda la sociedad, que sirva para mejora la vida de todos.

Desde el campo de la ética, profundiza en la democracia, las ideologías totalitarias y los Derechos Humanos donde nos hace un diagnóstico en el que pone el acento en la desideologización en la que se encuentra inmersa la sociedad actual. La ideología se va diluyendo hasta tocar suelo, lo que sirve de caldo de cultivo para el resurgimiento de la extrema derecha cuyos pilares son el totalitarismo y la negación de la democracia. Ante esta situación los “Derechos Humanos languidecen” al no tener una “ideología convencida que los defienda”.

Para Sádaba, el triunfo de la concepción utilitarista de la ética está llevando a esta pérdida de valores morales y a que “la democracia haga aguas”.

En la última parte de este segundo bloque, lo dedica a la “ética y la identidad local en el marco de un mundo global”. Nos expondrá una serie de conceptos como son identidad y globalización. Para ello vuelve a traer a colación la identidad cultural desde una perspectiva local y global. Sádaba nos dice que la cultura la hacemos los seres humanos, pues esta no está dada y la identidad cultural la va construyendo el ser humano, siendo el idioma, historia y tradición los tres motores de nuestra identidad cultural.

A la hora de desarrollar el estudio de la identidad local en el mundo global, como vasco y conocedor de la idiosincrasia de su pueblo, utilizará Euskadi y su identidad cultural como herramienta para realizar un análisis crítico de la situación en la que se encuentra.  A este respecto el filósofo portugalujo sostiene que “la identidad vasca tiene que ser vasca y universal. Conseguirlo, supone entender la identidad como un conjunto de rasgos distintivos que se modifican a lo largo del tiempo y que dependen de nosotros” y para ello entiende que “los vascos debemos de mantener aquello que nos constituye como tales”. A la hora de poder entender esta cuestión, el acervo cultural es una herramienta fundamental.

  1. Ética y Economía

Este capítulo no es de los más extensos, pero Sádaba sintetiza su discurso lo suficiente para que su análisis sea sencillo y ágil. Si economía y política tienen una relación estrechísima, capitalismo y liberalismo son dos caras de una misma moneda. Esto es una cuestión importante porque la crítica que realiza de la economía capitalista, va indisolublemente unida a la crítica al sistema político que lo sustenta, cuestión esta que ya ha sido tratada en el bloque anterior.

A la hora de hablar de ética y economía, se centra en la ética de la empresa o ética de los negocios, pues esta (la empresa) se ha convertido en el corazón de la economía capitalista. Sin la existencia de la empresa, el capitalismo no sería como lo conocemos en la actualidad. La empresa lo mueve todo, genera las condiciones necesarias para que el capitalismo se pueda expandir en todos los ámbitos, siendo la responsable de las desigualdades que sufre la sociedad actual. La empresa se ha convertido en el epicentro del sistema capitalista dentro de la aldea global en la que vivimos y en autentico “incitador al consumo”. Por tanto ¿qué mejor forma para hablar de la ética en la economía que haciéndolo sobre la empresa?

Sádaba, a lo largo de este bloque hace un repaso histórico de la concepción que han tenido de la empresa algunos pensadores y filósofos para pasar a analizar dos puntos de vista contrapuestos: los que propugnan una ética de la empresa y los que, por el contrario, realizan una crítica de raíz a este concepto. Nos muestra como a lo largo de la historia de la humanidad ha habido una contraposición significativa entre economía y ética. Y para hacer ese recorrido histórico, se remonta a la Grecia Clásica y, en concreto a Aristóteles, como pensador más antiguo que ya veía con desconfianza “la obtención de rentas ilimitadas”, pues ello “trastocará el recto funcionamiento de la ciudad”. Esa disputa entre economía de la empresa y ética sirve para plantearse si la empresa tiene moral o su único objetivo es la obtención de beneficios. Para ello, nos hablará de los términos RSE (Responsabilidad Social de la Empresa) y RSC (Responsabilidad Social Corporativa), que hoy están muy en boga, como un intento de salvaguarda de la imagen reputacional de las empresas.

La defensa de la ética empresarial se caracteriza por proyectar un capitalismo con rostro humano, “no cuestionarán el capitalismo sino sus excesos”, son defensores del mercado, pero “sujeto a limitaciones”. Sus seguidores utilizarán términos como RSE y RSC como herramientas para mejorar la relación de la empresa dentro de la sociedad. Dejar a un lado el término consumidor para sustituirlo por ciudadano. La pregunta es si detrás de todo este proceso de moralidad empresarial no se esconde una nueva fórmula para cosechar mayores beneficios, como ha ocurrido en empresas donde se ha puesto en práctica.

El autor se posicionará entre los que realizan una crítica radical hacia los defensores de la ética en la empresa. A la hora de analizar las teorías económicas opuestas a la ética empresarial, mencionará a marxistas y libertarios. De los primeros manifestará que “el socialismo real ha fracasado”, si bien hará una mención a la corriente del entorno del marxismo que entiende que el concepto de ética empresarial no deja de ser un intento de consolidar el sistema capitalista. Sádaba argumenta que no sostienen una alternativa clara al capitalismo, pero su insatisfacción le lleva a afirmar que “otro mundo es posible”, y para ello, canalizarían sus esfuerzos en utilizar algunas herramientas existentes dentro del sistema capitalista, como la organización de cooperativas y empresas autogestionados, como método para que la sociedad se organice en movimientos sociales, para poner en marcha los mimbres para que crezca el movimiento asociativo.

Otra de las críticas que realizan a la ética empresarial se fundamenta en que bajo esta imagen un tanto altruista y con rostro humano se esconde el mejorar la cuenta de resultado de las empresas.

Sádaba no se opone al libre mercado, pero si a la mercantilización global existente, ni se opone a la competencia siempre que esta se mantenga dentro de los parámetros de “una armonizada humanidad”.

  1. Ética y feminismo: la igualdad de la mujer

Dedica una parte de su obra al feminismo, al ser un asunto que todavía no ha sido superado de forma global por la sociedad. Siendo consciente el autor de la imposibilidad de ser original en este punto, afronta este tema para dar una respuesta comprometida.

Es interesante la radiografía que hace a lo largo de la historia para constatar la valoración que se ha hecho de la mujer, que ha tenido como denominador común la marginación a la que ha estado sometida y el desprecio hacia el género femenino.

Para Sádaba “la revolución del pensamiento femenino ha traído consigo una revolución similar en lo que atañe a la igualdad y la diferencia” y este tema pasa por “establecer una teoría feminista en la que se insista más en la diferencia, en la igualdad, o se busquen fórmulas intermedias”.

En el campo de la ética el autor nos habla de una ética masculina y otra femenina, que irían ligadas a la conciliación de las virtudes femeninas y masculinas, para la búsqueda de una ética más equilibrada. Cualquier avance en el marco de la ética que recoge este ensayo, pasa porque se dé en el marco de una sociedad igualitaria, y la igualdad hombre-mujer es, sin duda alguna, primordial.

  • Ética y religión

Al tratar sobre la ética y la religión lo hace desde dos planos diferenciados. En un primer lugar lo enfoca desde una visión académica, para ver la relación que tienen ambos términos. Es de tener cuenta la valoración que realiza de “la religión en sentido amplio” como herramienta para la búsqueda de respuestas, porque “solo desde la conciencia de tales contrasentidos surge el gran animal que es el hombre. Solo de esa manera se hace el hombre un animal interesante”.

Siendo cierto que la relación entre moral (ética) y religión tiene su punto de partida en el origen de las religiones, pues estas “incorporan un código moral a sus creencias”, Sádaba nos dice que hay que abandonar la idea que moral sea religión. Y a partir de esa afirmación nos mostrará que si bien ambas nacieron de la mano, por el contrario, la religión se moverá en el ámbito de la fe y la moral tendrá su desarrollo en el ámbito de una sociedad laica. La teología y la moral chocarán cuando una invada el terreno de la otra y ¿Cuándo se invade? Cuando una impone sus postulados a la otra.

Al estudiar esta cuestión desde “la vida cotidiana”, Sádaba nos recuerda que en la sociedad actual se siguen dando soluciones desde una visión teológica a las cuestiones morales que rondan en esta sociedad, llegándose a dar la paradoja a día de hoy, que el no creyente es el que tiene que fundamentar su postura, en vez de ser el creyente sobre el que recaiga la carga de la prueba.

Para el autor de este trabajo, esto lleva a que la religión católica goce del apoyo institucional, lo que lleva a situarla en un lugar privilegiado, en el que la religión esté por encima de la ética.

  • La ética ante la ciencia del siglo XXI

Los grandes avances de la ciencia en los últimos decenios han abierto nuevos escenarios en los que el hombre tiene que buscar respuestas y para ello necesita de la ética. Esta se convierte en una herramienta imprescindible para que los avances en todos los ámbitos de la ciencia no pongan en cuestión la identidad del ser humano. Javier Sádaba dará respuesta a todo esto a través de la ética y lo hará hablando de tres temas: la bioética, la eutanasia y el transhumanismo.

El autor nos habla de la bioética, cuya función consiste en aportar “una valoración moral sobre las ciencias de la vida”. Para ello nos realizará un viaje para darnos a conocer las diferentes tendencias que se mueven en este campo y las respuestas que dan al respecto, teniendo presente que “lo científico y lo humanístico se tocan o pueden tocarse en ocasiones”.

La bioética se enfrenta, entre otros, a temas como el aborto, eutanasia, las células madre o investigación sobre embriones. De todos estos temas se centrará en la eutanasia.

Defensor de la práctica de la eutanasia, Sádaba profundizará en ella para enfrentarla con la moralidad y las objeciones existente.

Si en palabras de Sádaba, para Francis Bacon, el significado de eutanasia es “buena muerte”, el autor de este ensayo aboga por la inclusión de varias características fundamentales como “la voluntad clara del paciente de que se acabe con su vida, irreversibilidad de la enfermedad, con la consiguiente falta de alternativas, y sufrimiento físico y psíquico”, lo que le lleva a diferenciar algunas prácticas que no se pueden considerar propiamente eutanasia activa.

La eutanasia la encuadra “dentro de los derechos que nos competen a los humanos y que funcionan para proteger algunas de nuestras necesidades”. Y nada tiene que ver con la eutanasia pasiva o el suicidio asistido. La gran diferencia con el suicidio asistido es que en este último caso no se le aplica a un enfermo terminal, como sucede en la eutanasia.

Sádaba nos realiza un discurso muy clarificador para diferenciar la eutanasia con cierto tipo de praxis que sí que se pueden considerar atrocidades contra vida y la dignidad humana. Y desmonta los tabús y la imagen manipulada que se quiere dar de la eutanasia.

Cuando confronta la eutanasia con la moralidad, utiliza como pilares la libertad y el no sufrir. En el caso de la libertad, que equivale a ser uno dueño de sus actos y, por tanto, debe de ser respetada “la libertad que la persona tiene sobre su cuerpo y su salud”. Si el morir es el último acto de la vida, este tiene que estar en manos de cada individuo, para que pueda de tener un final con dignidad, que pasa por el respeto a que la persona pueda decidir con su propia muerte.

En esta confrontación entre ética y eutanasia Sádaba nos viene a decir que uno de los fines de la ética, al igual que la medicina, es evitar el sufrimiento Hay que evitar el sufrimiento inútil. Lo importante no es la vida sino la calidad de vida, y la eutanasia ayuda a minimizar el sufrimiento.

El último tema que trata en este capitulo es el concerniente al transhumanismo. Genética, robótica y desarrollo tecnológico son términos que están ayudando a mejorar el cuerpo humano. En el caso de la robótica, nos acerca a la Inteligencia Artificial. Todo esto tendría como finalidad “lograr seres superhumanos con una inteligencia” superior a la nuestra. Todos estos avances que van superando el concepto que tenemos de humanidad, está revolucionando hasta tal punto los estándares existentes, que se está abriendo paso términos como inmortalidad.

Al hablar de inmortalidad la ciencia entra en el campo de las religiones, pues, como nos dice Sádaba, “el núcleo de las religiones de nuestro entorno reside en la superación de la muerte”. Buscan la inmortalidad. En la actualidad nos encontraríamos con unos avances científicos que podrían poner en peligro al ser humano como lo concebimos, o en palabras de Sádaba “tales transformaciones podrían acabar con lo que entendemos por Homo Sapiens”.

Para finalizar, la lectura de este libro nos puede ayudar a responder algunos interrogantes que nos surgen en este mundo tan complicado y cambiante. El filósofo Javier Sádaba nos expone en este libro su visión de una serie de temas alejada de cualquier dogmatismo.


[1] Porque soy libertario; Editorial Catarata; Autor Javier Sádaba. https://mikelcastrillourrejola.wordpress.com/2020/03/11/el-pensamiento-libertario-en-javier-sadaba/

Fábricas de cuentos. Una foto exacta del periodismo de nuestros días

Fábricas de cuentos. Una foto exacta del periodismo de nuestros días

El periodismo, más que una profesión, es una vocación de servicio a la sociedad. Otra cosa bien distinta es lo que en la actualidad practican infinidad de medios comunicación, que tienen como objetivo primordial ser fieles escuderos de los poderes económicos que los financian. No van a morder la mano que les da de comer, lo que los convierte en una especie de blanqueadores mediáticos de oscuros intereses económicos.

“Fábricas de cuentos” es una novela de Javier Mestre, publicada en noviembre de 2019 por la editorial La Oveja Roja. Un libro que no supera las 300 páginas y en el que nos adentra en ese mundo tan fascinante que es el periodismo, pero que no es necesario escarbar mucho para toparse con la cruda realidad. Una de las profesiones más vilipendiadas, donde la expresión “derechos laborales” está reservada para un reducido número de personas, la élite de la profesión. Quienes lean esto último pueden pensar que esta situación es producto de la crisis económica que nos sacudió a partir de 2008. Pero no, la normalización de la precariedad en el periodismo se arrastra de mucho tiempo atrás. Quizá sea ese el método para poder ejercer un control sobre las personas que ejercen la labor de informar a la sociedad. De esta forma, al que se sale de la línea establecida es mucho más fácil marginarlo, porque “el opinar es un lujo que no se pueden permitir”.

La historia o, mejor dicho, las dos historias que encarnan Luz y Luna, dos antiguas compañeras de la facultad de periodismo, sirven para dar cuerpo a la novela de Javier Mestre y que este nos conduzca por un relato en el que pone sobre la mesa temas tan importantes como la ética periodística, el periodismo de trinchera que desde hace años estamos viendo tan de cerca y lo complicado que resulta hacer periodismo independiente, sobre todo cuando el medio de comunicación está en las antípodas ideológicas del periodista que desarrolla en él su trabajo.

Las dos personas sobre las que va transcurriendo la trama de la novela representan dos proyectos de vida que se reflejarán a la hora de ejercer su profesión. El entorno social y familiar de cada una de ellas las marcará a la hora de tomar decisiones en un mundo como el periodismo, en el que independencia profesional y estabilidad laboral son dos polos que se repelen.

El autor, a través de las dos protagonistas de su novela, contrapone dos conceptos de la profesión periodística. Por un lado, la periodista “comprometida hasta la médula con su profesión y con la función social del periodismo, que es sacar a la luz la verdad para transformar la sociedad y dejar un mundo mejor que el que nos encontramos” y, por otro lado, una visión práctica de la profesión en la que prevalece la necesidad de la búsqueda de unas condiciones laborales que sirvan para tener una vida digna. “¿Qué importa la línea editorial, qué más da las opiniones? Por la posibilidad de tener un trabajo y sacar adelante a su familia”. Al fin y al cabo, para un periodista de a pie el opinar “es un lujo que no se puede permitir”, pues está reservado para los que tienen unas condiciones laborales inalcanzables para la inmensa mayoría de la profesión. Para ella “las palabras contrato y sueldo” suponen una meta casi inalcanzable en el mejor de sus sueños.

El autor plasma una fotografía muy nítida de lo que son los medios de comunicación, sobre todo los escritos, con una descripción francamente brillante de ese periodismo de trinchera que más que informar se dedica a fabricar editoriales en serie, convirtiéndose en una maquina propagandística para sus acólitos o para el despistado de turno que se topa en Internet con alguno de sus artículos. Lo que Javier Mestre denomina en el libro de forma muy elegante “churrería informativa” y que no es otra cosa que una fábrica de fake news. Pura “maquinaria de guerra periodística”. A la persona que decida leer la novela le será sumamente fácil poner nombre y cara al medio de comunicación, incluido su director, en el que se inspira. La novela no deja lugar a dudas.

Javier Mestre en su novela nos ofrece una panorámica muy descriptiva y clarificadora de la labor que supone ser periodista de conflictos olvidados que no son portadas de los periódicos ni abren telediarios a no ser que a algún periodista de nuestro entorno le ocurra alguna fatalidad. Ese deseo periodístico de “arrojar luz” sobre los innumerables rincones oscuros que hay a lo largo del planeta les convierte en testigos incómodos de un horror que en la mayor parte de las veces Occidente procura mirar para otro lado para no soliviantar a algún país de la región. Ante todo, que no se vea afectada la geopolítica y los intereses económicos que los países del Primer Mundo tienen en la zona. Los derechos humanos y todo lo que puede afectar a las personas de esas regiones olvidadas quedan en un segundo plano y el periodista se convierte en un testigo incómodo no sólo para los países donde se producen este tipo de vulneraciones sino para el país de donde procede.

Es una novela de lectura ágil, que conforme uno avanza en su lectura se va zambullendo cada vez más en ella y una vez finalizada es de las que te invita a reposar su lectura para pasar a plantearse una serie de preguntas y duda, porque todo esto no es blanco ni negro, hay una infinidad de matices que no se pueden pasar por alto.

Fabricas de cuentos
Fabricas de cuentos

El largo sueño de tu nombre

El largo sueño de tu nombre

A pocos kilómetros de la vieja Iruña (Pamplona) y en dirección norte, se encuentra el monte Ezkaba, desde donde se puede divisar toda la comarca de la capital del antiguo Reino de Navarra. En él se encuentra el fuerte de San Cristóbal. Una fortaleza militar de finales del siglo XIX, construida al finalizar la última guerra carlista, durante el reinado de Alfonso XII y que con posterioridad fue reconvertido en prisión para encarcelar a presos políticos.

Una vez que triunfó el golpe de Estado de julio del 1936 en Navarra, este recinto militar sería uno de los que utilizasen para recluir a cientos de prisiones políticos a lo largo de esos años. En este contexto, en mayo de 1938 este presidio vivió un hecho sin precedentes. En él se produjo una de las mayores fugas de prisioneros. Más de 800 presos lograron huir de esta fortificación. La inmensa mayoría fueron asesinados en su huida o detenidos por los sublevados. Muy pocos lograron su objetivo de cruzar los Pirineos para llegar a Francia.

Este suceso histórico ha servido a Amaia Oloriz Rivas para inspirarse en su último trabajo literario. Con el título “El largo sueño de tu nombre”, publicado por el Editorial Txalaparta en marzo de este año, la escritora va tejiendo un relato que teniendo como argumento principal los hechos acontecidos en mayo de 1938 confluyen diferentes personajes de ficción que van dando vida a esta novela.

El silencio que ha reinado a lo largo de los años alrededor de lo acontecido con la fuga del fuerte del monte Ezkaba ha servido a la autora para rescatarlo de ese sueño tan profundo en el que se encontraba.

En esta novela histórica de poco más de 280 páginas la autora a través de los personajes que forman parte de la trama concibe una historia acerca de la fuga del fuerte de San Cristóbal y a partir de ahí es un volar la imaginación en la que van desfilando los diferentes personajes y cada uno con una mochila repleta de recuerdos, anhelos, angustias y miedos.

El protagonista, Mikel, un periodista que sustrae el diario de una persona recién fallecida será la pieza fundamental para encajar un puzle que llevaba más de setenta años esparcido y condenado irremisiblemente a no ser reconstruido. Ese pequeño diario dará pie para introducir en la obra a los diferentes personajes que irán aportando su granito de arena para el desarrollo de la trama.

Las historias desgarradoras que dan cuerpo a la novela son producto de la creatividad de la autora, pero se convierten en una ventana que nos acerca a lo que pudieron soportar las personas que sufrieron la reclusión en ese presidio y sus familiares, porque en una historia de ficción es imposible llegar al estadio de la realidad pues esta suele ser más dolorosa.

Ese diario que recoge lo vivido por un joven voluntario carlista a lo largo del año 1938 es un ejercicio de liberación de una carga con la que lleva conviviendo desde entonces. Un intento de reconciliarse con las víctimas y consigo mismo. Un intento desesperado para que lo que vivió no sea pasto del olvido.

La autora, a través de los personajes creados para esta novela, introduce algunos conceptos como la mirada autocrítica hacia el pasado de uno, que muchas veces cuesta aceptar y con la que en muchas ocasiones se convive de forma un tanto obsesiva o el miedo a la toma de decisiones que nos pueden marcar nuestro fututo o hacernos salir de nuestra zona de confort.

La novela tiene ritmo y va conduciendo al lector por los diferentes pasajes de la trama en una atmósfera de tensión e intensidad lo que ayuda a no perder la atención del relato. Todo ello consigue que desde el primer momento uno se sumerja de lleno en la trama de la novela.

Es una novela que a través de la mayor parte de los personajes que intervienen transmite sensibilidad y emociones, con el añadido que en algunos pasajes puede generar al lector una cierta angustia.

El lenguaje de la novela está muy bien cuidado, junto con las descripciones que realiza de los diferentes lugares de la geografía navarra por donde transcurre la novela.

Años de niebla

Años de niebla

Ante las sacudidas que nos da la vida, la tenacidad es la fuerza que necesitamos para poder rehacernos del sufrimiento padecido. Para ello muchas veces tenemos que iniciar un proceso de descubrimiento interior.

Ese camino es el que realiza Celia, la protagonista de la novela  “Años de niebla”, escrita por Fernando Palazuelos y publicada en 2016 por el Editorial Ttarttalo.

La trama de la obra gira en torno a una mujer, que a sus veintiocho años  en un breve espacio de tiempo encadena dos circunstancias personales adversas. Como válvula de escape inicia un trabajo sobre su genealogía, pero en esa  labor de encajar todas las piezas, se encuentra con un espacio oscuro dentro de sus antepasados, el que corresponde a su abuelo materno, a quien no conoció y sobre el que recae un hermetismo familiar.

En su intento de seguir los pasos de su abuelo emprenderá un viaje desde Bilbao a Lisboa, con el objetivo de buscar algún rastro de su abuelo que desapareció en 1943. Una misión que se antoja inalcanzable, como le ocurrió a Telémaco cuando se aventuró a un viaje por las diversas ciudades de Grecia para buscar noticias de su padre, Ulises.

La protagonista realmente inicia dos viajes. Además del viaje físico en búsqueda de alguna noticia que le ayude a saber cuál fue el destino de su abuelo, “realiza un viaje interior en búsqueda de sí mismo y de un sentido para su existencia”. El viaje es la herramienta que utiliza para ir desprendiéndose del pesimismo que es innato a ella producto de su infancia y adolescencia.

A lo largo de la obra la protagonista inicia un descubrimiento interior que le ayudará a ir superando todos sus complejos y miedos. Es un proceso en el que irá curando las heridas con las que empezó su viaje a Lisboa. El fracaso de una relación anterior y el intento de abandonar un derrotismo transmitido por su madre. Este viaje le servirá de crecimiento personal.

Junto a la protagonista de la novela, Celia, el autor crea otro personaje, João, que viene a ser en cierta forma la antítesis de la protagonista. Una persona con un equilibrio interior. Algo que anhelaba tener ella. Gracias a él, la protagonista irá desprendiéndose de toda es lastre que le ha seguido como inseparable compañero de viaje.

En la novela hay un espacio para algunas reflexiones filosóficas. La verdad, la fe y el ser humano son algunas cuestiones que aparecen en esta obra.

La novela nos adentra en el Portugal dominado por la dictadura salazarista. En 1943 Europa está inmersa en la II Guerra Mundial, y Portugal que oficialmente es un país neutral, se convierte en centro de operaciones de espionaje, negocios turbios y país de paso para exiliados. Pero como dictadura de corte fascista, las relaciones con los países del Eje y con la España de Franco, daban pie a que en Portugal los servicios secretos de estos países actuaran con gran permisividad. Ese  momento histórico le ha servido al autor para ambientar el relato. En la novela aparece la similitud de dos países que vivieron años de niebla, producto de dos dictaduras totalitarias.

En mi caso, la lectura de este libro hace imaginar al lector un viaje a Lisboa. Las descripciones que realiza a lo largo del relato de la capital portuguesa es una invitación a sumergirse por la ciudad. Quizás en mi caso influya el recuerdo lejano que tengo de la estancia en esa ciudad.

Para Celia, el fado es lírica de hermosa tristeza. El libro tiene momentos de tristeza, pero no cabe duda que es hermoso.

A lo largo del libro hay algunas dibujos e ilustraciones con frases y reflexiones.

El Proceso de Burgos visto desde dentro

El Proceso de Burgos visto desde dentro

Antecedentes históricos de los consejos de guerra

La realización de procesos sumarísimos, consejos de guerra y procesos inquisitoriales ha sido una constante a lo largo de la historia. Ya mucho antes que existiera el Estado español como hoy lo conocemos era una práctica habitual en estas latitudes y, a partir que se constituyó en un Estado moderno continuó vigente este modus operandi, aun si cabe, con mayor fuerza que nunca.

Se puede decir que la aplicación de este tipo de procesos es algo innato a este Estado. Va indisolublemente ligado a la historia de Castilla y posteriormente de España. Todavía, a día de hoy observamos, si bien en la inmensa mayoría de los casos con gran sonrojo, que el Poder sigue utilizando este tipo de procesos como instrumento fundamental para reprimir a todos aquellos que se salgan de los designios establecidos para el pueblo. Para todo el que traspasa la línea del orden existente, o podríamos decir ¿impuesto?, es víctima de uno de estos procedimientos en los que el futuro del encausado está escrito de antemano.

No ha habido siglo ni época en la que los que ostentaban el poder no hayan utilizado estos métodos para, lisa y llanamente, reprimir a las clases populares cuando estas han querido participar de forma directa en la toma de decisiones o, simplemente cuando sus costumbres y modo de vida contravenían las leyes terrenales o divinas. Luego en el relato de la historia habrán utilizado eufemismos para esconder la realidad.

Quedan muy lejos en el tiempo el proceso a los Comuneros de Castilla organizado por la Corona castellana o el proceso de Logroño organizado por la Inquisición contra las mujeres de Zugarramurdi. Como el Santo Oficio le debió coger cierto placer a quemar en la hoguera, lo siguió realizando a lo largo de varios siglos. En el caso de los comuneros, lo que había que atajar es cualquier protesta que cuestionara el régimen y el poder existente y en los procesos de la Inquisición había que aniquilar todo pensamiento que se saliese de la ortodoxia católica. Pero para no extenderme en exceso, mucho más cercanos son los innumerables procesos que se han dado a lo largo del siglo XX. Cualquier protesta de cierto relieve traía consigo el correspondiente consejo de guerra. La Semana Trágica de Barcelona fue un botón de muestra. Después de los sucesos acaecidos, con la falsa acusación de instigador de las protestas, el régimen organizó un consejo de guerra a Francisco Ferrer Guardia para posteriormente ejecutarlo. Luego vino la huelga de 1917, con sus juicios respectivos. En la Revolución de octubre de 1934, además de la salvaje represión del Ejército, tampoco pudieron faltar los consejos de guerra para reprimir a la clase trabajadora.

Con el golpe de Estado de julio de 1936 y la victoria después de tres años de guerra, los procesos sumarísimos de corte militar fueron una constante durante los primeros años del franquismo. Durante la dictadura siguió habiendo consejos de guerra, aunque a lo largo de los años fue bajando en número, pero en la década de los años 60 del siglo XX, el fortalecimiento de la oposición al régimen franquista trajo consigo un nuevo incremento de esta práctica. Hubo varios consejos de guerra conocidos, como el que se celebró contra le militante del PCE Julián Grimau, que fue condenado a muerte y fusilado, y algunos consejos de guerra a militantes de ETA. Pero sin duda alguna, el consejo de guerra que más repercusión tuvo a nivel internacional y sobre el que más se ha escrito fue el que se celebró en diciembre de 1970 contra dieciséis militantes de ETA en Burgos, en el que se pedían seis penas de muerte y cientos de años de prisión, y del que el pasado mes de diciembre se ha cumplido el quincuagésimo aniversario.

Los ecos del Proceso de Burgos

El aniversario de este proceso no ha pasado desapercibido para la prensa. Otra cosa bien distinta ha sido el tratamiento que cada medio le ha dado. La profesión periodística no deja de tener un gran componente ideológico y político, y en estos tiempos que corren, en los que las portadas y titulares de la prensa destilan de todo menos información, no podían dejar pasar este acontecimiento para dar su particular versión de lo que supuso todo lo vivido dentro y fuera del juicio, porque el Proceso de Burgos no se puede entender si uno se circunscribe única y exclusivamente a las sesiones en las que duró el juicio. Si en algo pueden coincidir las diferentes visiones a la hora de analizar este acontecimiento histórico es que este Proceso ha de analizarse de forma global. Pero si realizásemos una comparación entre los materiales publicados en fechas recientes, uno se quedaría sorprendido por el tono de las diferentes versiones que se puede encontrar.

Sobre un hecho de esta trascendencia se han publicado algunos libros. Sin desmerecer a alguno que otro, yo me he decantado por la lectura de uno que se publicó pocos meses después de haberse celebrado este juicio y que ha sido reeditado recientemente.

El Proceso de Euskadi en Burgos

Con el título “El Proceso de Euskadi en Burgos” los abogados Miguel Castells y Francisco Letamendia, Ortzi, que ejercieron la defensa de dos de los procesados escribieron este libro pocos meses después de haberse celebrado el consejo de guerra. Su publicación se realizó en París por el desaparecido Editorial Ruedo Ibérico. Fue uno de las decenas de libros que este editorial publicó en Francia durante el franquismo. La reciente reedición de esta obra ha corrido a cargo del Editorial Txalaparta.

El hecho que los autores del libro tuvieran un papel importante en todo el proceso es un factor importante a la hora de estudiar lo que supuso el Proceso de Burgos. Nadie mejor que ellos para relatar lo que supuso ese juicio. Ellos tuvieron una participación activa en todo el proceso judicial y, sobre todo en las sesiones de la vista. Pero, a su vez , ellos tuvieron contacto directo con los procesados y paralelamente vivieron de primera mano todos los acontecimientos de ese mes de diciembre de 1970.

El título ya nos ayuda a hacernos una composición de lugar de lo que sucedió en el juicio. El intento fracasado de juzgar a todo un pueblo a través de los procesados. Estos no dejaban de ser los chivos expiatorios dentro de la estrategia represora del régimen.

Esta nueva edición, que consta de algo más de 500 páginas, viene acompañada de un prólogo realizado por uno de los autores, Miguel Castells, en el que realiza una exposición que tiene como finalidad explicar el motivo de esta nueva reedición. Y siendo una voz autorizada para relatar los hechos que ocurrieron en aquel diciembre de 1970, en el prólogo a esta edición manifiesta que a lo largo del tiempo ha habido muchas versiones sobre este proceso, y no duda en afirmar que “muchas mienten: unas por lo que callan, otras porque contradicen directamente la verdad y otras porque en parte callan y en parte contradicen burdamente la verdad”.

Miguel Castells nos facilita algunos datos de interés que no figuran en la primera edición, no porque los autores no quisieran incluirlos, sino porque en ese momento no era conveniente que aparecieran. Aunque el libro fue editado fuera del Estado español, los autores y algunas personas relacionadas con dicha publicación vivían bajo el régimen franquista y eso podía suponer un riesgo para ellas.

En el prólogo de esta edición Miguel Castells relata a grandes rasgos como planificaron todo lo relativo a la defensa de los acusados. El papel que jugaron los procesados, marcando en todo momento la estrategia a seguir y la composición de los abogados defensores. Son datos que ayudan a poder entender el tipo de defensa que realizaron.

El prólogo de la primera edición reproduce documentos sustraídos de un sumarísimo militar de 1937 en el que fueron fusilados los seis concejales del Ayuntamiento de Busturia (Bizkaia), una vez que los sublevados fascistas ocuparon el pueblo. Su lectura es una muestra de lo que fueron los consejos de guerra desde el golpe de Estado de julio de 1936. Una farsa convertida en tragedia para quienes lo sufrieron.

Ideología política y legislación

El libro consta de dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas, con el título “Decreto sobre rebelión militar. Bandidaje y terrorismo”, es un auténtico tratado sobre la legislación penal existente a lo largo del franquismo en lo relativo a los delitos de contenido político, porque todo lo que fuera luchar contra el régimen franquista entraba dentro del término Rebelión. Este análisis exhaustivo es realizado teniendo presente en todo momento el contexto político, porque, como bien se recoge en este trabajo las leyes son dictadas por “la clase en el poder”, pues “las leyes, incluso las más inocuas, están preñadas de ideología política”.

Esta parte del libro va más allá de lo que puede ser un análisis penalista de la legislación del franquismo. Es un estudio jurídico desde una óptica ideológica y política, pues pone sobre la mesa la función que tiene la legislación en el marco de la defensa del poder por parte de la clase dominante, para ello realiza una exposición acerca de la carga ideológica que tiene la legislación en cualquier lugar y ,sobre todo la legislación penal en la defensa del grupo que esté en el poder.

El análisis de la evolución de la legislación franquista en esta materia nos ayuda a percibir las necesidades que va teniendo el régimen a lo largo de los cuarenta años de dictadura para buscar los equilibrios internos y externos para perpetuarse en el poder y, a su vez, proyectar hacia el exterior una imagen más suave. Los autores explican perfectamente como desde el final de la guerra civil el régimen franquista va haciendo modificaciones legislativas, en algunos casos, técnicas, para armonizar la legislación en materia represiva, y en otros, que son los más importantes, para adecuarse a las necesidades políticas del momento. Es interesante conocer como a partir de la década de los años 60, el régimen franquista, sin abandonar su dureza a la hora de castigar todo tipo de protestas, va dando a la legislación penal un barniz que sirva para proyectar una imagen aperturista. Todo ello con la finalidad de salvaguardar cara a la Comunidad Internacional las políticas socioeconómicas que se estaban llevando a cabo por parte del régimen.

Es interesante la radiografía que hacen los autores de la estrategia que sigue el régimen a lo largo de los años de utilizar la jurisdicción militar para juzgar este tipo de delitos en función de sus necesidades y de la coyuntura del momento y la creación de una jurisdicción ad hoc, lo que fue el TOP (Tribunal de Orden Público), compuesto por miembros de la judicatura pero muy cualificados en lo que se refiere a la represión franquista, no teniendo nada que envidiar por su dureza represiva a la jurisdicción militar.

El régimen en el banquillo

La segunda parte se adentra en lo que fue el Proceso de Burgos, desde el momento que se produjeron las detenciones de los procesados hasta que se dictó la sentencia y el posterior indulto.

A lo largo de esta parte de la obra se va relatando los hechos de forma pormenorizada, incluso se recogen literalmente diligencias policiales, escritos de acusación, escritos de las defensas, todos ellos previos a la vista y transcriben las sesiones del consejo de guerra.

Todo ese relato va acompañado de las protestas que se vivían en Euskal Herria, en el Estado español y a lo largo de Europa Occidental. Para ello, completan el trabajo crónicas periodísticas de esas fechas, tanto de la prensa española, que en su totalidad era de ideología franquista, como con artículos de la prensa europea, lo que ayuda al lector a contrastar la información y, en el caso de la prensa española comprobar el grado de manipulación informativa que existía.

Los autores nos relatan que desde un primer momento los procesados tenían claro que quien les podía salvar de las durísimas penas que a las que iban a ser condenados era el pueblo con sus movilizaciones, por lo que su objetivo fue utilizar la vista oral como altavoz para las reivindicaciones y denunciar la represión franquista contra la clase obrera y el pueblo trabajador vasco. El objetivo era claro: sentar al régimen en el banquillo de los acusados.

Si en la primera parte del libro se hace una excelente radiografía del régimen franquista y de la maquinaria represiva en la que se apoyaba, esta segunda, a través de los hechos que relata, nos ofrece un análisis de las disputas internas que se vivían dentro del régimen entre las diferentes familias que lo conformaban.

Si hay algo en lo que coinciden todos los que han analizado el Proceso de Burgos es que el juicio tuvo un efecto boomerang contra el régimen. El franquismo, que pensaba que había “descabezado” a la organización armada ETA, se puso como objetivo anular cualquier tipo de oposición y, sobre todo destruir al movimiento abertzale y, por extensión, que el pueblo vasco asumiera la imposibilidad de vencer al franquismo. Pero en esta obra los autores van más allá, y relatan, aportando diversos artículos publicados en la prensa estatal e internacional, como este proceso tuvo unas consecuencias muy importantes dentro del propio régimen. Como consecuencia del juicio y lo que aconteció en las sesiones de la vista oral, afloraron las contracciones existentes dentro del régimen, siendo un paso más en la descomposición de éste. A lo largo de los 40 años de dictadura franquista, éste fue el momento político en el que los choques internos entre las diversas facciones franquistas fueron más despiadados, llegándose a dar ciertos movimientos conspirativos entre la oficialidad del Ejército.

Otra de las cuestiones que nos exponen a lo largo del libro, pero donde se desarrolla es en la segunda parte, es la posición que tuvieron que adoptar los gobiernos europeos ante el juicio. Gobiernos que en los años 60 ya habían normalizado las relaciones con la España franquista, gracias a los efectos de la Guerra Fría, se vieron presionadas por sus opiniones públicas, hasta el extremo que tuvieron que presionar al Estado español para no llevar a efecto la imposición de las penas capitales.

En el libro se recoge la auténtica batalla que llevaron los letrados, entre los que se encontraban los autores del libro, bajo las directrices de los procesados, contra los miembros del Consejo de Guerra. Las tensiones que se vivieron a lo largo de las sesiones de la vista oral para finalizar con la publicación de la sentencia en la que se imponían unas condenas superiores a la petición del fiscal militar. Todas estas circunstancias, tensiones internas y presiones internacionales, abocaron al régimen a la única salida que le quedaba, conmutar las nueve penas de muerte impuestas, e intentar vender el indulto como un acto de fortaleza del régimen, aunque la realidad fue bien distinta. Fue una derrota del régimen.

Concentración en Baiona a favor de los encausados en el Proceso de Burgos. Diciembre de 1970

Una lección para el régimen

El Proceso de Burgos consiguió fortalecer todo lo que quería combatir. Su objetivo era descabezar a ETA y, por el contrario, lo que se da es un impulso a una organización que en aquel momento estaba sufriendo una crisis sin precedentes, estando no sólo debilitada, sino que había sufrido una ruptura interna.

Los autores en este libro sólo hacen mención a una acción que realiza una de las dos ramas en las que en ese momento se había partido ETA. El secuestro del cónsul honorario de Alemania en Donostia y su posterior liberación por parte de ETA V Asamblea. Fue la acción que más repercusión mediática tuvo. En el libro no se hace mención al intento que hizo la organización ETA VI Asamblea de liberar a los acusados en este proceso que se encontraban en la cárcel de Burgos. Realizaron un túnel desde el sistema de alcantarillado, pero al final se encontraron con un muro de hormigón que les fue imposible salvarlo. A partir de este proceso judicial las cosas cambiaron sustancialmente. ETA creció de forma exponencial y el régimen franquista aprendió la lección y no quiso repetir la experiencia de organizar un macroproceso para evitar que fuera plataforma para las reivindicaciones de los encausados. Su apuesta en los últimos años del franquismo fue la de liquidar físicamente a los militantes de ETA bien a través de acciones de los cuerpos policiales o recurriendo a grupos parapoliaciales.