31 vidas antifascistas vascas

31 vidas antifascistas vascas es una vacuna contra el olvido

Hace unos días leí una noticia en la que se daba cuenta del descubrimiento de una fosa común de la Guerra Civil en el cementerio de Amorebieta-Etxano. Según Euskal Prospekzio Taldea, en ella podrían encontrarse gudaris, milicianos y fallecidos procedentes del hospital que hubo en esta localidad durante la Guerra Civil. La noticia, que me llegó a través de un amigo y activista del Foro de la Memoria Histórica de Guadalajara, se cruzó con la lectura del libro, que tenía entre manos, titulado “31 vidas antifascistas vascas” (Desacorde Ediciones) del periodista Iban Gorriti González, publicado a finales de 2022. El artículo y el libro tienen dos nexos de unión entre sí, el primero no es otro que rescatar la memoria de todas aquellas personas que sufrieron el fascismo a partir del golpe de Estado que dieron militares españoles con la finalidad de derrocar al gobierno legítimo de la República e instaurar un régimen fascista, sustentado en el terror a la población, y el segundo nexo de unión es que, casualmente, ambos textos son del mismo autor.

Monte Kolitza

El espacio de tiempo comprendido desde el 18 de julio de 1936, momento en el que se produce la asonada militar, que fracasó en su intento de derrocar de forma fulgurante la República, derivando en una guerra, hasta la caída del frente vasco en julio de 1937, después de la batalla del monte Kolitza, se puede definir como los días más negros que vivió el pueblo vasco a lo largo del siglo XX. El terror y la destrucción se impusieron a la voluntad de un pueblo de vivir en paz y libertad. En este periodo de poco más de un año, los ejércitos totalitarios de la Alemania nazi, la Italia fascista y la España franquista tuvieron tiempo más que suficiente para demostrar al mundo las barbaridades que tenían reservadas para las poblaciones civiles que no estuvieran en su bando. Bombardeos, entre otros, como los de Otxandio, Durango, Gernika, Amorebieta-Etxano o Galdakao, eran el preludio de lo que el fascismo sería capaz de hacer en los siguientes años a lo largo y ancho de Europa.

Mural plaza de Andikona de Otxandio

Tenemos la obligación moral de que hechos como estos no caigan en el olvido para que sean recordados y tengan conocimiento las nuevas generaciones, y con ello, rendir un homenaje a todas esas personas que formaron parte de la resistencia antifascista y de “aliviar el dolor” que a día de hoy sigue produciendo. Con ese deseo traigo este libro, que no defrauda en esta labor áspera pero imprescindible.

Hay lecturas que, siendo desgarradoras, son necesarias porque son un antídoto contra el olvido, y ayudan a mitigar el dolor producido por el fascismo y la obra de Iban Gorriti es una de ellas. En este libro hay una recopilación de los avatares de un puñado de personas que vivieron en sus propias carnes la tragedia que supuso el fallido golpe de Estado militar de 18 de julio de 1936 y que en una guerra con el fin de derrocar a la legalidad vigente, que no era otra que la Segunda República, para instaurar un régimen totalitario al estilo de sus aliados: la Alemania nazi y la Italia fascista.

En los tiempos que estamos viviendo, con el resurgimiento de esa extrema derecha, que no deja de ser el fascismo del siglo XXI, que tiene como uno de sus objetivos el blanqueamiento de todo lo que supuso el golpe militar de julio de 1936, “la mal llamada guerra civil” y varias décadas de dictadura, “31 vidas antifascistas vascas” es una vacuna contra el olvido y un bálsamo contra ese dolor que se ha acumulado, “alivia el poso del dolor franquista y otros fascismos y reduce el afán de tiranía” y así lo resume el prólogo del libro cuyo autor es el actor Juanjo Otero: “Este es un libro antifascista. Por eso es necesario. Por ello, restaura y por eso mismo duele y libera. Por eso hace justicia”.

Iban Gorriti recoge la experiencia vital de 31 personas que de forma directa vivieron la guerra y la represión fascista, pero no cabe ninguna duda que esta cifra podría ser casi infinita. Desde Tudela hasta Muskiz y de Isaba al Valle de Añana podríamos encontrar innumerables historias y vivencias de ciudadanos que sufrieron aquella época negra.

Este libro es un ejercicio de “empatía ante el sufrimiento causado” y consigue que todas esas pequeñas historias que recoge pasen de pertenecer a las personas que las vivieron y sus familiares a formar parte de una historia colectiva que nos pertenece, por ello, es fundamental que salgan a la luz, para que puedan ser conocidas y compartidas. Las 31 vidas que encontramos en este libro han abandonado el anonimato y eso ahí queda para el futuro, lo que debería de animar a todos aquellos que en su seno tengan una historia similar a que la saquen del cajón del olvido.

Placa recuerdo Ayuntamiento de Olite

Entre las 31 vidas que recoge este libro se pueden encontrar personas de lo más diverso: gudaris, milicianos, civiles, niñas y niños que sufrieron en primera persona la violencia, o que en el mejor de los casos fueron evacuados fuera de Euskal Herria, viviendo auténticas odiseas. Las personas que dan vida al libro forman un gran abanico ideológico, desde nacionalistas vascos hasta anarquistas, pasado por socialistas y comunistas, pero a todas ellas les unía la lucha contra el fascismo y lo que representaba en los años 30.

Las historias que más impacto pueden causar por la violencia que en ellas se recogen las protagonizan mujeres. En ellas se da la violencia por partida doble: por un lado, la violencia fascista y, por otro la violencia de género. Alguna de esas terribles historias quizá sea más conocida como la que sufrió Maravillas Lamberto[1], pero Iban Gorriti nos da cuenta que no fue la única que sufrió una violencia de este tipo.  La elgetarra Anttoni Telleria vivió una situación muy similar, con la diferencia que en este caso logró salvar su vida. Y no quisiera olvidarme del drama que padeció la zornotzarra Marina García, que desde Villar de Chinchilla (Albacete) acabó recalando en Amorebieta-Etxano, siguiendo la estela de su madre que estaba presa y se encontraba en la cárcel de El Karmelo (Amorebieta-Etxano). En aquella época el fascismo ya practicaba la dispersión.

Si bien las historias que nos trae Iban Gorriti son muy crudas por el sufrimiento que llevan aparejadas, algunas de ellas tienen una cara tierna, como la que protagonizó el donostiarra Clemente Famaraza Sandegi, militante de la CNT y miembro de las Milicias Antifascistas Vascas (MAV) que operaban en Madrid, que donó los 40 duros de su nómina para que las niñas y niños de un hospicio de Madrid tuviesen juguetes el 6 de enero de 1937. Y sin olvidar la historia de amor de la pareja lodosarra, formada por Amelia Resano y Benito Salvatierra, pues “el padre de él llevó a fusilar a al abuelo de ella” en julio de 1936.

Para algunas de estas personas de las que fueron evacuadas o tomaron el camino del exilio, el sufrimiento no acabó cuando abandonaron Euskal Herria. En el mejor de los casos, algunos fueron a recalar al otro lado del Atlántico, para rehacer su vida lejos de su tierra y con la incógnita de si algún día podrían volver a ella, pasando a formar parte de esa diáspora vasca llevando en la mochila su herrimina[2] particular. Otros, por el contrario, bastante tuvieron con sobrevivir a los horrores de la II Guerra Mundial, sobre todo, los niños de la guerra, los que fueron evacuados a la URSS. Allí volvieron a vivir en unas condiciones infrahumanas, como las niñas y niños vascos que sufrieron el asedio nazi de Leningrado.

Algunas de las personas que recoge el libro de Iban Gorriti han sido tan extraordinarias y diría que irrepetibles, que sus vidas han sido llevadas al cine o sus biografías han quedado recogidas en libros y diversas publicaciones. Fueron personas irrepetibles que en muchos casos a lo largo de su vida se encontraron en situaciones límite, que se dejaron la piel por unos ideales y en algunos casos llegando a dar su vida.

Quisiera resaltar el lenguaje adecuado que en todo momento utiliza el autor, expresiones que sirven para acabar con toda esa retahíla de eufemismos que se suelen utilizar para hablarnos de lo que sucedió a partir del golpe de Estado de julio de 1936. Son varias las locuciones que utiliza pero voy a reproducir una frase que define lo que fue todo aquello: “una guerra que no fue civil, sino militar, causada por un golpe de Estado que atentó contra la ciudadanía que había elegido de forma legítima en las urnas la Segunda República”. No hay nada como llamar a las cosas por su nombre.

Para finalizar, el libro recoge una breve cronología de la Guerra Civil en Euskadi, realizada por Aitor Miñambres Amezaga, director del Museo Memorial del Cinturón de Hierro, y el lector tiene la posibilidad de escuchar mediante un código QR, seis canciones relacionadas con la memoria histórica, compuestas por el autor del libro. También quisiera destacar que la obra tiene una presentación muy cuidada con una amplia gama de fotografías.

[1] Maravillas Lamberto, vecina de Larraga (Navarra), fue violada por falangistas y requetés delante de su padre y posteriormente asesinaron a los dos.

 

[2] Herrimina: Notalgia en euskera.

Portada del libro 31 vidas antifascistas vascas

La izquierda y el piolet

La izquierda española vuelve a desenterrar el piolet

“La izquierda tiene esa vocación conspiratoria que le pierde. En toda reunión en la que la izquierda trata de organizarse parece que hay unos cuantos piolets escondidos debajo de la mesa. Supongo que tiene que ver con esa tradición de cuestionarse permanentemente, de hacerse preguntas, que es muy saludable en cierto punto. Pero al mismo tiempo también tiene que ver con la vocación al fracaso, que ha sido un lastre por parte de ciertos sectores de la izquierda”.

Esta reflexión con la que comienzo este artículo es de Ismael Serrano y la he extraído del libro Tomar partido” (Editorial Txalaparta) que el periodista Sergio Gregori Marugán publicó en 2019 y en el que se recogen alrededor de medio centenar de entrevistas a actores políticos, intelectuales, periodistas y personajes visibles del mundo de la izquierda. Y hoy la he rescatado porque si en su momento me pareció muy acertada, desgraciadamente hoy está más vigente que nunca, y algunos se han propuesto no aprender del pasado.

Lo que estamos viviendo en los últimos meses, porque todo esto viene de atrás, raya la esquizofrenia. Algunos han sustituido el piolet por el tuit o el bolígrafo y se han puesto a disparar en medios de comunicación y redes sociales a todo lo que se mueve, haciendo tanto o más daño. No es nuevo este espectáculo, pero sigue siendo igual de bochornoso.

Antes de entrar en harina, voy a dejar algunas cosas claras: en este juego de tronos que nadie busque buenos o malos, y la sensación que acaba teniendo el votante de izquierdas es que esto va de cuatro popes que están jugando a ese tacticismo cruel que lleva a unos a auparse en el poder a costa de otros y acaban arrastrando a las bases de los diferentes bandos a una guerra fratricida. Igual los males de la izquierda pasan porque hay que acabar con tanto liderazgo y esto va dirigido a todas y todos.

Llevamos varias semanas escuchando a Pablo Iglesias y a algunas personas de la dirección de Podemos que para entrar en el proyecto de SUMAR tan sólo es necesario que Yolanda Díaz llegue a un acuerdo bilateral con Podemos en el que la primera acepte la celebración de unas primarias abiertas. Da la sensación que lo único que importa es el método para la elaboración de las listas ¿quizá quieren decir la forma de repartirse los puestos de la candidatura? pues no le han requerido para hablar del programa de gobierno que es lo que le interesa al votante de izquierdas, si Julio Anguita levantara la cabeza. Y han ignorado al resto de formaciones que ya están apoyando el proyecto SUMAR, si se me permite, algo poco respetuoso si se quiere ir de la mano con esas formaciones políticas en una única candidatura.

La respuesta de Yolanda y su equipo hasta hace unos días venía siendo de un perfil bajo, sin entrar en rifirrafes dialécticos, lo cual le estaba obligando a la otra parte a subir el tono y es cuando se han escuchado frases como que Yolanda Yolanda Díaz está actualmente “mucho más cerca políticamente” de Más País, es decir, de Íñigo Errejón, que de Podemos, o que el PSOE quiere una izquierda que la pueda manejar como lo hizo con IU. Lo primero que pienso es si este tipo de declaraciones de verdad sirven para unir, porque la sensación que he extraído es que han ayudado a caldear más el ambiente, y volviendo al contenido de las declaraciones, si es cierto ese acercamiento de Yolanda Díaz a las posiciones de Errejón ¿Podemos se sentiría cómodo en ese proyecto? ¿por qué ese interés de llegar a un acuerdo con Yolanda? ¿no le sería más útil defender su espacio político fuera de la candidatura de Sumar?

En esta historia no hay ni buenos ni malos, ni todo es blanco ni todo es negro, y para entenderlo es necesario tener una mirada retrospectiva y remontarnos cuatro años atrás. Allá por 2020 pasaron muchas cosas, no hacía un mes que el gobierno de coalición PSOE-UP había iniciado su andadura y en una entrevista que Yolanda Díaz concedió al diario El País nos dejaba esta perla: “Técnicamente no es derogable toda la reforma laboral, sería irresponsable”. Frase infumable donde las haya, pero parecía premonitoria a la vista del desenlace que tuvo la tan cacareada derogación de la reforma laboral del PP. Pero lo más llamativo es que en aquel momento, primeras semanas de 2020, ante esas declaraciones nadie de Podemos alzó la voz, en aras a defender el compromiso del gobierno de coalición de derogar la reforma laboral de Rajoy, y no voy a entrar en una guerra semántica, porque todo el mundo entiende perfectamente lo que significa derogación. Acababan de empezar a pisar las moquetas de los ministerios e igual estaban deslumbrados por ese nuevo status.

Pocas semanas después vino la pandemia y lo puso todo patas arriba. Y hay que decir que la labor desplegada por el ministerio de Trabajo, sin ser para echar cohetes, sirvió para que la clase trabajadora de este país no se hundiera aún más en la miseria y no me cabe la menor duda que con un gobierno de las derechas las decisiones hubieran sido muy diferentes en perjuicio de la población más vulnerable. Pero muchos de esos decretos, así como los relativos al confinamiento salieron adelante gracias a otras fuerzas políticas,  que para algunos gurús de Podemos están vendidas a los poderes económicos. Parece que a algunos se les ha olvidado con mucha rapidez que para convalidar algunos decretos-ley, anduvieron mendigando votos, pues cada voto en el Congreso valía su peso en oro. Por cierto, hay que decir alto y claro, esos que hoy no parecen que sean tan izquierdas para los defensores de las esencias de la izquierda, cuando subían al estrado del Congreso, exigían al gobierno que fuese más valiente a la hora de tomar medidas, recuerdo discursos de Errejón y Baldoví muy críticos con el gobierno en materia laboral, críticos desde posturas de izquierda. Así son las cosas. Y todo ello sin olvidar ese pacto de mayo de 2020 que los partidos del Gobierno firmaron con EH Bildu, y que nunca cumplieron, para la derogación de la reforma laboral del PP a cambio de una prórroga del Estado de alarma.

Posteriormente vino, e iba siendo hora, la negociación de la reforma laboral y algunos vimos, no sin cierto asombro, que se negoció con todo el mundo, menos con los que había que negociarla: los partidos que facilitaron la investidura. Se hizo todo de espaldas a los representantes de la ciudadanía, la patronal estaba feliz por el acuerdo, y como los números no salían tuvieron que buscar ayuda en Cs, y en la extrema derecha navarra (UPN), aunque sin éxito en este último caso. La puesta en escena de todo ese proceso fue muy clara: aupar a Yolanda Díaz al status de líder de la izquierda y futura candidata a presidenta del Gobierno. Podemos no sólo no lanzó ni una crítica a Yolanda Díaz por una infumable reforma laboral, es que solo faltó pontificarla, y así lo hizo en su discurso la portavoz de Podemos dentro del grupo parlamentario confederal de Unidas Podemos el día que se debatió la reforma laboral en el Congreso. En Podemos nadie discutía el liderazgo de Yolanda Díaz, parecía que iba a ser el Mesías. Y si la reforma laboral propiciada por el gobierno de coalición salió adelante, fue, entre otros, por los votos de Más País y Compromís. Allí estuvieron echando un capote a Unidad Podemos, aunque se quejaron que esta reforma estaba lejos de lo prometido y que con ella no se recuperaban todos derechos perdidos por los trabajadores. Y Yolanda Díaz y su equipo dejaron en la estacada a EH Bildu y a ERC, que decidieron no apoyar ese trágala, recibiendo un aluvión de críticas.

Llama la atención que desde Podemos la crítica se centre en la exigencia de unas primarias abiertas, cosa que en la coalición Unidas Podemos nunca se ha llevado a cabo y cuando la elección de Yolanda Díaz fue un dedazo en toda regla por parte de Pablo Iglesias, ignorando a las bases, una forma de actuar más propia de los partidos tradicionales, todo lo que siempre habían criticado. Por tanto, la legitimidad de Yolanda Díaz se la dio Pablo Iglesias, quizá pensando que por detrás podría mover los hilos de su proyecto, cosa que no parecería muy descabellada si observamos el rol que está adoptando en toda esta trifulca, porque habría que preguntarse cuál es el papel de Pablo Iglesias en todo esto, una persona que al cabo del día realiza muchísimas más declaraciones que Ione Belarra, actual secretaria general de Podemos y la actitud que tiene en los medios de comunicación es la de la persona que lleva las riendas de Podemos, quien dirige el partido en la sombra, cosa que no favorece nada ni a la actual dirección de Podemos ni al conjunto del partido. El hecho que se haya conocido que hace unos meses se reunieran Yolanda Díaz y Pablo Iglesias para rebajar el tono lo dice todo, pues no se reunió con nadie de la dirección de Podemos, lo hizo con el poder en la sombra.

Aquí se está hablando mucho de la fórmula de un frente amplio y que es necesario que Sumar y Podemos se entiendan para evitar que la derecha obtenga la mayoría absoluta, pero nadie está diciendo absolutamente nada sobre la posibilidad que otras sensibilidades de la izquierda se incorporen a este proyecto, como es el caso de Adelante Andalucía, la formación de Teresa Rodríguez y Anticapitalistas. No deja de ser una sensibilidad más dentro de la izquierda que hasta no hace tanto tiempo compartía espacios con algunas de las organizaciones que están en Sumar y que estuvieron en Podemos.

Si lo expuesto hasta ahora es preocupante, aún lo es más los derroteros por donde están yendo las declaraciones de Yolanda Díaz y algunas personas de su entorno en estos últimos días. Si hasta ahora había jugado un papel amable, da la sensación que ha cambiado el chip y ha pasado de tender la mano a no hacerle ascos a evitar que Podemos se incorpore a Sumar, y frases como “Sumar no será será un fracaso si no está Podemos” no ayudan a crear un ambiente de confluencia.

En toda esta bronca hay mucho de tacticismo y mucho pánico al día después del 28 de mayo. No corren buenos vientos para Unidas Podemos en las municipales y autonómicas y todo el mundo tiene claro que sentarse a negociar con los resultados electorales en la mano va ser más complicado para las formaciones que obtengan un mal resultado, pero sería injusto que ese lastre recayese únicamente sobre Podemos, pues no hay que olvidar que en Unidad Podemos también está IU y debería de compartir esa responsabilidad.

Lo que no puede repetirse es el escándalo de la negociación que se dio en Andalucía para negociar la candidatura de las elecciones autonómicas del año pasado, aunque parece que nadie ha aprendido nada de ese espectáculo bochornoso en el que el motivo de la pelea eran los puestos de las listas y el reparto de la financiación. Y la realidad es que a día de hoy el ambiente está peor que hace un año.

Sería más productivo que explicasen al votante de izquierdas cuál es la estrategia para afrontar los comicios de noviembre, si esta pasa por intentar reeditar un acuerdo de gobierno, como hasta ahora, si se van a centra únicamente en la política institucional como fin en sí mismo o, si por el contrario, piensan recuperar el pulso de la calle. Cuando UP entró a formar parte del gobierno de coalición, renunció a la calle como instrumento de presión, y cuando en algún momento quisieron salir a protestar, su socio de gobierno le hizo ver que no se puede estar gobernando y simultáneamente manifestándose en contra de las decisiones del gobierno.

Y en esas estamos, sería importante saber qué hoja de ruta tienen los diferentes actores de la izquierda, que proyecto de gobierno tienen y si hay o no posibilidad de llegar a confluir en un frente amplio, pero por favor, que todos terminen con este espectáculo lamentable, dejen de conspirar tanto y entierren el piolet.

La Ley Mordaza, el PSOE y el arte de marear la perdiz

La Ley Mordaza

En política cuando se marea la perdiz es porque se quieren dejar las cosas como están. De ello puede dar buena cuenta el PSOE que es un experto en esas lides, y lo acabamos de ver con el fracaso para la derogación de la Ley Mordaza. Se ha tirado alrededor de tres años alargando unas negociaciones en las que desde el primer momento se percibía su falta de voluntad política para derogar las cuestiones más escabrosas de la norma que aprobó el PP durante el gobierno de Rajoy, y a pocos meses para el final de la legislatura, sin haberla consensuado con los grupos que sustentan este gobierno, deciden que se vote en la Comisión de Interior del Congreso sabiendo que no iba a pasar el trámite, porque no tenía los apoyos necesarios.

Hay varios detalles que no se pueden dejar pasar por alto y que corroboran la nula predisposición del PSOE para derogar la Ley Mordaza. El más importante es que este proyecto de ley no ha sido impulsado por el Gobierno, por contrario, es producto de una proposición de ley que presentó en 2020 uno de los partidos que facilitaron la investidura, el PNV. El Ministerio del Interior en ningún momento ha tenido voluntad política para elaborar un proyecto de ley para derogarla, algo lógico conociendo a quién dirige Interior, Grande-Marlaska. Solo hay que recordar que la Ley Mordaza fue aplicada con total arbitrariedad durante el periodo de pandemia, a excepción de los barrios pudientes, como el barrio de Salamanca de Madrid, que eran el oasis del incumplimiento.

La proposición de ley presentada por el PNV fue aprobada, faltaría más, puesto que al PSOE no le quedaba más remedio que votar sí, pero con el bagaje parlamentario que posee a sus espaldas, supo utilizar todo tipo de argucias parlamentarias para que la proposición de ley fuera dando tumbos por los pasillos del Congreso, en algunos momentos durmiera el sueño de los justos y en otras ocasiones estuviera sumida en un proceso de negociaciones interminables en las que no se desatascarían las cuestiones más importantes, y así lograr el objetivo de empantanar este tema. El PSOE, que cuando es necesario se alía con quién haga falta, no le hubiera hecho ascos a recibir algún apoyo de la bancada ultra para lograr sus pretensiones.

Conociendo todo esto, y con un PSOE enrocado, plantear votarla en comisión era la antesala del fracaso, puesto que era conocido que con ese texto en la mano habría partidos que no apoyarían su tramitación y visto lo sucedido, no parece que este final le haya disgustado mucho.

Una vez que ha sido rechazado el texto votado, era el turno de la maquinaria de propaganda para buscar culpables, en vez de centrarse en las causas de su rechazo. Para ello la prensa progre de Madrid no ha perdido la ocasión de encontrar chivos expiatorios, señalando a ERC y EH Bildu. Lo mismo que sucedió con la reforma laboral, que llegó cocinada al Congreso, no se podía tocar una coma porque eso podía importunar a la CEOE, aunque estos no tuvieran representación parlamentaria, y para ello no hicieron ascos al apoyo de Ciudadanos y a pactar con UPN, pero esto último les salió el tiro por la culata. Y aunque salió adelante por el error  del diputado Casero (PP) en la votación, en esa ocasión arreciaron una cascada de críticas a los partidos aliados del gobierno que votaron en contra.  Parece que es un sacrilegio no seguir los dictados del gobierno.

No es nuevo este modus operandi del PSOE, por un lado, en actos públicos habla de derogar la Ley Mordaza, pero, por otro lado, su actuación parlamentaria se aleja de sus declaraciones, y para ello utiliza todo tipo de argucias, abriéndose a procesos negociadores interminables. Este gobierno ha tenido tiempo más que suficiente para haber derogado la Ley Mordaza, pero esto parece que pasa de largo. Los diferentes análisis, editoriales y comentarios en tertulias, acerca de lo que ha sucedido con la Ley Mordaza y la polvareda que ha levantado el voto en contra de EH Bildu y ERC en la Comisión del Congreso han obviado buscar las causas para ceñirse al único argumento ventajista: si alguien sufre los efectos de la Ley Mordaza, ello se debe única y exclusivamente a EH Bildu y ERC que han votado en contra. Curioso argumento, cuando el gobierno actual ha aplicado esta ley a destajo, y qué decir del PNV, que le ha faltado tiempo para acusar a EH Bildu y ERC de este fracaso, pero desde el Departamento de Interior del Gobierno Vasco se aplica la Ley Mordaza como una apisonadora, ignorando el mandato del Parlamento Vasco en el que le instaba que no sea aplicada.

La postura del PSOE va más allá de un hipotético miedo a los sindicatos policiales, como se ha llegado a decir, cosa que no niego. La cuestión es que hay que tener presente que nunca han cuestionado el modelo policial, ni los modos de actuación. Si por algo ha destacado este partido desde que llegó al gobierno por primera vez, en 1982, es por el perfil que han tenido sus ministros del Interior y sus modos, personajes como Barrionuevo, Corcuera, Belloch, Rubalcaba, Grande-Marlaska no los voy a descubrir ahora. Han aprobado todo tipo de leyes que han vulnerado los derechos y libertades: leyes antiterroristas, la de la patada en la puerta, etc….

En lo sustancial, no hay diferencias entre el modelo de seguridad del PSOE y del PP, varían los matices, porque no deja de ser uno de los pilares del régimen del 78, por ello había preceptos de la Ley Mordaza con los que se sienten muy cómodos. Y otro tanto le ocurre al PNV.

Los motivos por los que los aliados del gobierno no han apoyado el texto en comisión se centran en tres temas que son los pilares de la ley que se pretendía derogar y que salían de rositas. La prohibición de las pelotas de goma, que en ningún momento entraba en los planes del PSOE y el PNV, pues solo hay que ver como los dos partidos que están coaligados en el Gobierno Vasco han actuado en el caso de Iñigo Cabacas, muerto a consecuencia del disparo de una pelota de goma por parte de la Ertzaintza.

El caso de la negativa a derogar las entregas en caliente de inmigrantes, una vulneración de los derechos humanos, hecho que ha sido denunciado por diversas ONGs, y que a uno le hace pensar que es la coartada perfecta para que vuelvan ocurrir casos como el de la valla de Melilla.

Finalmente, el dejar vigente las faltas de respeto a la autoridad e infracciones por desobediencia es otro de los motivos que han propiciado ese rechazo, que es de gran importancia si se quiere blindar los derechos y libertades. Es algo que vemos continuamente cuando se produce un desahucio, una concentración, etc…, en el que se aplican de forma arbitraria estas infracciones, con el agravante que supone el valor que se da a la versión policial en detrimento de la que aporte el denunciado, algo que hemos visto en diferentes procesos judiciales.

Estos días muchos de los comentarios se fundamentaban en que al menos era una derogación parcial, aunque los apartados más importantes quedasen inmaculados. Esa teoría del mal menor, que nos lleva a renunciar a nuestros planteamientos para aceptar que las cosas queden igual, pero con un barniz más atrayente, en vez de poner el foco en aquellos que no han cumplido con su compromiso, que en este caso era la derogación de la Ley Mordaza, y no su reforma.

Si hubiese voluntad política en el PSOE, cosa que dudo, esta ley se puede derogar en menos de 15 días, tan sencillo como volver a presentar una proposición de ley y que sea tramitada por vía de urgencia de la siguiente forma: “Artículo único: Quedan derogados todos los artículos de Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad. Vuelven a entrar en vigor toda legislación que quedó derogada con esta ley”. Dicho esto, no nos dejemos engañar, y partir de aquí todo lo que quieran decir es volver a marear la perdiz.